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La huerta de Juan Fernández

Tirso de Molina


[Nota preliminar: Edición digital a partir de la de Tercera parte de las comedias del Maestro Tirso de Molina, Tortosa, Imprenta de Francisco Martorell, 1634 y cotejada con la edición crítica de Berta Pallarés, Madrid, Castalia, 1982.]

PERSONAJES
 

 
DOÑA PETRONILA.
TOMASA.
DON HERNANDO.
LAURA.
MANSILLA.
EL CONDE GALEAZO.
ROBERTO.
UN CRIADO.
UNA HUÉSPEDA.
UN ALGUACIL.
MARCOS,   mozo de mulas.
PABLO,   mozo de mulas.





ArribaAbajoJornada I

 

Salen de camino DOÑA PETRONILA, vestida de hombre con bota y espuela, y TOMASA por otra puerta como lacayuelo, el capotillo con muchas cintas.

 
TOMASA
    Un cuartillo de cebada
le basta y sobra; que, en fin,
es pollino y no rocín.
PETRONILA
¿Hacéis a Madrid jornada,
    gentilhombre?
TOMASA
A su servicio.
5
PETRONILA
¿De dónde?
TOMASA
Hoy salí de Ocaña.
PETRONILA
¿Vais solo?
TOMASA
No me acompaña
sino un jumento, novicio
   en la albarda, porque es nuevo,
y anteayer se destetó. 10
PETRONILA
Si tres leguas caminó,
no me parece, mancebo,
   que es el pienso suficiente
de un cuartillo.
TOMASA
Coma paja.
PETRONILA
Quien no come, no trabaja. 15
TOMASA
Como pobre se sustente;
   que no tiene de igualarse,
dando ocasión a la gula,
un asno con una mula.
La paja ha de compararse 20
   en las bestias con el pan,
la cebada con el queso;
y ya sabéis, según eso,
que es poco el queso que dan.
   ¿Por qué pensáis vos que España 25
va, señor, tan de caida?
Porque el vestido y comida
su gente empobrece y daña.
   Dadme vos que cada cual
comiera como quien es, 30
el marqués como marqués,
como pobre el oficial.
   Vistiérase el zapatero
como pide el cordobán,
sin romper el gorgorán 35
quien tiene el caudal de cuero.
   No gastara la mulata
manto fino de Sevilla,
ni cubriera la virilla
el medio chapín, de plata. 40
   Si el que pasteliza en pelo,
sale a costa del gigote,
el domingo de picote,
y el viernes de terciopelo;
   cena el zurrador besugo, 45
y el sastre come lamprea,
y hay quien en la corte vea
como a un señor al verdugo;
   ¿qué perdición no se aguarda
de nuestra pobre Castilla? 50
El caballo traiga silla,
y el jumento vista albarda;
   coma aquél un celemín,
y un cuartillo a esotro den;
porque el jumento no es bien 55
que le igualen al rocín.
PETRONILA
    No os han de faltar molestias,
si no templáis ese humor,
y os pudrís reformador,
comenzando por las bestias. 60
   ¿Quién diablos os mete a vos,
tan mozo, en esos pesares?
Los vestidos y manjares
comunes los hizo Dios.
TOMASA
    Engañáisos.
PETRONILA
¿Qué me engaño?
65
TOMASA
Perdonadme esta simpleza.
¿Por qué hizo naturaleza
el tabí, la seda, el paño,
   la holanda, el cambray, y estopa,
distintos al tacto y vista? 70
Porque cada cual se vista
según su estado la ropa.
   Dentro de una misma especie
hallaréis que el universo
hizo su manjar diverso, 75
de que cada cual se precie.
   El racimo moscatel
y albillo, que al noble pinta;
la cepa jaén y tinta
para el que rompe buriel. 80
   El noble melocotón,
que deleita al caballero,
con el durazno grosero
para los que no lo son,
   la amacena regalada, 85
que el delicado conozca,
la chabacana, más tosca,
para el pobre dedicada.
   Ofrece una misma granja,
en fe d'esta distinción, 90
para el príncipe el limón,
para el no tal la naranja.
   En el campo y el vergel
la primavera arrebola
para el pastor la amapola, 95
para la dama el clavel.
   El jazmín que al muro sobre,
y al rico aromas derrama,
al oficial la retama,
tomillo y romero al pobre. 100
   Pues ¿por qué, ¡cuerpo de tal!,
si hizo el cielo distinción
del abadejo y salmón,
no comerá el oficial
   aquel que importa a su esfera? 105
Y el pobre jornal que saca
paciendo para él la vaca,
¿ha de gastarse en ternera?
   Están los hombres perdidos.
No lo entiendo, vive Dios. 110
PETRONILA
Ya se labra para vos
Hospital de los podridos.
   Dejáos d'eso, por mi vida;
que aunque con sal reprehendéis,
imposibles pretendéis. 115
Mientras guisan la comida
   en esa venta, y mi mesa
alegráis, a que os convido,
si lo que muestra el vestido
vuestra inclinación profesa, 120
   decidme de quién sois paje.
TOMASA
Hélo sido de jineta
de un capitán que sujeta
la voluntad a mi ultraje.
   Alojóse en mi lugar, 125
(Cabañas de Yepes es)
estuvo en Ocaña un mes;
procuréle regalar
en mi casa labradora,
y el hospedaje pagó 130
en que d'ella nos llevó
una hermana que le adora.
PETRONILA
   Paga siempre ansí el soldado.
TOMASA
Salí ofendido tras él,
quejándome, y el crüel 135
dejóme a un olivo atado.
   Sé que en la corte ha de estar,
y voy a darle noticia
al rey, y a pedir justicia.
PETRONILA
Fácil la vendréis a hallar; 140
   que la que a Madrid gobierna
no sufre burlas agora.
Buscaréis la labradora,
con plumas y galas tierna,
   y entre tanto, si queréis 145
servirme, estaréis conmigo.
TOMASA
Por lo desbarbado, digo

 (Señálase la barba.)  

que igual elección hacéis.
   Vuestro soy desde este día,
que engendra la semejanza 150
amor, y tengo esperanza
de que en vuestra compañía
   tengo de hallar buen despacho
del agravio que recelo.
Ya soy vuestro lacayuelo, 155
a lo aragonés, regacho.
   Mudad, señor, en el vos;
que el vos en los caballeros
es bueno para escuderos.
PETRONILA
Donaire tienes, por Dios. 160
TOMASA
   ¡Oh! Pues veréis maravillas,
y sabréis historias largas.
PETRONILA
¿Es tu nombre?
TOMASA
Hasta aquí, Bargas.
Pero para vos, Barguillas.
    ¿Y el vuestro?
PETRONILA
Don Gómez.
TOMASA
¡Bravo!
165
¿La patria?
PETRONILA
Jaén.
TOMASA
Mejor.
Seréis hombre de valor.
PETRONILA
Téngole, mas no me alabo.
TOMASA
   ¿Y a qué a la corte venís?
PETRONILA
A casarme.
TOMASA
No lo apruebo.
170
PETRONILA
¿Por qué?
TOMASA
Porque, apenas güevo
de la cáscara salís,
   y ya aspiráis para gallo.
Nazcan las plumas primero;
probad a Madrid soltero, 175
quizá después de proballo
   mudaréis de parecer.
PETRONILA
Llámame un suegro hacendado,
con un ángel que pintado,
aunque le nombran mujer, 180
   en belleza es superior.
TOMASA
Renegad de quien tal pinta;
diz que hay ángeles en cinta
en ese lugar, señor.
   Como está Madrid sin cerca 185
a todo gusto da entrada;
nombre hay de Puerta Cerrada,
mas pásala quien se acerca.
   Doncella y corte son cosas
que implican contradicción. 190
PETRONILA
¿Malicioso?
TOMASA
Y con razón.
Las ciruelas más sabrosas,
   mientras con su flor se están,
en el árbol se aseguran;
pero al momento maduran 195
que a la banasta las dan.
   Una doncella en su casa,
ciruela en el árbol es,
que a veces, de treinta y tres,
es con flor, ciruela pasa. 200
   Pero en Madrid no hay ninguna
que sea lo que parece,
porque, en naciendo, se mece
en un coche en vez de cuna,
   con que a madurarse basta, 205
cochizando de día y noche;
que, en fin, doncellas en coche
son ciruelas en banasta.
PETRONILA
   Y vos un grande bellaco.
Mucho os tengo de querer, 210
vamos agora a comer.
TOMASA
Si yo de Madrid os saco,
   madrigado entendimiento
me prometo.
PETRONILA
Dad cebada
sin tasa en esta jornada, 215
Bargas, al pobre jumento;
   que en llegando a Valdemoro,
le venderéis, y allí habrá
mula en que vais.
TOMASA
Comprará
quien le ferie un asno de oro 220
   como el que Apuleyo pinta.
PETRONILA
¿Cómo?
TOMASA
Sabe caminar,
siendo jumento, y callar,
que es gracia de otros distinta.
   Que el jumento no merece 225
nombre de tal, si se halla
d'este humor, pues mientras calla
el necio, no lo parece;
   y hay otros mil que procuran
cobrar nombre de discretos, 230
que contra ajenos defectos
rebuznan cuando murmuran.
   ¡Qué d'ellos ocupan sillas,
dignos de albardas!
PETRONILA
Comamos.
TOMASA
Lampiño don Gómez, vamos. 235
PETRONILA
    Sígame, señor Barguillas.
 

(Vanse.)

 
 

(Salen DON HERNANDO, de jardinero y LAURA, condesa de dama.)

 
HERNANDO
   Permitid, Laura mía
que mis sabrosos males,
d'estas flores haciendo tribunales,
sitial y trono d'esta fuente fría, 240
formen de vos querellas,
y os digan mis agravios,
vos la acusada, los testigos ellas;
serviránle de labios,
estos claveles bellos, 245
quejándose de vos por todos ellos.
Tres meses los sayales
en esta huerta, de Madrid recreo
me ofrecen bienes y me ferian males.
Jardinero de amor por vos me veo 250
vestido de esperanzas,
que en tristes dilaciones
se engolfan, por recelos de mudanzas,
de quimeras de amor, de suspensiones;
y apenas descubierto 255
de lejos miro el puerto,
cuando vientos contrarios se resuelven
a perseguirme, y a engolfarme vuelven;
porque el amor que mi lealtad conoce,
la playa llegue a ver, y no la goce. 260
Heredé de mi patria las desdichas
que significa el nombre
que le dio el fundador suyo primero;
Málaga la llamó, porque me asombre,
pues comenzando en mal, no tendrá dichas 265
quien es de las desgracias heredero.
Di muerte a un caballero
por celos de una dama;
temí a los ofendidos;
partíme a Italia por cohechar olvidos; 270
amparóme el de Feria, cuya fama,
digna de eternizarse entre pinceles,
vuela, con plumas no, mas con laureles.
Servíle capitán de infantería,
y Marte, fuego que el de amor enfría, 275
favorable conmigo
hizo a Milán testigo
de que aunque solo, ausente y desdeñado,
salí, si amante no, feliz soldado.
Acabóse la guerra, 280
publicóse la paz en el Piamonte;
llamábame mi tierra,
fue forzoso, mudando su horizonte,
pretender en Madrid premios debidos
al riesgo de dos años. 285
Saqué papeles bien favorecidos
del duque; mas pagaron desengaños
hazañas; que a los fieles
se les vuelven mortajas los papeles.
Nombróme camarada 290
Pompeyo, vuestro tío, en la jornada
a que le dio motivo vuestro pleito;
díjome que, aunque deudo, os competía
(en contar mis desdichas me deleito),
porque al condado justa acción tenía, 295
que en Valencia del Po, por sucesora
de vuestro padre, vuestro nombre adora.
Llegamos a esta corte,
de quien sois el Apolo, el alba, el norte;
supimos que esta quinta, 300
que eternos mayos en sus cuadros pinta,
huéspeda os adulaba.
Visitóos vuestro tío,
que entre la sangre que el valor alaba
(puesto que sea el pleito desafío), 305
pelean los letrados y oficiales,
hacen campos de guerra tribunales,
ejércitos testigos
y litigan los nobles como amigos.
Merecí, Laura hermosa, 310
veros para perderme,
que mata el áspid cuando en flores duerme.
Vi en vuestro rostro de clavel y rosa
dorados girasoles;
jazmines en su cuello trasladados; 315
en vos vi muchos soles,
puesto que en vuestros ojos duplicados
vi, en fin, la nieve en fuego,
costándome el miraros quedar ciego.
Partióse brevemente 320
el conde; que vencido
en el pleito presente,
y victoriosa vos habéis podido
con la justicia vuestra,
y más con la hermosura, 325
dar en la corte muestra
que competir con vos será locura;
pues para dar enojos,
mil fallamos pronuncian vuestros ojos.
Quedéme tan sin vida, 330
que para recobralla,
la libertad perdida
la busca, mas no la halla,
puesto que, jardinero,
entre esperanzas flores, desespero. 335
Aquí mudando el traje,
cultivaba desvelos,
grosero en el lenguaje;
que en fe de que son rústicos los celos,
celoso yo, aunque en vano, 340
por vestirme de celos, soy villano.
Declaréos una tarde
al borde d'esta fuente,
que mis pesares en sus risas llora,
mi amor, haciendo alarde 345
de humilde pretendiente,
y fueme la fortuna protectora,
pues oyéndome grata,
me hiciste poco a poco
de puro feliz, loco, 350
con favores que agora me dilata,
perseguido de agravios y temores,
que ocasionan sin fin competidores;
pero es común tributo
sembrar flores amor, sin coger fruto. 355
Tres meses de esperanzas
sirviéndoos entretengo;
recelo las mudanzas
del mar y la mujer, y agora vengo,
o a que os mostréis clemente, 360
y aseguréis partidas
que me baraja tanto pretendiente,
o a que desesperadas y homicidas
mis ansias y la fe de mis amores,
en flores muera, pues nació entre flores. 365
LAURA
   ¡Ay don Hernando Cortés!
¡Qué bien sigues el estilo
de la corte presurosa,
porque te dio su apellido!
A dar fondo a los quilates 370
de tu amor la fe que al mío,
horas llamaras los años,
si llamas las horas siglos.
¿Dilaciones encareces?
Caro vendes, o amas tibio, 375
porque enfermo está el amor
que desmaya a los principios.
Los propósitos jugamos,
y son tan firmes los míos
en materia de quererte, 380
que por causa tuya olvido
parientes obligaciones,
que en derecho más antiguo
fundan tálamos deseos,
que, si los oigo, no admito. 385
Sobre palabra se juega;
el crédito tengo rico;
ganancioso te levantas,
cuando cédulas te libro;
que no son ditas quebradas, 390
pues paga a plazo cumplido
el que es noble, cuando pierde,
por palabra o por escrito.
Si cultivando esperanzas,
vives labrador fingido, 395
yo también porque te quiero,
patria dejo y quintas vivo.
¿Qué celos tus flores yelan?
¿Qué mudanzas, qué desvíos
el fruto te desazonan, 400
que ya tan cercano has visto?
Tus esperanzas dilata
un amor con artificio,
que intenta probar finezas
de un diamante, al cabo vidrio. 405
En Madrid me tienen pleitos
de parientes, que enemigos
usurpándome mi estado,
dieron causa a mi camino.
Conde de Valencia fue 410
mi padre, que a falta de hijos,
cifró en mi la sucesión
de su sangre y apellido.
Criábame yo en Milán
a la sombra y patrocinio 415
del conde de Monteflor,
que es quien te trujo consigo.
Estaba en mi patria entonces
por alcaide del presidio
que en aquella plaza tienen 420
las banderas de Filipo,
Alejandro Malatesta,
que hermano del padre mío
por la línea de varón,
alega desvanecido 425
pertenecerle el condado
que me usurpa; y a los filos
de las armas remitiendo
los derechos de los libros,
de todo se apoderó, 430
amparándole el castillo
en la posesión violenta
que rehusan sus vecinos.
Viéndome desamparada,
ausente, y favorecido 435
del duque gobernador
mi contrario, aunque mi tío,
fue forzoso el esconderme
en España del asilo
de su rey y consejeros, 440
donde descansan peligros.
Hospedáronme ha seis meses
cortesanos deudos míos,
con licencia de su dueño,
en este apacible sitio, 445
digna elección de un buen gusto,
donde recreada olvido
los que en Italia curiosos
retratan el paraíso.
Pretensores conterráneos, 450
que en Madrid después me han visto,
unos, generosos deudos,
otros, ilustres amigos,
intentan lícitos lazos,
que pudieran haber sido 455
prisión de mi libertad,
de no haberte conocido.
Obligásteme discreto,
vencísteme comedido,
amásteme recatado, 460
adeudásteme atrevido,
hasta usurpar mis deseos,
si bien hoy, Hernando, admiro
que méritos desquilates,
presuroso y mal sufrido. 465
Sentencia espero en favor,
que alentada de padrinos,
y segura en mi derecho,
con los jueces solicito.
Mi opositor receloso, 470
por los que le dan aviso
de la poca acción que tiene,
algunas veces me ha escrito
sobre conciertos, que paran
en que dé la mano a un hijo, 475
que afirma llegará presto
a esta corte; mas yo digo,
puesto que no le conozco,
que si pleitos dan maridos,
de tan mal casamentero 480
poca paz me pronostico.
Salga yo con la sentencia,
y entonces, español mío,
tendré caudal que te pague
empeños de amor tan fino; 485
y entre tanto vive cierto
que ni vuelve atrás el río,
ni retroceden los cielos,
ni al viento es veleta el risco,
ni en mí que los aventajo, 490
y a la eternidad dedico
trofeos de mi firmeza,
mientras su constancia imito,
bronces, aceros, diamantes,
sol, esferas, tiempos, ríos, 495
robles, cedros, lauros, palmas,
muros, torres, peñas, riscos,
mientras mi amor te fío,
tendrán valor constante igual al mío.
HERNANDO
   Si deseos dilatados 500
hallan en ti tal alivio,
dulce empleo de mis ojos,
poco tiempo he padecido.
Más valen las esperanzas
que en ti logro, los suspiros 505
que en ti alegro, las sospechas
que en ti aseguradas miro,
que las posesiones de otros.
Liberal premias servicios,
piadosa remedias penas, 510
pródiga haces beneficios;
injustas mis quejas fueron,
perdón humilde te pido.
Jacob soy, mi Raquel eres;
su amor y paciencia imito. 515
No trocaré desde hoy más
estos jardines elísios,
estos dichosos burieles,
estas fuentes y este sitio,
por la silla del imperio, 520
por los tesoros del indio,
por los brocados del persa,
por las púrpuras del tirio.
Jardinero soy de amor;
mis esperanzas cultivo; 525
mientras que méritos siembro,
galardones pronostico.
Ven, y haréte un ramillete
de matices, que distintos,
te interpreten mis afetos 530
que flores tal vez son libros.
¿Me perdonas?
LAURA
Amorosa.
HERNANDO
¿Me quieres?
LAURA
Como al más digno.
HERNANDO
¿Me pagas?
LAURA
Castos deseos.
HERNANDO
¿Me llamas?
LAURA
Amante mío.
535
 

(Vanse.)

 
 

(Sale de hombre DOÑA PETRONILA en jubón, con una daga tras TOMASA.)

 
PETRONILA
   ¡Vive Dios, que he de matarte!
¿Hay igual atrevimiento?
Dormido yo en mi aposento,
¿osas a tal hora entrarte?
   Ladrón eres. Tú intentabas 540
robarme...
TOMASA
Lo que no hallé.
Téngase vuesa mercé,
meta allá la daga.
PETRONILA
Acabas
   de descalzarme las botas,
y mandándote cerrar 545
las puertas, porque a acostar
te vayas, ¿nos alborotas,
   asaltándome dormido?
Traidor, ¿qué es de la maleta?
TOMASA
No es eso lo que me inquieta. 550
Téngase. ¿Nunca ha leído
   del conde Partinuplés
cuando estaba de amor preso...?
PETRONILA
¿Pues qué tiene que ver eso?
TOMASA
Oiga, y sabrálo después. 555
   Enamorábale a escuras
una princesa o infanta,
de aquellas que el arte encanta
y buscan las aventuras.
   Dábale invisiblemente 560
de comer y de cenar.
De noche se iba a acostar
con él (¡mire qué insolente!),
   avisándole del daño
y peligro que corría, 565
si conocerla quería
hasta que pasase el año.
   El pobre conde que a tiento,
entrando amor por los ojos,
gozaba oscuros despojos, 570
quiso, contra el mandamiento
   de no verás, informarse
si era la dicha persona
arrugada sesentona,
que intentaba con taparse 575
   pasar plaza de doncella.
Que se durmiese aguardó,
y una linterna buscó
encendida, para vella;
   y cuando ya satisfecho 580
estaba de su cautela
el conde, lloró la vela,
y pringóla medio pecho,
   cayendo dos o tres gotas
que a la dama despertaron; 585
que es lo mismo que causaron
en mí esta noche tus botas.
   Deseos de conocer
lo que eras, y agora he visto,
para servirte más listo, 590
me animaron a emprender
   la que ves, nocturna hazaña.
PETRONILA
Pues ¿qué has visto tú, traidor,
en mí?
TOMASA
A Venus y al Amor,
que en un cuerpo nos engaña. 595
   Sosiégate, ansí los cielos
lo que buscas te deparen;
que no ignoro yo que paren
estos disfraces los celos.
   Mandásteme descalzarte; 600
la diestra bota tiré,
y en viendo el meñique pie
con la media, dije aparte:
   «¡Oh pie, digno de un chapín,
que por lo corto das cinco, 605
mejor fuera para brinco
de un letrado camarín!
   ¡Válgame el cielo! ¿que esté
en tan chico pedestal
todo un cuerpo? No hará mal 610
de aqueste pie un puntapié.
   Comprárale yo a ser Fúcar,
celebrárale poeta.»
Quité escarpín y calceta,
y vi un juguete de azúcar, 615
   una manteca soriana,
un bollo de manjar blanco,
y dije: «¡Oh! ¡Quien fuera banco
de tal pie cada mañana!»
   Tan igual, tan ampollado, 620
tan tierno, con tanto aliño,
tan melindroso, tan niño,
y en fin, tan desjuanetado,
   que imprimiendo su retrato
en el alma mi afición, 625
se calzó mi corazón,
como si fuera zapato.
   «¡Vive Dios! (dije entre mí),
pie adarme, que os han criado
más para alfombra y estrado, 630
que para que andéis ansí.
   Sospechas hembras, dudar
en esto será mentir;
mejor sois para parir,
mi pie, que para engendrar.» 635
   Vuelvo la vista al jubón,
y vi un par de burujones
en forma de naterones,
jubilados del cartón.
   Miro el cabello al instante, 640
y advierto que contra el uso,
el artificio le puso
atrás, naciendo adelante.
   Y dije, aunque soy bisoño:
«Femenina caballera, 645
moños tapan la mollera;
pero en cogotes no hay moño.»
   De vuestro traje y de vos,
o sueño, o he colegido,
vos mujer y hombre el vestido, 650
que seréis común de dos.
   No quisiste desnudarte
en mi presencia; la puerta
me hiciste cerrar (más cierta
ocasión de maliciarte); 655
   que me llevase la llave,
y la vela me advertiste;
salí entre confuso y triste,
y mi inquietud, que no sabe
   sino allanar trampantojos, 660
aguardándote adormida,
entró, una vela encendida,
y, inquisidores los ojos,
   vi lo que el Partinuplés
en la infanta perdigada. 665
La cera, de enamorada,
se derritió; y ya tú ves
   si llorando sobre ti,
te había de despertar.
Voces empezaste a dar; 670
soplé la luz y salí
   al patio, donde procuras
castigarme por curioso.
Yo pequé de malicioso;
pero si no te aseguras, 675
   porque conozco lo que eres,
estálo de mi lealtad;
que si va a decir verdad,
para ser las dos mujeres
   (repara en lo despoblado) 680

 (La barba.)  

falta tan poco (te doy
mi fe), que si no lo soy
lo más d'ello tengo andado;
   porque de suerte negocia
lo tiple en mí (verdad digo), 685
que estoy, con estar contigo,
en Madrid y en Capadocia.
PETRONILA
   En Madrid no lo estarás,
bárbaro, descomedido.
Ya que loco y atrevido 690
fuiste hoy, aquí morirás.
   Sal de la corte al momento.
TOMASA
¿No es mejor si has de fiarte
de alguno...?
PETRONILA
¡Oh, villano! Parte.
TOMASA
¿En qué, si vendí el jumento? 695
   Verás, si de mí te encargas.
PETRONILA
¿Que la muerte no te doy?
TOMASA
Pues a fe que si me voy,
que se ha de acordar de Bargas.
   ¡Mas que ha de soñar mi nombre! 700
PETRONILA
¡Oh, infame!
TOMASA
Daré noticia,
pues que me echa, a la justicia,
que hay mujer vestida de hombre
   en esta posada. Adiós.
PETRONILA
Espera. ¡Ay cielos!
TOMASA
No quiero.
705
PETRONILA
Mataréte.
TOMASA
Pues ya espero.
No me haga mal; que los dos
   acompañados podremos
hacer nuestro hecho más bien.
Yo soy capón muy de bien. 710
Al capitán buscaremos,
   que a mi hermana me llevó,
y si su historia me cuenta,
y algún hombre la hizo afrenta,
fíese de mí, que yo 715
   la sacaré a paz y a salvo.
¡Ea! ¿Quiéreme perdonar?
PETRONILA
No sé.
TOMASA
Me atrevo a engañar
a un corcovado y a un calvo.
PETRONILA
   ¿Qué he de hacer? ¿Me guardarás 720
lealtad y secreto?
TOMASA
Dalle.
¿Eso me ha de decir? Calle.
Chitón eterno; no hay más.
   Haga cuenta que en la hucha
echa lo que me dijere; 725
mientras que no me rompiere,
ni esto saldrá.
PETRONILA
Pues escucha.
Aquella ciudad que el Betis
pasea, sirve y conquista,
incansable enamorado, 730
porque en su espejo la mira,
y en fe de que es dama al uso
con ella prodigaliza
los tesoros que le pechan
paladiones de las Indias, 735
es, Bargas, mi ilustre patria,
y en ella bien conocida
la nobleza generosa
que dio nombre a mi familia.
A los pechos de mi madre 740
me dejaron las desdichas
de una juventud traviesa,
que heredé, por ser su hija,
ausentándole una muerte,
si ocasionada atrevida, 745
a aquel orbe todo de oro,
hoy español, antes inca.
Crióme el cuerdo recato
de una madre medio rica,
que lloraba, aunque casada, 750
soledades como viuda,
cuidadosa centinela
en mis acciones y vista,
principalmente saliendo
de los límites de niña. 755
Veinte años contaba alegre
mi edad, aunque recogida,
licenciosa por la patria
(si es bien que culpe su clima),
cuando llegó a casa huésped 760
un deudo que llamó prima
a mi madre, y la obligó
a regalos y caricias.
De Málaga le trujeron
ocasiones que en Sevilla 765
le detuvieron un mes,
para mí, Vargas, un día.
En todo él no permitió
la prudencia prevenida
de mi madre que me viese, 770
por no ocasionar malicias;
pues si bien ella a su mesa,
las cenas y las comidas
se hallaba, encerrada yo,
ocasiones desmentía. 775
La privación es deseo;
el deseo solicita
la voluntad, y ésta crece
al paso que la limitan.
Contábanme mis criadas 780
la apacible gallardía
de don Hernando Cortés
(ansí el huésped se apellida),
y como antojos mujeres
son como el fuego en la mina, 785
que violentado revienta,
aunque libre se amortigua;
curiosidades doncellas
acecharon atrevidas
privaciones que las noches 790
usurpaban a los días,
las junturas cohecharon
de una puerta ojos espías,
por donde dieron al alma
pesadumbres en albricias 795
del deleite de su objeto,
porque en él vieron en cifra
cuantas gracias en Adonis
fabulosas plumas pintan.
Venus yo, si antes Diana, 800
resplandores maldecía
de la aurora, porque al sol
envidiosa daba prisa.
Desvelando pensamientos
las noches, por celosías 805
que en la puerta coadjutoras,
ventanas sostituían,
contemplé diversas veces
venenosa bizarría,
Tisbe ya, por agujeros 810
mirando ya y no siendo vista;
hasta que una a su criado
escuché que le decía,
mientras que le desnudaba,
estas razones: «Mansilla, 815
pues se casa doña Inés,
y el oro de don García
rinde un alma interesable,
que se llamaba antes mía,
no más Málaga, no más 820
ciudad, si patria, enemiga,
donde en ferias de mudanzas,
cobra el interés partidas.
Málaga que en mal comienza,
los que lloro pronostica; 825
dorados gustos vencieron
amor, si ya él es alquimia.
Cásese Inés con doblones,
que suelen doblar desdichas,
y obligaciones desprecie 830
más seguras por sencillas.
Memorias anega el mar,
la ausencia agravios olvida,
la guerra divierte celos,
Italia hazañas alista, 835
el rey despierta leones
que a las voces de la envidia
la ingratitud piamontesa
para daño suyo incita.
Partirme quiero mañana; 840
plumas que amor afemina,
adornen galas de Marte
y fieles a su rey sirvan.»
Alentábale el criado,
y yo que amorosa oía 845
con gusto el que no le amasen
con pesares su partida;
si le juzgaba primero
por Adonis, ya la envidia
por sol me le retrataba. 850
¡Qué extrañamente apadrinan
los celos, Vargas, las partes
de la prenda que querida,
cuando se contempla ajena,
al deseo añade estima! 855
Fuime a dormir, pero en vano,
pues lloré recién nacidas
esperanzas, que a la muerte
se secaban a sí mismas.
Determinéme en efecto, 860
manifestar escondidas
brasas, de quien la vergüenza
y el temor fueron ceniza.
La siguiente oscuridad
aguardaba que propicia 865
limitase luz a Febo,
y a mi amor diese osadía,
cuando le traen un papel
a mi madre, donde escrita
la sentencia de mi muerte 870
vi, a don Hernando en su firma.
Disculpábase, ya ausente,
de que ocasiones precisas,
en su honor interesadas,
le ausentaban de Sevilla, 875
sin permitirle siquiera
pagar a la cortesía
deudas de hospicio y regalo;
para mí disculpas tibias.
Que a la guerra del Piamonte 880
le llevaban bien nacidas
esperanzas, y lealtades
que hazañosas se autorizan;
que le encomendase a Dios,
porque, si le daba dicha, 885
pensaba pagarla yerno
mercedes que le hizo prima.
Yo triste, ausente y celosa,
poco amé pues quedé viva,
ya mártir de sus tormentos, 890
puesto que en ellos novicia.
Un año de soledades
y mil de melancolías,
cuanto menos publicadas,
más crüeles escondidas 895
pasé, si bien alentando
esperanzas en reliquias
conservadas en dos pliegos
de Génova y Lombardía,
que a mi madre encaminó, 900
hasta que tuvo noticia
por otro, que ya en la corte
la cruz roja daba estima
a su pecho y sus hazañas;
y que si, cual pretendía, 905
fuese el hábito encomienda,
a obligaciones antiguas
grato y noble, procuraba
con su licencia lucirla,
añadiendo afinidades 910
a las deudas consanguíneas.
Esperanzas revivieron
en mí, y en ella alegrías,
de saber que caudaloso
estaba mi padre en Lima, 915
reduciendo hacienda a barras,
con que casándome rica,
la cruz nueva autorizase
el monarca de las minas.
Mézclanse lanas diversas 920
en el telar de la vida,
unas de color alegre
otras que tristes, lastiman.
Siempre el contento es pechero
del pesar; oye y admira 925
d'esta verdad ejemplares,
Vargas, en la historia mía.
En prosperidad como ésta,
llegó aquel infausto día
en que las olas del Betis, 930
desde el diluvio homicidas,
cansadas del largo cerco
que ha tantos siglos sitia
nuestra metrópoli hispana
asestando baterías, 935
ya de las pródigas nubes,
ya del mar en aguas vivas,
ya de renteros arroyos
que pechan siempre a sus ninfas,
cañoneando de noche 940
las celestes culebrinas,
que rayos en vez de balas,
partos abortos fulminan,
al son de atambores truenos,
puertas y muros derriban, 945
calles y plazas pasean,
casas y templos registran;
y dando a saco riquezas,
huye la plebe dormida,
clausuras vírgines quiebran, 950
montes de casas conquistan.
Brazos de mar son las calles,
al Bermejo parecidas,
pues para ahogar faraones
de endurecida malicia, 955
no ya vara de piedad,
la vara sí de justicia
levanta Moisés airado,
que en mansiones las divida.
Al mar restituye el Betis 960
los bienes y hacienda misma
que en veces por tantos años
nos feriaba de las Indias;
y ya enemigo, si amante,
severos reyes imita, 965
que lo que dan poco a poco
por junto al privado quitan.
No quiero contar tragedias
con vislumbres de infinitas,
cuando ni plumas se atreven, 970
ni moldes a referirlas.
Las de mi casa no más
será fuerza que te diga,
como ocasión lastimosa
de mis presentes fatigas. 975
En la mitad del silencio,
el cuarto donde dormía
mi inocente y cara madre,
le arroja el diluvio encima.
Sepultada antes que muerta, 980
el llanto, alboroto y grita
de domésticos y extraños
con clamores solenizan
las obsequias funerales
de tanta plebe y familia, 985
dejando historias al tiempo,
Troya de agua ya Sevilla.
Yo turbada, si ignorante,
y si dudosa, advertida
del daño que todos temen, 990
bien triste, aunque mal vestida,
a la más alta azotea
subo; y aguardando arriba
al sol, que salió enlutado
por los destrozos que admira, 995
me pasaron, por más fuerte,
a la casa que vecina
comunicaba terrados,
de donde vi que enemigas
las nubes, la tierra, el agua, 1000
en un instante me privan
de madre, casa y hacienda,
y ¡ojalá que de la vida!
No encarezco sentimientos,
que es justo que los colijas, 1005
de quien a deudas de sangre
libraba obediencias de hija.
Pasóse la tempestad
al cabo de largos días;
halléme huérfana y pobre, 1010
y si los males alivian
ajenos, yo te prometo
que hallara en otras desdichas
consuelos con que olvidar
las que propias me lastiman; 1015
porque los que el día antes
con los Cresos competían,
el siguiente mendigaban
puerta a puerta su comida.
Yo, en fin, amante aunque pobre 1020
(que el firme amor no peligra,
como el falso, en las desgracias,
antes gigante se anima),
en busca de don Hernando,
del modo que ves vestida, 1025
vengo a probar lo que valen
palabras que ya son ditas.
Sé que asiste aquí, no dónde;
mas ya por ti conocida,
de tu lealtad confiada, 1030
quiero ver cómo averiguan
tu diligencia y mi amor
promesas que antes escritas,
me causan recelos pobre,
si me aseguraban rica. 1035
Este es, Vargas, mi suceso;
si de mí y d'él te lastimas,
ya suelen fidelidades
hallar el premio en sí mismas.
TOMASA
   Yo te prometo, señora, 1040
que no he llorado en mi vida
otro tanto, aunque he escuchado
sermones de disciplina;
pero, porque estés más cierta
del secreto que me fías, 1045
pues tu historia me contaste,
escucha también la mía.
En Yepes, emulación
de Ocaña, una y otra villa
donde muere el vino moro, 1050
porque allá no le bautizan,
me criaron... Mas ¿qué es esto?
 

(De dentro.)

 
PETRONILA
Huéspedes nuevos.
 

(Salen el CONDE y ROBERTO su criado, MARCOS y PABLO, mozos.)

 
MARCOS
Avisa
la patrona, Pablos, que eche
lana blanda y ropa limpia. 1055
PABLO
Llevaremos al mesón
las mulas.
ROBERTO
Si está dormida,
por ser tarde, la hostalera,
mal almuerzo se me aliña.
MARCOS
No hay sueño donde hay dinero 1060
advenedizo.
CONDE
¡Hola! Quita
esas maletas, Roberto.
¿Qué hora es?
ROBERTO
Dice la risa
del alba que son las cuatro.
CONDE
Fue la jornada prolija, 1065
no me espanto.
MARCOS
Madalena,
criados, Pedro, Cristina,
bajen a alumbrar al conde.
PETRONILA
¿Conde, Vargas? Vuesiría
sea mil veces bien llegado. 1070
CONDE
¡Oh, hidalgo!, para que os sirva.
¿Sois de casa?
PETRONILA
Huésped soy.
CONDE
Vuestra presencia autoriza
la opinión de la posada.
PETRONILA
¿No hay velas?
 

(Dentro.)

 
MADALENA
Suban arriba;
1075
que velas habrá y velones.
ROBERTO
Alto, pues.
MARCOS
Con menos prisa.
CONDE
Subo con vuestra licencia.
PETRONILA
Démela vueseñoría
para que vaya...
CONDE
Eso no.
1080
PETRONILA
Señor...
CONDE
No, por vida mía.
PETRONILA
Désela Dios muchos años.
 

(Vanse todos sino las dos y ROBERTO.)

 
¡Bravo talle!
TOMASA
Huele y brilla.
Hidalgo, ¿conde? ¿y de qué?
ROBERTO
Conde y de Italia.
TOMASA
¿Y camina...?
1085
ROBERTO
Aquí no más.
TOMASA
¿Y se llama?
ROBERTO
Galeazo.
TOMASA
¿Y a qué, diga,
viene a Madrid?
ROBERTO
A casarse.
TOMASA
¡Zape!
PETRONILA
Alto de aquí, Varguillas.

 
 
FIN DE LA PRIMERA JORNADA
 
 

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