Escena
III
|
||||
|
||||
|
||||
RUGIERO.- ¡Laura mía!... ¿Por qué lloras?... |
||||
LAURA.- No lloro, Rugiero, no lloro... estas lágrimas que ves son de ternura... de alegría... ¡tanta dicha no cabe en mi alma! |
||||
RUGIERO.- Serénate, amor mío... ¿Hace mucho que me aguardabas?... |
||||
LAURA.- No; ¡pero cada instante me parecía un siglo!... ¿Quieres que te confiese también mi flaqueza?... hasta tenía miedo. |
||||
RUGIERO.- ¿De veras? |
||||
LAURA.- Es este panteón tan triste... tan sumamente triste... que me parece de mal agüero sólo el pisar sus losas. |
||||
RUGIERO.- Desecha esos vanos temores; ¡a mí me parece a tu lado la mansión de los cielos! |
||||
LAURA.- A mí también, Rugiero; pero cuando me veo sola, se apodera de mí una tristeza, una angustia, que ni soy dueña de mí misma... Estos días, no sé por qué, me siento también más abatida... ¡me cuesta tanto mostrarme alegre y ocultar lo que pasa en mi corazón!... Habrá apenas dos horas, me acariciaba mi padre con una bondad, con una ternura, que hasta el alma se me partía... Si le hubieras oído, todo lo que me decía para alegrarme, sus proyectos, sus esperanzas... no tiene en su vejez más apoyo, más consuelo que yo; ¡y voy a hacerle infeliz en los últimos años de su vida! |
||||
RUGIERO.- ¿A qué te afliges ahora?... ¿Quieres amargar estos instantes, los únicos que gozamos de dicha?... |
||||
LAURA.- No, Rugiero... ya me ves; estoy más alegre... ¡A tu lado olvido hasta mis propios remordimientos! |
||||
RUGIERO.- ¡Remordimientos!... ¿y de qué? ¿Te pesa el amar a tu esposo?... |
||||
LAURA.- ¡Pesarme!... Yo no vivo sino por ti; yo no pienso sino en ti; ¡yo no pudiera existir ni un solo día, si llegara a perderte!... ¡Pero engañar a un padre tan bueno; recibir de sus labios mil elogios, que estoy tan lejos de merecer; haber dispuesto de mi mano sin su voluntad, exponiéndome a su enojo, y tal vez a su maldición... antes morir, Dios mío! |
||||
RUGIERO.- ¿Ves, Laura, lo que haces?... ¡Estás toda trémula, demudada, tan pálida!... Ven aquí, bien mío... Descansarás unos instantes, reclinada tu cabeza contra mi pecho. |
||||
LAURA.- ¡Ahí!... No, Rugiero, no, por nada del mundo. |
||||
RUGIERO.- ¿Y por qué? |
||||
LAURA.- ¡Los que yacen en ese sepulcro fueron muy desgraciados; y nosotros lo somos también! |
||||
RUGIERO.- Tú no perdonas medio alguno de atormentarte... |
||||
LAURA.- ¡Si supieras la historia de esos esposos!... Se amaron muchos años, llenos de desdichas; el mismo día de sus bodas los separó la suerte; y sólo lograron reunirse en ese sepulcro... ¿Mas por qué me miras así?... |
||||
RUGIERO.- Yo no; te estaba meramente escuchando. |
||||
LAURA.- ¡Fijabas en mí los ojos con una mirada tan triste!... |
||||
RUGIERO.- Es aprensión tuya, Laura mía; yo nunca estoy triste a tu lado. Ven, yo te lo ruego, ven; aquí estarás mejor... ¿no quieres darme ese gusto?... |
||||
LAURA.- Yo no tengo más voluntad que la tuya. (Siéntanse a los pies del sepulcro.) |
||||
RUGIERO.- Así, Laura, a mi lado... (Cógele la mano y la besa con la mayor ternura.) ¿Quién podrá separarnos, quién? |
||||
LAURA.- Nadie en el mundo. |
||||
RUGIERO.- Ni la misma muerte. |
||||
LAURA.- Razón tenías, Rugiero; cerca de ti estoy más tranquila. |
||||
RUGIERO.- ¿Lo ves? |
||||
LAURA.- Pero se me representó tan al vivo la historia de esos esposos... ¡la he oído contar tantas veces, desde que era niña!... |
||||
RUGIERO.- Aleja de tu alma tan tristes pensamientos... no siempre hemos de ser desgraciados. |
||||
LAURA.- Tú mismo no lo esperas; y sólo me lo dices por consolarme. |
||||
RUGIERO.- No, Laura, no; mi corazón me anuncia que van a cesar nuestras penas. |
||||
LAURA.- ¿Lo crees así, Rugiero? |
||||
RUGIERO.- Sí. |
||||
LAURA.- Y yo te llamaré mi esposo, y no nos separaremos ni un instante, y todas las mujeres me tendrán envidia... |
||||
RUGIERO.- Laura mía... ¡si vieras esta noche lo que me he acordado de ti!... He asistido a la boda del senador Barozzi; y estaban todos tan contentos, que su misma alegría me lastimaba el alma... Cuando oí los acentos de la música... cuando vi a Leonor dar la mano a su esposo, ante un ministro de Dios, rodeada de toda su familia... ¿Te enterneces, Laura? |
||||
LAURA.- Y su madre la bendijo... ¿no es verdad?... la bendijo mil veces, y ella lloró en sus brazos, y no podían separarlas... |
||||
RUGIERO.- Cálmate, amor mío... ¿por qué te afliges hasta ese punto?... |
||||
LAURA.- Mi madre..., mi pobre madre... ¡qué diría la infeliz, si viviese! |
||||
RUGIERO.- Tendría lástima de nosotros y nos perdonaría... Tú por lo menos tienes el consuelo de haberla conocido, de haber pasado tu niñez a su sombra; tú recuerdas su rostro, su acento, sus caricias... a la hora de su muerte, te dejó en los brazos de un padre... ¡pero yo, yo, infeliz de mí, desde que abrí los ojos, no he tenido en el mundo a quien volverlos! |
||||
LAURA.- ¡Cómo queman tus lágrimas, Rugiero! Deja, déjame; yo las enjugaré con mi mano... |
||||
RUGIERO.- Solo, huérfano, sin amparo ni abrigo... sin saber a quiénes debo el ser, ni siquiera la tierra en que nací... ¿Por qué me amas, Laura, por qué me amas?... ¡Basta que seas mía, para que seas desgraciada! |
||||
LAURA.- Más quiero contigo todas las desdichas juntas que lejos de ti todos los bienes de la tierra... Mira, Rugiero, con toda mi alma te lo digo: quizá no te amaría tanto, si fueras feliz... pero cuando oía referir tus desgracias y escuchaba los elogios que de ti hacían, tu valor en los combates y tu clemencia con los vencidos... yo no sé lo que sentía; ¡pero antes de conocerte ya te amaba!... Yo nací para ti, Rugiero, para consolarte en tus penas, para hacerte olvidar tu orfandad y llenar el vacío de tu corazón... ¿qué te falta, di, adorándote yo? (Le echa los brazos al cuello.) |
||||
RUGIERO.- Tú no eres una mujer, eres un ángel; ¡el cielo te ha enviado para hacerme sobrellevar la vida! |
||||
LAURA.- Cuando estemos así delante de mi padre... y nos llame a los dos hijos míos... y nos contemple enternecido, con las lágrimas en los ojos... ¿crees tú que llegará ese momento? |
||||
RUGIERO.- Sí, Laura, y antes que imaginas. |
||||
LAURA.- Yo conozco su mucha bondad y el cariño que me tiene; hasta su vida daría por mí... pero temo que nos engañemos, Rugiero: vivimos en Venecia, y mi padre anhela como el que más el lustre de su familia... Quizá por sí propio haría en favor nuestro el mayor sacrificio; pero temerá el desaire de los otros nobles, el menoscabo de su influjo, las reconvenciones de su hermano... Tú no conoces a éste, y yo sí: justo y virtuoso, pero mirando hasta la piedad como una flaqueza, trata a los demás hombres con la misma severidad que a sí propio... No amó nunca, Rugiero; ¿cómo quieres que nos mire con indulgencia y lástima? |
||||
RUGIERO.- Pues cabalmente en él tengo mi mayor confianza... |
||||
LAURA.- ¡En él! |
||||
RUGIERO.- Sí, Laura, en él; quizá mañana mismo me deba hasta la vida. |
||||
LAURA.- (Con sorpresa y pasmo.) ¡Qué me dices, Rugiero!... |
||||
RUGIERO.- ¿Y por qué tiemblas tú?... No tienes por qué azorarte, sosiégate, no voy a correr ningún riesgo... |
||||
LAURA.- ¡Ninguno!... Pues bien, Rugiero, estoy pronta a creerte; pero sólo exijo una cosa. |
||||
RUGIERO.- Todo cuanto tú quieras. |
||||
LAURA.- Ven, y júramelo por mi vida, ante aquella divina imagen... (Le mira de hito en hito.) No bajes los ojos, no los bajes; en tu cara estoy leyendo lo que pasa en tu corazón. |
||||
RUGIERO.- Laura mía... |
||||
LAURA.- Deja, déjame... |
||||
RUGIERO.- No quisiera, ni una sola vez, mentirte y engañarte; pero temo que diciéndote la verdad, te aflijas sin motivo. |
||||
LAURA.- ¿Y prefieres dejarme en esta incertidumbre?... ¡Haz lo que quieras; yo sé ya cuál va a ser mi suerte!... |
||||
RUGIERO.- No llores, Laura, no llores y escúchame... voy a darte una prueba de lo que te amo; ¡pero por Dios te pido que me creas y no te hagas más infeliz!... Yo no voy a correr ningún riesgo; te lo repito una y mil veces... Todo está previsto; y el éxito es seguro: en un solo momento va a cambiarse la suerte de Venecia, ¡y pasado mañana eres mía a la faz del mundo!... ¿No te alegras de oírlo?... Alza la frente, Laura... ¡tienes la mano helada, con un sudor tan frío!... |
||||
LAURA.- Y me decía que me amaba tanto... y que nunca más expondría su vida... y que sería siempre mi apoyo y mi consuelo... Padre mío, ¡qué va a ser, en faltándole tú, qué va a ser de tu hija!... |
||||
RUGIERO.- ¡Por Dios, Laura, por Dios... cada palabra tuya se me clava en el alma! |
||||
LAURA.- Un solo favor quisiera pedirte... |
||||
RUGIERO.- ¿Qué quieres? |
||||
LAURA.- El primero... y el último que te pediré ya en mi vida. |
||||
RUGIERO.- ¿Qué quieres, Laura?... Dilo. |
||||
LAURA.- Tú vas a perderte... a perderte... tú no conoces la tierra que pisas; y hasta la pasión que me tienes contribuye a cegarte... |
||||
RUGIERO.- No, Laura, no lo creas: los hombres de más cuenta, los patricios más graves, se hallan decididos, prontos a salvar a Venecia... Todo está calculado para evitar el derramamiento de sangre; y hasta el mismo Dux, sorprendido en su palacio, no recibirá daño ni insulto en su persona... Yo temí... ¿cómo podía olvidarte?... temí que en medio de la confusión, intentase alguno vengar en tu tío la muerte de propios o de extraños... ¡es tan aborrecido!... Por eso me he encargado de cerrar con mis tropas las avenidas del tribunal, y de velar en guarda de los jueces... ¿Qué tienes que temer?... Yo estaré a la vista de tu propia casa; yo defenderé a tu familia; yo tendré la satisfacción de que me deban algo los que tienen tu misma sangre... ¿no los oirás con gusto manifestarme su agradecimiento?... No me respondes, Laura; y ni aun parece que me escuchas... ¿Qué tienes, mi vida?... ¡Llora si quieres, llora en los brazos de tu esposo, que te ama más que a su corazón!... (Reclínase LAURA en el hombro de RUGIERO.) Así, Laura, así, no te reprimas... |
||||
LAURA.- Rugiero... Rugiero... |
||||
RUGIERO.- No puedes ni aun hablar... los sollozos te ahogan... |
||||
LAURA.- ¡No me abandones... ten lástima de esta infeliz! |
||||
RUGIERO.- ¡Abandonarte yo!... ¿Puedes imaginarlo? |
||||
LAURA.- Si te sobreviniese algún daño en medio del tumulto... si cayeras en las garras de ese tribunal, que ni olvida ni perdona... ¡Rugiero, Rugiero mío, no te apartes de mí! |
||||
RUGIERO.- Serénate, Laura, serénate... |
||||
LAURA.- Por Dios te lo pido, Rugiero... no me dejes en este estado, si me amas todavía... ¡El día que te suceda una desgracia, será el último de mi vida!... ¡Qué es eso!... ¿Por qué vuelves el rostro? |
||||
RUGIERO.- No es nada, Laura... |
||||
LAURA.- Me pareció que había oído como un murmullo... |
||||
RUGIERO.- Es el viento, que zumba en estas bóvedas... ¿no ves cómo ha arreciado?... |
||||
LAURA.- Sí, ya lo oigo... y hasta ese ruido tan triste aumenta mi terror... La noche en que estuve a la muerte, sonaba así también... ¡No me dejes, por Dios, no me dejes; si te vas me muero! |
||||
RUGIERO.- ¿Por qué tiemblas ahora?... ¿No estoy yo a tu lado?... |
||||
|
||||
LAURA.- (Levantándose despavorida.) ¡Dios mío!... |
||||
RUGIERO.- El viento la ha apagado sin duda... voy a encenderla en la capilla y vuelvo al instante... |
||||
LAURA.- Yo iré también contigo... yo no me quedo sola. |
||||
RUGIERO.- ¿Tienes miedo, mi vida? |
||||
LAURA.- No sé, Rugiero, no sé lo que pasa por mí... pero temo apartarme de ti ni siquiera un momento... ¡me parece mentira que he de volver a verte!... |
||||
|
Escena
IV
|
||||
|
||||
RUGIERO.- ¡Perdidos somos! |
||||
LAURA.- (Da un grito y cae desvanecida junto a la puerta por donde entró.) ¡Ay!... |
||||
RUGIERO.- ¡Laura!... |
||||
ESPÍA 1º.- (Presentándole una daga al pecho.) Si despegas los labios, aquí mismo mueres. |
||||
RUGIERO.- ¡Laura!... |
||||
ESPÍA 2º.- (Poniéndole un pañuelo en la boca.) Ya acabaste de hablar en tu vida. |
||||
|
Escena
V
|
||||
|
||||
MOROSINI.- (Se acerca a su sobrina, la levanta y la contempla unos instantes en silencio:) ¡Imprudente... cuántas lágrimas va acostarte tu loca pasión! |
||||
Fin del acto segundo |