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11

Las mezclas de bebidas o helados eran reputados de cosa poco limpia. De ahí el sentido peyorativo del adjetivo farfante, sin duda deformación de farfantón (pretencioso, hablador). Hay un pasaje del propio Calderón, en Cuál es mayor perfección (ed. Obras completas, de Valbuena Briones, Madrid, Aguilar, 1956, t. II, pp. 1625-1626), que reproduce Hartzenbusch en su edición de esta pieza y que corrobora, sin duda, su autoría:

«INÉS
¿Querrás agua de limón,
guindas o canela?
ROQUE
¿Luego
Inés, todo el día es de agua?
INÉS
No, que también darte puedo...
ROQUE
¿Qué? ¿Sorbete o garapiña?
INÉS
De aloja, que es lo que tengo
para antes del chocolate.
ROQUE
Pues que me hagas, te ruego,
del chocolate y de todas
esas cosas un compuesto
y me llenes un gran vaso.
INÉS
¿Estás loco?
ROQUE
Hacer deseo
un regalo, cual será
ver el chocolate lleno
de guindas y de limón
sorbete y aloja.
INÉS
Eso
será una gran porquería.
ROQUE
Mejor que mejor, pues luego
les dirás a esas señoras
Que yo las manos las beso
y que miren lo que son
sus pulideces, supuesto
Que este vaso por defuera
su estómago es por de dentro.»


Cf. vv. 305-306 de esta mojiganga.

 

12

Al generalizarse el empleo de la nieve (vid. nota al v. 118) se ideó el fabricar helados y sorbetes por el procedimiento primitivo de mezclar nieve con sal y revolver entre ellas vasijas que contuvieran los citados líquidos. Se produce así un juego de palabras con «desalada», que además de su acepción «sin alas», tienen la de arrojarse aceleradamente, con los brazos abiertos por analogía con el vuelo rápido de las aves (DA).

 

13

Calabriada: junta o mezcla de cosas diversas, sobre todo de agua y vino (DA).

 

14

Esquivel Navarro, en su Discurso sobre el arte del dançado, Sevilla, 1642, indica que los movimientos del danzado son cinco (los mismos que los de las armas): accidentales, extraños, transversales, violentos y naturales. De estos cinco movimientos nacían las mudanzas, tales como encajes, cabriolas, cuatropeados, vueltas al descuido o de folías, cruzados, floreos, carrerillas, retiradas y otros de gran diversidad. Sin embargo, indica Cotarelo (p. CCXXIX) que las palabras que se hallan en las acotaciones de los bailes solamente en parte tienen el sentido de las de Esquivel. Así, el cruzado que hacían hombres y mujeres sobre el tablado era una evolución orgánica entre ellos, y el que define Esquivel es el movimiento de cruzar las piernas.

 

15

La opilación era enfermedad típicamente femenina cuyos síntomas eran el mal color y otros desarreglos. Agustín Albarracín, op. cit., pp. 220-236, comenta que la excesiva ingestión de bebidas frías podría ser causa de la misma, aparte de la curiosa costumbre de comer barro para adquirir la característica amarillez del rostro (modo de ocultar en ocasiones clandestinos embarazos). Se solía recetar para su remedio agua ferruginosa, de ahí la frecuente expresión «tomar el acero». Cf. n. al v. 163 de El desafío de Juan Rana. Luis S. Granjel, op. cit., pp. 223 y ss., se extiende sobre los numerosos tratados de hidrología terapéutica en el seiscientos.

 

16

Vv. 186-187 Ya en otra parte hemos comentado la frecuente sátira contra los taberneros que bautizaban el vino. Pero también el vino aguado gozaba de estimación desde un punto de vista médico. Así, fueron célebres libros como los del Doctor Gerónimo Pardo, Tratado del vino aguado y agua envinada, sobre el aforismo 56 de la sección 7 de Hipócrates, Valladolid, Imprenta de Valdivieso, 1661. Cf. Luis S. Granjel, op. cit., p. 225.

 

17

Cólera cortada: equivale a desayunar (Correas, p. 708).

 

18

Afufón: de afufar, huir, fugarse (LM, p. 15).

 

19

Cáncharas, máncharas: cuentos, engaños o disputas (DA).

 

20

Como es usual Hartzenbusch suple: «Sala en casa de doña Blasa.»