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La guerra del moro a fines del siglo XV

Marcos Jiménez de la Espada



[Indicaciones de paginación en nota.1]





  —171→  

Procedente de la Universidad de Alcalá de Henares existe en la Central un tomo de manuscritos (94A Z) que, con el título defectuoso de Conquista de Orán y memoriales, etc., encierra una parte (mínima, á mi juicio) de los documentos que el Cardenal Cisneros iba juntando y estudiando para proceder con pleno conocimiento de causa á la conquista de allende, ó de Jerusalem, como quiere su apologista y santificador el P. Quintanilla. Pero en eso poco que queda del expediente eclesiástico-militar instruido, como era de razón, para el caso, y á vueltas de otros que nada tienen que ver con África, tales como las tres famosas cartas originales, vivas, de los franciscanos de la Española contra D. Cristobal Colón, hay piezas de mucho valor histórico y geográfico, pues nadie se atreverá á negárselo á una carta original y dos ó tres proyectos y presupuestos de campaña del ingeniero veneciano ó chioggiano Jerónimo Vianello, inspirador, organizador, tracista y adalid de las empresas de Mazalquivir y de Orán; á una colección de planos y perspectivas de fortalezas africanas, apuntadas algunas de estas con una soltura y seguridad en el dibujo admirables; y á las descripciones geográfico-militares de la costa mediterránea comprendida entre Ceuta y Orán, escritas antes de la toma de Mazalquivir (1505). Estas descripciones y las epístolas franciscanas adversus Colombum las publicó en 1879 el Sr. D. José Villa-amil y Castro; los papeles de Vianello,   —172→   deben haberse publicado también, porque hace bastantes años, el Sr. Vincenzo Bellemo, autor de una biografía eruditísima del célebre viajero Nicolò de' Conti, me pidió copia de ellos para un trabajo semejante acerca de Vianello, y yo tuve el gusto de sacarla de mi mano y de remitírsela al poco tiempo de habérmela pedido. El documento que, según parece, no ha tenido la misma fortuna que las cartas franciscanas y las relaciones geográfico-militares, á pesar de encontrarse encuadernado al lado de estas últimas, es el que copio más abajo y ruego á la Real Academia se sirva insertar en su BOLETÍN.

El ofrecérselo no es porque lo tenga por de mucha estima y cosa extraordinaria: ni descubre hecho nuevo de gran transcendencia, ni rectifica alguno de los muy señalados entre los que conocemos, ni resuelve ninguna de esas dudas más perjudiciales á la investigación histórica, que la falta absoluta de datos. Su valor histórico está muy por bajo de estas importancias. No pasa del que le prestan las correrías y saltos de nuestros levantiscos y andaluces en el litoral africano, ignoradas la mayor parte ó desechadas por los historiadores generales de España y que incitan á investigar más despacio y con más noticia los sucesos precursores de las empresas de Cisneros, las únicas que hasta ahora hemos mirado con algún detenimiento, y admirado quizás excesivamente. Verdad es que con estos episodios militares salen del olvido ó ganan reputación y fama los plebeyos y nobles que apunta el anónimo autor de nuestro documento, caudillos los unos, adalides los otros, como lo era él; gente rapaz, cruel y mercenaria; curtida al sol y vientos africanos y encurtida en las aguas de ambos mares; tan codiciosa de la sangre enemiga como derrochadora de la suya; héroes de alquiler mis baratos y no menos valientes que los famosos condottieri que en aquel entonces barajaban los principados italianos y el inviolable patrimonio de la Sede Apostólica, como ellos los aduares berberiscos. El férreo vigor de sus cuerpos, su consumada pericia y los inagotables recursos de su industria militar, aseguraban el éxito, ó evitaban el completo fracaso de aquellas represalias de las piraterías berberiscas, que eran al propio tiempo expansiones de nuestro poderío, competencias con nuestros vecinos los portugueses,   —173→   y haga mí, además, albores de la política africana de D. Fernando V. Que consentía y acaso alentaba estas incursiones, es indudable, y también que al hacerlo, miraba, según frase de entonces, á dos hitos: hacerse con un apeadero seguro en la costa del reino de Fez y poner coto á las conquistas lusitanas en este reino. No es posible que viera con buenos ojos y sin inquietudes cómo nuestros vecinos se extendían ó procuraban extenderse por las costas fronteras de España en el Estrecho; al menos mientras lograba por otras vías que aquello redundara al fin y al cabo en pro de nuestra patria después de incorporada, unida indisolublemente con la portuguesa. Y tengo por seguro que si el jerezano Juan Sánchez hubiera podido mantener á Azamor y los caballeros y adalides de Gibraltar á Tagaza, D. Fernando hubiera hecho suyos los hechos consumados y mandado escribir en otra forma la cláusula del tratado de Toledo de 6 de Marzo de 1480, en que reconocía explícitamente los derechos del rey de Portugal á la conquista de todo el reino de Fez, que llegaba hasta Melilla (Arch. da T. do Tombo.- Liuro das Pazes, fol. 136). Azamor y Tagaza habrían descubierto sus planes en ocasión más favorable y oportuna que la toma del Peñón de Vélez, con la cual abiertamente faltó al convenio firmado en Arévalo en 2 de Julio de 1494, aunque alegando dos razones, una muy poderosa (V. nota 12), y otra con visos y flaquezas de argucia, fundada en la problemática existencia de un reino de Vélez independiente del de Fez; pues si bien es cierto que en varios papeles de la época y en algún historiador autorizado (Paez de Castro) se nombra al rey de Vélez con anterioridad á la conquista del Peñón y al tiempo que se hizo, los hechos acaecidos con motivo de esta conquista y las de Melilla y Cazaza prueban lo contrario. Ni creo que D. Fernando insistiera en su argucia después de alegarla bajo su firma á los pocos días de atentar en Vélez á los derechos de la Corona portuguesa.

Nuestro documento, como he dicho, es anónimo, y además carece de fecha. Sin ambajes declaro que no he podido rastrear el nombre ni el menor indicio de la persona, condición ú oficio del autor. Su fecha, juzgando por la ocasión en que se escribió, y descartado el año anotado en la cubierta con letra del tiempo, 1506,   —174→   debió ser antes de la jornada de Mazalquivir (Septiembre de 1505), y en la furia de los aprestos que para ella se hacían, principalmente en Sevilla y en Málaga. Sin embargo, me extraña que el anónimo no cite entre las expediciones y correrías á Berbería de Levante la que fué en conquistar á Melilla (1497) ni otra alguna posterior al último año del siglo XV.

Consta de 4 folios útiles encarpetados en un pliego en blanco, que lleva en la primera página de la misma letra del ms. y como rótulo principal: «Memoriales y nombres de capitanes para la guerra de allende;» y encima, de otra letra y tinta, leo:

Rótulo 1

que bien pudiera ser la cifra del nombre del autor.

En otras dos partes de la cubierta: «Memorial para la guerra de allende.» Y por último, en otra: «Año de 1506. Memorial que toca á la conquista de Jerusalen que emprendía nuestro Santo Cardenal,» de letra del P. Quintanilla.

El texto va cargado de notas. Algunas sobrarán ó tendrán mucho de sobra. Pido indulgencia por ellas y para ellas.

M. JIMÉNEZ DE LA ESPADA.


+ — ihus — Primero

El capitán que ha de ir en el armada que sus Altezas quieren hacer para hacer guerra en Africa á los moros y para guardar la mar, era necesario quel capitán fuese hombre sabio y esforzado y que tuviese noticia por uso y por espirencia de los fechos de la mar, y asimesmo supiese las cosas y calidades suficientes de la guerra de África y asimesmo de la mar; porque aquella guerra no es de la calidad de la de acá, porque ha de contender y andar confino en los peligros de la mar, y si ha de saltar en tierra, es la tierra muy poblada y extraña, y para en tan gran hecho, no es menester quel capitán haya de andar preguntando lo quel tenía de saber en tiempo antes que tal cargo le fuese dado; y en el Andalucía hay hombres para esto suficientes para que su Alteza   —175→   puede mandar y hacer el capitán tal como dicho tengo; al menor, si sus Altezas quisieren hacer capitán de su casa é corte que sea de tal condición que ame y reciba los buenos consejos que le daran los hombres de guerra que han de ir con él, porque destos hay hartos en el Andalucía, por haber acostumbrado muchos años ha saltado (sic) en la Sierra de África, así en la Berbería del Poniente como en la del Levante.

Otrosí, que la gente que ha de ir en esta armada, es necesario que sea de Xerez de la Frontera y del Puerto de Santa María y de Cáliz y de San Lucar y del ducado de Medina Çidonia y de Giblaltar y de Cartagena y de Lorca y de la costa de la mar, porque en estos dichos logares lo tienen por uso ir á África y saltear y correr la tierra y barraear2 aduares y aldeas y tomar navíos de los moros en la mar; entre los cuales hombres y gentes en los dichos lugares hay adalides que desde Bugia hasta la Punta de Tetuan3, ques cabe Çebta, no hay lugar cercado ni aldea ni actuares ni valles ni sierras ni puertos ni desembarcaderos ni atalayas ni ardiles dispuestos adonde puedan ofender y hacer guerra que ellos no lo sepan como se ha de saber; y son tan diestros, que muchas veces saltan en la tierra de los moros á tentar y á espiar, y están dos días y dos noches con concierto de su navio ó navíos, y después los tornan á recoger á su salvo con toda discrición. Destos yo conozco algunos dellos por nombre, sin los que conozco que no me miembro de sus nombres, mas puédense luego saber. De los que conozco es Juan Ximenes, natural de Lorca, Coçintayna, y Juan Cantero, natural de Xerez, un criado del conde de Tendilla4; el Juan Cantero es muy gran marinero allende de saber lo de la tierra en gran manera. Estos son adalides de la costa de Levante. Los adalides de la costa de Poniente son también muchos y conozco algunos por nombre como los sobre dichos: conozco á Juan de Piñar y á Bartolomé Verdugo, y á Juan de Sevilla5; estos viven en Xerez y en el Puerto; estos han salteado y saben todos los ardiles desde Alarache hasta la Mar Pequeña6; estos eran necesario (sic) y otros que hay de más suerte que se dirán en su lugar, si fuere menester. Estos y los otros es necesario que vayan en el armada en el navío donde fuere el capitán, para que con elles haya su consejo   —176→   así en las cosas que ha de hacer en la tierra como en la mar, pues que así son sabios para lo uno como para lo otro.

Otrosí, quel armada se debría de facer en el Puerto de Santa María, porque se haría con menos costa y para tomar la gente de guerra está por allí cerca la mayor cantidad y el río, que pueden entrar por él á traer los mantenimientos de Xerez, donde hay grande abundancia. Allende desto, han de tener bizcocho y vetuallas en Giblaltar y en Málaga y en Cartagena, para que cada vez que la flota arribare en aquellas partes, hallen prestos los mantenimientos y en tomándolos se hagan luego la vuelta de la mar, haciéndoles tiempo, y después de toda junta el armada, haciendo sus conciertos de seguir toda el armada al navío capitán con sus señas, segund las armadas suelen hacer, que se dirá en su lugar.

Otrosí, de que el armada saliere del Puerto de Santa María y corriere levante, correr á la costa del Poniente y usar de los ardiles que los adalides saben de aquella costa y procurar con gran diligencia de tomar á Tite ó á La Casa del Caballero ó Açamor ó á Zafi, pues que se pueden tomar, como ya otra vez se ha tomado Azamor y se tornó á perder por mal recabdo; ó yo me hallé en la tomada7. El cual no se perderá agora si se toma. Y asimesmo se tomó agora poco ha la Casa del Caballero, y asimesmo hobo mal recabdo, que aunque se tomó, se fueron los moros8. Todos estos logares tomaron los caballeros de Xerez. Asimesmo hay ardiles para tomar cabalgadas en aquella costa, como otras veces los caballeros de Xerez han tomado, en las cuales yo me he hallado en las más dellas, de cuya cabsa conozco lo sobredicho y muy más largo de lo que digo; porque en compañia de Frzo [Francisco] Estopiñan9, vecino de Cáliz, que es hoy vivo, que pueda dar fe dello, quel año que se ganó Ronda10, después de ganada, fuimos á tentar cabalgadas y ardiles en aquella costa del Poniente, los cuales ardiles vide yo y otros que íbamos allí muy bien vistos y el Francisco de Estopiñan, y los mismos ardiles se están allí hoy día para se poder hacer con esta armada que sus Altezas quieren hacer, que ya se hubieran hecho, si sus Altezas hobieran dado licencia á la gente de Xerez después acá.

Otrosí, si corrieren ponientes, navegar á la Berbería de Levante,   —177→   que entiende hasta Bugia, que de allí no es de pasar, porque es lenjos y ha de ir la flota engolfada en la mar, de manera que no se vea desde la tierra de África, y de allí usar el capitán de sus ardiles de ir á tomar lugares en la tierra aquellos que sean fáciles y dispuestos para tomar, con gran consejo y discrición de los adalides y hombres de guerra, de manera que se haga todavía la guerra con gran discrición. Digo que anden engolfados en la mar, porque aquel es el propio navegar para tal guerra, por dos cosas: la una, porque no vean la flota desde la tierra los moros y no se guarden; y lo otro, porque si toparen con el armada de los moros, es lugar dispuesto donde la pueden tomar; y así desta manera ha de procurar el capitan de hacer la guerra y en África, como dicho es, quel armada de los moros no se ha de buscar como se ha buscado hasta aquí, andándose de Giblaltar á Malaga y de Málaga á Cartagena, andando en añaçcas (?) y en placeres y mariscando por las peñas de la costa, esperando á que les viniesen á decir los guardas 'en tal parto han salteado'; de manera que cuando la flota lo sabía que habían salteado, los moros estaban ya en Véles ó en Orán; y si la guerra se hace como dicho tengo, en África, los moros ternán tanto que hacer en guardar sus lugares y tierras, que olvidarán de venir á hacer guerra á la costa de Granada; de manera que los navíos de los moros no se han de buscar, si no si acaso toparen con ellos, que gente de África es de tal condición, que cuando no les guerrean luego vienen á guerrear donde hallan más amaño [ó á mano?], y cuando los guerrean, dejan de guerrear y ponen su cuidado en guardarse, y aun esto no saben bien hacer, guardarse, que todavía los toman como á ganados.

Otrosí, los navíos que han de ir en esta armada es necesario que fuesen dos ó tres galeas reales, al menos que sean dos, y cinco ó seis galeotas y seis carabelas latinas que sean tilladas11, y las meyores (sic) y más veleras que ser puedan, y dos ó tres rentas para servicio de la flota, y dos ó tres tafureas, que esten estantes en Giblaltar, para cuando la [flota] tuviese ardil que hubiere menester caballeros para correr algund campo ó aduares, que esten allí, porques Giblaltar en comedio de entramas costas, es muy buena baya y puerto para poder estar. Á los caballeros que han de ir á tal hecho no es menester tenellos á sueldo, que luego se hallaran cuantos quisieren, como se hallan cada vez que dicen que quieren ir hacer cabalgada cuantos quieren.

Otrosí, á lo que digo que han de ser galeas reales y muy buenas galeotas, porque las galeas alcanzaran á sus galeas y á sus galeotas y á sus fustas, porque son mayores, lo que no haran galeotas á galeotas ni fustas á fustas, mas las las (sic) galeotes da los cristianos alcanzaran á las fustas de los moros, porque son mayores, lo que no podrian hacer si son iguales, porque son los navios de los cristianos pesados, por ser la madera de encina ó de quejigo12 ó alcornoque y de pino, demás que las llevan cargadas de botas de vino y de agua y de muchas vetuallas, porque no son los cristianos medidos en el comer, que nunca se piensan ver hartos; y por el contrario (sic) son los navíos de los moros, que son muy livianos, porques la madera de lerce13, ques muy liviana y fuerte, y tráenlos muy livianos, para poder alcanzar á fuir, porque no traen vetuallas sino para seis ó ocho días; demas que la gente de los moros es muy dispuesta para remar, porque usan de lo necesario, porque les va mucho en ello, que si los toman, son muertos ó cativos, y por eso buscan lo necesario.

Débese de hacer mucha minsion de las carabelas, porque son navíos muy convinientes para tal hecho y armada, que si los navíos de remos son buenos, son para cuando hace calma, porque no se pueden servir de las velas por falta de viento, que cuando lo hace, muy poco navegan al remo, salvo si es para tomar puerto ó decendir (sic) en tierra; y la ventaja que tienen los navíos de remos en las calmas, como dicho es, aquella misma les tienen las carabelas con el viento, así como cuando es muy recio como cuando es muy manso; porque los navíos de remos, por ser sotiles, no pueden sofrir muchas velas; y por el contrario son las carabelas, que sufren mucha mar y muchas velas, de cuya cabsa andan mucho, en tanta manera, que sería cosa imposible que ningund navío de los moros se le pueda ir á la vela, ni menos se puedan defender que no las tomen; porque llevan cincuenta á sesenta hombres armados y llevan artilleria, de manera que así como son ligeros así son fuertes para embestir y pelear; demas que navegan contra el viento, lo que otros navios no pueden tan   —179→   bien hacer; demas que traen barcas para poder echar gente en tierra y para sacallas de los puertos, si hace calmas, y para metellas y remolcallas; demas que ellas se ayudan del remo; demas que de doce meses del año los tres solamente en ellos hace calma y los otros nueve son muy ventosos, que antes sobran los vientos que no faltan; de manera que la ventaja que los navios de remo tienen á las carabelas, tienen las carabelas á los navios de remo en estos nueve meses, por ser los vientos continos; cuanto más que aun en aquellos tres meses, que se entiende junio, julio y agosto, hace muchas veces vientos de que las carabelas se sirven; y que esto sea así verdad que las carabelas son los más suficientes navios para esta armada, está sabido por esperencia allende de lo sobredicho; que algunas carabelas, especialmente dos que eran del Puerto de Santa María, y creo que eran amas del alcayde Charles14, ó á lo menos la una, tomaron, andando de armada sobre la costa de África y de Granada, sobre treinta navios de moros que pasaban de la una costa á la otra, así galeones como fustas como sahetías y cárabos; y fue tanto el daño que estas carabelas hicieron en los moros y en sus navíos, que no osaban ya pasar de la una costa á la otra, y el que pasaba, á la ventura, que pensaba nunca escapar de ser tomados de las carabelas, como tomaban á otros muchos; de manera que cuando sus Altezas empezaron la guerra de Granada, tomaron desde á pocos días una sahetía que pasaba de Málaga á Orán, en que iban ciento y cincuenta hombres de pelea sin otra gente pasajera. Esta sahetía tenia media gavia á la manera de galeaza; era tan fuerte, que no la tomaron treinta fustas de cristianos y pelearon con ella más de seis horas; en el fin la tomaron por la destreza de las carabelas y gente, que se desviaban á fuera y la embestian cada una por su parte. Y esto sé yo muy bien, porque me hallé yo en esta tomada de esta sahetía.

Y á lo que digo que se puede hacer muy bien la guerra en África que sus Altezas quieren hacer con esta armada, con otras menores armadas se ha hecho, que á mí se me acuerda, porque me hallé en ciertas dellas, en especial con el alcaide Pedro de Vargas barraxamos á Taraga, en que tomamos moros y moras y veinte y tantos cativos cristianos y todo el despojo de la villa en   —180→   que se hobo mucha riqueza en ello15. Y otra vez me hallé en barragalla (sic) con los portogueses16. Y otra vez me hallé en otra armada que en las islas de Bucima17, sobre tomar el agua con ardil pensado, se mataron muchos moros. En estas mismas islas otra vez en compañía de portogueses, saltamos en las mismas islas y se mataron y tomaron ciento y cincuenta, moros. En otra armada con caballeros y adalides de Giblaltar barraxamos á Tagaça mucho á salvo, aunque después la tornamos á perder por desacuerdo de los capitanes que iban en el armada, que si fuera tino, no se perdiera18. Esto es en la Berbería de Levante; en la Berbería del Poniente, en compañía de caballeros de Xerez, por capitán Pedro de Vera, el gobernador de Canaria, barrazamos los aduares de Fadala y trujimos los moros y moras que en ellos estaban. Y antes desta cabalgada, el mismo Pedro de Vera, con caballeros de Xerez, hizo otra en las mismas islas de Fadala, que trujo los navíos llenos de moros y moras19.

Y en otra cabalgada me hallé en compañía de portogueses por capitán D. Diego de Almeida, prior de Ocrato. Desembarcamos con un ardil, alba de mañana, y destruimos y quemamos muchos aduares en que tomamos ochocientas ánimas y matamos muchas más y muchos ganados20. Y en otra cabalgada me halló con caballeros de Xerez, por capitán Lorenzo de Padilla, con cincuenta caballeros y setecientos peones, y salimos del Puerto de Santa María, y dende á once días volvimos al Puerto con la cabalgada en que entramos en el río de la Mamora, que es entre Alarache y Çalé y, barrazamos dos aduares, de los cuales trujimos cuatrocientas ánimas al Puerto de Santa María, sin las que murieron21; sin otras muchas cabalgadas que se han hecho sin yo ser en ellas22. Y esto de las cabalgadas que yo aquí he dicho, helo dicho por dos cosas: la una, porque se debe pensar que se puede hacer muy fácilmente la guerra en aliende, como dicho tengo arriba adonde digo cómo se ha de hacer la guerra; y lo otro, es porque se crea lo que yo aqui digo en este memorial no lo digo por oídas, mas como hombre que lo digo porque lo sé y me he hallado en ello; y que esto sea verdad, parece ser cierto porque á muchos es notorio; en especial que todos los capitanes y las más de las gentes son vivas, salvo el alcayde Pedro de Vargas,   —181→   y de los otros se puede saber que son vivos si es ansí; y pues que alcaides y caballeros que no tenían renta hacían tales armadas y hechos que tenían espantada y asombrada toda la costa de África y aún parte de la de Granada23, cuánto más se haría agora con el armada que sus Altezas fácilmente podrían hacer, que solo el nombre Real bastará para que tiemble la tierra de África, cuanto más los moros que en ella viven?24. Que si alguna avilantez los moros hoy tienen de venir hacer daño en la costa de Granada, no es por otra causa si no porque no se usa todo lo sobre dicho, que usándose, luego se dejarían ellos de pasalles por pensamiento de tener navíos como agora los tienen y hacen, porque hallan disposición para hacer lo que hacen en la costa de Granada.

Las gentes que sus Altezas tienen de caballo y de pie sería escusada, si se hiciese de [la?] guerra como arriba es dicho; y aunque allí aprovechasen algo donde están, sería si ellos lo hiciesen como se debría hacer, porque no lo saben hacer; y si fuese necesario que su Alteza quisiere saber cómo se ha de guardar aquella costa de Granada mientra que sus Altezas proveen el armada, yo lo diré, si me lo mandaren. Y si en algunas cosas de las sobre dichas algunas personas que hablan por oidas pusieren algunas dificultades, llámenme, que yo creo que con algunas otras personas que saben lo que yo, ó más, satisfaremos con el ayuda de Dios á las dificultades, si las pusieren.

Otrosí es cosa cierta, que si no se pone recabdo en Ogen (Ojén), un lugar que está cabe Marbella, vernan por el los moros de aliende como han venido por otros; y yo me maravillo cómo no han venido, porque es cierto quel alguacil del dicho Ogen está en aliende y dejó y tiene en el dicho Ogen su mujer y hijos y parientes y está solicitando de venir por ellos y por el lugar. Este S. Juan pasado, cuando llevaron á Benahabiz25 los moros de aliende, se pasó este alguacil de Ogen con los moros, aunque algunos dicen que lo llevaron por fuerza. Mas la verdad bien se entiende. De otros lugares diría que se han de ir sino los guardan, mas creo que sus Altezas les es notorio; y este lugar dije porque creí que no lo saben.







 
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