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Sobre si la sangre es o no una «parte», véase la Exercit. LII del escrito de Harvey De generatione animalium.
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Cabe pensar si será la de Fernel la clasificación de las enfermedades de las partes similares a que se refiere Vesalio.
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Jacques Grévin, Partium corporis humani tum simplicium tum compositarum brevis elucidatio. Amberes, 1565. La sospecha arriba expuesta se hace más vehemente teniendo en cuenta que el tratadito de Grévin fue publicado en el mismo volumen que la edición plantiniana del Epitome de Vesalio y como un apéndice suyo.
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El cual, como demostraré en otra parte, no coincide enteramente con el «galenismo» de Galeno.
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«Pars est corpus toti cohaerens communique vita coniunctum et ad illius functionem usumve comparatum»
(Universa medicina. París, 1554, lib. II, cap. 2).
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El concepto de «acción biológica», tan característico de la biología contemporánea -y aun de toda biología que quiera ser plenariamente fiel a su nombre-, ha sido vigorosamente acuñado por Xavier Zubiri. No había escapado a la agudeza intelectual de Harvey la distinción entre «función» y «acción»: «Una cosa es que el músculo se mueva o se contraiga -escribe, hablando incidentalmente de la regulación central de los diversos movimientos fisiológicos- y otra que el músculo, mediante varias contracciones y relajaciones reguladas, lleve a cabo una acción, como la marcha o la aprehensión»
. Según Harvey, las acciones tendrían su centro regulador en el cerebro, y las funciones particulares, en el corazón (Exerc. De gen. anim., LVIII).
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He aquí, expresado en un mínimo detalle, el carácter «antiguo» que a este respecto tiene el pensamiento científico de Vesalio. Hablando de la finalidad biológica de la digestión, escribe que mediante la comida y la bebida vuelven la sequedad y la humedad del cuerpo ad pristinam commemsurationem. La palabra commensuratio no tiene todavía para la mente del hombre de ciencia el sentido métrico, mensurativo, que poco después adquirirá. Sanctorio y Harvey son, como se sabe, los que inician -el giro en lo que a la biología se refiere. El título del conocido libro de Juan de Arfe (Varia commensuración para la escultura y la arquitectura) representa, en lo que tiene de anatómico, un punto de transición, equiparable a las obras «métricas» de la estética renacentista.
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Apenas es necesario advertir que en las constructionis rationes de Vesalio se mezclan, sin que lo perciba su autor, multitud de nociones funcionales y ideológicas procedentes de la fisiología tradicional. De otro modo, Vesalio hubiese dado algún paso hacia el descubrimiento -o redescubrimiento- de la circulación menor, al menos en la medida concedida al puro anatomista. Recuérdese a este respecto la diatriba de Harvey contra los que se lanzan a hacer conjeturas funcionales sin otra experiencia que la disección de cuerpos muertos (De motu cordis, cap. VI).
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Hay en ella -en forma metafórica, claro está- hasta alusiones a la vieja consideración representativa o alegórica de la anatomía humana. Del cerebro se dice que «está, a modo de un rey, en lo más alto del cuerpo, y desde allí domina y preside las dos almas concupiscibles...»
(Fabrica, I, 6).
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«El número, la situación, la forma, la sustancia, la conexión con otras partes, el uso, el oficio público; y las muchas cosas de esta suerte que los disectores solemos investigar en la naturaleza de las partes»
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