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Alfred de Vigny (1797-1863), el primer autor francés que se interesó por el budismo. Destaca por su novela filosófica Stello (1832) en la que examina la relación entre el poeta y la sociedad para concluir que el poeta ha de vivir apartado del orden social, ya que siempre induce a sospecha. Sus poemas se recogieron en una edición póstuma, pero preparada por él mismo, Les Destinées (también conocidos como Poémes philosophiques). La cita completa: «Un désespoir paisible, sans convulsion de colére et sans reproches au ciel est la sagesse même». Journal d'un poete. Paris: Michel Lévy Freres, 1935, p. 181. (Traducción: «Una desesperación apacible, sin convulsión de cólera y sin reproches al cielo es la verdadera sabiduría en sí»). (N. del E.)

 

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Alphonse de Lamartine (1790-1869). Tanto él como de Vigny, se casaron con extranjeras, situación en la que se podría encontrar un paralelismo con Amado Nervo. También coincide en el contenido filosófico de su poesía. «Méditation Prémiere, L'isolement», Méditations poétiques. Bruxelles: Société Belge de Libraries, 1838, p. 2. (Traducción: «solo uno de entre vosotros falta y ya todo se despuebla»). (N. del E.)

 

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Soneto «Conoce la diligencia con que se acerca la muerte, y procura conocer también la conveniencia de su venida, y aprovecharse de este conocimiento». En Poesía Completa, op. cit., p. 154. (N. del E.)

 

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Henri Bordeaux (1870-1963) autor de más doscientas obras, destaca como novelista, obtuvo el reconocimiento, entre otros, de Paul Bourget. En cuanto a sus ideas se afilia a un catolicismo social. La cita varía respecto a la ofrecida por Nervo. «Elle est installée dans notre vie quélle déchiquette lambeaux par lambeaux. Elle nous la prend, elle nous l'arrache seconde a seconde. Nous ne puvons penser a elle sans que déjá cette pensé ne lui appartienne, Notre passé est sa proie, et notre présent nous est á peine perceptible. Si nous avons l'oreille fine, nous pouvons entendre la chute de nos instants dans le néant, comme un base qui se vide goutte a goutte». Portraits d'hommes, tome I, «Deux meditations sur la mort. Pierre Loti, Maurice Barrés...». Paris: Plan-Nourrit et Cie., 1924, p. 40. (Traducción: «Se instala en nuestra vida que ella destruye pedazo a pedazo. Ella nos la da, ella nos la quita segundo a segundo, no podemos pensar en ella sin pensar en nuestro alejamiento, nuestro pasado es su víctima y nuestro presente nos deja una tristeza sensible. Si tenemos el oído fino, podemos oír nuestros instantes en la nada, como una esencia que se vacía gota a gota»). (N. del E.)

 

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Antes: «alborada». [A. Reyes]. (N. del E.)

 

136

Plácido, contento. (N. del E.)

 

137

La estrofa entre interrogaciones en la edición de J. M. Martínez. (N. del E.)

 

138

La estrofa entre signos de exclamación en la edición de J. M. Martínez. (N. del E.)

 

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En El pájaro azul, la séptima escena: Mytyl: Où sont-ils les morts?.../ Tyltyl: Il n'y a pas de morts... Concepción de la idea romántica de la naturaleza en la que existe una continuidad de los seres que viven en el universo. Repite la idea en Avant le grand silence (Paris: Fasquelle, 1934): «Il n'ya pas de morts, parce que tous les morts sont vivants et que tous les vivants sont morts. Les vivants vivent dans les morts et les morts dans les vivants, spirituellement et matériellement». (Traducción: «No hay muertos, porque todos los muertos están vivos y todos los vivos están muertos. Los vivos viven en los muertos y los muertos en los vivos, espiritual y materialmente»). (N. del E.)

 

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William Ernest Henley (1849-1903), poeta inglés muy conocido por el poema «Invictus» que repetía de memoria Nelson Mandela. El poema en el inglés original: lleva el título de los versos citados y reitera en los siguientes la idea de una muerte dulce: «The ways of the death are soothing and serene/ and all the words of Death are grave and sweet./ From camp and church, the fireside and the street,/ She beckons forth -and strife and song have been». En Poems. London: Charles Scribner's sons, 1913, p. 110. (Traducción: «Los caminos de la muerte son apacibles y serenos,/ y todas las palabras de la Muerte son graves y dulces./ Desde el campo y la iglesia, la chimenea y la calle,/ Ella invita sucesivamente, y pasan las guerras y las canciones»). (N. del E.)