Este grupo comprende los juegos sin instrumentos cuya principal acción es el salto. Aunque hay mucha variedad de ellos, hemos prescindido de la mayor parte, porque o tienen graves inconvenientes o no están exentos de peligros, sobre todo cuando se reúnen muchos niños. Aun los que describimos, por ser muy usados y a veces de alguna utilidad, nos parecen poco a propósito para niños bien educados, aparte de otros inconvenientes que los hacen menos recomendables.
Si alguna vez se establecen, a no ser que se juegue donde haya mucha arena, no estará de más extender paja o algo parecido como se hace en los trampolines de gimnasia, para que al caer no se lastimen los pies. Esta precaución contribuye mucho para que jueguen los niños con interés más largo tiempo.
Para designar el orden de los jugadores, además de los métodos expuestos al principio (pág. XIII), usan para estos juegos el siguiente. Hacen una raya en el suelo, y a pie juntillas o con un solo pie, parados o cogiendo carrera, saltan desde ella cuanto pueden; el que más avanza es el primero, y siguen los demás por orden de distancia. Si dos saltan el mismo espacio, repiten en particular el salto para decidir.
Trázanse dos líneas paralelas distantes entre sí tres o más metros, según la edad y pericia de los jugadores. En la primera de ellas, de espaldas a los demás, se pone agachado el que obtuvo peor suerte, apoyando las manos o los codos en las piernas. Los demás están a algunos metros de distancia.
El 1.º, puesto en medio de otros dos de igual estatura, apoya las manos en los hombros de éstos, y corriendo con ellos hacia el que está agachado, salta sobre él. Los que le llevan pasan uno por cada lado del que está puesto, y siguen corriendo con toda velocidad y bien iguales hasta que el saltador haya pasado las líneas y asiente —35→ los pies. El 2.º, apoyado en otros dos, salta del mismo modo, y así sucesivamente. Si alguno de los que saltan toca al que está puesto o pisa alguna de las líneas o en el espacio intermedio, pierde y se pone en lugar del otro.
Si pasan todos sin perder, el que estaba puesto salta desde la primera raya a pie juntillas hacia la otra, y allí donde llegue hace una señal y se pone para que salten sobre él otra vez. Si pasa el turno sin perder ninguno, avanza otro salto, y así sucesivamente hasta que llegue a la segunda raya; y si ni aun allí pierden, se termina el partido y se echan nuevas suertes, o se pone el mismo anterior, según lo previamente dispuesto.
Al principio pierden los saltadores fácilmente, pero luego se acostumbran a sostenerse bien a pulso, y saltan diez y más metros sin esfuerzo alguno, sobre todo cuando con el ejercicio aprenden a mantenerse casi horizontalmente en el salto.
Para este juego se traza una línea, y el designado por la suerte se pone agachado en ella, como el del juego anterior, ya sea de espaldas a los jugadores, ya de lado. Por el orden debido van corriendo los demás, y cada cual salta de por sí sobre él, apoyando las manos en la espalda o no, según las condiciones.
Después de saltar todos el que está puesto se coloca un pie más adelante, y al turno siguiente otro, y así sucesivamente hasta el número en que hayan convenido. Los saltadores pierden si tocan al puesto, si pisan la raya o el espacio intermedio o si faltan a otras condiciones determinadas. El que pierde se coloca en la raya, y comienza de nuevo el juego; los que vayan quedando libres se ponen los últimos en la fila de los saltadores.
Juego excelente para calentarse en poco tiempo. Consiste en que los saltadores se ponen todos por turno para que los demás salten sobre ellos. Para esto van todos corriendo a paso moderado, separados un par de metros. En cuanto el primero salta sobre el que está puesto se pone él también unos dos metros más adelante; el segundo hace lo mismo después de pasar sobre los dos. Así, todos los restantes se ponen a su vez cuando no hay otro sobre quien saltar; y al contrario, los que están puestos se levantan cuando sobre ellos han pasado todos, para saltar a su vez sobre los siguientes.
Si se quiere activar el juego, grita uno: «¡hielo, hielo!»; entonces los que se van poniendo se quedan a menos distancia y los saltadores caminan más aprisa: al contrario, para detenerle se grita: «¡fuego, fuego!», y los primeros se ponen a más distancia, y los otros van más lentamente.
—36→A veces, para más variedad, se colocan en direcciones determinadas, describiendo, por ejemplo, una espiral u otras curvas caprichosas que se trazan de antemano en el suelo; y si son muchos y las líneas se cruzan, no faltan curiosos encuentros y dificultades.
En este juego el que se pone no cambia de sitio ni hay necesidad de líneas que limiten los saltos. En cambio el primero al tiempo de saltar dice una frase que todos deben repetir fielmente, so pena de perder. Varias son las colecciones de estas frases originalísimas; pero muchas requieren además acciones acomodadas, y se consideran como pertenecientes a juegos distintos. La de éste, que no exige acción alguna, es la siguiente:
El que se equivoque o toque al carnero pierde y se pone en su lugar. Al decir la última frase van formando círculo alrededor de él, y en cuanto salta el último corren todos a tocar una meta designada de antemano a bastante distancia. El que estaba puesto cuenta en alta voz «uno, dos, tres, cuatro» y corre tras ellos: si logra tocar a alguno antes que llegue a la meta, éste se pone la vez siguiente; si no, se pone el mismo o se echan nuevas suertes.
Otras veces determinan que se pongan dos o más carneros en semicírculo, y no se permite a los saltadores descansar hasta que lleguen al punto de partida; las frases son las mismas en todo trayecto, o se varían en cada salto. Con esta variedad las equivocaciones son más frecuentes y hay mucho más movimiento y animación.
Este juego no difiere del anterior sino en que al saltar sobre el carnero le dan con uno de los talones siempre que en las frases se pronuncia la palabra «muerto», o de lo contrario pierden. La colección de frases es la siguiente; cada verso se dice en salto distinto:
—37→Para terminar pueden correr a la meta designada como en el juego anterior.
Esta colección de frases exige ya algunas acciones. Los saltadores pierden lo mismo que en los juegos precedentes, y además cuando no imiten las acciones propuestas con las condiciones debidas.
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(Al saltar se detiene un instante sobre el que está puesto.)
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(San espolique con los talones, como se dijo en el juego anterior.)
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(Ponen la gorra del revés sobre la cabeza y al dar el salto la dejan caer hacia adelante; si alguna dista de las demás una cuarta, o la distancia que señalen, pierde.)
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(Al caer, y sin mover los pies del sitio donde caen, coge cada uno su gorra, pañuelo, o lo que sea.)
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En estos tres últimos saltos hace cada uno un gesto cualquiera de los que indican las palabras, y, continúan haciéndolo hasta que salte el siguiente o vuelvan al punto de partida.
Tampoco difiere este juego de los precedentes mas que en las acciones que acompañan a varias de las frases, a saber:
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(Al caer continúa andando en un pie solamente hasta que salte el siguiente o vuelva al punto de partida.)
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(Al saltar deja la gorra o el pañuelo sobre el que está puesto: pierde si se le cae o tira otras ya puestas.)
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(Recoge cada cual la prenda que dejó en el salto precedente: para esto saltan en orden inverso, esto es, comenzando por el último, y pierde el que no la coja, o coja otras, o las derribe, etc.)
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(Al saltar gira sobre un pie y vuelve a saltar en sentido inverso.)
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En algunas partes terminan las frases de este modo:
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De cualquier modo que se termine, al decir la última frase se van reuniendo todos, y en cuanto salta el último, corren todos a tocar la meta designada, como se dijo en el Carnero quieto.
Omitimos otras muchas colecciones de frases porque bastan las ya descritas para variar con las que se usen en cada región. Para terminar ponemos ésta como modelo de las que exigen siempre acción especial que acompañe a la frase. Tampoco es necesario que las acciones sean estas mismas, antes pueden variarse en cuanto se quiera, y muchas veces con provecho.
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(Al caer giran sobre un pie, y se quedan así hasta que el siguiente esté próximo a saltar.)
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(Sin mover los pies del punto en que han caído hacen el saludo con la mano, la gorra, etc.)
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(Salta con un pie solo, y así continúa caminando hasta el punto de partida.)
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(Se detiene un momento sobre el caballito.)
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(Sin moverse del sitio donde caiga da un salto a pies juntillas.)
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(Se queda en una rodilla sobre el caballito hasta que el siguiente se acerque.)
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(Se pone, con las dos rodillas sobre el caballito y los brazos en cruz.)
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(Al saltar pone el pañuelo o la gorra, y al caer da media vuelta, salta en sentido inverso y coge la prenda que había puesto.)
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(Al caer, sin mover los pies, toca el suelo con las puntas de los dedos.)
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(Hace lo mismo que a las cuatro.)
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(Al caer dan media vuelta y saltan en sentido inverso, dando espolique con los talones.)
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(Antes de dar el salto le dan una palmadita en las espaldas.)
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No difiere mucho este juego de los anteriores, pero exige niños ágiles y diestros en el salto para que salga con limpieza.
Aunque no tiene colección especial de frases, puede, sin embargo, aplicársele cualquiera de las precedentes, omitiendo las acciones en ellas descritas para hacer las que son propias de este juego, o unas y otras a la vez si son compatibles entre sí.
Cada uno de los saltadores arrolla su pañuelo, y atando los extremos se le pone en la cabeza a modo de corona. Pueden servirse también de la gorra colocada con los bordes para arriba, etcétera, etc. Sin sostenerla ni tocarla con las manos corren a saltar cuando les toca el turno, procurando que no se les caiga, porque si se les cae pierden y tienen que ponerse. Al saltar la dejan caer hacia adelante y de modo que no toque a ninguna de las ya echadas, porque si no también pierde. Si pasan todos felizmente, saltan de nuevo para coger cada uno su corona y volver a tirarla al turno siguiente, etc.
Mas no es fácil cogerla siempre, porque en cada turno es preciso cumplir las condiciones impuestas de antemano. Estas suelen ser muy variadas, según el gusto y habilidad de los jugadores. Sirvan de norma las siguientes: 1.ª, cogerla sin mover los pies del sitio donde caigan al saltar; 2.ª, cogerla del mismo modo en una mano determinada; 3.ª, cogerla con las dos manos a la vez; 4.ª, cogerla con los dientes; 5.ª, cogerla antes de que caiga al suelo con la derecha, con la izquierda o con las dos; 6.ª, cogerla por la espalda, en cuyo caso al saltar se permite que den media vuelta en el aire antes de caer y queden ya de espaldas a las coronas. Y así a este tenor pueden hacerse otras varias combinaciones, a gusto del primero que salta o según convengan antes de comenzar.