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Acerca del pretendido realismo de la literatura española véase F. Lázaro Carreter, «El realismo como concepto crítico-literario», Estudios de poética, Taurus, Madrid, 1976, pp. 121-142.

 

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Incluso los estudiosos del romanticismo, movimiento al que se suele ligar lo fantástico, suelen citar muy de pasada a los autores españoles que cultivaron dicho género, y tan sólo hablan incidentalmente de literatura fantástica cuando comentan los gustos estéticos románticos. A esto hay que añadir que la mayoría de estudios sobre la narrativa pregaldosiana se han centrado en la novela (y sobre todo en la histórica y la de costumbres, antesala, esta última, de la novela realista), prestando una mínima atención al cuento, que fue el vehículo fundamental de expresión y difusión del género fantástico, tanto en nuestro país como en el extranjero.

 

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Estos son algunos de los trabajos más interesantes publicados en los últimos años: F. García, «Génesis de lo fantástico en la literatura hispánica», Actas del I Congreso Internacional sobre Semiótica e Hispanismo, CSIC, Madrid, 1983; D. T. Gies, «Larra, la Galería fúnebre y el gusto por lo gótico», Romanticismo 3-4. Atti del IV Congreso sul Romanticismo Spagnolo e Ispanoamericano, Bordighera, 9-11 aprile 1987, pp. 60-67; G. Gullón, La novela del XIX: estudio sobre su evolución formal, Rodopi, Ámsterdam-Atlanta, 1990, pp. 23-33; E. Morillas Ventura (ed.), El relato fantástico en España e Hispanoamérica, Sociedad Estatal Quinto Centenario-Editorial Siruela, Madrid, 1991; C. Perugini, «Il fantastico nella letteratura spagnola del secolo XIX. Parti I e II», Studi Ispanici, Pisa, 1985 (pp. 97-123) y 1987/88 (125-150); C. Perugini, «Diabluras románticas. El diablo y su corte en la prosa narrativa romántica», Romanticismo 3-4. Atti del IV Congreso sul Romanticismo Spagnolo e Ispanoamericano, Bordighera, 9-11 aprile 1987, pp. 89-99; A. Risco, Literatura y fantasía, Taurus, Madrid, 1982; A. Risco, Literatura fantástica de lengua española, Taurus, Madrid, 1987; I. Román Gutiérrez, «La novela de terror», en Persona y Forma: Una historia interna de la novela española del siglo XIX, Ediciones Alfar, Sevilla, 1988, pp. 111-115; M. Trancón Lagunas, Prensa y cuento fantástico en el romanticismo español, tesis doctoral, Servicio de Publicaciones del Rectorado de la Universidad de Valencia, 1991, y su artículo «Modelos estructurales del cuento romántico en la prensa romántica madrileña», Lucanor, 9, mayo de 1993, pp. 91-117. Cabe destacar también los números monográficos dedicados a la literatura fantástica española por las revistas Camp de l'Arpa (números 98-99-100, abril-mayo-junio de 1982), Anthropos (núm. 154-155, marzo-abril de 1994) y Cuadernos del Lazarillo (núm. 7 de enero-abril de 1995).

 

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Aunque ha dado muy buenos resultados: véanse, por ejemplo, el estudio de Russell P. Sebold, Bécquer en sus narraciones fantásticas (Taurus, Madrid, 1989), o la tesis citada de Montserrat Trancón.

 

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No existen demasiados trabajos en torno a la recepción de la narrativa en el siglo XIX y, menos aún, en relación a la recepción de la literatura fantástica. Uno de los pocos acercamientos a este tema lo encontramos en la obra Discurso y lector en la novela del XIX (1834-1876) (Rodopi, Ámsterdam-Atlanta, 1990), donde Gabriela Pozzi analiza el papel desempeñado por el lector del XIX en la recepción de cuatro novelas de géneros diferentes, proponiendo la Vida de Pedro Saputo como ejemplo de novela fantástica (véanse la páginas 44 a 83 de su estudio). En relación al público lector en general durante el siglo XIX véanse, entre otros, Lee Fontanella, La imprenta y las letras en la España romántica, Utah Studies in Literature and Linguistics, vol. 21, Peter Lang, Berne and Frankfurt, 1982; J.-F. Botrel, Libros, prensa y lectura en la España del siglo XIX, Madrid, Fundación Germán Sánchez Ruipérez, 1993; J. A. Martínez Martín, Lecturas y lectores en la España isabelina (1833-1868), Madrid, Universidad Complutense, 1986, y Lectura y lectores en el Madrid del siglo XIX, Madrid, CSIC, 1991; y J. F. Valls, Prensa y burguesía en el XIX español, Anthropos, Barcelona, 1988. Una vez en prensa, llegó a mis manos el artículo de Leonardo Romero Tobar «Sobre la acogida del relato fantástico en la España romántica» (publicado en Teoría e interpretación del cuento, estudios editados por Peter Fröhlicher y Georges Güntert, Perspectivas Hispánicas, Peter Lang, 1995, pp. 223-237). En él se plantean algunas de las directrices que yo he seguido en mi investigación.

 

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Esta relación, en lo que respecta a la literatura europea en general, ha sido estudiada con acierto por Tobin Siebers en su obra The Romantic Fantastic, Cornell University Press, Ithaca, 1984 (trad. esp. Lo fantástico romántico, FCE, México, 1989).

 

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Se considera que la literatura fantástica -en la concepción moderna del término- nace con la novela gótica inglesa, subgénero narrativo que inauguró Horace Walpole con The Castle of Otranto, publicada en 1765. Existe abundante bibliografía sobre la novela gótica, sus características, su aparición y su significación en la literatura europea de los siglos XVIII y XIX; véanse, entre otros, E. Birkhead, The Tale of Terror: a Study of the Gothic Romance, Constable, London, 1921 (rpt. Russel & Russel, New York, 1963); Guillermo Carnero, La cara oscura del Siglo de las Luces, Fundación Juan March-Cátedra, Madrid, 1983; A. Killen, Le Roman Terrifiant ou le roman noir, Champion, Paris, 1967; M. Summers, The Gothic Quest: a History of the Gothic Novel, Fortune Press, London, 1964; D. P. Varma, The Gothic Flame: Being a History of the Gothic Novel in England: its Origins, Efforescence, Disintegration and Residuary Influences, Arthur Baker Ltd, London, 1957 (rpt. Russel and Russel, New York, 1966).

 

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Puede parecer exagerado hablar de gran éxito si tenemos en cuenta que tan sólo fueron traducidos y publicados en España -por lo que he podido descubrir hasta la fecha- nueve títulos de novela gótica, pero debemos tener en cuenta que algunos fueron profusamente reeditados:

  • Regina María Roche, Los niños de la Abadía (Children of the Abbey, 1798), Madrid, 1808; la misma obra con el título Óscar y Amanda o los descendientes de la Abadía, Barcelona, 1818, 1828, 1837 (a las que habría que añadir seis reediciones entre 1868 y 1921); Clermont, Madrid, 1831; El monasterio de San Columban o El caballero de las armas rojas, París, 1839;
  • Sophia Lee, El subterráneo o las dos hermanas Matilde y Leonor (The Recess, 1785), Madrid, 1817, 1818;
  • Ann Radcliffe, Julia o Los subterráneos del castillo de Mazzini (A Sicilian Romance, 1790), Valencia, 1819, 1822, 1829 (París), 1840; Adelina o La abadía de la selva (The Romance of the Forest, 1791), Madrid, 1830, 1833 (París, con el título La selva o la abadía de Santa Clara); El italiano o El confesionario de los penitentes negros (The Italian, 1797), París, 1832, y Barcelona, 1838, 1843; Los misterios de Udolfo (The Mysteries of Udolpho,1794), París, 1832;
  • Mathew Gregory Lewis, El fraile o la historia del padre Ambrosio y de la bella Antonia (The Monk, 1796), París, 1821.
 

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Creo que no es necesario insistir en el tardío arribo del movimiento romántico a España, aunque esa idea debería ser matizada y revisada, a la luz de estudios como el de Russell P. Sebold, Trayectoria del romanticismo español, Crítica, Barcelona, 1983.

 

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R. Llopis, Historia natural de los cuentos de miedo, Ediciones Júcar, Madrid, 1974, p. 87.