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Jaime I y la Reconquista de Villena

José M.ª Soler García



[Indicaciones de paginación en nota1.]





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Pactos del siglo XII

En el año de 1151, cuando el ímpetu reconquistador iniciado en las breñas pirenaicas hacía concebir esperanzas de que ya no sería difícil empujar a los musulmanes hasta las mismas costas meridionales de la Península, Alfonso VII de Castilla y Ramón Berenguer IV de Aragón firmaron en Tudilén o Tudellén un acuerdo por el que Alfonso, que actuaba realmente como «Emperador», se arrogaba el derecho de reconquistar todo el territorio ocupado por los musulmanes, concediendo al aragonés, bajo expresas condiciones de vasallaje, las tierras de Valencia y Denia y el reino de Murcia. El acuerdo fue confirmado en 1156 por el efímero Sancho III «el Deseado», y aseguró para la corona de Aragón toda la zona costera del litoral valenciano2.

En teórica vigencia se mantuvieron aquellas condiciones hasta que, en 1179, dos Alfonsos, el VIII de Castilla y el II de Aragón, se entrevistaron en el lugar de Cazorla y firmaron otro pacto, en virtud del cual, todo el reino de Valencia, incluidos los dominios del reyezuelo de Denia y las poblaciones de Játiva y Biar, corresponderían a la conquista de Aragón, mientras que las tierras situadas a la otra parte del puerto de Biar, quedarían para ser reconquistadas por los castellanos. Este segundo tratado fue evidentemente desfavorable para Aragón3, que hubo de renunciar al reino de Murcia, pero supuso también el fin del «imperio» castellano, al perder el homenaje que le debían prestar las tierras sarracenas valencianas4.



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Ataques de los aragoneses y rendición de la villa

Dice la «Crónica» del rey don Jaime:

«E, quan fo presa València, venc En Ramon Folc de Cardona, e entre sos parents e seus venc bé ab cinquanta cavallers, e dixeren que, pus no havien estat al seti, que pregaven-nos que volguéssem que feesen una cavalcada en terres de Múrcia. E a nós plac-nos que la feesen, e hagueren Artal d'Alagó, fill de don Blasco, qui sabia en la terra, que ja hi havia estat. E, al primer lloc que vigueren a qui volguessen feer mal fo Villena. E, quan foren prop Villena, faeren guarnir los cavalls; e, arma's tota la companya de les armes que hi avien, e feeren brocada contra los sarraïns de Villena, e tolgren-los bé les dues parts de la vila de Villena, e puis no ho pogren sofrir d'aturar pus, per la força dels sarraïns que eran llaïns; e hagren-se a exir de la vila, però tragueren-ne molta roba que trobaren en les cases. E puis anaren a Saix, e faeren-hi una brocada que els tolgren de la vila gran partida, e un sarraï tirà d'un terat un cantal, e dona a N'Artal d'Alagó sus el capell de ferre, si que el derrocà del cavall, e d'aquel colp hac a morir. E, quan viren que fo mort Artal d'Alagó tragueren-lo defora, e hagre-se'n a eixir pel mal que aquí havien pres, e així com degren anar pus a avant hagren acord que, pus Artal d'Alagó era mort, que se'n tornassen. E, dins vuit dies haguem-los cobrats: e la cavalcada no profità a nengú sinó que guanyaren bestiar per a menjar a la host. E, acò passat, tornàse'n En Ramon Folc»5.



Todo esto sucedió a finales de 1238, y no se desanimaron los aragoneses por este primer fracaso pues, dos años más tarde, volvieron de nuevo a la carga y sufrieron una derrota mayor que la anterior. Oigamos de nuevo a don Jaime:

«[...] don Ferrando ab los de Calatrava, e ab don Pero Cornell, e don Artal d'Alagó, e don Rodrigo Liçana anaren assetjar Villena, e llevaren un almajánec: e anaren-hi per llur acord que havien ja emprès quan nos ho dixeren. E nos dixem-los que anàssen en bona ventura, e, si la podien haver, que l'haguessen. E anaren-hi, e assetjaren-la, e pararen-hi un fenèvol. [...] E nós fom-nos-ne a Cullera, e no hi poguem menar molts cavallers, car tots eren anats a Villena, e no poguem justar sinó tro a trenta cavallers»6. «E, quan nós fom a Cullera oím noves de don Ferrando, e els rics-homens, e els de Calatrava, que s'eren llevats   —[65]→     —66→   de Villena, car los de dins havien feita una eixida de dia al fonèvol quan lo guardava don Pero Cornell, e que els havien morts dos cavallers, e d'altres, e per aquella eixida que faeren se n'era llevat lo seti»7.



Campo de Mirra

Campo de Mirra desde su Castillo. Al fondo, Benejama. (Foto Soler).

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Ermita de San Bartolomé

Ermita de San Bartolomé, entre las ruinas del Castillo de Campo de Mirra. (Foto Soler.)

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Hay aquí un evidente error, puesto que don Artal de Alagón había muerto en Sax durante el asalto anterior. Se trata sin duda de don Artal de Luna, y vemos aquí que, entre la gente de guerra que acompañaba al infante don Fernando, tío de don Jaime, figuran los caballeros de Calatrava, orden castellana, aunque poseyera algunas encomiendas en Aragón. Y no carece de interés la eficaz defensa que los sarracenos hicieron de la villa en ambas ocasiones, la cual se explica por las magníficas condiciones defensivas de su castillo, que contaba con elementos suficientes para impedir la aproximación de las máquinas de guerra al muro del recinto interior.

Aquellos dos reveses debieron de excitar el ímpetu guerrero de unos hombres que acababan de adquirir un gran prestigio en la reciente expugnación de Valencia. Cuando don Jaime se enteró en Cullera del desastre ocurrido a su tío, encargó del ataque a Villena al Comendador de Alcañiz, de la mencionada orden de Calatrava, quien se hizo acompañar de algunos de sus mejores caballeros y de un cuerpo de los temibles almogávares.

«E puis -dice el rey- lo comanador d'Alcanís ab los frares e ab almogavers faeren una bastida a Villena. E ells estant així, aenant vengre los de Villena, e dixeren-nos que si nos los manavem que rentrien Villena al comanadar. E nós manam-los que la rendessen, e renderen-la als frares»8.

Este importante acontecimiento tuvo que suceder en 1240, porque el matrimonio de la infanta doña Violante, hija de don Jaime, con el infante don Alfonso, primogénito del rey de Castilla, se efectuó, según Miedes9, poco después de la caída de Villena, y el testamento real, fechado en 1.º de enero de 1242, dice que en esta fecha se había realizado el matrimonio. Algunos autores, Flórez entre otros, fechan esta boda en noviembre de 124610.

En qué condiciones se efectuó la entrega de Villena a los calatravos no es fácil de determinar, porque en este punto son   —67→   poco explícitos los historiadores. Una cosa queda, no obstante, perfectamente clara: la conquista de Villena fue empresa aragonesa a pesar del pacto de Cazorla, y fue además el primer intento de incursión de los aragoneses en el reino de Murcia. Y esto no deja de causar extrañeza por cuanto el mismo don Jaime había rehusado poco tiempo antes el ofrecimiento del emir Ben Zeyán de entregarle la plaza de Alicante a cambio del señorío de Menorca, precisamente por tratarse de una plaza de la conquista castellana.

El capellán de Villena don Ramón Joachín Vila de Hugarte afirma, siguiendo a Mariana, que, en 1238, don Artal de Alagón y don Ramón de Folch fueron sobre Villena y la tomaron, lo que no se ajusta a la realidad, como hemos visto, pero añade que el dominio «pasó luego, el año siguiente de 48, al Santo Rey D. Fernando de Castilla»11. También Merino Álvarez insiste en ello al decir que «en un principio y auxiliados por los aragoneses, los calatravos tomaron Villena, quedándose con ella y con Sax en representación de Castilla»12. Ninguno de estos autores nos dice en qué basan sus afirmaciones, que están sin embargo de acuerdo con la realidad y explican la aparente usurpación de estas tierras por don Jaime.

Dice Merino que el comendador a quien se rindió Villena se llamaba don Lope Marín, pero Ferrán Soldevila asegura que se trataba de Rodrigo Pérez Pons13.




El tratado de Almizra

Tres años después de la conquista de Villena, o sea, 1243, don Alfonso trató de apoderarse de Játiva, uno de los florones del reino valenciano, y consiguió que Enguera y Mogente cayesen en su poder. En represalia, logró don Jaime que «cierto caballero de la orden de Calatrava, que tenía por el infante a Villena y Sax, le entregase los castillos, y hubo de los moros en aquella ocasión los de Capdete y Bugarra, que tenían al infante pertenecientes a su conquista, y cuando quiso don Alfonso acudir a Villena, ya los aragoneses estaban apoderados de los otros lugares de su señorío». Así expresa Cascales14, lo que corrobora Escolano con estas palabras: «[...] el Rey don Jaime que vio el ánimo de su yerno, procuró de pagarle con la misma moneda y arrebatóle   —68→   la mano de sus alcaides a Villena y Sax, y de los moros mesmos, por concierto, los Capdetes y Bogarra, que pertenecían a la conquista de Murcia, que era de su yerno»15.

Se llegó así a la coyuntura que quiso evitarse en 1179 con el pacto de Cazorla, y como el choque armado parecía inminente, suegro y yerno concertaron verse en un lugar situado entre Almizra, en donde el Rey estaba alojado, y los Cabdetes, en donde el Infante tenía sus tiendas. En la «Crónica» se dice:

«E quan nos fom vists, venc a la nostra host per veer la regina nostra muller, e nós volguem-li fer lliurar lo castell d'Almiçra, e la vila, en què ell posàs, e ell no hi volc posar, e posà defora al peu del puig d'Almiçra on feit havia parar ses tendes. E aquí haguem gran solaç e gran amor. E puis venc la reina nostra muller que ens havía pregat que la lleixàsem venir a les vistes, per tal que aquell contrat quer era entre nós e nostre genre que s'adobàs. E ell venc la veer sempre que fo venguda. E aquel dia passà's en alegria e en solaç perque no era bé que parlàs hom de neguns deits en lo primer dia»16.



El lugar en que don Alfonso levantó sus tiendas es conocido por «Les Graelletes», vaguada que separa el cerro de San Bartolomé, en donde está emplazado el castillo de Campo de Mirra, y otro cabezo más al Este, el de «Les Fantasmetes», que fue seguramente asiento de las tropas de don Jaime, a juzgar por los abundantísimos restos de muros esparcidos por toda la extensión del cerro. Esta vaguada se halla, efectivamente, «al peu del puig d'Almiçra», y la roca está sembrada de signos incisos, probablemente heráldicos, y de otros en forma de parrillas («graelletes»). Las fotos que acompañamos son, probablemente, las primeras que se publican de este histórico lugar y de sus petroglifos.

Don Jaime sigue diciendo:

«E, quan venc en l'altre dia, oides les misses, ell venc veer la regina altra vegada. E nós demanam-li per que havia enviat per nós que ens víssem ab ell. E dixeren-nos per ell lo maestre d'Uclés e don Diego de Biscaia, que l'infant era vengunt per aquesta raó: que era casat ab nostra filla, e que creïa ell que nós no la poríem mills casar ab null hom del món que ab ell, perque creïa que devia haver una partida de terra ab ella en casament; e que Xàtiva li devíem dar, que li havíem mandada per Ovieto Garcia, que parlà   —69→     —70→   lo casament. E nós dixem-los que ens acordaríem, e que los respondríem. E nós acordam-nos ab la regina e ab aquells rics-homens qui ab nós eren, e enviam al rei que ens enviàs lo maestre e don Diego, e respondríem-los. E ells vengren, e fo aital la resposta, que bé sabíem nós e la regina, que bé havíem maridada nostra filla, mas que aquella era estada paraula que nós Xàtiva déssem ni altre llogar; que quan nos casam ab la reina dona Lienor sa tia, que anc no ens daren terra ne aver ab ella: e nós no creem que més hajam a dar negun rei a nostra filla que ell a nós ab la suya; e que no li pesàs que Xàtiva que no daríem a hom del mon, car era de nostra conquesta, e que ell havia prou e no li devia fer enveja lo nostre; e que li pregavem que no li pesàs, que nós àls no era nostre acord que hi féssem»17.



Murallas

Murallas del Castillo de Campo de Mirra. (Foto Soler).

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Tras algunos incidentes, que no terminaron en rompimiento por la intervención de la reina y de doña Violante su hija, esposa de don Alfonso, se llegó a un acuerdo por el que este desistía para siempre de sus pretensiones sobre Játiva y devolvía a su suegro Enguera y Mogente, mientras don Jaime restituía a Castilla los lugares de Villena, Sax, Caudete y Bogarra.

El texto latino del tratado, firmado el 26 de abril de 1244, ha llegado hasta nosotros a través de una copia existente en el Archivo de la Corona de Aragón18, ya que el original no ha podido ser hallado hasta el presente19.

En virtud de este tratado, quedarían para Aragón Castalla, Biar, Relleu, Jijona, Alarc, Finestrat, Torres, Polop, La Mola y Altea, y serían para Castilla Alicante, Aguas y Villena, con todo lo que hubiera al otro lado del puerto de Biar.

Con este pacto, que no es sino el de Cazorla aplicado sobre el terreno, se cierra el paso a la expansión aragonesa hacia el Sur y se le obliga a encauzar sus energías en dirección al Mediterráneo.




Brurriharon y Bogarra

Un punto de este tratado ofrece para nosotros singular interés. Se habla en él de Bogarra, que es un despoblado a unos tres kilómetros de Caudete, pero en la Rúbrica 1.ª del «Libro de los Fueros», el propio rey don Jaime había delimitado la zona meridional del reino de Valencia con estas palabras:

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«[...] e axí com hix a Xerelli e a la Serra de la Rua e feneix a Cabriol e al terme de Garamoxèn e a la Font de la Figuera, e com hix a Burriharon e de allí Almizrra e al port de Biar, que parteix terme ab Billena [...]».



Es extraño que este Burriharon no figure en el tratado, y que en él se haga mención, en cambio, de la Bogarra caudetana, confusión probablemente intencionada, que ha servido para enrarecer una secular cuestión de términos entre Villena y Caudete y para provocar la adscripción de esta última a la provincia de Albacete contra toda lógica. No nos detenemos aquí sobre este asunto, que hemos estudiado detalladamente en otro lugar20.




Última intervención de don Jaime en los asuntos de Villena

Al morir Fernando III «el Santo» y subir al trono Alfonso X, tuvo este que alejarse de unos territorios en los que tantos éxitos alcanzó siendo Infante y por los que sentía especial predilección. Esta circunstancia fue aprovechada por los musulmanes recientemente sometidos, quienes instigados por Mohammet-ben Alhamar, rey de Granada y falso aliado de Castilla, desencadenaron en 1261 una imponente sublevación que dio al traste en poco tiempo con todas las conquistas efectuadas cuarenta años antes.

Don Alfonso se vio impotente para contener el levantamiento, y utilizó a su mujer para pedir ayuda a su suegro, quien tuvo que vencer el contrario parecer de sus nobles para concederla. Le aconsejaron, sin embargo, que aprovechara la ocasión «per cobrar lo Rei los torts que lo Rei de Castella li fa»21.

Por entonces, ya era señor de Villena el infante don Manuel, hermano menor de Alfonso «el Sabio» y yerno, como este, del «Conquistador», ya que estaba casado con la infanta doña Constanza.

La nueva reconquista de Villena la relata el Rey del siguiente modo:

«E nós estant en Biar enviam missatge als sarraïns de Villena que nós los pregavem e els manàvem que gran matí isquessen a nós. E al matí anam lla, e ells foren-hi: e quan fom aquí tiram-nos a part an ells que foren be trenta dels mellors de la vila, e dixem-los com avien feita aquesta cosa de llevar-se contra llur   —72→   senyor don Manuel. Però ja es fos que haguèssen feita gran errada que los pendríem a mercè, e faríem ab ells que els perdonas: car tant havia ab nós que tota res faria que nós li dixéssem. E si no ho volien fer que nós que els hauríem a fer mal per força, car ben podíem conèixer que al nostre poder no es podien ells defendre: per que més valia que nós los faéssem assegurar a En Manuel e romanessen en llurs cases e en llurs heretats que si n'havien a eixir, e havien a anar en estranya terra, on no trobarien consell, ne qui els faés bé. E ells dixeren-nos que ens graien la paraula que els havíem dita, mas per lo mal capteniment que en Manuel los feia s'hagren ells a llevar contra ell. E dixeren-nos que tornàssem a Biar, e que a la nuit nos respondrien».

«E a la nuit ells nos enviaren dos serraïns ab la resposta, e la u d'aquells era llatinat. E faeren-nos aquesta resposta, que nós al matí tornàssem lla, e que ens jurarien sobre llur llei que vinent don Manuel, ell atorgant los pleits que nós faríem an ells e faentlos perdonar ço que fet havien, que la retrien. E si açò no els perdonava don Manuel que ells no en fossen tenguts; pero si nós los juravem que no tornàssem Villena al rei de Castella ni a don Manuel, que anàssem lla, e que la'ns retrien. E nós graïm-los ço que ells deïem. E dixem-los que al matí seríem lla, e faríem de guisa ab ells que ells serien pagats de nós, e que faríem nostres cartes ab ells. E donam a aquel qui era llatinat cent besants per çò que ens hi fos bo: e ell dix que ab Déu ell faria fer çò que nós volguèssem: e donam-los-hi amagadament si que l'altre no en sabé re».

«E al matí anam-nos-en a Villena, e faem nostres cartes ab ells: que ells retèssen Villena a En Manuel quan hi vengués, e nos faríem en guisa que ell los perdonaria e els atendria les cartes primeres que ell havia ab ells. E, feites les cartes, juraren a nós tots quants n'havia en Villena de vint anys a en sus que ens atendrien çò que ens havien convengut en aquelles cartes»22.



Al igual que Villena, fueron rindiéndose al Rey todas las poblaciones sublevadas, negándose don Jaime a aceptarlas para sí como se le ofrecían.

No sería ajena a esta generosidad la llamada «cuestión de Murcia», que fue el intento de crear un reino para el infante don Manuel, que estaba casado con doña Constanza, hija de don   —73→     —74→   Jaime y hermana de doña Violante, la reina de Castilla. La novelesca historia de las dos hermanas y del proyectado reino la hemos relatado en otro lugar23.

Les Fantasmetes

Restos de muros en el cerro de «Les Fantasmetes». (Foto Soler).

Página 73

Petroglifos

Petroglifos de Campo de Mirra. (Foto Flor).

Página 73

Nuestro propósito aquí se ha limitado a recordar, en este séptimo centenario de su muerte, que los avatares de Villena durante el período de la Reconquista, se hallan inseparablemente ligados a la persona de don Jaime I «el Conquistador».





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Tratado de Almizra

El «Tratado de Almizra». Facsímil de la copia que se conserva en el Archivo de la Corona de Aragón.



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Traducción de Enrique Llobregat Conesa

«Acerca del reparto de la conquista de Hispania que fue hecho entre los ilustres Jaime, rey de Aragón, Mallorca y Valencia, conde de Barcelona y de Urgel y señor de Montpeller, y el infante don Alfonso, primogénito del ilustre D. Fernando, rey de Castilla y de Toledo, de León, Galicia, Córdoba y Murcia, realizado amigablemente entre ambos y compuesto del siguiente modo: Que el rey Jaime precitado, por sí y por sus sucesores, lauda, concede y determina al citado infante D. Alfonso y a sus sucesores a perpetuidad el castillo y la villa de Alacant, con todos sus confines, y Aguas, con todos sus confines, y Busot con todos sus confines, según va el terreno y sale hasta el puerto de Biar, y el castillo y la villa de Millena con todos sus confines, y todo lo otro que está más allá del límite de Biar, que va hacia el puerto de Biar entre el límite de esta y el de Millena y hacia la parte de Murcia y de Castilla, excepción hecha de los términos completos de cada una de ambas, y todo lo otro que queda entre el confín de Almiçran y el de Bogarra, excepción hecha de los términos completos de cada una de ambas, y lo que va hacia el comienzo de la sierra de la Rúa que está sobre Ayora según la divisoria de aguas de esta sierra desde la parte de Castilla y cual esta sierra está donde confluye el Cabriel con el Júcar. Del mismo modo, el infante D. Alfonso, primogénito del ilustre D. Fernando, rey de Castilla, lauda, concede y determina por sí y por todos sus sucesores al ya citado Jaime, rey de Aragón y a sus sucesores, a perpetuidad, el castillo de Caztalla, con todos sus confines, y el castillo de Biar con todos sus confines, y el castillo de Almiztra con todos sus confines, y cuanto se ha dicho de los castillos de Alacant, Aguas y Busot a excepción de los términos enteros de estos castillos cual más arriba se ha expresado, y todo cuanto hay bajo el puerto de Biar hacia Xátiva, Denia y toda la otra tierra del reino de Valencia, y todo lo demás que queda aquende los confines señalados según la divisoria de las aguas hasta la parte de Valencia. Esta división sigue hasta el Júcar donde el Cabriel vierte en él, y del Júcar hasta Biar según más arriba queda dicho. Comoquiera que cada uno de los dos queda contento de la parte y porción a cada cual asignada más arriba, se prometen con total buena fe mutua y sin fraude ni engaño alguno, que ninguno de los dos, en la citada porción que le ha sido asignada, hará impedimento   —78→   ni contrario, ni permitirá ni consentirá a nadie que lo haga, antes al contrario la citada división poseerá y tendrá firmeza perpetua, y para que se corrobore por siempre el dicho Rey y el Infante la corroboraron con sus sellos. En Almizra, durante la conferencia allí celebrada. Día séptimo de las kalendas de abril del año 1244, era de 1282. (Siguen las firmas de los testigos y la certificación del secretario Guillermo).



 
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