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1

El Diario deja constancia del recuerdo que el hombre ya formado tiene de su hogar como un paraíso perdido, al decir: «Mi vida de ventura fue cortada a los 12 años cuando partí para la ciencia» (Obras, v. 11, p. 16). La parquedad del comentario no obsta para imaginar las consecuencias de este primer destierro en el niño, que además fue encargado de cuidar a su hermano menor. No sorprende por esto que el adolescente luego, pareciera un viejo a los que lo conocieron, según Bayoán de Hostos (hijo del prócer) en Eugenio María de Hostos íntimo, Santo Domingo: Editorial Montalvo, 1929, p. 27.

 

2

Uno de los muchos vínculos que unía a los krausistas hispánicos era su posición crítica al fanatismo de la iglesia católica. Recuérdese a este propósito que en 1864, Roma dictó la Encíclica Quanta Cura con su famoso Syllabus que proclamaba, entre otros dogmas, la purísima concepción de la Virgen y la infalibilidad del Papa. Estas y otras medidas provocaron crisis y rupturas con la iglesia entre muchos probados católicos, como Giner de los Ríos, amigo de Hostos, y el sacerdote Fernando de Castro, que mencionaremos en el cuerpo de este trabajo. Para estos problemas, consúltese La Institución Libre de Enseñanza de Vicente Cacho Viu (pp. 121-123) que está en nuestra lista de «Obras citadas». Nos referimos a la posible influencia personal de Giner de los Ríos en Hostos, en la Introducción a los Diarios del puertorriqueño, a publicarse por la Universidad de Puerto Rico.

 

3

Los sufrimientos espirituales y físicos que padeció Hostos, y que tan bien se demuestran en su Diario, se analizan en mi Hostos intimista. Introducción a su Diario. Instituto de Cultura Puertorriqueña (San Juan, Puerto Rico), 1976.

 

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Hostos pensó tres veces en la posibilidad de casarse antes de su matrimonio con Belinda de Ayala. El Diario registra su pasión y sus dudas por Carolina, desde junio a octubre de 1870. Más intenso, a juzgar por las anotaciones, fue su amor por la limeña Manolita (marzo de 1871 a abril de 1872), y la chilena Carmela Lastarria, hija del renombrado intelectual José Victorino Lastarria. El último idilio se registra entre junio de 1873 a septiembre del mismo año. Especulamos sobre las razones que pudieron mover al antillano a abandonar a estas damas, en «Hostos y la mujer en sus páginas íntimas», a publicarse en Revista/Review Interamericana (Universidad Interamericana de Puerto Rico).

 

5

La labor educativa de Hostos en Santo Domingo ha sido ampliamente estudiada. Consúltese, por ejemplo, «Hostos en Santo Domingo» de Federico Henríquez y Carvajal y «Recuerdos del maestro» de J. A. Robiou, en «Hostos peregrino del ideal», ensayos sobre Hostos recogidos por su hijo Eugenio Carlos (París: Ediciones literarias y artísticas, 1954, pp. 285-289 y 303-315, respectivamente). Don Max Henríquez Ureña en «Actividad e influencia de Hostos en Santo Domingo» trata la misma materia, Hostos hispanoamericanista, Madrid: Imprenta Juan Bravo 3, 1952, pp. 75-83.

 

6

Geraldine M. Scanlon, en La polémica feminista en la España contemporánea (1868-1974), se refiere a las deficiencias de los pocos esfuerzos hechos por los años 30s a los 70s de la pasada centuria (pp. 42 y sgs.). María Laffitte, Condesa de Campo Alange, en La mujer en España. Cien años de su historia (1860-1960), anota que antes de Madrid, hubo una escuela Normal en Badajoz (1851) y Navarra (1856). Estos datos aparecen en la página 151 de su libro, cuya información bibliográfica junto con la de Scanlon se hallará en la sección «Obras citadas».

 

7

Recuérdese que el «racionalismo armónico», uno de los principios fundamentales del krausismo, es la base de la síntesis perfecta de intelecto, corazón y voluntad que busca Hostos para perfeccionarse. De modo general, tratamos esta materia en la Introducción a la nueva edición del Diario de Hostos, mencionada en nota dos. La información sobre el krausismo en España es ahora copiosísima. Las obras de Cacho Viu, Scanlon y Turín que aparecen en nuestra sección «Obras citadas», tratan el movimiento en relación a la educación. Estudios más detallados son los de Juan López Morillas, El krausismo español, México, Fondo de Cultura Económica, 1950), y Los éducateurs de l'Espagne contemporaine, v. I del abate Pierre Jobit (Paris, Bibliothèque de Hautes Études Hispaniques, XIX, 1956).

 

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A pesar de la acusación de heterodoxos y ateos que se estilaba contra los krausistas en general, la verdad es que la mayoría de ellos profesaba un liberalismo moderado, fin relación al sexo femenino, por ejemplo, aún un «radical» como se consideraba a Emilio Castelar, no era partidario de darle derechos políticos a la mujer.

 

9

Hay curiosos avances y retrocesos en La mujer de su casa de Arenal, publicada en 1881. Por un lado, ahora cree que la preocupación social, contrario a lo que dijo en La mujer del porvenir, es apropiada para la mujer (Arenal, 1974: 206), y aunque todavía no es partidaria del sufragio universal, lo concibe como un derecho femenino para el futuro (274). Por otro lado, ahora dice no creer en la igualdad de la inteligencia de los dos sexos, sino en una diferencia equivalente (269).

 

10

El Dr. Clarke cree que un régimen sostenido de estudios, «postura erecta», caminatas diarias y ejercicio, si benefician al varón, haciéndolo más hombre, sólo pueden aconsejarse parcialmente a la niña. De aquí que prescriba, fuera de abstenerse del estudio una cuarta parte del mes, alternar las posiciones erecta y reclinada del cuerpo para el sexo femenino (128). Según este médico, el esfuerzo muscular e intelectual y cualquiera forma de excitación mental y física, producen en la mujer una infinidad de males, como amenorrea, menorragia, dismenorrea, histeria, anemia, y otras de este tipo (48).