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Edición lugdunense de 1789, apud Pestre et Delamolière.
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En él recomienda la observación interna con preferencia al razonamiento y a la disputa: «Pro meditatione atque exercitamento. est tacita cognitio... qua altius in rei notitiam penetramus, quan disputationibus vel altercationibus ..» «Consideratio... mentem quasi in se ipsam reflectit ut recognoscat quid contineat, quale, quantumque sit.»
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Bien a pesar mío, y no por vano alarde, ni por recrearme con elogios que bien conozco no merecer, reproduzco aquí íntegros, y tales como salieron en La España, estos dos artículos del Sr. Pidal. Mi intención era haber tornado de ellos únicamente los párrafos en que se contradicen o rectifican ideas mías, y que dieron ocasión a la carta In dubiis libertas, pero consideraciones editoriales por una parte (pues no hago yo esta reimpresión de mis cartas), y por otra la voluntad de su autor clara y repetidamente manifestada, me obligan a cerrar los ojos y consentir en la reproducción íntegra. Los lectores nada perderán en ver mezclados con los rasgos de mi torpe pluma algunos, y muy brillantes, de la del vigoroso orador parlamentario, denodado y simpático campeón de la fe y de la patria, y amigo mío queridísimo.
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Exceptúo, por supuesto, a San Juan Damasceno, que pertenece a una época muy posterior.
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Proceso del Brocense.
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La Violeta del alma, prohibida en los índices no tiene que ver con el compendio de la Teología Natural, de Sabunde, que lleva el mismo título.
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Como que hace vivir al maestro Eckart cerca de siglo y medio después de su muerte.
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No hablo de la de la Edad Media que tiene altísimo mérito, bastante más que la de la Reforma.
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Y ¡asómbrese el lector! pone a Hugo de Omerique, contemporáneo del Rey Hechizado, entre los matemáticos anteriores al establecimiento de la Inquisición.
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Es de la ed. de Strasburgo, 1599, con los comentarios de Cornelio Agripa y Giordano Bruno.