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«Tan importantes -dice Hicken-, que es imposible identificar las plantas a que se alude, y cuando esto se consigue, lo es también sólo por los nombres vulgares con que son citadas. El único interés botánico de tales referencias está, pues, en la fisonomía vegetal del lugar recorrido o en datos que pueden suministrar para la confección de un catálogo de nombres vulgares, ya que a veces se indican para la construcción, alimento, industria o medicina, son tan breves y malas o basadas en meras presunciones o tradiciones indias, que las hacen completamente superfluas para el botánico.» (Loc. cit., pág. 22.)

 

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Según Paoli, los viajes de Colón aportaron las siguientes especies: la canela alba, el capsicum, el schinus molle (aguaribay), el exogonium purga, el cacao, el guayaco, el bálsamo de copaiba, el ruibarbo.

De Méjico trajó Cortés la vainilla, el bálsamo de Perú y otras muchas especies.

A Núñez Cabeza de Vaca (1555) se deben la mandioca, la batata, el maní, la curbita moschata, el Phaseulus, la araucaria brasilensis, el curare; a López de Gomara (1552) la Zea o maíz, la mandioca, etc.

El primer tratadista de las plantas americanas es Fernández de Oviedo, que en su «Historia general de las Indias» describe el Gaujacum officinale, el lignum sanctum, el urucú (bixa orellana), el theobroma cacao, la cesalpina coriaria, el tabaco, etc., el dermatomicosis endemica, la buba, la frambuesa.

Benavente describe en 1536 el liquidambar styraciflua, la cañafístula, la cochinilla (cocos cactí), el campeche, el guayaco, el agave, el aguacate.

Cieza de León da informaciones sobre la zarzaparrilla o Smilax y de sus virtudes terapéuticas, sobre la coca.

García de Orta da a conocer en Europa el sándalo, la nuez moscada, el tamarisco, la datura stramonium, la raíz de china.

Cristóbal Acosta describe en su libro la canela, el alcanfor, la laca, el melón, el ruibarbo, la asafétida.

 

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Al tratar de los jardines botánicos dice Hicken (pág. 20): «La segunda mitad (del siglo XVI) la ocupan la fundación de los jardines botánicos en Bolonia (1568), en Leyden (1577), en París (1597), que fue el primero que cultivó plantas americanas, y en Montpellier (1598). Finaliza este memorable siglo sin que España, dueña absoluta del Nuevo Mundo, tuviera un modesto albergue para los productos vegetales de sus extensas colonias». En cambio, Vallín dice (pág. 126): «que el jardín creado por Felipe II en 1555 en Aranjuez con aplicación a la Medicina (al cual alude Hicken en nota al pie de página, diciendo que se suprimió al poco tiempo sin dejar ben eficio alguno)» asegura que dio grandes resultados prácticos, y alude a otro jardín botánico en Sevilla, a propuesta de Francisco Franco, sin mayores datos sobre el mismo.

Parece probable, a falta de competencia para dilucidar la verdad, que tal o tales jardines botánicos murieron, como es lógico, al entrar España en su período de decadencia general. Sea ello como quiera, resulta injusta la afirmación de Hicken, y lo es más la de Figuier al afirmar rotundamente: «L’Espagne fut la dernière a suivre ces bons exemples; ce n’est que du dixhuitième siécle que datent les jardins botaniques de Madrid et de Coimbre en Portugal

 

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Berrio de Montalvo alude a un alemán (cuyo nombre se desconoce) que fue con Medina; pero, como dice el mismo Berrio, «no se lo dejaron pasar». En efecto, según Paoli, fue inmediatamente expulsado del suelo mejicano por hereje. Este alemán incógnito no llegó a actuar, y las frases arriba transcriptas revelan que el método importado por Medina era practicado en las minas españolas; mientras que la excursión de Córdoba para enseñarlo a los alemanes indicaría que les era desconocido.

 

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Memorias antiguas historiales y políticas del Perú, 1682.

 

86

Ms. de la Biblioteca del Ministerio de Fomento, 1689: «Relación exatísima del Estado en que dexó el Perú el virrey Navarra y Bocofull». En él se enumeran los derechos de que disfrutaban los herederos de Lope de Saavedra, apodado el Buscón, por la invención de los hornos «para el mejor beneficio del azogue». (Cit. Paoli, pág. 51).

 

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Beneficio de los metales de plata. Ms. Bib. Nac. Madrid, Cod. J. 58.

 

88

Parecer sobre la labor de las minas de azogue, Mc. Cod. J. 57. Bib. Nac. Madrid.

Representación sobre el estado y cosas de Guancavélica (Cod. citado).

Relación sumaria de las minas de azogue que hay en estas Prov. de Perú (Cod. cit.).

 

89

La Declaración está contenida en el T. H., pág. 192 de la Noticia histórica de las minas de Guadalcanal.

 

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«... teniendo consideración a los grandes gastos y costas que se an tenido y tienen en dicho beneficio y el mucho tiempo que está incorporado que por lo menos son sesenta días y muchas veces tres meses y la poca plata que se saca con pérdida de un quintal de azogue y por rrason desto casi todos los mineros biben en gran nescesidad y adeudados y presos por causa de la dicha pérdida del azogue da el rremedio de lo qual de nueue años á esta parte ha echo muchas ynbinciones y edificios en su casa y en partes secretas para saber y entender en questaba el rremedio de lo suso dicho y con grandes truaxos de su persona y costas de su hazienda avía hallado (Capellín) y tenía pendiente pa sacar á la luz una nueva ynvincion para el beneficio de los metales y dellos sacar la plata con mucha facilidad y hecho inspiriencia della y la había hallado tan prouechosa en tal manera questando el metal cernitdo dentro de quatro días se sacaría la plata en tanta cantidad que con un quintal de azogue se sacaran más de duzientoas marcos de plata con lo qual se podrían lo mináros rremediar... y me pidió le hiziese merced quel y ne otra persona pudiese usar de la dicha su órden y beneficio tiempe 20 años, sino fuese con su consentimiento, etc., etc...»