La boda de Quevedo
Comedia en tres actos y en verso
Narciso Serra
Al eminente actos D. Julián Romea, dedica esta comedia, como una débil prueba del más sincero cariño, su leal amigo.
El Autor.
Personajes | Actores |
DOÑA ESPERANZA DE ARAGÓN, señora de Cetina | DOÑA CARMEN CARRASCO |
DOÑA GAITANA, dueña | DOÑA CONC. SAMPELAYO |
D. FRANCISCO DE QUEVEDO VILLEGAS | D. JULIÁN ROMEA |
D. MARCIAL DE PACHECO | D. ANTONIO PIZARROSO |
D. JUAN ADÁN DE LA PARRA, Inquisidor ordinario | D. ANTONIO DE GUZMÁN |
D. ANDRÉS DE BARRIZALES | D. ELÍAS AGUIRRE |
MATEO, valiente | D. LÁZARO PÉREZ |
LEONARDO, criado | D. JOSÉ SINEO |
GINÉS, criado | D. FERNANDO GUERBA |
UN ESCUDERO | D. GERÓNIMO GONZÁLEZ |
Esbirros |
La acción es en Madrid, año de 1634. Comienza de día y concluye a las tres de la madrugada.
Acto primero
Sala de paso en una casa de posada: a la derecha, en primer término, el cuarto de QUEVEDO: a la izquierda el de D. MARCIAL: sobre esta última puerta habrá una ventana; puerta al foro. | |
Escena primera | |
QUEVEDO y DON MARCIAL. | |
QUEVEDO va a entrar en su cuarto. DON MARCIAL sale del suyo. | |
MARCIAL | Tal vez irá a San Gerónimo. (Ap.) |
¡Don Francisco! (Viéndole) | |
QUEVEDO | ¡Don Marcial! |
¿Pues desde cuándo en la corte? | |
MARCIAL | Muy pocas horas hará. |
QUEVEDO | ¿Vivís aquí? |
MARCIAL | Sí. |
QUEVEDO | Me honra |
vecino tan principal. | |
MARCIAL | Yo bendigo de encontraros |
la feliz casualidad, | |
pues tal vez vuestros consejos | |
me libren de algún azar. | |
QUEVEDO | ¡Pues qué! ¿Jugáis a las pintas? |
MARCIAL | Arriesgo mi capital |
al juego mas peligroso | |
de todos los juegos que hay; | |
juego con amor... | |
QUEVEDO | Bien hecho, |
si no hacéis más que jugar; | |
pero si pasa de juego, | |
¡pobre de vos! | |
MARCIAL | Escuchad. |
Al señor don Luis Pacheco | |
Narváez, mi tío carnal, | |
plugo mandarme a Cetina | |
para ir a representar | |
su persona, en unas bodas | |
de un deudo que casó allá. | |
Hubo, motes, danzas, músicas, | |
e hizo la fatalidad | |
que entre otros varios festejos | |
quisieran también probar | |
a presencia de las damas, | |
con armas su habilidad | |
los galanes: ya veis, yo | |
no me podía excusar; | |
sobrino y a más discípulo | |
del tirador sin igual | |
don Luis Pacheco. | |
QUEVEDO | Está claro. |
MARCIAL | En una ancha sala, ya |
entarimada al efeto, | |
con gradas donde mirar, | |
y cuajadas todas ellas | |
de la gente principal, | |
esgrimieron unos diestros, | |
harto torpes en verdad. | |
Yo también cogí un estoque, | |
y me coloqué en mitad | |
de la sala, no creyendo | |
que hubiese nadie capaz | |
de disputar a un Pacheco | |
la ventaja en pelear, | |
cuando un hidalguillo bizco, | |
más feo que un alacrán, | |
saluda, y se pone en guardia, | |
cubriendo la diagonal: | |
yo dije, «aquí de mi tío, | |
tercera y quinta, cis, zas.» | |
Domeño el último tercio, | |
apoyando el gavilán; | |
pero el hidalgo maldito, | |
(confúndale Satanás) | |
cuando esto estaba pensando | |
sin saber cómo, me da | |
una estocada tan recia, | |
que hubiera sido mortal, | |
a no tener zapatilla | |
el arma: salí de allá | |
renegando del descuido, | |
y me decidí a tornar | |
a Madrid: en la posada, | |
y en llora avanzada ya, | |
oigo pronunciar mi nombre | |
y hablar del lance fatal. | |
Era el hidalgo: mi sangre | |
hervía como un volcán; | |
lanceme del aposento | |
diciendo: «Sálgase acá: | |
y haciendo juego de puntas | |
veremos si es tan locuaz, | |
como esgrimiendo de burlas, | |
esgrimiendo de verdad.» | |
Salimos todos al patio, | |
y hace la casualidad | |
que tenga el mismo descuido, | |
y el mismo golpe me da. | |
Sin doctor y sin botica | |
lo hubiera pasado mal, | |
a no llegar a la venta | |
una dama... una deidad, | |
que dolida de mi estado | |
humana y traidora al par, | |
bálsamo aplicó a la herida | |
y al alma dardo mortal. | |
Curé; pero con mirarla, | |
perdida mi libertad, | |
vanos fueron para ella | |
mi gemir, mi suplicar: | |
anoche llegué a la corte, | |
y a nadie he visto en mi afán: | |
me instalé en esta posada | |
por huir de visitar; | |
no sé si he perdido el juicio, | |
o si le tengo cabal... | |
QUEVEDO | Es decir, que fue el remedio |
peor que la enfermedad. | |
Don Marcial, no lo extrañéis; | |
no lo extrañéis, don Marcial, | |
que la hembra que es mejor hembra | |
es una calamidad: | |
por ellas todo lo malo, | |
por Eva perdiose Adán, | |
cuando por ella hincó el diente | |
al prohibido vegetal. | |
Dalila esquiló a Sansón | |
el pelo y la dignidad, | |
y por ella despechado, | |
cuando tornó a pelechar, | |
desquició una sinagoga | |
mayor que una catedral. | |
Por los ojuelos de Iole | |
Hércules se puso a hilar, | |
trocada la maza en rueca | |
y en mujercilla el jayán. | |
Anduvo con cola y cuernos | |
Júpiter, la alta deidad, | |
porque el amor por Europa | |
le estaba haciendo bramar. | |
Y si una hembra hace de un Dios | |
un toro, sin más ni más, | |
pensando piadosamente, | |
con el que no es Dios, ¿qué hará? | |
La Cava, por poco acaba | |
con toda la cristiandad. | |
Por tentar a San Antón | |
(que no se dejó tentar) | |
tomó cuerpo de hembra el diablo, | |
y es cosa muy natural; | |
pues todas las hembras tienen | |
en el cuerpo a Satanás. | |
Ellas hacen al que es célibe | |
combatir y trasnochar; | |
ellas hacen al casado, | |
aunque sea viejo ya, | |
en la estatura crecer, | |
en las haciendas menguar. | |
Y frailes y mercaderes | |
se pierden por ellas más, | |
que necedades han dicho, | |
queriéndome censurar, | |
Alarcón, Pacheco, Góngora | |
y Pérez de Montalván. | |
MARCIAL | Mordaz como siempre... |
QUEVEDO | Y gracias |
que he sabido ser mordaz, | |
que a no ser porque mordía, | |
me hubieran comido ya. | |
Veintidós pleitos me cuesta | |
mi torre de Juan Abad, | |
y pago más en derechos | |
que de derecho me da. | |
Siendo propietario, no | |
puedo en mi casa habitar, | |
porque dicen que conspiro | |
contra el ministro, y jamás | |
me han visitado personas | |
de descompuesto genial, | |
a no ser las nueve musas, | |
y esas son gente de paz. | |
No tengo hermana que ver | |
ni privanza que prestar; | |
de un desengaño del mundo | |
me consuela un madrigal; | |
y aun así tengo enemigos | |
que me han hecho transformar | |
en agresivo lo afable, | |
lo pichón en gavilán. | |
MARCIAL | Aunque con don Luis, mi tío, |
sustentáis enemistad, | |
yo nunca os ofendí. | |
QUEVEDO | Cierto. |
MARCIAL | Y os quisiera demandar |
un favor. | |
QUEVEDO | Decid cuál es. |
MARCIAL | Me convencen por demás |
vuestros ejemplos, Quevedo; | |
pero la fatalidad | |
hacia esa mujer me arrastra, | |
sin poderlo remediar; | |
y es... | |
QUEVEDO | Porque a los hijos de Eva |
gustan las hijas de Adán. | |
MARCIAL | Porque estoy enamorado, |
Quevedo, a no poder más. | |
Esa mujer o morir... | |
Conozco mi natural; | |
soy de fuego. | |
QUEVEDO | Pues debéis |
iros a un puerto de mar. | |
MARCIAL | Dadme un medio, si algo os mueve |
a hacer mi felicidad, | |
para que pueda el amor | |
de esa mujer conquistar. | |
QUEVEDO | Dádivas quebrantan peñas, |
dice un antiguo refrán: | |
dadla joyas. | |
MARCIAL | La ofendéis. |
QUEVEDO | Dadla doble. |
MARCIAL | La injuriáis. |
QUEVEDO | Libradla de un gran peligro. |
MARCIAL | Y ese peligro... |
QUEVEDO | Escuchad. |
¿No habéis visto en las comedias | |
que cuando la dama va | |
a paseo, sale un toro, | |
y tras el toro un galán, | |
que a fuer de toreador | |
consigue matrimoniar? | |
MARCIAL | Sí, luego... |
QUEVEDO | Inventado el riesgo |
os es fácil lo demás. | |
La gratitud es la puerta | |
por donde amor suele entrar. | |
MARCIAL | ¡Oh! Gracias, gracias, Quevedo. |
Escena II | |
QUEVEDO, DON MARCIAL, DON ANDRÉS. | |
ANDRÉS | ¡Don Francisco! (Entrando.) |
QUEVEDO | ¡Oh! Que aquí está |
el galán más atildado | |
de los galanes. Pasad. | |
MARCIAL | Con él os dejo. Salud. (A DON ANDRÉS.) |
QUEVEDO | Infeliz! Se casará. (Ap.) |
Escena III | |
QUEVEDO, DON ANDRÉS. | |
ANDRÉS | Huélgome a solas hallaros, |
don Francisco, porque vengo | |
del grave dolor que tengo | |
el remedio a consultaros. | |
QUEVEDO | ¿Qué dolor es? |
ANDRÉS. | Honda pena |
en el alma. | |
QUEVEDO | Calma, calma; |
no curan males del alma | |
Hipócrates ni Avicena, | |
cuanto más yo. | |
ANDRÉS | Vos podéis |
alumbrar mi entendimiento, | |
que se halla en este momento | |
sin luz. | |
QUEVEDO | ¿Si?... ¿Pues qué tenéis? |
ANDRÉS | Don Francisco amigo, oid. |
Todos por galán me aclaman, | |
y por apodo me llaman | |
el burlador de Madrid. | |
Pues cuentan que en esta villa | |
más mujeres burlé infiel | |
que el don Juan de fray Gabriel, | |
el burlador de Sevilla. | |
Es lo cierto que mi talle, | |
(sin alabarme...) | |
QUEVEDO | Se entiende. |
ANDRÉS | Muchas hermosuras prende |
en el paseo y la calle. | |
Que al mirarme los maridos | |
con barras su puerta aferran, | |
y las mujeres no cierran | |
los ojos ni los oídos. | |
Pero de cuanto pequé | |
en el mundo estoy purgado, | |
porque estoy enamorado, | |
Quevedo, de buena fe. | |
Y tan triste y abatido | |
me encontráis en este punto, | |
que he de ser presto difunto, | |
si no soy presto marido. | |
Alma que a tantas rindió | |
tiene una mujer cautiva, | |
y es para mí tan esquiva | |
como esquivo he sido yo. | |
Dando, de piedad ejemplo | |
la hallé en el templo, ay de mí, | |
que mi corazón perdí | |
desde que la vi en el templo. | |
Seguila: no reparaba | |
en mí, y ya cansado en suma, | |
quise fiar a la pluma | |
lo que en el alma pasaba. | |
Gané la dueña, y la di | |
un billete asaz discreto, | |
por lo moral del conceto | |
y lo breve. Dice así: | |
«Hijo de amor verdadero, | |
señora, santo es mi fin: | |
haceros mi esposa quiero, | |
que por vos de amores muero | |
desde que os vi en San Martín.» | |
QUEVEDO | ¿Contestó al billete? |
ANDRÉS | Sí. |
QUEVEDO | ¿No acepta el bodorrio? |
ANDRÉS | No. |
Adivinad... | |
QUEVEDO | Qué, sé yo. |
ANDRÉS | Se trata de vos. |
QUEVEDO | ¿De mí?... |
¡Por Cristo, que es singular! | |
ANDRÉS | Quevedo, como os lo digo. |
QUEVEDO | Si supo que sois mi amigo, |
os diría, a no dudar: | |
Don Francisco es basilisco, | |
con las hembras descortés | |
y los ministros arisco: | |
no he de ser yo de quien es | |
amigo de don Francisco. | |
¿Me equivoco? | |
ANDRÉS | ¡Sí, por Dios! |
Bien su carta me embaraza; | |
nos emplaza. | |
QUEVEDO | ¿A mí me emplaza? |
ANDRÉS | A ella y a nosotros dos. |
Hoy mismo en la iglesia vi | |
a la dueña: hízome seña; | |
la respuesta que la dueña | |
me entregó, miradla aquí. | |
«Tanto amor como me envía (Leyendo.) | |
estimo en cortesanía, | |
aunque pagarle no puedo; | |
yo no me caso hasta el día | |
en que se case Quevedo,» | |
QUEVEDO | Ingeniosa traza urdió |
para calabacear, | |
si no promete casar | |
hasta que me case yo. | |
ANDRÉS | Que se ha vuelto loca infiero, |
o quiere volverme loco. | |
Si no os casáis, yo tampoco. | |
QUEVEDO | Pues os moriréis soltero. |
ANDRÉS | ¡Eso decís! |
QUEVEDO | ¡Por Dios santo! |
¿Queréis que otra cosa diga? | |
Mucho la amistad obliga, | |
don Andrés, pero no tanto. | |
Bueno es que el amor yo deje | |
por no sufrir sus afanes, | |
y que vengan los galanes | |
a que yo los aconseje. | |
Yo, que la dulce poesía | |
sólo cultivo con gozo, | |
y que ya paso de mozo, | |
y no soy dueña ni tía. | |
ANDRÉS | Aun sois joven. |
QUEVEDO | Ojalá; |
mas no me convenzo de ello. | |
ANDRÉS | Tiñéndoos algo el cabello... |
QUEVEDO | Bien sin teñirse se está. |
«El viejo que con destreza | |
se ilumina, tiñe y pinta, | |
echa borrones de tinta | |
al papel de su cabeza» (1). | |
Ir de Caribdis a Scila | |
es el tal remojo infiero. | |
«No es buen Jordán el tintero | |
al que envejece la pila» (2). | |
ANDRÉS | Es que no os mueve el afán... |
QUEVEDO | Es que el empeño me arredra. |
ANDRÉS | Tenéis corazón de piedra. |
QUEVEDO | Y cara de cordobán. |
Y en amores, don Andrés, | |
nunca hiciera una conquista | |
quien es tan corto de vista, | |
siendo tan largo de pies. | |
Devaneos, a fe mía | |
que tuve mil, se comprende; | |
pero el amor que se vende, | |
no es amor, es mercancía. | |
Al mirarme en el espejo | |
en tan feo desaliño, | |
sin amores desde niño | |
he ido llegando hasta viejo; | |
con fealdad y poca hacienda | |
fuera loca presunción | |
el buscar un corazón | |
que este corazón comprenda. | |
Por eso cejé en mi empeño. | |
ANDRÉS | ¿Y no amasteis nunca? |
QUEVEDO | Sí. |
Una vez pienso que vi, | |
un serafín en un sueño. | |
Mas porque la realidad | |
no deshiciera el encanto, | |
o diese a correr de espanto | |
al mirar mi fealdad, | |
esfuerzo, estudio y ausencia, | |
y guerras y desengaños, | |
lograron, a fuerza de años, | |
mitigarme la dolencia. | |
ANDRÉS | Pudiéndole contener |
no fue grande amor, señor | |
QUEVEDO | Es que yo amo al amor, |
pero temo a la mujer. | |
Aunque soy de vista corto, | |
os aseguro, por Cristo, | |
que tales casos he visto, | |
que verlos me dejó absorto. | |
Vi casadas con afán | |
arriesgar vida y reposo | |
por un amante giboso, | |
siendo el marido galán. | |
Damas de muy noble porte | |
he visto, ya más de tres, | |
prendarse de un ginovés, | |
pastelero de la corte. | |
He visto en amargos duelos | |
a una mujer, que gemía | |
porque no la sacudía | |
su galán, teniendo celos. | |
Y he visto (será quizás | |
que mis ojos no son buenos) | |
que todas tienen en menos | |
a aquel que las tiene en más. | |
¿Quién da reglas al amor? | |
Muchos se hicieron querer | |
porque se hicieron temer. | |
ANDRÉS | Brava idea es el temor. |
Si eso mi triunfo asegura, | |
discurriré... Adiós, Quevedo. | |
Me ha de tener tanto miedo, | |
que me ha de amar con locura. | |
QUEVEDO | Un buen medio discurrid... |
ANDRÉS | Muy pronto os vendré a contar, |
que no hay quien pueda burlar | |
al burlador de Madrid. | |
Escena IV | |
QUEVEDO | Si los matrimonios son |
para los hombres funestos, | |
siendo los hombres como estos, | |
las hembras tienen razón. | |
En justa compensación | |
del malo y del iracundo, | |
Dios, en su saber profundo, | |
mandó a esos entes piadoso | |
hacer papel de gracioso | |
en la comedia del mundo. | |
Don Marcial sólo ha querido | |
hacerme su consejero, | |
pero el otro majadero | |
pretende hacerme marido, | |
¡a mí! que nunca he tenido | |
duda para un galanteo; | |
porque siendo cojo y feo, | |
claro está, que en el asunto | |
cualquiera mujer, al punto, | |
sabe del pie que cojeo. | |
El mal es, que por su empeño | |
de relatarme su historia, | |
me han traído a la memoria | |
el serafín de mi sueño. | |
Ya no puedo estar risueño | |
por más que lo quiero estar: | |
el recuerdo de un pesar | |
que el corazon supo herir, | |
tarda en volverse a dormir | |
si se llega a despertar. | |
Pensamiento, déjame... | |
¿No quieres? Pues en castigo, | |
a puro tontos me obligo | |
que el buen humor te daré: | |
ireme a palacio a pie; | |
y caminando despacio | |
ya los habrá en este espacio; | |
y aunque bastantes no halle, | |
los que no encuentre en la calle | |
me sobrarán en palacio. | |
(Va a salir y le detiene DON JUAN ADÁN DE LA PARRA, embozado.) | |
Escena V | |
QUEVEDO, ADÁN. | |
ADÁN | Deteneos. |
QUEVEDO | ¿Quién me agarra? |
¿Si será otro don Andrés? (Ap.) | |
ADÁN | Soy yo, Quevedo. |
QUEVEDO | ¡¡Si es |
don Juan Adán de la Parra!! | |
Pase el buen inquisidor. | |
ADÁN | Hablad mas bajo, Quevedo. |
Me estoy muriendo de miedo. | |
QUEVEDO | Pues es la muerte peor: |
tenedlo por cosa cierta. | |
Tiempo ha no os cuidáis de mí. | |
¿Qué buen viento os trae aquí? | |
Decidme. | |
ADÁN | Cerrad la puerta. |
QUEVEDO | Asustado estáis, por Dios, |
y haréis que me ponga serio: | |
aclarad, pues, el misterio. | |
¿Corréis algún riesgo? | |
ADÁN | Vos. |
QUEVEDO | ¿Que yo corro riesgo? |
ADÁN | Sí. |
QUEVEDO | ¿Es cosa de pleito? |
ADÁN | No. |
QUEVEDO | ¿Quién me lo asegura? |
ADÁN | Yo. |
QUEVEDO | ¿Dónde he de saberlo? |
ADÁN | Aquí. |
Mas cerrad y sed prudente, | |
que a mí, según la pavura | |
que traigo, se me figura | |
cada losa una serpiente. | |
QUEVEDO | Pues mal andáis si os agarra, |
y hace que se dé la mano | |
con el Adán del manzano | |
el buen Adán de la Parra. | |
ADÁN | Dejad las burlas y alerta, |
que os mira la Inquisición. | |
QUEVEDO | Con la Inquisición chitón. |
Vamos a cerrar la puerta. (Lo hace.) | |
Nada con la Inquisición; | |
que hasta vos, ved lo que os digo, | |
que sois mi mejor amigo, | |
me estáis oliendo a tostón. | |
¿Qué es lo que ocurre? | |
ADÁN | Escuchad, |
y apreciad en su valer | |
el que hoy falte a mi deber | |
por un deber de amistad. | |
Cuando sin razón ninguna, | |
y solo esperando en Dios, | |
presos nos vimos los dos | |
por nuestra mala fortuna, | |
hallándome enfermo y viejo | |
acorristeis mi miseria, | |
dando vida a la materia | |
y al espíritu consejo. | |
Cuando salir libre os vi, | |
libertarme prometisteis, | |
y a poco que vos salisteis | |
yo también libre salí. | |
Por cuidado tan prolijo, | |
con gloria decirlo puedo, | |
os quiero yo... como a un hijo... | |
¡Dadme un abrazo, Quevedo! | |
Que no sabiendo expresar | |
con palabras mi cariño, | |
estoy... vamos, como un niño, | |
reventando por llorar. | |
QUEVEDO | ¡Buen viejo, razón tenéis! |
¡Apretad, por vida mía! | |
Dios os pagará algun día | |
todo el bien que ahora me hacéis. | |
ADÁN | Yo... soy... así... |
QUEVEDO | Sin razón |
os humilláis, y lo siento: | |
el mas claro entendimiento | |
no es nada sin corazón. | |
Serenaos y decid. | |
ADÁN | En grave peligro estáis; |
tal vez hoy mismo tengáis | |
que fugaros de Madrid. | |
Cuando en prisiones crueles | |
nos hallábamos, un día | |
me dijisteis, se os había | |
confiscado los papeles. | |
En cierta vez el demonio | |
tentó vuestra pluma airada | |
a escribir la malhadada | |
Sátira del Matrimonio; | |
y hoy, por haceros perjuicio | |
alguno que os quiere mal, | |
ha puesto el original | |
en poder del Santo Oficio. | |
Aun la corte se alboroza | |
con los chistes que vertisteis | |
en la comedia, que hicisteis | |
con don Antonio Mendoza, | |
Quien más miente medra más, | |
que chocó a la corte toda, | |
por no acabarse con boda | |
como todas las demás. | |
También en la Inquisición | |
ese manuscrito está, | |
y hoy a discutirse va | |
sobre ambos grave cuestión. | |
Con todos no estáis bien quisto: | |
ved al rey, que así os conviene... | |
Aquel que enemigos tiene, | |
Quevedo, debe andar listo. | |
QUEVEDO | ¡El rey! ¿Y pensáis quizás |
que sea leal conmigo? | |
ADÁN | ¿No es vuestro amigo? |
QUEVEDO | ¡Mi amigo! |
Le divierto, y nada más. | |
Como hace octavas, y tales, | |
que analizadas en suma, | |
por salir de su real pluma | |
son solo octavas reales, | |
tiene de poeta el vicio | |
cuando de rey deja el mando, | |
me mira de cuando en cuando | |
así... como del oficio. | |
ADÁN | Pedidle su protección: |
mirad que mucho os conviene, | |
porque, tal vez os condene | |
hoy mismo la Inquisición. | |
Yo os avisaré, al salir | |
de la junta, el resultado: | |
y si por fin, obligado | |
os hallaseis a partir, | |
cuanto tengo, sin dudar... | |
¡Adiós! De la junta es hora. | |
Ved al duque...a su señora... | |
QUEVEDO | ¡Ah! Tú me haces recordar |
que aver con harta intención | |
dijo al darme este papel: | |
«Quevedo, escribid en él | |
en verso vuestra opinión.» | |
(Leyendo.) «Si a peligro de muerte se expusiera | |
por no casarse al punto, | |
entre boda y responsos ¿qué eligiera, | |
Quevedo, ser marido o ser difunto?» | |
ADÁN | Malo es que llegue a entender |
la duquesa en el negocio. | |
QUEVEDO | Por entretener el ocio |
es capaz de hacerme arder. | |
ADÁN | No andéis reacio, por Dios. |
¿Prometéisme hacerlo? | |
QUEVEDO | Sí. |
ADÁN | Ya que no por vos, por mí. |
¿Qué fuera de mí sin vos? | |
QUEVEDO | Voy a escribir. |
ADÁN | Oigo ruido. |
Alguien sube la escalera... | |
Adiós, Quevedo... (¡Ay! Dios quiera | |
que no me hayan conocido.) | |
Escena VI | |
QUEVEDO | ¡Tendrá razón! ¡Serán tales |
los rigores de mi estrella, | |
que de su olvido cansada | |
torne a perseguirme adversa! | |
¡O será que al pobre Adán | |
su loca amistad le ciega, | |
haciéndole ver un monte | |
lo que es un grano de arena! | |
Mi Sátira al Matrimonio | |
no creo que nada tenga | |
que ver con la Inquisición, | |
ni Olivares, ni la Reina. | |
Quien más miente medra más. | |
Con Mendoza esta comedia | |
escribí: cualquier castigo | |
no es grande, sufrido a medias. | |
Ir a la corte, mezclarme | |
con la turba palaciega, | |
pedir perdón, sin saber | |
antes si se me condena, | |
es más declararme reo | |
que proclamar mi inocencia. | |
Y si la comedia fue | |
ocasión de la tormenta, | |
como Mendoza es mi cómplice... | |
hará jugar su influencia, | |
y por salvarse a sí mismo | |
me salvará. Es cosa hecha. | |
Quieto hasta que Adán me avise, | |
si acaso el peligro arrecia. | |
Procuraré escribir coplas | |
a la Condesa-Duquesa. | |
Tal vez llamándola hermosa, | |
(galantería estupenda) | |
si algo trama contra mí, | |
ceje en su enojo y me absuelva. (Vase.) | |
Escena VII | |
DOÑA GAITANA y DON MARCIAL. | |
MARCIAL | Escuche la dueña. |
GAITANA | Déjeme. |
Mire que soy noble. | |
MARCIAL | Atienda, |
doña Gaitana. | |
GAITANA | Mi nombre... |
MARCIAL | ¡Mil tajos! ¿Pues no se acuerda |
la ilustre doña Gaitana | |
del herido de la venta? | |
GAITANA | ¡Vos en Madrid! |
MARCIAL | A caballo |
me puse, no más las vendas | |
desfajé de aquella herida, | |
porque otra mayor, más fiera, | |
vuestra dueña hizo en el alma | |
del alma haciéndose dueña. | |
¿Se halla bien en Madrid? | |
GAITANA | Sí. |
Yo soy la que no estoy buena | |
aquí. | |
MARCIAL | ¡Qué hermosa estará! |
GAITANA | Me ha entrado una tos tan seca. |
MARCIAL | ¿Haréis que la vea? |
GAITANA | Y luego |
una hinchazón en las piernas... | |
MARCIAL | ¿Haréis que la vea? |
GAITANA | Ítem. |
En la paletilla izquierda... | |
MARCIAL | ¿Haréis que la vea? |
GAITANA | Ayer |
le prometí unas candelas | |
al Santo Cristo de Rivas. | |
Pero... | |
MARCIAL | ¿Haréis que la vea? |
GAITANA | No lo he podido cumplir... |
La soldada es tan pequeña... | |
MARCIAL | ¡Oh! Tomad. |
GAITANA | Bien se os conoce |
que sois hidalgo en la muestra. | |
MARCIAL | ¿Dónde vivís? |
GAITANA | Nos mudamos |
hoy mismo. | |
MARCIAL | ¿Dónde? |
GAITANA | Muy cerca |
de aquí. A la calle del Niño, | |
número cuatro. | |
MARCIAL | ¿Certeza |
tienes de no ir a otra casa? | |
GAITANA | Sí, porque don Luis la Cerda, |
duque de Medinaceli, | |
de quien mi señora es deuda | |
a lo lejos, se ha empeñado | |
en que tiene que ser esa | |
nuestra morada. | |
MARCIAL | ¿Y por qué? |
GAITANA | Como es ya viejo, chochea. |
MARCIAL | El propietario es mi amigo. |
GAITANA | Para hablarle en la meseta |
está esperando mi ama. | |
MARCIAL | Aunque no la hable, he de verla. (Vase.) |
GAITANA | Buena es la bolsa: el hidalgo |
es hombre de buenas prendas. | |
Si logro juntar un dote, | |
con las tocas no me entierran. | |
Escena VIII | |
DOÑA GAITANA y QUEVEDO, rasgando un papel. | |
QUEVEDO | Está visto, estoy sin musa; |
no puedo hacer una décima. | |
Ese imbécil don Andrés | |
con traerme esas ideas, | |
de mi sueño, me ha llenado | |
el corazón de tristeza. | |
¡Qué loco soy! Yo, filósofo | |
casi escéptico, poeta, | |
triste estar, como un alférez | |
cuando no ve una mozuela. | |
No, yo quiero estar alegre, | |
si a todo el infierno pesa. | |
GAITANA | ¡Jesús! |
QUEVEDO | María y José. |
GAITANA | Pater noster. |
QUEVEDO | Gratia plena. |
GAITANA | Mucho reniega el hidalgo. |
QUEVEDO | Mucho se espanta la dueña. |
GAITANA | Soy cristiana vieja. |
QUEVEDO | Y tanto, |
que no negarais lo vieja, | |
aunque por bula del Papa | |
os confirmase la iglesia. | |
GAITANA | No crea que son los años |
los que de aquesta manera | |
me han puesto, sino el ayuno, | |
el cilicio, la leyenda... | |
QUEVEDO | El ayuno, sobre todo, |
os puso como la cera. | |
GAITANA | Dejad las burlas. Sois el |
dueño de una casa nueva, | |
calle del Niño... que allí, | |
no el nombre y sí la vivienda | |
supimos del propietario. | |
QUEVEDO | Yo soy. |
GAITANA | Hablaros desea |
la señora de Cetina, | |
doña Esperanza, mi dueña. | |
Licencia de veros pide. | |
QUEVEDO | Llevadla, pues, la licencia. |
GAITANA | Qué antojos. (Fisgándole los anteojos.) |
QUEVEDO | Como los vuestros |
se me antojaron, morena. | |
GAITANA | ¡Gran Dios qué pie! ¿Quién os calza? |
(Viéndole el pie.) | |
QUEVEDO | El barbero que os afeita, |
GAITANA | No me injurie, que soy noble. |
QUEVEDO | Bienes raíces dan nobleza, |
y bueno es que tenga barbas | |
noble que no tiene muelas. | |
GAITANA | ¿Y él qué sabe? |
QUEVEDO | Lo supongo |
sin entrar en la caverna. | |
GAITANA | Pues al adonis, jurara, |
que no ha encontrado en la tierra | |
una mujer que prendar | |
teniendo tan buenas prendas. | |
QUEVEDO | Es verdad; hasta las momias |
en decírmelo se empeñan... | |
Peores que las mujeres | |
son todavía las viejas. | |
Escena IX | |
DOÑA ESPERANZA, DOÑA GAITANA, QUEVEDO. | |
ESPERANZA | ¿Es aquel? |
GAITANA | Sí, allí está |
aguardándoos: más os fío | |
que muy caro os pedirá, | |
pues tiene más de judío | |
que no de casero. (Vase.) | |
Escena X | |
DOÑA ESPERANZA, QUEVEDO. | |
QUEVEDO | (Conteniendo un grito al verla.) ¡Ah! |
Es que la finge mi estrella! (Ap.) | |
ESPER. | La casa número cuatro, |
calle del Niño... | |
QUEVEDO | Qué bella. (Ap.) |
ESPER. | Es vuestra... |
QUEVEDO | ¡Dios mío! ¡Es ella! (Ap.) |
¡Es ella, la que idolatro! | |
ESPER. | Vivo en casa de posada, |
la primera que encontré | |
a Madrid recién llegada: | |
me disgusta: aposentada | |
en la vuestra quedaré, | |
si el precio... | |
QUEVEDO | Haced mas aprecio |
de mí, y calculad, por Dios, | |
que fuera al fijarle necio; | |
pagáisla a muy alto precio | |
con solo habítarla vos. | |
Siempre hallareis, noche y día, | |
casa y dueño a vuestros pies. | |
ESPER. | ¡Extremada cortesía! |
QUEVEDO | No quita, señora mía, |
lo casero a lo cortés. | |
Aunque vocinglera fama | |
me señala con el dedo | |
y por descortés me aclama, | |
siempre honrar supo a una dama | |
don Francisco de Quevedo. | |
ESPER. | ¡Vos Quevedo! |
QUEVEDO | ¿Qué os extraña, |
señora mía? | |
ESPER. | Me daña |
después de haberos hablado, | |
el no haber adivinado | |
a la lumbrera de España. | |
QUEVEDO | Amabilidad... |
ESPER. | Justicia. |
QUEVEDO | Pues no dice eso la gente: |
la malicia me desquicia. | |
ESPER. | ¿Y quién cree a la malicia, |
si todos saben que miente? | |
Vuestras poesías, llenas | |
de filosofía y galas, | |
dan al que censura penas; | |
y aunque diga,que son malas, | |
harto siente que son buenas. | |
A ese enjambre, que se aleja | |
si a luchar se le provoca, | |
compadecerle vos toca. | |
QUEVEDO | ¡Qué bueno es Dios, que oír me deja (Ap.) |
las palabras de su boca! | |
ESPER. | Niña a la corte llegué |
y al pueblo donde nací | |
adolescente torné; | |
por lo que de vos leí | |
adivinaros pensé. | |
Vuestras obras celebradas | |
a mi retiro llegaron, | |
deleitando mis veladas; | |
a las vuestras apegadas | |
mis ideas se quedaron. | |
Pienso lo que vos pensáis, | |
quiero lo que vos queréis, | |
odio lo que vos odiáis, | |
y casi orgullo me dais | |
por lo mucho que valéis. | |
Y hoy que conozco al poeta | |
que alcanza gloriosa fama, | |
alcanzo dicha completa. | |
QUEVEDO | Yo más, mirando una dama |
tan hermosa y tan discreta. | |
ESPER. | Quevedo, por compasión, |
aunque por galán convenio | |
me concedais discreción, | |
¿qué fuera, junto al ingenio | |
de tan preclaro varón? | |
Feliz tan solo sería | |
quien vuestro saber tuviera. | |
QUEVEDO | Ojalá, señora mía, |
trocar mi saber pudiera | |
por ser feliz sólo un día. | |
ESPER. | ¿Jamás lo fuisteis? |
QUEVEDO | ¡Jamás! |
La dicha de los demás | |
viendo, sin dicha he vivido, | |
o mi mayor dicha ha sido | |
la indiferencia quizás. | |
En la soledad nutrí | |
el corazón... | |
ESPER. | ¡Oh! ¡Me espanto! |
¿Y no habéis llorado? | |
QUEVEDO | Sí; |
pero aunque he llorado tanto, | |
¿quién ha de ver llanto en mí? | |
Lágrimas de eterno duelo, | |
que vierte el alma sin calma | |
en su amargo desconsuelo; | |
como son hijas del alma, | |
solo las comprende el cielo. | |
Y encontrándome enojoso | |
con mi eterno heraclitismo, | |
para mi propio reposo | |
me propuse ser chistoso | |
y divertirme a mí mismo. | |
Con mi humor siempre chancero, | |
engaño mi mal vivir: | |
que si pienso un día entero | |
en mis tristezas, me muero, | |
y no me quiero morir. | |
Mas recurso no me queda | |
que embriagarme en mi alegría, | |
y hasta que me llegue el día | |
pensar lo que menos pueda. | |
Ésta es mi filosofía. | |
ESPER. | Nunca de ella os sacarán, |
y de las dichas en pos | |
mitigaréis ese afán. | |
¿Tuvisteis amigos? | |
QUEVEDO | Dos. |
Miguel Cervantes y Adán. | |
De entrambos he sido hermano; | |
del uno no hay mauseolo | |
do lleve una flor mi mano: | |
el otro es ya muy anciano: | |
pronto me quedaré solo. | |
ESPER. | Tenéis fama... |
QUEVEDO | No me esponja. |
ESPER. | Y valor... |
QUEVEDO | No es prenda rara. |
ESPER. | Y admiraciones... |
QUEVEDO | Lisonja. |
ESPER. | Tenéis una hermana... |
QUEVEDO | Es monja. |
ESPER. | Y tal vez... |
QUEVEDO | Vedme la cara. (Pausa.) |
¿Calláis?... ¡Mejor es callar! | |
ESPER. | Ofendile sin querer... (Ap.) |
Mi yerro sabré enmendar. | |
QUEVEDO | Aunque no me pueda amar, (Ap.) |
yo al menos la podré ver. | |
ESPER. | Huérfana y mayor de edad, |
dueña de mi casa soy: | |
si algo vale mi amistad, | |
os la ofrezco desde hoy. | |
QUEVEDO | ¡Oh! ¡Quanta felicidad! (Ap.) |
Siempre en mí la de Cetina (Alto.) | |
verá un amigo sincero. | |
ESPER. | Sois quien sois, y se adivina. (Saludando) |
Extremado es el casero. (Ap.) | |
QUEVEDO | Me enloquece la inquilina. (Ap.) |
Escena XI | |
QUEVEDO | Vamos a cuentas, Quevedo, |
ahora que te encuentras solo: | |
¿es que el cielo te sonríe, | |
o que tienta el demonio? | |
¡La he visto! ¡He sido feliz | |
mirando su bello rostro! | |
Pero enseñándola el mío | |
habrela causado enojos... | |
Es un ángel... mas el ángel | |
¿no pudiera como otros | |
en el arenal del mundo | |
manchar las alas de polvo?... | |
¿No me han de dar todos celos, | |
siendo más galanes todos? | |
Dejar de verla, imposible... | |
Verla mucho peligroso... | |
¡Qué hacer!...¿Qué hacer? No pensar, | |
que voy a volverme loco. | |
Escena XII | |
QUEVEDO, GINÉS con una carta. | |
QUEVEDO | ¿Qué ocurre, Ginés? |
Señor, | |
un hombre con el embozo | |
recatando el rostro, diome | |
esto para vos, y próximo | |
a la esquina, dio a correr. (Vase.) | |
Escena XIII | |
QUEVEDO | Es de Adán... El lema rompo. |
«Estáis perdido, Quevedo. (Leyendo.) | |
Por pluralidad de votos | |
se opina que es contra el dogma | |
la Sátira al Matrimonio; | |
de la comedia se dice | |
que es herética en el fondo, | |
y a vos os echan la culpa, | |
pues dicen que don Antonio | |
Mendoza, como es casado, | |
no escribiera de ese modo. | |
Él por marido se libra: | |
haced, Quevedo, lo propio; | |
huiros será imposible, | |
porque os vigilan cien ojos. | |
Casaos, que no hay mas medio | |
de librar que el que os propongo. | |
Me he encargado de prenderos; | |
con mi persona respondo | |
de la vuestra; iré a las tres: | |
o sed marido, o sed prófugo.» | |
¿Será esto providencial? (Declamando.) | |
Cuando me creía solo, | |
se aparece en mi camino... | |
Un grave peligro corro, | |
según Adán... ¡Oh! Si ella... | |
¡Deliro! | |
Escena XIV | |
QUEVEDO, DON ANDRÉS. | |
ANDRÉS | ¡Soy venturoso! |
Va a vivir a vuestra casa | |
la mujer a quien adoro... | |
según me ha dicho la dueña | |
en esta calle hace poco. | |
De la habitación estaba | |
dándole señas a un mozo. | |
Porque me quiera, a su ama | |
esta noche un susto gordo | |
la he de dar. Gracias, Quevedo. (Vase.) | |
QUEVEDO | ¡Está visto, soy un topo! |
Pero ella, ¿cómo es posible | |
que se enamore de un tonto? | |
Escena XV | |
QUEVEDO, DON MARCIAL. | |
MARCIAL | Don Francisco, soy feliz; |
soy muy feliz... | |
QUEVEDO | Este es otro. (Ap.) |
MARCIAL | La que amo es vuestra inquilina... |
¡Ya veréis cómo me porto! | |
Ya tengo inventado el riesgo, | |
y la salvación, y todo... | |
Si no me quiere esta noche, | |
por la mañana me ahorco. (Vase.) | |
Escena XVI | |
QUEVEDO | ¿Y qué haces tú aquí, Quevedo? |
Cobra tus brios de mozo, | |
pues lo pide el Santo Oficio, | |
y Adán de la Parra, y todos... | |
y tu corazón también, | |
¡que la adora, pobre loco! | |
¡Oh! Si mi ingenio pudiera | |
hacer olvidar mi rostro. | |
¿No se atreven esos necios? | |
¿Por qué yo he de ser tan corto? | |
¡Sí! Lucharé, lucharé. | |
Los tontos no son mis prójimos. | |
Ellos son hombres al agua; | |
pero yo soy hombre al horno, | |
si antes de las tres no cierro | |
con el santo matrimonio. | |
¡Maridos! Con mi atrición | |
todas mis letrillas borro... | |
«Muchachas, todo me caso. | |
Niñas, todo me desposo» (3) | |
FIN DEL ACTO PRIMERO. |