Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.

[35]

ArribaAbajo

Acto II

 

La misma decoración.

 
 

Escena I

 
MATILDE, ANTONIA y la SEÑORA RITA.
 
MATILDE              Con lo ocurrido, yo creo      
que se le alcanza a cualquiera
que tácitamente todos
su proyecto desaprueban.
DOÑA ANTONIA O no: porque está obcecado 5
con esa maldita idea,
y nuestra extraña conducta
comentará a su manera.
RITA Pero Dios con algún fin
nos habrá puesto la lengua, 10
y aunque nos la dio en la boca
no será para mordernosla;
sino para darle gracias,
distinguirnos de las bestias,
y si alguno nos insulta 15
poder decirle una fresca.
¿No es usted de mi opinión?
 

(A DOÑA ANTONIA.)

 
DOÑA ANTONIA Claro está; y a esta muñeca
no sé de qué le han servido [36]
tantos libros y novelas 20
como está leyendo siempre,
ni tener esa entereza
de carácter, con la cual
subyuga a cuantos la cercan,
si en las ocasiones criticas 25
y cuando más la interesa,
se echa un candado a la boca.
MATILDE Se me acaba la paciencia
viendo que sobre las mías
cargo con culpas ajenas. 30
¿Por qué no le has dicho tú:
«Si Matilde te desprecia,
»no es tan solo por tus años,
»sino porque yo más diestra
»la he dado a entender el quid 35
»que en tu proyecto se encierra?»
DOÑA ANTONIA Porque yo en primer lugar,
debo atenciones inmensas
a mi primo, y en segundo,
porque aunque abundo en tu idea, 40
no soy la que mostrar debe
mayor interés en ella.
RITA Pues mire usted, doña Antonia,
lo que es Matilde se queja
con razón en este caso; 45
porque usted tiene experiencia,
y hablar debió toda vez
que el asunto la interesa.
DOÑA ANTONIA Pues usted con más motivo
debió tomar su defensa, 50
siendo aya suya, y teniendo
mayor edad que la nuestra.
RITA ¡El Señor Sacramentado
que me asista y me defienda!
¿Decirle yo a don Severo 55
que tiene las manos puercas,
cuando si duermo entre sábanas
es por su bondad inmensa?
¡Jesús, Jesús! en asuntos
de familia no me metan; 60
y menos si estos atañen [37]
al hombre que me alimenta.
Por supuesto él es un pícaro,
y ante conducta tan negra
Matilde debió pedirle 65
sucias o limpias las cuentas.
MATILDE Vosotras no os hacéis cargo
de que soy niña inexperta,
que queréis a todo trance
prescinda de la vergüenza. 70
Yo comprendo la razón
que vuestra duda alimenta;
conozco que es el cariño
quien me dicta y me aconseja;
pero ante un supuesto crimen 75
están mil acciones buenas;
y tratar a un hombre así
por una simple sospecha,
ni lo haré ni alcanzo que haya
quien aconsejarlo pueda. 80
RITA Pues mira, en San Bernardino
dan potaje de lentejas:
no quiera Dios que algún día
le comas tú por incrédula.
DOÑA ANTONIA No insista usted; a los locos 85
se les deja con su tema.
Matilde ya sabe donde
tiene su mano derecha;
y opino con fundamento
que estamos siendo unas necias 90
que de juguete servimos
para esta niña inexperta.
MATILDE ¡Cómo! ¿qué es lo que supones?
DOÑA ANTONIA Rita me entiende.
RITA                             Esa idea
ya hace dos horas que yo 95
la tengo entre ceja y ceja.
MATILDE Sacadme por Dios de dudas.
DOÑA ANTONIA Pregúntale a tu conciencia.
MATILDE Rita, tú me lo dirás.
RITA ¿Para que luego me vendas, 100
y le digas a tu tío,
que a pesar de su reserva [38]
yo he descubierto que estabais
entrambos en connivencia
para casaros? -Jamás; 105
no despegaré mi lengua.
MATILDE ¿Eso suponéis de mí?
RITA ¿Ve usted lo que es la conciencia?
 

(A DOÑA ANTONIA.)

 
Ella misma se ha vendido.
DOÑA ANTONIA (Ni sabe lo que se pesca.) 110
MATILDE ¡Posible es que se me juzgue
tan mezquina y tan artera!
DOÑA ANTONIA Cuando del que bien te quiera
desoyes las advertencias,
es de presumir, Matilde... 115
MATILDE Cualquier cosa menos esa.
(Llorando.) Todos se creen con derecho
para insultar a una huérfana.
RITA (Jipando.) Viendo lágrimas me pongo
más blanda que la manteca. 120
DOÑA ANTONIA Obras son amores.
MATILDE                               ¡Ay!
¡Si mi madre me viviera!
RITA Vamos, no la riña usted:
ella es obediente y buena
y comprende la razón 125
con que todos la aconsejan.
Ya se lo dirá de un modo
que no afecte a la decencia.
Porque si a todo el que roba
no existiese otra manera 130
de llamársele ladrón
más que con las cinco letras,
no habría por qué mandar
los presidiarios a Ceuta.
DOÑA ANTONIA Pero si todo mi afán 135
es que de una vez comprenda
que con su tenaz silencio
quien se perjudica es ella.
MATILDE Tenéis sobrada razón.
Yo buscaré la manera 140
de averiguar el misterio
que en su proyecto se encierra. [39]
SEVERO (Dentro.) ¡Francisco!
DOÑA ANTONIA                                     ¡Precisamente
es él!
RITA          A buen tiempo llega.
Así en caliente las cosas 145
salen mejor. Usted venga
conmigo a la sala azul.
DOÑA ANTONIA (A MATILDE.)
Vamos, valor y entereza.
MATILDE Idos.
RITA          ¡De qué buena gana
le prestaría mi lengua! 150
Yo no me la muerdo nunca.
DOÑA ANTONIA No es porque no la manejas.

(Vanse.)

 
 

Escena II

 

D. SEVERO, MATILDE.

 
SEVERO Por ir huyendo del cisco
quiero salir de este encierro
y en la calle piso a un perro 155
y el perro me da un mordisco.
Salto hecho un mar de sudor
lo mismo que en la canícula
y me pega en la clavícula
con la cuba un aguador. 160
Menos mal si tanta pena
me la procurase un martes;
¡pero hoy que por todas partes
trasciende ya a Noche-Buena!...
No podré olvidarme, no, 165
de fecha tan inhumana,
que el Señor nació mañana,
pero hoy he nacido yo.
MATILDE ¡Pobre tío! ¿Quieres algo?
SEVERO Quiero inquirir y saber... 170
porque, Matilde, a correr
a mí no me alcanza un galgo;
y en vuestra conducta noto,
por razón de mi experiencia,
que entre tanta reticencia 175
se fraguaba un alboroto. [40]
Vas a explicarme con pausa
la base de ese proyecto,
pues ya que toco el efecto
quiero conocer la causa. 180
MATILDE ¿Qué causa?
SEVERO                      Mira, yo sé
lo mal que habéis recibido
mi plan; pero no he podido
darme razón del por qué.
Quimeras que tú te forjas, 185
SEVERO Estas cosas me sublevan.
Tú has creído que se llevan
las quimeras en alforjas,
y que no hay que dar lugar
ni al criterio ni al deber 190
sino con sólo querer
meter la mano y sacar.
Obrar es fuerza según
la circunstancia en que estamos.
Siéntate aquí y discurramos 195
con el sentido común.
¿Tienes novio? La verdad.
MATILDE No, tío.
SEVERO               Y yo, ¿te disgusto?
MATILDE No, tío.
SEVERO              ¿Querrás a gusto
presentarte en sociedad 200
llamándote mi mujer?
MATILDE Sí, tío.
SEVERO            ¿Sin que a larga
pesada encuentres la carga?...
MATILDE No, tío.
SEVERO              ¿Ni hacerme ver
que cometí un desvarío? 205
MATILDE No, tío.
SEVERO              Mira, hija mía,
suprime esa letanía
que ya sé que soy tu tío.
Yo no te ofrezco un edén
ni ningún sueño dorado; 210
pero un amor razonado
sí puedo ofrecerte. [41]
MATILDE                                Bien.
SEVERO En mí no hallarás pasión
sino una fe duradera.
MATILDE Bien.
SEVERO           No hay dicha pasajera 215
cimentada en la razón.
Si algún funesto vaivén
no me empobrece, soy rico.
MATILDE Bien.
SEVERO           Yo a nadie sacrifico.
Francamente, ¿aceptas? 220
MATILDE Bien.
SEVERO          ¡Vaya un bonito percal!
Pues bien digo yo también:
mas suprime tanto bien,
que me estás haciendo mal.
MATILDE ¡Yo no sé, pobre de mí, 225
cómo agradarte consiga!
¿Pues qué más quieres que diga
si digo a todo que sí?
SEVERO Que no me rompas el cráneo
con tanto ambiguo concepto, 230
y que respondas, «acepto,»
si es tu cariño espontáneo.
Si la familia conmigo
por causa ignota atropella,
yo no me caso con ella: 235
con quien me caso es contigo.
MATILDE ¿Y cómo no lo ha de ser
si nada en contra se opone?
Lo que mi tío dispone
yo lo debo obedecer. 240
Risueño además me pinta
tu proyecto el porvenir.
¿Qué es lo que pueden decir?
¿que nuestra edad es distinta?
Los que tal suponen, obran 245
sin razón, porque se exaltan;
y no ven que a mí me faltan
los años que a ti te sobran.
¡Verás que vida llevamos
tan fecunda en parabienes, 250 [42]
toda vez que grandes bienes
al matrimonio aportamos!
Tú destinas tu caudal
al negocio: le acrecientas,
y vivimos con las rentas 255
de mi pingüe capital.
El tuyo se multiplica...
y aunque vivamos con fasto,
corre de mi cuenta el gasto...
¡porque yo debo ser rica! 260
SEVERO (¡Hola!)
MATILDE               Verás nuestro tren
lucir en la Castellana
envuelta en pieles de grana
y encajes de Valancien;
y el zafiro y el brillante 265
prendidos en mi cabeza
pregonar nuestra riqueza
¿Yo debo tener bastante?...(Con intención.)
SEVERO (¡Qué luz!)
MATILDE                   Émula de Litz
daré conciertos de piano 270
cuando el calor del verano
nos trasporte a Biarritz.
Veré Bañeras y Pau.
Constituye mi deseo
visitar el Pirineo 275
¿Sobre cuánto tendré yo?
SEVERO (Su candor extraordinario
pone el secreto en relieve.)
MATILDE Casémonos, tío, en breve.
¿Me enseñas el inventario? (Con intención.) 280
SEVERO ¡Tanta maldad no creyera
de vosotros! (Levantándose.)
MATILDE                      ¿Qué te forjas?
SEVERO Que eché mano a las alforjas
y he sacado una quimera;
que aunque no nacen de ti, 285
ciertas dudas os oprimen,
sin calcular que es un crimen
el que se dude de mí.
MATILDE ¿Qué estás diciendo? (¡Dios mío! [43]
¡ya lo acertó!)
SEVERO                        Vete, vete; 290
que no quiero ser juguete
de nadie.
MATILDE                Ya me voy, tío;
pero tal suposición
bien sabes que no merezco
cuando contenta te ofrezca 295
mi mano y mi corazón.
Ni yo he dudado de ti,
ni alcanzo en lo que pasó
que diera motivo yo
para que dudes de mí. 300
SEVERO ¿Qué dices?
MATILDE                      (Voy a probar
si confundirle consigo.)
Que has pensado que contigo
me casaba por lucrar,
y pues tal cosecha labra 305
tu desgracia a lo que infiero,
ser ya tu mujer no quiero,
te devuelvo tu palabra.
SEVERO ¿Es decir que tú te enojas
y soy yo el descalabrado? 310
MATILDE Sí señor, porque has tomado
el rábano por las hojas,
y aunque me cause dolor
nuestro trato está deshecho.
Yo sabré ahogar en el pecho 315
los impulsos de mi amor;
de amor desinteresado;
del primero que he sentido,
de amor franco, no vendido,
de amor... propio, no comprado; 320
del que soñarnos los dos
partir en estrecha calma.
¡Ay! ¡me has herido en el alma...
pero le perdono! -Adiós. (Vase.)
 
[44]

Escena III

 

D. SEVERO, a poco CARLOS.

 
SEVERO Harto inocente es su crimen; 325
me viene con paliativos
para ver si desvanece
la duda feroz que abrigo.
No es suya la iniciativa.
Más experto y más dañino 330
debe otro ser agitarse
de mi familia en el círculo.
Quién pueda ser lo sospecho:
lo que ignoro es el motivo;
y estas cosas no se mentan 335
sin un funesto designio.
Primero adquiramos datos
porque me temo a mí mismo:
después harto tiempo habrá
para aplicar el castigo. 340
CARLOS (¡Malditas sean las cuentas,
los balances y los libros
y el hombre a quien se le debe
la invención de los guarismos!
¡Vuelta otra vez a la carga! 345
 

(Viendo a D. SEVERO.)

 
(¡Qué pronto ha vuelto mí tío!)
SEVERO (¡Carlos! Acaso este sepa...)
Dí; ¿don Juan aun no ha venido?
CARLOS No señor, el inventario
no cerré ya por lo mismo. 350
SEVERO Pues hombre, para cobrarles
la cuenta a los inquilinos
no se debe tardar tanto.
Y el caso es que necesito
dinero: hace tres semanas 355
que debió haberlo traído.
¡A no ser que se halle enfermo!
Después ve a verle.
CARLOS                                 Bien, tío.
SEVERO Hombre, ya que estamos solos [45]
vas a ser franco conmigo. 360
¿Qué eran las frases cortadas,
las pullas y los suspiros
con que hace poco mi plan
de boda habéis recibido?
CARLOS Tío, yo le quiero a usted 365
con la ternura de un hijo,
y aunque me cause... rubor
el tener que referírselo,
muy justo es que usted lo sepa
para poner correctivo. 370
No recuerdo quién...
SEVERO                                   Al hecho.
CARLOS Pero alguien se ha permitido
decir que con esa boda,
trasformándose en marido,
saldaba el tutor las cuentas 375
en provecho de sí mismo.
Es una infame calumnia.
SEVERO Por eso estoy tan tranquilo.
Pero dime, ¿no recuerdas
quién te lo puede haber dicho? 380
CARLOS ¿Matilde? no.
SEVERO                        Pues bien, otro.
CARLOS Tal vez Rita...
SEVERO                        ¡Olvidadizo!
Piensa a ver si fue... tu madre.
CARLOS ¡Cómo!
SEVERO               Tu madre, repito.
CARLOS Mi madre tendrá otras faltas; 385
ingrata nunca lo ha sido.
SEVERO Pues a no ser tú, no acierto
a salir del laberinto.
Matilde es harto inocente
para formar ese juicio; 390
y Rita... no, es imposible
que pudiera permitirselo,
ni de hacerlo, hallar podría
eco alguno entre los míos.
CARLOS Dude usted antes de mí 395
que de mi madre.
SEVERO                              Buen hijo, [46]
tú la debes defender;
pero yo tengo motivos
para saber quién es ella.
Desde que eramos chiquitos, 400
hasta que cursé derecho,
fuimos novios, y reñimos
harto yo de que por nada
me armase cien caramillos.
CARLOS No hablemos más de este asunto. 405
SEVERO Tienes razón: tu sigilo
no ha de darme ya más luces
de las que adquirí yo mismo.
¡Ah! toma: al entrar me dio
para ti esta carta un chico. 410
 
(CARLOS lee la carta.)
 
(Yo sé lo que hacer me toca.
Pues de un modo tan inicuo
se duda de mí, probar
mi inocencia debo hoy mismo.
Mañana en poder de un juez 415
la tutela deposito.
Voy a ver a mi abogado.)
CARLOS ¡Infeliz! ¡está perdido!
SEVERO ¿Quién?
CARLOS               Un amigo entrañable.
Oiga usted. ¡Pobre Ramiro! 420
«En la calle de Alcalá
»y en un inmundo garito
»donde el honor y el dinero
»se pierden juntos, te escribo
»con el alma hecha pedazos 425
»y el corazón oprimido.
»La escasa consignación
»que mensualmente percibo
»y que es el pan de mi madre,
»toda, toda la he perdido, 430
»con tres mil reales más
»que en mi ciego desvarío
»jugué sobre mi palabra,
»que es hipoteca del vicio.
»Yo robaré el alimento 435
«de mi boca si es preciso, [47]
»del sueño me privaré,
»me impondré mil sacrificios.
»Pero sácame al instante
»de este infierno en que me agito, 440
»que es la desesperación
»tan resuelta cómo el vicio...
»y matar temo a mi madre
»si de un vil al mundo privo.»
SEVERO Este te quiere estafar; 445
debe ser un gran perdido.
CARLOS Yo tengo unos mil reales
economizados, tío.
Puesto que, según costumbre,
siempre por Pascuas percibo 450
los dos mil de mi trimestre,
présteme usted el servicio
de anticiparme esa suma
para salvar a mi amigo.
SEVERO El que juega es un bribón 455
y el que le protege un pillo.
Yo creo que ni a mi padre
le perdonaba ese vicio.
Mucho te honra el interés
que te inspira el desvalido; 460
pero el mundo no conoces
porque aun eres harto niño.
CARLOS Será capaz de matarse
si yo no acudo en su auxilio.
SEVERO No tengas miedo; mañana 465
tomará café en el Suizo.
CARLOS Piense usted que...
SEVERO                               Piensa tú
que ante todo no eres rico,
que tenéis entrambos madres
a quienes servir de alivio, 470
y que si él es hijo malo
tú eres en cambio buen hijo.
CARLOS Pero...
SEVERO            Vamos, que no quiero;
no puedo ser más explícito.
CARLOS (¡Maldito el dinero sea!) 475
SEVERO Conque adiós, y mucho juicio, [48]
que tú me darás las gracias.
(Tiene un corazón tan rico...
que se quedaría en cueros
por dejar a otro vestido.) 480
 
 

Escena IV

 
CARLOS Si supiese quién es él
no le tratara mi tío
de ese modo. ¡Tan amante
que es de su madre! Me irrito
de ver el uso que dan 485
a su dinero los ricos.
¡Qué funestas consecuencias
lleva la ambición consigo!
De su cabeza Matilde
tiene el corazón cautivo 490
en tanto que a la deshonra.
va a rendir parias Ramiro.
¡Infeliz! ¡Si yo pudiese
prestar a su pena alivio!
¿Y a quién acudo si en casa, 495
todo sale de un bolsillo?...
¡Si hallara quién me dejase
la suma que necesito!
Con la paga de mañana
saldaba la cuenta y... Brinco 500
de coraje y de...
 
 

Escena V

 

DICHO y la SEÑORA RITA con billetes de banco y moneda de oro.

 
RITA                              Don Juan
el procurador, que vino
por más señas muy de prisa,
porque dice que a su niño
le tiene con sarampión 505
muy malito, muy malito,
pues se lo ha metido dentro [49]
por darle un refresco frío
contra la orden del Doctor
que se los mandaba tibios 510
a fin de hacerle sudar,
este dinero ha traído.
CARLOS (¡Ah! ¿no es esto una ocasión
que me depara el destino?
Tomo lo que me hace falta 515
para salvar a Ramiro:
repongo mañana el déficit
con lo que me dé mi tío,
y hago la entrega completa.)
Venga. -(Toma el dinero.)
             (¡Lo que es el delito! 520
no voy a hacer ningún mal,
y me ha entrado un sudor frío...)
RITA (¡Qué desconfiado que es!
¡se lo mete en el bolsillo!
¿Si habrá pensado que a mí 525
me gusta lo que no es mío?)
Pues señor, la verdad es
que Dios no debe dar hijos
a quien no sabe criarlos.
La madre de ese angelito 530
se pasa el día poniéndose
pingajos en el vestido
para salir al balcón
a que la vea el vecino,
mientras que el pobre don Juan 535
va siempre sudando el quilo
para ganar los garbanzos.
CARLOS (¡No sé qué temor abrigo!)
RITA Y el vecino es jugador,
me lo ha contado Francisco. 540
CARLOS Sí, le conozco. (Maquinalmente.)
RITA                         Le habrá
visto usted en el Casino.
CARLOS No sé. (¿Qué crimen cometo?)
RITA O en el teatro del Circo;
porque él va allí a hacer el oso 545
a una suripanta; ¡y digo!
que la hace cada presente... [50]
Mi sobrino me lo ha dicho
quejándose del escándalo
que dan; porque tiene un primo, 550
que es sacristán de San Luis,
que habitaba el quinto piso
de la casa que ella vive...
CARLOS (¿Qué dudo? ¿no doy lo mío?)
Diga usted, señora Rita... 555
RITA Mándeme usted, señorito.
CARLOS Usted que todo lo sabe...
RITA Apostemos que adivino
lo que llama su atención.
CARLOS No será extraño.
RITA                            De fijo 560
del llanto de su primita
conocer quiere el motivo.
CARLOS No tal.
RITA            Pues es que ella gusta
de un cadete muy guapito
que es hijo de un general; 565
y como ya con su tío
se encuentra comprometida
CARLOS Es que...
RITA                Ella no me lo ha dicho;
pero yo lo he descubierto;
porque aunque ese jovencito 570
ronda hace días la calle,
no se me había ocurrido
que viniese por Matilde:
pero hace poco la he visto
que estaba haciéndole señas 575
por detrás de los visillos.
Por supuesto no haga usted
uso de lo que le digo,
porque es solo una sospecha
que a usted se la participo 580
por si quiere averiguarlo
por conducto fidedigno.
CARLOS Cuanto concierna a Matilde
por inútil lo suprimo.
RITA Claro está: después de aquello... 585
Pero usted aun no me ha dicho [51]
lo que quiere.
CARLOS                        ¿Por ventura
me ha dejado usted decírselo?
¿Sabrá usted darme noticia
de dónde está?
RITA                          ¿El cadetito? 590
CARLOS No; cierta casa de juego
que hay, según tengo entendido,
por la calle de Alcalá.
RITA (¡Jesús! ¡frecuenta garitos!)
Yo no lo sé, no señor; 595
pero el lacayo Francisco
podrá decírselo a usted,
porque... ¿Mañana es domingo?
pues mañana hará ocho días
que en esa casa el muy pícaro 600
perdió, si mal no recuerdo,
doce pesetas y pico
que le sacó a su señor
para un freno y un cepillo.
Voy a que me dé las señas. 605
CARLOS Deje usted, iré yo mismo.
Adiós. -¡Ah! se me olvidaba.
No le diga usted al tío
que don Juan trajo estos fondos,
pues disponer necesito 610
de una parte hasta mañana;
y por no ir con anticipos...
RITA (¡Jesús María y José!
¡jugador también! ¡qué pillo!
¡y quiere que yo le sirva 615
de tapadera!) Carlitos,
hijo mío, reflexione
que corre usted gran peligro...
CARLOS Señora Rita, por Dios;
no forme usted malos juicios. 620
RITA Mire usted que en broma en broma
puede usted verse lo mismo
que el hijo del zapatero
de la calle del Olivo;
que aun vivía don Manuel, 625
que en paz descanse, y el chico [52]
jugaba por afición
en su casa los domingos;
hasta que insensiblemente
la afición se volvió vicio, 630
y en Ceuta le tiene usted.
¿Cómo se llama? -Francisco;
sí; del de el cuatro de octubre,
que aunque no nació hasta el cinco
le pusieron ese nombre 635
por ser el de su padrino.
CARLOS Pues no tema usted por mí,
que ya no soy ningún niño;
y además que mi intención
no es esa, sino... ¡Mi tío! 640
 
 

Escena VI

 

DICHOS y D. SEVERO.

 
SEVERO ¿Qué es eso? ¿vas a salir?
CARLOS Según usted me previno
iba a casa de don Juan.
SEVERO Es verdad. Pues vuelve listo,
que hay una liquidación, 645
que hacer me interesa hoy mismo.
CARLOS Adiós. (Aparte a RITA.) (Silencio.)
RITA (Aparte a CARLOS.) Don Carlos,
puede usted irse tranquilo;
secreto que me confían
no me lo arrancan ni a tiros. 650
 
 

Escena VII

 

D. SEVERO y la SEÑORA RITA.

 
RITA (RITA con intención.)
Se va a casa de don Juan.
SEVERO Eso parece.
RITA                    Es buen chico:
va a cobrar los alquileres.
SEVERO Lo supongo. [53]
RITA                      Por lo visto
no trajo don Juan los fondos. 655
SEVERO Sin duda.
RITA                 Ya lo colijo.
Señor, harto sabe usted
que yo jamás me he metido
en cosas que no me importan;
mas no desprecie mi aviso. 660
Viva usted por Dios alerta
que por su bien se lo digo. (Con misterio.)
SEVERO ¿Me quiere usted explicar
ese enigmático estilo?
RITA La juventud no medita, 665
la vida es un precipicio,
los ambiciosos abundan,
el mal tiene su atractivo,
y aunque quisiera callar
le debo a usted infinitos 670
favores, y hace muy poco
que al Señor he recibido
para que acceda a ser cómplice
de semejante delito.
SEVERO Señora, reviente usted 675
con mil diablos.
RITA (Siempre con misterio.) Ha venido
SEVERO ¿Pero quién?
RITA                       Él.
SEVERO                            Enterado.
¿Quién es él?
RITA                       El susodicho;
el que recauda los fondos.
SEVERO ¡Cómo! ¿don Juan?
RITA                                 Cabalito. 680
SEVERO ¿Y qué?
RITA               Que el dinero trajo.
SEVERO ¿En dónde está?
RITA                            En el bolsillo
de don Carlos.
SEVERO                         ¡Cómo! ¿es él
quien la cuenta ha recibido?
¿Pues no dice que iba a verle? 685
RITA (Con explosión.) [54]
Donde marchó es a un garito
de la calle de Alcalá
con los fondos de su tío.
SEVERO ¿Qué dice usted?
RITA                              Señor, juega.
SEVERO No es posible.-(¡Ah! ya adivino 690
por qué ocultar la venida
de don Juan se ha permitido.
Ha dispuesto de esos fondos
para salvar a su amigo
mientras percibe su paga; 695
y como no ha obedecido
las órdenes que le dí...
¡Qué corazón tan magnífico!
La intención lava la culpa.)
RITA Yo estuve como un martillo 700
machaca que te machaca;
pero de nada ha servido.
SEVERO Tiene usted, Rita, la lengua
más viperina que he visto.
Carlos se marchó a esa casa 705
porque debió, porque quiso,
porque tiene allí un negocio,
porque le mandé yo mismo.
RITA (¡Calle! ¡él mismo le mandó!
¿Será que están convenidos 710
y este prestará el dinero
que va a apuntar su sobrino?)
SEVERO Y hágame usted el favor
de corregirse ese vicio,
que es la boca de usted vaina 715
de un alfanje damasquino.
RITA Lo que es eso, don Severo,
no puedo yo permitirlo.
Todos nos equivocamos
formando a veces un juicio, 720
pero mi intención es santa.
Ni yo en mi vida he tenido
que acusarme de embustera,
ni menos del torpe vicio
de irle con chismes a nadie. 725
Por mí no habrá usted sabido [55]
que la cocinera compra
tres cuartas de solomillo
y que sin ley ni conciencia
lo pone en la cuenta cinco. 730
Tampoco seré yo causa
de que sepa que Francisco
se juega al monte el dinero
que le dan para utensilios
de cuadra, ni que el jamón 735
de Granada, aquel tan rico
que se compró para usted,
está lleno de pellizcos
que doña Antonia le da
siempre que entra en el cuartito. 740
Pues ya ve usted si sé cosas
y con todo no las digo.
SEVERO Dejemos estos asuntos
por inocentes, por frívolos,
y hablemos de cosas serias. 745
¿Quién el Iscariote ha sido
que ha propalado la voz
de que yo el proyecto abrigo
de casarme con Matilde
por el interés mezquino? 750
RITA Claro está. Ya no habrá cosa
grande ni chica a su juicio
de que no tenga la culpa
la pobre Rita.
SEVERO                        No digo
que tenga la culpa usted. 755
La pregunto quién ha sido,
y usted que todo lo sabe
podrá sin duda decírmelo.
RITA ¿Supondrá usted que es un chisme?
Es que si no cierro el pico. 760
Pues lo ha dicho doña Antonia.
SEVERO (Bien supuse.) ¡Y qué motivo
le puede haber impulsado!...
RITA ¡Es usted lo más bendito!
¿Quién es aquí la heredera 765
si usted muere?
SEVERO                           No adivino... [56]
RITA Pues como es muy natural
que cuando falte su tío
cargue con todo Matilde,
doña Antonia, que ha sabido 770
que la chica era gustosa
de casarse con su tío...
por ambición por supuesto,
que ella sólo busca el trigo:
se ha forjado tal calumnia 775
para romper esos vínculos,
y ver si puede casar
a la chica con el chico.
¡Cómo! Carlos y su prima...
¡Qué rayo de luz percibo! 780
Sí, ya me explico el disgusto
que en todos ha producido
mi proyecto. Ellos se amaban,
e ignorando su cariño
quise llenarlos de luto 785
con ese enlace ridículo.
¡Por sumisión, por respeto
ni una queja han proferido!
Ciego estoy cuando una cosa
tan natural no la he visto. 790
Yo sabré hacerlos felices
aun a costa de mí mismo.
¿Pero qué esta usted diciendo?
¿Casar pretende a los chicos
cuando no se pueden ver? 795
SEVERO ¿Pues no se quieren?
RITA                                   Lo mismo
que perro y gato. Señor,
madúrelo usted con juicio,
que eso fuera realizar
de doña Antonia el designio. 800
SEVERO Es usted, buena mujer,
el animal más dañino
que come pan en el mundo.
Voy a ponerle al abrigo
de su escalpelo feroz; 805
que el sentimiento más digno
con su aliento venenoso [57]
debe quedarse marchito.
(Esta víbora es capaz
de volver a un santo el juicio). (Vase.) 810
 
 

Escena VIII

 
RITA La culpa la tengo yo
por querer prestar servicios
a gente tan descastada,
que muchísimos domingos
se quedan sin ir a misa 815
por dormir. -¡El señorito!
 
(Viendo a CARLOS.)
 
 

Escena IX

 

DICHA y CARLOS que entra agitadísimo.

 
RITA ¡Jesús y qué desconcierto!
CARLOS Rita, Rita, estoy perdido.
RITA Vierte usted muy encendido.
CARLOS Como vengo, Rita, es muerto. 820
RITA ¿Pues qué ocurre?
CARLOS                               Que sufrir
no puedo tanto dolor,
y me siento sin valor
para dejar de existir.
RITA ¡Morir! ¿qué esta usted diciendo? 825
¿qué razón hay que convenza?...
CARLOS ¿No ve usted que la vergüenza
me está el corazón royendo?
¿que al borde estoy de un abismo,
que he deshonrado mi nombre, 830
que estoy siendo, en fin, un hombre
que se repugna a sí mismo?
RITA Pues por una fruslería
que se mate no lo espero;
que a usted sería el primero 835
que luego le pesaría.
Cuente usted; que hablar es buena
cura para el que padece. [58]
A mí hablando me parece
que se me quita la pena. 840
CARLOS Por el noble sentimiento
de la amistad impulsado,
y con el pecho agitado
por la emoción y el contento
del que un bien va a dispensar, 845
subí a esa casa maldita
donde el hombre ya se quita
la vergüenza para entrar.
Junto a una mesa agrupados
vi cien seres expresivos 850
de seres que convulsivos
contaban oro a puñados.
Pero el vicio aterrador
su cáncer al mundo evita,
y enmascarado le incita 855
con un prisma seductor.
Por eso entre aquel enjambre
no juzgué en mi inexperiencia
que en el juego la opulencia
se alimenta con el hambre. 860
Y al recordar la pasión
que Matilde me inspiraba,
viendo que ella postergaba
mi cariño a su ambición,
con el ejemplo que allí 865
dejóme la suerte ver,
los ojos cerré al deber,
me lancé, jugué y perdí.
RITA ¡Jesús, el demonio inspira
siempre al hombre lo peor! 870
(Vamos, que venga el señor
a decirme que es mentira.)
Ya le dije a usted que fuera
con pies de plomo a esa casa.
Yo no sé lo que me pasa... 875
CARLOS Daría mi vida entera
por poderle devolver
a mi tío ese dinero.
RITA ¡Virgen santa! Don Severo
cuando lo llegue a saber 880 [59]
¿qué no dirá? Con razón
va a perder algún estribo.
CARLOS Sí; yo le he dado motivo
de que me llame ladrón.
De mi madre la amargura 885
hoy recibe el primer sello.
Antes que pasar por ello
cometo cualquier locura.
No diga usted más sandeces
porque pierdo la paciencia. 890
Piense usted en la Providencia.
¿Qué sabemos, hombre? a veces...
Mire usted, yo he conocido
a un caballero de Priego
que por el maldito juego 895
quedó en la calle perdido;
y fue ya tanto el fervor
conque a Dios pidió contrito
el perdón de su delito,
que, en servicio del Señor, 900
del Cristo de la Agonía
como hermano entró en el gremio.
Pues al mes le tocó al premio
gordo de la lotería.
Ya pensaremos los dos 905
a ver lo que más conviene.
CARLOS ¡Silencio! ¡Mi madre viene!
que nada sepa por Dios.
 
 

Escena X

 

DICHOS y DOÑA ANTONIA.

 
DOÑA ANTONIA ¿Qué hacen ustedes aquí?
tu tío te anda buscando. 910
CARLOS Voy, madre.
DOÑA ANTONIA                      Carlos, ¿qué tienes?
Hijo mío, tú has llorado.
CARLOS No lo creas.
RITA                     Sí señora.
CARLOS (¿Qué?) (Aparte a RITA.)
RITA (Aparte a CARLOS.) Déjelo usted a mi cargo.
El chico está pesaroso 915 [60]
porque cualquiera en su caso
lo mismo haría.-Matilde...
cosas al fin de muchachos:
no se ha dignado admitir
el cariño con que Carlos 920
con el fin mejor del mundo
no hace mucho la ha brindado;
y él, corazón de buen alma
víctima del desengaño
primero que ha recibido, 925
tan a pechos lo ha tomado
que está que ahogársele puede
con un cabello.
DOÑA ANTONIA                         Si es claro;
si yo ya lo tengo dicho,
que es el enemigo malo 930
la tal Matilde. Quisiera
que me estuviera escuchando
para decirla el por qué
desprecia el amor de Carlos.
Si ella piensa que soy tonta... 935
Pero, hijo, tú no hagas caso;
que el cariño de tu madre
no ha de faltarte.
RITA                              Vamos,
aquí viene Matildita:
más a tiempo ni de encargo. 940
 
 

Escena XI

 

DICHOS y MATILDE

 
DOÑA ANTONIA Puedes en tu obra gozarte:
contempla a tu primo Carlos,
que es una hazaña la tuya
digna del mayor aplauso.
CARLOS No insistáis.
MATILDE                      ¿Qué estás diciendo? 945
RITA (Pues esta le canta claro.)
DOÑA ANTONIA Que puedes en tu ambición
dar a Severo la mano
de esposa, sin reparar [61]
que has inferido un agravio 950
de muy torpe condición
a un hombre que por su daño
tuvo la debilidad
de amarte con entusiasmo
como lo prueban sus lágrimas. 955
MATILDE ¿Deliras o estoy soñando?
Ni yo mi cariño vendo
ni a las lágrimas de Carlos
encuentro razón de ser,
cuando con fe y entusiasmo 960
le tengo en el corazón
ha mucho tiempo grabado.
CARLOS ¿Qué escucho?
DOÑA ANTONIA                          ¿Será posible?
Ven, hija mía, a mis brazos.
RITA Me alegro, vamos, me alegro. 965
(No me engaña ningún chato;
la niña tiene su plan.)
DOÑA ANTONIA ¡Si me costara trabajo
tener que pensar de ti
tales cosas! Hijo, Carlos, 970
parece que no te alegras.
¿No eres feliz?
CARLOS                          Al contrario.
 
(DOÑA ANTONIA se pone a hablar con su hijo, y en el ínterin la señora RITA le dice aparte a MATILDE.)
 
RITA (No es la tristeza por eso.)
MATILDE (¿Qué?)
RITA               (¡Ya hemos averiguado
quién defraudaba los fondos: 975
el ambicioso de Carlos
que ahora acaba de jugarse
la cuenta de inquilinatos!)
MATILDE (¿Qué dices?)
RITA                        (¡Que es un bribón!
que sólo busca los cuartos, 980
y al perder tu dote se echa
a los pies de los caballos.)
MATILDE (¡Dios mío! ¡qué repugnante!)
RITA (Quede el tío vindicado.)
MATILDE (Me avergüenzo de tal duda.) 985 [62]
RITA (Pues silencio.) Vamos, vamos,
cuánto celebro que al fin
se haya el asunto arreglado.
DOÑA ANTONIA ¡Pues si es lo más natural
que se quieran dos muchachos! 990
Pero este chico está triste.
MATILDE (¡Qué terrible desengaño!)
CARLOS (Dios mío, ¡cuánto padezco!)
RITA Señores, el amo, el amo.
DOÑA ANTONIA Matilde, ten entereza. 995
CARLOS Tiemblo de verle a mi lado.
 
 

Escena XII

 

DICHOS y D. SEVERO

 
SEVERO ¿Qué es eso? ¿Solo a mi vista
ya os quedáis petrificados?
Pues deponed ese ceño
y oídme, que voy a daros 1000
una noticia agradable.
Matilde y yo nos casamos.
DOÑA ANTONIA (Aparte a MATILDE.) (Habla, la ocasión es esta.)
MATILDE (¡Pobre tío! Y yo he dudado...)
Yo...
DOÑA ANTONIA          Bien
RITA                   Bueno...
CARLOS                                  (¡Qué suplicio!) 1005
SEVERO ¿Ya me venís con vocablos?
¡Mire usted que es mucho cuento
que nunca habéis de ser francos!
Merecéis que se os castigue,
pero de un modo inhumano: 1010
y es tanta mi indignación,
mi ciego furor es tanto,
que atropellando por todo
lo voy a llevar a cabo.
DOÑA ANTONIA ¿Cómo?
SEVERO               Que quiero vengarme, 1015
y al efecto, en mi arrebato
mando que sin dilación
se casen Matilde y Carlos. [63]
DOÑA ANTONIA ¡Dios mio! ¿será posible?
RITA (Aparte a D. SEVERO.)
(Señor, usted no ha pensado 1020
que ese es el plan de su prima,
y que infelices casándolos
serán los chicos, pues no
pueden verse ni pintados.)
SEVERO (Aparte a RITA.)
(Señora Rita, en mi casa 1025
no hay más dueño ni más amo
que yo, y lo que yo dispongo
se obedece bueno o malo.)
DOÑA ANTONIA (Con alegría.)
Bien hice yo en suponer
que aquel plan descabellado 1030
encerraba otra intención.
¡Si no es posible engañarnos
conociendo tu carácter
y ese corazón tan sano,
que sólo sabe hacer bien 1035
a los que están a tu lado!
RITA (Aparte a D. SEVERO.)
(¡Mire usted cómo se alegra!)
SEVERO Bueno, deja el incensario,
que si estáis todos contentos
no ambiciono más aplauso. 1040
¡Pero estos chicos, qué mustios
están!
DOÑA ANTONIA           Hijos, alegraos.
SEVERO Vaya, erguid esas cabezas,
dadle a este viejo un abrazo,
y sellad vuestro cariño 1045
con un apretón de manos.
MATILDE Tío, yo agradezco a usted
el móvil que le ha impulsado,
pero yo no puedo, no quiero
llamarme esposa de Carlos. 1050
RITA (Aparte a D. SEVERO.)
(¡Si se quieren que se adoran!)
SEVERO ¡Cómo!
DOÑA ANTONIA              ¿Qué estoy escuchando?
CARLOS (¡Dios mio!) [64]
DOÑA ANTONIA Vas a explicarme
la causa de ese arrebato:
quiero saber el motivo 1055
que a obrar así te ha impulsado,
porque un insulto grosero
juzgo estar adivinando.
RITA (Aparte a D. SEVERO.)
(¡Mire usted cómo la escuece
desprenderse del bocado 1060
que lo había dado al dote!)
SEVERO Habla.
CARLOS             ¡Soy pobre!
MATILDE                                Rechazo
suposición tan indigna.
Si ahora te niego ir mi mano
no es por el vil interés, 1065
sino porque yo no te amo
aun más; porque te aborrezco.
TODOS ¡Cielos!
RITA (Aparte a D. SEVERO.)
               (¿Lo está usted mirando?)
SEVERO (¿Si Rita tendrá razón
y estaré ciego, ofuscado?) 1070
DOÑA ANTONIA Todo lo comprendo al fin:
con hipócritas halagos
a todos nos has vendido
mientras de un modo villano
de tus miras ambiciosas 1075
tocas hoy el resultado.
Sí, cásate con Severo;
tu objeto es digno de aplauso.
No se puede ser feliz
sin tener oro a puñados. 1080
RITA (Aparte a D. SEVERO.)
No se case usted, señor;
no le quiere a usted ni tanto;
sino que por ambición
accede a darle su mano.
SEVERO (¡Será cierto!) Muy sensible 1085
me es haberme equivocado;
pero no tiene remedio;
y pues por lo dicho alcanzo [65]
que Matilde aprueba al fin
aquel plan... descabellado, 1090
le haré una revelación,
que si no influye en su ánimo,
con orgullo, al pie del ara
la llevaré por mi mano.
RITA (¡Qué será!)
SEVERO                     (Van a venderse 1095
sin querer.) (Silencio, Carlos.)
Llevado del mejor celo
y del objeto más santo,
de Matilde, el patrimonio
con mis fondos asociado 1100
casi llegué a duplicar
en negocios arriesgados;
pero un cúmulo imprevisto
de inevitables quebrantos
a menos de una mitad 1105
reducido le ha dejado.
TODOS ¡Cómo!
DOÑA ANTONIA               Aprende a conocer (A MATILDE.)
si te dan consejos falsos.
SEVERO (Antonia fue.) Habla, Matilde.
MATILDE (De pena me estoy ahogando.) 1110
No toquemos este asunto...
soy aun muy niña... no alcanzo
por qué atropelláis sucesos...
que...
RITA (Aparte a D. SEVERO.)
           Vaya; ¿lo está usted mirando?
SEVERO ¡Miserables! Todos, todos 1115
sois conmigo unos ingratos,
que sin compasión el alma
me estáis haciendo pedazos.
No padezca tu ambición: (A MATILDE.)
tus fondos están doblados. 1120
Si no he malversado nada (A DOÑA ANTONIA.)
¿por qué hacerme tanto daño?
DOÑA ANTONIA Severo, tú me acriminas
sin que haya abierto mis labios.
Pregúntaselo a Matilde, 1125
MATILDE Yo no he dicho... [66]
RITA                              ¿Qué apostamos
a que a echarme van las culpas
de todo lo que ha pasado?
DOÑA ANTONIA Puede.
SEVERO             Rita es inocente;
yo la defiendo.
DOÑA ANTONIA                          Lo alcanzo, 1130
toda vez que en el complot
juega un papel mercenario.
SEVERO Yo sé lo que hacer me toca.
Vente tú conmigo, Carlos.
 
(Vanse CARLOS y D. SEVERO.)
 
RITA Matilde.
MATILDE               Déjeme usted. (Vase.) 1135
RITA (A DOÑA ANTONIA.)
No recuerda usted que estábamos...
DOÑA ANTONIA Vaya usted a rezar, señora. (Vase.)
RITA Pues hombre, ¡vaya un descaro!
 
 

Escena XIII

 
RITA ¡Pues si el amo no me auxilia
mi buen nombre comprometen! 1140
No hay más remedio, me meten
en un chisme de familia.
¿Quién habrá armado un belén
de semejante calibre?
¡Jesús! el Señor nos libre 1145
de una mala lengua, amén.
 

FIN DEL ACTO II

Arriba