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41

[Col. de docs. inéditos, t. XI, pág. 394.]

 

42

Conserva estas llaves con gran veneración el señor marqués de Santa Cruz, en su palacio de Madrid, juntas con otros gloriosos recuerdos de su ilustre ascendiente.

 

43

Este caballero descansado era el mismo Juan Andrea Doria, a quien don Juan llamaba así en broma por la vida ociosa y regalona que hacía a la sazón en Génova.

 

44

El hijo del rey Hamida, atraído por los buenos ejemplos de don Juan y por su afable generosidad, se convirtió, al fin, al cristianismo, y fue bautizado en Nápoles con el nombre de don Carlos de Austria. Fueron sus padrinos el mismo señor don Juan y doña Violante de Moscoso, y sirvió, desde luego, en la armada, con mil doscientos escudos de entretenimiento por cuenta de su majestad. En cuanto al rey Hamida, siempre orgulloso y fiero, pidió le trasladasen de Nápoles a Palermo por no ver a su hijo hecho cristiano, y murió allí a poco consumido de tristeza y desesperación.

 

45

[Don Juan de Austria, fol. 184v.]

 

46

La lentitud en despachar de Felipe II, hija unas veces de la indecisión de su carácter, y otras de su nimio afán de examinarlo todo por sí mismo, fue causa de muchos males acaecidos y muchos bienes malogrados, como prueba la siguiente carta de su confesor, fray Diego de Chaves, existente en la Biblioteca Nacional de Madrid.- «S. C. R. M. Vuestra Majestad tiene obligación de luego, luego proveer de personas que traten los negocios, pues que vuestra majestad no puede ni despacha estando sano, cuanto y más enfermo, y la república sano y enfermo le acude a vuestra majestad como se ve. Si vuestra majestad no la provee de justicia y con brevedad, ¿parécele a vuestra majestad que tiene Dios Nuestro Señor necesidad de ser gran teólogo para juzgar lo que en esto hay? He dicho a vuestra majestad otras veces esta cosa tan cierta; que vuestra majestad, so pena de su condenación eterna, es obligado a sus vasallos a hacerles justicia, y con brevedad; si no puede por sí (como no puede ni lo hace) es obligado por la misma razón a proveerlos de ella por terceros, pues menos inconveniente es que algunos negocios se yerren y enmienden después, que no que haya tan gran morosidad en ellos. Yo, que como confesor de vuestra majestad, no puedo, ni sé decir más, ni me obliga Dios a más, porque yo no tengo de reconvenir a vuestra majestad delante del alcalde de corte Armenteros; pero oblígame el mismo Dios a no administrarle a vuestra majestad ningún sacramento no haciendo las cosas dichas, porque no los puede vuestra majestad recibir; y harélo así infaliblemente hasta que vuestra majestad lo haga, porque eso lo manda Dios; y no haciendo esto tengo por cosa constante, según la ley santa que profesamos, estar vuestra majestad en el más peligroso estado que puede tener ningún cristiano católico. Dios guarde la católica y real persona de vuestra majestad como yo se lo pido y ha menester la cristiandad. De nuestra celda, etc., etcétera». Esta carta, que tanto honra la firmeza de quien la escribió como la humildad de quien supo recibirla sin protesta, nos pondrá al abrigo de las iras de los que no toleran que se atribuya a Felipe II lunar alguno, como el mismo sol no tuviese manchas, sin que por eso disminuyan sus resplandores.

 

47

Todo lo de letra cursiva está subrayado en el original por Antonio Pérez.

 

48

Juan de Soto, aunque separado del cargo de secretario de don Juan, proseguía en Italia a su lado como proveedor de marina.

 

49

Esta cama era de Antonio Pérez, y según la describe don Luis Zapata de Calatayud, decía en los tarjetones: -Duerme Antonio Pérez: entre paso.- Sin duda, debieron de mudar la inscripción para recibir a don Juan de Austria. En esta misma alcoba púsose después un magnífico brasero de plata de valor de 6.000 ducados, que regaló don Juan de Austria a Antonio Pérez como muestra de agradecimiento a su hospedaje, y que fue embargado con otras mil preciosidades, adquiridas por cohecho, cuando el célebre proceso.

 

50

En el sitio en que estuvieron estas casas se halla hoy la Escuela de Guerra.