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11

Clarke menciona en nota de la página 133 que cita de The Study of Sociology a Spencer, pero no da fecha ni páginas Sabemos que Spencer seguía a Lamarck en la idea de la atrofia o compensación en el organismo por el excesivo uso de algún órgano. Respecto a las ideas tradicionales que Spencer tenía sobre la mujer revisamos The Principles of Ethics en cuyo primer volumen de 1892, el inglés mantiene que la maternidad disminuye el intelecto (p. 536). En el segundo tomo de la misma obra, de 1898, Spencer acepta como premisa que el poder mental femenino, por término medio, es menor que el masculino, aunque pide que no debe restringirse a la mujer la entrada en las profesiones (160). A pesar de esto agrega más adelante: «Como hablando en general, el hombre es más juicioso («more juditially-minded») que la mujer, el balance de la autoridad (en el hogar) debiera inclinarse al lado del marido» (161). Esto en el capítulo XX sobre «Los derechos de la mujer».

 

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Lira es uno de los pocos que pudiera competir con Hostos por la osadía de sus conceptos respecto a la mujer. Este ensayista se declara partidario de la educación superior femenina y de abrir para ellas las profesiones liberales y los derechos políticos. Para darse cuenta de lo avanzado de su posición, léase lo siguiente: «La mujer no es exclusivamente para el hombre aunque este hombre sea su marido; en primer lugar, es para Dios, en seguida para sí misma y para su alma, después para su marido y sus hijos... El hombre, pues, no es único propietario del dominio de inteligencia, lo posee en común con la mujer, y querer quitar a ésta lo que es su dote de ser inteligente, es cometer una injusticia que tiene una terrible sanción social» (Amanda Labarca, «La educación femenina en Chile». Revista de Filosofía, XI, 1, Buenos Aires, enero, 1925, p. 51). Los artículos de Lira, según Labarca, se habrían publicado en El independiente de Santiago los días 15, 22 y 29 de diciembre de 1872, fecha en que Hostos estaba en Chile. No sabemos qué resonancia, si alguna, tuvieron estos ensayos, ni tampoco si el puertorriqueño los conocía al escribir los suyos.

 

13

Según el filósofo francés, esta ineptitud femenina haría a la mujer incapaz para las funciones del gobierno, que requerirían atención permanente sobre complejas relaciones, que no se pueden descuidar si se está preso de pasiones (139-140). Más adelante se verá cuánto se aparta Hostos de esta línea de pensamiento, al cifrar sus esperanzas en la mujer como ciudadana, cuyos deberes trascienden los del hogar.

 

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En la edición de las Obras (XII, I, p. 17) dice «procede» en vez de «precede», como se lee en la Revista Sud-América, p. 240. La reimpresión de estos ensayos en la Obras de Hostos, no sólo yerra en el nombre de la revista (dice Sudamericana), sino que da como fecha de publicación del tercer trabajo el 10 de julio de 1873, en vez de 25 de julio, que es lo correcto. Advenimos sobre estos y otros errores en las notas, al calce de los ensayos.

 

15

Cora Kaplan en «Pandora's box: subjectivity, class and sexuality in socialist feminist criticism» explora la relación entre el famoso ensayo de la feminista Wollstonecraft y su maestro Rousseau. Según Kaplan, la inglesa acepta la teoría rousseauniana de la mujer atrapada por su sensualidad, pero contrario al filósofo, atribuye este fenómeno a la cultura, y no a la naturaleza, Making a Difference: Feminist Literary Criticism editado por Gayle Greene y Coppelia Kahn, London: Methuen, 1985, p. 156. Cuando Hostos proclama la igualdad moral del hombre y la mujer, se apaña radicalmente de Comte quien otorga al sexo femenino una superioridad moral inherente. Esta superioridad moral explicaría según el francés, que una mujer sin educación pueda comprender fácilmente los principios básicos del positivismo (General View of positivism, 248). Comte aplaude que la inadecuada enseñanza de su época haya librado a la mujer de «la educación clásica» (230), reiterando que como a ella le corresponden los asuntos domésticos, la educación pública sólo debería desarrollar sistemáticamente lo que la niña aprendió en su casa (General View, p. 268).

 

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El ataque de Hostos se centra en las «novelas repugnantes», las «poesías hueras» y los «dramas insensatos» que «pervierten» el sentimiento de la mujer, «engañan» su razón (48). Por otro lado, al combatir la «adulación» de la mujer, Hostos puede estar burlándose también de Comte, su maestro positivista, que exalta las costumbres caballerescas medievales, y llama a instituir el Culto a la Mujer, como primer paso al Culto de la Humanidad en su utópico sistema social. Este culto a la mujer está asentado, como se sabe, en el predominio del sentimiento, y la superioridad moral del sexo femenino (Ver sobre esto el capítulo IV de su Discours sur l'ensemble du positivism (1848), que trata del efecto del positivismo sobre la mujer.

 

17

Sobre la importancia que daba Hostos a la teoría y a la práctica del autoconocimiento, véase mi Hostos intimista, citado en nota tres.

 

18

Hostos es particularmente crítico de la religión como instrumento negativo en el avance educacional femenino. Véanse al respecto, las páginas 78, 80 y 111 de estos ensayos.

 

19

Atento a las connotaciones clasistas de ciertos vocablos, Hostos corrige a Rodríguez Velasco por haber hablado de pueblo «alto y bajo», en vez de «culto o inculto», que sería más apropiado, según el puertorriqueño (44).

 

20

Véase «El padre Billini y Eugenio María de Hostos» de Emilio Rodríguez Demorizi, en Hostos hispanoamericanista (nota 5), pp. 85-93.