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La ayuda americana a España (1953-1963)

Carlos Barciela López


Universidad de Alicante, 2000

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ArribaAbajoIntroducción1

Me atrevo a afirmar que existiría un amplio consenso, entre los presentes en este acto, en considerar la película de Berlanga «Bienvenido Mr. Marshall», como una de las grandes obras del cine español. Se trata, en efecto, de una película enormemente divertida, aunque también amarga, en la que demostraron su gran oficio actores clásicos del cine español como José Isbert y Manolo Morán. Cómo olvidar las imágenes desoladoras de los americanos pasando de largo por un pueblo que había hecho una quimera de la llegada de los nuevos y ricos amigos. Un pueblo que, tras la decepción, volvía, al día siguiente, a su rutina y a su atraso.

Evidentemente, la película de Berlanga ni es, ni tenía por qué serlo, una lección de historia económica. Berlanga, como corresponde, es menos riguroso aunque mucho más divertido que los profesores de historia económica. Sin embargo, sus imágenes nos pueden servir para situar, inicialmente, y de forma sintética, la realidad histórica de lo que fue la llegada de los americanos a España a partir de los acuerdos de 1953. La llegada de los americanos fue un hecho real de una importancia extraordinaria para nuestra historia y para nuestra economía. Y tras su llegada, a diferencia del imaginario pueblo de Berlanga, España no permaneció como antes, cambió de forma decisiva. Destacaré, como consecuencias fundamentales derivadas de los acuerdos con los EE. UU. las siguientes: la magnitud relativa de la ayuda, la estabilidad que los acuerdos proporcionaron al Régimen de Franco y la introducción de elementos de racionalización económica.

En la actualidad, existe un justificado e interesante debate sobre la importancia real de la ayuda americana a España. Sin duda, es necesario llegar a un conocimiento preciso de lo que fue la ayuda. Sin embargo, por encima de diferencias en las estimaciones de su volumen, lo que nunca debe olvidarse es la situación económica de nuestro país en aquellos momentos. Me serviré, por segunda y última vez, de las imágenes cinematográficas: las de esta sí, definitivamente excelente, triste y amarga película de Nieves Conde «Surcos». Una película que refleja, con enorme realismo, la dureza de una España terriblemente pobre, en la que la gente emigraba a las ciudades en unas condiciones dificilísimas, en la que los «estraperlistas» hacían fortuna a costa de la miseria de la mayoría. Cuando he vuelto a ver «Surcos», ya de mayor, me he sorprendido de que esta película no hubiera sido censurada en su totalidad. Tal vez, los censores, preocupados por tapar escotes y piernas y suprimir besos, no tuvieron tiempo de captar el enorme potencial de denuncia social de esta película. O, tal vez, la realidad de aquella España era tan abrumadoramente dura y corrupta que su reflejo cinematográfico no resultaba llamativo. Para aquella España atrasada y mísera, la llegada de los americanos, como comentó el maestro Joan Sardá, fue como la lluvia para un campo sediento.





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ArribaAbajoLa España de los años cuarenta

La España de los años cuarenta fue, en efecto, como dijo Sardá, una España sedienta y, más aún, hambrienta. Dejaré a un lado la situación política y social y las secuelas de la guerra civil, aunque conviene recordar que esta década constituye, sin lugar a dudas, el período más negativo de nuestra historia reciente.

En lo económico, como han destacado todos los especialistas del período, los años cuarenta son el principal período de retraso económico de la historia contemporánea de España. La posguerra española se caracterizó por una recuperación lentísima, sin parangón con lo que sucedió en los países europeos que habían participado en la Segunda Guerra Mundial, cuya recuperación posbélica fue mucho más rápida, a pesar de haber sufrido daños mayores. España pagó con una prolongada crisis y una recuperación lenta la posición política y los errores de la política económica del régimen franquista. En lo político, el alineamiento de Franco con las potencias del Eje y la hostilidad hacia los aliados, incluso con la intervención militar contra la URSS, granjeó, como era natural, la antipatía de las potencias democráticas hacia el régimen del «Caudillo». La consecuencia fue que, acabada la Segunda Guerra Mundial, España se encontró aislada y se vio privada de la generosa ayuda norteamericana que, con el nombre de Plan Marshall, recibieron la mayor parte de los países europeos.

Pero el problema de la recuperación económica no fue sólo debido al aislamiento del «Régimen». Los especialistas en la historia de este período están de acuerdo en señalar que el estancamiento económico de España, durante los años cuarenta, se debió, esencialmente, a los graves errores de la política económica de los gobiernos de Franco. De manera muy sintética expondré cuáles fueron los objetivos económicos fundamentales del «Régimen», las principales líneas de política económica y una explicación de por qué el programa económico del primer franquismo estaba condenado al fracaso.

Para los dirigentes franquistas el objetivo económico central fue el de lograr la industrialización del país. El objetivo podía ser correcto, el problema se planteó en la forma de conseguirlo. Se trató de forzar un proceso de industrialización en un marco de autarquía económica, sacrificando el desarrollo de los demás sectores. El objetivo de la autarquía económica, es decir, la total autosuficiencia, el no depender de los demás países, era un planteamiento muy característico de todas las potencias fascistas y totalitarias, como la Alemania de Hitler y la Italia de Mussolini. Se consideraba que un país que aspirara a convertirse en una gran potencia, y cabeza de un Imperio, debía de tener una base industrial y militar muy sólida e independiente. La industrialización autárquica suponía cerrar paulatinamente el comercio exterior, sustituyendo las importaciones por producción nacional. Los esfuerzos del «Régimen» se dirigieron en ese sentido. El resultado de la política autárquica llevada a cabo en España durante los años cuarenta fue, como no podía resultar de otra manera, un desastre sin   —7→   paliativos. El objetivo de la industrialización autárquica se encontró con dificultades insalvables en los terrenos tecnológico y energético, entre otros.

En realidad, ningún economista, digno de tal nombre, defendía en ningún lugar del mundo civilizado posiciones autárquicas. La idea de que los países ganan con el comercio estaba plenamente consolidada en el análisis económico desde hacía siglos, aún cuando el recurso al proteccionismo comercial se había generalizado durante la gran depresión de los años treinta.

Considero importante resaltar algunas de las manifestaciones concretas de este desastre económico. La más visible y dolorosa fue la gravísima escasez de productos de todo tipo, especialmente alimenticios, que tuvieron que sufrir la mayor parte de los españoles durante los años cuarenta. El racionamiento, el hambre y el mercado negro son los rasgos dominantes de la España de la larga posguerra.

A finales de la década de los cuarenta la situación era cada vez más difícil. Conviene recordar que los niveles alimenticios de 1935 no se alcanzarían de nuevo hasta bien entrados los años cincuenta. Para colmo de males, en 1949, Argentina dejaba de enviar trigo a España como consecuencia de las deudas contraídas e impagadas por el gobierno de Franco. En estas circunstancias, a comienzos de 1950, se empezaron a dar las primeras muestras públicas de descontento, a pesar de la durísima represión.




ArribaAbajoLa evolución de la posición de EE. UU. en relación a España

Los aliados, y en particular los EE. UU., habían intentado conseguir un cambio de actitud de Franco durante la Segunda Guerra Mundial, ofreciendo distintas vías de ayuda y cooperación económica. De hecho, la ayuda de empresas norteamericanas como Texaco había sido fundamental para el bando nacionalista durante la Guerra Civil. Sin embargo, Franco se mantuvo leal a sus socios Hitler y Mussolini ya que, casi hasta el final de la guerra, estuvo convencido de la victoria del Eje.

Finalizada la guerra, la posición de Franco, como es conocido, era muy débil en el plano internacional. España no sólo no había sido neutral, sino que había combatido activamente contra uno de los países aliados ahora victoriosos.

Como consecuencia, nuestro país se vio marginado de los organismos internacionales y de los planes de recuperación posbélica y, más concretamente, del denominado Plan Marshall. La actitud de Franco, ante la hostilidad internacional, fue la de esperar. Algunos panegiristas han interpretado esta actitud del Dictador como una muestra evidente de su sabiduría, prudencia y gran visión de futuro. En realidad a Franco no le quedaba otra salida que esperar si quería, como era su deseo, mantenerse en el poder. Fuera del poder podía temerse lo peor: el recuerdo de lo que les había pasado a sus antiguos aliados Hitler y Mussolini lo debió tener siempre muy presente, de manera que optó por su propia salvación, subordinando a ello cualquier objetivo   —8→   de mejora de las condiciones de vida de los españoles. Cerró filas, clamó contra la conspiración internacional y se dispuso a esperar acontecimientos.

Para el gobierno y la opinión pública norteamericana el «Régimen» español carecía de legitimidad. De manera particular, el presidente Truman, persona muy religiosa, tenía una clara antipatía hacia Franco, al que asimilaba con Hitler y Mussolini, y hacia su sistema político, entre otras razones, por la posición fuertemente cerrada del «Régimen» en materia de falta de libertad religiosa. Las perspectivas para el «Caudillo» no eran, ciertamente, muy favorables.

Sin embargo, las circunstancias internacionales empezaron a cambiar en un sentido muy positivo para el «Régimen». Los dos principales antiguos aliados, los EE. UU. y la URSS, empezaron, muy pronto, a mostrar graves diferencias que condujeron a una ruptura y al comienzo de lo que pasó a denominarse guerra fría. En los EE. UU. el comunismo y la amenaza comunista se convirtieron pronto en el gran enemigo nacional. En estas nuevas circunstancias el régimen de Franco podía empezar a hacer valer el principal de sus activos: su anticomunismo. Si en algo no podía haber dudas era en el carácter profundamente anticomunista del «Régimen».

Poco a poco, en los EE. UU., la opinión sobre cual debía de ser la actitud hacia España fue cambiando. Se fue abriendo paso la idea, con la ayuda bien organizada del «lobby español», de que España merecía un mejor trato. Podemos situar en 1947 el comienzo de este cambio. En este año, en efecto, se elaboró el «Informe Kennan» que recibiría la aprobación del Presidente y del Departamento de Estado. Este Informe propiciaba un acercamiento a España sin cuestionar la continuidad de Franco, aunque exigiendo reformas liberalizadoras. Para España se abría una magnífica oportunidad para salir de la grave situación económica en la que se encontraba, integrándose en los planes de recuperación económica. Sin embargo, Franco no se mostró dispuesto a introducir ningún cambio político que mermara su poder, aún a costa de cerrar una vía que hubiera permitido alcanzar, desde ese momento, mayores niveles de bienestar para la población española.

En el cambio de actitud de los EE. UU. confluyeron políticos conservadores, sectores católicos norteamericanos simpatizantes de Franco, políticos «pragmáticos» y representantes de importantes sectores económicos, como aquéllos que veían que con el aislamiento perdían oportunidades de negocio y, fundamentalmente, los que veían en España una pieza más del arco «defensivo» que los EE. UU. estaban construyendo en torno a la URSS. Sin embargo, a pesar de ese consenso que ganaba terreno paulatinamente, la posición del gobierno norteamericano no variaba en sus exigencias democratizadoras. Truman se mantenía firme en su actitud.

Las circunstancias internacionales dieron nuevos giros a favor de Franco. En 1949 Mao Zedong triunfaba en la Guerra Civil China y los soviéticos hacían explotar su primera bomba atómica. En junio de 1950 se desencadenaba una ofensiva militar   —9→   comunista en Corea y comenzaba un conflicto que agrandaba el creciente anticomunismo norteamericano. La fiebre anticomunista, el «macartismo», y la Guerra de Corea revalorizaron la posición política y estratégica de España. Cada vez resultaba de más interés para EE. UU. conseguir acuerdos con España y, más concretamente, acuerdos militares. La hora de los pragmáticos en uno y otro país había llegado. Para EE. UU. se trataba de conseguir bases militares, para Franco obtener ayuda económica y militar, y, sobre todo, el reconocimiento internacional del «Régimen». Tan sólo dos meses después del comienzo de la Guerra de Corea, los EE. UU. concedían a España un crédito de 62,5 millones de dólares, a los que seguirían otros créditos y ayudas alimenticias y, lo que es más importante, los EE. UU. se ponían en cabeza de los países que en la ONU pedían la derogación de la resolución que en 1946 había supuesto el boicot diplomático a España. Incluso, el propio Truman, a partir de 1951, empezó a rebajar sus exigencias democratizadoras. No obstante, la actitud cerrada de Franco impidió el éxito de esta política de acercamiento. En abril de 1952 comenzaron, formalmente, las negociaciones entre España y los EE. UU. para alcanzar un acuerdo de defensa y económico, negociaciones que resultaron muy duras.

El último obstáculo se superó con la victoria electoral de Eisenhower en noviembre de 1952. Cuando el general venció en las elecciones presidenciales norteamericanas el camino para el entendimiento quedó, por fin, definitivamente libre. Sin embargo, algunas circunstancias accidentales, como el inesperado y repentino fallecimiento del almirante Forrest P. Sherman, una semana después de entrevistarse con Franco, y la posición del «Caudillo», que pretendía sacar el mayor beneficio posible de los acuerdos, sin cambiar la esencia de su sistema político, dificultaron el ritmo de las negociaciones y la firma final del acuerdo.




ArribaAbajoEn qué consistió la ayuda americana

El 26 de septiembre de 1953 se firmaba, finalmente, el denominado «Pacto de Madrid». Los acuerdos con los EE. UU. llegaban, conviene recordarlo, tras la firma de un nuevo Concordato con el Vaticano, lo que representaba un doble reconocimiento internacional del «Régimen». El Pacto contenía tres acuerdos bilaterales: de defensa mutua, de cooperación económica y de asistencia técnica.

En lo sustancial, los EE. UU. lograban su objetivo de poder instalar una serie de bases militares en territorio español, a cambio de una ayuda económica que, y éste es un elemento sorprendente del Pacto, quedaba sin determinan De hecho, al día de hoy, todavía no existe un acuerdo entre los investigadores sobre la cifra total de la ayuda americana, cuestión sobre la que volveré más adelante. El gobierno español se comprometía, además, a introducir medidas económicas liberalizadoras y a poner fin a la política económica autárquica.

España recibió ayuda económica norteamericana a través de tres canales diferentes: la ayuda propiamente dicha, los fondos de la Ley Pública 480 y los provenientes   —10→   de la llamada «Enmienda McCarran». Es muy importante esta diferenciación ya que los fondos recibidos llegaban en condiciones muy distintas. Lo primero que hay que destacar es el carácter de la ayuda, en qué consistía exactamente la ayuda americana. Los fondos de la ayuda no eran, como muchas veces se piensa, donaciones a fondo perdido. Tampoco eran, en su totalidad, préstamos. Se trataba de una mezcla de ambos, eran en parte préstamos y en parte donaciones. En el caso de nuestro país una buena parte de la ayuda americana consistió en la concesión de préstamos con interés. Encontramos aquí una primera diferencia importante con el Plan Marshall. Las ayudas recibidas por los países europeos occidentales, bajo la cobertura de dicho Plan, fueron, en su mayoría, donaciones. El trato que recibió España fue, en este sentido, peor que el que recibió Italia, Alemania o Francia, cosa, por lo demás, comprensible dados los antecedentes a los que hemos hecho referencia anteriormente.

Otra faceta a destacar de la ayuda es que generaba lo que se denominaban «fondos de contrapartida». Estos fondos eran el valor en pesetas del importe en dólares de la ayuda. El gobierno español tenía que poner a disposición del gobierno de los EE. UU. una parte de los fondos procedentes de la ayuda, en pesetas, para atender los gastos del gobierno norteamericano en España, gastos entre los cuales destacaban los relativos a la construcción de las bases. Es decir, de modo más sencillo, parte de la ayuda americana fue destinada a atender las necesidades militares y económicas de los norteamericanos en nuestro país. En lo que concierne a la ayuda propiamente dicha, el 60 por ciento de los fondos de contrapartida correspondían al gobierno norteamericano para financiar la construcción de las bases militares. Otro 10 por ciento se asignaba también al gobierno norteamericano para atender a sus gastos administrativos en España. El 30 por ciento restante, finalmente, correspondía al gobierno español, con carácter de donación, para ser invertido en transportes, comunicaciones e industrias defensivas con la aprobación de las autoridades norteamericanas. A partir de 1958-59 la distribución de los fondos mejoró sustancialmente en favor de España (hasta el 90 por ciento), así como en la libertad concedida al gobierno para su utilización.

Los fondos de contrapartida generados por la «Enmienda McCarran» se distribuyeron de la forma siguiente: un 80 por ciento para el gobierno español y un 20 por ciento para los norteamericanos. Sin embargo, a diferencia de lo que sucedía con la ayuda, de la cantidad asignada a España sólo era donación el 43,63 por ciento, siendo el 36,36 por ciento restante un préstamo. En relación a la Ley Pública 480 su distribución fue aproximadamente igualitaria y la parte correspondiente a nuestro país tuvo, también, carácter de préstamo.

Otro rasgo de la ayuda era su carácter condicionado. No se trataba de fondos sobre los cuales el gobierno español tuviera plena libertad para su utilización. Parte   —11→   de la ayuda, como la totalidad de las donaciones y buena parte de los préstamos, se organizó fundamentalmente en función de los propios intereses norteamericanos. Así sucedió con las donaciones de productos alimenticios y con los préstamos concedidos para la compra de productos agrícolas, que permitieron dar salida a excedentes agrarios norteamericanos, particularmente a excedentes de algodón. Por lo demás, los programas concretos de importaciones se gestionaron de manera poco transparente por lo que dieron lugar a favoritismos y a la queja de las autoridades norteamericanas.

También estaba limitada la libertad del gobierno español para emplear los fondos generados por la ayuda. El gobierno tenía que consensuar con las autoridades americanas el destino de los fondos y los programas de inversión que se ejecutarían con los mismos.

Finalmente, hay que referirse a la cuantía de la ayuda. Como ya he señalado, no disponemos de unas cifras definitivas del volumen total de la ayuda americana. Existen, incluso, discrepancias a la hora de clasificar como ayuda oficial algunas donaciones que tuvieron carácter privado como las de alimentos, por valor de 129,4 millones de dólares, procedentes de organizaciones católicas norteamericanas (National Catholic Welfare Conference), que se distribuyeron en España por Cáritas. Al respecto, y haciendo un pequeño paréntesis, recuerdo, perfectamente, como en el patio de mi colegio madrileño, los marianistas, nos repartían, en la hora del recreo, leche caliente y trozos de queso procedentes de la ayuda americana. La leche la elaboraban con leche en polvo y tenía un extraño sabor, pero en los fríos inviernos del Madrid de los años cincuenta, se agradecía. El queso venía en unas grandes latas cilíndricas que llevaban el emblema de la ayuda: dos manos estrechándose con el fondo de la bandera norteamericana. Era excelente, o al menos a mí me lo parecía, y así ha quedado gravado en mi memoria.

Volviendo al tema, señalaré que, a pesar de las discrepancias en lo concermente al volumen total de la ayuda, podemos situarla en el entorno de los 1.500 millones de dólares entre 1953 y 1963. Los productos agrícolas, las materias primas y la maquinaria constituyeron sus principales renglones. Como producto individual cabe destacar el algodón, no sólo por su importancia cuantitativa sino porque representaba el éxito de las presiones de los cultivadores algodoneros americanos favorables al entendimiento con Franco para resolver sus problemas de excedentes. Representaba, igualmente, el final de las pretensiones autárquicas en materia de producción algodonera. ¿Era mucho o era poco? Sin duda es complejo responder a esta pregunta. Depende con que lo comparemos. Era una ayuda pequeña si la comparamos con la ayuda que recibió Francia, Gran Bretaña, Alemania, Italia, Bélgica, Holanda... procedente del Plan Marshall, que podemos estimar 2,5 veces mayor en promedio. Era también pequeña si pensamos en las grandes necesidades de la economía española. Era pequeña si la comparamos con el volumen total de las importaciones (tan sólo un   —12→   8% de las correspondientes a este período). Y era, definitivamente escasa, si pensamos en las contrapartidas de carácter militar que llevaba aparejada. Incluso, el propio gobierno español la consideró reducida. Sin embargo, si recordamos la expresión de J. Sardá podemos ver otra faceta de la ayuda: regó España como la lluvia un campo sediento. En efecto, si bien el montante total de la ayuda no fue elevado, en términos comparativos, su importancia relativa, dada la situación de la economía española, fue estimable.

Los Pactos, por otra parte, obligaban al gobierno español a introducir medidas liberalizadoras en la economía española. Se trataba, en resumen, de desmontar el enorme aparato intervencionista que se había construido durante los años cuarenta. En realidad, a partir del cambio de gobierno de junio de 1951, la política económica española había iniciado, bajo la influencia norteamericana, un giro moderadamente liberalizador. La ayuda y los compromisos de los Pactos tendrían que haber reforzado ese movimiento. Sin embargo, lo cierto es que el proceso reformista careció del impulso necesario. Las resistencias derivadas de los intereses creados y los temores a los cambios frenaron el necesario proceso de liberalización y de apertura. Buena parte de los organismos económicos creados en la época autárquica, como el Instituto Nacional de Industria o el Servicio Nacional del Trigo, siguieron en pie, aunque es cierto que sufrieron leves reformas. El sector exterior y la política cambiaria siguieron sometidos a un rígido control. El sector bancario permaneció inmutable y no se emprendió ninguna reforma seria en el campo fiscal.

El movimiento liberalizador se agotó pronto y sólo ante el inminente colapso de la economía española se abordó, a instancias de los organismos económicos internacionales, un nuevo y serio proyecto de liberalización y apertura económica en 1959, que conocemos como el «Plan de Estabilización», en el que ya tuvieron un papel protagonista algunos destacados economistas españoles.




ArribaAbajoLa vertiente política de la ayuda

Conviene, en este momento, ampliar nuestro punto de mira sobre esta cuestión. He venido hablando de la ayuda americana en un sentido bastante estricto: préstamos, donaciones, fondos de contrapartida para los gobiernos español y norteamericano. En realidad, lo más importante del Pacto de Madrid no fue la ayuda económica. Lo más importante del Pacto fue su componente político y militar. Políticamente, el Pacto de Madrid suponía la plena integración del Régimen franquista en la comunidad internacional de la mano, nada menos, que de la primera potencia mundial. Este reconocimiento político tuvo unos efectos económicos difíciles de cuantificar y de precisar pero, sin duda, extraordinarios. Suponía una garantía de estabilidad y confianza que es la primera exigencia para el normal desenvolvimiento de las inversiones y del crecimiento económico. Suponía, de alguna forma, legitimar un régimen que hasta ese momento había recibido la repulsa y la condena de la comunidad internacional. El   —13→   abrazo de Eisenhower a Franco tenía, en sí mismo, un inmenso valor económico. Por eso mismo la contrapartida que España tuvo que ofrecer fue muy alta.

Cuando en los años setenta escribía mi tesis doctoral, con el ímpetu propio de los años jóvenes, afirmaba, al analizar las contrapartidas militares de la ayuda, que Franco había vendido la soberanía española por un plato de lentejas. Hoy, tal vez, no lo expresaría con la misma vehemencia, pero sigo pensando igual. Como contrapartida a la aceptación de su persona y de su régimen, Franco tuvo que aceptar que los EE. UU. construyeran una serie de bases militares, que implicaban, de forma automática, dos potenciales y gravísimos peligros para nuestro país. El primero, el peligro de un accidente derivado de las armas nucleares que los norteamericanos transportaron e instalaron en España, como ocurrió, sin consecuencias demasiado graves, con el accidente de Palomares. El segundo peligro fue que, para la URSS, España se convirtió en un objetivo militar. En el caso de que hubiera estallado un conflicto entre las dos superpotencias, como estuvo a punto de suceder, España habría sufrido unas gravísimas consecuencias. Aunque en los acuerdos se evitara, como es lógico, cualquier referencia al «enemigo soviético», era evidente el destinatario de los acuerdos. El propio Nikita Kruchev hacía referencia, en 1963, al tremendo peligro en el que estaría España, en el caso de una guerra nuclear, por la presencia de bases norteamericanas.

Si consideramos esta faceta de los pactos, creo que podemos estar de acuerdo en que la ayuda económica que recibió España fue irrisoria comparada con lo que se entregaba a cambio. La cuestión es que se carecía de fuerza para exigir más. España tuvo que pagar caro, en términos de una menor ayuda, la falta de legitimidad política del régimen de Franco.





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ArribaAbajoAlgunas referencias bibliográficas

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L'ajuda americana a Espanya (1953-1963)

Carlos Barciela López


Universitat d'Alacant, 2000

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ArribaAbajoIntroducció2

M'atrevesc a afirmar que hi hauria un ampli consens entre els presents en aquest acte a considerar la pel·lícula de Berlanga Bienvenido Mr. Marshall com una de les obres mestres del cinema espanyol. Es tracta, en efecte, d'una pel·lícula enormement divertida, però també amarga, en la qual van demostrar el seu gran ofici actors clàssics del cinema espanyol com José Isbert i Manolo Morán. Com oblidar les imatges desoladores dels nord-americans passant de llarg per un poble que havia fet una quimera de l'arribada dels nous i rics amics? Un poble que, després de la decepció, tornava, l'endemà, a la seua rutina i al seu endarreriment.

Evidentment, la pel·lícula de Berlanga no és, ni tenia per què ser-ho, una lliçó d'història econòmica. Berlanga, com correspon, és menys rigorós, però molt més divertit que els professors d'història econòmica. Tanmateix, les seues imatges ens poden aprofitar per a situar, inicialment i d'una manera sintètica, la realitat històrica del que va ser l'arribada dels nord-americans a Espanya a partir dels acords del 1953. L'arribada dels nord-americans va ser un fet real d'una importància extraordinària per a la nostra història i per a la nostra economia. I després de la seua arribada, a diferència de l'imaginari poble de Berlanga, Espanya no va quedar com abans. Va canviar de manera decisiva. Destacaré, com a conseqüències fonamentals derivades dels acords amb els EUA, les següents: la magnitud relativa de l'ajuda, l'estabilitat que els acords van proporcionar al règim de Franco i la introducció d'elements de racionalització econòmica.

En l'actualitat, hi ha un justificat i interessant debat sobre la importància real de l'ajuda nord-americana a Espanya. Sens dubte, és necessari arribar a un coneixement precís del que va ser l'ajuda. No obstant això, per damunt de diferències en les estimacions del seu volum, el que cal no oblidar mai és la situació econòmica del país en aquells moments. Em serviré, per segona i última vegada, de les imatges cinematogràfiques: les de, aquesta si, la definitivament trista i amarga pel·lícula de Nieves Conde Surcos. Una pel·lícula que reflecteix, amb enorme realisme, la duresa d'una Espanya terriblement pobra en la qual la gent emigrava a les ciutats en unes condicions dificilíssimes, en la qual els estraperlistes feien fortuna a costa de la misèria de la majoria. Quart he tornat a veure Surcos, ja de gran, m'he sorprès que aquesta pel·lícula no haguera estat censurada en la seua totalitat. Potser els censors, preocupats per tapar escots i cuixes i suprimir besades, no van tenir temps de captar l'enorme potencial de denúncia social d'aquesta pel·lícula. O potser la realitat d'aquella Espanya era tan aclaparadorament dura i corrupta que el seu reflex cinematogràfic no resultava cridaner. Per a aquella Espanya endarrerida i miserable, l'arribada dels nord-americans, com va comentar el mestre Joan Sardà, va ser com la pluja per a un camp assedegat.





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ArribaAbajoL'Espanya dels anys quaranta

L'Espanya dels anys quaranta va ser, en efecte, com va dir Sardà, una Espanya assedegada i, més encara, famolenca. Deixaré de banda la situació política i social i les seqüeles de la Guerra Civil, encara que convé recordar que aquesta dècada constitueix, sense cap mena de dubte, el període més negatiu de la nostra història recent.

Econòmicament, tal com han destacat tots els especialistes, els anys quaranta són el principal període d'endarreriment econòmic de la història contemporània d'Espanya. La postguerra espanyola es va caracteritzar per una recuperació lentíssima, sense cap parangó amb el que va succeir en els països europeus que havien participat en la Segona Guerra Mundial, la recuperació postbèlica dels quals va ser molt més ràpida, malgrat haver patit danys majors. Espanya va pagar amb una prolongada crisi i una recuperació lenta la posició política i els errors de la política econòmica del règim franquista.

Políticament, l'alineament de Franco amb les potències de l'Eix i l'hostilitat envers els aliats, fins i tot amb la intervenció militar contra la URSS, va fer que el règim del Caudillo es guanyara l'antipatia de les potències democràtiques. La conseqüència va ser que, en acabar la Segona Guerra Mundial, Espanya es va trobar aïllada i es va veure privada de la generosa ajuda nord-americana, que, amb el nom de Pla Marshall, van rebre la major part dels països europeus.

El problema de la recuperació econòmica, però, no va ser només degut a l'aïllament del règim. Els especialistes en la història d'aquest període estan d'acord a assenyalar que l'estancament econòmic d'Espanya durant els anys quaranta va ser conseqüència, essencialment, dels greus errors de la política econòmica del règim de Franco. Exposaré molt sintèticament quins van ser els objectius econòmics fonamentals i les principals línies de política econòmica del Règim i una explicació de per què el programa econòmic del primer franquisme estava condemnat al fracàs.

Per als dirigents franquistes, l'objectiu econòmic central va ser el d'aconseguir la industrialització del país. L'objectiu podia ser correcte; el problema es va plantejar en la manera d'aconseguir-lo. Es va tractar de forçar un procés d'industrialització en un marc d'autarquia econòmica, sacrificant el desenvolupament dels altres sectors. L'objectiu de l'autarquia econòmica, és a dir, la total autosuficiència, el fet de no dependre dels altres països, era un plantejament molt característic de totes les potències feixistes i totalitàries, com l'Alemanya de Hitler i la Itàlia de Mussolini. Consideraven que un país que aspirava a convertir-se en una gran potència i cap d'un imperi havia de tenir una base industrial i militar molt sòlida i independent. La industrialització autàrquica representava tancar progressivament el comerç exterior i substituir les importacions per producció nacional. Els esforços del Règim es van dirigir en aquest sentit. El resultat de la política autàrquica duta a terme a Espanya durant els anys quaranta va ser, com no podia ser de cap altra manera, un desastre sense pal·liatius.   —7→   L'objectiu de la industrialització autàrquica es va trobar amb dificultats insalvables en els terrenys tecnològic i energètic, entre d'altres.

En realitat, cap economista digne d'aquest nom no va defensar en cap lloc del món civilitzat posicions autàrquiques. La idea que els països guanyen amb el comerç estava plenament consolidada en l'anàlisi econòmica des de feia segles, tot i que el recurs al proteccionisme comercial s'havia generalitzat durant la gran depressió dels anys trenta.

Considere important destacar algunes de les manifestacions concretes d'aquest desastre econòmic. La més visible i dolorosa va ser la gravíssima escassetat de productes de tot tipus, especialment alimentaris, que van haver de patir la major part dels espanyols durant els anys quaranta. El racionament, la fam i el mercat negre són els trets dominants de l'Espanya de la llarga postguerra.

A l'acabament de la dècada dels quaranta, la situació era cada vegada més difícil. Convé recordar que els nivells alimentaris del 1935 no tornarien a ser assolits fins ben entrats els anys cinquanta. Per a més inri, el 1949 Argentina deixava d'enviar blat a Espanya com a conseqüència dels deutes contrets i impagats pel govern de Franco. En aquestes circumstàncies, a començament de 1950 es van començar a donar les primeres mostres públiques de descontentament, tot i la duríssima repressió.




ArribaAbajoL'evolució de la posició dels EUA en relació amb Espanya

Els aliats, i particularment els EUA, havien intentat aconseguir un canvi d'actitud de Franco durant la Segona Guerra Mundial oferint diferents vies d'ajuda i cooperació econòmica. De fet, l'ajuda d'empreses nord-americanes com Texaco havia estat fonamental per al bàndol nacionalista durant la Guerra Civil. Tanmateix, el general es va mantenir lleial als seus socis Hitler i Mussolini, ja que, quasi fins al final de la guerra, va estar convençut de la victòria de l'Eix.

En acabar la Guerra, la posició de Franco, com és ben sabut, era molt feble en el pla internacional. Espanya no solament no havia estat neutral, sinó que havia combatit activament contra un dels països aliats, ara victoriosos. Com a conseqüència, el país es va veure marginat dels organismes internacionals i dels plans de recuperació postbèlica i, més concretament, del denominat Pla Marshall. L'actitud de Franco davant l'hostilitat internacional va ser la d'esperar. Alguns panegiristes han interpretat aquesta actitud del dictador com una mostra evident de la seua saviesa, prudència i gran visió de futur. En realitat, a Franco no li quedava una altra eixida que esperar si volia, com era el seu desig, mantenir-se en el poder. Fora del poder es podia témer el pitjor: el record del que havia passat als seus antics amics Hitler i Mussolini el degué tenir sempre molt present, de manera que va optar per la seua pròpia salvació i hi va subordinar qualsevol objectiu de millora de les condicions de vida dels espanyols. Va tancar files, va clamar contra la conspiració internacional i es va disposar a esperar esdeveniments.

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Per al govern i l'opinió pública nord-americana, el règim espanyol mancava de legitimitat. En particular, el president Truman, persona molt religiosa, sentia una clara antipatia per Franco, al qual assimilava amb Hitler i Mussolini, i pel seu sistema polític, entre altres raons per la posició fortament tancada del Règim en matèria de manca de llibertat religiosa. Les perspectives per al Caudillo no eren, certament, molt favorables.

No obstant això, les circumstàncies internacionals van començar a canviar en un sentit molt positiu per al Règim. Els dos antics aliats principals, els EUA i la URSS, van començar, molt aviat, a mostrar greus diferències que van portar a una ruptura i al començament del que va ser denominat guerra freda. Als EUA el comunisme i l'amenaça comunista es van convertir ben aviat en el gran enemic nacional. En aquestes noves circumstàncies, el règim de Franco podia començar a fer valer el principal dels seus actius: l'anticomunisme. Si en alguna cosa no podia haver-hi dubtes era en el caràcter profundament anticomunista del Règim.

A poc a poc, als EUA l'opinió sobre quina havia de ser l'actitud dels nord-americans envers Espanya va anar canviant. Hi va anar obrint-se pas la idea, amb l'ajuda ben organitzada del lobby espanyol, que Espanya mereixia un tracte millor. Podem situar en l'any 1947 el començament d'aquest canvi. Aquest any, en efecte, es feia l'Informe Kennan, que rebria l'aprovació del president i del Departament d'Estat. Aquest Informe propiciava un acostament a Espanya sense qüestionar la continuïtat de Franco, encara que exigint reformes liberalitzadores. Per a Espanya s'obria una magnífica oportunitat per a eixir de la greu situació econòmica en què es trobava i integrar-se en els plans de recuperació econòmica. Tanmateix, Franco no estava disposat a introduir cap canvi polític que mermara el seu poder, fins i tot a costa de tancar una via que hauria permès assolir, des d'aquell moment, majors nivells de benestar per a la població espanyola.

En el canvi d'actitud dels EUA van confluir polítics conservadors, sectors catòlics nord-americans simpatitzants de Franco, polítics «pragmàtics» i representants d'importants sectors econòmics, com aquells que velen que amb l'aïllament perdien oportunitats de negoci i, fonamentalment, aquells que veien en Espanya una peça més de l'arc «defensiu» que els EUA estaven construint entorn de l'URSS. Tanmateix, a pesar d'aquest consens que guanyava terreny progressivament, la posició del govern nord-americà no variava en les seues exigències democratitzadores. Truman es mantenia ferm en la seua actitud.

Les circumstàncies internacionals van donar nous girs a favor de Franco. L'any 1949 Mao Zedong triomfava en la Guerra Civil de la Xina i els soviètics feien explotar la seua primera bomba atòmica. Al juny del 1950 es desencadenava una ofensiva militar comunista a Corea i començava un conflicte que feia créixer l'anticomunisme nord-americà. La febre anticomunista, el maccarthisme i la Guerra de Corea van revalorar   —9→   la posició política i estratègica d'Espanya. Cada vegada resultava de més interès per als EUA aconseguir acords amb Espanya, i, més concretament, acords militars. L'hora dels pragmàtics en l'un país i l'altre havia arribat. Per als EUA es tractava d'aconseguir bases militars; per a Franco, obtenir ajuda econòmica i militar i, sobretot, rebre el reconeixement internacional del Règim. Tan sols dos mesos després del començament de la Guerra de Corea, els EUA concedien a Espanya un crèdit de 62,5 milions de dòlars, al qual seguirien altres crèdits i ajudes alimentàries i, encara més important, es posaven al capdavant dels països que en l'ONU demanaven la derogació de la resolució que el 1946 havia representat el boicot diplomàtic a Espanya. Fins el mateix Truman, a partir del 1951, va començar a rebaixar les seues exigències democratitzadores. Això no obstant, l'actitud tancada de Franco va impedir l'èxit d'aquesta política d'acostament. Per l'abril de 1952 van començar formalment les negociacions entre Espanya i els EUA per a aconseguir un acord econòmic i de defensa, negociacions que van resultar molt dures.

L'últim obstacle va ser superat amb la victòria electoral d'Eisenhower al novembre del 1952. Quan el general va guanyar les eleccions presidencials nord-americanes, el camí per a l'entesa va quedar, per fi, definitivament lliure. Tanmateix, algunes circumstàncies accidentals, com l'inesperat i sobtat traspàs de l'almirall Forrest P. Sherman, una setmana després d'entrevistar-se amb Franco, i la posició del dictador, que pretenia traure dels acords el major benefici possible, sense canviar l'essència del seu sistema polític, van dificultar el ritme de les negociacions i la signatura final de l'acord.




ArribaAbajoEn què va consistir l'ajuda nord-americana?

El 26 de setembre del 1953 se signava finalment el denominat Pacte de Madrid. Els acords amb els EUA arribaven -convé recordar-ho- després de la signatura d'un nou concordat amb el Vaticà, cosa que representava un doble reconeixement internacional del Règim. El Pacte contenia tres acords bilaterals: de defensa mútua, de cooperació econòmica i d'assistència tècnica.

Substancialment, els EUA aconseguien el seu objectiu de poder instal·lar una sèrie de bases militars en territori espanyol a canvi d'una ajuda econòmica que -i això és un element sorprenent del Pacte- quedava sense determinar. De fet, a hores d'ara encara no hi ha un acord entre els investigadors sobre la xifra total de l'ajuda nord-americana, qüestió sobre la qual tornaré més endavant. El govern espanyol es comprometia, a més, a introduir mesures econòmiques liberalitzadores i a posar fi a la política econòmica autàrquica.

Espanya va rebre ajuda econòmica nord-americana a través de tres canals diferents: l'ajuda pròpiament dita, els fons de la Llei Pública 480 i els provinents de l'anomenada Esmena McCarran. És molt important aquesta diferenciació, ja que els fons rebuts arribaven en condicions molt diferents. La primera cosa que cal destacar és el   —10→   caràcter de l'ajuda nord-americana, en què consistia exactament. Els fons de l'ajuda no eren, com moltes vegades es pensa, donacions a fons perdut. Tampoc no eren, en la seua totalitat, préstecs. Es tractava d'una mescla de les dues coses: eren en part préstecs i en part donacions. En el cas del nostre país, una bona part de l'ajuda nord-americana va consistir en la concessió de préstecs amb interès. Trobem ací una primera diferència important amb el Pla Marshall. Les ajudes rebudes pels països europeus occidentals, sota la cobertura d'aquest Pla, van ser, majoritàriament, donacions. El tracte que va rebre Espanya va ser, en aquest sentit, pitjor que el que van rebre Itàlia, Alemanya o França, cosa, d'altra banda, comprensible, tenint en compte els antecedents a què hem fet referència anteriorment.

Una altra faceta de l'ajuda que cal destacar es que generava allò que es denominava fons de contrapartida. Aquests fons de contrapartida eren el valor en pessetes de l'import en dolars de l'ajuda. El govern espanyol havia de posar a disposició del govern dels EUA una part dels fons procedents de l'ajuda, en pessetes, per a atendre les despeses del govern nord-americà a Espanya, despeses entre les quals destacaven les relatives a la construcció de les bases. És a dir, més senzillament, part de l'ajuda nord-americana va ser destinada a atendre les necessitats militars i econòmiques dels nord-americans al nostre país. Pel que fa a l'ajuda pròpiament dita, el 60% dels fons de contrapartida corresponia al mateix govern nord-americà per a finançar la construcció de les bases militars. Un altre 10% era assignat també al govern nord-americà per a atendre les seues despeses administratives a Espanya. El 30% restant, finalment, corresponia al govern espanyol, amb caràcter de donació, per a ser invertit en transports, comunicacions i indústries defensives amb l'aprovació de les autoritats nord-americanes. A partir de 1958-59, la distribució dels fons va millorar substancialment en favor d'Espanya (fins al 90%), i també la llibertat concedida al govern per a la utilització d'aquests fons.

Els fons de contrapartida generats per l'Esmena McCarran van ser distribuïts de la manera següent: un 80% per al govern espanyol i un 20% per als nord-americans. Tanmateix, a diferència del que ocorria amb l'ajuda, de la quantitat assignada a Espanya només era donació el 43,63%, mentre que el 36,36% restant era un préstec. En relació amb la Llei Pública 480, la distribució va ser aproximadament igualitària i la part corresponent a Espanya va tenir també caràcter de préstec. Una altra característica de l'ajuda era el caràcter condicionat que tenia. No es tractava de fons sobre els quals el govern espanyol tinguera plena llibertat per a utilitzar-los. Part de l'ajuda, com la totalitat de les donacions i bona part dels préstecs, es va organitzar fonamentalment d'acord amb els mateixos interessos nord-americans. Així va passar amb les donacions de productes alimentaris i amb els préstecs concedits per a la compra de productes agrícoles, que van permetre donar eixida a excedents agraris nord-americans, particularment excedents de cotó. D'altra banda, els programes concrets d'importacions van ser gestionats de manera poc transparent, cosa que va donar lloc a favoritismes i a la queixa dels nord-americans.

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També estava limitada la llibertat del Govern espanyol per a fer ús dels fons generats per l'ajuda. El Govern havia de consensuar amb les autoritats americanes la destinació dels fons i els programes d'inversió que s'havien d'executar amb aquests.

Finalment, cal fer referència a la quantia de l'ajuda. Com ja he assenyalat, no disposem d'unes xifres definitives del volum total de l'ajuda americana. Hi ha, fins i tot, discrepàncies a l'hora de classificar com a ajuda oficial algunes donacions que van tenir caràcter privat, com les dels aliments, per valor de 129,4 milions de dòlars procedents d'organitzacions catòliques nord-americanes (National Catholic Welfare Conference), que a Espanya van ser distribuïts per Caritas. En aquest sentit, i fent un petit parèntesi, recorde perfectament com en el pati de la meua escola de Madrid, els marianistes ens repartien, a l'hora del descans, llet calenta i trossos de formatge procedents de l'ajuda nord-americana. La llet l'elaboraven amb llet en pols i tenia un estrany sabor, però en els freds hiverns del Madrid dels anys cinquanta s'agraïa. El formatge venia en unes grans llandes cilíndriques que portaven l'emblema de l'ajuda: dues mans encaixant amb el fons de la bandera nord-americana. Era excel·lent, o almenys a mi m'ho semblava, i així ha quedat gravat en la meua memòria.

Tornant al tema, assenyalaré que, malgrat les discrepàncies pel que fa al volum total de l'ajuda, podem situar-la entorn dels 1.500 milions de dòlars entre el 1953 i el 1963. Els productes agrícoles, les matèries primeres i la maquinària en van constituir les línies principals. Com a producte individual, cal destacar el cotó, no únicament per la seua importància quantitativa, sinó perquè representava l'èxit de les pressions dels cultivadors cotoners americans favorables a l'entesa amb Franco per a resoldre els seus problemes d'excedents. Representava, igualment, el final de les pretensions autàrquiques en matèria de producció de cotó. Era molt o poc? Sens dubte és difícil respondre a aquesta pregunta. Depèn amb què ho comparem. Era una ajuda petita si la comparem amb l'ajuda que van rebre França, Gran Bretanya, Alemanya, Itàlia, Bèlgica, Holanda, etc., procedent del Pla Marshall, que podem estimar 2,5 vegades major de mitjana. Era també petita si pensem en les grans necessitats de l'economia espanyola. Era petita si la comparem amb el volum total de les importacions (tan sols un 8% de les corresponents a aquest període). I era, definitivament, escassa si pensem en les contrapartides de caràcter militar que comportava. Fins i tot el mateix govern espanyol la va considerar reduïda. Tanmateix, si recordem l'expressió de J. Sardà, podem veure una altra faceta de l'ajuda: va regar Espanya com la pluja en camp assedegat. En efecte, si bé l'import total de l'ajuda no va ser alt en termes comparatius, la seua importància relativa, tenint en compte la situació de l'economia espanyola, va ser estimable.

Els pactes, d'altra banda, obligaven el govern espanyol a introduir mesures liberalitzadores en l'economia espanyola. Es tractava, en resum, de desmuntar l'enorme aparell intervencionista que havia estat construït durant els anys quaranta. En realitat,   —12→   a partir del canvi de govern de juny de 1951, la política econòmica espanyola havia iniciat, sota la influència nord-americana, un gir moderadament liberalitzador. L'ajuda i els compromisos dels pactes haurien d'haver reforçat aquest moviment. Tanmateix, el que és cert és que el procés reformista va mancar de l'impuls necessari. Les resistències derivades dels interessos creats i els temors dels canvis van frenar el necessari procés de liberalització i obertura. Bona part dels organismes econòmics creats en l'època autàrquica, com l'Instituto Nacional de Industria o el Servicio Nacional del Trigo, van continuar en vigor, tot i que és cert que van experimentar lleus reformes. El sector exterior i la política canviària van continuar sotmesos a un rígid control. El sector bancari va romandre immutable i no es va emprendre cap reforma seriosa en el terreny fiscal.

El moviment liberalitzador es va exhaurir aviat, i només davant l'imminent col·lapse de l'economia espanyola es va abordar, a instància dels organismes econòmics internacionals, un nou i seriós projecte de liberalització i obertura econòmica el 1959 que coneixem com el Pla d'Estabilització, en el qual ja van tenir un paper protagonista alguns destacats economistes espanyols.




ArribaAbajoEl vessant polític de l'ajuda

Convé, en aquest moment, ampliar el nostre punt de mira sobre aquesta qüestió. He estat parlant de l'ajuda nord-americana en un sentit força estricte: préstecs, donacions i fons de contrapartida per als governs espanyol i nord-americà. En realitat, l'aspecte més important del Pacte de Madrid no va ser l'ajuda econòmica. La qüestió més important del Pacte va ser el seu component polític i militar. Políticament, el Pacte de Madrid representava la plena integració del règim franquista en la comunitat internacional de la mà, ni més ni menys, que de la primera potència mundial. Aquest reconeixement polític va tenir uns efectes econòmics difícils de quantificar i de precisar, però sens dubte extraordinaris. Representava una garantia d'estabilitat i confiança, que és la primera exigència per al normal desenvolupament de les inversions i del creixement econòmic. Representava, d'alguna manera, legitimar un règim que fins aquell moment havia rebut la repulsa i la condemna de la comunitat internacional. L'abraçada d'Eisenhower a Franco tenia, en si mateixa, un immens valor econòmic. Per això mateix, la contrapartida que Espanya va haver d'oferir va ser molt alta.

Quan, en els anys setanta, escrivia la meua tesi doctoral, amb l'ímpetu propi dels anys joves, afirmava, en analitzar les contrapartides militars de l'ajuda, que Franco havia venut la sobirania espanyola per un plat de llentilles. Avui potser no ho expressaria amb la mateixa vehemència, però continue pensant igual. Com a contrapartida a l'acceptació de la seua persona i del seu règim, Franco va haver d'acceptar que els EUA construïren una sèrie de bases militars que implicaven, automàticament, dos potencials i gravíssims perills per al nostre país. El primer, el perill d'un accident   —13→   derivat de les armes nuclears que els nord-americans van transportar i van instal·lar a Espanya, tal com va ocórrer, sense conseqüències massa greus, amb l'accident de Palomares. El segon perill va ser que, per a la URSS, Espanya es va convertir en un objectiu militar. En el cas que haguera esclatat un conflicte entre les dues superpotències, com va estar a punt de succeir, Espanya hauria patit unes gravíssimes conseqüències. Tot i que en els acords s'evitarà, com és lògic, qualsevol referència a l'«enemic soviètic», era evident el destinatari dels acords. El mateix Nikita Khruixtxov feia referència, el 1963, a l'enorme perill en què estaria Espanya en el cas d'una guerra nuclear, per la presència de bases nord-americanes.

Si considerem aquesta faceta dels pactes, crec que podem estar d'acord que l'ajuda econòmica que va rebre Espanya va ser misèria comparada amb tot el que donava a canvi. La qüestió és que es mancava de força per a exigir més. Espanya va haver de pagar car, en termes d'una menor ajuda, la falta de legitimitat política del règim de Franco.





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