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960

En el que dice: «que el orden lógico tiene su base en el ontológico; que la inteligencia no produce la realidad, sino que la supone; que la Lógica natural no es anticientífica, sino anticipadora de la reflexiva, y que la Lógica científica no es anticientífica, sino confirmatoria de las anticipaciones intuitivas de la razón natural; que no existe separación entre conocimiento objetivo y subjetivo[...]», en J. Montañés, op. cit., p. 172 y ss. (N. del A.)



 

961

Las categorías son las leyes objetivas-subjetivas del conocimiento; no distingue entre si son «formas o abstractas del conocimiento o propiedades de la realidad pensada», o sea, las cualidades o predicados en cuyo supuesto se perciben los objetos cognoscibles. Estas categorías son empíricas e ideales a la vez, porque se encuentran «implícitas en la realidad de los objetos y se convierten en explícitas mediante la actividad del que conoce. Las facultades no son entidades abstractas, sino la actividad misma del espíritu: conciencia, sentidos, razón, entendimiento y memoria». Ibíd., p. 176. (N. del A.)



 

962

Manual de psicología, lógica y ética, Madrid, 1883, pp. 149-150. (N. del A.)



 

963

Ética o filosofía moral, Madrid, 1874, p. 72. (N. del A.)



 

964

Preocupaciones sociales, op. cit., p. 152. (N. del A.)



 

965

Ibíd., p. 95. (N. del A.)



 

966

«Y precisamente en las delicadas, tenues y numerosas influencias recíprocas del individuo con su medio y de las sociedades con sus miembros se teje la urdidumbre de la historia interna, real y viva, si menos aparatosa que la pragmática o externa, más eficaz en sus resultados», Pequeñeces de los grandes, Madrid, 1902, p. 8 y pp. 27-28. (N. del A.)



 

967

La sociología científica, op. cit., p. 147. En otra ocasión escribía don Urbano: «[...] el genio del tiempo se muestra rebelde a toda autoridad, y el imperio de las escuelas se derrumba, valiendo el pensamiento, ante todo, por lo que tiene de personal y propio», En pro y en contra, Madrid, 1894, p. 48. (N. del A.)



 

968

Ibíd., p. 222. (N. del A.)



 

969

Aunque reconozca el genio de Lope de Vega, estima que: «como el sol tiene manchas y que en sus apoteosis entusiasta hay que rebajar algo el tono ditirámbico con que se le ensalza». Cabría dilucidar si esas 'manchas' fueron más graves que las de Goethe, al que sí se las perdona», en Preocupaciones sociales, op. cit., p. 134. Sobre la presencia de Goethe en España, resulta imprescindible el estudio de Laureano Bonet, «La sangre del pelícano: Goethe y la letras de la Restauración», en Y. Lissorgues y G. Sobejano (coord.), Pensamiento y Literatura en España en el siglo XX, Toulouse, 1998, pp. 89-107. (N. del A.)