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ArribaAbajoCuadro cuarto

 

La escena al pie de los muros de Granada. -El teatro representa un campo, con árboles a derecha e izquierda en el primer término; en el segundo se ve el campo-ciudad de Santa Fe, real de los sitiadores; en el tercero Granada; y en lontananza, Sierra Nevada. -Al levantarse el telón amanece.

 

Escena I

 

Óyense en el campo cajas y clarines, ábrense sus puertas, salen por ellas algunas partidas de soldados, dirigiéndose a uno y otro lado fuera de la escena; entran vivanderas y paisanos; y este movimiento de circulación, dura más o menos hasta la escena novena.

 
 

GONZALO DE CÓRDOBA. -HERNÁN CORTÉS.

 
 

Salen armados, del campo, dirigiéndose al proscenio.

 
GONZALO
Respiremos, Cortés: el alma mía
no cabe en el recinto de esos muros;
el acero en la vaina se enmohece,
y del contrario pecho olvida el rumbo.
-¿Vinimos a cercar, o a ser cercados? 5
CORTÉS
Vinimos a triunfar: nuestro es el triunfo.
GONZALO
Volved, volved la vista hacia Granada,
y ved sus torres, afrentando al mundo,
tremolar en la patria de Pelayo
la negra enseña del profeta absurdo. 10
Mirad cómo se corre ese estandarte,
donde piadosa mano la cruz puso,
al contemplar que el viento que le mueve,
—45→
presta también al musulmán su impulso.
CORTÉS
Impaciente Gonzalo, a vuestra saña 15
siglos son de tardanza los minutos:
también Hernán Cortés siente en el pecho
la sed de gloria; y a su ardiente influjo,
momentos hay, en que cual vos, quisiera
más bien contar que desatar el nudo. 20
Cedo después a la razón, pensando
 

(DIEGO GARCÍA DE PAREDES sale del campo, y se acerca a los dos interlocutores.)

 
que si espera el de Cabra, el iracundo;
y Alonso de Aguilar, que de sus días
puede llevar la cuenta por sus triunfos;
y el Alcaide sin par de los donceles; 25
y si espera el de Cádiz y otros muchos
de claro nombre y esforzado aliento,
bien es que espere un campeón oscuro.
PAREDES
No dice más el padre Talavera:
vive Cristo, que habláis como un cartujo. 30
Por fortuna, en la lid sois tan osado,
como en el dar consejo sois maduro.
GONZALO
Decid, Diego García de Paredes,
ya que el acaso en este instante os trujo:
¿quién de los dos lo yerra? -Yo sostengo 35
que es mengua infame que el aliento impuro
del musulmán infeste estas regiones,
cuando ha tiempo por Dios, lanzarse pudo
de la española tierra, la morisma
a la africana arena, o al sepulcro. 40
CORTÉS
Ya a Gonzalo de Córdoba escuchasteis:
buen juez para su causa escoger supo.
PAREDES
Más entiendo de lanzas, que de pleitos;
pero decid.
CORTÉS
No sé si me deslumbro;
mas de nuestro católico monarca, 45
sabios los medios y cautela juzgo.
Es, ese campo que en ciudad se torna,
padrón del moro, de Castilla escudo:
-«Si eternas», dice a Boabdil, «tus huestes
pudieran ser en defender tus muros:50
también eternos del cristiano ariete,
—46→
fueran en ellos los embates rudos.»
De la excelsa Isabel, fue el pensamiento;
¿y cuando en ella no fue grande alguno?
Tú de la ociosidad del fuerte brazo, 55
hermano de Aguilar, héroe futuro,
te dueles: yo también, que aunque soy mozo
siento que es poco a mi anhelar un mundo.
Pero en tanto, Fernando, rey prudente,
avaro es de la sangre de los suyos; 60
y deja que, en civiles disensiones,
le preparen los moros fácil triunfo.
PAREDES
No sé qué replicar a ese argumento;
pero soy con Gonzalo; que es muy crudo
sentirse un hombre bravo, vigoroso, 65
ágil, lozano, saltador, robusto,
y pensar que en el lecho ha de morirse,
y un maldito dotor, tomarle el pulso.
GONZALO
Y yo infeliz, porque la aciaga suerte
quiso que fuera en el nacer segundo, 70
veré de Alonso eternizarse el nombre,
que a él solo el lote de la gloria cupo,
y viviré esperando en muelle lecho
que el plazo llegue de mi fin oscuro.
CORTÉS
¡Gonzalo! Desterrad tales delirios: 75
¿Pues qué, cuando Granada doble al yugo
la orgullosa cerviz, no hay más laureles
para los castellanos en el mundo?
Mientras que alcen la frente a nuestra vista
los hijos del desierto, mal seguros 80
del inquieto francés, contempla España
la ciudad y los campos del Vesubio;
teméis que ceda pronto el granadino:
pues yo en su ruina mi esperanza fundo.
Dejad que tantos reinos españoles 85
Fernando e Isabel junten en uno:
y entonces nuestros tercios invencibles
domarán a extranjeros el orgullo.
Entonces...
PAREDES
Por mi vida, si es profeta,
que a su opinión, Gonzalo, me reduzco.90
GONZALO
Con esa sed de gloria que le abrasa,
—47→
¿cómo a la sangre le detiene el curso;
y vive de esperanzas; y, mancebo,
se dobla de las canas al influjo?
Ardo al mirar las torres de la Alhambra: 95
de espera no daría ni un minuto:
ahora mismo rendidos, o al asalto;
y no escapara de mi brazo alguno.
PAREDES
Eso sí: ¡Santiago, cierra España!
Tajo y mandoble en el alarbe bruto. 100
CORTÉS
Dejemos ya por vana la porfía;
que al tiempo doy por fiador seguro.
 

(COLÓN sale del campo en ademán profundamente melancólico.)

 
PAREDES
Mirad aquel menguado que allí viene.
GONZALO
Le he visto ya en el campo: es como un búho.
CORTÉS
Lástima tengo del: muestra en el rostro 105
un alma noble.
PAREDES
Sí; pero de luto.


Escena II

 

Dichos y COLÓN, que sin verlos se adelanta al proscenio; los caballeros permanecen a su espalda observándole.

 
COLÓN

  (Para sí.) 

Tampoco quiere España otra diadema.
Tampoco. Ni una nave, una tan sola,
puedo alcanzar de un rey. ¡No hay un magnate
que al salir las palabras de mi boca, 110
a la verdad gigante que le anuncian,
con amargo desprecio no responda!
PAREDES

  (Aparte a los otros.) 

¡Es loco, vive Dios!
CORTÉS
O desdichado.
GONZALO
Éste es quien dice que en región remota,
allá en el Occidente, hay nuevas tierras... 115
CORTÉS
Callad, por Dios: callad, que no nos oiga.
COLÓN

  (Para sí.) 

¡Oh suerte, en perseguirme tan constante!
¿Cuándo de dicha, me has de dar un hora?
—48→

  (De rodillas.) 

Y tú, Señor, esta alma que me diste,
a quien te plugo revelar tu obra: 120
si no es tu voluntad, que extinguir pueda
el fuego abrasador que la devora,
retírala del cuerpo en donde gime,
tu mano excelsa sus cadenas rompa,
 

(CORTÉS, profundamente conmovido, se acerca a COLÓN, los demás le siguen. -COLÓN avergonzado se apresura a enjugarse las lágrimas.)

 
COLÓN
¿Quién? ¡Oh, sorpresa! ¿Me habrán visto? 125
GONZALO
¡Lloráis!
COLÓN
Sí; pero a Dios ¿quién no le llora?
CORTÉS
Los impíos no más. Llorad, amigo,
mitigad vuestras penas.
COLÓN
Son muy hondas.
No lloro yo por mí: duéleme sólo
ver que así pierda España una corona. 130
PAREDES
¿Pues cómo? ¿De Granada...?
COLÓN
Es dueña ya.
GONZALO
¿Boabdil...?
COLÓN
Humilde su perdón implora.
CORTÉS
Vencimos. Ya lo veis: triunfé, Gonzalo.
GONZALO
Y bien: ¿adónde en busca de la gloria
irá Gonzalo, que sin ella muere? 135
COLÓN
Si me escucharan ¡ay! campo de sobra
abriera yo al valor, hoy sin empleo,
que es dote de las almas españolas.
PAREDES
¿Pues para cuándo lo dejáis, buen hombre,
si tal secreto nos calláis ahora? 140
GONZALO
¿Sabéis dónde se encuentran enemigos?
¿Dónde? ¿en qué parte de la tierra ignota?
¿Mas qué digo, infeliz? Hacia un engaño
llevarme dejo...
COLÓN
No: nunca mi boca
con la sucia mentira se ha manchado; 145
nunca de ella salió palabra ociosa.
Sí, caballeros; extranjero y pobre,
yo en vez aquí de mendigar limosna,
vengo a ofrecer tesoros y vasallos.
¿Lo dudáis? -Al mirarme, no me asombra. 150
  —49→  
GONZALO
¿Y es ese vuestro campo?
COLÓN
Y no es pequeño.
CORTÉS
Queréis, si revelarlo no os importa,
explicar ese arcano.
COLÓN
Y explicado,
¡pagar después con insultante mofa!
CORTÉS
No, a fe de caballero: ya de oíros 155
el alma está impaciente de curiosa.
PAREDES

  (Aparte a GONZALO.) 

Amigo es este Hernando de consejas.
GONZALO
Pues yo también.
PAREDES
Gustáis de lindas cosas.
 

(Vase.)

 
COLÓN
Cuando cesa la noche, y desde Oriente
sobre el azul del cielo se difunde 160
la clara luz del astro refulgente,
y vida y gozo a cuanto alienta infunde;
¿pensáis, decid, que luego al Occidente
sus rayos todos en las aguas hunde,
o alumbra inútil en lejano polo, 165
a inquietas ondas y alimañas sólo?
¡Ah, no! Cuando al dejar nuestro hemisferio
en la pálida luna se retrata,
sobre el suelo feraz de extraño imperio,
su bienhechora lumbre se dilata. 170
Dios quiso revelarme este misterio,
que avaro el Océano me recata:
yo surcaré tus aguas, mar profundo,
y arrancaré a tu seno un nuevo mundo.
«No más», dijo asombrado el mismo Alcides, 175
mirando el bravo mar desde la orilla:
«No más»; y los Fenicios adalides
no le osaron fiar la herrada quilla.
¿Y no podrá la patria de los Cides,
que hoy la cerviz del agareno humilla, 180
llevar más lejos que llevó el pagano
su cetro, apoyo del pendón cristiano?
Quien osare fiar del frágil leño
la vida en todas partes mal segura;
quien constante arrostrar alcance el ceño 185
de la fortuna, y dude en su blandura,
ese es capaz del atrevido empeño;
—50→
ese conmigo corra una ventura;
y a entrambos quede en la futura historia,
renombre, fama, inmarcesible gloria. 190
CORTÉS
¡Ah! Si yo viera el prometido suelo;
si una ilusión no fuese que os engaña;
Hernán Cortés robara al mismo cielo
el alto honor de dar tal gloria a España.
De una vez concluid: rasgad el velo 195
que encubre a todos la región extraña;
y entonces, sin que el mar mi pecho asombre,
yo os juro en ella señalar mi nombre.
GONZALO
Mas cerca a mi valor, laurel procuro;
que la Italia a lidiar, Cortés, nos llama, 200
ya que muy tarde al granadino muro
vinimos a buscar peligro y fama.
Dejad que aclare al vaticinio oscuro
el tiempo la soñada o cierta trama;
un sol de gloria, verdadero, asoma 205
a España en tierras de la antigua Roma.


Escena III

 

GONZALO, CORTÉS, COLÓN y el PRIOR.

 
PRIOR
Guárdeos el cielo, Colón;
y a vos también, caballeros.
¿Cuando Granada se rinde,
vosotros del campo lejos? 210
CORTÉS
Y a cuándo, Padre, la entrada.
PRIOR
Mañana, dicen. -Tendremos
del pagano, que fue rey,
aquí en breve mensajeros.
GONZALO
¿Y se rinden a partido? 215
PRIOR
Ellos, sus hijos, sus deudos
libres al África pueden
volver, o habitar el reino,
si de la iglesia romana
entrar quieren en el gremio. 220
COLÓN
Prior, muy rica cosecha
de espíritus para el cielo.
PRIOR
Mayor, si airoso salís,
—51→
amigo mío, la espero.
GONZALO
¿Cómo? ¿Vos, padre, pensáis...? 225
PRIOR
Señor Gonzalo, sí pienso;
pero es ésta mucha historia
para hablarse en poco tiempo:
a más, que suenan clarines;
dan los pendones al viento, 230
y no quiere un pobre fraile
estorbar a dos guerreros.
CORTÉS

  (Se acerca a COLÓN y le estrecha afectuosamente la mano.) 

Aunque dudoso me veis,
no me tengáis por incrédulo:
tal vez no vaya con vos; 235
pero no he de andar muy lejos.

  (Se dirige al campo y hace seña a GONZALO, esperándole.)  

GONZALO

  (Poniendo la mano en el hombro a COLÓN.) 

Yo no dejo, a la verdad,
por lo dudoso lo cierto:
mas quisiera que acertarais,
por tener un rival menos. 240

 (Señalando a CORTÉS.) 



Escena IV

 

COLÓN. -El PRIOR.

 
COLÓN
Alientos tienen los dos:
son generosos mancebos.
Con reinas como Isabel,
y vasallos como éstos,
los españoles, del orbe 245
acabarán por ser dueños.
PRIOR
¿Lo veis? ¿lo veis? -Si os lo dije:
con nuestra reina no hay duelos.
COLÓN
Sí, pero el rey su marido...
PRIOR
¿Le habéis visto? ¿Os mostró ceño? 250
COLÓN
Le he visto: estuvo cortés...
PRIOR
¿Pues de qué os quejáis?
COLÓN
Me quejo,
—52→
de que mire más los gastos,
que lo grande de los hechos.
Me remite a sus doctores: 255
¿qué puedo esperar de bueno?
-Claro está que lo que ignoran
han de decir que no es cierto.
¡Cuando se trata de un mundo,
consultar al tesorero! 260
PRIOR
Es el rey harto prudente,
muy arriesgado el empeño...
COLÓN
Tres míseras carabelas,
poco importan para un reino.
En fin, Prior, vos queréis, 265
mas no alcanzáis mi remedio.
PRIOR
Isabel reina en Castilla,
y la tiene a su gobierno.
Vos sabéis, cómo al oíros...
COLÓN
Sí; yo vi en su rostro bello 270
que aquel alma de mujer,
encierra de un héroe el fuego;
yo vi que su corazón
es magnánimo, es inmenso...
PRIOR
Pues bien; ¿entonces por qué 275
desesperar del suceso?
Hoy que, con júbilo santo,
alborozado su pecho,
celebra de la morisma
roto, al fin, el duro cetro, 280
si de nuevo la imploráis,
escuchará vuestros ruegos.
Vamos, vamos a buscarla;
y en tanto, sabed que tengo
nuevas alegres que daros. 285
De mi santo monasterio,
me escriben que ya se alivia
aquel pobre caballero.
COLÓN
¿El herido?
PRIOR
Pues.
COLÓN
Don Juan.
Gracias sean dadas al cielo; 290
que temí que mi desdicha
—53→
le alcanzase por completo.
PRIOR
Mucho temí que muriese;
mas dícenme que está bueno.
COLÓN
En la noche, para mí, 295
de recuerdo tan funesto,
tuve a don Juan de Venegas
por testigo y compañero;
mas al dejar la ciudad
quedose en ella; no entiendo 300
cómo vino tras de mí,
quién lo hirió junto al convento.
PRIOR
Él, pues se va recobrando,
podrá aclarar el misterio.
Mas no es difícil juzgar 305
que le hiriera aquel perverso
que por salvarse, a la choza
en que estaba prendió fuego.
Ello no falta quien diga
que era un diablo del infierno, 310
con quien suponen que pacto
de la choza tuvo el dueño,
quien haciéndose a la mar,
y esto es verdad, aún no ha vuelto.
Añaden que entre las llamas 315
cuatro diablos distinguieron,
dos súcubos y dos íncubos;
mas para mí son ensueños
estas cosas, que fingió
para esas gentes el miedo. 320
Lo peor es que dejaron
con el temor del incendio,
que se marchara el esclavo,
y con él el solo medio
de alcanzar alguna luz; 325
mas no perdamos el tiempo.
 

(CHACÓN al paño.)

 
COLÓN
Sí, que Colón sacrifica
su dolor a sus proyectos.
 

(Vanse.)

 

  —54→  

Escena V

 

CHACÓN, de peregrino, con barba postiza.

 
CHACÓN
Digo: ¡es un grano de anís!
A Colón hemos topado: 330
¡Pecadores!
Por ser él un Amadís,
harán de mí un ahorcado
sus amores.
Mas hora, amigo Chacón, 335
que en peregrino te has vuelto
de morisco:
ahora tienes ocasión.
Huye, cual tienes resuelto,
al Basilisco. 340
¿A qué vienes? -A explorar.
¿Y por quién? -Por ese diablo
de tu dueño.
¿Pues hay más de desertar?
Y salir como un san Pablo 345
de este empeño.
Escucha: ¿y si dicen luego
(por bien librar) a galeras,
señor mío?
¿O imaginando otro fuego, 350
te alcanza entre sus tijeras
el impío?
Todo, Chacón, es muy malo,
que no escapo, si deserto,
del azote; 355
y en quedarme, amén del palo,
corre peligro muy cierto
mi gañote.


Escena VI

 

Dicho, DON PEDRO, también de peregrino, con barba postiza.

 
DON PEDRO

  (Al paño.) 

¡Hermano! ¡Hermano! ¿Se duerme?
  —55→  
CHACÓN
¡Hermano!

  (Aparte.)  

Como Caín.
360
DON PEDRO
¿Está solo?
CHACÓN
Sí, a fe mía.
DON PEDRO
 

(Sale:)

 
¿Qué diablos te haces aquí?
CHACÓN

  (Aparte.) 

Digo, ¡sí es suave el hermano!
Aquí estaba... a ver venir.
DON PEDRO
¡Y yo dado a mil demonios 365
esperando al bruto, al vil!
CHACÓN
Señor, si voy explorando.
DON PEDRO
¿Hallaste cómo salir?
CHACÓN
Ya ves.

  (Señalando al campo.) 

DON PEDRO
Ya veo, Chacón.
¡Ah, cobarde Boabdil! 370
CHACÓN

  (Aparte.) 

¿Qué quieres, si no sabía
que, por darte gusto a ti,
era bien que renovase
las hazañas de Tarif?
DON PEDRO
Pues que no hay otro camino 375
por él habremos de ir.
CHACÓN
Si nos pescan, a la hoguera,
que no es moco de candil.
DON PEDRO
¿Ya dudas de mi fortuna,
cobarde?
CHACÓN
¿Qué paladín
380
no dudara, si tú emprendes
las locuras mil a mil?
Matas, robas y requiebras,
incendias, y vas en fin,
a refugiarte en Granada 385
con el moro baladí.
Siempre jugando a los dados
estás, honra y porvenir:
a la fortuna la tratas
como a puerca fregatriz; 390
es de temer que se canse
y que te esconda el perfil.
DON PEDRO
Pues no me doy por vencido,
que aún soy dueño de Beatriz;
y espero fuera de España, 395
libre con ella salir.
CHACÓN
Si no te tuestan primero,
—56→
que en eso sólo está el quid.
DON PEDRO
¡Ay de mí, si me conocen!
CHACÓN
Pues, don Pedro, a huir, a huir. 400
Todos están en el campo:
vámonos, no haya alguacil,
autos, sentencia, y al postre
nos canten un parce mihi.
DON PEDRO
Vuelve a Granada volando; 405
por la puerta del jardín,
donde esperándome queda
ya dispuesto el fiel Alí,
haz con cautela y recato
que salga al punto Beatriz. 410
CHACÓN
¡Válgate Dios, con tu dama!
¿Si no te puede sufrir,
a qué diablos andas siempre
cargado con su monjil?
DON PEDRO
No sé si es amor, si es tema; 415
pero sé que para mí
peor sera que la muerte
el perderla.
CHACÓN
¡San Crispín!
Pues yo a Lucía la vendo
por medio maravedí. 420
DON PEDRO
Marcha a Granada.
CHACÓN
Es locura.
DON PEDRO
Vete, Chacón.
CHACÓN

  (Aparte.) 

En un tris,
consiste hallarme en tus uñas.
DON PEDRO
¿No te vas?
CHACÓN
Hermano, sí.
DON PEDRO
Mira que espero impaciente: 425
no te tardes en venir.
CHACÓN

  (Aparte.) 

Digo, si vuelves a verme,
que soy más moro que Alí.
 

(Vase.)

 


Escena VII

 

DON PEDRO.

 
DON PEDRO
¡Oh amor, funesto amor, hasta qué punto
—57→
has degradado a un noble, a un caballero! 430
¿Quién vio nunca al Palmero
en sólo un hombre junto,
con el blasfemo de su Dios primero?
No soy don Pedro ya; no soy Lucena;
un apóstata vil tan solamente. 435
¡Y en vano es tanta pena!
¡Y lucha eternamente!
¡Y no es mía Beatriz, sino es ajena!
 

(Desde aquí empiezan a salir gentes del campo, circulando por la escena en actitud de esperar la venida de la REINA y su acompañamiento.)

 
¡Beatriz, si en la tierra ni en el cielo
no hay salud para mí, si estoy proscrito, 440
si al fuego eres de hielo,
yo moriré maldito,
mas no de amor penando sin consuelo!


Escena VIII

 

DON PEDRO. -CHACÓN.

 
CHACÓN

  (Aparte al entrar.) 

Pues señor, estaba escrito,
como el morillo decía: 445
con la suerte no hay tu tía,
he de ser de este maldito.

  (A DON PEDRO.)  

¡Hermano!
DON PEDRO
¿Quién es? -Cha...
CHACÓN
...morro.
Empecatado está el hombre:
¡pues no va a decir mi nombre! 450
DON PEDRO
Presto vienes.
CHACÓN
¡Qué! ¿No corro?
DON PEDRO
Y bien: ¿Beatriz, dónde está?
CHACÓN
No sé.
DON PEDRO
¡Qué dices!
CHACÓN
Lo ignoro.
DON PEDRO
¡Pues, cómo!
CHACÓN
Dígalo el moro,
—58→
que es quien tal vez lo sabrá. 455
DON PEDRO
¡Bribón!...
CHACÓN
Que somos hermanos;
y ya estamos en compaña.

  (Mostrándole las gentes.)  

Guarda a más tarde la saña:
no te pierdas por tus manos.
DON PEDRO
¿Qué es de Beatriz?
CHACÓN
No la he visto.
460
DON PEDRO
¿Dónde está Alí?
CHACÓN
Se afufó.
DON PEDRO
¡Qué estás diciendo!
CHACÓN
Marchó,
¡y de prisa, vive Cristo!
Antes de entrar en Granada,
encontré a su señoría: 465
me encargó que si te vía...
DON PEDRO
Me dijeras...
CHACÓN
Bueno, nada,
que se va a Túnez u Orán.
DON PEDRO
¿Y Beatriz?
CHACÓN
Que le dio suelta,
viendo la cosa revuelta. 470
DON PEDRO
¡No le mataste, truhán!
Vamos presto en busca suya.
CHACÓN
¡Qué! Si no pasa una mosca.
DON PEDRO
¿Quién lo impide?
CHACÓN
Gente tosca
que te muestra tanta pulla9. 475

  (Aparte.)  

Por eso vine yo aquí.
DON PEDRO
¡Ah! ¿qué haremos?
CHACÓN
Aguardar
hasta poder escapar.

  (Aparte.) 

Sobre todo, yo de ti.
Mira, mira.

  (La gente.) 

DON PEDRO
Calla, y ven
480
a mezclarCHACÓNte entre esa gente.
Dando voy diente con diente.
Maldito seas, amén.

  —59→  

Escena IX

 

Escuadras de guerreros que saliendo del campo, se forman en el fondo. -Pueblo que ocupa parte del escenario.

 
 

COLÓN. -El PRIOR.

 
PRIOR
No ya desesperéis: quizá más tarde...
COLÓN
¡Siempre más tarde, nunca en el momento! 485
Ya el fuego de mi pecho apenas arde:
las fuerzas y la vida faltar siento.
PRIOR
No digáis tal, Colón: ¿así desmaya
quien sufre resignado ha tantos años?
Tal vez hoy mismo tocaréis la playa, 490
refugio al temporal de vuestros daños.
COLÓN
¿Y cómo?... Los vencidos agarenos,
humildes cercan del monarca el trono.
Oídos de homenajes hoy tan llenos,
muy mal del ruego escucharán el tono. 495
Dejad, Prior: en vano a la fortuna
busca el nacido en hora tan funesta;
visto está ya: mi ruego la importuna.
Harto el saberlo de dolor me cuesta.
PRIOR
¡Habláis de la fortuna y sois cristiano! 500
¿No sabéis que hay un Dios; y él tiene sólo
el bien y el mal pendientes de su mano?
Suerte, destino, azar, todo es un dolo...
COLÓN
¡Ah! Decís bien, Prior: en mi amargura
tal vez ofendo a Dios; él me perdone. 505
PRIOR
Y sí lo hará, que ve vuestra alma pura,
y todo en su justicia lo dispone.
Escuchad: Isabel a los vencidos
aquí ha de ver postrarse en su presencia.
Otro esfuerzo no más: ambos unidos... 510
 

(Voces dentro.)

 
¡Viva Isabel!
 

(COLÓN se estremece: el PRIOR le toma la mano.)

 
PRIOR
¿Tembláis?
COLÓN
Sí; mi sentencia.

  —60→  

Escena X

 

Nuevas escuadras. -Cautivos cristianos de ambos sexos, llevando en las manos sus cadenas. Moros ancianos mensajeros de Boabdil: caballeros, damas, prelados, pajes, guardias.

 
 

La REINA DOÑA ISABEL, y dichos.

 
VOCES
¡Viva Isabel y la gloria de Castilla!
REINA
Amigos: gloria a Dios tan solamente:
su mano poderosa es la que humilla
del agareno infiel la torva frente. 515
Él castigó los vicios de Rodrigo,
le arrancó sus tesoros, sus vasallos:
presa fueron del bárbaro enemigo,
castillos, huestes, carros y caballos.
Mas cuando la morisma, ya sin freno, 520
por la española tierra se prolonga,
Pelayo, a quien desprecia el sarraceno,
triunfa de su poder en Covadonga.
Triunfó porque a su esfuerzo fue propicio,
piadoso, el que nos hizo de la nada: 525
no a mí, no a mi poder, a su alto juicio
se debe el triunfo, se rindió Granada.

  (A los moros.) 

-Y vosotros, volved: podéis seguros
al África tornar con vuestra gente:
mas si queréis vivir dentro esos muros, 530
acogidos seréis piadosamente.
Renunciad al error de vuestro rito:
venid al gremio del jirón cristiano;
y entonces yo también alzaré un grito
de triunfo y gloria al cielo soberano. 535
 

(Los moros, inclinándose profundamente, se van escoltados por algunos guerreros.)

 
PRIOR
Valerosa mujer: ¡sabia matrona!
COLÓN
Dichoso pueblo, que tal reina tiene:
dichoso yo, si añado otra corona
a la radiante que su sien sostiene.
  —61→  
REINA

  (A los cautivos.) 

Hijos míos; al fin, ya vuestras penas 540
en gloria del Señor, hoy se terminan.
Guardad, y sean aviso esas cadenas,
a quien mentidas pompas alucinan.
Vuestra amargura y vuestro llanto, fijos
aquí en mi corazón siempre estuvieron; 545
que todos, castellanos, sois mis hijos,
y el hierro que arrastrabais me oprimía.
Vuelva, vuelva la paz a sus hogares
al hijo tierno, al padre cariñoso:
no quiero yo más gloria, que en sus lares 550
digan mi nombre a par de un «soy dichoso».
 

(Los cautivos se postran a los pies de la REINA: ésta los levanta, enjugándose las lágrimas.)

 
REINA

  (A los caballeros.) 

Vosotros, mis valientes adalides,
lanzando el moro a la africana zona,
vencido a vuestro esfuerzo en tantas lides,
venid; ceñíos la mural corona; 555
y contad que al pisar ese recinto

  (Granada.)  

en edad venidera nuevos hombres,
al par del mío y de Fernando el Quinto,
verán en él escritos vuestros nombres.
 

(Saludan profundamente los caballeros.)

 

  (A los prelados.) 

Nada hicimos por Dios, y él lo hace todo: 560
mañana, padres míos, la mezquita
purgad del cieno, libertad del lodo
del culto de la secta ya proscrita.
Ante la cruz del Gólgota al averno,
huyan del vil profeta los vestiglos; 565
razón será que demos al Eterno
la postrera conquista en siete siglos.
 

(Movimiento general de entusiasmo. -La REINA oye y acoge benignamente a todos. -COLÓN arrebatado se arroja a sus pies, después de lanzar una expresiva mirada al PRIOR: sorpréndese ISABEL en el primer momento; pero reconociéndole, oye con afabilidad, e impide que los que la rodean lo separen de sus pies.)

 
  —62→  
COLÓN
Perdonad, gran señora, mi osadía;
perdonad, si se atreve un extranjero
a turbar con su voz tan fausto día, 570
a interrumpir el triunfo lisonjero.
REINA
Alzad, y no temáis, que a quien se acoge
al suelo de Castilla hospitalario,
sin piedad, Isabel, de sí le arroje.
COLÓN
Hoy que lleváis la enseña del calvario 575
a la ciudad vencida, gran señora;
hoy que por vos no queda ya en Castilla
quien a otro Dios, que al de Israel, adora,
haced otra más grande maravilla.
Romped, como vencisteis enemigos, 580
los lazos de antiquísimos errores:
creedme a mí, que traigo por testigos
los astros, Isabel, no los doctores.
La mano que benéfica se tiende
al guerrero, al cautivo, y hasta el moro; 585
esa mano, señora, que desciende
a enjugar de Colón el triste lloro;
esa, el autor del orbe soberano,
destina de su seno en lo profundo
a domeñar la furia al Océano, 590
a que lleve su ley a un nuevo mundo.
REINA
Y bien, señores: si Colón no yerra,
¿cuál tan inmensa, tan gloriosa hazaña,
como aumentarle el ámbito a la tierra,
encarcelando el mar dentro de España? 595
 

(Señales visibles, aunque respetuosas, de incredulidad en los que rodean a la REINA.)

 
¿Qué podemos perder en el intento?...
Las naves y el tesoro no está rico...
 

(Breve pausa, después de la cual la REINA se resuelve definitivamente.)

 

  (A COLÓN.) 

Pues bien; yo tengo joyas... Sí; consiento:
a un mundo vanidades sacrifico.
 

(Sorpresa general. -COLÓN y el PRIOR a los pies de la REINA; cae el telón.)