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11

Sobre la noción de «posibilidad» en la vida y en la historia del hombre, véase el fontanal trabajo de Zubiri «Grecia y la pervivencia del pasado filosófico», en Naturaleza, Historia, Dios, págs. 379-423.

 

12

No puedo ser aquí más explícito. Aun cuando mi modo de tratar la cuestión sería probablemente algo distinto, recomiendo en este punto la lectura del excelente capítulo «La realización de la vida humana», en la ya mencionada Introducción a la Filosofía, de J. Marías. Mi sumaria exposición del «frente a qué» de la situación del hombre debería ir seguida de otra relativa a lo que antes llamé el «cómo» de esa situación. El lector sabrá disculpar la deficiencia.

 

13

Mejor que Wesenheit, «esencia», término usado por Goldstein, sería decir «modo de ser» o de «de existir» (Seinsweise, Daseinsweise).

 

14

Citado por Von Bergmann. Funktionelle Pathologie, cap. I (Berlín, 1932).

 

15

Patología psicosomática y patología personal, en «Medicamenta», núms. 101 y 102, mayo de 1946.

 

16

Escribía Claudio Bernard, expresando muy claramente la actitud mental de los patólogos «científicos»: «El médico se ve a menudo obligado a tener en cuenta, en sus tratamientos, lo que se llama influencia de lo moral sobre lo físico, y, por consiguiente, una multitud de consideraciones de familia o de posición social que no tienen nada que ver con la ciencia. Por esto, un práctico cumplido debe no solo ser un hombre muy instruido en su ciencia, sino también un hombre honesto, dotado de mucha agudeza, tacto y buen sentido» (Introduction à la Médecine Expérimentale, III, IV, § III). El subrayado es mío. Ya se ve que para Claudio Bernard es la Medicina «científica» una pura «Ciencia de la Naturaleza». Lo moral, lo que no es «físico», no pertenecería a la «Ciencia médica».

 

17

Por cierto que en la versión castellana del libro de Schwarz (Barcelona, 1932) hay, en lo relativo al texto del Carmides, un considerable error. «Pero el alma -dijo- se trata mediante ciertos diálogos», reza la frase final y culminar del fragmento platónico traducido. Con la palabra española «diálogos» es vertida la alemana Besprechungen, la cual no significa en este caso «diálogos» o «conversaciones», sino «conjuros» o «ensalmos», igual que la griega epodai, del original platónico. Epodé es también «palabra de consuelo». Así se entiende que Sócrates, repitiendo a sus oyentes el alegato que le dirigió el tracio, prosiga: «Pero el alma, buen hombre, se cura con ciertas palabras de consuelo (o conjuros), y estas serían los bellos discursos. Pues mediante estos discursos se engendra en el alma la serenidad (sophrosyne), y si esta es engendrada y está presente, es fácil procurar salud a la cabeza y al resto del cuerpo» (Carmides, 157 a). Platón alude, a mi juicio, a un rito catártico de índole verbal. Mas para que el conjuro actuase, era preciso que el enfermo «abriese su alma» previamente. El Carmides es, en verdad, un pequeño tratado de psicoterapia. Valdría la pena estudiarlo desde este punto de vista.

 

18

Ueber Standpunkte in der inneren Medizin (1926); y, sobre todo, la famosa conferencia Krankheitsform und Persönlichkeit, pronunciada en 1928 y publicada como monografía en 1929 (Leipzig, Thieme).

 

19

Ludolf von Krehl. Gedächtnisrede (Leipzig, 1937).

 

20

Vide: Diagnóstico individual y tratamiento de los cardiópatas, traducción esp. (Barcelona, 1944): «Organisch, funktionell, neurotisch in Diagnose und Therapie», en Ueber seelische Krankheitsentstehung, en colaboración con Schultz-Hencke y Von Weizsaecker; y, sobre todo, su bien pensada y bien compuesta doble colaboración en el Lehrbuch der inneren Medizin, de Assmann, Beckmann, Von Bergmann, etc. (5.ª ed., Berlín, 1942; hay traducción española) y el libro Ueber Beurteilung und Behandlung von Kranken (Berlín, 1928).