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31

«Yo saqué sin sauer cómo una cuchillada pequeña en un tobillo; pero nada se debe sentir considerando tan felice suceso» (Carta de don Juan de Austria al prior don Hernando de Toledo sobre la batalla de Lepanto, existente en el archivo de Alba). [Documentos escogidos del archivo de la casa de Alba. Madrid, 1891, pág. 310.]

 

32

[La guerre de Chipre et la bataille de Lépante. París, 1888. Dos volúmenes.]

 

33

Consérvanse los restos de esta bandera, maltratadísima por el tiempo, en la Iglesia de San Luis, de Villagarcía, donde la mandó colocar con grande pompa doña Magdalena de Ulloa. Hállase colgada en la bóveda del crucero, al lado de la epístola; en el del evangelio hay otra bandera igualmente maltratada, cuya procedencia no hemos podido averiguar; pero que indudablemente debió ser alguna de las ganadas por Luis Quijada o don Juan de Austria en sus diversas campañas.

 

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Van der Hammen cuenta, a propósito de esta monilla, un episodio muy curioso de la batalla de Lepanto. Vagaba este animalejo por la cubierta de la real durante la batalla, sin que pareciese sorprenderle ni asustarle el fragor de ella. De repente vino a clavarse una flecha en la caja que encerraba el Cristo de los moriscos, mandado colgar del estanterol por don Juan de Austria. Irritadísima entonces la mona, trepó al estanterol como pudo, y arrancó con las manos y la boca la flecha; hízola pedazos con gran furia, y desapareció, con gran asombro de todos, una vez terminada su hazaña. [Don Juan de Austria, fol. 179 v.]

 

35

El día 1 de aquel mismo mes de mayo había muerto San Pío V.

 

36

[Van der Hammen, Don Juan de Austria, fol. 165v. y 166.]

 

37

[Don Juan de Austria, fol. 151v.]

 

38

[Colección de documentos inéditos para la historia de España, t. XI, pág. 391.]

 

39

Doña Margarita de Parma educó esmeradamente a su sobrina y la tuvo consigo hasta la muerte de don Juan de Austria. Acaecida ésta, influyó cuanto pudo en el ánimo de Felipe II para conseguir el reconocimiento de esta niña; mas sólo pudo obtener del rey que la mandase entrar en el monasterio de Santa Clara de Nápoles, con una monja noble que la autorizase y cuatro personas que la sirviesen. Alcanzó para esto un Breve del Papa, y siempre cuidó de recomendar eficazmente a todos los virreyes de Nápoles la persona de doña Juana. Era esta señora de ingenio muy vivo y despierto; hablaba varios idiomas y escribió algunos libros en latín, que dedicó al rey y al príncipe su hijo Felipe III más tarde. Al subir éste al trono, trató de casar a doña Juana, convencido de que no existía en ella vocación alguna religiosa, y consiguiolo, al fin, en 1603 con Francisco Branciforte, primogénito del príncipe de Butera. Dotola Felipe III en sesenta mil ducados y una renta anual de tres mil para sus gastos. Murió doña Juana en Nápoles a los cincuenta y siete años de edad, el 7 de febrero de 1630, dejando una sola hija, que se llamó Margarita, en memoria de la duquesa de Parma. Esta Margarita Branciforte, única nieta de don Juan de Austria, casó con Federico Colonna, duque de Paliano y condestable de Nápoles.

 

40

[Col. de docs. inéditos, t. XI, pág. 393.]