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Retrato de Ercilla

Por lo que toca a la edad, tampoco podía caber duda, puesto que ese retrato se registraba por primera vez en la obra y ésta salía a luz en 1569 y sabemos que Ercilla había nacido en 1533; deficiencias que se cuidaron de salvar en los de los otros poetas a que aludimos, colocando en los óvalos respectivos sus nombres y edades.

Bajo el punto de vista tipográfico, la anomalía mayor debemos verla, sin duda, en que fuese colocado en la última página de la obra, que debemos buscar, nos parece, bien fuera en que Ercilla no pensara adornar con él su libro, idea que le ocurriría cuando ya la impresión estaba empezada y no podía por eso dársele cabida en algunas de las hojas que precedían al texto; o bien en que el artista encargado de abrirlo no lo hubiese entregado en tiempo oportuno para ello: circunstancias todas de mucho menos interés para nosotros que la de averiguar el nombre de ese artista. Como ese retrato ha pasado enteramente desconocido, puede decirse, hasta que M. Archer M. Huntington lo reprodujo en la edición en facsímil que hizo de la edición de la Primera Parte de La Araucana, carecemos de la opinión de los especialistas en ese orden de estudios en España. Así, Ceán Bermúdez sólo examina el que apareció en la edición de 1590, considerándolo como el primero que se hubiese grabado de Ercilla579, y Barcia y Pérez Pastor el de 1578, según hemos de verlo. En tal eventualidad, no cabe, pues, otra cosa que conjeturas más o menos probables. Desde luego, puede en este caso asegurarse que ha debido de ser obra de algún artista extranjero, ya que el cultivo del grabado entre los españoles, -y otro tanto podemos decir, respecto a lo que ocurrió en América-, sólo vino a producirse en época muy posterior a la de que se trata. Quedaría entonces por saber si fue ejecutado por alguno de ellos en la Península misma o fuera de ella, hipótesis esta última que bien pudiera admitirse en vista de que Ercilla había estado hacía no mucho tiempo en Austria y al hecho que notábamos de haber llegado el retrato en la hora undécima a la imprenta. Pero, sin   —245→   duda, es esto lo menos probable y el nombre del grabador debemos buscarlo entre los que entonces residían en algunas de las ciudades de España. ¿Acaso Sevilla, donde vemos aparecer en ese tiempo obras como la de Nicolás Monardes, adornadas con retratos? El cotejo de ese retrato con el de Ercilla a que venimos refiriéndonos demuestra que no proceden del mismo buril, y la comparación con el del mismo Ercilla de 1578 parecen indicar como más probable que ambos lo son de un solo artista. El grabador de este último y, por tanto, del de 1569, habría sido, según Barcia y Pérez Pastor, Juan de Arfe y Villafañe580.

Juan de Arfe y Villafañe fue hijo de Antonio de Arfe, y éste de Enrique581, cuyo apellido debía de ser, probablemente, Harff, que pasó a España en el séquito de Felipe el Hermoso, en 1506, y se estableció primeramente en León. Los tres Arfes fueron plateros y orfebres y ocuparon casi toda su vida en el trabajo de las custodias que hicieron para diversas catedrales y otras iglesias de la Península.

Juan había nacido en León, en 1535, y se radicó en Valladolid, de donde efectuó algunos viajes para atender a los encargos que se le hacían.

«Apenas contaba con veinticinco años, cuando el Cabildo de Ávila le encomendó la ejecución de la custodia, en que trabajó de 1564 a 1571... Desde esta época ya no reposa el maestro: siguen las custodias de Burgos (destruida en 1588), Valladolid (1590), Osma y San Martín en Madrid. Le ayudaba Lesmes Fernández del Moral, esposo de su hija doña Germana de Arfe.

«Juan dejó dos libros, uno que trata del conocimiento del grado de pureza de los metales y piedras nobles; titulado Quilatador de la plata, oro y piedras (Valladolid, 1572); el otro, una especie de fundamentos del arte: De varia conmesuración para la escultura y arquitectura, esto es, sobre las diferentes proporciones en estas dos artes. El resumen de su doctrina está reunido en octavas; de las que se hacen explicaciones más detalladas en prosa. Apareció en Sevilla en 1585, y está dedicado á don Pedro Girón, primer duque de Osuna; fué reimpreso después en el siglo XVIII, y aun más modernamente; hoy es muy raro»582.



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«Su último trabajo parece haber sido aquella estatua de bronce del cardenal arzobispo de Toledo D. Bernardo de Sandoval y Rojas, la cual, según las actas reproducidas por el Conde de la Viñaza en sus Adiciones, modeló en cera, en la colegiata de Lerma. Esta importante estatua, al lado de la perdida, de su hermano el arzobispo Cristóbal de Sevilla, de las de los Duques de Lerma, ahora la obra principal del Museo de Valladolid, pertenecía á un monumento de familia de los Sandoval, proyectado, encargado primeramente á Pompeo Leoni, en San Pablo de Valladolid, compuesto según el modelo del monumento Real en el Escorial»583.



A estos datos que trae su biógrafo, añadiremos que hallándose en Madrid, en una escritura que otorgó allí en 14 de julio de 1572, se llama «platero, vecino de Valladolid», y firma recibos por ciertos maravedís situados en la renta del servicio y montazgo de los ganados, a nombre de Isabel Gutiérrez; su suegra584. Sabemos también que en 1599 hizo un viaje a Madrid585, probablemente desde Segovia, de cuya Casa de Moneda era por ese entonces ensayador titular586. Falleció en fines de Mayo o principios de junio de 1603587.

Aquel viaje a Madrid y en tal fecha y lo que consta de su profesión hacen, pues, verosímil la suposición de que pudo ser el autor del retrato de Ercilla, si bien sus trabajos en otro orden mucho más elevado; que le demandaban todo su tiempo y sus tareas de orfebre parecen alejarla; y de ahí por qué nos inclinamos a considerar ese retrato como obra de Antonio de Arfe, padre de Juan, que por aquella época grababa en madera y firmaba las portadas o frontis de algunos libros588.

Forzosamente hemos tenido que hacer referencia al segundo retrato de Ercilla, que salió en las dos ediciones de 1578, en la príncipe de la Tercera parte, en 1589, en la completa del poema, terminada en el año siguiente, y que se ve por última vez en la que el Licenciado Várez de Castro llevó a cabo en 1597, el mismo en todas, porque las ligerísimas variantes que en ellos se notan, proceden, a nuestro entender, de retoques casi imperceptibles, o del consiguiente desperfecto causado por las numerosas tiradas a que resistió. La figura del poeta se ve en él encerrada dentro de un óvalo de cuatro líneas, de tamaño más aumentado que el de 1569, enteramente de perfil a la derecha, mostrando alguna corrección en la nariz, que la hace en parte aguileña, con   —247→   los ojos más salientes, aunque con la misma barba crespa y el cabello menos levantado de que hablaba Mosquera de Figueroa, también con armadura completa y con el manto de caballero de Santiago suspendido del hombro derecho. Ercilla parece representar los 44 años que contaba en 1578, y al hacerlo grabar para la edición de su obra que salió en ese año, acaso lo único que tuvo en mira fue que se le viese adornado con la cruz de la Orden de Santiago, que tanto demostraba estimar. Como obra de arte, en su ejecución revela una mano, sino menos diestra, talvez menos cuidadosa que la que había ejecutado el anterior, y en todo caso más amanerada.

Retrato de Ercilla

Ese retrato, merced a haberse vulgarizado en tantas ediciones del poema, ha sido el que sirvió de modelo a cuantos se hicieron, a contar desde el último cuarto del siglo XVIII en adelante, con desprecio del primero, que es, en nuestro concepto, el mejor en su aspecto artístico y el que más fielmente deja ver los rasgos de la fisonomía de Ercilla y que debe, por tanto, preferírsele en adelante, si aun fuera tiempo de reaccionar contra tan continuada tradición.

El de 1597 fue el último retrato del poeta que circuló, hasta que Sedano hizo grabar en cobre por Manuel Salvador Carmona el que incluyó en el tomo II de su Parnaso Español, que reproducimos aquí. Ese artista había nacido en 1734; estudió en París, donde alcanzó el título de miembro de la Academia de Pintura y Escultura; fue más tarde primer grabador de cámara del Rey de España y autor de varios otros retratos, -entre ellos los de Guzmán el Bueno y de Carlos Tercero-, y de varias estampas religiosas. Falleció en 1790589.

Pocos años después, el renombrado librero-editor de Madrid don Antonio de Sancha hacía grabar otro retrato, del mismo estilo y tamaño que el de que acabamos de hablar, para su edición ilustrada de La Araucana que dio allí a luz en 1776. El grabador fue en esa vez Juan Moreno Tejada, que ejecutó su trabajo por el dibujo de Arnal, según consta de la leyenda que se ve en la empuñadura de la espada puesta al pie entre otros atributos militares, y que resultó un trabajo, sino simple copia, por lo menos talvez superior al que le sirvió de modelo.

«Moreno de Tejada (Juan).- Grabador en dulce y escritor español. Floreció á fines del siglo XVIII y en los comienzos del XIX. De su vida no tenemos apenas más noticias que las contenidas en las siguientes líneas de una obra suya que se cita más abajo: "La obligación de mi filial obediencia me llevó á los liceos salmantinos, y me retuvo allí hasta la edad de veinte años, y mi genio hizo que formase mi principal   —248→   estudio de lo que se llaman Humanidades ó Bellas Letras... Yo debía ser un artista y no un teólogo ó jurisconsulto. Mi inclinación, mi genio, y sobre todo la reflexión de que los hombres para encontrar su felicidad deben obedecer y oir la voz de la naturaleza, pusieron en mi mano el lapicero y los buriles, dejando para genios más severos cátedras con sus eternas disputas. Gracias al cielo no tengo que quejarme de mi elección y mis tales cuales obras artísticas dirán siempre mejor que yo si fué ó no acertada. Sólo diré que en la época en que yo emprendí el arte del Grabado, apenas había en España profesor de quien aprender los principios con solidez y con gusto, porque don Juan Palomino pasaba de los ochenta años, y D. Manuel Carmona estaba aún en París, y por esta causa me vi precisado á ser maestro de mí mismo, estudiando de noche el diseño en la Academia y de día las estampas de los mejores grabadores de la Europa, y siguiendo un sendero escabroso, hasta entonces nunca hollado". Moreno de Tejada firmó algunas de las láminas de la edición del Quijote publicada por la Academia Española en 1782, y todas las de la anotada por Pellicer; las láminas de las Novelas ejemplares de Cervantes, edición de 1803; las de la obra intitulada Instrucción para las escuelas; las del folleto Toques de guerra; una vista de la Colección de Aranjuez, y los retratos de Enrique II, Rebolledo, Cascales y Villaviciosa. Además de otras distinciones, poseyó los nombramientos de individuo de mérito de la Academia de Nobles Artes de San Fernando, individuo de la Academia de San Carlos de México y grabador de cámara de Carlos IV. Escribió una obra en verso con este título: Excelencias del pincel y del buril...»590.

Retrato de Ercilla

4.º.- Pp. III-XII.- Pág. bl.- Pág. con un epígrafe de Platón.- 174 pp. + 1 s. f. con las correcciones y final bl.- Dos láminas en cobre grabadas por sendos discípulos del autor.



Habla en el prólogo de que «pienso hacer otro [poema] didascálico de la Escultura, ó arte del grabado...».

Léase esta estrofa de la invocación:


A ti, Dios de la dulce Poesía.
De las Artes, las Ciencias, y talentos,
Apolo fulgurante,
Príncipe de los astros, Rey del día,
Poderosa deidad vivificante,
A quien los elementos
Adoran en tus entes:
Cuyos rayos ardientes
La incircunscripta inmensidad del cielo
Iluminan: a ti ferviente invoco...