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Inventiva y realidad

Ernesto Ayala-Dip





De la misma manera que su compatriota, también radicado en nuestro país, Fernando Iwasaki resume sentido de la invención y erudición en Neguijón, su más reciente título, Jorge Eduardo Benavides vincula una parecida energía inventiva con los problemas que aquejan al Perú contemporáneo. El autor de El año que rompí contigo comparte con escritores tan sólidos como el citado Iwasaki, Jaime Bailey, Patricia de Souza e Iván Thays, la no fácil responsabilidad de seguir los pasos de los grandes maestros peruanos. El cuento del país andino alcanzó, además, de la mano de Julio Ramón Ribeyro un brillante nivel. Benavides tiene su código personal a la hora de configurar sus personajes, a la hora de instalarlos en la realidad que aqueja a su país, ese tramo infausto que va de los gobiernos del inoperante Alan García al siniestro Fujimori.

El cuento que presta título al volumen es una síntesis perfecta del cometido estético de Benavides. Su argumento es sencillo, el trayecto de una chica de clase media por las calles de Lima, un trayecto tras el cual se le encima una sombra como una amenaza inevitable. Una primera interpretación sitúa a la pieza en un género determinado de la cuentística universal. De Poe hasta Cortázar señalarían un espectro amplio de influencia. Y sin embargo ello no obstaculiza la interpretación de fondo, esa nube de terror político que parece que el cuento nos quiere enseñar. Un aire fantástico y ominoso nos entretiene en «El Ekeko», que no sé por qué me recuerda, con la misma intensidad de incertidumbre e inquietud, a esa pieza maestra de Carlos Fuentes titulada «Chac-mool». Este cuento dibuja un asunto que podría haber salido de la pluma de Hoffmann, pero que al final se resuelve al mejor estilo de Julio Cortázar, una vuelta de tuerca brillante en la que la técnica se pone al servicio de la inspiración de la idea argumental. «Deditos» es un cuento inteligente, lo es en la factura y en la inventiva. Lo estropea el hecho de que por un momento uno se adelanta con una desgraciada precisión al final. Esto es un fallo que no sé a qué atribuirlo. A lo mejor tenía que suceder así. A veces pasan estas cosas. «A micrófono abierto» es una excelente pieza para calibrar la temperatura amoral de los gobiernos de Fujimori. El Ulises de Joyce me ha encantado. Es la historia de un alto funcionario de una embajada peruana. El protagonista recurre a la novela de Joyce cada vez que está aburrido o tiene un poco de tiempo libre. No es un especialista en la materia, pero el Ulises acude en su auxilio cuando lo relee. Este relato nos da la medida de lo que se puede hacer con la fantasía, los miedos endémicos del hombre y el terror exacto de las circunstancias históricas oprobiosas.





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