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No olvidemos, sin embargo, la lección de tolerancia y liberalidad de esta relación: Mesonero Romanos abrió a Gil y Carrasco las puertas de su Semanario, donde éste pudo expresar su propia sensibilidad a través de la amplia serie de artículos que ya hemos citado y otros como El lago de Carucedo. Por otra parte, conviene señalar ciertas divergencias también entre los dos poetas: Byron no apreciaba la pintura por ser un arte demasiado lejano de la realidad y rechaza en particular a Rubens... elogiado por Gil y Carrasco cuando no es demasiado realista.
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R. Piglia: Crítica y ficción, p. 16.