LA CAÍDA DE SAGUNTO |
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ACTO III
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En el foro |
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Entran EURYDAMAS y varios SAGUNTINOS |
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1.º
SAG[UNTINO] |
Eurydamas, mucho te debe nuestra patria |
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por tu atento desvelo y alerta alerta |
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frente a las asechanzas que contra ella se urden. |
2.º SAG. |
Gracias. |
3.º SAG. |
Si el Gobernador se niega a hacer justicia |
695 |
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será despojado del poder investido |
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y en tus manos y en las de su hijo será depositado. |
EUR. |
Fervor tan presuroso puede arruinar mis planes: |
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no han de ser ellos quienes me den el trono |
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y Murro parece interponerse en mis designios. (Aparte.) |
700 |
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¿Qué pretendéis, amigos? ¿Cuál es vuestro propósito |
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confundiendo la limpia voluntad que me mueve? |
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En exceso apreciáis mis humildes acciones, |
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temeraria sospecha levantáis contra Sícoris |
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vuestro prudente, audaz y noble defensor. |
705 |
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Ciertamente es proclive al desleal aliado |
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e, ingenuamente ciego, cree en el honor de Fabio, |
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quien a su bella hija profesa amor oculto; |
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una vez que logremos arrancarle la máscara |
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no dudéis que reciba un ejemplar castigo. |
710 |
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Pero ved como llegan; mostradles claro juicio |
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y resuelta firmeza en vuestra pretensión. |
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(Entran SÍCORIS, THERON y MURRO.) |
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SIC. |
¿Porqué, |
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en este tumulto os mostráis, ciudadanos, |
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LA CAÍDA DE SAGUNTO |
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con rostro taciturno, y en severa asamblea |
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hacéis aún más terrible el horror de la guerra? |
715 |
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¿Qué os turba? ¿Qué os produce tamaño descontento? |
1.º SAG. |
Nuestros temores, como las desdichas, son innumerables |
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y cada amanecer, al despertar del sueño |
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-si es que cabe decir que es sueño el que gozamos |
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un nuevo teatro de desgracias se alza ante nosotros. |
720 |
2.º SAG. |
¿Cuánto hemos de esperar a los tibios romanos? |
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¿Cuánto más, con ávidos ojos, vanamente otearemos |
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un mar que jamás blanquearán sus altivas velas? |
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¡Tales son su lealtad y la constancia de sus promesas! |
SIC. |
Si ello es así, que a los dioses respondan. |
725 |
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Pero ¿a dónde nos lleva vuestro amargo reproche? |
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¿Tan molesta es la carga que en nuestros hombros deja la libertad? |
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¿Dais por hecho entregar la ciudad si no es con su ayuda? |
3.º SAG. |
¡Maldito el corazón que abrigue tal maldad! |
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Mas ojalá que nadie nos lleve a la traición |
730 |
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ni perezcamos, como Amycla, cautivos del silencio. |
SIC. |
Señalad al culpable y en él se hará justicia. |
2.º SAG. |
Acusamos a Fabio, ese pérfido huésped. |
SIC. |
Torpemente podéis acomodar su nombre al de un traidor, |
|
mas hablad, explicaos, ¿qué tenéis contra él? |
735 |
2.º SAG. |
Le sabemos ser cómplice de la Reina cautiva |
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a la que confiando en su mendaz palabra |
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en custodia entregaste y aún así permanece, |
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ambos a una conspiran en contra del estado. |
1.º SAG. |
Y ahora pretenden, si nada peor maquinan, |
740 |
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escapar y entregarse a los cartagineses. |
SIC. |
¡Qué fútiles engendros de una vana quimera! |
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Mentiras me ofrecéis de todo punto insanas. |
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¿Acaso no fue Fabio, a quien ahora acusáis, |
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parte de la embajada que enviamos a Roma |
745 |
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como nuestro emisario? ¿No pudo acaso entonces |
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quedar allí seguro y sin merma de honra |
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[112] |
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LA CAÍDA DE SAGUNTO |
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consciente del peligro que aquí a todos acecha? |
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¿Quién de todos vosotros negará el sacrificio |
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que ha soportado firme en nuestra misma patria? |
750 |
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¡Canalla plebe ingrata, mezquina, olvidadiza! |
EUR. |
¡Por los cielos que logra hacer vacilar su furia! (Aparte.) |
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Debo hacer algo y pronto que reavive su ira. |
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¿Qué ingratitud te atreves a verter en reproches? |
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Sólo aquí lo retiene de tu hija la belleza, |
755 |
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encantos que desdeña ahora por la amazona |
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y en cómplice traición con ella planea huir. |
SIC. |
¡Enmudezca, Eurydamas, a tu voz la vergüenza! |
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Que la terrible envidia de un superior rival |
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es dolorosa llaga que ulcera tus sentidos. |
760 |
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¡Ojalá que no creas lo que osas afirmar! |
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La verdad se ha dormido de pudor en tu pecho. |
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¿Éstas son vuestras pruebas y éstas vuestras sospechas? |
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(Volviéndose al pueblo.) |
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1.º SAG. |
Bastante nos parecen: las tenemos por ciertas; |
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sin reparación justa no cabe irnos de aquí. |
765 |
MUR. |
Amigos confiad, la tendréis; mi noble padre |
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reina para vengar ecuánime la justicia ultrajada. |
|
Exponed vuestras súplicas ante él sin temor. |
EUR. |
Ofrécesela a Eurydamas como nuevo guardián, |
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en sus manos, creemos, estará más segura. |
770 |
MUR. |
Concédelo: parece más justo y conveniente. |
SIC. |
¿Te atreves, jovencito, a imponerte a tu padre |
|
y unir tu voz al coro de la vil sedición? |
|
Al respeto te invoco de esta doble obediencia: |
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de tu patria y tu padre. ¡A mí la guardia, pronto! |
775 |
EUR. |
No amenaces en vano: hemos de protegerle. |
1.º SAG. |
Injusto es que castigues su defensa del pueblo. |
THER. |
Murro, sin dilaciones, implora su perdón. |
|
Su arrebato también debes perdonar, Sícoris: |
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es fruto del ardor de su excesivo celo. |
780 |
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Olvida la imprudencia de tu pueblo afligido |
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y, en el horror, cansado por la guerra y el hambre |
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[114] |
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LA CAÍDA DE SAGUNTO |
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que en constancia infinita duramente soporta: |
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ciegamente empujados por arteras palabras |
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de la liviana lengua de un villano vulgar |
785 |
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ha osado murmurar de tu recta conducta; |
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vosotros, ciudadanos, advertid vuestro error: |
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mirad serenamente vuestro noble caudillo |
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y el respeto de su autoridad. ¿O es que no se ha mostrado |
|
para vosotros padre más que gobernador? |
790 |
|
¿No ha velado en las noches vuestro mismo tormento? |
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¿No ha consumido el día en afanosa búsqueda |
|
de los que requerían su humanidad clemente? |
|
Entregado a vosotros, ajeno de sí mismo, |
|
cada día renueva su exquisita bondad |
795 |
|
¿así pagáis acaso su amorosa fatiga? |
EUR. |
¡Que la lepra devore la lengua de ese entrometido! |
|
Su cháchara les vuelve a su tibio vacilar. (Aparte.) |
THER. |
Sólo con la unidad podemos ofrecer |
|
coraje a nuestra causa y a la ciudad valor. |
800 |
|
Atended mi propuesta: ¿no vais a confiar |
|
en quien como yo sirvo a vuestro dios, Hércules? |
|
Permitid que la Reina sea conducida al templo |
|
a mi cuidado y al de mis hermanos sacerdotes. (Todos asienten.) |
EUR. |
¡Maldito sea! Otra vez ha echado abajo mi propósito: |
805 |
|
bien lo leo en sus caras; ha ganado de nuevo. |
1.º SAG. |
Estamos de acuerdo: si así se hace procede retiramos. |
THER. |
¿Qué dices, Sícoris? |
SIC. |
Que se disponga así. |
|
Theron, a tu cargo la ponemos ahora; |
|
conduce hasta el templo a la real cautiva; |
810 |
|
y del joven romano yo seré el garante. |
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(Salen SÍCORIS, MURRO, EURYDAMAS y LA MULTITUD.) |
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THER. |
No será cosa fácil tratar de sosegar |
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el justo rencor que ahora arderá en su alma: |
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ojalá que otro hubiera arrostrado tan ingrata tarea. |
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[116] |
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LA CAÍDA DE SAGUNTO |
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(Entran FABIO y CURCIO.) |
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FAB. |
Te agradezco, Curcio, tu amistoso consejo: |
815 |
|
si del honor se trata que se bata el amor en retirada. |
|
Mas observa ¡el Foro vacío! ¿huyen quienes me acusan? |
CURC. |
No osaron quedarse a reconocer tu inocencia. |
THER. |
Paciencia, amigos; lo que la razón tiene por justo |
|
carece de poder ante una plebe empujada a la ira. |
820 |
|
Ven con ojos ajenos; no confiarán si quiera |
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tan falazmente persuadidos, en sus propios sentidos. |
|
Se han ido, en efecto, mas bajo condiciones |
|
tales que ofenderán, me temo, la virtud de tu ánimo. |
FAB. |
¡Oh Theron! Si alguna vez en mi ánimo albergara |
825 |
|
el bajo pensamiento del que soy acusado |
|
que tú y los hombres de bien me execren aquí mismo |
|
y que jamás mi espíritu repose en la paz de los Campos Elíseos. |
THER. |
Por demás son tus juramentos para mi persona, |
|
tu inocencia no puede resplandecer más clara |
830 |
|
ni tu nombre más limpio que la primera nieve. |
|
Con todo he de darte una terrible nueva: |
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para acallar del todo el clamor de la turba |
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(que en ninguna otra forma podía ser aplacada) |
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por mi consejo Sícoris te reclama a la Reina. |
835 |
|
A ti, ingrata tarea, tengo que arrebatarla |
|
para ser custodiada en el templo de Alcides. |
FAB. |
Condescendiente Sícoris me parece. ¡Ay, ingratos! |
|
Habéis herido mi alma con la más dura llaga |
|
y mi honor profanado sin posible venganza. |
840 |
|
Nadie me escucha, un villano les merece más crédito. |
|
Pues de las formas en que la ingratitud se muestra |
|
ninguna es más ruin que la insana sospecha. |
THER. |
No dejes que te irrite el juicio de la chusma; |
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culpan o premian con inconstantes muestras. |
845 |
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¡Seres irresponsables! Mirados uno a uno |
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muy pocos se merecen ser llamados humanos. |
|
Pero juntos se muestran infame turbamulta |
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y es así como a Sícoris obligan sin nobleza. |
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[119] |
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LA CAÍDA DE SAGUNTO |
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FAB. |
Dado que ahora la Reina es a ti confiada |
850 |
|
con menores escrúpulos renuncio a su custodia. |
|
Pero mi corazón, lastimado, la afrenta no soporta. |
|
Ve Curcio tú y evita a tu amigo la vergüenza. |
|
(Salen THERON y CURCIO.) |
|
|
Amordazo mi rabia contra esta buena gente, |
|
pues llegado el momento, comprenderán su error. |
855 |
|
(Entra MURRO.) |
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|
Aquí llega Murro y en su semblante airado, |
|
como oscura tormenta, bien se revela su irritación. |
|
Me ha visto y me evita. ¡Eh!¿Qué hay Murro? |
MUR. |
Puedes ver que me marcho, ¿qué me quieres, romano? |
FAB. |
Me has llamado romano y tal soy, en efecto, |
860 |
|
y me muestro orgulloso ostentar ese nombre, |
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pero advierto en tu acento un matiz de reproche. |
|
Bien quisiera por ello que olvidaras mi origen |
|
puesto que a ti me acerco en tono de amistad. |
MUR. |
¿Que yo olvide tu patria? ¡Ojalá nunca la hubiese conocido |
865 |
|
ni visto en ti un espejo de su falsa amistad! |
|
Tú, en quien confiamos y que, alojado en nuestro seno, |
|
capaz has sido de maquinar una fuga miserable, |
|
llevándote contigo nuestra rehén más valiosa. |
FAB. |
No puedes, en verdad, pensar así de Fabio: |
870 |
|
las infamias que dices en tu lengua descansan, |
|
livianas ocurrencias fruto de tus recelos. |
|
Tu pecho ha de eximirme de sufrir la calumnia. |
|
Bien sabes del amor que siento por tu hermana |
|
pero es Candace el fuego que hace tu desventura. |
875 |
|
¿Por qué frunces el ceño? El amor no se pliega al humano poder. |
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No, aunque resulte extraño, nos permite elección: |
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sólo amamos si el hado tiene a bien ordenarlo; |
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ciegamente atrapados incluso a alguien sin mérito. |
|
Tal es el caso: no permitas que tal pasión inútil |
880 |
|
aparte tus afectos de quien te busca como amigo, |
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LA CAÍDA DE SAGUNTO |
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de quien sólo desea a la vez contemplarte |
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como joven apuesto, hermano de mi amada Timandra. |
MUR. |
Debería escuchar ella ese bello discurso |
|
sobre dulces pasiones; bien lo agradecería |
885 |
|
pues gran deuda al amable destino reconoce |
|
por haberle ofrecido tu imperturbable amor. |
FAB. |
Tal cosa no desees; no hablaba de mí mismo |
|
ni, cosa que aún más me importa, hablaba de Timandra. |
|
¡Oh! Ella es todo ternura y suavísimo gozo, |
890 |
|
cuando sonríe el amor flota sobre sus labios |
|
y una inefable luz camina por sus ojos. |
|
Pero si acaso engalanada así, con la naturaleza |
|
con mano generosa colmándola de gracias, |
|
en Fabio reparara y en sus escasos méritos |
895 |
|
bien podría proclamar que el destino me hizo venturoso; |
|
mas habrá que esperar a hacer firme esa dicha. |
|
El desgraciado asedio impide la alegría, |
|
tu amable bendición que aguardamos en vano. |
|
Tu noble hermano que hoy como héroe reposa |
900 |
|
me tuvo por amigo y tal honra conservo. |
|
Sé como él o dime por qué no quieres serlo. |
MUR. |
Debes saber que fuimos nacidos de dos madres: |
|
rútula fue la suya, la mía de griega estirpe, |
|
de la misma familia que Eurydamas, |
905 |
|
y aunque no fueras, lo que deploro, nacido tú de Roma |
|
sólo por tal razón deseo que sea suya mi hermana. |
FAB. |
¿Y por eso tal odio? ¿Ser mi sangre romana |
|
me arranca, al no ser digno, de Timandra y sus brazos? |
|
¿No llena Roma de glorias todo el orbe |
910 |
|
rivalizando con la fama de Grecia? |
|
Cierto es que mi país se muestra hoy con perfidia |
|
(aunque llegará el día en que expíe tal crimen). |
|
Habla ecuánimemente y reconoce al menos, |
|
aunque a pesar de todo prefieras mi rival, |
915 |
|
¿ha luchado alguien más que yo por Sagunto? |
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LA CAÍDA DE SAGUNTO |
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MUR. |
De bélicas hazañas mucho gustas jactarte. |
|
¿Pero acaso cualquiera de las de un valiente saguntino |
|
no permiten a tu espada sino un lugar oscuro |
|
en la lista de honores? Por mí cayó Hiempsal |
920 |
|
quien, con pies vigorosos, holló nuestras arenas |
|
y cuyos despojos arrojé al mar furibundo. |
|
Por mí cayó Chermes y Masulo y Athyr |
|
que logró privar a la serpiente de su veneno |
|
y, asiéndola, logró encantar a la funesta víbora. |
925 |
|
Luego Kartalo, el que con mano intrépida |
|
había descuartizado la pregnante leona. |
|
Ningún caudillo libio de virtud temeraria |
|
ni el mismo Yarbas, el más grande entre ellos, pudo |
|
escapar a mi espada, aun descendiendo del poderoso Júpiter. |
930 |
|
Y ahora tú te envaneces de encadenar a su hija, |
|
en mentida conquista, en triunfo ignominioso. |
FAB. |
De mis méritos hechos, no he de ser yo el que hable, |
|
y tu lengua, con pueril elocuencia, proclama tus hazañas. |
|
Mas dime, Murro, ¿acaso el rubor de tener que vencer |
935 |
|
una amazona cuyo brazo mortífero |
|
había derramado, confiesa, la sangre de tu hermano |
|
proscribió tu venganza o contuvo tu espada? |
|
¡Bien extraña manera de medir el honor! ¡Amor fraterno! |
|
¿Cuál es, en ese caso, la ignominia que guardas |
940 |
|
para mí? ¿Quién logró someterla en el campo de batalla? |
|
¿Y por qué, desdeñoso, te mantuviste lejos? |
MUR. |
Vio primero a un romano y al instante conoció su perfidia. |
|
Al entregarse a ti, granjeaba allanarse la huida |
|
que de tu vil traición pronto habría de lograr. |
945 |
|
Y pensó bien: los hechos lo han probado. |
FAB. |
¿Qué han demostrado? ¿Acaso es prueba la calumnia? |
|
Grave ha de ser entonces el quedar inocente. |
|
¿Tiene la burda afirmación más fuerza que la pura verdad |
|
doblegándose el peso de las mismas acciones? |
950 |
|
De ellas tendrán que requerir las pruebas |
|
para forjar un juicio más sereno y honesto. |
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LA CAÍDA DE SAGUNTO |
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|
Aunque estés engañado, tal vez decirte no sea vano |
|
de mí que tu padre me juzga como lo que soy: |
|
amigo de su patria y de ella defensor no pequeño. |
955 |
MUR. |
¿Tú un defensor? ¡Insufrible soberbia! |
|
¡Insensata arrogancia! ¿Qué habré de ser yo entonces? |
|
¿Qué ha de ser Eurydamas o el valiente Theron? |
|
¿Quedamos desterrados de la primera línea de batalla? |
|
¡Por los cielos que ardo en deseos de combate |
960 |
|
y mi gran corazón late en una oscura furia! |
|
No habré jamás de confiar en ti, nunca en toda tu vida. |
FAB. |
Créeme que me sonrío ante tu pueril ira. |
|
No está el coraje en los espíritus atolondrados |
|
que remontan una turbia y violenta corriente; |
965 |
|
el alma es su verdadero asiento; y allí es sólo la razón |
|
la que, en severa mesura, atempera los sentimientos: |
|
tu fingido furor, como de una apagada hoguera |
|
las removidas brasas, se desvanece en falaz crepitar; |
|
no me conmueven a mí más que al cielo tan ardientes burbujas. |
970 |
MUR. |
Bien se ha mostrado ahora tu magnanimidad; |
|
deja pues que tu brazo, y no vanas palabras, contengan mi furor |
|
que tan inicuo se muestra a tus valientes razones. |
|
justo en este lugar hemos de ver muy pronto |
|
si tu prudente espada protegerá a su dueño.(Se pone en guardia.) |
975 |
FAB. |
Conozco bien tu destreza; tú conoces la mía: |
|
mejor será emplearla contra nuestro enemigo; |
|
ciñe otra vez, Murro, en paz, tu espada |
|
si no por ti, sí al menos por amor a tu patria. |
|
justos serían los rumores vertidos sobre Fabio |
980 |
|
si en esta escaramuza de estúpidos rivales |
|
mi espada les robara uno de sus más bravos hijos. |
MUR. |
Pronto he de libertarte de un escrúpulo tal; |
|
saca la espada; mi patria, si muero, te disculpará. |
FAB. |
He de contenerme. Si no es así, Timandra, mi amada |
985 |
MUR. |
¡Su amor hacia un romano cubre la patria de vergüenza! |
|
Ese abyecto recuerdo espesa aún más mi cólera: |
|
no malgastaré ni un solo instante más. |
|
¡Defiéndete! |
|
[126] |
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|
[127] |
LA CAÍDA DE SAGUNTO |
|
|
FAB. |
Bien, de acuerdo entonces solo... (Luchan.) |
|
(Entra EURYDAMAS.) |
|
EUR. |
¿Qué veo? |
|
Si uno o ambos mueren mis planes se verán favorecidos. |
990 |
|
Les dejaré a su suerte... |
|
(Entra CURCIO.) |
|
CUR. |
¿Cómo, te vas, villano? |
|
Tú mismo has provocado el fuego: abrásate con él. |
|
(Entra THERON en el momento en que se unen al duelo.) |
|
THER. |
Alguna de las Furias se ha apoderado de vuestra razón. |
|
¿Es momento de luchas intestinas y de discordias? |
|
(Hace bajar las espadas a CURCIO y EURYDAMAS mientras FABIO logra desarmar
a MURRO.) |
|
FAB. |
Aprende a usar mejor de tu lengua y de tu espada; |
995 |
|
ahora debes tu vida, aunque bien le desprecies, a un romano. |
MUR. |
¡Maldito sea mi sino y maldita la debilidad de mi brazo, |
|
ministro desleal de un aguerrido espíritu! |
|
Has mancillado, miserable, mi fama de otro tiempo |
|
y ensombrecido en un instante sus preclaras hazañas. |
1000 |
THER. |
Sosiégate, Murro, tal es la paga de un soldado: |
|
a veces arrostrar la adversidad, otras el sonreír de la fortuna |
|
incierta siempre, sea en el duelo o la guerra. |
|
¿Dónde está el héroe que alguna vez encontró rival? |
|
¿Qué nación puede blasonar de tener un caudillo |
1005 |
|
que siempre vuelva invicto del campo de batalla? |
|
No lo fue Pirro, nuestro enemigo poderoso, |
|
ni el propio gran Aníbal lo ha podido lograr. |
|
El consuelo que el destino permite a nuestro orgullo herido |
|
es recibir tal afrenta de las manos más nobles. |
1010 |
|
En cuanto a ti, Eurydamas, ¿que tendré que decirte, |
|
sucio instigador de intrigas fratricidas? |
EUR. |
¿A mí? ¡Habla por ti mismo, blasfemo sacerdote! |
|
No injuries a los otros: mas bien mira tus actos. |
|
Modera los modales de tu procaz ralea, |
1015 |
|
limpia tu pecho de ese establo augeo, |
|
[128] |
|
|
[129] |
LA CAÍDA DE SAGUNTO |
|
|
|
somete de tu espíritu la hidra de las pasiones |
|
y sigue en tus trabajos el rastro de tu dios. |
THER. |
Si alguien como tú ofende nuestra sagrada orden |
|
no queda otra respuesta que una digna ignorancia. |
1020 |
|
Pues mientras la soez plebe ladra a la silente luna |
|
ella serena se desliza, apenas rozada por las nubes. |
|
(Entra un MENSAJERO.) |
|
MEN[SAJERO] |
El gobernador en tu busca me envía, Theron; |
|
desde las torres nuestros vigías han divisado al enemigo |
|
que, dispuesto para la batalla, avanza contra la ciudad. |
1025 |
THER. |
Algo ya había escuchado cuando llegaba; juzga tú mismo Murro |
|
tu extrema intemperancia en esta situación: |
|
súmala al menos a nuestra fuerza y nuestros corazones |
|
y llueva venganza redoblada sobre los enemigos. |
|
(Salen THERON, MURRO y EURYDAMAS.) |
|
CUR. |
¿Por qué, amigo mío, dudas ahora en empuñar las armas? |
1030 |
|
No solía tu ardorosa marcialidad mostrarse de ese modo. |
FAB. |
¿Y tú has de preguntarme cuál es la causa, Curcio? |
|
Mi virtud afrentada por infames sospechas, |
|
negado mi derecho al botín de la hermosa cautiva: |
|
habrías de comprender la lucha de mi espíritu. |
1035 |
|
Mi espada nunca más por pueblo tan ingrato |
|
se ha de teñir de la sangre africana; |
|
dejemos que sus héroes defiendan sus murallas |
|
y que Murro compruebe el flaco coraje de Fabio. |
CUR. |
Justas, dignas de ti, parecen tus palabras; |
1040 |
|
si en su carne sienten la ofensa, habrán de retractarse, |
|
puestos en fuga sobre la llanura por el fiero enemigo |
|
aniquilando con ferocidad la maltrecha retaguardia. |
|
Les abatirá un sincero aunque tardío remordimiento |
|
mientras desde las almenas contemples su derrota, |
1045 |
|
los confusos horrores de su desesperada caída; |
|
igual el obstinado Pélida, cuando, en vano, los griegos |
|
con lágrimas y dones suplicaban su auxilio |
|
airado se entregó a una dulce venganza |
|
al ver, con lóbrega sonrisa, a Héctor poner fuego a la flota. |
1050 |
|
(Salen.) |
|
FIN DEL TERCER ACTO |
|
LA CAÍDA DE SAGUNTO |
______________________ |
|
|
ACTO IV
|
|
En el templo |
|
Entran CANDACE y LYCORMAS |
|
CAN. |
En mucho, por tu extrema gentileza, oh noble sacerdote |
|
te quedo agradecida: acompañarme en esta adversidad, |
|
serenar mis pensamientos y calmar mi inquietud |
|
son dádivas que aquilatan tu sagrado ministerio. |
|
Con gran sabiduría, para este digno fin, te has retirado |
1055 |
|
ajeno a las perturbaciones de un mundo enloquecido |
|
enseñando a aceptar a los simples mortales |
|
los infortunios que los dioses nos hacen afrontar; |
|
por tan pías acciones los hombres te respetan. |
LYC. |
Me complace, augusta princesa, ver como la tormenta |
1060 |
|
que violentamente agitaba tu iracundo pecho |
|
amaina ya serena a una calma de alcíone. |
|
Dime ¿hay algo más en que pueda servirte? |
CAN. |
Feliz ofrecimiento; bien he disimulado |
|
ocultando el salvaje estertor de mi espíritu. (Aparte.) |
1065 |
|
Sí, hay algo... Mas temo que te niegues... |
LYC. |
Estoy a tus órdenes; toma a Lycormas como un amigo. |
CAN. |
¿Llega tu amistad al punto de traer hasta aquí a Fabio? |
|
¿Al punto de arrastrar hasta el templo a ese ingrato |
|
a quien, pese a mis pecados, persisto en amar? |
1070 |
LYC. |
Para alejarte de Fabio has sido aquí recluida |
|
y entregada a nuestra custodia: traicionaría |
|
la confianza que el pueblo nos ha otorgado, |
|
y por tal felonía habría de responder con mi cabeza. |
|
[132] |
|
|
|
[133] |
|
LA CAÍDA DE SAGUNTO |
|
|
CAN. |
¡Ah! ¿Qué puedo decir? Temía tal respuesta. |
1075 |
|
No debería haberte juzgado de modo tan ligero. |
|
Mas ¿qué puede ofrecerte una cautiva? juro por Ammón, |
|
mi gran progenitor, que si está mi destino |
|
en ocupar el trono de los Garamantes |
|
te ofrecería toda una provincia como recompensa. |
1080 |
LYC. |
Con soborno menos costoso lograría su propósito. |
|
Si Aníbal triunfa sin ayuda nuestra |
|
el interés de ella me dejaría en situación excelente... (Aparte.) |
CAN. |
Parece que lo piensa... tal vez aún sea posible... |
LYC. |
He considerado tu tentador requerimiento |
1085 |
|
que ha de ponerme en gravísimo riesgo; |
|
a cambio, sólo una cosa habré de pedirte; |
|
que el día (que el destino cada vez anuncia más cercano) |
|
en que al poder de los tirios se entregue la ciudad |
|
no te muestres desagradecida con Lycormas. |
1090 |
CAN. |
¡Que los dioses me abandonen si llego a olvidar |
|
tu magnanimidad para una cautiva desventurada! |
|
Mas date prisa, tráelo ante mis ojos impacientes. |
LYC. |
No te anticipes con avidez a disfrutar tal dicha, |
|
pues el destino puede ser aún hostil a tu loca vehemencia; |
1095 |
|
quizá a estas horas yace muerto sobre el campo de batalla |
|
porque, justo en el instante en que aquí eras conducida |
|
corrían todas nuestras fuerzas al encuentro del enemigo |
|
y estoy a la espera de conocer lo sucedido. |
CAN. |
¡Cielos, impedidlo! ¡Impedidlo, poderes todos! |
1100 |
|
Proteged ese valiente, semejante a un dios |
|
al que la altiva Candace todavía pertenece. |
LYC. |
Dentro del templo, en su más recóndito rincón |
|
se dispone la más sombría y tenebrosa celda; |
|
a ella nunca acceden los sacerdotes de rango inferior, |
1105 |
|
sólo a Theron y a mí nos permiten entrar; |
|
hasta allí, si sobrevive, conduciré a Fabio |
|
con mis propias ropas disfrazado; allí libremente |
|
podrás revelarle todo lo que te dicte tu lastimado corazón. |
|
Pero no te demores, pues en los tensos minutos |
1110 |
|
de tan breve intervalo yo me mantendré en vilo; |
|
porque el mayor mal que un hombre puede conocer |
|
[134] |
|
|
[135] |
LA CAÍDA DE SAGUNTO |
|
|
|
no resiste la comparación con una espera desasosegada. |
CAN. |
¡Cuán breves se mostrarán para mí los minutos |
|
pues el destino ni siquiera me consiente la desdicha de ese estado! |
1115 |
|
Sólo puede haber desasosiego si existen esperanzas |
|
y de éstas, ¡ay!, apenas guardo alguna; así pues, en su lugar, |
|
franquearé el paso a la desesperación y endureceré mi pecho |
|
para afrontar mi destino y que, en silencio, la muerte |
|
pueda al fin liberarme del peso de mis desgracias. |
1120 |
|
Como el viajero extraviado que, al final del día, |
|
desconsolado, a través de Libia, prosigue su camino |
|
y, aterrado frente al ancho desierto donde ni árboles ni colinas se alzan, |
|
ante la desolada inmensidad que se confunde con el cielo |
|
no alcanza a rastrear señal de tierra alguna ni las huellas de pasos |
1125 |
|
borrados sobre las volubles arenas peinadas por el viento |
|
que deja, como en un mar silencioso, la superficie impenetrable. |
|
Y, sin hallar el fin de su infructuosa búsqueda, |
|
allí mismo se arroja de bruces sobre el suelo |
|
y espera, con entereza, la llegada de su hora |
1130 |
|
que ve como una bendición para su mísero estado. (Sale.) |
LYC. |
Bien: se va; ahora me corresponde cumplir mi promesa. |
|
Debo ir a averiguar... |
|
(Entra EURYDAMAS.) |
|
|
¡Ha vuelto Eurydamas! |
|
¿Qué se sabe del combate? ¿Cómo nos ha ido? |
EUR. |
Nuestro plan ha fracasado y se vuelve contra nosotros: |
1135 |
|
de nuevo su dios tutelar ha protegido al romano; |
|
pero aún hay más: humillado el pueblo, |
|
perseguido con horrísono estruendo por el fiero enemigo |
|
hasta las mismas puertas de la ciudad, se maldice a sí mismo |
|
y atribuye a la ausencia de Fabio la nueva desgracia. |
1140 |
LYC. |
¡A la ausencia de Fabio! Luego ¿se ha negado a combatir? |
EUR. |
Desdeñado y ofendido por nuestra grave acusación |
|
y puestos en duda su dignidad y buen nombre |
|
al habérsele arrebatado por ello su prisionera, |
|
ya desarmado, desde las altas almenas |
1145 |
|
[136] |
|
|
[137] |
LA CAÍDA DE SAGUNTO |
|
|
|
complacido e impávido contempló el espantoso estrago. |
LYC. |
Presiento que tú mismo, no menos indolente, |
|
también sólo de lejos divisaste el rostro de la guerra. |
EUR. |
En efecto; lo cual me dio espacio para contemplar |
|
los altibajos que la fortuna ofrece en la batalla; |
1150 |
|
ora avanzaban los tirios, ora los saguntinos |
|
y en este filo se mantuvo largo tiempo el combate. |
LYC. |
¿Y a quién dio la victoria al final la fortuna? |
EUR. |
Furioso se abalanzó el general de Cartago |
|
gritando a voces por todo el campo el nombre de Fabio |
1155 |
|
y sembrando la destrucción por donde pasaba. |
|
Paralizados por tal ímpetu y hostigados los nuestros |
|
retrocedieron y puestos en fuga, llegaron hasta la ciudad |
|
en donde, a no ser por Theron, se hubieran refugiado. |
LYC. |
¿Como nos procuró tan inesperado bien? |
1160 |
|
Ambos, amigo mío, somos en mucho sus deudores. |
|
Mas ¿cómo frustró el propósito del tirio? |
EUR. |
Imagina todo un enjambre de abejas |
|
que, ante la inminente tormenta, se precipita a la colmena |
|
y, arracimándose ante su puerta, |
1165 |
|
empujándose, a duras penas logran entrar. |
|
Tal era el terror de la multitud fugitiva y tal su angustia |
|
por llegar a las murallas; y ni allí se sentía segura |
|
ante el enemigo que le alcanzaba; fue entonces cuando Theron |
|
avanzando en solitario, cual nuevo Cocles, |
1170 |
|
salió furioso a su encuentro; y sus brazos musculosos |
|
le arrojaron con fuerza hercúlea su poderosa maza, |
|
voló por los aires con violencia, hendió la armadura del tirio |
|
rechinando horrísonamente y rebotó en su pecho. |
|
Tambaleándose sobre el caballo, fue auxiliado por sus
compañeros. |
1175 |
|
El sacerdote retrocedió y pudieron cerrarse las puertas. |
LYC. |
En cierta ocasión, creo, reprochaste a Lycormas |
|
ser en exceso pródigo alabando a su rival; |
|
ahora, estamos en paz... |
EUR. |
Pero el tiempo requiere |
|
decisiones prontas; y aunque hemos fracasado |
1180 |
|
en lo que, en honor a la verdad, se pretendía |
|
[138] |
|
|
[139] |
LA CAÍDA DE SAGUNTO |
|
|
|
nuestro inmediato éxito ha de compensarnos con hartura. |
|
Esta noche, por la muerte de Dauno y Metisco, |
|
muertos en la incursión, las puertas están a mi cuidado. |
|
Tal golpe de suerte permite poner en marcha nuestro plan |
1185 |
|
antes del momento concertado con el tirio; |
|
no debemos dejar escapar tal ocasión de nuestros manos; |
|
y cuando las sombras de la noche envuelvan la tierra |
|
te has de enfrentar a otra peligrosa aventura |
|
al haber de volver con sigilo al campamento sidonio. |
1190 |
|
Aún nos queda poder reducir a la guardia. |
LYC. |
Hace tiempo preparé, con otras intenciones, |
|
en mi propia celda una dosis somnífera |
|
tan potente en sus efectos que provoca al instante |
|
un mortal letargo que nubla, raudo, los sentidos. |
1195 |
|
Este providencial tesoro del destino, |
|
como rico cordial a la guardia, ya muy debilitada |
|
casi agotada por las fatigas del combate, puedes suministrar |
|
y, de buen grado, han de beber elixir tan preciado. |
|
En cuanto percibamos que la argucia ha tenido efecto |
1200 |
|
daré la señal y franquearemos el paso al enemigo. |
|
Mas ahora he de informarte de una ayuda inesperada: |
|
me ha rogado la Reina cautiva (y yo he garantizado) |
|
que ha de verse con el romano aquí, en el mismo templo, |
|
a donde, vestido con mis ropas, procuraré traer. |
1205 |
EUR. |
Hazaña temeraria osaste prometerle, sacerdote; |
|
pero ¿qué esperáis ambos obtener de todo ello? |
LYC. |
Ignoro su propósito pero no es otro el mío |
|
que asegurarme su amistad ante Aníbal. |
EUR. |
¡Por supuesto! Mas... debo desbaratar cosa semejante: |
1210 |
|
este torpe sacerdote se interpone en mis planes |
|
y, de simple emisario, pasa a ser mi rival. |
|
Presto he de deshacerme de él mismo y de Murro |
|
y ahora la fortuna me brinda la ocasión. (Aparte.) |
LYC. |
¿Qué hay, amigo? ¿Qué es lo que estás pensando? |
1215 |
EUR. |
He estado ponderando lo que ahora te propones |
|
y no se corresponde con tu prudencia habitual; |
|
[140] |
|
|
[141] |
LA CAÍDA DE SAGUNTO |
|
|
|
grande es el riesgo y bien pequeño, por lo que se me alcanza |
|
el provecho obtenido del peligro que corres; |
|
pues si esta noche se nos muestra propicia, |
1220 |
|
quizá ya no haga falta rendirte a su amistad. |
|
Pero como pareces querer tomar ventaja del azar, |
|
escucha lo que te propongo para que lo medites. |
|
En nuestro último encuentro con el caudillo tirio |
|
nos propuso alentar la alianza con Murro; |
1225 |
|
sería ahora prudente satisfacer tal deseo |
|
y que nuestra sabia nobleza guíe a su juventud. |
|
Para ello vanas han de ser mis probadas argucias |
|
pues él resiste a todas impasible; |
|
sólo ha mostrado un flanco débil: el del amor, |
1230 |
|
mortal sólo en un punto, como el ligero Aquiles. |
LYC. |
Habla claro, pues apenas vislumbro el fin de tus designios. |
EUR. |
Murro todavía ignora el amoroso fuego |
|
que a ti mismo el cartaginés te ha confesado. |
|
Yo podría sugerirle que, en lugar del romano, |
1235 |
|
ante la expectante Reina sea él conducido. |
|
Yo la he de prepara para el encuentro |
|
convenciéndola de que su rival ha muerto en el combate; |
|
entonces (pues ya conoces cuán fácilmente el sexo débil |
|
pasa de la cima de una pasión a otra) |
1240 |
|
sea por el ansia de libertad o por la llama del deseo |
|
dándole esperanzas, ella lo pondrá cierto de nuestro lado. |
LYC. |
Mi espíritu se embarga de presagios... Mas sea... |
|
Que venga Murro; tengo ya a punto los ropajes. (Sale.) |
EUR. |
Ya hay uno convencido; pero temo que la tarea más ardua |
1245 |
|
aún está por venir; Murro es honrado por naturaleza, |
|
quizá le repugne la mera idea de una conspiración |
|
y, alertado por su conciencia, rechace mis propósitos; |
|
pero entonces se desvanecerla su esperanza, y su amor |
|
es, como todas las pasiones que lo poseen, desmedido; |
1250 |
|
conseguiré con ello, si no me abandona la fortuna |
|
apartar a mis rivales del favor del tirio. |
|
Murro, a por ti voy; si tu virtud es tan firme |
|
que logra eludir esta trampa, no podré recurrir a otro ardid. (Sale.) |
|
[142] |
|
|
[143] |
LA CAÍDA DE SAGUNTO |
|
|
|
(La escena se sitúa en el palacio del gobernador.) |
|
(Entran SÍCORIS y MURRO.) |
|
SIC. |
Basta; vete y haz lo que se te ha ordenado: |
1255 |
|
recobra la virtud que has postergado, |
|
busca la paz con él o no esperes hacerla conmigo. |
MUR. |
¿Ha de llegar mi padre a despreciar tanto a su hijo |
|
que le obligue a humillarse y a adular a un romano? |
|
¿Con mirada servil y forzada obediencia |
1260 |
|
lisonjearé su orgullo y suplicaré, miserable, su perdón? |
|
Perdón ¿por qué? ¿En qué ha sido ofendido? |
|
¿Todavía no te es manifiesto su engaño? |
|
¿Por qué, si en tanto nos estima, rechazó |
|
enfrentarse al tirio en combate sangriento |
1265 |
|
cuando allí mismo pudo desmentir las calumnias? |
SIC. |
Bien conoces la causa que le obligó a ausentarse: |
|
su orgullo mancillado y la herida terrible del deshonor, |
|
no por otra razón ha sufrido cruelmente tu patria |
|
que, dando crédito a las mezquinas balandronadas |
1270 |
|
de espúreos lenguaraces, obligó a desertar a un héroe de sus filas. |
MUR. |
Que el cielo me dé paciencia para no reventar de ira; |
|
mi ardiente cólera logra ahogar mis palabras. |
|
¡Espúreos charlatanes! ¿Cómo he de vivir para escuchar |
|
el vergonzoso título que tienes a bien concederme? |
1275 |
SIC. |
Bien desearía poder invocarte con otro. |
|
Contempla esa extensa llanura, mira los que acaban de morir, |
|
¿no estremece tu conciencia esa visión dantesca? |
|
Aquellos que esperaban la ayuda de tu brazo |
|
han caído. Y en cambio tú... |
MUR. |
Sé lo que has de decirme: |
1280 |
|
que retrocedí; es cierto; mas fui el último en hacerlo. |
SIC. |
Bien pronto para ser el último... |
MUR. |
¡Yo no soy Hércules |
|
ni mi brazo fue revestido de celestial poder |
|
[144] |
|
|
[145] |
LA CAÍDA DE SAGUNTO |
|
|
|
para vencer ejércitos y forzar los destinos! |
|
¿Qué más podría haber hecho? |
SIC. |
Morir. |
1285 |
MUR. |
Sí, en efecto; mas ¿en qué iba mi muerte a ser útil |
|
a mi patria? Viviendo, aún podré servirla |
|
cuando la fortuna torne a ser favorable a los nuestros. |
SIC. |
Haz buenas tus palabras; porque cuando al ponerse el sol |
|
sumerja su flamígero carro en el Océano |
1290 |
|
haremos un último y desesperado esfuerzo; |
|
pues ahora el tirio, derribado por el golpe de Theron |
|
se ha mostrado a sus tropas humano y vulnerable. |
|
Si somos de nuevo vencidos, diremos adiós a la esperanza |
|
y afrontaremos la muerte: la suerte de la ciudad está echada. |
1295 |
|
Mientras tanto te conmino a que busques a Fabio; |
|
sé otra vez su amigo o no oses mirar de nuevo mi rostro. (Sale.) |
MUR. |
¡En tal caso no lo veré más, anciano obstinado! |
|
¡Injurioso padre! Ante tamaña afrenta |
|
se ensombrece mi ánimo y mi honor se sonroja. |
1300 |
|
¡Humillarme así! Tenerle por mi amigo. |
|
Calma, corazón. ¡No! Si él puede atropellar, |
|
tan vano, su amor propio, bien puedo yo negar que soy su hijo. |
|
(Entra EURYDAMAS.) |
|
|
Eurydamas, en buena hora llegas |
|
para confiarte mi enojo y que conmigo lo compartas. |
1305 |
|
¿Enojo digo? ¡No basta tal palabra! |
|
Mejor sería decir furia; y así habré de llamarla. |
EUR. |
Me gusta su bienvenida; bien comienza la escena. (Aparte.) |
|
¿Qué es, Murro, lo que de ese modo ha logrado enfurecerte? |
MUR. |
Si pudiera otorgarle otro nombre distinto |
1310 |
|
al de padre, tal vez mi fiel espada |
|
pudiera vengar mi honra difamada. |
|
¡Oh amigo! ¡Deberías haber visto el modo en que me trató, |
|
tachado de deslealtad e insultado como cobarde! |
|
¿Cobarde yo? ¿No llevo el amor de mi patria |
1315 |
|
aquí, en mi corazón? Habla y dime si me engaño. |
EUR. |
juzgo imposible que tu padre haya así actuado, |
|
[146] |
|
|
[147] |
LA CAÍDA DE SAGUNTO |
|
|
|
de no mediar tu palabra, resultaría harto difícil de creer. |
MUR. |
Aún hay más, por los cielos; con amenazas pretende |
|
que vilmente me someta al hombre que más odio, |
1320 |
|
ese mi afortunado rival en la gloria y en el amor. |
|
Mas ¿por qué esa tierna pasión cruza ahora mi pensamiento? |
EUR. |
¿Por qué, en efecto? Hubiera deseado que esta guerra |
|
con sus fatídicas secuelas, la destrucción de tu patria, |
|
tu frustrada pasión por una ingrata mujer |
1325 |
|
que, desdeñándote, se entrega a un maldito romano, |
|
hubieran vencido los embates de ese dios despreciable. |
MUR. |
¡Ay! Demasiado fuertemente se ha posesionado |
|
de mi débil voluntad; mas ahora contra mí |
|
se arma y se fortifica inexpugnable a la razón |
1330 |
|
que, lo mismo que Roma, en la mayor necesidad |
|
me abandona y me entrega miserablemente al enemigo. |
|
Pero, de poseer lo que tú consideras el noble orgullo |
|
y la generosa soberbia que espolea una ambición, |
|
tampoco en el amor hallaría alguien que me superara |
1335 |
|
sino que, como en la guerra, podría derrotar cualquier adversario. |
EUR. |
Actuarías con la prudente magnanimidad de un soldado |
|
que no se aferra celosamente a cosas imposibles; |
|
porque poco menos que eso son tus vanas esperanzas. |
|
Supongamos (lo que, por lo que sabemos, está lejos de la verdad) |
1340 |
|
que no pertenece al corazón de Fabio, ¿puedes creer |
|
que unos brazos teñidos con la sangre de su amado padre |
|
lograrán atraparla alguna vez en los lazos del amor? |
MUR. |
Sabes que por su causa yo he perdido a mi hermano; |
|
el desdichado joven cayó bajo el filo de su hacha. |
1345 |
EUR. |
¿Y podrá hacer florecer la sangre de ambos el afecto, |
|
inspirar la ternura del amor o encender llamas de pasión? |
|
¡Abandona tal idea! Es más que seguro |
|
que no has de conseguirla; pero puede que exista otro medio... |
MUR. |
Otro medio dices... habla, amigo mío, |
1350 |
|
mi genio protector... |
|
[148] |
|
|
[149] |
LA CAÍDA DE SAGUNTO |
|
|
EUR. |
El mejor en verdad... pero... |
MUR. |
¿Por qué titubeas haciendo zozobrar mis esperanzas? |
EUR. |
Primero te incumbe, Murro, sopesar con prudencia |
|
nuestra desesperada situación y el estado de la ciudad; |
|
no muchos soles más podremos resistir el asedio. |
1355 |
|
Los pocos que sobrevivan serán vendidos como esclavos, |
|
mas nunca mi nombre se encontrará entre ellos. |
MUR. |
No hace falta decirte que tampoco mi alma soporta tal idea. |
EUR. |
¿Qué impide entonces que, asiéndote a la suerte |
|
de una hora afortunada, te burles del destino? |
1360 |
|
El medio está a mi alcance, aprovecha esta ocasión... |
MUR. |
¡No lograrás convencerme! |
EUR. |
¿No sete ocurre pensar |
|
que una amazona puede ser derrotada con tierna cortesía |
|
o que alguna vez llegue a hastiarse de la brutal rudeza? |
|
Suelen elegir al más impetuoso de los guerreros |
1365 |
|
y con ardientes brazos reducir su fogosa juventud; |
|
ellos, con arrogancia, responden a pasión tan gozosa |
|
y hacen inundar sus mejillas con el rubor de la rendición. |
MUR. |
Me repugna pensar en hazaña semejante. |
EUR. |
¿Por qué entonces la permites en Fabio? Porque apenas una hora |
1370 |
|
haya transcurrido, disfrazado, habrá de verla en el templo; |
|
cuál sea el motivo, puedes imaginarlo, |
|
pero podría jurar que no se trata sólo de una inocente charla; |
|
aunque si te complace, aún podrías ocupar su lugar. |
MUR. |
¡Ah! Has puesto en pie todo lo que mí queda de hombre. |
1375 |
|
Los celos han puesto fuego en mis venas. |
|
Otra vez Fabio gozará de exquisitos placeres |
|
y en sus brazos, jactándose, de nuevo envanecido |
|
se mofará, en redoblado triunfo, del nombre de Murro. |
|
Rencor, aléjate de mí; borra de mi conciencia tal pesadilla. |
1380 |
|
Si justo ahora la ciudad ardiera presa del fuego tirio |
|
y las brasas esparcidas arrojarán su terrible destello, |
|
entre las llamas que devoraran ondulantes el sacro templo, |
|
en medio de sus gritos acogiéndose a sagrado, la forzaría |
|
como otra Sémele gozada en medio de la hoguera. |
1385 |
|
[150] |
|
|
[151] |
LA CAÍDA DE SAGUNTO |
|
|
|
Mas desearía, por el amor que me inspira su belleza |
|
que la leyenda cambiara el curso de su destino, |
|
que la ninfa se salvara y fuera el amante el abrasado. (Salen.) |
|
(Entran SÍCORIS, THERON y TIMANDRA.) |
|
SIC. |
Ya he ordenado a tu arrogante hermano |
|
que implore su perdón y reconozca su ofensa. |
1390 |
|
Ve tú y con la elocuente retórica del amor, persevera |
|
en la súplica y gánalo para nuestra lucha. |
THER. |
La tarea está ahora en tus manos, gentil doncella, |
|
mejor que nadie tú conoces la cuitas de su alma, |
|
sus accesos secretos y sus momentos propicios. |
1395 |
SIC. |
Piensa que es noble causa la que mueve tu lengua, |
|
de tu anciano padre y de tu patria que agoniza |
|
tu mediación piadosa merecerán las bendiciones. |
TIM. |
Oh, con qué alegría acepto agradecida, |
|
con qué inmenso placer cumpliré tal encargo |
1400 |
|
y con qué orgullo si se ve coronado por el triunfo. |
|
Porque ¿acaso podrá él rechazar a Timandra? |
|
Voy veloz, no dejaré a mi héroe |
|
hasta que el amor lo empuje al terrible combate. (Sale.) |
SIC. |
¿Has pedido, como convinimos, a los sacerdotes |
1405 |
|
que constaten la fidelidad del pueblo, |
|
su firmeza de espíritu y su voluntad, si es que acaso |
|
los dioses se oponen a nuestro último intento |
|
y se pierde toda esperanza, de arrojarse a las llamas |
|
derrotando, con su postrer aliento, a nuestros enemigos? |
1410 |
THER. |
Yo mismo he estado hablando con todos sus caudillos, |
|
ninguno se rebela contra el fatal designio, |
|
tan firme es su deseo de ser libres y fieles. |
|
La más noble ternura inspira a las piadosas madres |
|
que, meciendo en los brazos a sus hijos hambrientos |
1415 |
|
gimen: ¡Silencio, hijo, ya casi acaba todo! |
|
Y pues a tu infantil brazo no le está permitido |
|
luchar por la patria, muere pues con ella. |
|
[152] |
|
|
[153] |
LA CAÍDA DE SAGUNTO |
|
|
SIC. |
Entonces se ha consumado el fatal destino de nuestra nación. |
|
Dejad que el bárbaro enemigo destruya nuestros muros, |
1420 |
|
las desoladas ruinas donde una vez se levantó Sagunto: |
|
nuestros hijos, nacidos libres, también en libertad morirán |
|
y en verdad, todos, valientes, pisarán los Campos Elíseos |
|
y ni uno sólo de sus espíritus descenderá al Hades como esclavo.
(Salen.) |
|
(Entran FABIO y TIMANDRA.) |
|
FAB. |
Deja de suplicarme lo que no me es lícito conceder, |
1425 |
|
lo que el severo honor no consiente a mi voluntad. |
|
Y tú, que padeces idéntica tiranía, |
|
¿podrás robar a tu Fabio al menos tal consuelo? |
TIM. |
¿Qué clase de ídolo es un honor que exige |
|
culto tan terrible y tan crueles ritos? |
1430 |
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¿Ha de ser la sangre de un pueblo la que expíe |
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el haber violado sólo una vez sus leyes? |
FAB. |
Sus leyes son sagradas y por los más valientes |
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obedecidas con ancestral y temerosa veneración |
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y, si son profanadas por el villano vulgo |
1435 |
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exigen repararse de modo no ligero. |
TIM. |
Pero el mismo cielo se conmueve ante su castigo |
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y hasta el fogoso rayo blandido por los aires |
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se detiene en el presto brazo de Júpiter |
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cuando, compadecido de su frágil naturaleza, |
1440 |
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a menudo acepta por igual ofensas y oraciones. |
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¿Y tú que te jactas de descender de su linaje, rechazas |
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esa tierna piedad en la que él se complace? |
FAB. |
Hablas como si yo fuera, en efecto, un dios |
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y el destino pendiera solamente de mi voluntad. |
1445 |
TIM. |
¡Oh, no! En verdad te hacen mortal tus pasiones, |
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vengativo, colérico e impasible te muestras. |
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Mas nunca creí poder juzgar así a Fabio. |
FAB. |
Tus palabras rompen mi corazón en mil pedazos; |
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he aquí mi espada, húndela con rabia en mi pecho |
1450 |
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y verás allí el deseo que anida de obedecerte |
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para cualquier ruego; mas en esto... |
TIM. |
Sólo esto |
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[154] |
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[155] |
LA CAÍDA DE SAGUNTO |
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probará con harta claridad el amor que proclamas. |
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Negarte no puedes ni arrojar impune |
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en brazos de un infame a la desolada Timandra |
1455 |
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que como ahora, arrasados en vano los ojos por las lágrimas |
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habrá del maldecir la ira de un bárbaro fiero. |
FAB. |
Terrible pensamiento; bien, lo has conseguido; |
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volveré a la lucha; mas permíteme antes un último abrazo. |
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No me venció el derroche de persuasión de tu lengua |
1460 |
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ni tus tiernas palabras ni su acento lleno de melancolía; |
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¿pero cómo no conmoverse con la elocuencia de tus lágrimas |
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que inundan, con brillo tembloroso, tus pupilas? |
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Como cuando, tras caer su hijo inerte sobre la llanuras frigias, |
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cubre la Aurora su rostro en húmedas nubes |
1465 |
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brillando a través del frágil cristal sus rosadas mejillas |
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y con dulce tristeza sus radiantes ojos se nublan de lágrimas |
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para que, así, con el fragante rocío, despierte más dulce la mañana.
(Sale.) |
TIM. |
Y es ahora cuando tiemblo de haberle persuadido; |
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un tropel de terrores hacen temblar mis labios. |
1470 |
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¡Ay! ¿Hacia qué espantoso destino le he enviado? |
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Si muere, pierdo... oh bondadosos dioses ¿qué pierdo? |
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Al hombre más valiente, al más sincero amante. |
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Su espada, mortal en la batalla para sus enemigos, |
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su ira, terrible en medio del estridente son de las trompetas. |
1475 |
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Mas cuando el dulce efebo triunfa sobre el soldado |
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y la fiera Belona se humilla ante Venus |
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¡con qué encantadora suavidad se muestra! |
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¡con qué seductora ternura se expresa! |
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La ingenua historia de amor que de sus labios |
1480 |
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fluye en sordos murmullos es sonora corriente |
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que arrebatan mi voluntad y todos mis sentidos. |
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[156] |
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[157] |
LA CAÍDA DE SAGUNTO |
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No de otro modo Filomela renueva constante sus trinos |
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oculta en el soto umbroso cubierto de rocío; |
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su suave melodía acarician suavemente el corazón |
1485 |
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rozando la perfección y superando todo arte. (Sale.) |
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FIN DEL ACTO CUARTO |
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