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La historia de los incas de Pedro Sarmiento de Gamboa publicada por el Sr. Richard Pietschmann

Ángel de Altolaguirre y Duvale





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Fué en España objeto, durante el siglo XVI, de serios estudios, animadas controversias y eruditas disertaciones el dilucidar, si no obstante la Bula del papa Alejandro VI, que otorgaba á Castilla la soberanía de las tierras que descubriese y conquistase más allá de un meridiano trazado 100 leguas al Oeste de las islas de Cabo Verde, era lícita la conquista de aquellas tierras y la destitución de los que en ellas ejercían el Poder supremo.

D. Francisco de Toledo, virrey del Perú, por los años de 1569 á 1581, quiso probar que los antepasados de los Incas reinantes en el Perú, á la llegada de los españoles, eran extranjeros, que por la fuerza se habían hecho señores de los naturales, estableciendo un gobierno tiránico, y, por tanto, que Castilla pudo lícitamente acabar con aquel estado social estableciendo otro régimen para civilizar y convertir los indios á la verdadera religión.

Para conseguir el fin que se proponía, ideó el Virrey que, tomando por base las declaraciones de los sucesores de los Incas y de los indios más conocedores de la historia de su país, se escribiera una general del Perú, confiriendo este cometido al capitán Pedro Sarmiento de Gamboa «el hombre más hábil para   —455→   tal obra que allí existía», según escribió al rey Felipe II en 1.º de Marzo de 1572, y dispuso que le acompañara en la visita de inspección que comenzó á hacer en las provincias del Virreinato á fin de que en ellas pudiera practicar informaciones.

Conocida es, por los trabajos de D. Martín Fernández de Navarrete, D. Cesáreo Fernández Duro, D. Marcos Jiménez de la Espada, el Sr. Clemente R. Markham y otros historiadores, la vida de este sabio cosmógrafo que fué el primero que para fijar la longitud en el mar se sirvió de la distancia angular de luna á sol, ideando un aparato para medirla; que, según dice Argensola, en la «Historia de las islas Malucas», escribió tratados de navegación, fundiciones de artillería y balas, fortificación y noticias de estrellas para seguir en todos mares; que como soldado combatió con los indios Chiriguanos; que á su pericia se debe el descubrimiento de las islas de Salomón y que inmortalizó su nombre con las dos expediciones que realizó al Estrecho de Magallanes, en las que no se sabe qué admirar más, si su pericia como navegante, su sereno valor ante los peligros, ó la entereza con que sufrió el frío, el hambre y las contrariedades con que la adversa fortuna le persiguió constantemente.

Para corresponder Sarmiento á la confianza en él depositada, trazó el plan de una gran obra que debía componerse de tres partes; la primera, la constituiría la descripción geográfica del Perú; la segunda, la historia de los Incas, y la tercera, la del descubrimiento y conquista por los españoles hasta el año 1572.

La circunstancia de acompañar al virrey D. Francisco de Toledo en las visitas á las provincias, lo que le facilitaba en gran manera la investigación y el ser la más interesante para el objeto que el Virrey se proponía, hizo que comenzase su trabajo por la segunda parte, ó sea la historia de los Incas, instruyendo 13 informaciones en Xaragua, Huama, Cuzco y Yucay, en las que declararon gran número de indios, las cuales se conservan en el Archivo de Indias en un volumen de 213 hojas útiles, habiéndose publicado parte de algunas en el tomo XXI de la Colección de documentos inéditos de Indias, y otras lo han sido por D. Marcos Jiménez de la Espada en unión de las Memorias antiguas del   —456→   Perú de Juan de Montesinos, en el tomo XVI de la Colección de libros españoles raros y curiosos.

Mucho facilitó la labor de Sarmiento el cuidado con que los indios procuraban conservar la memoria de los hechos de sus antepasados, pues según se dice en su obra «para suplir la falta de letras tenían estos bárbaros una curiosidad muy buena y cierta y era que unos á otros, padres á hijos, se iban refiriendo las cosas antiguas pasadas hasta sus tiempós, repitiéndoselas muchas veces como quien lee lección en cátedra, haciéndoles repetir las tales lecciones historiales á los oyentes, hasta que se les quedase en la memoria fijas, y así cada uno á sus descendientes iba comunicando sus anales por esta orden dicha para conservar sus historias y hazañas y antigüedades y los números de las gentes, pueblos y provincias, días, meses y años, batallas, muertes, destrucciones, fortalezas y cinches, y, finalmente, las cosas más notables que consisten en número y cuerpo notábanlas y agora las notan en unos cordeles á que llaman quipo que es lo mismo que decir racional ó contador. En el cual quipo dan ciertos nudos como ellos saben por los cuales y por las diferencias de los colores, distinguen y anotan cada cosa como con letras. Es cosa de admiración ver las menudencias que conservan en aquestos cordelejos de los cuales hay maestros como entre nosotros del escribir.»

«Y demás desto había, y aún agora, hay particulares historiadores destas naciones que era oficio que se heredaba de padre á hijo.»



Ofrecían, pues, las declaraciones de los indios cierta garantía de verdad, y confrontándolas y depurando las diferencias que encontraba, pudo Sarmiento dar por terminada esta parte de su trabajo que ilustró con cuatro grandes lienzos que se hallan descritos en una información que el Virrey mandó instruir en el Cuzco en Enero de 1572, publicada por D. Marcos Jiménez de la Espada en el citado tomo XVI de la Colección de libros raros y curiosos, y en la que el escribano Alvar Ruiz de Navamuel da fe que en los dichos lienzos estaban escritos y pintados los «bultos de los Incas con las medallas de sus mugeres y ayllos é la   —457→   historia de las cenefas de lo que sucedió en tiempo de cada uno de los Incas y la fábula y notables que van puestos en el primer paño que ellos dicen de Tambo-toco, y las fábulas de las creaciones del Viracocha que van en la cenéfa del primer paño por fundamento y principio de la Historia, cada cosa por si distintamente, como está escrito y señalado de la rúbrica de mi el presente secretario, excepto lo que es declaración y prevención para la inteligencia de la historia y los rumbos vientos para la demarcación de los sitios de los pueblos que es puesto por el capitán Pedro Sarmiento», certificando en la información 37 indios principales de los linajes de 12 Incas, y el licenciado Polo de Ondegardo, corregidor del Cuzco, Alonso de Mesa, Manco Sierra, Juan de Pancorbo y Per Alonso Carrasco de los primeros conquistadores que lo pintado en los lienzos, estaba conforme «con la Historia general que de los dichos Incas el capitán Pedro Sarmiento ha fecho por las memorias y relaciones destos dichos testigos y otras de muchos indios principales.»

Supone D. Marcos Jiménez de la Espada que el cronista Antonio de Herrera se sirvió de estas pinturas para la portada de la década V de la Historia general de las Indias occidentales; pero hoy con la obra de Sarmiento á la vista no parece admisible este supuesto, porque compulsadas la Historia á que los lienzos iban unidos, con la de Herrera nada indica que éste la conociera, en tanto que se ve claramente que las biografías que hace de los Incas están tomadas de la Historia que de ellos escribió Cieza de León, y tan es así, que admitiendo Cieza que Urco, hijo del Inca Viracocha le sucedió en el trono, aunque por corto tiempo, cuenta trece Incas desde Manco Capac á Guascar, y aceptándolo Herrera narra sus hechos é incluye su retrato como noveno Inca entre los trece que figura en la portada de la quinta década, y Sarmiento afirma que á Viracocha sucedió su hijo tercero Gupangui, por lo que no cuenta más que doce Incas desde Manco Capac hasta Guascar, y, por tanto, sólo doce figuraban en los lienzos.

Sea de ello lo que quiera, lo cierto es que la Historia, en unión de los lienzos que la ilustraban, fué traída á España en 1572 por   —458→   Jerónimo Pacheco, según consta en carta que el virrey D. Francisco de Toledo dirigió á Felipe II en I.º de Marzo de dicho año, y que á partir de esta fecha no se volvieron á tener noticias ni de las pinturas ni de la obra, creyéndose definitivamente perdídas, hasta que el profesor Guillermo Meyer encontró la Historia en la biblioteca de Gottingen, que la había adquirido de la de Abraham Gronow en 1785, desgraciadamente no se han hallado los lienzos que le servían de ilustración.

Precedida de un extenso y erudito estudio, la publica ahora el Sr. Richard Pietschmann. En la dedicatoria á Felipe II expone Sarmiento la importancia de la obra para probar el derecho que Castilla tuvo á la conquista del Perú, manifiesta que estaba terminando la Descripción geográfica del Virreinato, la que no sabemos si acabó, y ya en el texto desarrolla la teoría de que las Indias formaron parte del continente Atlántida que se extendía hasta Cádiz, y que á consecuencia del gran cataclismo que sepultó buena parte de él en el Océano que lleva su nombre, quedó América aislada del resto del mundo.

Basado en que Estrabon y Solino afirman que Ulises, después de edificar á Lisboa, quiso navegar el Atlántico y no se volvieron á tener noticias suyas, deduce que arribó á Nueva España y pobló hasta Veragua, y funda esta suposición en que «los mejicanos usaban el traje tocado y vestido grecesco».

Entrando ya á compendiar lo declarado por los indios en las informaciones, expone la idea que tenían acerca de la creación de tierra y de la raza humana, haciendo notar que las naciones de indios del Perú conservaban la tradición de un gran diluvio que duró sesenta días y sesenta noches, y que en todas existía la particular creencia de que se habían salvado de la catástrofe algunos de su nación, y que de ellos descendían; narra cómo los Incas invadieron y dominaron el valle del Cuzco, fundando el año 565 de la Era Cristiana un imperio que duró hasta que en 1533 lo conquistaron los españoles; hace la biografía de los doce Incas que reinaron desde Manco Capac, fundador de la dinastía, hasta Guascar, y termina con una disertación tratando de demostrar que «los naturales del Perú siempre tuvieron las armas   —459→   en las manos para cada vez que se les ofrecía ocasión alzarse contra los tiranos Incas que los tenían opresos, y que los Incas, padres, hijos y hermanos se disputaban el Poder y volviendo las armas contra sus propias entrañas, robándose, forzándose, y más que inhumanamente con guerras intestinas se acabaron, y así como ellos de su autoridad comenzaron, así por sus propias manos se destruyeron todos, deduciendo de lo expuesto el justísimo y legítimo tiempo que los Reyes de CastiIla tuvieron para conquistar las tierras del Perú».

No se conformó Sarmiento con extractar y compulsar las informaciones, sino que obtuvo del Virrey que compareciesen ante el doctor D. Gabriel Loarte, alcalde de corte en el Cuzco, hasta 42 indios de los más antiguos linajes, á los que por medio del intérprete Gonzalo Gómez, les fué leída la Historia capítulo por capítulo, para que hicieran las observaciones que se les ocurrieran, y según el testimonio expedido por el secretario Alvaro Ruiz de Navamuel, que á la Historia se acompaña, solamente enmendaron «algunos nombres de algunas personas y lugares y otras cosas livianas, las cuales el dicho señor Alcalde de Corte mandó que se pusiesen como lo decían los dichos indios, de una conformidad dixeron que la dicha Ystoria esta buena y verdadera conforme a lo que ellos saben e oyeron decir a los dichos sus pasados».

Por lo expuesto se puede apreciar que Sarmiento agotó todos los medios de investigación que estaban á su alcance para depurar los hechos, y de aquí que su obra tenga un gran valor como fuente de conocimiento, por lo que he creído oportuno llamar sobre ella la atención de la Academia.





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