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Acto segundo



                                          
La calle del Niño: a la izquierda, en primer término, la casa de Quevedo, marcada con el número cuatro: puerta y balcón practicables. En segundo término, al mismo lado, un arca de agua, tras de la que se pueda ocultar un hombre. Es de noche.
      
Escena primera
DON ANDRÉS, DOÑA GAITANA.
ANDRÉS Esto ha de ser, ya lo dije.
GAITANA ¡Pero, señor, por los ángeles!
Mirad que el medio es atroz...
ANDRÉS Pero al fin es santo.
GAITANA                                 Pase.
A no ser por eso, nunca
os ayudara en el lance.
Soy noble; por línea recta
desciendo del rey don Jaime,
y harto me apesara el ánima
que el Papa le excomulgase;
y como vos también sois
noble, no puede dudarse
me interesáis; ya se ve,
la sangre, señor, la sangre...
A no tener vos, como otros
que abundan por esas calles,
otra ejecutoria que
sus escudos miserables,
nunca hubierais conseguido
ponerme de vuestra parte;
pero como que sois noble...
la sangre, señor, la sangre.
ANDRÉS Sé lo que arriesgo en el juego;
mas no tengo de arredrarme:
no ha de decirse, por Cristo,
que se logró burlar nadie
del burlador de Madrid,
don Andrés de Barrizales.
¿Dónde fue doña Esperanza?
GAITANA Salió, caída la tarde,
a visitar a la viuda
de no sé qué personaje,
que con el difunto rey
tenía privanza grande;
pero como al actual
le domina el de Olivares,
no tiene presente el hijo
los servidores del padre;
y como mi ama es tan buena,
que todos sus capitales
en obras de caridad
juiciosamente reparte
a los pobres...
ANDRÉS                          ¡Oh! ¡Nobleza!
GAITANA La sangre, señor, la sangre...
Aquel que afrenta su escudo,
bien merece que le empalen.
Prendose un saludador
en Cetina, de mi talle:
era bizarro; mas yo,
mirando por mi linaje,
estuve tiesa que tiesa,
y persistí el no casarme.
Que a pesar de aquel principio,
crescite et multiplicamini,
talis pater talis filius,
talis filius talis pater.
ANDRÉS ¿También latín?
GAITANA                          Eduqueme
en un convento del Carmen,
y sabía más latín
que el rector: ojalá que antes
de haberme tornado al siglo
a la gloria me tornase.
Cada paso es un tropiezo...
La juventud es tan frágil...
No hay chispa de devoción...
Ninguno piensa en salvarse,
menos yo, que prometí
seis candelas a una imagen...
ANDRÉS De mi cuenta corren.
GAITANA                                   Gracias.
La sangre, señor, la sangre.
ANDRÉS ¿No me has dicho que esta casa
tiene una puerta de escape
que da a la calle de Francos?
      
Escena II
DON ANDRÉS, DOÑA GAITANA y DON MARCIAL, que queda escondido tras del arca de agua.
GAITANA Así es la verdad.
ANDRÉS                            ¿La llave?...
GAITANA Aquí la tenéis. Y siempre (Dándosela)
que quisiéredes llamarme,
daréis tres palmadas.
MARCIAL                                    ¡Hola!
¡Con que he llegado yo tarde!
¡Con que es mi competidor
don Andrés de Barrizales!
Ruegue a Dios que no me enoje,
le rete, en guardia me plante,
le reciba con la punta
y hasta el recazo le ensarte.
GAITANA Mi señora. Retiraos,
no me encuentre con vos. Vale.
ANDRÉS Muy bueno será el latín,
pero prefiero el romance.
      
Escena III
DICHOS, DOÑA ESPERANZA y un ESCUDERO.
ESPER. Llamad.
ESCUD.                   Señora, está abierto.
(Entra en la casa.)
ESPER. ¿Qué hacéis, Gaitana, en la calle?
GAITANA Rezaba mis oraciones.
ESPER. No son las piedras imágenes.
GAITANA En cualquier lugar, señora,
siendo la devoción grande,
el que es fiel se forja un templo.
A más hice un voto...
ESPER.                                    ¡Calle!
GAITANA De rezar en lugar frío.
MARCIAL (¡Ah! ¡Pergamino ambulante!
Cien años de purgatorio
no han de bastar a purgarte
de hacer a los santos cómplices
en tercerías de lances.)
GAITANA A más, señora, este pliego
le trajo del duque un paje
para vos. Yo salí a abrir...
ESPER. (De Medinaceli.) Dadme.
(Tomando el pliego.)
Andad delante.
GAITANA                             (¡Qué imperio!
Ya me lo dirás mas tarde.)
      
Escena IV
DICHOS, menos DOÑA GAITANA.
MARCIAL (Estoy por salir y hablarla.)
ANDRÉS (Me decido)
MARCIAL                       (¡Voto a sanes!)
(Deteniéndose al ver que D. ANDRÉS avanza.)
ANDRÉS (Con escucharme benigna
se puede ahorrar un percance.)
ESPER. (Tendré que mandar la dueña
a pervertirse a otra parte.)
(Va a entrar en la casa.)
ANDRÉS Detente, hermosa tirana,
que en mi dolor te complaces.
No mis amantes finezas
con fieros despegos pagues.
ESPER. Me detengo.
ANDRÉS                        Oye los ruegos
de un triste, que por amarte...
ESPER. Hablad.
ANDRÉS                (Me escucha, ¡oh ventura!)
ESPER. Hablad.
MARCIAL                (¡Le escucha! ¡Bergante!)
ANDRÉS Desde que os hallé en el templo
hermosa como los ángeles...
ESPER. Seguid.
ANDRÉS                  Os entregué el alma.
ESPER. Seguid, seguid.
MARCIAL                           (¡Voto al draque!
¡Ella le anima!)
ANDRES                         (Me anima,
no he menester los truhanes.)
MARCIAL (Sin saber dar un revés.)
ESPER. Seguid.
ANDRÉS                  (¡Lo que puede el talle!)
En vano cien hermosuras,
rondadas por cien galanes,
por este amor que os consagro
suspiran noches y tardes.
MARCIAL (¡Pues tienen gusto!)
ANDRÉS                                           Por vos
sacrifico esas beldades;
que no pueden darme ellas
el bien que vos podéis darme.
Vos me perseguís en sueños,
yo vos persigo en la calle,
y este amor que por vos siento,
esta inquietud incesante...
ESPER. Seguid.
ANDRÉS                Inútil será
que encarecérosla trato,
pues bien la habéis comprendido.
La libertad dispensadme,
pero decidme «seguid»
es como decir «amadme.»
MARCIAL (No tiene vuelta de hoja.
No hay... parada.)
ESPER.                                 Pues la errasteis.
ANDRÉS ¿Cómo es eso?
MARCIAL                              (¿Cómo es eso?)
ANDRÉS ¿No me habéis dicho que os hable?
ESPER. Porque cuanto antes me habléis,
antes dejaréis de hablarme.
MARCIAL (¡Bendita boca! ¡Buen tajo!)
ANDRÉS (¡Fiero golpe!)
MARCIAL                          (¡Que le pare!)
ESPER. Seguid, seguid.
ANDRÉS                          Yo... si... como...
ESPER. Si no habláis más, Dios os guarde.
ANDRÉS ¿Sin contestarme os marcháis?
ESPER. No me lo exijáis... dejadme.
ANDRÉS Hablad; que aunque las palabras
el corazón me maltraten,
mientras os vean mis ojos
será mi mal menos grande.
Tanto os amo...
ESPER.                           Os engañáis.
ANDRÉS Que me engaño...
ESPER.                                Si me amaséis,
no quisierais de peligros
y de enemigos cercarme;
pues si esas cien hermosuras,
rondadas por cien galanes,
que por vuestro amor están
llorando noches y tardes,
llegan a cobrarme envidia,
que me cobren odio es fácil.
Si me llamáis en la iglesia
la atención con ademanes,
sobre vos perder el alma
hacéis que yo no la salve.
Y si vais siendo mi sombra
en el paseo y la calle,
tendrá que hablar la malicia,
y la malicia es infame.
No pretendáis disculparos
con que es vuestro amor tan grande,
que se os faltan mis luceros
hace que la vida os falte.
Que el que amando, como vos,
no sabe sacrificarse
dando a su dama la dicha,
aunque su desdicha labre,
más que de la que enamora
es de sí mismo el amante.
MARCIAL (Le ha cogido la flaqueza,
y le ha tirado el desarme.)
ANDRÉS He de seguiros.
ESPER.                            Tened:
no deis un paso adelante,
no añadáis lo descortés
a lo presumido. (¡Zape!)
ANDRÉS Estáis sola...
ESPER.                        Con mi honra.
MARCIAL No está sola, y voto al draque, (Saliendo.)
que si dais un paso más,
os tire la irremediable.
ANDRÉS Y quien así la defiende,
¿es su marido o su padre?
ESPER. Es un hidalgo que intenta
poner coto a los desmanes,
con que se ofende a una dama
en la mitad de la calle.
MARCIAL Un hidalgo, y que la adora,
antes que vos, mucho antes.
ESPER. ¡Fatalidad! Yo os estaba
agradecida a la parte,
que por esforzado y noble
os tomabais en el lance,
sin presumir que a esa acción
el interés os guiase;
pero, pues vos no queréis
que os lo agradezca... adelante.
MARCIAL Señora...yo...
ESPER.                               Guardeos Dios.
ANDRÉS Yo...señora.
ESPER.                         Dios os guarde.
      
Escena V
DON ANDRÉS, DON MARCIAL.
MARCIAL Lucido estáis, don Andrés.
ANDRÉS Igual que vos, don Marcial.
MARCIAL ¿Y vos persistís?...
ANDRÉS                                 Sí tal.
¿Y vos no desistís?
MARCIAL                                   Pues.
Allí estaba...
ANDRÉS                     ¡Ya!
MARCIAL                              Y por Dios,
que mis oídos no son buenos,
o no os ama.
ANDRÉS                       Por lo menos
me ama tanto como a vos.
MARCIAL Triste es que seamos rivales.
ANDRÉS Ciertamente.
MARCIAL                     Un paso atrás
no dio un Pacheco jamás.
ANDRÉS Ni jamás un Barrizales.
MARCIAL Soy algo galán...
ANDRÉS                             Yo un poco.
MARCIAL Diestro en armas...
ANDRÉS                               Yo en amores.
MARCIAL Tiro tajos.
ANDRÉS                  Digo flores.
MARCIAL No cedo.
ANDRÉS                   Pues yo tampoco.
MARCIAL En vos es mala intención,
que os da cien damas fortuna;
y ambicionar ciento y una
es demasiada ambición.
ANDRÉS En vos, que tenéis aquí
donde escoger un millar,
y no me queréis dejar
ciento y una para mí.
MARCIAL Hable el acero en tal trance.
(Desenvainando.)
Mire que paro al violento.
ANDRÉS Norabuena. Pasos siento:
habrá quien estorbe el lance.
MARCIAL ¡En guardia! Tocado está
en mitad del corazón.
El medio de proporción
le he cogido.
      
Escena VI
DON MARCIAL, DON ANDRÉS, QUEVEDO.
QUEVEDO                            ¡Ja, ja, ja!
MARCIAL. ¡Quevedo!
ANDRÉS                      ¿Os reis?
QUEVEDO                                       Me río.
MARCIAL ¿De vernos riñendo?
QUEVEDO                                    Justo.
ANDRÉS Pues es un gusto...
MARCIAL                                Es un gusto...
QUEVEDO Es un gusto como mío.
MARCIAL ¿Sabéis?...
QUEVEDO                    Presumo que al fin
se hallaron en la jornada
el galán de la posada
y el galán de San Martín.
Que ambos de Esperanza en pos,
cada uno a Esperanza avanza,
e iguales dejó Esperanza
sin esperanza a los dos.
¿Era esa la causa?
MARCIAL                               Pues.
¿Y qué medio, vive Dios,
siendo los amantes dos?...
QUEVEDO No sabéis sumar: son tres.
MARCIAL ¿Qué estáis diciendo?
ANDRÉS                                   ¡Qué escucho!
QUEVEDO Que en esta amante batalla
hay un tercero que calla;
pero que la quiere mucho.
MARCIAL ¿Es...duro?
QUEVEDO                        Como un broquel.
MARCIAL ¿Es diestro?
QUEVEDO                      Así, así
ANDRÉS ¿Gasta buena prosa?
QUEVEDO                                    ¡Sí!
Después de Cervantes... él.
MARCIAL ¿Noble?
QUEVEDO                  Si no nunca osara
amarla más que en proyecto.
MARCIAL ¿No tiene ningún defecto?
QUEVEDO Tiene varios en la cara.
Como busto no es gran cosa,
y lo sufre sin disgusto,
que aunque tiene feo el busto,
tiene el alma muy hermosa.
Y aunque el alma oculta está
del cielo en lo más profundo,
y nunca se asoma al mundo
de vergüenza que la da,
el alma existe, y se siente
cuando es grande y cuando es bella,
en lo que surge por ella
del corazón y la mente.
Volviendo al tercero; es tal,
que desde su edad mas verde
nunca gana, y siempre pierde,
porque siempre fue leal.
Jamás tocó un mal registro,
y, ved si será manía,
pudo ser ministro un día,
y no quiso ser ministro.
MARCIAL ¿Por qué no quiso el poder?
QUEVEDO Porque le había de hurtar
la noche para estudiar
y el día para querer.
MARCIAL Pues su destino es terrible.
QUEVEDO Decidme por qué.
MARCIAL                                Porque
no entrará aquí con buen pie.
QUEVEDO Eso le fuera imposible.
ANDRÉS ¡Dios le valga! ¿Cojo es?
QUEVEDO Si no lo habéis por enojo,
es un cojo que no es cojo,
sino entre cojo y cortés.
MARCIAL En fin, pues no tuvo miedo...
QUEVEDO Nunca dijo tal su fama.
ANDRÉS ¿Nos diréis como se llama?
QUEVEDO Don Francisco de Quevedo.
ANDRÉS ¡Vos, don Francisco! ¿Estáis loco?
MARCIAL ¡Vos, Quevedo!
QUEVEDO                             Yo, Villegas.
ANDRÉS ¡Ay, amor, a cuántos ciegas!
QUEVEDO A mí me faltaba poco.
MARCIAL ¿Sabéis su valor, señor?
QUEVEDO Pues por eso la he escogido:
quien me acete por marido
ha menester gran valor.
ANDRÉS ¿Meditasteis bien el paso?
QUEVEDO Tengo mis razones.
ANDRÉS                                Luego...
vuestra sátira...
QUEVEDO                          Reniego
de la sátira, y me caso.
Con que el pelo algo me tiña,
aun no soy octogenario...
ANDRÉS Cabello que dio en canario
mal para cuervo se aliña (4).
MARCIAL Y si sois...
QUEVEDO                   No así chancero
ajéis, don Marcial, su fama.
Doña Esperanza es muy dama,
y yo soy muy caballero.
ANDRÉS Que a esa belleza altanera
pretendáis, es devaneo:
poned en otra el deseo,
y encontraréis quien os quiera,
QUEVEDO ¿Si?
ANDRÉS           ¡Vaya!
MARCIAL                        Muchas y bellas.
QUEVEDO No lo dudo; pero, amigo,
las que se atreven conmigo,
no me atrevo yo con ellas.
En fin, veis que con lealtad
me he presentado, y sin dolo:
vosotros aquí tan solo
arriesgáis la vanidad.
Y yo, si llego a perder,
de mala manera muero;
porque la quiero, la quiero
más que se puede querer.
Un grave peligro arrostro.
Considerad mis afanes,
si lucho con dos galanes
sobre luchar con mi rostro.
Y ved que en esta ocasión
jugamos -lo dicho, dicho-
vosotros sólo un capricho,
y yo todo el corazón.
Ceded; duro caso es,
pero un amigo leal...
ANDRÉS Que ceda antes don Marcial.
MARCIAL Que ceda antes don Andrés.
QUEVEDO Veo que el ruego es importuno
e inútiles las razones,
pues que con tantas cesiones
no quiere ceder ninguno.
Del enemigo el consejo
tomad: conspirad los dos
contra mí, pues vive Dios,
que pobre, miope y viejo,
en lucha con los dos, puedo
con los dos; seguro estoy:
porque tengo... porque soy
don Francisco de Quevedo. (Vase.)
      
Escena VII
DON ANDRÉS, DON MARCIAL.
ANDRÉS (Me da que pensar el viejo;
pero es tan bueno mi plan...)
MARCIAL (El dijo con el refrán,
del enemigo el consejo.)
ANDRÉS (Si éste mis intentos sabe,
pudiera entrar tras de mí.)
MARCIAL (Si no me muevo de aquí,
no hará uso de la llave.)
¿Y qué decís, don Andrés? (Alto.)
ANDRÉS Digo lo mismo que vos.
MARCIAL Con que ya no somos dos.
ANDRÉS No, porque ya somos tres.
MARCIAL Mas, Quevedo...
ANDRÉS                               Desde luego
es de locura su arrojo.
MARCIAL Pretendo correr, ¡y es cojo!
ANDRÉS Pretende mirar, ¡y es ciego!
MARCIAL A escoger entre los dos,
a vos os cediera el paso.
ANDRÉS Don Marcial, en igual caso
lo mismo hiciera con vos.
MARCIAL Mas para alianza...
ANDRÉS                                 Es tarde.
Fiémoslo del destino.
Cada cual por su camino.
MARCIAL Guárdeos Dios.
ANDRÉS                          Que Dios os guarde. (Vanse.)
      
Escena VIII
QUEVEDO No tardarán en volver
ambos a juntarse aquí,
mas pasarán sobre mí
si han de llegarla a ofender.
Yo mismo...¡fatalidad!
contra ella les dí un enredo...
En fin, veamos si puedo
enmendar mi necedad.
No hay que perder la ocasión:
desde ese balcón oír
puedo, y acaso acudir.
Empiece, pues, mi ascensión.
Nadie me ve, y tengo empacho.
A pesar de mi gracejo,
me sientan mal, siendo viejo,
bizarrías de un muchacho.
Penoso es el ejercicio
de galán: si pierdo un pié
y me descrismo, ahorraré,
un quehacer al Santo Oficio.
      
Escena IX
QUEVEDO en el balcón, DON MARCIAL
MARCIAL Silencio y oscuridad.
Se marchó como pensaba.
Volverá; mas antes yo
he de saber cuanto pasa.
¡Oh! Bien hayas, arca amiga,
de tantos secretos arca.
¡Pobre don Andrés! No sabes
la defensa en la batalla:
no has conocido que yo
soy tirador de ventaja,
que aunque pongo el descubierto
nunca abandono la guardia,
y una estocada de noche
te he de dar, y no la paras.
Me cercioraré primero
por si escondido se halla.
¡Nadie!
QUEVEDO                 Larga es la tizona;
pero a la reja no alcanza.
MARCIAL Darle una llave la dueña
después que yo la pagaba,
no hay duda; esa llave es
el principio de una trama.
      
Escena X
DICHOS, DON ANDRÉS. (Dirígese al arca.)
ANDRÉS (¡Hola, hola, don Marcial!
¡Pronto las revueltas ganas!
Me enseñaste el escondite;
te lo agradezco en el alma.
Si te venzo, no te quejes,
que tú me diste las armas.)
MARCIAL Cuando quisiereis llamarme,
dijo el mochuelo con faldas,
daréis tres palmadas; bueno.
Llego y doy las tres palmadas. (Lo hace.)
      
Escena XI
DICHOS y DOÑA GAITANA.
GAITANA ¿Sois vos?
MARCIAL                    Yo soy. (Y no miento.)
ANDRÉS ¡Ah! ¡Pobreta! ¡Que te clavas!
GAITANA Don Andrés.
MARCIAL (Echándola mano.) No es don Andrés.
GAITANA Sanctus Petrus, Sanctus...
MARCIAL                                             ¡Calla!
Como des un solo grito,
te hago una entrada de daga,
que lleve adelante el hueso,
ya que la carne te falta.
¡Tú eres una sierpe!
GAITANA                                   Cómo...
MARCIAL Naciendo una sierpe, y basta.
GAITANA Soltadme: ved que soy noble;
desciendo de doña Urraca.
MARCIAL Lo creo, porque del pájaro
te se han pegado las mañas,
y son tus dedos ganzúas
para las bolsas, Gaitana.
Mas corre el tiempo que vuela;
ahorrémonos de palabras:
tú me has vendido...
GAITANA                                 Señor...
MARCIAL Con Barrizales. (Cachaza.)
Si él te ha pagado a más precio
de lo que yo te pagaba,
con doblarte yo la suma
la cuestión está acabada.
GAITANA La cuestión...
MARCIAL                          Es de metales.
Mírala bien, que no marra
Entre acero y oro elige
el que más cuenta te traiga.
¿Qué plan tiene don Andrés?
GAITANA Vendrá por la puerta falsa
a las doce: unos truhanes,
gente de muy mala cara,
que vendrán con él,
se darán de cuchilladas.
Si entonces, como es posible,
mi señora se desmaya,
cuando acudan los vecinos
y la ronda a la jarana,
ven a don Andrés de noche
en sus brazos y en su casa.
MARCIAL Si de don Andrés la libro,
escuso lo que pensaba.
GAITANA ¿Qué pensabais?
MARCIAL                              Incendiar
la habitación...
GAITANA                           ¡Santa Bárbara!
MARCIAL Librarla a ella del incendio,
y llevarla a mi posada.
QUEVEDO (Y a mí al hospital, verdugo.)
ANDRÉS (¡Este hombre amando...achicharra!)
MARCIAL Cuando venga don Andrés
y arme pendencia, a tu ama
dices, que a la puerta estoy,
siempre dispuesto a librarla.
Ya tengo cerca de aquí
una silla preparada;
me acompañará tan solo
un hombre de confianza.
Las doce están al caer...
GAITANA Pues yo voy...
MARCIAL                         Adiós, Gaitana.
Vuelvo con la silla, y cuenta
con olvidar mis palabras.
Entre acero y oro, elige
lo que más cuenta te traiga. (Vanse.)
      
Escena XII
DON ANDRÉS, QUEVEDO en el balcón.
ANDRÉS El que escucha su mal oye,
dice un refrán, y se engaña.
Tú, que la red me has tendido,
te enredarás en las mallas.
(Se oye un reló lejano.)
Una... dos... tres... cuatro... cinco...
seis... siete... ¿Si me harán falta?
      
Escena XIII
DICHOS, MATEO y dos embozados.
MATEO Hidalgo...
ANDRÉS                  Puntual has sido.
MATEO Nunca falto a mis palabras.
Vamos.
ANDRÉS                 Yo me quedo.
QUEVEDO                                        (Son
tres no más... y tengo espada.)
MATEO ¿Os quedáis?
ANDRÉS                           Sí: yo me entiendo.
En cuanto que arméis la zambra,
os vais; y en el Prado, solo,
a que yo te busque aguardas.
MATEO La llave...
ANDRÉS                      A ti te la fío
pero...
MATEO                Por Santa Lugarda,
ninguno de mis muchachos
se pringará en una hilacha:
que asustar es de valientes,
pero hurtar es de canallas.
Guárdele Dios al hidalgo. (Vanse.)
ANDRÉS Y a vosotros. Vuelvo al arca.
      
Escena XIV
DON ANDRÉS, tras el arca. QUEVEDO, en el balcón. DON MARCIAL y LEONARDO, conduciendo una silla de manos, por la derecha.
MARCIAL Pisa quedo y con cachaza.
Yo me acercaré a la puerta,
que debe de estar abierta.
(Mientras llega, DON ANDRÉS se acerca al criado, y le tapa la boca con un bolsillo: QUEVEDO desaparece del balcón.)
LEONAR. ¡Ay!
ANDRÉS           Vete.
LEONAR.                       ¡Buena mordaza! (Vase.)
      
Escena XV
DON MARCIAL, DON ANDRÉS.
MARCIAL Mañana reírme puedo
de mis ilustres rivales,
don Andrés de Barrizales
y don Francisco Quevedo.
Oigo rumor... voces... ¡sí!
Esa es la dueña, que chilla.
Pronto, Leonardo, la silla
aproximemos aquí.
Así entrará sin recelo.
(Abren la portezuela y acercan la silla a la puerta de la casa.)
Séame la suerte amiga.
      
Escena XVI
Una persona rebozada con un manto entra apresuradamente en la silla: DON ANDRÉS y DON MARCIAL la conducen.
ANDRÉS Cayó el pájaro en la liga.
MARCIAL Tragose el pez el anzuelo.
¡Aprisa, cuerpo de tal!
Logré robar el tesoro.
ANDRÉS ¡Cómo pesa el bien que adoro!
QUEVEDO Tiene más fuerza Marcial.
(Sacando la cabeza por la portezuela de la litera.)
FIN DEL ACTO SEGUNDO.

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