La Condesa de Pardo Bazán escribe a su
tocayo, el poeta Ferrari
(Ocho cartas inéditas de doña
Emilia)
Eran buenos amigos la condesa de Pardo Bazán y el poeta
Emilio Ferrari. De cuando en cuando la condesa gusta de recibir a sus amistades
más dilectas y finamente las agasaja. Hay un libro, del que sólo
apareció el tomo primero, titulado «Los Salones de Madrid»;
su autor es el cronista de sociedad del periódico «La
Época», Eugenio Rodríguez Ruiz de la Escalera, más
conocido por «Monte Cristo». Quiere «Monte Cristo»
«perpetuar en una serie de grabados en cobre las ornamentaciones
isabelinas de las casas por él frecuentadas. Franzen, el
dinamarqués de origen, madrileño de adopción, le consigue
unos cuantos retratos y unos cuantos interiores que forman hoy
valiosísimos documentos históricos. El tomo lleva una
carta-prólogo de la Pardo Bazán y muy amenas descripciones y
comentarios de «Monte Cristo» sobre las estupendas láminas,
reflejo de la vida de entonces». Pues en una de estas láminas se
ven los salones de la condesa de Pardo Bazán: calle de San Bernardo,
esquina a Beatas, y a la condesa acompañada del marqués de
Villasinda, de Gloria Laguna (condesa de Requena), de la marquesa de la Laguna,
de la señora de Bermúdez de Castro, de D. José
Sánchez Anido, de D. Luis Vidart y del poeta D. Emilio Ferrari.
Escribe Almagro San Martín: «En casa de la
Pardo-Bazán había recepciones íntimas, algunas muy
selectas, frecuentadas por ciertas damas encumbradas, de difícil
acomodo, que allí se dignaban alternar con los escritores y artistas de
fuste, que les presentaba la dueña de la casa. Desde los tiempos remotos
del marqués de Molíns, de María Buschental, de la duquesa
de Rivas o de la princesa Rattazzi, no había conocido Madrid
ningún salón donde la sociedad se codeara con la política
y con las artes hasta las reuniones en pequeño de la
Pardo-Bazán».
* * *
Carta primera:
Sr. D. Emilio Ferrari. La Coruña, 8 de
diciembre del 88.
Mi buen amigo: Va a fundarse en Madrid una revista titulada
La España Moderna, cuyo primer
número saldrá el 1.º de febrero. El fundador, Sr. D.
José Lázaro Galdiano, es persona en alto grado formal y
entendida; y me encarga que me dirija a los escritores de valía
pidiéndoles colaboración para la nueva revista. Así lo
hago muy gustosa, y ruego a usted que escriba algo muy interesante, porque al
principio es cuando el público se engolosina. Por miedo a este mismo
público no sé qué decir a usted, si prefiero verso o
prosa, y casi me inclino a lo último, a no ser que se trate de
algo importante, usted bien conoce mi criterio;
yo gusto mucho de los versos, diga lo que quiera la calumnia; pero... tengo
miedo, sobre todo al empezar. La Revista no puede pagar mucho, y creo
innecesario esforzar las razones, que su buen talento comprenderá. Lo
que sí juzgo conveniente añadir es que eso poco lo pagará
honrada y exactamente, y que las 75 pesetas que puede ofrecer a usted por un
trabajo propio de revista, algo nutrido, serán tan fijas como el sol, al
entregar el manuscrito.
Contésteme usted sobre este punto, y saludando a la
señora, cuente usted con el afecto de su buena amiga y tocaya, q. b. s.
m.,
Emilia Pardo Bazán
Carta segunda:
Sr. D. Emilio Ferrari. La Coruña, 18 diciembre del 88.
Mi querido amigo y tocayo: Agradezco muchísimo su buena
voluntad de colaborar en
La España Moderna, y sólo quiero
espolearla, rogándole que sacuda la pereza y haga pronto algo.
Así como el director-propietario, Sr. Galdiano, aspira a que
su publicación sea lo mejor que hasta hoy se ha conocido en
España, no dudo que aspirará a que sea lo mejor retribuido; pero
para lograr este resultado necesitará que el público empiece por
responder a sus esfuerzos. La mejor prueba de que no desdeña sus versos
de usted es que se lo pide; mas tenga usted en cuenta que la prosa de Valera
figura en la Revista de España por 15 duros cada artículo; y esto
será lo que menos le importe a Valera; lo que sentirá, como yo lo
siento también por cuenta propia, son los zapatos que hay que hacer
romper a la persona encargada de dejar el recibo y recoger el importe.
Quédese para
«inter nos», y
tenga usted la seguridad de que con
La España Moderna no habrá que
gastar zapatos.
Abra usted, pues, la ventana a la musa. Yo dentro de pocos
días iré a Madrid y tendré el gusto de ver a usted y
también el de apurarle. Cariños entre tanto a Faustina y disponga
usted de su amiga verdadera, q. b. s. m.,
Emilia Pardo Bazán
En 1888 Ferrari es ya nombre prestigiado en la república
literaria; lo consiguió con la lectura en el Ateneo de Madrid,
sábado 22 de marzo de 1884, de su poema «Pedro Abelardo», de
su cuadro histórico «Dos cetros y dos almas» y de su soneto
«A Don Quijote». «Tal lectura fue un verdadero y definitivo
triunfo para el poeta. La audición se convirtió en un alboroto,
en una locura que durante muchos días resonó en la prensa; y los
diarios de más circulación llenaron sus columnas con juicios,
reseñas, anécdotas y versos de la lectura afortunada. Desde
aquella noche todas las puertas se abrieron para Ferrari, todas las sociedades
literarias le agasajaron en su seno y su nombre salió repentinamente de
la oscuridad para flotar en el favor público». No
extrañará, por tanto, que, próxima la salida del
número 1 de la revista
La España Moderna, la Pardo Bazán
escriba a Ferrari invitándole a colaborar. Acepta Ferrari la
invitación y le contesta doña Emilia -carta segunda- agradeciendo
su ofrecimiento y suplicándole sacuda su pereza, ese mal que
diríase aquejó siempre a Ferrari, y envíe pronto su
original. De paso le da curiosas noticias sobre colaboraciones en revistas y le
cuenta los propósitos que abriga el fundador de
La España Moderna, D. José
Lázaro Galdiano, buen amigo de la condesa, a quien la condesa dedica
«Insolación». (Vivió
La España Moderna de 1899 a 1914; en su
último volumen se incluye un índice confeccionado por
Gómez Villafranca; en el epistolario cruzado entre D. Juan Valera y D.
Marcelino Menéndez Pelayo hay bastantes alusiones a esta
publicación). (Colaboraciones de Ferrari en
La España Moderna anotamos: 1)
número de junio de 1891, págs. 64-68: fragmentos del poema
«En el arroyo»; 2) «Almanaque de
La España Moderna para el año
1892», págs. 215-227: «La risa del payaso»,
anécdota).
* * *
El padre de doña Emilia se llamaba D. José Pardo
Bazán; era abogado y político. Siendo diputado en las Cortes
Constituyentes de 1869, con motivo de una valiente intervención suya en
defensa de los principios religiosos, el Papa Pío IX le hizo, a
propuesta del Nuncio apostólico en España, conde de Pardo
Bazán. También era D. José especialista en asuntos
económicos; de tal le acreditan los artículos que publicó
en «Galicia.- Revista Universal de este Reino», revista que
aparecía en La Coruña por los años de 1861 a 1865.
Mucho sintió doña Emilia el fallecimiento de su padre,
persona a la que tan entrañablemente quería. En la carta que
sigue, la condesa agradece a Ferrari su pésame.
Sr. D. Emilio Ferrari. Coruña, 19 abril 1890.
Mi ilustre amigo: Desde la desgracia inmensa que motiva su
cariñoso pésame, me encuentro bastante floja de salud, por lo
cual he tenido que recurrir a ajena mano para agradecer las manifestaciones de
afecto de mis amigos en esta ocasión.
Mi padre era para mí un elemento tan importante de vida, y su
cariño me era tan necesario, que al faltarme parece que ha cambiado mi
carácter y que no tengo aquella expansión de siempre.
No obstante, son bien recibidas las palabras de aquellas personas
como usted, a quien siempre he debido amistad y aprecio.
Salude usted de mi parte afectuosamente a esa señora, y
cuente usted con mi buena amistad, aunque hoy la exprese con la atonía
que sigue a las grandes penas.
Emilia Pardo Bazán
* * *
He aquí una carta abundante en minúsculos y sabrosos
detalles; nada escapa a la atención de la Pardo Bazán.
Sr. D. Emilio Ferrari. La Coruña (Granja de Meirás),
julio, 5, 1891.
Mi buen amigo: Ando gestionando que vuelva usted a tener detalles y
pormenores de las casas que pudieran serle útiles y convenientes en
Mera; pero me temo que allí, si tendrán ustedes la ventaja de
estar próximos a nuestros amigos los Marqueses, siempre
tropezarán ustedes con el terrible inconveniente de tener que alquilar
los muebles en La Coruña y llevarse las ropas de cama. Si a lo que
aspiran ustedes es a pasar algún tiempo sin calor y al borde del mar, en
Sada, pueblecillo a media legua de esta granja, hay lo siguiente:
Una sala, una alcoba, dos cuartos regulares, cocina, cuarto de
criada, todo amueblado y con ropa de cama, el lavado y planchado de esta ropa,
el servicio y la leña, precio:
seis pesetas diarias por todo; ustedes
traerían su criada y comerían por su cuenta; se les dan a
ustedes, repito, la leña y la cocina, trastos, etc. En Sada hay buen
pan, pollos, gallinas, pescado fresquísimo. No respondo de otros
primores culinarios. La casa no tiene huerta, pero sí la playa
detrás, y allí podría esparcirse el niño.
Si les conviene a ustedes más no traer criada, y que la
dueña de la casa (que es una mujer muy complaciente) les haga a ustedes
la comida, entonces les costará a ustedes la cantidad de
cuatro pesetas diarias por persona, sin
distinción de chicos y grandes. Les darán a ustedes dos
principios, cocido y postre de fruta, queso, etcétera. Todo modesto,
pero limpio y sano y con buena voluntad.
Si esto les conviniese a ustedes, dígamelo a vuelta de
correo, pues tiene pretendientes la casa. En Sada hay iglesia, médico,
botica, coche diario a La Coruña. Sin embargo... no es Biarritz.
Si puedo darles noticias de Mera irán pronto. De ustedes
amiga,
Emilia
P. D.: En esta casa de Sada estuvieron hace tres años
Aureliano Beruete, su mujer y su niño.
Dirección: a mi nombre, La Coruña.
Sr. D. Emilio Ferrari. Hoy Sábado. La Coruña.
Mi buen amigo: No extrañe usted que en el número de
julio del
Teatro no vaya nota crítica sobre sus
Poemas de usted. La culpa es de mi mismo deseo de que fuese. Adelanté el
envío de un baúl de libros, creyendo venirme aquí antes, y
el tomito venía en el baúl. Retrasada mi venida por los
exámenes del chico, hallé que era preciso cerrar el tomo de
julio, y lo cerré como pude. Pero en el número de agosto
saldrá sin falta la notita.
Saludo a esa señora y deseo que se animen a respirar estos
aires puros, y tan frescos, que hoy hace
frío.
De usted siempre amiga,
Emilia P. Bazán
* * *
No lleva fecha la carta, pero creo podemos fecharla en julio de
1891, tal vez posterior en pocos días a la que hace el número
cuatro de este epistolario. El Teatro es el «Nuevo Teatro
Crítico», publicación periódica que la Pardo
Bazán mantuvo de 1891 a 1893. Los poemas de Ferrari son los
«Poemas vulgares», leídos por su autor en la velada
literaria celebrada en el Ateneo de Madrid el día 24 de mayo de 1891,
recogidos en volumen.
* * *
Sr. D. Emilio Ferrari. Hoy jueves.
Querido amigo: Habiendo sido inútiles mis gestiones para
ponerme al habla con el Presidente de la Academia, y suponiendo que a usted le
será más fácil verle, ruego a usted que le pregunte
cuál va a ser la parte que tendrá en la velada a Zorrilla, adonde
traerá la representación del Instituto que preside, según
comunicación recibida ya hace días.
Necesito conocer este dato, y asimismo, cuál será la
participación de usted en dicha solemnidad. Ha llegado el momento de
fijar el programa y conocer los propósitos de quienes nos honran con su
cooperación y auxilio.
Anticipando las gracias por este favor, soy como siempre de usted
verdadera amiga y admiradora,
Emilia Pardo Bazán
¿Se refiere doña Emilia en esta carta a los
preparativos para la velada necrológica que el Ateneo de Madrid
consagró a Zorrilla el día 1 de febrero de 1893? (En el
ángulo superior izquierdo del pliego figura el escudo del Ateneo
Científico, Literario y Artístico de Madrid).
* * *
«Durante seis meses del año, a partir del otoño
hasta fin de primavera, doña Emilia hacía la vida
madrileña de salones y teatros, Congreso y paseos. Cuando los manzanos
de su tierra comenzaban a florecer, partía la familia para instalarse en
la aldea, no lejos del mar, deleitoso paraje donde sobre el solar de lo que en
tiempos fuera granja de Meirás construyera la escritora su palacio
campestre. Allí desaparecía la Pardo Bazán mundana para
dar paso a la trabajadora incansable, que durante un semestre llenaba sus
trojes literarios con mieses sazonadas... En Meirás veía yo
reflejarse como en un espejo la personalidad artística de la condesa.
Cada piedra, cada símbolo, cada detalle es una proyección
espiritual de la gran escritora. Allí se la comprendía mucho
mejor que en su casa de Madrid». Desde ésta su mansión
veraniega la condesa escribe a Ferrari.
Sr. D. Emilio Ferrari. La Coruña, 11 de julio de 1897.
Mi buen amigo: Le parecerá a usted increíble que por
falta de tiempo haya demorado la respuesta a su carta del 29 de mayo; sin
embargo, nada es más cierto; yo vine aquí con trabajo atrasado, y
además tuvimos huéspedes y tenemos obra abierta, sin más
arquitecto ni más dibujante que yo; y entre trazar capiteles historiados
y escribir para los tiranos -hemos convenido en que así se llaman los
editores- y atender a los amigos que nos acompañan, se me ha ido este
mes y parte de otro.
No quiero yo que se retrase más mi respuesta, aun cuando
puede usted adivinarla. Me alegro infinito de que se muestren favorables la
prensa y la Academia a
nuestro plan, y me complace también que
«ruja el infierno y brame Satán» en las columnas del
Heraldo; todo eso concurre al resultado
apetecido y que tengo ya por infalible y próximo; así que llegue
el momento oportuno, que malo será que no coincida con la entrada del
invierno o con días más crudos, y por tanto con mi presencia
ahí, haremos lo conducente a decidir la victoria, y se habrá
logrado lo que no es sino justicia elemental; así lo espero, por lo
menos.
Mil afectos de toda esta familia y usted crea en el invariable de su
amiga y compañera de «Vía Crucis» literario,
Emilia Pardo Bazán
* * *
A todo atiende doña Emilia: trabajos literarios,
huéspedes, obra en la casa. A este último respecto diremos que el
pazo de las Torres de Meirás no precisó arquitecto para su
construcción: doña Amalia Rua, la madre de la Pardo Bazán,
trazó los planos y dirigió la edificación hasta su
término; la parte ornamental fue cuidada por su hija, doña
Emilia.
* * *
Doña Emilia se va a Francia; está en Venta de
Baños; acaba de dejar el tren de Galicia; espera la llegada del tren que
ha de conducirla al vecino país. En el intermedio, doña Emilia
escribe a su «querido amigo y tocayo»; le cuenta algunas cosas.
Fina julio de 1901; hace poco más de un mes -el jueves 13 de junio- ha
muerto en Oviedo Leopoldo Alas, «Clarín». Veamos el
tratamiento que a su prologuista de antaño dispensa la condesa; es de
advertir que el poeta Ferrari fue una de las víctimas preferidas de
Leopoldo Alas.
Sr. D. Emilio Ferrari. Venta de Baños, 26 julio 1901.
Mi querido amigo y tocayo: Mil gracias por su bondadosa y animadora
felicitación, y aprovecho, para dárselas, el rato que es preciso
esperar aquí, viniendo de Galicia, el sud-exprés que me
llevará a Francia.
Este año empiezo a tener sentido común (era hora), y
realizo el viaje antes de tomar las aguas, con lo cual éstas no
dejarán de surtir sus efectos por falta de reposo y régimen
durante el período de la dieta.
Nuestros orensanos -me complazco en creer que usted les conserva
cariño- han demostrado ahora que el marasmo de España no va con
ellos. Suponía yo que era imposible volver a encontrar en parte alguna
del mundo aquel entusiasmo bullidor de Valencia, y, guardadas las distancias de
magnitud y medios materiales, los orensanos casi se han adelantado.
Ha sido una página inolvidable.
En efecto, con Clarín se nos muere un pedazo, un resto de
juventud...
¿Quién nos desgarrará como aquel perro? Mire
usted que yo pasé cuatro o seis años de mi vida sin que un solo
instante dejasen de resonar en mis oídos los ladridos furiosos del can.
Y ni por esas. Hay quien cree que por esas. Yo no lo creo. Clarín
tenía mucha vara alta con los barateros menudos de la crítica. Lo
que él censuraba (?) no se atrevían ya a aplaudirlo infinitos
periódicos y muchachos. No cabe duda que, para resistir a esa piqueta,
algo de solidez habrá. Esto es parte a infundir algún orgullo, y
en este sentido, Clarín sí nos hizo bien.
Mis señas en París: Hotel du Louvre.
Su amiga verdadera,
Emilia Pardo Bazán
El conocimiento y publicación de este epistolario es gracia
que debo a mi buen amigo D. Emilio Luis Ferrari, hijo del poeta Emilio
Ferrari.