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El número de las naves lo da Ercilla (280-3-1 a 4):


Al puerto habían también con fresco viento
Tres naves de las nuestras arribado,
Llenas de armas, de gente y bastimento...



De la en que iba Juan Gómez hablamos en su biografía; las dos restantes deben haber sido una despachada por Bautista Ventura, a quien don García tenía confiado el encargo de enviarle provisiones, y la tercera, la que mandaba Francisco Rengifo, según éste refiere en su información de servicios (Documentos inéditos, t. XXVI, p. 107). A esta última alude, casi seguramente, Góngora Marmolejo (Historia, p. 68) cuando dice: «Estando en esta obra ocupado, llegó un navío de Santiago con mucho bastimento que aquella ciudad le enviaba, parte de ello en servicio y parte comprado con la hacienda del Rey».

 

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Mariño de bobera y Suárez de Figueroa también hablan de la embajada de Millalauco, pero la suponen verificada mucho después. En los documentos nada hallamos tocante a ella, cuyo relato no hemos podido omitir porque Ercilla, no sólo la menciona, sino que dice que se verificó


Hallándome con otros yo presente.



De su efectividad no puede, pues, dudarse, ni tampoco de que los españoles le diesen fe ni por un instante, pues el mismo Ercilla advierte luego (285-2-1) que se hallaban entonces «no sin causa sospechosos». Respecto al momento en que tuviera lugar, ya anticipamos que fue poco posterior al arribo de las tres naves, o coincidió, tal vez, con el de la última, y, por tanto, debemos referirla a los fines de julio o principios de agosto.

 

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A Ercilla debemos esta pintura, -facilísima, por lo demás, de apreciar en su verdad,- de la situación en que por entonces se veían. En su respuesta a la pregunta 5 del interrogatorio de servicios de Irarrázabal se expresaba, en efecto, así: «e estuvieron en la dicha isla... pasando grandes trabajos de frío e hambre, e siempre en arma, por tener nuevas cada día que los naturales venían a dar sobre ellos, donde se pasó grand riesgo por causa de no tener caballos...» Documentos, p. 31. Irarrázabal se hallaba conteste con él en este punto: «...y estuvimos en la dicha isla... pasando grandes trabajos y hambre y siempre en arma y centinela, porque los naturales no diesen en nosotros...» Id., p. 29.

 

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De la información de servicios de Alonso Campofrío de Carvajal (Documentos inéditos, XXIV, 420) constan el número de esos soldados y las circunstancias en que pasaron al continente.

 

85

Góngora Marmolejo, Historia, p. 68.

 

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Así lo asegura Ercilla (285-4-8). Después de hablar de que, deseosos de conocer la intención de los indios, se resolvieron


En dejar el isleño alojamiento
haciendo en tierra firme nuestro asiento,



añade que levantaron allí un fuerte que sirviese de reparo al pequeño ejercito,


En cuanto los caballos arribaban,
que ya teníamos nueva que marchaban.



El señor Errázuriz cree que esta noticia debió de ser equivocada, puesto que la orden de don García para que saliesen los caballos sólo se recibió en Santiago el 18 de agosto, precisamente el día en que pusieron pie en tierra, según su cuenta, los últimos soldados que habían quedado en la Quiriquina.

 

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Alguna observación merece la fijación de la fecha en que don García y sus soldados partieron de la Quiriquina. Veamos, desde luego, los testimonios de Ercilla, sobre ese punto. En La Araucana, (285-2-2):


Allí más de dos meses estuvimos;



y respondiendo a la quinta pregunta del interrogatorio de Irarrázabal (Documentos, p. 31): «estuvimos en la dicha isla dos meses».

De otros escritores; Pedro de Oña, (canto IV, p. 94):


Dos meses don Hurtado los aguarda
sufriendo la escaseza de este asiento...



Góngora Marmolejo (p. 68): «...en esta isla estuvo cuarenta días...» Mariño de Lobera y Suárez de Figueroa, que le sigue, hablan, en términos generales, de «algunos días».

De los documentos resulta una discordancia aún mayor. Don García; en una relación enviada al Consejo de Indias (Documentos inéditos, t. XXVIII, p. 308): «Ansí estuve en la dicha isla más de dos meses de invierno esperando la gente que venía por tierra...»; plazo que en su información de servicios (Id., t. XXVII, p. 10) reduce, al parecer, pues expresa que «estuvo en la dicha isla más de cuarenta días», y dos de sus testigos, Lorenzo Vaca de Silva (p. 125) y Esteban de Rojas (p. 181) convienen en que «estuvo en la dicha isla cuarenta días, poco más o menos».

Diego Ronquillo (Historiadores de Chile, II, 256), como Ercilla en La Araucana: «estuvo en la isla aguardándoles [a los indios] más de dos meses..». Don Francisco de Irarrázabal (Documentos, p. 29): «estuvimos en la dicha isla más de dos meses». Y, por último, Juan de Ahumada, también de los conquistadores hace subir la permanencia allí hasta tres meses. (Documentos inéditos, t. XXIII, p. 310).

El señor Errázuriz, que conoció todos estos antecedentes, se pronuncia porque la permanencia de don García en la isla «duró como mes y medio». Ya manifestaremos nuestra opinión respecto a los fundamentos que tenemos par a fijarla en los 48 días que apuntamos en el texto cuando llegue el caso de que tratemos del ataque al fuerte de Penco, anticipando sí, desde ahora, que Ercilla exageró el número de los días de su permanencia en la Quiriquina: ¡tan largos debieron de hacérsele!

 

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De este reconocimiento previo, efectuado por don García, y que, en verdad, le honra, trata Juan Gómez en la pregunta 34 de una de sus informaciones (Documentos inéditos; XIV, p. 71): «...habiendo el Gobernador primero saltado en tierra firme, con hasta doce hombres, e con su señoría el dicho Juan Gómez, para ver dónde se haría un fuerte...» Uno de sus testigos declaró también «questando el dicho señor Gobernador en la dicha isla fue a la tierra firme a vella e reconoció donde se haría un fuerte, llevando con él algunos soldados, entre los cuales iba el dicho Juan Gómez, como hombre más práctico en la tierra e que podía dar en ello parecer...» Don Simón Pereira, tomo citado, p. 152.

 

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La Araucana, 285-4-1, 2.

 

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«Junto a esta ciudad de la Concepción», decía Gómez. Lugar citado.