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Itinerario de Buenos-Aires a Córdoba, por J. Sourryère de Souillac, primer astrónomo de la tercera partida demarcadora de límites en Santa Cruz de la Sierra

José Sourryère de Souillac



portada



  —I→  

ArribaAbajoProemio al Itinerario de Buenos Aires a Córdoba

Este ensayo debe mirarse con indulgencia, por ser el programa de una obra más extensa, que emprendió el autor cuando fue a incorporarse a la Tercera División de límites, de la que era el primer astrónomo. Su espíritu metódico y laborioso le había acostumbrado a no descuidar ningún detall, y a registrarlos con fidelidad en sus libros de memoria. Hacia lo que Rousseau recomendaba a su Emilio, y lo que un escritor moderno1 quisiera que todos hiciesen, considerándolo como un instrumento general de educación y perfeccionamiento.

Los mayores defectos de este trabajo son de haber quedado incompleto, y de tratar de la parte más conocida de las provincias argentinas. Ignoramos si el autor lo continuó hasta Santa Cruz de la Sierra: el cuaderno original de que nos hemos valido no contiene más de lo que hemos publicado, y nos parece probable que sea todo cuanto existe de este itinerario.

A pesar de su estado de imperfección no nos hemos animado a desecharlo. Profesamos el principio de la publicidad en el sentido más lato, porque los estragos que ha ocasionado el sistema contrario nos han convencido, que más vale exponerse a la censura de unos pocos lectores   —II→   apáticos, que descontentar a los curiosos para quienes nada es indiferente. En un país donde los estudios geográficos están aun en su infancia, no son de desdeñarse los primeros pasos cuando son acertados, y tales nos parecen los de Souillac. Sus escritos no deslumbran por trozos exquisitos de erudición o elocuencia: no es un retor ni un filólogo el que habla; ni se espere tampoco hallar en ellos lo que la moderna escuela romántica llama cuadros e impresiones. La sencillez es su carácter distintivo, y para nosotros esta sencillez es un mérito, porque aun no ha llegado el tiempo de entregarnos a los viajeros sentimentales. Lo que más importa es reunir hechos para rectificar conjeturas, sacar el país de la obscuridad en que yace, y delinear su fisonomía actual para que sirva de término de comparación a sus progresos ulteriores. Estos trabajos, cuando se ejecutan con inteligencia, son como los cimientos, en que se requiere más solidez que elegancia. «Los itinerarios -dice oportunamente Duache-, se han mirado siempre como uno de los fundamentos de la geografía, por ser los primeros elementos de que se hace uso para establecer la posición de los lugares, y los que pueden emplearse con más confianza, después de las observaciones astronómicas y las operaciones geométricas: son además los que pueden obtenerse en mayor número, y con más facilidad»2. ¡Y efectivamente cuanta luz no ha derramado sobre la geografía antigua de Europa el Itinerario del Emperador Antonino, que no es más que una árida nomenclatura de poblaciones! Al menos el de Souillac contiene algunos datos científicos, que sobre ser importantes, porque fijan la latitud de Buenos Aires y Córdoba, acredita el esmero con que los encargados de la última demarcación de límites procedían en estos reconocimientos.

Córdoba, por su posición central en un vasto territorio desconocido, es un punto geodésico del mayor interés, en el que puedan provisoriamente apoyarse los cálculos de distancias de los parajes limítrofes. Los resultados no serán exactos, ni es posible que lo sean mientras no se sometan a la revisión de los astrónomos;   —III→   pero pueden hacer desaparecer muchos errores de la topografía de estas provincias.

El primero que tuvo la idea de trazar su itinerario fue el padre Chome, en una de sus cartas escrita al padre Vantiennen, fecha en 17 de mayo de 17383. Su derrotero comprende desde Buenos Aires hasta San Ignacio de los Zamucos, en la provincia de Chiquitos, en donde hacía su habitual residencia.

Otro itinerario, más detallado, fue publicado con un título extraño por un natural del Cuzco, y (si hemos de prestar crédito a sus palabras) descendiente de los Incas. Esta obra poco reconocida, y bastante rara4, contiene anécdotas curiosas, y algunas noticias interesantes sobre la historia del país.

Un tercer itinerario publicó Helms en un libro que ha recibido los honores de la reimpresión en Inglaterra5. El autor describe su viaje desde Buenos Aires hasta Lima, adonde iba a ejercer las funciones de director de las minas del Perú, después de haberlo sido de las de Cracovia. Es escritor diligente, menos en los nombres que desfigura, como acostumbran hacerlo los extranjeros6.

Podría también aumentarse la lista de estos ensayos con la colección   —IV→   inédita de los informes que se practicaron en 1779 para establecer la nueva administración y factoría de tabacos en el antiguo virreinato de Buenos Aires7. Aunque los comisionados se contrajesen al objeto de su misión, reunieron muchos datos sobre la estadística, y pusieron un particular cuidado en averiguar las distancias.

Ninguna de estas obras es perfecta, y sin embargo todas merecen ser consultadas, porque en cada una se hallan indicaciones y noticias que pueden aprovecharse.

Pedro de Angelis

Buenos Aires, 17 de diciembre de 1838.





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ArribaAbajoObservación de la latitud de Buenos Aires

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NOTA.- Esta latitud es mayor que la del Teniente de navío de la Real Armada, don Rosendo Rico Negrón, de 3 segundos; lo cual hace muy poco en la práctica de la náutica.

La refracción la he tomado de la tabla que trae Magallanes para las alturas de los astros, dentro y fuera de los trópicos.

La paralaxe de que he usado es la que resultó del paso de Venus por el disco solar, año de 1769, que fue de 8’’ 5.

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El semidiámetro del sol, y sus declinaciones, del Conocimiento del tiempo de este año; corrigiendo estas de 4h 2’ 49’’ por la situación de dicha capital al occidente de París, (Observatorio real) según las mejores observaciones del primer satélite de Júpiter, practicadas por los comisarios de la primera y segunda división y por mí, en el ángulo del SO de la Plaza Nueva en mi casa. En la misma habitación se tomaron muchas alturas meridianas del sol y estrellas de ambos hemisferios, con el cuarto de círculo, astronómico de la segunda división (que estaba depositado en el Retiro), y por ellas resultó la misma latitud, con diferencia de pocos segundos menos: consistiendo tan pequeña variación en que las dos hechas últimamente con el sextante, fueron hechas en la calle de San Francisco, en casa de don Manuel Antonio Warnes (mi bienhechor), que está frente a la cocina de este convento, y más al S de mi casa, que está a la esquina de la Plaza Nueva de Amarita, lo que ya hace 7’’ 1/2. Lo cual da una prueba bien exacta del sextante que ha servido para las demás operaciones, y del cual me serviré en adelante.

Del mismo modo calcularé las demás latitudes que se me ofrecerán en el viaje, determinándolas por el sol; por lo que advierto que en las demás solo anotaré los días que observé, las alturas meridianas aparentes del limbo superior de dicho astro, y las latitudes obtenidas, después de hecho el cálculo.

Para las observaciones del sol, he hecho uso del horizonte artificial de agua; pero para las estrellas, de mercurio, por representar la imagen con más claridad.

Las diferencias de meridianos, para los demás pueblos, las he inferido de la estima (que los españoles llaman fantasías) comparándola a uno de los planos de este virreinato, que construyó el célebre geógrafo e ingeniero, brigadier don José Custodio de Saa Faria.

Mayo 17 de 1784. Limbo del sol, y estrellas, alturas meridianas aparentes, limbo superior, del sol............................. 36º 06’ 20’’

De todo lo cual se deduce, 34º 36’ 42’’ 5 de latitud austral, para la dicha ciudad de Buenos Aires.

De Buenos Aires para la puente del Río de las Conchas, que dista seis y media leguas de la capital, caminé por el rumbo del O 22º 30’ SO de la aguja, cuya variación era de 17º 28’.

El origen del Río de las Conchas dista de la puente (que llaman   —5→   de Márquez) 12 leguas. Se forma este río de varios arroyos, y entra en el de la Plata, a cuatro y media leguas: corre como NNE SSO.

La puente está construida sin arte, y con troncos de árboles: tiene de largo 23 pies, y de ancho 10, y pueden pasar en ella carros, carretas, etc.

De esta puente caminé para la Villa de Luján, la cual demora al o 3º SO, a la distancia de 8 leguas cortas.

De Luján a la estancia de don Pedro José Piñeiro hay 15 leguas: esta estancia queda al O 27º NO.

Al salir de la Villa de Luján se encuentra un río que lleva su nombre, con una puente de madera, que tiene 31 pasos de largo, y 10 de ancho.

De la estancia de don Pedro José Piñeiro al paso del Río de Arrecifes hay 5 leguas, que corre al O 6º NO.

El origen de este río está a 9 leguas del paso ya citado, en un paraje que llaman las Salinas; y su desagüe en el Paraná, distante del mismo paso como 11 leguas, entre el Convento de Recoletos que llaman San Pedro, y el pueblo de indios que nombran el Baradero. Este río corre N S, según el rumbo que lleva.

Del paso del Río de Arrecifes a las Chacras hay 5 leguas, las cuales me demoraban al O 46º N. El paso de este río es algo dificultoso, porque la bajada es muy pendiente y expuesta: su anchura entre las orillas, como de 60 varas, su fondo firme.

De las Chacras a los Manantiales de Morales hay 8 leguas, los cuales demoraban al O 30º NO: en este paraje hay varios ranchos y postas.

De los Manantiales de Morales al pago del Arroyo Pavón hay 11 y cuarta leguas, al rumbo O 22º NO; a las 6 y media leguas se encuentra un arroyo que llaman del Medio, el cual corre NNE SSO; es angosto, bajas sus riberas, su agua dulce y limpia, su caudal de dos pies, su fondo de arena firme. La jurisdicción de Bueno Aires se extiende hasta este arroyo, desde donde empieza la de Santa Fe. A las 10 y media leguas se encuentra un arroyo, que llaman el Saldo, cuya agua está empantanada: corre NNE SSO.

El Arroyo de Pavón es más ancho que el antecedente, que más   —6→   abajo entra en este: su agua no es de mal gusto; su origen está inmediato, se forma en una cañada, y entra en el Paraná. Desde este paso se rectificó la demarcación de los Manantiales, y se demarcó la posta o estancia de Francisco Antonio, cuyo camino habíamos de seguir al O 16º NO.

Del Arroyo de Pavón nos dirigimos a la posta ya expresada, y anduvimos 7 leguas de buen camino, al rumbo ya citado. En este paraje hay pocos ganados y ranchos; pero hay bastante que comer en el campo por lo que se halla en él: como son, mulitas, quirquinchos o peludos, etc.

De este paraje marchamos para la posta de los Desmochados, que dista 8 leguas. Desde este punto se demarcó el paso del Arroyo Pavón al E 12º NE, distante 15 leguas; cuya demarcación es la que vale, por no haberse verificado el rumbo de la estancia de Francisco Antonio; y así desde Pavón deshice el rumbo corregido de O 12º SO, distancia 15 leguas.

La posta se halla al S del camino, y tiene varios ranchos buenos, con su huerta de fruta y hortaliza.

De los Desmochados a la Guardia de la Esquina hay 10 leguas cortas, y demora al O 10º 30’ SO. Desde que se sale de dicha posta, se empieza a costear por su parte meridional el río, que aquí denominan el Desmochado, que se sigue hasta pasarlo donde se dirá. El terreno de todo este lugar está muy poblado de ranchos y ganados. A las 7 leguas llegamos a su orilla, que nos pareció tener de ancho 60 varas, y ser de bastante profundidad: su corriente era suave y su agua limpia, aunque un poco salada. Este río entra en el Paraná por el Rincón de Savato, a distancia de 18 leguas.

Este paraje está en la jurisdicción de la ciudad de Santa Fe, que dista 40 leguas. Esta guardia divide las jurisdicciones de Santa Fe, de la Vera Cruz, y de Córdoba del Tucumán.

De la Guardia de la Esquina a la posta del difunto Gutiérrez, hay 10 leguas: a las 3 leguas se llega a un pantano hoy transitable, (que llaman el Saladillo) e inmediatamente a un lugar que llaman la Cruz Alta; a las 7 leguas se hallan varios ranchos de estancias y chacras, que denominan la Cabeza del Tigre. Desde este paraje el terreno es arenisco (pero no llega a guadales) y poblado de bosques y árboles de todos tamaños; cuando desde Buenos Aires apenas se ven algunos duraznos en las inmediaciones de los ranchos: siendo hasta aquí todo el terreno gredoso, y la capa de la tierra negra, cosa de uno a dos pies; más adelante la   —7→   superficie es de arena, y lo interior, tierra negra. A las 4 leguas di con un grande arroyo, llamado el Saladillo (bien que algunos me persuadieron que era el Río Cuarto, que entra en el Tercero) y como manifestaba traer mucha agua, me paré por ser tarde: la noche muy obscura y dicho río pantanoso.

Al amanecer pasé el Saladillo, cuyo fondo alcanzaba la cincha del caballo, y su anchura era de 48 pasos del caballo, su agua muy salada por causarlo la sierra de donde nace. A la media legua encontré el Fuerte del Saladillo, el cual es un cuadrado de estacas con sus cuatro baluartes terraplenados, sobre esto un tragante, y en él un cañón: tiene su foso con otras cortaduras que han formado de pequeño calibre; están con alguna seguridad 15 ó 16 familias que se hallan establecidas en su proximidad. Lo guarnece un soldado o cabo, con nombre de comandante, y dos hombres, pagados, de los que viven en los ranchos.

Salí del expresado fuerte en demanda de la posta del Zanjón, siguiendo hasta aquí desde la Guardia de la Esquina en la dirección de la posta de Gutiérrez, O 6º NO: distancia computada, 21 y media leguas, que se reducen a 19 y una tercia; esta posta dista del Saladillo 7 leguas. Fui costeando el río por la banda mencionada, con buen camino, campo de pasto, poco ganado de hacienda, y abundancia de algarrobas en las cercanías del río.

Salí de la posta del Zanjón para la del Fraile Muerto, que dista 4 leguas al rumbo O 2º SE, y llegué al anochecer. Camino, campos, etc. lo mismo que por la mañana; con lo cual pasé allí aquella noche.

Antes de caminar rectifiqué la demarcación de la posta del Zanjín, que fue E 2º SE, que equivale a O 2º NO, en la cual tengo más confianza que en la anterior, y así los 11º corregiré con 2º; y también demarqué el Paso de Ferreira, que es el del Río Tercero, al O 2º NO, a la distancia de 13 leguas.

El río está a una cuadra de la casa de postas, su caudal mediano, su fondo firme, sus márgenes casi a pique de terreno, muy seguro y sólido por ser gredoso: todo el camino es bueno y llano como el terreno, el pasto no sirve para los caballos; muchos árboles, chañares y sauces; los primeros sirven por su tamaño y calidad para fuego, estacadas y otros usos inferiores; los segundos, para carretas, y los terceros para tirantes. A las 6 leguas llegué a la posta llamada la Esquina de Medrano. Desde aquí seguí al Paso del Río Tercero, llamado de Ferreira, a las 13 leguas, a donde llegué de noche, y pasé a la banda septentrional, donde   —8→   está la casa de posta: el camino, terreno, campos etc. son iguales a los de la mañana.

Toda la orilla del río está poblada de ranchos, en donde siempre crían sus ganados y labran la tierra. No hay dificultad en pasar el río, porque su fondo es firme y de arena, y su agua no excede de los pies, su ancho 115 pasos de caballos, pero en las orillas llegará a 160: el agua es buena, tiene abundancia de pescado; como son surubís, magurutices, sábalos, tarariras, bagres de tres clases, muchas bogas (no son como las de Europa), infinitos dorados, anguilas muy grandes, camarones, unos parecidos a sardinas, pero endentados.

El origen de este río me dijeron que estaba en las sierras más inmediatas de Córdoba, distante 40 leguas del Saladillo. A 22 leguas de aquí toma el nombre de Tercero, en donde tiene un salto, cuyas márgenes se estrechan tanto que se puede pasar, siempre que se quiera, de N a S, y no al contrario, por estar esta orilla más baja que la primera.

En estas inmediaciones se encuentra mucha caza, toda clase de patos, palomas, perdices, chorlitos, becacinas, loros, cotorras, periquitos, avestruces, chajás y otros: liebres en abundancia, venados, guanacos (de esta banda del N en adelante), vizcachas, quirquinchos, de los que hay varias especies, como peludos, piches, matacos, mulitas, rubios, todos muy semejantes y de una misma especie, solo el último tiene la concha muy blanda. Hay también víboras, culebras y otros reptiles.

Distante una legua del paso, y a una cuadra y media del río, hacia el NE, se halla una laguna de nueve varas de profundidad, y 50 ó 60 de ancho, casi circular, con infinito pescado.

Igualmente se hallan entre muchas, las yerbas medicinales siguientes: oruzú, zuma (raíces), canchalagua, jalapa, o lechetrema, ruibarbo, mostaza, perlilla, duraznillo, llantén, achicorias, malvavisco, hinojo y contrayerba.

Desde aquí demarqué la posta del Fraile Muerto al SE, que corresponde en la derrota al NO: el rumbo demarcado desde dicha posta fue O 2º NO.

Salí por la mañana de la expresada posta del Río Tercero en demanda del Paso del Río Segundo, cuyo paso está en dirección de la posta de Impira: demarqué al N 35º O, distancia de aquel 20 leguas. A las   —9→   10 leguas se halla la posta nombrada de Tío Pugio, y de esta a la de Impira hay 5, la que pasada, fue necesario hacer alto. Todo el camino ha sido bueno, excepto más allá de Impira, donde hay un mal paso, muy pendiente y desigual. Los campos son de malos pastos, mucho bosque y árboles algunos ranchos y demás como lo anterior.

Luego que amaneció continué mi camino por el Río Segundo, que solo distaba 5 leguas: este día fue cruel de viento, frío y nieve, por cuyo motivo no pude llegar a él hasta las once y media; el camino y demás es como el día antecedente.

A la una de la tarde pasé el río, y seguí para la ciudad de Córdoba, que dista 10 leguas, al rumbo del NO 3º O. Dicho río corre en su paso N 30º NE, S 30º SO: su caudal es menor que el del Tercero; como pie y medio de agua en su cauce, sus márgenes pobladas de los mismos árboles que el campo; tiene algunas especies de pescados: su nacimiento es en las sierras de Córdoba, que se descubren desde las inmediaciones del río, cuya parte septentrional demora al rumbo anotado. A las 5 leguas está una posta, y hasta las 7 y media leguas es buen camino, un poco pendiente, con bosque en el campo. A las 7 y media leguas empieza a bajar el terreno y camino, pero suavemente, hasta las 19 y media leguas de distancia, en donde hay que bajar una cuesta bastante pendiente, y de camino desigual. A las inmediaciones de todo el camino, hay espeso bosque que rodea a la ciudad por todas partes, la cual se halla en una profundidad. Llegué a ella a las diez.




ArribaObservaciones de latitud practicadas en la ciudad de Córdoba del Tucumán, en el palacio viejo del Obispo, en uno de los ángulos de la plaza principal, con un sextante de reflexión y un horizonte artificial


Día 30 de junio de 1784

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Día 1.º de julio de 1784

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Día 5 de julio de 1784

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Resumen

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Según se ve en la operación, se deduce que, tomando un medio entre las expresadas cuatro observaciones, resulta la verdadera latitud de Córdoba, y así se debe obrar siempre.




Práctica

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NOTA.- Esta es la declinación que me ha servido para la observación de Arturo, que se hizo el día 1 de julio de este año; y así bajo el mismo sistema y elementos he procedido en las demás operaciones de esta especie.

Salí por la mañana del día 6 de julio de 1784, con dirección al Molino de Caroyo, distante 12 leguas al rumbo del N 13º O: inmediatamente pasé el Río de la Ciudad, al que dan el nombre de Primero: su fondo e inmediaciones son muy pedregosas, su caudal mediano, y de uno y medio pies de profundidad, siendo su agua regular; el camino es de pendientes, suave y de buen piso; el campo todo de bosque y árboles, más o menos poblado; hay algún pasto, pero según he examinado es mucho menos de la cantidad que se dice, y hay, como en todo, mucha ponderación. A las 10 leguas pasé el Río Seco, que lo estaba enteramente. A las 12 leguas llegué a un pequeño arroyo, que llaman la Acequia, porque lo es del molino, en donde hay un puentecito para poderlo pasar cómodamente: su agua es mediana. Los árboles del campo son, entre otros, algarrobos, chañar, quebrachos, espinillo y garabato. En las inmediaciones del expresado arroyo hay varios ranchos pobres.

Por la mañana me puse en marcha para el Totoral Chico, distante 10 leguas cortas: el camino es regular, de suaves bajadas y subidas, campos   —13→   de bosque y árboles muy poblados por todas partes, dejando por muchas partes el camino, incapaz de pasar carruajes; el terreno arenoso en la superficie, y tierra negra en el fondo. Comprendo no haber la greda que en los campos de Buenos Aires, porque los árboles que en estos se crían tienen profundas raíces, y estas no se dilatan en aquella por su natural dureza. A la primera legua después de la salida, se ve en una pequeña colina inmediata y a la izquierda del camino, un conjunto de ranchos, que llaman la Hacienda de Caroya, perteneciente al colegio de Monserrat (fue de los jesuitas). A las 2 leguas se pasa un cristalino arroyo de buena agua, después del cual hay otra hacienda, con una grande y buena capilla, que también era de los expulsos, y hoy de don Félix Correa vecino de Córdoba. A las 2 y media leguas hay otra hacienda con su capilla, correspondiente a don N. Figueroa; desde aquí no se halla ni ve más hacienda ni rancho hasta el Totoral Chico, en donde don Antonio Quintana, también vecino de Córdoba, tiene una buena casa; tampoco se halla agua, a lo que deben atribuirse las 7 y media leguas de despoblado.









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