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ArribaAbajoCanto Vigesimoséptimo

440-1-6:


Estoy ya dentro en la ocasión metido [...]


Recuérdese el ejemplo (436-4-3) de Mateo Alemán acerca del significado de esta voz ocasión.



440-2-4:


Y que más que una posta voy corriendo [...]


Posta, tomado esta vez en la acepción de correo; de donde salió el modismo por la posta: a toda prisa, que es muy frecuente en los escritores antiguos, así de España como de América.


[...] derribársela manden por la posta,
o que se la derriben a su costa.


Pedro de Oña, El temblor de Lima, fol. 17.                




441-1-3:


Y a Nazarén dichosa en Palestina [...]


Nazarén, por Nazareth, según se escribe más correctamente.



441-2-4:


Que abrió Moisén sus aguas con la vara [...]


Moisén se escribía antiguamente con harta preferencia   —381→   a Moisés. En una colección de autos anónimos, anteriores a los de Lope de Vega, que existe manuscrita en la Biblioteca Nacional de Madrid, y que publicó en tres tomos León Rouanet, uno de ellos se intitula Los desposorios de Moisén. En él se halla el diálogo de que copiamos las líneas siguientes:

BOBO.-   Yo se lo diré a v. m. ¿Cómo es su nombre?

MOISÉN.-   Yo Moisén me llamo.

BOBO.-   Pues mire v. m., señor Moisén me llamo, en casa de mi amo, etc.


Cervantes dijo también Moisén en el siguiente pasaje de El casamiento engañoso, ed. citada, p. 352: «De los doce hijos de Jacob, que he oído decir que entraron en Egipto, cuando los sacó Moisén de aquel cautiverio, salieron seiscientos mil varones, sin niños y mujeres [...]».



441-5-7:


Que su lunada tierra en parte angosta [...]


Nos parece que lunada, en su acepción estricta, la media anca, está puesta aquí en sentido figurado, habiendo el poeta querido decir que la tierra de los circasos está cubierta de montículos, cerrillos que llamaríamos en Chile.

Lunado, en el siguiente pasaje de Cervantes (V, 260), vendría perfectamente, tomado en su sentido literal: «Sobre las armas traía una sobrevesta o casaca, de una tela, al parecer, de oro finísimo, sembradas por ellas muchas lunas pequeñas de resplandecientes espejos [...]».



442-3-8:


Que en forma oval se extiende al subsolano.


Subsolano, nombre del viento del este, llamado así «porque parece nace debajo del sol», confinado al lenguaje poético y de que encontramos ejemplos en uno de nuestros escritores de la colonia:


Tomando la derrota al subsolano,
tanto a la baja costa descendimos
que tierra en ancho golfo descubrimos.


Monteagudo, Guerras de Chile, C. VII, p. 136.                




444-1-7, 8:


Mandingos, monicongos y los feos
zapes, biafras, gelofos y guineos [...]


Gilofo, escribió Castellanos (Elegías, p. 99), al referir la sublevación que esta casta de negros intentó en Cuba al finalizar el año de 1522. Los retrata así:


De suerte que hay en estas heredades
negros en excesivas cantidades [...]
Déstos son los gilofos muy guerreros,
con vana presunción de caballeros.



Pedro, el que vivía
en más cautiverio
que los monicongos
de virote al cuello.


Romancero, Madrid, 1604, hoja 109.                


Mandingo, monicongo, zape, biafra y gelofo o gilofo son voces que no se hallan en el léxico de la Academia; pero se encuentran enumerados los negros así apodados, en la Naturaleza, policía sagrada, profana, costumbres y ritos de los Etíopes, del jesuita Alonso de Sandoval, Madrid, 1627, 4.º, en el cual libro, a la hoja 57, se lee: «Déstos, unos son jolofos, berbesíes, mandingas y fulos; otros fulupos, otros banunes; o fulupos, que llaman bootes: otros cazangas y banunes puros; otros branes, balantas, biafaras y biojos; otros nalves; otros zapes, cocolíes y zozoes [...] Déstos, los mandingas son innumerables, por estar divididos en casi todos los reinos, y así, saben casi todas las lenguas. La señal por donde mejor se dan a conocer éstos, es por no tener las orejas agujereadas, siendo más señoriles y dispuestos que los angolas y congos, que también no las agujeran [...].

»Los biafaras hablan, comúnmente, todos una lengua, más o menos elegante, aunque tienen entre sí reinos muy diversos y extendidos [...].

»También de casta zape suele venir gran diversidad de lenguas y naciones, y todas dicen que son zapes [...]».

Ercilla, seguramente, aprendió los nombres de esos negros durante su residencia en el Nuevo Reino de Granada, a su regreso a España.



444-4-1:


«Mira en Toscana a Sena y a Florencia [...]


En todas las ediciones antiguas, con excepción de la de Madrid, 1578, 8.º, se puso así el nombre de la ciudad italiana Siena, lección que se siguió también en la académica. Y así, en efecto, se escribía antiguamente en castellano, como puede verse en estos dos pasajes de Persiles y Sigismunda (p. 572, t. I, Colec. Rivad.): «Mi nombre es Rutilio, mi patria Sena, una de las más famosas ciudades de Italia [...]». «Había en Sena un caballero rico [...]». Aun hoy nadie dice sino Santa Catalina de Sena, San Bernardino de Sena; y Sena dijeron también los demás clásicos, y hasta los modernos, como Cejador.



444-5-8:


Ingalaterra, Escocia, Hibernia, Irlanda.


Ingalaterra en este lugar, e Inglaterra en la página 603-1-3, si bien en las dos de Madrid de 1578, viene la primera vez como en la segunda. «La misma aversión a la agrupación de consonantes, observa Cuervo (Apuntaciones, p. 499), ha mostrado a veces el castellano, como en [...] Ingalaterra por Inglaterra», «que es común, añade en nota, en Lope, Tirso y Calderón», de quien cita unos versos y el título de su comedia La cisma de Ingalaterra.

En esta última forma la escribió Cervantes en Don Quijote (IV, 266): «[...] ni el rey Artús de Ingalaterra, que anda hasta ahora convertido en cuervo [...]». Y en Persiles y Sigismunda, lib. IV, cap. VIII. Y en La Española Inglesa, Colec. Rivad., t. I, p. 154.



445-2-4:


Las rifeas montañas por un lado [...]


Plinio dice que las montañas Rifeas eran las de   —382→   Escitia, donde nace el Tánais o Don. Las recordó Cervantes en Don Quijote, P. II, cap. 28.



445-2-5:


Y de las fuentes del Tanais tendida [...]


Comentando Clemencín el pasaje de Don Quijote (III, 101) en que el Cura habla de la gran laguna Meótides, observa que se alude al golfo del Mar Negro en que desemboca el río Don o Tánais, y así, con acento, transcribe también ese nombre Rodríguez Marín, recordando el siguiente pasaje de La Angélica de Luis Barahona de Soto:


Este es el mar de Ponto, y ve do asoma
la gran laguna Meótide nombrada,
do el Tánais entra [...]


En la edición de La Araucana de la Real Academia, Tanais no lleva acento, pues así lo requiere el verso.



445-5-2:


Y bajando al poniente, a la siniestra [...]


Dice Ducamin: «Es preciso suponer que Ercilla mira la carta de España de Bermeo, Burgos, Logroño o Pamplona vuelta hacia el sur, puesto que tiene a Barcelona a mano izquierda, y la Galicia a mano derecha; pero, ¿cómo Zaragoza, Valencia y Barcelona se hallan al oeste? Es necesario, ciertamente, corregir poniente por oriente».



445-5-8:


Enseñarse también nigromancia.


Entre las erratas de nuestro texto anotamos esta voz, que se puso sin acento, indispensable en tal caso para la rima. Queda en pie la duda de si, por regla general, debe llevarlo, ya que, entre nosotros, al menos, no se acostumbra ponerlo, siguiendo en esto el dictamen de algunos, como Salvá, por ejemplo, que opinan en sentido negativo. Observa Cuervo a este respecto (Apuntaciones, p. 8), que «pudiera pensarse que Calderón pronunciaba con el acento en la a por los pasajes de Los tres mayores prodigios, jorn. I, y El mayor encanto amor, jorn. I (págs. 169 y 394 del tomo VII de la Biblioteca de Rivadeneyra), pero lo probable es que cometiese sinéresis en ía, como lo indica en la primera cita el verso octosílabo "De la astronomía pasando"; pero teniendo en cuenta, dice, el adjetivo griego a que corresponde, se echa de ver que sigue la analogía de los acabados en mancía (adivinación) como nigromancía, quiromancía, etc.». La Real Academia, por lo demás, lo acentúa.

Uno de nuestros poetas de la colonia escribió quiromancía:


De rayas tiene cerca un rombo hecho,
que diestro era en saber quiromancía [...]


Monteagudo, Guerras de Chile, C. VI, p. 126.                


Véase Román, Dicc. de Chilenismos, art. Cartomancía.



446-1-6:


Y el bosque y la Fonfrida atravesando [...]


El célebre acueducto romano de Segovia tiene su nacimiento en el arroyo Riofrío, del lado N. O. de la sierra de la Fuenfría (que Ercilla llama Fonfrida), a tres leguas de Segovia, y atraviesa el pinar de Valsain (el bosque de que se trata en este verso).

Con el nombre que Ercilla le dio aparece en el Repertorio de todos los caminos de España, de Juan Villuga, Medina del Campo, 1546 (reproducido en facsímil por Mr. Archer M. Huntington); Fuenfrida y Fuentefrida escribió Cervantes en Rinconete y Cortadillo, donde aquel dice: «Yo, señor hidalgo, soy natural de la Fuentefrida [...]». Véase en la página 358 de la edición de esa novela hecha por Rodríguez Marín la nota 30 relativa a la tal aldehuela o venta, como la llama, y que mereció especial recordación en La Araucana por ser paso obligado de los soberanos españoles para ir a los reales sitios de Valsain y San Ildefonso.



446-5-4:


Del trato de las Indias apartadas [...]


No se halla en el léxico de la Academia esta voz trato en la acepción que aquí tiene de comercio, tan común antaño en España y en América, que fray Tomás de Mercado, que vivió en México, publicó en Salamanca, en 1569, su libro intitulado «Tratos y contratos de mercaderes y tratantes», en el cual se halla, a mayor abundamiento, el capítulo XIII de la Primera Parte: «De los tratos de Indias, y tratantes en ellas».

Hablando de Lisboa, decía Cervantes (Persiles y Sigismunda, lib. III, cap. I): «[...] la ciudad es la mayor de Europa y la de mayores tratos [...]».

«Dase la yerba o árbol que llaman coca, que tan estimada es de los indios, y tanto dinero vale su trato». Acosta, I, 165.

Sin embargo, en el léxico se encuentra consignada la acepción de tratar, que con la preposición en nos dice, vale comerciar.



447-1-2:


Sobre sus hados prósperos corriendo [...]


Correr, cuando se dice del hado y metafóricamente de la suerte, según lo notó Cuervo, citando en comprobación varios textos de Don Quijote, como este: «Tal podría correr el dado [...] que todo lo que dices viniese a ser verdad [...]». P. I, cap. 20.

Y de aquí el empleo de correr sobre.

Véase la nota en que Rodríguez Marín comenta este pasaje (II, p. 154).



447-1-4:


Nihil ultra en el mármol escribiendo [...]


Contrapone aquí Ercilla a este mote el que Carlos V adoptó para las columnas de Hércules, «Quae ultra Gades in hoc cessa, proverbio antiguo fue, dice Covarrubias, y contra él sacó el Emperador Carlos Quinto su empresa de dos colunas, con el mote francés, Plus oultre. Verás a Jerónimo Ruselo en esta empresa».

Bien lo sabía Cervantes cuando dijo: «[...] mira, niña,   —383→   que andamos en oficio muy peligroso y lleno de tropiezos y de ocasiones forzosas, y no hay defensas que más presto nos arreparen y socorran, como las armas invencibles del gran Felipe: no hay pasar adelante de su plus ultra: por un doblón de dos caras se nos muestra alegre la triste del procurador [...]». La Gitanilla, p. 106, t. I, Colec. Rivadeneyra: aludiendo esta vez al escudo de armas reales de las monedas de plata que llevaban en las columnas esas palabras. Y con aplicación más inmediata al verso de nuestra referencia en este pasaje de Persiles y Sigismunda:

«Esta, señores, que aquí veis pintada es la ciudad de Argel, gomia y tarasca de todas las riberas del mar Mediterráneo, puerto universal de corsarios, y amparo y refugio de ladrones, que deste pequeñuelo puerto que aquí va pintado salen con sus bajeles a inquietar el mundo, pues se atreven a pasar el plus ultra de las colunas de Hércules [...]». Pág. 642, t. I, Colec. Rivadeneyra.

El P. Ovalle decía, hablando de Colón, que «dejando a sus espaldas los mares hercúleos, como quien hace desdén y burla de non plus ultra de sus columnas, se arrojó al inmenso golfo de este Océano [...]». I, 197.



447-2-7:


Beben la que de un árbol se distila [...]


Así en todas las antiguas ediciones, con excepción de la de Madrid, 1578, 8.°, en la que se puso destila. Distilar es hoy anticuado.

Hablando de ese mismo árbol, escribió el P. Mariana (Hist. de España, XVI, 14): «En la isla que llamamos de Hierro, no hay otra agua de la tierra sino la que se distila y regala de las hojas de un árbol, que es un admirable secreto y variedad de la naturaleza».



448-2-8:


Del euro, del vulturno y mediodía [...]


Euro y vulturno, según asevera Covarrubias, son el mismo viento.

El euro es el que sopla del oriente y que se llama ordinariamente levante en España.



449-2-8:


Hasta la fortaleza de Gaboto [...]


«[...] y tuvieron noticia de la riqueza de la tierra adentro, y dónde estaban los españoles que por la mar del Norte habían entrado por el río de la Plata, y cómo hallaron las fortalezas de Sebastián Gaboto y otras cosas maravillosas de la tierra [...]». Zárate, Conquista del Perú, p. 542. «Año de 26 fue Sebastián Gaboto al río de la Plata [...]». López de Gomara, Hist. de las Indias, p. 211.

«[...] porque por aquella provincia de Tacuma hizo su entrada al capitán Diego de Rojas, y después de haberle muerto, llegaron desde allí a la fortaleza de Sebastián Gaboto, de donde por falta de capitán, se volvieron al Perú». Calvete, Gasca, II, 293.

«[...] y que después de aquello, continuando su conquista, descubrieron el Río de la Plata, y supieron dónde estaban los españoles que por el Mar del Norte entraron por aquel río; y que, vistas las fortalezas de Sebastián Gaboto [...]».

Sería inútil añadir a estos testimonios el de Antonio Herrera y los de otros, pues así llamaron los antiguos cronistas a Sebastián Caboto. Acerca de su nombre y de la fortaleza a que alude el poeta, véase nuestro Sebastián Caboto al servicio de España, Santiago de Chile, 1908, 2 vols., folio.



449-3-5:


Vees los copayapos, indios granados [...]


Vale la pena de hacer notar este adjetivo granado, porque el Diccionario de Autoridades invocó, para la acepción que tiene, según él, de «principal ilustre y escogido», el testimonio de nuestro P. Ovalle, quien al capítulo XII del libro V de su Histórica Relación (p. 309 del tomo I de la reimpresión, Santiago de Chile, 1888, 4.°) dice: «[...] se convocaron y vino una poderosa junta de gente muy granada sobre nuestro ejército [...]». Ejemplo a que podemos añadir este otro de Cervantes: «[...] y según he juzgado, es gente granada y de gran recogimiento». La Tía Fingida, p. 245, ed. Rivadeneyra.

Para que conste el verso hay que leer copayapós.



449-4-8; 5-1 a 4:


[...] y el estrecho



«Por donde Magallanes con su gente
al Mar del Sur salió desembocando
y tomando la vuelta del poniente
al Maluco siguió noruesteando.


Léase ahora el pasaje de Os Lusiadas de Camoens relativo a este episodio:


Ao longo desta costa que tereis
irá buscando a parte mais remota
oh! Magalhães, no feito com verdade
portugues, parem não na lealdade.
Desque pasar a via mais que mea,
que ao Antartico Polo vay da linha,
d'hűa estatura quasi gigantea
homēs verá, da terra ali vizinha;
e mais avante o estreito, que se arrea
co nome delle agora, o cual caminha
pera outro mar e terra que fica onde
com suas frias asas o Austro a esconde.


Os Lvsiadas, Lisboa, 1609, 4.º, hoja 184.                



Mira allí a Magallanes, que se encarga
de ir a buscar la parte más remota;
ese, aunque portugués será en el hecho,
no lo será en el leal y noble pecho.
Después que pase el trópico, pero antes
que llegue al Polo do Austro predomina,
descubrirá su gente a los gigantes
que habitan en la costa allí vecina,
su nombre le darán los navegantes
al Estrecho fatal, por do él camina
hacia otra tierra y mar, que queda donde
Austro con alas frías nos la esconde.


Páginas 183-184 del tomo II de la traducción de don Lamberto Gil, Madrid, 1828, 8.º.                




  —384→  

449-5-7:


Bruney, Bohol, Gilolo, Terrenate [...]


Bruney en todas las ediciones, pero, correctamente dicho, es Burney, tal como lo escribió Valbuena (El Bernardo, p. 274):


Al frío Scita y al Burney tostado [...]




450-1-1:


Vees las manchas de tierras, tan cubiertas [...]


Manchas de tierras son aquellos sitios, más o menos grandes, que se distinguen de sus circunvecinos por alguna circunstancia o accidente. En el caso de que se trata, por lo poblados de bosques que estaban. Es expresión muy corriente entre la gente que sabe del campo.

Cervantes usó la voz manchado, aplicada al oriundo de la Mancha. Refiriéndose a don Quijote, decía el Barbero (IV, 205) «el león manchado».



450-3-8:


Que me andaba a buscar confusamente [...]


«Su significado [el del gerundio] es como el infinitivo cuando representa la acción del verbo en abstracto [...]» (Bello, Gramática, § 443). Por esta razón, muchas construcciones de gerundio se pueden transformar en de infinitivo, y viceversa. He aquí una muy común con la prep. a: a ser verdad lo que me cuentas, todos habrán perecido = siendo verdad lo que me cuentas, todos habrán perecido. De la misma manera, «que me andaba a buscar confusamente» = «que me andaba buscando confusamente». En Cervantes se encuentra la construcción: «le anduvimos a buscar casi dos días por lo más cerrado desta sierra [...]» (Quijote, part. I, cap. XXIII, pág. 308 de la ed. Rivadeneyra). Le anduvimos a buscar... = le anduvimos buscando.

Admite Cuervo, Dicc., I, p. 456, que «andar puede atraer a sí los pronombres pertenecientes al infinitivo», como ocurre en este verso de Ercilla, en el ejemplo de Cervantes ya citado, y en estos dos:


«El mismo os anda a buscar».


Jáuregui.                



Por ocultas selvas
la anduve a buscar [...]


Tirso, El condenado por desconfiado, 3, 17.                




450-4-5:


Unas veces por bien, acariciando [...]


Por bien, frase adverbial bien conocida, que vale amigablemente, usando de razón y no de fuerza, y que se halla empleada una vez en el poema. De su uso nos bastará citar el siguiente ejemplo de Cervantes: «[...] que lo que se puede hacer por bien, no se haga por mal [...]». Don Quijote, P. I, cap. 22.



450-4-7:


Haciendo sin parar corredurías [...]


Corredurías, por correrías, que decimos hoy, y como escribía el P. Ovalle (I, 357): «Aquí levantaron luego los españoles una buena fortaleza, de donde salían a hacer sus corredurías [...]».



451-1-4:


Los campos en cogollo y berza estaban [...]


«Estar en berza los panes o los sembrados y campos, dice el Diccionario de Autoridades, es estar tiernos y por madurar las espigas, como suelen estar para dar verde al ganado».

«El trigo, en sembrándolo, luego nace con gran frescura, pero tan desigualmente, que no se puede coger, porque de una misma sementera al mismo tiempo uno está en berza, otro en espiga y otro en brota [...]». Acosta, I, 230.



451-1-6:


Con los que más a punto se hallaban [...]


A punto, modo adverbial, que define el léxico: «con la prevención y disposición necesaria para que una cosa pueda servir al fin a que se destina». Así, en Don Quijote (P. I, cap. 39): «tenían a punto su ropa [...] para huirse luego [...]».



451-5-1:


Iba yo en avanguardia descubriendo [...]


En la edición príncipe de Zaragoza y en la de Madrid, 1578, 8.°, se puso vanguardia, como también en la en 4.º de dicho año, suprimiendo la a, según queda notado ya en las variantes. Se usaba de ambos vocablos casi indistintamente; pero, como observan Covarrubias, y Aldrete (Del origen de la lengua castellana, hoja 71 vlta.), con más generalidad vanguardia, y añade que viene de la voz italiana avanti, «que vale adelante o en la delantera».





  —385→  

ArribaAbajoCanto Vigesimoctavo

453-segunda línea del sumario:

[...] pasa entre ellos una recia batalla [...]


No diríamos así hoy, nos parece; pero el empleo de pasar en esa acepción es perfectamente castizo y se encuentra autorizado por Cervantes en forma que resulta elegante y expresiva en el siguiente pasaje de Don Quijote (III, 133): «Discreta señora! -dijo don Quijote-. Eso debió de ser por leerla despacio y recrearse con ella. Adelante, Sancho. Y en tanto que estaba en su menester, ¿qué coloquios pasó contigo?».



454-2-1:


Que yo de acuchillado en esto, siento [...]


«Como bien acuchillado. (Por escarmentado)». Correas, Vocabulario, p. 597.

De acuchillado, frase metafórica bien expresiva, cuya verdad, por lo que toca a Ercilla, hemos discutido en otro lugar, y que Oña la imitó, recargándola aún más, cuando dijo (Arauco domado, C. VII, p. 184):


Y sé, de puro bien acuchillado,
que nunca ni tormenta ni bonanza
dejaron de rendirse a la mudanza.


Véase este ejemplo del Guzmán de Alfarache (p. 390): «Hízose así como lo trazó el maestro, y como aquel que de bien acuchillado sabía, etc.».


[...] que ha llegado
de bien acuchillado a ser maestro.


Y en nota observa a este verso de Garcilaso, don Adolfo de Castro: «"No hay mejor cirujano que el bien acuchillado", proverbio antiguo».



454-3-2:


De frente alegre y ojos extremados [...]



Extremados caballeros
no suelen sofrir cosquillas [...]


«Aquí se toma extremados por supremo o perfecto, que no ha de sofrir ni comportar cosa indebida en su perjuicio o contra su honor». Oviedo, Quinquagenas, p. 123.



454-3-7:


Acrecentando más su hermosura [...]


como tres estrofas más adelante:


Por mi linaje y vana hermosura [...]


donde se hace necesario aspirar la hache para que el verso conste.



454-5-1:


«No sé si ya me queje desdichada [...]


«Hoy día es más usual el infinitivo en esta construcción: "no sé si quejarme o agradecer"; pero todavía puede emplearse el subjuntivo. Véase Salvá, p. 195». Ducamin.



455-1-1:


Mi nombre es Glaura, en fuerte hora nacida [...]


«Fuerte hora, la desgraciada o aciaga». Covarrubias.


La batalla de Albraca en tan fuerte hora
se os ha olvidado en término tan poco?


Urrea, Orlando furioso, Canto I, p. 9.                


Fuerte en tal acepción se aplica con más frecuencia a punto y en equivalencia de difícil, terrible caso. Así, Cervantes en el prólogo de los Trabajos de Persiles y Sigismunda decía: «En fuerte punto ha llegado vuesa merced a conocerme, pues no me queda espacio para mostrarme agradecido a la voluntad que vuesa merced me ha mostrado [...]».

Fuerte en esta acepción lo empleó también en Galatea, lib. I, p. 24: «¡Ay! tristes ojos, causadores de mi perdición, ¡y en qué fuerte punto os alcé para tan gran caída!».


Y sangrientas escuadras de contrario
que en fuerte hora ocuparon su ribera.



Que a muchos pareciera caso fuerte
ir por allí huyendo de la muerte.


Rufo, La Austriada, Canto I, hoja 1 v. y C. XXI, hoja 392 v.                


Laso de la Vega, Cortés valeroso, hoja 60:


En esto de Tabasco las riberas,
las costas y marinas ocupadas
fueron de ciertas gentes extranjeras
en fuerte punto y hora allí llegadas [...]


Y uno de nuestros poetas de la colonia dijo:


Llevarlos quiere a todos por sus puntos;
mas duda en quién empiece el caso fuerte,
le hace que a matar ninguno acierte [...]


Monteagudo, Guerras de Chile, C. VII, p. 133.                


Y Barco Centenera (Argentina, hojas 133 v. y 218 v.):


Que por juzgar el caso yo por fuerte,
a verlo fui [...]



No pudo ser secreto este concierto,
alguno al Capitán lo ha revelado,
y como fue en fuerte hora descubierto,
al clérigo de un mástil ha colgado [...]




455-3-1:


«Mas, presto el invidioso amor tirano [...]


Invidioso, anticuado y usado todavía en tiempos de Cervantes, como puede verse, sin muchos otros, en este pasaje de Persiles y Sigismunda: «[...] en fin,   —386→   enmendaré tu suerte de manera que seas siempre invidiado y no invidioso [...]». Pág. 603, ed. Rivad.



455-3-8; 575-3-6:


Que no era tiempo aquél de ser partido [...]



No habiendo entre los dos cosa partida [...]


«Es gente muy partida de lo que tienen unos con otros». Núñez Cabeza de Vaca, Naufragios, etc., p. 529. «Los más de éstos son grandes ladrones, porque aunque entre sí son bien partidos, en volviendo uno la cabeza, su hijo mismo o su padre le toma lo que puede». Id., p. 532.

«Entre aqueste siervo de Dios y el dicho Padre, allende la amistad estrecha y antigua que tenían, no había cosa partida, sino que todo lo que ambos poseían era de cada uno [...]». Las Casas, Hist. de las Indias, t. III, p. 37.

«[...] a tiro de escopeta en mil señales descubría ser bien nacido, porque era generoso y bien partido con sus camaradas [...]». Cervantes, La ilustre fregona, p. 183, t. I, Colec. Rivad.

«[...] son muy partidos en lo que comen y beben». González de Nájera, Desengaño, etc., p. 48.

Hállase en el léxico este adjetivo partido en su acepción de franco, liberal, como anticuado.



455-4-4:


Por hacerle placer lo procuraba [...]


A primera vista es de pensar que se encierra en esta frase por hacerle placer un galicismo de marca, tan acostumbrados estamos a oír pour vous faire plaisir, si bien a nadie choca el hacerle favor, que le es en todo semejante. El ejemplo de Ercilla y los de otros clásicos desvanecen ese falso supuesto.

«[...] que por hacer placer al principal de los cristianos, se lo enviaría para que fuese a enseñarle el camino [...]». Núñez Cabeza de Vaca, Comentarios, etc., p. 582.

«Y porque de su linaje está ya dicho arriba lo que se puede saber, en lo demás ambos eran personas animosas y esforzadas y grandes sufridores de trabajos, y muy virtuosos y amigos de hacer placer a todos, aunque fuese a su costa». Zárate, Conquista del Perú, p. 498, ed. Rivad.

«[...] decía que se había casado con una doncella de mucho merescimiento y que había menester dineros, que le harían gran placer si le prestasen algunos los que los tenían [...]». Las Casas, Hist. de las Indias, t. III, p. 57.

«CIPIÓN.- Sí, que decir mal de uno no es decirlo de todos; sí, que muchos y muy muchos escribanos hay buenos, fieles y legales, y amigos de hacer placer, sin daño de tercero [...]». El casamiento engañoso y coloquio, etc., ed. de Amezúa, p. 323.

En Rinconete y Cortadillo, p. 286, ed. de Rodríguez Marín: «[...] porque la pide el alguacil, que es amigo y nos hace mil placeres al año».

En Don Quijote, P. II, p. 409, Colec. Rivadeneyra: «Bien podría ser, replicó Sancho, mas si vuesa merced gusta que yo le haga venir aquí, iré por él en volandas. Harásme mucho placer, amigo, dijo don Quijote [...]».

«Señor, a este buen hombre le presté días ha diez escudos de oro en oro, por hacerle placer y buena, obra [...]». VII, 157.

«Se ofrecía a hacerles placer en todo». Torres, Filosofía moral, lib. VII, cap. VIII.

«Hazme la barba y hacerte he el copete [...]: hacerse placer unos a otros». Covarrubias.

«También se decía públicamente por Quito que Puelles había ahorcado a Isabel Godínez por hacer placer a una manceba suya». Calvete, Vida de Gasca, I, 444.

«[...] porque tiene necesidad de complacer el que quiere que todos le hagan placer». Alemán, Guzmán de Alfarache, p. 105.

Era frase muy corriente en el lenguaje escribanil de entonces y en el tomo II de esta obra podrá el curioso hallar muchas escrituras en que sale la tal frase.



455-5-6:


Del deudo y deuda haciendo poca cura [...]


Se dijo ya cuál era el valor de curar en casos como el presente: de modo que, hacer poca cura, es como si dijéramos hoy hacer poco caso.



456-1-1:


«Visto yo que por muestras y rodeo [...]


De vulgarísimo empleo resulta en La Araucana ese visto absoluto, como que se le halla más de veinte veces, y aun como en el verso que copiamos, seguido de que, frase que no se registra en el Diccionario, y que, sin duda, en parte por eso, motivó la censura de Baralt. Ella, en realidad, carece de fundamento, pues en el habla castellana su empleo se halla autorizado por la práctica de los escritores clásicos. Bástenos con repetir a este respecto lo que decía el P. Mir, que «si hubiéramos de agregar a ésta [la autoridad del doctor Laguna] las infinitas que abonan la partícula visto que, la muchedumbre cansaría ciertamente los ojos». Hispanismo y Barbarismo, t. II, p. 1012.



456-1-7:


Que a término he llegado al pie del palo [...]


«Estar al pie del palo. (Es estar al pie de la horca)». Correas, Vocabulario, p. 533.


[...] que no es malo
tener al pie del palo quien se duela
del mal, y sin cautela te aconseje.


Al pie del palo, observa don Adolfo de Castro, comentando estos versos de Garcilaso, «término vulgar, equivale al pie de la horca».



456-4-1:


Tú, señora, sabrás que el día primero [...]


A propósito de este verso, que Hanssen cita en su Gramática histórica de la Lengua Castellana, página 41, conviene recordar lo que dice ese autor: «Se conserva el hiato latino cuando las vocales i u acentuadas vienen seguidas de otra vocal: mío, día, súa (ant.), fúy (ant.). Esta regla vale para el castellano   —387→   antiguo y moderno. Pero en la época intermedia, algunos poetas contraen frecuentemente esas combinaciones. Sucedía esto particularmente en la escuela italiana, cuyo legislador fue Garcilaso».

En La Araucana se encuentran numerosísimos ejemplos. En el castellano moderno se respeta esta diéresis mucho menos que en el antiguo, como es fácil comprobarlo, y todavía es notable la transgresión en los poetas mejicanos, que abusan de la sinéresis en forma que hace pensar en un defecto orgánico, o por lo menos, en un vicio atávico.



456-5-6:


Incestuoso, deslëal, ingrato [...]


Observa con razón Ducamin, que Glaura, al increpar de incestuoso a Fresolano, habla como podría hacerlo un cristiano.



457-4-6:


Y vista mi fortuna y malandanza [...]


Fortuna, que tanto puede ser buena como mala, y que en este caso era adversa, como ya lo dijo Cervantes: «de sus prósperas y adversas fortunas [...]». Don Quijote, P. I, cap. 20.



458-1-4:


Que nos coge y anega la corriente [...]


Don Andrés Bello hizo notar que anegar es sólo aparentemente compuesto de negar, y que no es, por tanto, irregular en su conjugación; sobre lo cual observa Cuervo que los americanos solemos decir yo aniego y aun formado el sustantivo aniego, que parece ser un andalucismo; «pero en los escritores peninsulares, añade, no he visto otras formas que las regulares anego, anegas».



458-1-6:


Que, por salvar la vida impertinente [...]


Impertinente: que no hace al caso, que es ya inútil.



458-5-1:


«Fueron sobre él los dos encontinente [...]


Encontinente, anticuado, por incontinenti.


Mandolo así Cortés encontinente,
poniendo en que tuviese efeto espuelas [...]


Laso de la Vega, Cortés valeroso, hoja 123 v.                




459-2-1:


«Y sacando una daga acicalada [...]


Acicalado, en la acepción que le da el Diccionario académico, de limpio, y que hoy entendemos en Chile y lo aplicamos, con exclusión de otra, a las personas, diciendo, v. gr., que fulana se presentó acicalada, por haber apurado el atavío y pulimento de su traje y arreos, en sentido figurado, en una palabra. En el que le atribuyó Ercilla lo vemos citado en estos ejemplos que recuerda el P. Mir (Hispanismo y Barbarismo, t. I, p. 66): «Resoler: "El acero más acicalado no es bastante para herirle". Carta de marear, disc. 7. -Francisco León: "Acicala la espada, vibra el rayo, apareja la saeta". Privanza, p. 314. -Nájera: "Quien viera a Gabriel prevenir el alfanje más valiente, afilar su cuchilla, acicalarla hasta hacerla espejo al sol, disponerla guarnición, juzgara era para defenderse, y era para degollarse". Sermón Vuelta de Egipto, § 7».



459-5-4:


«¡Aguarda! ¡aguarda! ¡ten! gritando fuerte [...]


Ten, singular del imperativo de tener, que en este caso vale detener, como el tenere latino en el Risum teneatis? de Horacio.



459-5-8:


Mientras que él con morir los detuviese [...]


Cuervo ya hizo notar que con, con un indicativo, equivale al gerundio; diríamos, pues, en este caso muriendo. Son numerosos los ejemplos de semejante construcción en los clásicos, algunos de los cuales podrán verse en el Diccionario de aquel autor, I, p. 300.



460-1-6:


A los primeros ímpitus rendida [...]


Ímpitus, cuya forma se conservó así en todas las ediciones anteriores a la de 1597, si bien conviene advertir que sin discrepancia se puso ímpetu en el primer verso del Canto XXXI:


Muchos entran con ímpetu y corrida [...]


De donde parece deducirse que cuando la Tercera Parte -en la que se halla este verso- se publicó en 1589, ya aquella primera forma había pasado a ser anticuada. En América, sin embargo, como sucede hasta hoy con no pocas voces, se conservaba aún aquella en los primeros años del siglo XVII. Véase este ejemplo de El Temblor de Lima de Pedro de Oña, fol. 9:


Fue el aprieto mayor del pueblo triste,
creyendo que con ímpitu saliera [...]


Entre nosotros era cosa corriente ímpitu, todavía a mediados del siglo XVII:


A un tiempo por tres partes arrojado,
con ímpitu mortal, horrendo y duro
llegó [...]


Monteagudo, Guerras de Chile, C. VIII, página 154.                




460-2-8:


Como que combatiesen fuertemente.


«Como que + indicativo = como si. Ni Cuervo, ni Salvá señalan este significado ni esta construcción. La misma expresión, que se halla más adelante, no tiene tampoco el significado indicado por Cuervo (pár. 1247), de así es que». Ducamin.

En el caso del verso de Ercilla, el tiempo del verbo es de subjuntivo, advertiremos desde luego.

Dejando para su lugar lo relativo a esa segunda vez en que se halla el como que, veamos lo que se ofrece respecto de tal frase en el presente verso; y bastará para ello ocurrir al léxico, el que nos dice que este adverbio como, reviste, a veces, el carácter de conjunción causal, acepción en la que suele preceder   —388→   a que, desempeñando el mismo oficio en la oración; y tal es lo que ocurre en este verso y de que es fácil encontrar ejemplos en Don Quijote: «[...] vuelva a ella los ojos [...] como que le pide con ellos le favorezca [...]». «[...] y como que le dice vuestra merced ahí, todo cuanto quiere [...]».

«Como que en el mundo no se podrá hallar otro que así supiese seguir un pleito, poner una demanda y enredar un laberinto». Cetina, Obras, II, 180.

Por lo que toca a la alusión a Cuervo, este en su Diccionario, II, p. 237, hasta cita el verso de que se trata como ejemplo de que «es completamente normal la construcción cuando la proposición es acusativo de un verbo precedente: "oyó como que lloraban" = "oyó como llantos"».



461-1-4:


Muchas veces propuse de matarme [...]


Este de redundante ocurre con mucha frecuencia, según hemos dicho ya, en La Araucana y en los buenos escritores de antaño, v. gr., en estos ejemplos tomados del Don Quijote: «[...] propuso de hacerse armar caballero [...]». «[...] os juro de volver a buscaros [...]». «[...] maldíjose de nuevo y propúsose en su corazón de dejar a su amo [...]». I, 69, 121; II, 94.

«Y no holgará decir, observa Rodríguez Marín, comentando este último pasaje, que este de es aquel mismo a que se refiere Juan de Valdés en su Diálogo de la Lengua: "una de que se pone demasiada y sin propósito ninguno, diciendo: 'No os he escrito esperando de enviar'; donde estaría mejor, sin aquel de, decir esperando enviar"».



461-2-2:


De contrarios y dudas combatida [...]


Y en tres pasajes más, como ser (509-4-6):


Destos juntos contrarios combatido [...]


Contrario, usado como sustantivo, en su valor de embarazo, impedimento, acepción en que es frecuentísimo hallar empleada esa voz en los títulos expedidos por los gobernadores de Chile a los corregidores y otros funcionarios públicos, al ejemplo de lo que se lee en las leyes de la Recopilación: «y los nuestros tesoreros y oficiales de las nuestras Casas no hayan lugar de poner embargo ni contrario alguno».



461-3-5:


Quise venir en traje diferente [...]


Diferente, esto es, disfrazada, como se dice en el siguiente verso; y disfrazada en traje de hombre, cosa que, como lo advierte Ducamin, Ercilla nos había dejado ignorar hasta este momento, y aun parece que hubiera en esto una contradicción con lo que había dicho antes (451-5-5, 4):


Cuando vi de través salir corriendo
una mujer, al parecer turbada [...]


y poco después (454-3):


Era mochacha grande, bien fornida [...]




461-3-8:


Déste que la fortuna me desvía.


Sostiene Ducamin que este que tiene aquí el valor de el de que; pero, en verdad, es simple reproductivo.



461-4-1:


«¿Qué remedio me queda ya captiva [...]


Captiva, latinizada, por cautiva, como se puso en la edición de Madrid, 1578, 8.°. En su forma antigua la usó Cervantes, tanto en verso como en prosa:


Si es insufrible dolor
tener en prisión esquiva
el cuerpo libre de amor,
tener el alma captiva
¿no será pena mayor?


Galatea, lib. VI, p. 250.                


«Vos sí, señor mío, sois el verdadero dueño desta nuestra captiva [...]». Don Quijote, III, 292.

Baltasar del Alcázar usó la forma verbal (Poesías, p. 23):


Pudiera sustentarse una esperanza;
mas ésta ¿quién alcanza?
En duda, mi fe viva
es la que le sustenta y le captiva.


Conviene recordar que hay diferencia entre cautivo y prisionero, para que se note la exactitud con que Ercilla empleó aquí esa voz, pues, según Covarrubias, aquél es el infiel, y éste el católico.



461-4-7:


Bien que el estado en que me toma es fuerte,
mas nadie escoge el tiempo de su muerte.


Pregúntase Ducamin: «¿Qué es lo que quiere decir Glaura? Nicolás traduce: "¡Ay! cualquiera que sea la aflicción en que me hallo, lo comprendo, nadie puede elegir la hora de su muerte".No se ve muy bien la conexión de las ideas expresadas por las proposiciones principales y subordinadas, ni en la traducción, ni en el texto».

A nuestro entender, procede la duda de no haber alcanzado los comentadores franceses el significado que en este pasaje reviste fuerte; sobre lo cual quedó nota (455-1-1) al hablar de «fuerte hora».



461-5-2:


Iba sus desventuras recontando [...]


Recontar, que se encuentra también en este verso de La Angélica de Barahona de Soto:


A algunos recontó su casamiento [...]


por contar, relatar, referir, aunque ya se usaba mucho en el primer tercio del siglo XVI, según asevera Rodríguez Marín, calificándolo de italianismo (raccontare). Luis Barahona de Soto, p. 391.

En la Crónica de Enrique IV: «E pues que a los historiadores señaladamente se otorga, e a ellos solos, como jueces de la fama e pregoneros de la honra es dado, de la gran prosperidad recontar enteramente, e de las adversidades hacer larga relación».

  —389→  

En una de las coplas de arte mayor de Juan de Mena:


Que temo vergüenza, no siendo culpable,
cuando por extenso lo habré recontado.



No quiero perder tiempo en recontarte
mis pasados ardores;
no pienso recitar viejas historias.


Cetina, Obras, I, 226.                


Lo hallamos en Fernández de Oviedo: «De los depósitos deste libro, de que se recuenta un caso muy notable que acaeció en una plaza de la provincia de Nicaragua [...]». Hist. de las Indias, t. I, p. 254, sumario del capítulo L.

Pedro Cieza de León en su Crónica del Perú, páginas 394 y 403: «Tienen gran cuidado de hacer sus areitos o cantares ordenadamente, asidos los hombres y mujeres de las manos, y andando a la redonda a son de un atambor, recontando en sus cantares y endechas las cosas pasadas [...]». «Y en otras partes, como iré recontando en esta historia [...]».

Juan de Castellanos, Elegías, hoja 6 y página 4:


Ni me paresce bien ser importuno
recontando los celos de Neptuno [...]



Otros quieren decir queste camino
que del piloto dicho se recuenta [...]


Barco Centenera lo usa muchas veces en su Argentina (hojas 1, 62, 96 v., 154 v., y 219). Vaya una muestra:


Haré con vuestra ayuda este cuaderno
del Argentino Reino recontando
diversas aventuras y extrañezas,
prodigios, hambres, guerras y proezas.




461-5-7:


Creciendo indios así que parecían [...]


Se ofrece aquí la expresión así que, conjuntiva, equivalente a de manera que, como el latino adeo ut o ila ut.

Media también la elipsis del artículo los. Estas elipsis eran más comunes antes que ahora. «Nos diferenciamos de todas otras gentes [...]» (Granada, Guía de Pecadores, lib. II, par. II, cap. XVI).

«Conviene que todas veces que habláremos [...]» (Id., id., cap. XIV).

«Con todo eso, le habéis de acompañar si fuese necesario, buen Sancho, porque os lo rogarán buenos [...]» (Quijote, part. II, cap. XL, pág. 488 de la edición Rivadeneyra).



463-4-7:


Revuelto a mí me dijo: ¿Qué te importa [...]


Revolver, en su significado de vuelto de nuevo, de su simple volver: acepción que el léxico no le concede, pero que, sin ir más lejos, hallamos en el capítulo VII de la Primera Parte de Don Quijote: «[...] y volvía y revolvía los ojos por todo sin decir una palabra [...]».



464-2-7, 8:


Que el bagaje, la chusma y el ganado
tenía impedido el paso y ocupado.


Otro ejemplo de un verbo en singular concertando con varios sujetos, de que ya se ofreció otro caso en 310-2-3.



464-3-3:


Después va en forma oblica largo trecho [...]


En la edición de Madrid, 1578, 8.°, se puso oblicua, pero ya en todas las posteriores se conservó oblica, como se decía antes, y era también lo corriente, si se trataba de la rima, por la dificultad bien notoria del consonante, como en este ejemplo:


De un jabalí, que el daño multiplica
su fiero diente con herida oblica.


Alcázar, Poesías, p. 191.                




466-1-7:


Cual banda de palomas al verano [...]


Al por en el. No es desconocida esta permutación:


Tú, sabio autor, al mundo único y solo.


Don Quijote, Soneto de Amadís de Gaula a D. Quijote, p. 254 de la ed. Rivadeneyra.                


En las locuciones estar a la puerta, estar a la mesa, hay la misma permutación.



466-3-8:


Los bastaba a vencer el sobresalto.


Los refiriéndose a gente, nombre colectivo, y en cuyo caso ya se sabe que tanto puede ir el artículo en singular como en plural; pero ¿debió decirse los o les?



466-4-4:


Cada cual solevado alto en la silla [...]


Soliviar trae Covarrubias, y así se puso en las dos ediciones de Madrid, 1578; y, por tanto, debe decirse soliviado. En el verso transcrito equivale a expresar «empinado en los estribos», conforme al significado de soliviar: «alzarse un poco el que está sentado, echado o cargado sobre una cosa, sin acabarse de levantar del todo».

Sin embargo, en el siguiente ejemplo, solevado está empleado en el mismo significado, figurado, que tiene en este verso de Ercilla:

«Muestra el auctor cuan eficaces sean las obras de los buenos poetas para encarecer los hechos virtuosos de los señores, amonestando los príncipes a solevarlos y tenerlos en precio [...]». Urrea, traducción del Orlando, sumario del Canto XXIV.

Da el léxico como sinónimos a solevar y sublevar, y en el de Autoridades se invoca, como testimonio de este valor, a Saavedra Fajardo, Empresa 55, que dice: «De ellos depende la multitud, siendo instrumentos dispuestos a solevarla, o a componerla, como se experimenta en las rebeliones de Cataluña y Portugal». Añadiendo, lo que ya no hizo el léxico, que también correspondía a solevantar, invocando esta vez la autoridad de Cervantes, Don Quijote, P. II, cap. 32: «En más se ha de estimar y tener un humilde virtuoso, que un vicioso solevantado».



466-5-8:


Nos pusimos a vista y caballero [...]


Recuérdese lo dicho acerca de esta voz caballero en la página 8-5-6.



  —390→  

467-1-3:


Que aunque llevó de golpe muchamente [...]


Acepción de golpe diversa de las que quedan consignadas más atrás (298-1-2; 299-1-5) y, por cierto, muy frecuente y usada. Ercilla la empleó otra vez (513-1-8):


Que descargó de golpe en un momento [...]


Defínelo el Diccionario de Autoridades: «modo adverbial que significa de repente, precipitadamente, o sin prevención ni esperarse»; pero que nos parece que vale también de una vez.



467-1-5:


Y así, remolinando torpemente [...]


Remolinar es verbo neutro, y vale hacer o formar remolinos una cosa; úsase más como reflexivo, y en su sentido figurado vale «amontonarse o apiñarse desordenadamente las gentes»; a diferencia de remolinear, que es activo, aunque se usa también como neutro y reflexivo; significa «mover una cosa al rededor en forma de remolino».



467-4-5:


Al rumor de las cuales caminando [...]


¿A qué alude las cuales? Por el femenino que reviste, parece que a fiesta y vitoria, y así, quizás, lo entendió Rosell cuando puso dos puntos después de atambores; pero sin duda está más en armonía con el rumor de las trompetas, clarines y atambores, y en tal caso debió escribirse los cuales. Hay aquí un evidente solecismo, por descuido del autor, el cual sólo tuvo presente, tal vez, el vocablo trompetas al hacer la concordancia del relativo.






ArribaAbajoCanto Vigesimonono

470-1-3, 4:


Que por la cara patria han convertido
en sus mismas entrañas las espadas [...]


Convertir, que vale «volver, enderezar hasta cierto punto», que, empleado con en, al decir de Cuervo, es «raro e impropio».



470-4-1:


«Conviene ¡oh! gran senado religioso [...]


Vimos ya que en una ocasión anterior el poeta dio a los caciques el calificativo de sacros varones, y hétenos aquí con que ahora les llama senado religioso, adjetivo que sólo podemos tomar en este caso en su acepción de «fiel y exacto en el cumplimiento de sus deberes»; si bien, a pesar de todo, tales expresiones no pasan de ser reminiscencias de las arengas que se pronunciaban delante del areópago o del senado romano, pero que disuenan, como lo observa Ducamin, (p. LXV, nota) aplicadas a estas asambleas tumultuosas de caciques turbulentos, borrachos y ateos.



470-4-5:


Las casas, ropa y mueble infrutuoso [...]


Ropa tenía antaño, al menos en América, un sentido mucho más amplio que el que hoy concedemos a esa voz, pues tal se llamaba todo género de telas; así, a las fabricadas en Chile, las designaban con el nombre de ropa de la tierra. Véase, por ejemplo, lo que escribía el P. Ovalle (I, 19): «[...] y todas aquellas minas y ciudades de la tierra dentro, donde no se gasta otra ropa que la de Chile [...]».

Infrutuoso, forma arcaica de infructuoso, no registrada por el léxico. En este verso vale lo que superfluo, «que resulta sin provecho».



470-5-3:


Que no es bien que haya asiento en la hacienda [...]


Asiento, empleado en su acepción figurada de estabilidad, permanencia, en cuya significación era muy corriente antaño, en América al menos, decir por una persona que se avecindaba en un lugar, estar de asiento en él.

En hacienda debe aspirarse la h para la medida del verso.



470-5-1:


Resueltos, pues, en esto y decretado [...]


frase que el poeta estampó en 9-5-5, casi con las mismas palabras:


Y resueltos en uno, y decretado [...]




471-5-5:


Después del alboroto sosegado [...]


Efecto curioso de hipérbaton, sin dejar oscura la frase, puesto que alboroto y sosegado no se compadecen: y ya se ve, que lo que el poeta dijo fue: «después de sosegado el alboroto».



472-1-8:


El mayor y mejor repartimiento [...]


Ya se dijo que se trata de repartimiento de indígenas.

  —391→  

Ya daban provisiones de encomiendas
y los repartimientos repartían.


Oña, Arauco domado, C. XV, p. 383.                




472-2-4:


Y del militar orden excluido [...]


Hábito había escrito Ercilla en las dos ediciones de Madrid de 1578, que corrigió por orden en la de 1589-90, haciendo masculina a esa voz, que la gramática pide hoy que sea femenina. Véanse en el glosario los cambios de género que reviste en el poema.



472-3-1, 2:


«Así que, yo también determinado
de seguir vuestros votos y opiniones [...]


Dice Salvá (Gramática, p. 287): «Determinar de juntarse. Así lo hallo en la Guerra de Granada por Hurtado de Mendoza, y así suelen decirlo los naturales de Castilla; pero lo corriente es no poner la preposición».

Añadiremos que Cervantes usó de ese verbo dándole el mismo régimen de: «Real y verdaderamente -respondió el del Bosque-, señor escudero, que tengo propuesto y determinado de dejar, estas borracherías destos caballeros [...]». Don Quijote, V, página 235.



472-4-1 a 4:


Ya tendréis en memoria el desafío
que Rengo y yo tenemos aplazado;
asimismo el que tuve con su tío,
que quiso más morir desesperado [...]


Recuérdese lo dicho sobre estos incidentes por el poeta en el canto XVI (276-3) y en el XIX (318-4 y 5). El tío se llamaba Peteguelén.

Adviértase también que aplazado no significa aquí diferido, postergado, sino sitio y lugar señalado, como cuando en otra parte dijo «batallas aplazadas».



472-5-2:


Entre todas las gentes, pues se trata [...]


Trata en todas las ediciones, pero tentados estamos de creer que el poeta debió escribir jata, por jacta, que decimos hoy, pues tal es lo que claramente se deduce bien considerado el contexto.



473-2-6; 542-4-7:


Procura de quedar manco o tullido [...]



Procurar de tener con diligencia [...]


En varios lugares del poema, que podrán verse en el glosario, Ercilla empleó este verbo procurar, ya como se acostumbra hoy, ya con el régimen de, construcción esta última que tiene sabor galicado, pero que no era rara en los antiguos escritores. Así, dice Salvá (Gramática, p. 311): «Procurar de ir. Aunque lo dijeron nuestros mayores, ahora parecería un galicismo, pues siempre callamos la preposición».

En Cervantes ocurre también el empleo de procurar de; así, en Rinconete y Cortadillo: «mas yo, que por ser humilde, no quiero tratar con personas tan graves, procuré de no verme con él [...]»: frase en la que Rodríguez Marín nota que «este de es aquel mismo a que se refería Juan de Valdés en su Diálogo de la Lengua: "una de que se pone demasiada y sin propósito ninguno, diciendo: 'No os he escrito esperando de enviar'; donde estaría mejor sin aquel de decir esperando enviar"». Nota 41 a la edición hecha por nuestro insigne amigo.



474-1-8:


Y ninguno ignorancia pretendiese [...]


Alegar o pretender ignorancia: frase del estilo forense, que vale tratar de excusarse con el desconocimiento de la ley o de los hechos.

El léxico dice: «Pretender uno ignorancia, fr. Alegarla».

El artículo 8 del Código Civil de Chile reza: «No podrá alegarse ignorancia de la ley [...]».



474-2-6:


Árbol, pared, ventana ni tejado [...]


Paredes, ventanas y tejados, que no existían y que sólo traducen un concepto hiperbólico de parte del poeta.



474-5-7:


Airoso cada cual quedó a su lado [...]


Esto es, en la parte del estacado que le habían señalado.



475-3-5:


¿Quién por estilo igual decir pudiera [...]


Por estilo igual: ¿alude el poeta a un modo de escribir uniforme, o a que su lenguaje se halle a la altura de los sucesos que va refiriendo? Seguramente que a esto último, en vista del valor comparativo que reviste la preposición, pues, de otro modo, habría dicho con.



475-5-1:


Serpiente no se vio tan venenoso [...]


Serpiente, femenino, empleado como masculino, sin duda por licencia poética y exigencia de la rima: caso que no vemos consultado por los preceptistas.



476-1-3:


Que la ferrada maza irreparable [...]


Para explicarnos el valor de este adjetivo, hay que tener presente que una de las acepciones de reparar es «oponer una defensa contra un golpe para librarse de él».



  —392→  

476-3-2:


Era cosa admirable la fiereza
de los dos en valor al mundo raros [...]


Este giro que nos parece un tanto enrevesado por la trasposición que encierra por el al, que viene a significar para el, o en el, y por la misma acepción de raro, ha sido imitado casi textualmente por Cervantes en su Canto de Calíope (Galatea, p. 235):


Callaré yo lo que la fama canta
del ilustre don Pedro de Alvarado,
ilustre, pero ya no menos claro
por su divino ingenio al mundo raro.


Y antes, cuando dijo (p. 82):


Mi alma tu belleza al mundo rara
vio tan curiosamente, que no quiso
en el rostro parar la vista clara.


Giro que, en verdad, Cervantes usaba ya desde temprano, pues en la elegía que, siendo estudiante, dedicó al cardenal don Diego Espinosa, se encuentra en el siguiente terceto:


Con él vuestra virtud al mundo rara
se tiene de extender de gente en gente,
sin poderlo estorbar fortuna avara.


Colec. Rivadeneyra, t. I, p. 706.                


Resulta, además, frecuentísimo en poesía, como va a verse:


El nombre era conforme a aquesta fama.
Virtud ésta se llama, al mundo rara.


Garcilaso, Égloga II.                



Invictísimo Rey, único amparo,
firmísima columna de cristianos,
tu nombre esclarecido al mundo raro
gloria será y honor de los hispanos [...]


Cortereal, Victoria de Lepanto, Canto XV, hoja 211 v.                



Dándole luz bastante el día sereno
para ver la belleza al mundo rara.


Valbuena, El Bernardo, p. 232.                



Y Anás, de aquella injuria al mundo rara
entre risa y favor mostró los dientes [...]


Hojeda. La Cristiada, h. 101.                



Si lo que el alma me revela, cuando
Filis contempla la divina y rara
beldad al mundo, más que al cielo clara [...]


Obras de Francisco de la Torre, Madrid, 1631, hoja 25 v.                




478-3-5:


Y al arte nuevas fuerzas ayuntando [...]


Ayuntar, que vale juntar, es anticuado; primitivamente yuntar, del latín iunctus, iungere. Se le encuentra todavía en Cervantes (Don Quijote, I, capítulo 46): «[...] y vio lo que prometían el verse ayuntados en santo y debido matrimonio [...]».



479-2-6:


De un fuerte rodeón se desafierra [...]


Rodeón, aumentativo de rodeo, que vale, según el léxico, «vuelta en redondo».

El Diccionario de Autoridades cita el siguiente ejemplo de la Pícara Justina: «Tras esto, reconoció espada y daga, y, finalmente, dando un rodeón al chapeo, alzó los ojos».



479-3-7:


Con tempestad de golpes presurosos [...]


«Una tempestad de cosas. (Por muchas, en abundancia)». Correas, Vocabulario, p. 546.


Y dando y recibiendo una avenida
y tempestad de golpes, hizo el plazo
de su vida más breve un altibajo,
que un brazo al Rey de Ponto le echó abajo.


Valbuena, El Bernardo, p. 230.                


Cervantes en Don Quijote (I, p. 131): «[...] y acudiendo por los demás trozos de la lanza, los acabó de deshacer sobre el miserable caído, que, con toda aquella tempestad de palos que sobre él vía, no cerraba la boca [...]».

No registra el léxico a tempestad en tal acepción.



479-5-7:


Y un doble zaragüel de ñudo grueso [...]


Zaragüelles, en plural, escribió Cervantes en La ilustre fregona, p. 184, ed. Rivad., y en tal forma figura en el léxico, sin concederle singular. Es voz que procede del árabe. Era cierta especie de calzones anchos y con pliegues follados, que todavía usan los campesinos de Valencia y Murcia.



480-2-1:


¡Guarte, Rengo, que baja, guarda, guarda [...]


«El imperativo guárdate, dice Cuervo en sus notas a la Gramática de Bello (p. 374), se sincopaba en guarte:


Gana el tesoro verdadero,
guarte del fallecedero.


Conde Lucanor, cap. XV.                



Guarte, pues de un gran cuidado,
que el vengativo Cupido,
viéndose menospreciado,
lo que no hace de grado
suele hacerlo de ofendido.


Gil Polo.                


A estas citas añadiremos esta del Guzmán de Alfarache: «[...] ni tomar el consejo de los que dicen "haz bien y guarte" [...]» (p. 408); y los dos que siguen del Arauco domado (C. III, p. 79, y C. XVIII, 486):


¿Porqué, Neptuno, agora tanto enojo?
¿Porqué tu furia llega a tal extremo?
Pues guarte, no revientes, que lo temo [...]



Y guarte no repares con la mano,
que te la cortarán a cercén luego [...]


Y una de otro poeta chileno, que usaba de la misma voz todavía a mediados del siglo XVII:


Gallardas compañías seis reparte
en seis gallardos jóvenes briosos,
que cada cual excede al crudo Marte
en memorables hechos vigorosos:
¡oh! ¡bárbara canalla!, ¡guarte, guarte!


Purén Indómito, Canto XXIII, p. 453.                


Aun vemos que Jovellanos en su Idilio a Anfriso emplea semejante exclamación:


Cuando se muestra airada,
no adules su malicia
con quejas vergonzosas
con lágrimas indignas,
—393→
¡ay! guarte no te dobles
¡ay! guarte no te rindas.


Guarte era una de aquellas voces que Pedro Espinosa aconsejaba que no se emplease, por caer dentro del dictado de esas «vulgares, mal sonantes, humildes, mal significativas, impertinentes, sin decoro, sin gala, misterio ni alusión [...]». El perro y la Calentura, p.106 de Obras de... coleccionadas y anotadas por D. Francisco Rodríguez Marín.

En cambio, el guarda resulta sumamente expresivo cuando se emplea con oportunidad; por ejemplo, en este pasaje de Don Quijote (V, 220): «[...] antigua usanza establecida y guardada de los andantes caballeros, quitar el freno y colgarle del arzón de la silla; pero quitar la silla al caballo, ¡guarda!».