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No fueron éstas -dice Navarrete- las únicas ideas que con un tino superior a los conocimientos de su tiempo ocupaban su meditación y conservó en sus relaciones dirigidas a los Reyes. Además de las que pertenecen a la geografía física, a la historia natural, a las costumbres y usos de los habitantes del Nuevo Mundo, son muy dignas de nuestro aprecio las que prepararon sucesivos adelantamientos a la hidrografía y el arte de navegar; porque usando de su habilidad para dibujar y construir cartas, las formó de todos los mares y países que iba descubriendo y las ilustraba con las observaciones astronómicas e hidrográficas que le caracterizaron del marino más hábil y osado de aquellos tiempos». (Loc. cit., pág. 119.)

 

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Loc. cit., pág. 167.

 

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Pedro Sarmiento es considerado por el historiador alemán Peschel como el más competente de los marinos españoles del siglo XVI; pero en este punto no demostró tal competencia, pues en 1580, es decir, muchos años después de la aparición del tratado de Cortés, pretendía convencer a los pilotos de que la tal desviación de la aguja se podía corregir o evitar sin más que aceitarla frecuentemente.

 

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Dice así: «no curen de emendar las agujas apuntando los fieros o azeros y vn lado ni a otro de la flor de lys señala; porque causaría muchos inconvenientes: ni menos se deue admitir en las cartas dos graduaciones». (Cap. V.)

 

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Comentado por GELCICH, Studien über die Entwicklungsgeschichte der Schiffsfahrt, Laibach 1882, p. 74.

 

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Dice así Santa Cruz en el capítulo IV de su Libro de las longitudes: «Presuponiendo en mí -dice- que la misma diferencia que el aguja hacia a la parte de poniente noruestando, que la misma haría a la parte del levante nordestando, puse en ella de 15 en 15 grados muchos meridianos, y debajo de cada uno de ellos fuera de la carta escribí lo que en cada uno nordesteaba o noruesteaba allí el aguja tocada con el magnete o piedra iman».

Fontoura da Costa maltrata duramente a Santa Cruz, al que llama «gran plagiario de Pedro Núñez». Nos faltan datos para opinar sobre ese juicio y los diametralmente opuestos de los historiadores españoles. Tampoco conocemos la obra del portugués Bruno, Borro, Borri, o Burro, a quien asignan sus compatriotas el mérito que arrebatan a Santa Cruz; pero observamos que es posterior en más de medio siglo.

 

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A pesar de ello, grandes figuras de la Cosmografía persistieron en la idea: Mercator (1546), Sanuto (1558), Bourne (1577) y aún en el siglo XVII Cristóbal Bruno, Mariz Carneiro y otros, que «enterraron definitivamente el método», como dice Fontoura da Costa.

 

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Las cartas de Ferrer están impresas en el número 68 de los documentos diplomáticos, tomo 8º, pág. 97 de la Colección de viajes españoles.

No habiendo visto el original y debiendo conformarnos con este párrafo copiado, no podemos juzgar exactamente el método de Ferrer; pero bien claro aparece que su primera solución consiste en resolver un triángulo conocido un cateto (3º 20') y el ángulo adyacente dado por el rumbo que fija. Como este triángulo tiene un cateto formado por un arco de círculo menor, y la hipotenusa es un arco de loxodromia, sería interesante averiguar cómo lo resolvió. Lo más sencillo es considerar el triángulo rectilíneo en la carta de Mercator, pero no parece posible que así procediera Ferrer.

 

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A pesar del respeto de San Martín a las Tablas de Regiomontano, dice en su diario: «Y me mantengo en que quod vidimus loquimur quod audivinus testamur; y que toque a quien tocase, en el almanak están errados los movimientos celestes; sicuti experientia experti sumus.» (Cit. por BARROS, Decad. 3ª, Lib. 5, cap. 19.)

 

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4 h. 30 m. de la mañana, esto es 7 h. 30 m. antes de mediodía, se vio la Luna sobre el horizonte oriental en altura de 28º 30', y Júpiter elevado sobre ella en altura de 33º 15'. Deduciendo la altura de la Luna de la de Júpiter, se halló la diferencia de 4º y 45'; y que según el movimiento de la Luna, la conjunción de Júpiter había sido el viernes 16 de diciembre a las 7 h. 15 m. después de mediodía. Por las tablas de Zacuto debía acontecer dicha conjunción este día sábado a la 1 h. 20 m. en el meridiano de Salamanca, y en la de Sevilla a la 1 h. 12 m., aunque el almanak de Juan de Monterregio señalaba dos minutos menos. Resultaba, pues, haber de diferencia del meridiano de Río de Janeiro al de Sevilla 17 h. 55 m., error enorme que atribuía juiciosamente a la ecuación de los movimientos en las tablas, porque era imposible ser tanta la longitud. Ya el mismo San Martín había observado otra vez en Sevilla la conjunción de la Luna con Júpiter, encontrando un error de 10 h. 33 m. de más, y 1 h. 50 m. de diferencia entre el meridiano de Sevilla y el de Ulma. Al día siguiente, domingo 18 de diciembre, dentro del mismo río Janeiro, observó la latitud estando el Sol en su cenit, y resultó que se hallaban apartados 23º 45' de la equinoccial hacia el sur. Además de éstas, hizo en diferentes tiempos y siempre para deducir la longitud, otras observaciones.