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ArribaAbajoLa última Cruzada

Cuando los niños se han ejercitado algún tiempo en el juego precedente, con suma facilidad organizan este otro, que por su aspecto guerrero e histórico ejerce sobre ellos más poderoso atractivo.

Como se deduce del nombre, los bandos han de ser de moros y cristianos; pero ninguno lo es definitivamente hasta el último ataque, en el cual los moros defienden a Jerusalén, atacada por los cruzados cristianos. Hasta entonces cada hora si el recreo es largo, o cada día, o cuando mejor parezca, con tal que sean tiempos iguales, cambian alternativamente de campo, comenzando cada vez en la misma forma en que terminó la anterior; esto es, atacando la misma ciudad, con el mismo número de prisioneros, etcétera, etc.

El que por turno sea bando de moros defiende sucesivamente contra los cristianos las ciudades de Cesárea, Trípoli, Beyrouth, Jope, Tyro, Nicea, Heraclea, Edessa, Tiberiades, Antioquía, o solamente algunas de ellas si parecen demasiadas, y, por último, a Jerusalén. Estas ciudades están representadas por banderas que llevan estos nombres, o por una misma si no hay tantas disponibles.

Para el ataque se procede de esta manera: el general moro coloca unos cinco metros delante del campamento la bandera de Cesárea; un cruzado viene hasta ella, reta a uno o varios moros y se comienza un marro ordinario, prendiendo y rescatando como de   —18→   costumbre. Si en el curso del juego logra algún cruzado levantar en alto la bandera sin ser preso, la ciudad queda tomada. Ponen los moros la de Trípoli, y si la pierden, sacan la de Beyrouth, y así sucesivamente. Si en el ataque de una misma bandera el bando defensor pierde tres marros seguidos por cogerle el contrario el número de prisioneros determinado pierde también aquella bandera, lo mismo que si hubiera sido tomada; por el contrario, si el bando que ataca es quien los pierde, se le quita una de las banderas ganadas o que gane después; y esto se entiende aunque el juego se haya interrumpido por cambiar de campo, como ya dijimos.

Para más estímulo y mayor ornato del juego los valientes que aprisionen a dos enemigos o rescaten a tres presos (o los que previamente se determinen) ganan la condecoración de Caballero Cruzado si son del bando cristiano, o Caballero del Emir si del bando turco. Por otros dos presos o tres rescatados ascienden a Barón o a Emir; la tercera vez, a Duque o Bajá; la cuarta, a Condestable o Sultán, etc. Los que tomen una, dos o más ciudades ganan respectivamente las mismas condecoraciones, que reciben al terminar el marro de mano del general, entre los aplausos del ejército. Al cambiar de campo toman las equivalentes, a no ser que sean idénticas y conserve cada cual las suyas. Estos condecorados en el ataque de Jerusalén gozan el privilegio de inmunidad, que consiste en no poder ser cogidos prisioneros más que por enemigos de igual o mayor categoría, excepto cuando se lanzan a la bandera o a rescatar, que entonces pueden todos perseguirlos con las condiciones ordinarias.

Las condiciones del juego pueden modificarse lo mismo que en el marro; por ejemplo: 1.ª El que rescata a uno o varios, si cae prisionero, envía en su lugar uno de los que libertó; si cae dos veces o tres, pierde una condecoración, etc. 2.ª Rescatar solamente a los presos a quienes se toca, en cuyo caso no es necesario que estén en cadena. 3.ª Para ganar la ciudad no basta tocar la bandera, sino que es necesario llevarla hasta el campamento o barrera de los cruzados. Si el que la lleva se ve en peligro, puede dársela a otro o tirarla; si le cogen prisionero, la entrega al que le prendió, y éste la vuelve de nuevo a su puesto mientras el marro está muerto, etcétera, etc.

Al que logra tomar la última bandera, aunque sea soldado raso, se le proclama Rey de Jerusalén, y se organiza el triunfo para celebrar la victoria. Esto se hace de muchas maneras, con más o menos aparato, según los elementos con que se cuente. Una muy frecuente es esta: dos compañías de cruzados rompen la marcha, sigue después el ejército vencido, y detrás el resto de los cruzados en dos filas o de cuatro en fondo; por último, los condecorados vencedores, luciendo sus cruces y llevando las banderas tomadas en la lucha, y en medio de ellos o al fin el rey, a pie o alzado sobre el pavés con la bandera de Jerusalén. De este modo recorren los   —19→   dos ejércitos una o dos veces el campo cantando con mirlitones el siguiente:

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