Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.

Facsímil de las firmas de los testamentarios de Ercilla

Facsímil de las firmas de los testamentarios de Ercilla

Entre los varios escritorios que Ercilla usaba, estaba uno de ébano, forrado en terciopelo negro, con clavazón dorada, dentro del cual guardaba su dinero y sus alhajas, algunas, probablemente, de doña María, su mujer, como ser, sus sortijas de oro con diamantes y esmeraldas, una venera grande del Hábito de Santiago, de oro, una bicoca de diamantes, un collar de oro, también con diamantes y rubíes; y dos de los objetos valiosos que le estaban empeñados; una cadena de oro, sobre la cual le debía cien ducados de oro don Martín de Alagón, una argolla del mismo metal, con cristal y piedras, que era del Conde de la Puebla, y un cintillo de diamantes, que había sido de don Benito de Cisneros564 y que doña María aseguró que, empeñado primeramente en 500 ducados, le había sido comprado después en 600. Dentro de ese escritorio se hallaban también «cinco libros de La Araucana guarnecidos con sus tablas y puntas de sedas de colores», y en otro mueble de la casa, tres ejemplares de la Tercera Parte y diez del poema completo, con cortes dorados.

Como armas, se inventariaron dos espadas, una de Sahagún, de combate, y otra de corte, con más una daga, doradas, con tiros y pretina de terciopelo bordada de oro, aunque ya muy usadas, una partesana, un arcabuz y dos pistoletes, que se colocaron en el inventario inmediatamente antes de los ejemplares de la obra de Ercilla, como si se hubiera querido dar a entender que su dueño había empuñado la lanza y la pluma... Armadura no se encontró ninguna565. En materia de trajes, los más dignos de llamar la atención son cuatro hábitos de Santiago, tres de grana y uno de terciopelo. Los objetos de plata fueron muchísimos, no pocos dorados, a contar desde aquel historiado y hermosísimo escritorio que Ercilla había comprado en la almoneda de los bienes del Duque de Alba con las armas de la Casa de Toledo, bufetes, braseros, fuentes, platos y trinches en cantidad, hasta los más humildes del servicio del dormitorio.

Retratos se hallaron tres, acaso los de sus padres y el de su hermana Magdalena, y unos 19 cuadros al óleo, que parecen de poca importancia, dos sellos con las armas de los Zúñigas, un coche que no usaba ya desde hacía mucho tiempo, una litera y tres caballos.

  —211→  

¿Y libros? Bien pocos, por cierto: en total no alcanzaban a cien cuerpos, de ellos de diferentes autores, cuyos nombres debieron especificarse en la tasación, hoy perdida, y siete de devoción y caballerías566.

El dinero que tenía en los «cambios» ascendía a 365 mil maravedís, y sería redundante que enumeráramos el que se le debía de préstamos hechos o de los corridos de juros y censos, así como de los principales de éstos, porque ya quedan enunciados567. Mientras estaba aún pendiente el inventario, los albaceas dieron poder a Diego de Pereda Morquecho -reiterándole así la confianza que le había dispensado Ercilla568, a cuyo servicio estuvo 29 años y continuaba al de su viuda -para cobrar del administrador de los bienes de don Benito de Cisneros las sumas que de su testamentaría guardaba en su poder569; y, a muy poco, delegaban toda su representación en don Álvaro de Córdoba, uno de ellos570, afianzándole de por sí don Sancho de la Cerda, para que pudiese retirar de los cambios el dinero que en ellos estaba depositado a nombre de Ercilla571, y en tal carácter le vemos obrar percibiendo de los célebres comerciantes alemanes llamados los Fúcares, el importe de un crédito del poeta de que antes no se nos ha ofrecido noticia y que será necesario añadir a la cuenta de su fortuna572.

Todos ellos delegaron en seguida su representación en doña María, facultándola para transigir los pleitos y «diferencias» que se habían suscitado sobre la sucesión del mayorazgo de su marido, de que hablamos al tratar de él573, encargaron de la almoneda de los bienes del difunto a Pereda Morquecho, que la terminó a mediados de 1596574, y hecha en seguida la partición de los bienes al año siguiente575, como final de su gestión, don Álvaro de Córdoba entregaba a doña María de Bazán, el 31   —212→   de enero de 1598, algo más de medio millón de maravedís que le correspondía percibir en la liquidación de la herencia de su marido576