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ArribaAbajoIlustración I

Aprobaciones de Ercilla


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Dispusieron los Reyes Católicos don Fernando y doña Isabel, en 8 de julio de 1502, que las obras que hubiesen de darse a las prensas, los prelados las mandasen examinar por «algún letrado muy fiel y de buena conciencia, de la facultad que fueren los tales libros y lecturas: el cual, sobre juramento que primeramente haga que lo hará bien y fielmente, mire si la tal obra está verdadera, y si es lectura auténtica ó aprobada que se permita leer, y que no haya duda... Y que al dicho letrado hagan dar por su trabajo el salario que justo sea, con tanto que sea muy moderado, y de manera que los libreros é imprimidores y mercaderes y factores de los libros, que lo han de pagar, no reciban en ello mucho daño...». La Princesa Doña Juana mandó también por su pragmática de 7 de septiembre de 1558 que no se pudiese imprimir libro alguno sin que previamente se presentase en el Consejo y fuese visto y examinado por la persona a quien éste lo cometiese: disposiciones que más por extenso podrán verse en la ley 3, libro VIII, título XVI de la Novísima Recopilación.

Todo induce a creer que ese funcionario era designado en cada caso especial por el Consejo. Concretándonos a La Araucana, consta, por ejemplo, que para el examen de la Primera Parte fue nombrado el capitán Juan Gómez, y para la Segunda el Licenciado Suárez   —220→   de Luján; sin que tal trámite ¡cosa singular! se pusiese en práctica respecto de la Tercera, quizás, por hallarse entonces Ercilla en posesión ya autorizada de semejante cargo, o ya porque, consagrada su fama de poeta como indiscutible, no se creyera necesario.

Por lo demás, cualquiera que fuese el renombre de Ercilla después de haber dado a luz la Primera Parte de su poema en 1569, no pudo discutírsele siquiera cuando en 1578 apareció la Segunda; a lo que se añadía la alta posición que ocupaba en sociedad y en la Corte misma, y con razón debió el Consejo fijarse en él para delegarle con plena confianza, como en quien mejor preparado pudiera hallarse, el examen y aprobación de los libros en verso que se pretendiese dar a la estampa. No es posible aseverar cual fuera la primera vez en que ejerciera tales funciones, pero sí, por lo menos, que en 1580, cuando Fernando de Herrera quiso publicar sus Anotaciones a Garcilaso, y desde entonces le vemos continuar desempeñando el cargo, y aun en alguna ocasión, como cuando Díaz Rengifo presentaba a la aprobación su Arte Poética, diputado también para ello por el Consejo de Aragón.

Tampoco nos es dado señalar todas las veces en que Ercilla fuese llamado a dar su parecer, pues además de las 23 aprobaciones suyas que hemos logrado hallar, es probable que existan otras en algunos libros que no llegaron a ver la luz pública. Inédita estaba la que prestó a la Segunda parte de las Elegías de Juan de Castellanos, que sólo vino a conocerse cuando se publicó en la Colección de Autores Españoles, e inédita permanecía hasta ahora la que dio al Carlos victorioso de don Jerónimo Jiménez de Urrea; sin que haya manera de saber los informes desfavorables que emitiera respecto de aquellas obras que a su juicio no eran acreedoras a ver la luz pública.

De las que anotamos hay también dos de las cuales consta sólo su noticia; la de la Philosophia cortesana moralizada de Alonso de Barros, impresa en 1587, de que al presente no se conoce ejemplar; y la que don Francisco de Quevedo vio que llevaban las Obras del bachiller Francisco de la Torre, que editó en Madrid, en 1631.

En tales tareas se ocupó Ercilla durante un cuarto de siglo y, por lo que consta, hasta muy pocos meses antes de su muerte, a veces dando su parecer en tres ocasiones en un mismo año, cuales fueron, los de 1582 y 1594; a veces, no sin que se pasaran varios sin que apareciese alguna suya, como en los de 1583-1584 y el de 1590, muy probablemente por causa de las ausencias que hizo de la   —221→   carta; a cuya creencia induce el ver que el Romancero de Pedro de Padilla, publicado en el primero de aquellos años, fuera aprobado por el maestro Juan López de Hoyos, y La Austríada de Juan Rufo, impresa en 1584, por Pedro Laínez, -si no fuera, acaso, que respecto de esta obra se excusara por causa de cierta rivalidad que entre ambos mediara-; o, en 1590, las Doscientas preguntas con sus respuestas en verso de Juan González de la Torre, que aprobó fray Pedro de Padilla, libros todos que, por ser de su facultad, debieron pasarse a la aprobación de Ercilla.

La manera como Ercilla se desempeñó en su cometido le acreditan de crítico acertadísimo y que con una cultura jamás desmentida y con singular elevación de conceptos dijo siempre con admirable concisión cuanto estimó digno de aplaudirse en las obras sometidas a su examen. Es necesario comparar sus aprobaciones con las de otros encargados de las mismas funciones para persuadirse desde el primer momento a cuanta altura debemos colocarle sobre todos ellos.

Transcribimos en las páginas siguientes todas las que de él se conocen, haciéndolas seguir de una descripción de las obras a que se refieren y de los juicios que acerca de éstas han emitido los más notables críticos de nuestros días, que servirán para poner de manifiesto lo que expresamos tocante a las condiciones de censor imparcial y acertado de nuestro poeta.


I

Yo he visto este libro de las Obras de Garci Lasso de la Vega con las anotaciones de Hernando de Herrera, que por los señores del Consejo me ha sido cometido para que le vea, y no siendo necesario que yo apruebe lo que Garci Lasso escribió, pues de todos es tan recebido y aprobado, digo que lo que Hernando de Herrera nota y añade, muestra haberle costado mucho estudio y trabajo, y es obra provechosa, así por las curiosidades que tiene y cosas que toca, como por el buen lenguaje y término con que las declara; por lo cual me parece que merece gracias y, la licencia que pide.


DON ALONSO DE ERCILLA                


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-Obras de / Garci Lasso de la Vega / con anotaciones de / Fernando de Herrera: / Al ilvstrissimo i ecelen / tissimo Señor Don Antonio de Guzman, / Marques de Ayamonte, Governador del Estado / de Milan, i Capitan General de Italia. / (Grabado alegórico). / En Sevilla por Alonso de la Barrera. / Año de 1580.

4.º- 691 pp.; 4 hojas al principio y dos al fin, de tablas, sin foliar; letra redonda.

Después de la portada sigue la licencia para la impresión, dada en Madrid en 1579, la aprobación firmada por don Alonso de Ercilla, y la dedicatoria de Fernando de Herrera.- Desde la página primera a la 12, un prólogo del maestro Francisco de Medina a los lectores, y desde la 13 a la 60, la vida y elogios de Garcilaso.

ESCUDERO Y PEROSO, Tipografía Hispalense, n. 700.

¿Qué decir de Garcilaso, pues «de todos es tan recebido y aprobado»? De las anotaciones de Herrera, otro de los príncipes del habla castellana, que conste sólo que su Vida de Garcilaso es la mejor de las que hasta su tiempo se habían escrito, y sus comentarios harto ingeniosos, aunque un tanto pedantescos, en concepto de Ticknor. Con todo, a juicio de Menéndez y Pelayo pueden considerarse como la mejor Poética del siglo XVI. Orígenes de la novela, I, p. CDXXX.