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José Rizal, poeta y político de la independencia de Filipinas

Jorge Ordaz Gargallo





Si existe un personaje de finales del siglo XIX que represente mejor, por su trayectoria y pensamiento, la lucha por las legítimas aspiraciones del pueblo filipino éste es, sin duda, José Rizal. Muerto en 1896, antes de la pérdida de la colonia, Rizal no tardó, sin embargo, en convertirse en el primer gran héroe de la independencia filipina y en una de las indiscutibles glorias nacionales. Ahora bien, a diferencia de otros compatriotas, que sí intervinieron directamente en el proceso de emancipación de la colonia, como Emilio Aguinaldo o Andrés Bonifacio, Rizal no fue un independentista declarado, al menos hasta el final de su vida, cuando el discurso reformista y pacífico que siempre había propugnado había dejado de tener sentido ante la incomprensión, inmovilismo y cerrazón política de los sucesivos gobiernos de la Restauración.

La personalidad del joven líder filipino es compleja. Como todo espíritu polifacético -y Rizal lo es en grado sumo- admite múltiples enfoques e interpretaciones. Ciertamente, Rizal no representa hoy en día lo mismo para los filipinos que para los españoles. Mientras que en su país es un mito cuyo recuerdo pervive más allá de los límites de la historia, entre nosotros es todavía una figura prácticamente desconocida. Y, sin embargo, tanto España como Filipinas son -o deberían ser- copartícipes y herederas de su vasta obra. Como ha dicho Ortiz Armengol, Rizal es un producto absolutamente excepcional de tres siglos de hispanización en Filipinas.

Si la colonización de la lejana colonia asiática trajo innegables frutos culturales y religiosos -recordemos a título de ejemplo que Manila contaba desde mediados del siglo XVII con Universidad, mucho antes que otros países vecinos e incluso occidentales- no es menos cierto que la influencia abrumadora de las órdenes religiosas, que encontraron en Filipinas un vasto territorio de misión, condicionó desde un principio, y acabó lastrando al final, el desarrollo político, económico y social del archipiélago. Hay que tener en cuenta que, frente a la «provisionalidad» del personal de las administraciones civil y militar destinado en las islas, la «continuidad» del clero regular, con su conocimiento de la psicología de los nativos, de sus lenguas y costumbres, constituye un verdadero poder «fáctico» y el auténtico elemento articulador de la sociedad colonial. Además, habría que añadir el considerable poder económico de dichas órdenes, titulares de extensas haciendas, la mayoría en los más fértiles terrenos de Luzón.

Precisamente en una de ellas, en el pueblo de Calamba (provincia de Laguna), nace el 19 de junio de 1861 José Protasio Rizal y Alonso. Séptimo de diez hermanos, sus padres, agricultores, gozaban de una posición relativamente desahogada. De mente despierta, Rizal estudia, con gran aplicación, en el Ateneo Municipal de Manila, regido por los jesuitas, obteniendo el grado de bachiller en Artes en 1878. A continuación entra en la Universidad de Santo Tomás, donde cursa Medicina y Filosofía y Letras; pero en 1882, aconsejado por su hermano Paciano, decide abandonar Manila y marchar a España a continuar sus estudios.

José Rizal (Retrato)

José Rizal y Alonso

Tras una breve estancia en Barcelona, se traslada a Madrid, donde reemprende simultáneamente sus estudios con excelente aprovechamiento. En la capital de España, Rizal se relaciona con la colonia filipina, toma lecciones de pintura y modelado en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, frecuenta el Ateneo y, de vez en cuando, asiste a bailes y a espectáculos teatrales. Pero, sobre todo, lee y escribe.

En 1885, Rizal, con el título de licenciado en Medicina, parte para París, donde aprende Oftalmología con el afamado Dr. Wecker; y, al año siguiente pasa a Alemania, donde completa sus estudios de especialización, al tiempo que amplía su conocimiento de los idiomas. Estando en Berlín, en 1887, publica la que habría de ser su obra más conocida e influyente: Noli me tangere.

Fusilamiento (familia de los Abellas)

Fusilamiento de la familia de los Abellas, jefes del Katipunán en Camarines.
La Ilustración Española y Americana, 22 de febrero de 1897

En esta novela Rizal trata de plasmar la realidad de su país, con todos sus defectos e injusticias, sin escatimar críticas a los frailes y a la administración colonial. Es una obra honesta, valiente, de una fuerza singular, de tintes ciertamente melodramáticos, pero de una frescura de estilo y riqueza de lenguaje nada desdeñables.

Llegados a Filipinas los primeros ejemplares del Noli, las autoridades eclesiásticas alertan de inmediato de su contenido impío y filibustero. La novela es prohibida en todo el archipiélago. Cuando el joven doctor llega en agosto de aquel año a Manila, el ambiente hostil que se respira hacia su persona se le hace insoportable, por lo que decide nuevamente dejar Filipinas. Tras pasar a Hong Kong, inicia un largo periplo por Japón, Estados Unidos de América, Inglaterra, Francia, España... En este tiempo colabora con el recién fundado quincenario La Solidaridad, órgano del movimiento de La Propaganda que habían promovido, entre otros, Marcelo Hilario del Pilar y Mariano Ponce, con el objeto de dar a conocer las ansiadas reformas y libertades para Filipinas.

Manuscrito (Rizal, Noli)

Manuscrito de Noli me tangere, de José Rizal

En 1891, en Gante, publica su segunda novela, El Filibusterismo, continuación de Noli me tangere. La obra, más radical que el Noli en sus planteamientos anticolonialistas, fue igualmente prohibida, y las pocas copias que llegaron a las islas fueron decomisadas y destruidas. A pesar del riesgo que ello suponía, al año siguiente Rizal regresa a Manila, se reúne con otros «ilustrados» filipinos y redacta los estatutos de la Liga Filipina, organización que básicamente pretendía la cohesión de los intereses nacionalistas y que, entre otros fines, se contaban el fomento de la instrucción, agricultura y comercio, y el estudio y aplicación de reformas. La Liga, sin embargo, entra en crisis cuando, poco tiempo después, Rizal es deportado a Dapitán (Mindanao). A su vuelta, tras cuatro años de confinamiento, Rizal comprueba que el ideario autonomista, reformista y pacífico de la Liga cada vez atrae a menos gente. En su lugar, sobre todo entre las capas bajas de la población, ha calado ya el mensaje más contundente y radical del Katipunan, sociedad secreta que propugnaba sin ambages la independencia, el levantamiento armado y la destrucción total del aparato colonial español.

Conducción de Rizal al lugar de la ejecución

Conducción de Rizal al lugar de la ejecución, en Manila, el 30 de diciembre de 1896.
La Ilustración Española y Americana, 15 de febrero de 1897

En septiembre de 1896 Rizal emprende viaje a Cuba, a donde había solicitado ir en calidad de médico voluntario del ejército expedicionario español. En el ínterin, estalla la insurrección promovida por el Katipunan. La fatalidad se cierne sobre el joven doctor. Rizal es detenido en Barcelona y reembarcado hacia Manila, donde se le forma consejo de guerra. La principal acusación que recae sobre él es la de haber sido instigador de la sublevación; cosa que no era cierta pues Rizal no había tenido nada que ver ni con la creación ni con las decisiones del Katipunan. Pero el juicio a Rizal, plagado de irregularidades, sigue adelante en su escenificación de una sentencia anunciada: la de pena de muerte.

Fusilamiento (Rizal, en Manila)

Fusilamiento de José Rizal en Manila, en el campo de Bugambayán, el 30 de diciembre de 1896

En la celda de la fuerza de Santiago Rizal escribe su mejor poema -Mi último adiós- y recibe las visitas de algunos de sus familiares y de jesuitas, antiguos profesores suyos en el Ateneo. Más tarde comentarían estos que Rizal, retractándose de sus errores, había vuelto al seno de la iglesia católica y contraído matrimonio canónico con Josephine Bracken, joven de origen irlandés que había conocido durante su destierro en Dapitán, y con la que llevaba conviviendo desde hacía tiempo. Pero no todos los biógrafos e historiadores están de acuerdo con dichas afirmaciones.

José Rizal es fusilado de espaldas, como traidor a la Patria, en la mañana del 30 de diciembre de 1896. «Perdono a todo el mundo y muero sin tener el más pequeño remordimiento contra nadie», dice a uno de los jesuitas que le acompañan en sus últimos momentos. Luego se dirige a los soldados indígenas que forman el piquete de ejecución y les hace un ruego: «No me disparéis a la cabeza porque he estudiado mucho».

Dibujo (Ejecución de Rizal en Manila)

Dibujo representando la ejecución de Rizal en Manila. Nuevo Mundo, 14 de enero de 1897.
Nótese el error del dibujante al representar a José Rizal de frente ante el pelotón de fusilamiento

El fusilamiento del joven doctor fue algo más que una injusticia, fue un grave error de irreparables consecuencias. «Por la senda de la tragedia llegó a la inmortalidad», ha dicho Rodríguez Bachiller. En el momento en que el nacionalismo moderado de Rizal había fracasado, éste se convierte de la noche a la mañana en un mártir de la causa independentista, señalando así un punto de inflexión, irreversible, en el camino de la guerra que habría de conducir en 1898 a la pérdida definitiva de la colonia asiática.

Monumento (Rizal, en Manila)

Monumento a José Rizal en Manila





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