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La evolución lingüística en «Aires murcianos» de Vicente Medina

Juan José Navarro Avilés






Introducción

Hay que tener en cuenta que en este trabajo solo trataremos el aspecto lingüístico de Aires murcianos, en una vertiente que, a pesar de su interés, todavía no ha sido abordada. En concreto, se afrontará el tema de los dialectalismos incluidos en esta obra y la evolución que han sufrido entre las sucesivas entregas y su edición final de 1929.

Francisco Javier Díez de Revenga (2001: 121) afirma lo siguiente en un artículo sobre el poema «Cansera», publicado por primera vez en la revista Blanco y Negro:

En el texto que el poeta dio a conocer en Blanco y Negro, consciente del uso que hace de términos dialectales, los imprime en letra cursiva [...]. Tan sólo unas pinceladas constituyen estas voces regionales, pero suficientes para manifestar el clima de desolación y de desánimo de toda una generación y de todo un pueblo laborioso y paciente que lo único que, ante la derrota final, puede manifestar es eso, una «cansera» interminable, tan real como poética, tan vital como indefinible.



Como vemos, se puede considerar que esos rasgos dialectales constituyen tan solo unas «pinceladas», en un texto escrito en castellano normativo. Profundizando en el tema, Díez de Revenga (2011: 6), indica que, cuando el texto de ese poema aparece en Blanco y Negro, en 1898:

[...] los que compusieron el texto para la revista pusieron en cursiva aquellos términos que no estaban escritos en castellano normalizado, sin duda porque era en Madrid donde aparecía el texto y convenía destacar aquellos elementos que no eran correctos.



Siguiendo con el citado artículo, el profesor Díez de Revenga (ibid.) dice también que esos términos dialectales aparecen asimismo en cursiva en la primera edición de Aires Murcianos -publicada en Cartagena en 1898-, pero que en las restantes ediciones de dicha obra ya no se utiliza la cursiva para destacar estas palabras, indicando el siguiente motivo:

A Medina sin duda no le gustaba que se destacasen esas palabras, porque le parecería que fueran inferiores o vulgares, sin duda. Y una última prueba es que, cuando Medina copia su poema con su propia letra en algún momento de su vida, en el manuscrito ni subraya ni destaca palabra alguna, como se advierte en el manuscrito que adjuntamos a este trabajo.



Manuscrito de «Cansera»

Figura 1: Manuscrito de «Cansera» citado



Puede resultar difícil de entender que a Vicente Medina no le gustasen las «voces regionales» -en expresión de Díez de Revenga-, ya que expertos de prestigio como José Muñoz Garrigós (1987: 231) lo consideran el «exponente máximo de la utilización del dialecto murciano en la literatura». En este sentido, veamos lo que Medina (1929 [2005b]: 294) dejó escrito sobre este asunto, que se puede encontrar en la presentación del «Vocabulario», al final de la edición definitiva de Aires murcianos de 1929:

Del ciento y medio de palabras de este vocabulario, solo unas cincuenta de ellas no están en el Diccionario oficial: (van marcadas con un asterisco) las demás son metaplasmos o barbarismos que lejitimará (sic) el tiempo con el uso, pues la lengua es eso: no petrificación, no lo fósil, no lo arcaico en desuso, sinó palabra viva que, a veces, se gasta y muere como tantas cosas vivas, o que (dejando caer letras, o tomándolas, o cambiándolas) se nutre, se desarrolla, encasta, tiene cruzamientos, procrea, se multiplica, florece...



Como podemos ver, Medina pensaba que estos metaplasmos serían legitimados «por el tiempo, con el uso», pero lo cierto es que cuando escribió esas frases, como vamos a comprobar, había suprimido muchos de los modismos murcianos de los diferentes poemas que habían sido incluidos en anteriores ediciones.

Pues bien, en este trabajo ahondaremos en esas supresiones voluntarias que Vicente Medina hizo en los poemas incluidos en sucesivas entregas de Aires murcianos, ya que, como decimos, es un tema no abordado, salvo en breves referencias. Así, José M.ª Jover Zamora (2000: 100) escribió en un estudio sobre el poema «Cansera»:

Por lo demás basta contrastar los modismos específicamente murcianos que aparecen en esta edición de 1898 («arroyás», «juerza», «se jueron», «golver», «d'uva», «d'aliento»), con su desaparición en la edición de Obras escogidas, de 1908, para inclinarse por la espontaneidad y la fidelidad idiomática buscada por el autor.



Como vemos, Jover Zamora indica que Vicente Medina suprime «modismos específicamente murcianos». Sin embargo, María Josefa Díez de Revenga (1983: 26), en su estudio sobre Aires murcianos, hace una breve referencia a este asunto en los siguientes términos:

Todos los poemas que se integran en este volumen (el de 1900) se conservarán en la edición definitiva (de 1929), como en el caso anterior (el de 1898) con modificaciones ortográficas y tipográficas solamente.



La falta de acuerdo entre lo indicado por las citadas personalidades nos reafirma en la importancia de hacer un estudio completo del tema.




Comparación entre distintas ediciones de «Cansera»

Si, profundizando en este asunto, realizamos una comparación entre la versión de «Cansera» publicada en Blanco y Negro transcrita por Díez de Revenga (2011: 5-6) y la del manuscrito citado (sin fecha), se comprueba que esas palabras «en cursiva» en la versión de la revista no solo no se subrayan ni destacan en modo alguno en el manuscrito, sino que, además, algunas de esas palabras han sido sustituidas por otras, muchas veces en castellano normativo. Así, rüines se sustituye por ruïnes, laera por laëra, á por a, juerza por fuerza, d'ir por de ir, jueron por fueron, golver por volver, güenas por buenas, suores por suöres y, por último, jué se sustituye por fué en las dos ocasiones en que aparece.

Como se puede advertir, los cambios efectuados no son solo de tipo ortográfico, como laera por laëra o á por a, sino que se sustituyen términos que son claramente indicativos de rasgos dialectales que se dan en las hablas murcianas, y en la huerta en particular. Semejante resultado se obtiene comparando las versiones de «Cansera» incluidas en las ediciones de Aires murcianos de 1898 y 1900 con la del manuscrito citado, la cual, por cierto, coincide prácticamente con la edición definitiva de 1929. Por tanto, se deduce que, para el poema «Cansera», Vicente Medina suprimió los siguientes rasgos dialectales murcianos, según lo indicado por García Soriano (1980: LXXVI, LXIX, LXXXV):

1) Velarización del fonema /f-/, que García Soriano explicaba así: «la f seguida de los diptongos ue, ui, se convierte en una velar fricativa sorda: juente (fuente), juera (fuera), juerte (fuerte), juí (fui), juimos (fuimos)».

2) En el caso de d'ir (de ir), se produce la pérdida de vocal en un enlace fónico.

3) El cambio de güenas por buenas, y, en general, la sustitución de la /b/ o /v/ por la /g/, se trata de un error de equivalencia acústica, lo que ocurre, según García Soriano «por lo común cuando van seguidas de una de las vocales velares o, u: agüelo (abuelo) [...], gomitar (vomitar) [...]».

También se pueden encontrar estas y otras características del dialecto murciano en estudios de José Muñoz Garrigós (2008a, 2008b) o Francisco Javier Gómez Ortín (2010: 28-35).

Se puede decir, pues, como ya señaló Jover Zamora, que los cambios detectados no eran solo ortográficos. Por todo ello, y dada la enorme importancia de la obra en cuestión, se ha considerado interesante, como hemos dicho, realizar un estudio completo que refleje las modificaciones entre la primera y última versión (de 1929), y no solo para «Cansera», sino para todos los poemas incluidos en las sucesivas entregas de Aires murcianos. Y se hace, como decimos, desde el convencimiento de que, pese a su enorme interés, tal comparación no ha sido aún realizada. A continuación se exponen los resultados.




Comparación entre las sucesivas publicaciones de Aires murcianos con la definitiva de 1929


Consideraciones previas

1) En los distintos apartados que siguen, se han agrupado, por tipos de fenómenos lingüísticos, aquellas palabras o expresiones que han sido sustituidas en la edición de 1929 por las que aparecen en alguna de las sucesivas entregas anteriores. Se transcriben tal y como están en las correspondientes ediciones.

2) Como se puede comprobar, se han recopilado los cambios de modo riguroso y exhaustivo, dada la gran importancia del asunto. Para cada entrega, se comparan los términos o expresiones sustituidos en cada poema, de modo que, en su caso, sea más fácil comprobar tales cambios.

3) Hay que advertir que la sustitución de algunos términos por otros no implica que los correspondientes fenómenos lingüísticos desaparezcan por completo, pues pueden permanecer, en un mismo poema, aplicados a otros términos, tanto en la edición inicial como en la final.

4) Para cada apartado de los que siguen, así como al final del trabajo, se ofrecen unos comentarios o conclusiones, aunque cada lector o estudioso del tema, y a la vista del material proporcionado, podrá sacar las suyas propias.




Comparación de los poemas incluidos en la edición de 1898 con los correspondientes en la edición de 1929

Se han comparado todos los poemas incluidos en Aires murcianos, primera serie, de 1898, editada por la Gaceta Minera de Cartagena, en el orden en que allí figuran, con los mismos poemas incluidos en la recopilación de 1929, editada por Francisco Javier Díez de Revenga, en 1985. Hay que indicar que algunos poemas tienen cambios en la estructura, que son mínimos, salvo en muy contadas ocasiones; no se han considerado tales cambios, pues el propósito es solo la detección de aquellos términos que han sido sustituidos por otros. Las voces o expresiones sustituidas se agruparán por fenómenos lingüísticos, como ya se ha dicho, siempre que ello sea posible. En primer lugar figurará la palabra o expresión tal y como está en la edición de 1898 y, a continuación, entre paréntesis, tal como aparece en la edición de 1929. Cuando alguna palabra o expresión ha sido sustituida en varias ocasiones en un mismo poema, se indica, entre paréntesis, el número de sustituciones. La comparación, y el consiguiente recuento, se ha efectuado para cada poema por separado. A continuación se tiene el resultado:



«La Barraca»:

-Reducción de vocales entre palabras: d'atobas (de atobas), m'aplana (me aplana), s'amasa (se amasa), c'agusto (qué a gusto)

-Conservación de las consonantes oclusivas sordas intervocálicas: acachá (agachá)

-Disimilación de vocales: trebajo (trabajo)

-Metátesis: probe (pobre)

-Pérdida de consonante: ivierno (invierno), süor (sudor)

-Pronunciación de la consonante velar g ante el diptongo /ue/ cuando este va precedido de h-: güerta (huerta)

-Ortografía: ciudäes (ciudaës).



«En la cieca»:

-Reducción de vocales entre palabras: c'una (que una), c'ahora (que ahora), d'un (de un), c'á (que a), c'acecha (que acecha), s'acerca (se acerca), s'atraviesa (se atraviesa), c'anguno (que anguno), c'a veces (que a veces), s'asemeja (se asemeja), c'un ababol (que un ababol), c'has (que has), c'antes (que antes), m'acuerdo (me acuerdo)

-Trueque de líquidas l > r: armilla (almilla), fartarte (faltarte)

-Asimilación del grupo mb > m: tamién (también) (2)

-Epéntesis: muncho (mucho)

-Metátesis: descudiaos (descuidaos)

-Equivalencia acústica: güelta (vuelta)

-Ortografía: hablan (häblan), höra (hora), pecao (pecäo).



«Isabelica la guapa»:

-Reducción de vocales entre palabras: d'aguas (de aguas), c'al (que al), s'acaba (se acaba), c'andar (c'andar), s'aguanta (se aguanta), c'acuden (que acuden), s'acordaran (se acordaran), d'una (de una), c'hablan (que hablan), s'iguala (se iguala), s'hace (se hace), s'acuerdan (se acuerdan), c'unas (que unas), c'a (que a), s'oy'icir (se oye icir), s'hallan (se hallan), s'arcanza (se alcanza), s'apuesto (se ha puesto), se l'ha (se le ha), s'aguantan (se aguantan), c'una (que una), d'una (de una), lo c'ha (lo que ha), c'haiga (que haiga), c'hace (que hace), d'una (de una), d'un (de un), c'á (que a), c'ahora (que ahora), c'antes (que antes), s'han (se han), d'armarla (de armarla), s'halla (se halla), s'hallan (se hallan), s'atasca (se atasca), s'aguanta (se aguanta), c'a (que a), s'alevanta (se alevanta), c'haiga (que haiga), qu'Isabelica (que Isabelica), s'acuerda (se acuerda), l'ha (le ha) (2), d'un (de un), c'hay (que hay)

-Trueque de líquidas l > r: parma (palma) (2), artar (altar), arba (alba), carma (calma), sobresarta (sobresalta), farta (falta), fartan (faltan), durces (dulces) (2), orvidando (olvidando), argo (algo) (3), resuerto (resuelto), mardito (maldito), farta (falta), sargan (salgan), farsa (falsa) (2), arguien (alguien), durce (dulce), arcanza (alcanza), recarcando (recalcando), urtimica (ultimica), sarto (salto), gorpe (golpe) (2), mardecío (maldecío), sarta (salta), sargan (salgan), espardas (espaldas), arcance (alcance)

-Velarización del fonema /f-/: Juensanta ('Fuensanta'), jueran ('fueran'), juerzas ('fuerzas'), jueran ('fueran'), juerza ('fuerza')

-Pérdida de la consonante oclusiva dental sonora d en posición inicial: ejaran (dejaran), esgracias (desgracias), emás (demás), eja (deja)

-Pérdida de d intervocálica: muänzas (mudanzas), tocaor (tocador), pruënte (prudente)

-Cambio de forma en adverbios y conjunciones: anque (aunque) (2), entavía (tavía), onde (ande) (3)

-Reducción del diptongo: mu (muy) (2), custión (cuestión) (2)

-Equivalencia acústica: güertas (vueltas), güen (buen), güelo (vuelo), golviendo (volviendo), güelve (vuelve), güelco (vuelco), güelta (vuelta), regüelven (revuelven)

-Metátesis: drento (dentro)

-Metátesis recíproca: nesecitaba (necesitaba) (2)

-Alternancia de consonantes oclusivas sonoras: ambustia (angustia)

-Disimilación vocálica: desimulo (disimulo)

-Epéntesis consonántica: trompiezo (tropiezo)

-Asimilación del grupo mb > m: tamién (también)

-Síncopa: entoces (entonces)

-Reducción de grupos cultos: oserva (observa)

-Ortografía: riëndose (rïéndose), älma (alma), nubläo (nubláo), tié (tïé)

-Apócope: pa (para).



«Tempranico»:

-Reducción de vocales entre palabras: c'hace (que hace), pa'l (pal), c'á (qué a), s'acuerda (se acuerda), c'una (que una)

-Trueque de líquidas l > r: artico (altico)

-Metátesis: trempano (temprano)

-Equivalencia acústica: güelve (vuelve)

-Velarización del fonema /f-/: juerza (fuerza).



«La novia del sordao»:

-Reducción de vocales entre palabras: s'ha (se ha), d'azadares (de azadares)

-Trueque de líquidas l > r: sordao (soldao) (3), arto (alto) (2), curpa (culpa), durces (dulces) (2)

-Metátesis: probe (pobre), probetico (pobretico)

-Equivalencia acústica: golver (volver)

-Síncopa: caëcerica (cabecerica)

-Pronunciación de la consonante velar g ante el diptongo /ue/ cuando este va precedido de h-: güerta (huerta)

-Cambio de forma en adverbios: onde (ande)

-Otros cambios: guierba (yerba), guielan (yelan), guiela (yela), guielo (yelo), tié (tiene).



«La enramá»:

-Reducción de vocales entre palabras: d'aquí (de aquí), l'aconsejan (le aconsejan), c'á (que a) (4), l'abren (le abren), c'amargarle (que amargarle), s'asomara (se asomara), t'hagan (te hagan), l'ha (le ha), t'aborresco (te aborresco), m'escondo (me escondo), t'esprecio (te esprecio), c'alabancioso (que alabancioso), d'un (de un), dend'hace (desde hace), s'ha (se ha) (2), por c'a (porque a), l'haga (le haga), c'al (que al) (2), s'han (se han), c'argo (que algo), d'hacer (de hacer), c'ayer (que ayer), d'azadares (de azadares), c'arrancó (que arrancó), c'un (que un), s'alaba (se alaba)

-Trueque de líquidas l > r: farto (falto), curpa (culpa) (3), sargo (salgo), suerta (suelta), sortó (soltó)

-Metátesis: probe (pobre)

-Equivalencia acústica: güeno (bueno), güeltas (vueltas) (2), güelta (vuelta), güelto (vuelto), golviera (volviera)

-Pronunciación de la consonante velar g ante el diptongo /ue/ cuando este va precedido de h-: güerta (huerta), güerto (huerto)

-Velarización del fonema /f-/: juente (fuente), juerza (fuerza), jué (fue)

-Reducción de diptongo: mu (muy)

-Asimilación del grupo mb > m: tamién (también) (2)

-Epéntesis: enquivocó (equivocó)

-Metátesis: probe (pobre), drento (dentro)

-Cambio de forma de conjunciones: anque (aunque)

-Ortografía: quear (queär).



«Irse al tallo»:

-Reducción de vocales entre palabras: s'arrepara (se arrepara), c'aquel (que aquel), c'amarga (que amarga), c'á (que a) (2), d'habas (de habas)

-Trueque de líquidas l > r: sartan (saltan) (2), farta (falta) (2), arto (alto), arza (alza), argo (algo) (7), durce (dulce)

-Reducción de diptongo: pos (pues), mu (muy) (4)

-Velarización del fonema /f-/: juente (fuente) (3)

-Otros: bucharas (cucharas).



«Cansera»:

-Equivalencia acústica: golver (volver), güenas (buenas)

-Velarización del fonema /f-/: juerza (fuerza), jueron (fueron), jué (fue) (2)

-Ortografía: ruines (ruïnes), quëa (quea).


Comentarios

1) Como se puede ver, y al igual que en las primeras comparaciones efectuadas en el apartado inicial, las modificaciones no son, en absoluto, meramente ortográficas, y lo normal es que con ellas se suprima o quite relieve a algunos rasgos propios del dialecto murciano.

2) El fenómeno lingüístico característico del murciano que se suprime en mayor número de ocasiones es la «reducción de vocales entre palabras». En este sentido, es curioso lo que dice Díez de Revenga (1983: 246): «Vicente Medina, en su deseo de reflejar la realidad del uso lingüístico utiliza frecuentemente el apóstrofo: l'icen, l'hondo, d'uva [...]». Habría que cuestionar, pues, tal deseo de Medina, ya que si, en efecto, el utilizar el apóstrofo refleja «la realidad del uso lingüístico», al eliminarlo -como él hizo conscientemente-, iría en contra de reflejar esa realidad.

3) Otra figura que se omite es el trueque de líquidas l por r, figura esta muy importante en las hablas murcianas, pues incluso mereció un estudio especial de José Muñoz Garrigós (2008b: 105-112): «En torno a -r y -l implosivas en la provincia de Murcia».

4) Es de señalar, en esta y en las demás comparaciones efectuadas, la cantidad de veces que se utiliza la diéresis, asunto este que merecería una consideración aparte.

5) En el poema titulado «Isabelica la guapa» se produce un hecho curioso y es que, en la edición de 1898 aparece la palabra ambustia, que es reemplazada por angustia en la edición definitiva. La curiosidad estriba en que, como es sabido, a Vicente Medina no le gustaba esa palabra, según afirmaba en la contestación a un artículo del periodista Bautista Monserrat (1899: 1), después de que este dudase en dicho artículo de «la propiedad de muchas de las palabras, de muchos de los términos, de muchos de los giros de sus versos huertanos». Ante estas afirmaciones de Bautista Monserrat, Medina (1929 [2005b]: I) contestó:

[...] mire V.: esa ternura y delicadeza desaparecerían en cuanto yo emplease «icillo, zagaliquio, ambustia» y otra infinidad de palabras que á mí me parecen de marcado sabor cómico y de mal gusto para la nota general de mis composiciones [...].



Lo cierto es que leyendo la primera versión de «Isabelica la guapa», de 1898, nadie diría que la palabra ambustia desentona, pues, como término muy utilizado en la huerta, se puede ver en la práctica totalidad de los vocabularios editados, así como en Ruiz Marín (2000: 47). En cuanto a icillo, hay que señalar que en la edición final de 1929 hay numerosas ocasiones en que el verbo decir aparece con aféresis de la d, incluida la forma icirlo, que se pronunciaría /icil.lo/ en la huerta. En relación al diminutivo -iquio, podría no gustarle a Vicente Medina, pero está claro, como señalaba José Ballester (1970: 15), que ese diminutivo era el más usado en la huerta y su lenguaje no se entiende con su omisión.

6) Independientemente de los cambios efectuados para esta y las sucesivas entregas de las que hablamos en este trabajo, se aprecia en la obra dialectal de Vicente Medina, como en la de otros autores, la influencia del catalán y el aragonés. El mismo Medina (1929 [2005b]: I) escribió que:

Las tropas del Rey Don Jaime estuvieron muchísimo tiempo en Murcia, después de la conquista, y los mozárabes murcianos dieron a su lenguaje los matices aragoneses del habla de los conquistadores, especialmente la terminación de los diminutivos en «ica» e «ico».



Esta influencia del catalán y el aragonés en el murciano o conjunto de hablas murcianas (extendidas por la actual región de Murcia y por las provincias limítrofes) se da principalmente en la morfología y el léxico y se ha tratado, entre otras, en la obra citada de García Soriano (1980: XLII) en la que, como curiosidad, se dice:

El más antiguo de la región (de Murcia), de los que se conocen escritos en una lengua romance, lo está en aragonés: la ya mencionada carta de donación de Abuzeit al maestre Santiago, fecha en Murcia a fines de agosto de 1244.



Igualmente, esta influencia es tratada en varios trabajos por José Fernando Domene Verdú, como se puede ver en la Bibliografía.

Como ejemplos, en la entrega de Aires murcianos que ahora comentamos, destaca sobre todo el diminutivo -ico, de procedencia aragonesa, que en la variante de la huerta murciana derivó en ocasiones en -iquio. Cabe destacar también, en los poemas de esta entrega, algunas palabras que compartimos con el aragonés y el catalán, como ababol 'amapola', con la misma forma en aragonés (Andolz, 1992; Pardo Asso, 2002) y que es babol en catalán. Igual se puede decir de atoba 'adobe', que en catalán es tova y en aragonés adoba. Por último, tenemos cansera, título del emblemático poema de Vicente Medina, definida por Pardo Asso (2002) como 'cansancio, fatiga, dejadez', y que figura también en Andolz (1992).






Comparación entre la edición de 1900 (Mignon) y la final de 1929

La comparación se ha hecho entre Aires murcianos de 1900, a través de la edición de 1970 (Medina, 1900 [1970])1 y la última edición de 1929, editada en 1985 (Medina, 1929 [1985]). En esta ocasión, también se exponen los resultados de la comparación efectuada para cada poema por separado. En primer lugar figura la palabra o expresión original y, a continuación (entre paréntesis) aquella por la que se ha sustituido y que figura en la versión de 1929. Cuando esa sustitución se ha hecho en varias ocasiones en un mismo poema, el número de sustituciones se indica, al final, entre paréntesis. En algunas ocasiones Vicente Medina modificó el título de algunos poemas, lo que se indica en lo sucesivo poniendo entre paréntesis el título que aparece en la edición definitiva de 1929.



«Naïca»:

-Trueque de líquidas l > r: arzar (alzar), durces (dulces)

-Ortografía: hincaos (incáos).



«Los pajaricos sueltos»:

-Reducción de vocales entre palabras: d'allá (de allá), c'hay (que hay)

-Equivalencia acústica: güenos (buenos)

-Velarización del fonema /f/: juera (fuera)

-Epéntesis: muncha (mucha) (2)

-Ortografía: jaula (jáula), da (dá).



«El abejorrico negro»:

-Reducción de vocales entre palabras: c'a (que a), c'aprieten (que aprieten), c'hay (que hay), m'ha (me ha), m'atemorizaba (me atemorizaba), s'ha (se ha), c'angustias (qué angustias), And'irán (Ande irán)

-Trueque de líquidas l > r: sobresarto (sobresalto), fartas (faltas), orvide (olvide)

-Equivalencia acústica: degolviéndome (devolviéndome), güeno (bueno), güeltas (vueltas) (2), güelto (vuelto), angún (algún)

-Velarización del fonema /f/: juera (fuera)

-Metátesis: drento (dentro) (2), trempanico (tempranico)

-Ortografía: páece (paece), oídos (oidos), to (tó), riendo (riëndo), da (dá) (2), alma (älma), luz (lus).



«Santa Rita, Rita...» («¡Santa Rita, Rita!»):

-Reducción de vocales entre palabras: c'un (que un), c'aciones (qué aciones), l'antojaba (le antojaba), s'acabaron (se acabaron), d'angustia (de angustia)

-Trueque de líquidas l > r: durces (dulces)

-Ortografía: fe (fé), to (tó) (4), dao (däo), roar (röar), da (dá), ca (cá), dio (dió)

-Disimilación: devertirla (divertirla)

-Metátesis: adrentos (adentros)

-Pérdida de la d inicial: esvariando (esvariändo), ice (dice).



«Cansera»:

-Equivalencia acústica: golver (volver), güenas (buenas)

-Velarización del fonema /f/: jué (fue) (2), juerza (fuerza), jueron (fueron)

-Ortografía: quëa (quea), to (tó).



«A otras tierras»:

-Reducción de vocales entre palabras: t'acuerdas (te acuerdas), c'a (que á), d'hambre (de hambre), and'irán (ande irán), s'ahoguen (se ahöguen), s'ahogan (se ahögan), d'arriba (de arriba), d'abajo (de abajo), por c'aguantan (porque aguantan)

-Trueque de líquidas l > r: farte (falte)

-Disimilación: trebajo (trabajo)

-Reducción de diptongo: pos (pues)

-Ortografía: tos (tós), quién (quien), na (ná) (2), cuajao (cuajäo), ca (cá), acoraos (acoräos), cara (cära), pesaombres (pesaömbres).



«La canción triste»:

-Reducción de vocales entre palabras: d'aquel (de aquel), s'apiña (se apiña), c'habla (que habla), d'amargura (de amargura), c'habla (que habla) (3), c'allí (que allí), d'hijos (de hijos), d'argo (de algo), c'al (que al)

-Trueque de líquidas l > r: durce (dulce)

-Ortografía: alreor (alrëor), töico (tóico), naide (náide), ve (vé).



«Noche-Güena» («Nochebuena»):

-Reducción de vocales entre palabras: d'agua (de agua), d'aquel (de aquel), d'otras (de otras), t'aseguro (te aseguro), d'anís (de anís), s'ahoga (se ahöga), c'a (que a) (2), d'agarrotás (de agarrotás)

-Trueque de líquidas l > r: artos (altos) (2), arcanzaba (alcanzaba), rescordo (rescoldo), arcabol (alcabor), durce (dulce), orvidaba (olvidaba), suertan (sueltan)

-Equivalencia acústica: güenas (buenas)

-Velarización del fonema /f/: juentes (fuentes)

-Metátesis: drento (dentro) (4)

-Epéntesis: muncho (mucho)

-Disimilación: devertirse (divertirse)

-Pérdida de la d inicial: ice (dice)

-Ortografía: hay (häy), ésos (esos), tos (tós), quea (quëa), va (vá) (2), tos (tós) (3), Noche-güena (Nochegüena), to (tó), esesperao (esesperäo)

-Otras: por encomedio (po encomedio).



«¡Tóico!» («Tóico»)

-Metátesis: drento (dentro)

-Ortografía y acentuación: puñao (puñäo)

-Otros cambios: abora (ahora).



«Carmencica»:

-Reducción de vocales entre palabras: c'anoche (que anoche), m'has (me has), d'una (de una), c'agua (que agua), t'has (te has), t'afincas (te afincas), s'acerque (se acerque), c'hace (que hace), d'antes (de antes), d'otra (de otra) (2), d'azadares (de azadares) (2), d'aquellas (de aquellas), s'acuerde (se acuerde), d'armendro (de almendro)

-Trueque de líquidas l > r: várgame (válgame), suerta (suelta), arto (alto), mardita (maldita), arcance (alcance)

-Equivalencia acústica: golvían (volvían), golvió (volvió), güelve (vuelve)

-Velarización del fonema /f/: jué (fue), juente (fuente)

-Ortografía: da (dá) (3), to (tö), honra (hönra), manchaïca (manchaica), éstos (estos), to (tó) (3), ciudades (ciudäes), basao (basäo), cerrao (cerräo).



«¡Los níos solos!» («Los níos solos»):

-Ortografía: alreor (alrëor).



«¡Que Dios se lo lleve!»:

-Trueque de líquidas l > r: arza (alza)

-Metátesis: probe (pobre)

-Ortografía: va (vá), da (dá), ca (cá), na (ná).



«Murria»:

-Reducción de vocales entre palabras: s'apaga (se apaga), m'acora (me acora), d'hallarme (de hallarme), d'aquellas (de aquellas) (2), d'aquellos (de aquellos) (5), m'abrasa (me abrasa), c'arzaïca (que alzaïca), m'acobarda (me acobarda), c'al (que al), c'aquellas (que aquellas) (2), m'abrigue (me abrigue), lo hondo (l'hondo) (2)

-Trueque de líquidas l > r: sarva (salva), fartan (faltan), durces (dulces) (2), arzaïca (alzaïca), corgaïcas (colgaïcas)

-Metátesis: probe (pobre)

-Equivalencia acústica: golver (volver)

-Velarización del fonema /f/: juerzas (fuerzas), juerte (fuerte)

-Pérdida de d inicial: ebajo (debajo)

-Reducción de diptongo: mu (muy)

-Ortografía: aquél (aquel), aquélla (aquella), ésos (esos), aquéllas (aquellas) (4).


Comentarios

1) Como se puede apreciar, el número de sustituciones ha disminuido en relación a las efectuadas en los poemas de la edición de 1898 de Aires murcianos. Ello es debido a que Vicente Medina emplea cada vez menos rasgos dialectales, con lo que, al plantearse la edición final, tiene menos necesidad de sustituirlos por los del castellano normativo.

2) Sorprende el uso de los términos madre y padre en «Noche-Güena» (título, por cierto, sustituido por «Nochebuena» en la edición de 1929). Es curioso que, siendo los términos páere y máere tan usuales en el lenguaje de la huerta de Murcia no sean utilizados por Vicente Medina. Así, el término páere no figura ni una sola vez en la edición definitiva de 1929. En cuanto a máere, este término solo aparece cuatro veces en el poema «Deshechica», de la edición de 1905. Sin embargo, se utilizan en castellano normativo tanto padre como madre, que, realmente, suenan bastante extraños si se trata de reflejar el lenguaje de esa comarca, en aquella época. Podría pensarse, pues, que esas palabras no gustasen a Medina, aún siendo realmente utilizadas de modo general en la huerta, lo cual resulta difícil de comprender.






Comparación entre La Canción de la Huerta (Nuevos aires murcianos) de 1905 y la edición final de 1929

La comparación se ha realizado entre La canción de la huerta (Nuevos Aires murcianos) en la edición de 2005 (Medina, 1905 [2005a]) y la última edición de 1929 (Medina, 1929 [1985]). Los poemas incluidos son los siguientes, respetando el orden en que figuran en la edición de 1905: «La carta del soldao», «Santica», «El esgince» («El esjince»), «Mustia», «Las borreguicas blancas», «¡Hija, maría!», «Los tres nenes», «Tó pomporicas» («¡Tó pomporicas!»), «La risera», «¡Tate quietecica!» («Tate quietecica»), «Cá cosa en su tiempo», «De casta», «Rescoldo», «El calorcico», «A la ru-ru mi nene...», «¡Náide!» («Náide»), «La sequía», «Gracia de Dios», «Guárdame un roalico», «Bendición», «Loco de remate», «Palabrica», «Ya... ¡ni el olorcico!», «El caminico», «La coplica Muerta», «La nubecica», «En la ñora», «¡Y la nena al brazal!» («Y la nena, ¡al brazal!»), «El aullío de los perros», «Deshechica», «El sacrificio», «Rosica», «¡Pobretico!», «La cabecerica», y «¡Callá, callaïca!». Cuando el título ha sufrido alguna modificación, indicaremos entre paréntesis el título definitivo (de 1929), como venimos haciendo.

En esta ocasión, al ser mucho menor su número, se han agrupado por tipos de fenómenos lingüísticos las palabras sustituidas en todo el libro. En primer lugar está la palabra tal como aparece en la edición de 1905 y a continuación, entre paréntesis, tal como la encontramos en la edición definitiva de 1929. Para más comodidad, se han relacionado en orden alfabético.

-Ortografía y acentuación: á (a) (73), abrasaos (abrasäos), agua (ägua), alma (älma) (3), arao (aräo), asolaos (asoläos), blanqueando, (blanqueändo), caëza (cabeza) (2), caerte (caërte), carleando (carleändo), clareaban (clareäban), criaturica (criäturica), desahogo (desahögo), digera (dijera), digeran (dijeran), encerraos (encerräos), entornaos (entornäos), entreabre (entreäbre), era (ëra), escusa (excusa), escusica (excusica), esgince (esjince) (2), esto (ësto), forcegeando (forcegeändo), ganaos (ganäos), guardao (guardäo), hablan (häblan), hacen (häcen), hecho (hëcho), helao (heläo), hora (höra), humean (humëan), lao (läo) (2), mataero (mataëro), megillas (mejillas), miala (miála) (3), Noche-buena (Nochebuena), ó (o) (2), otra (ötra), pasao (pasäo) (2), platiquen (platïquen), paraiso (paraïso), pïan (pían), pobretica (pobrecica), qué (que), queaba (queäba), recaos (recäos), riendo (riëndo), robao (robäo), sinó (sino), tanto (tánto), toa (töa), Trovaor (Trovaör), verdaero (verdaëro), quiban (qu'iban)

-Metátesis: cudiarlas (cuidarlas)

-Grupo consonántico: perene (perenne), perenne (perene)

-Velarización del fonema /f-/: juá (fuá)

-Consonante velar g ante el diptongo /ue/, cuando este va precedido de h-: güerto (huerto) (4), güerta (huerta) (3)

-Síncopa: juär (jugar)

-Otros cambios: abruza (abuza), tuíco (tóico), dende (desde) (2), abora (ahora) (3), abora (ahöra), arvierte (advierte), anguna (alguna), dempués (después).


Comentarios

Se observa la eliminación de sustituciones relativas al uso del apóstrofo, debido a que en la edición de 1905 se reduce mucho su uso, a pesar de que, como se ha visto, es un signo que refleja una característica importante del habla de la huerta. Igualmente ocurre con el trueque de líquidas l > r. Parece claro que Vicente Medina prácticamente se plantea a partir de aquí la eliminación de estas características del habla huertana, además de utilizar, en general, menos rasgos dialectales.

Aumenta aquí la sustitución de términos con diéresis en la edición de 1929. Como ya dijimos anteriormente, esta utilización de la diéresis podría ser objeto de estudio aparte.






Comparación entre Poesía. Obras escogidas, de 1908 (dos nuevos poemas) y la versión de 1929

Como es sabido, en 1908 se editó una recopilación titulada Poesía. Obras escogidas (Medina, 1908 [2008]) en la que, a los efectos que nos interesan, se incluyeron dos nuevos poemas: «¡Siempre te conocería!» y «La reina de la huerta». Para ambos se ha hecho la misma comparación con los incluidos en la edición final de 1929. En cuanto a la versión de «Cansera», y por su especial significado en este estudio, también se ha efectuado la necesaria comparación. El resultado es el que mostramos a continuación:

«Siempre te conocería»: anque (aunque), á (a) (2) y adornao (adornao).

«La reina de la huerta»: creida (creïda), á (a) (9), prencipales (principales), poetas (poëtas).

«Cansera»: arrollás (arroyás), esnúas (esnüas), de uva (d'uva), á (a) (3), quëa (quea), de aliento (d'aliento).


Comentario

Como se puede apreciar, la versión de «Cansera» incluida en esta edición ya se parece bastante a la final de 1929.






Comparación entre Abonico (Nuevos Aires murcianos) (Las cartas del emigrante) de 1917 y la edición final de 1929

La comparación se ha realizado entre Abonico (Nuevos Aires murcianos) (Las cartas del emigrante), en la edición de 1917 (Medina, 1917) y la última, ya citada, de 1929. En esta ocasión, al ser mucho menor su número, también se han agrupado las palabras sustituidas por fenómenos lingüísticos en todo el libro.

Los poemas incluidos son los siguientes, en el orden en que figuran en la edición de 1917: «Voz de España» (escrita en 1908), «Cuéntame, viajero», «¡Ay, calorcico de la tierra!», «La voz de la tierra», «Murcia, la de las flores», «Las malas no son las tierras», «Cantares», «Alábega fina», «La vieja», «El zagal de los papeles», «La guerra», «Tierra de promisión», «Las golondrinas», «Ayúdate y te ayudaré», «La yarará», «En el desierto», «El carro triunfante», «Florecica de almendro», «Dulce es el agua que corre...» y «Abonico».

Es de destacar que en la edición final de 1929 no se incluyen «Las esperanzas» ni «Es tiempo de sembrar» y, sin embargo, se incluye un nuevo título: «En busca del pan».

Las palabras que han sido sustituidas son las siguientes, agrupadas, como siempre, por fenómenos lingüísticos. En primer lugar está la palabra tal como aparece en la edición de 1917 y a continuación, entre paréntesis, tal como está en la edición definitiva de 1929. Para una mayor comodidad, se han ordenado alfabéticamente.

-Ortografía: a (á) (3), abarrotaos (abarrotäos), aconfiamos (aconfiämos), afligíos (afligidos), ahora (ahöra), alda (halda), alma (älma), alreor (alreör), ande (ánde) (4), aquel (aquél), asustaícas (asustaïcas), atolondrás (atolandrás), bocaos (bocäos), casaos (casäos), confianza (confiänza), confianzas (confiänzas), criaturicas (criäturicas), cuales (cuáles), da (dá) (3), dan (dán) (5), esa (ésa), este (éste), forzao (forzäo), ganaos (ganäos), granaos (granäos), hoja (höja), huerta (Huerta), lleváo (lleväo), paece (páece) (2), soldaos (soldäos), tal (tál) (2), tales (táles), tien (tién), tuicas (tuícas), tuico (tuíco), tuicos (tuícos) (2), va (vá) (2), (va) (2), vi (ví), (vi), vos (voz) (10).

-Otros cambios: aguilando (aguinaldo), entoavía (entavía), reunirse (rejuntarse).

Como vemos, en esta ocasión el número de sustituciones es poco numeroso y se ciñe, prácticamente, a la ortografía, destacando también el uso de la diéresis en la edición final de 1929. Ello es debido a que, como estamos viendo, en los poemas disminuye drásticamente el número de dialectalismos, apareciendo, incluso, a veces, los diminutivos -ito/-ita en vez de los murcianismos -ico/-ica. Curiosamente, y debido a ello, se da el fenómeno inverso al que venimos observando, o sea, se sustituyen términos en castellano normativo por otros dialectales: cuajados se sustituye por cuajäos, estremezco por estremesco y vez por ves.

Este cambio de proceder se pudo dar al observar Vicente Medina que los poemas originales de 1917 tenían pocos términos dialectales. En el siguiente apartado se observa este fenómeno en mayor proporción.




Comparación entre ¡Allá lejicos!... (Nuevos Aires murcianos) de 1927 y la edición final de 1929

La comparación se ha realizado entre ¡Allá lejicos!... (Nuevos Aires murcianos), en edición de 1927 (Medina, 1927)2 y la ya citada de 1929. En esta ocasión, y por ser también mucho menor su número, se han agrupado las palabras sustituidas en todo el libro por fenómenos lingüísticos. Los poemas incluidos son los siguientes, en el orden en que figuran en la edición de 1927: «Mi pueblecico», «Nacimiento», «Reyes», «Carnestolendas», «Pasión y muerte», «Calvarios», «Desde las peñas», «Ánimas», «¡Yo qué sé!», «Zagalico a por istiércol», «¡Bonicos y baratos!», «Arcas cerraicas» («Arcas cerraïcas»), «Ojo de rayo», «Aires murcianos-Los forasteros» («Los folasteros»), «Los gatos de la tía María Remedios» («Mariá»), «Seré uno más...», «La madrastrona», «Los pelirrojos», «En la plaza», «La espigaora» («La espigaöra»), «Olivares», «La almazara», «El retrato», «El chasco del molinero», «Don Eduardo el cura», «El sastre de Archena» y «Carmencica la Peña».

Cuando el título ha sufrido modificación, indicaremos entre paréntesis el título definitivo (1929), como venimos haciendo.

Las palabras que han sido sustituidas son las siguientes. En primer lugar está la palabra tal como aparece en la edición de 1927 y a continuación, entre paréntesis, tal como está en la edición definitiva de 1929. Para una mayor comodidad, se han ordenado alfabéticamente:

-Ortografía: a (á) (5), á (a), adornao (adornäo), ahöra (ahora), alma (älma), alto (älto), amo (ämo), aviluchos (abiluchos), arriscaos (arriscäos), arrodillaos (arrodilläos), blanqueando (blanqueändo) (2), cae (cäe), da (dá), criatura (criätura), digera (dijera), el (él) (2), encuericos (en cuericos), ëras (éras), es (ës), estrellao (estrelläo), fe (fé), guiando (guïando), häbas (habas), hampo (ampo), hora (höra), laico (laïco), lao (läo), maëstra (maestra), Maria (Mariá), mesmo (mismo), naica (naïca), o (ó) (4), (pa), páecen (paecen), picaéras (picaëras), pie (pié), pies (piés), pués (pues) (2), queästes (queäste), remendäo (remendao), reondo (reöndo), sarrias (sárrias), Teoro (Teöro), tia (tiá) (6), tío/tio (tió) (29), tía (tiá) (5), toa (töa), tóo (tó), tos (tós) (2), (3), traspasao (traspasäo), va (vá), vas (vás), ven (vén), acerle (hacerle), como (cómo).

-Disimilación de vocales: trebajo (trabajo).

-Otros cambios: dempués (después).

En esta ocasión el número de sustituciones es también poco numeroso y prácticamente se ciñe a la ortografía en su totalidad. El motivo, como ya dijimos en el apartado anterior, es que en los poemas originales el número de rasgos dialectales es mucho menor. Por ello, y quizá con la intención de dar un aire más murciano a los poemas en su versión definitiva, se da, como en el apartado anterior, y en mayor proporción, la sustitución de términos en castellano normativo por otros dialectales:

-Cambios «a la inversa»: desgarran (desjarran), vez (ves) (4), cruz (crús) (4), oscurecer (escurecer), trabajando (trebajando), forasteros (folasteros), ofrezcas (ofrescas), tiznada (tisnada), forastero (folastero), voz (vos), parduzca (pardusca), gazmuñera (gasmuñera), poquito (poquico), paciencia (pacencia), forasteros (folasteros), mezquinica (mesquinica), huertos (güertos), después (dempués), veían (vían), mocita (mocica), viejecito (viejecico), pobrecito (pobretico), luz (lus), nuéz (nués), arróz (arrós), delantal (delantar).

Es curioso, en este sentido, lo que Vicente Medina (1929 [2005b]: 10) escribía en las páginas iniciales de la edición de 1929 de Aires murcianos:

A los veinte años de ausencia de España y casi cincuenta de la tierra natal, de la huerta, tengo ahora más pura y poética la visión de mi terruño... Y he comenzado a escribir nuevos «aires murcianos». Pero ¡cosa triste! Lo que ha ganado mi sentimiento de la patria chica, purificándose, lo ha perdido mi memoria en cuanto a detalles, palabras propias, giros típicos y expresión viva, en suma.

Y ahora es cuando yo quisiera estar allí y recoger, como un tesoro desperdigado, la palabra, la costumbre y la indumentaria, que se van para no volver.



De este párrafo se desprende que en las últimas entregas de Aires murcianos no se reflejaba con total verismo, como su autor confiesa, el habla de la huerta.






Consideraciones finales

Aunque a la vista del material aportado en este trabajo cada lector podrá sacar las suyas, entendemos que se pueden extraer las siguientes conclusiones:

1. En la obra dialectal de Vicente Medina se constata la influencia del catalán y el aragonés, tal y como han indicado todos los estudiosos del tema.

2. De acuerdo con Francisco Javier Díez de Revenga, los poemas recogidos en Aires murcianos estarían escritos en castellano normativo con ciertos dialectalismos incluidos. Subraya también este autor la opinión al respecto de Manuel Alvar, en el sentido de que la lengua empleada por Medina «no es dialectal en sentido lato sino castellana con dialectalismos en sentido estricto». Es más, y siempre según Díez de Revenga, como veíamos al principio de este trabajo, «a Medina [ciertos rasgos dialectales] le parecería que fueran inferiores o vulgares, sin duda» (Díez de Revenga, 1999: 28).

3. En las sucesivas entregas de Aires murcianos se van reduciendo los dialectalismos e, incluso, en la edición definitiva de 1929 se sustituyen, como hemos comprobado, muchos términos y expresiones dialectales por los correspondientes en castellano normativo.

4. No se puede descartar como motivo de esta reducción de los dialectalismos el deseo de Vicente Medina de poder dar a conocer su obra fuera de la región de Murcia, con el propósito de aumentar los ingresos como consecuencia de las ventas, ya que el tema económico llegó a ser acuciante para él y toda su familia. Hay que tener en cuenta, por ejemplo, el consejo de Leopoldo Alas, Clarín, sobre el lenguaje empleado en su obra El Rento: «sobran, acaso, algunos pormenores locales, y el lenguaje provinciano fatiga algo a oídos profanos». Tal advertencia hizo que Medina adaptase el lenguaje, en este caso de El Rento, tal como señaló Medina Tornero (1996: 38) a la «facilidad de pronunciación de un castellano sencillo».

5. En las entregas aparecidas en 1917 (Abonico) y en 1927 (Allá lejicos) los términos dialectales murcianos disminuyen drásticamente, hasta el punto de que en la edición definitiva de 1929 se da el fenómeno inverso en los poemas correspondientes: Medina parece verse obligado a sustituir algunas palabras en castellano normativo por otras dialectales.

6. Si lo que interesa es el estudio del lenguaje dialectal murciano, sería recomendable consultar las primeras ediciones de las sucesivas entregas de Aires murcianos (y entre ellas, muy preferentemente, las de 1898 y 1900), ya que, a partir de ahí, y como ya señaló Jover Zamora (2000) en relación a «Cansera», y hemos comprobado en este trabajo, disminuyen o desaparecen «los modismos específicamente murcianos».

7. Es aconsejable tener en cuenta todo lo anteriormente expuesto a la hora de ponderar la obra de Vicente Medina, y en concreto los Aires murcianos, desde el punto de vista lingüístico.






Bibliografía

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