Juan Sansano
Miguel Hernández
Juan SansanoI La luz primera vio bajo de un techo
humilde de un hogar del pueblo hermoso
en que mil llagas dolorosas hecho
vivió un obispo dulce y silencioso.
Su clara infancia fue un ligero trecho
de lirios de ropaje candoroso. ...Jugó del río Segura junto al lecho
y triscó por un fino monte airoso.
Cuando la juventud esplendorosa
le dio sus dones, una novia hermosa
tuvo, a la cual dio fama en cien canciones.
...Huyó del pueblo que nacer le viera.
¡Y en su hogar vive triste una palmera
que al cielo se alza cual clarín sin sones! II
Huyó del mago pueblo del Segura
echándose sin rumbo en el camino,
y al perderlo de vista en la llanura
llanto de sangre a sus pupilas vino.
Mas devoró en silencio su amargura:
y otro Alonso Quijano en su rocino,
fue el Ensueño de su hermética armadura
y el Ideal su Yelmo de Mambrino.
En el Castillo-Venta de la Vida,
el Dolor consagrolo caballero
y fue en busca del néctar de la Fama...
Y en una doble empresa decidida,
con gentil continente y rostro fiero
peleó por su honor y por su dama. III
Deshizo agravios y enderezó entuertos;
batalló con dragones y gigantes
a quienes en sus antros dejó muertos como el héroe sublime de Cervantes.
Apoyo fue de inválidas doncellas;
de huérfanos y viudas infelices,
durmió frente al brillar de las estrellas
y su alimento fue fruta y raíces.
Y hoy, tras haber cruzado con las trallas
de su vocabulario -trueno de ira-
mil rostros de malvados y canallas,
el yelmo arroja, la armadura tira,
y, allá, en remotas y cerriles playas,
por volver al natal pueblo suspira. MIGUEL HERNÁNDEZ |