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Pág. 208.

 

452

Werner Weisbach: El barroco, arte de la Contrarreforma y el bello prólogo de Enrique Lafuente Ferrari.

 

453

Vargas, El Arte quiteño, pág. 64.

 

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Quien quiera rastrear algo de lo que fue la vida religioso-artística de Quito durante el período hispánico, debe leer la Descripción del estado eclesiástico de San Francisco de Quito, escrita por Rodríguez Docampo en 1649. En ella se ve cómo todo el año constituía ininterrumpida rotación de actos piadosos que levantaban el corazón de la ciudad hacia el Cielo. Todos los jueves había «procesiones de sangre» de la Cofradía de la Vera Cruz, establecida en la iglesia de San Francisco: los domingos venían en procesión los indios de las parroquias a la Catedral, donde se les predicaba «por clérigos expertos en la lengua del Inca». Lo mismo ocurría en la Compañía. Navidad, Epifanía, Resurrección, Pentecostés, las festividades de la Madre de Dios y las de los principales santos, especialmente de San José, San Juan Bautista, etc., eran conmemoradas con procesiones que partían de la Catedral y remataban en una de las parroquias. Los miércoles de cuaresma había procesión de naturales, que salía de San Francisco. Los viernes eran los blancos los que la organizaban. Además, en esos días se les predicaba a los indios en la Vera Cruz y se hacía luego procesión con los Pasos. La Semana Santa se renovaba con espléndidas manifestaciones de dolorida ternura en que se lucían, asimismo, los Pasos, cada uno mejor que otro, que había en los diferentes templos de Religiosos. El Miércoles Santo salía la procesión de Santo Domingo; el Jueves de la Catedral (era, asimismo, de sangre); el Viernes se organizaban en Santo Domingo y La Merced, para honrar la Soledad de la Virgen; y el día de Resurrección, en San Agustín y La Compañía.

Hasta 1789 había, fuera de los domingos, alrededor de 20 días de fiesta, en que no se podía trabajar, y 30 en los que sí se podía. En ese año se suprimieron unas 7 de las primeras (C. de Gangotena Jijón. Fiestas que se celebraban en Quito a fines del Siglo XVIII, Boletín Academia de la Historia, Tomo VII, págs. 263 y siguientes.)

 

455

Memoria del II Congreso Eucarístico. Pág. 363

 

456

Miguel de Santiago y los Cuadros de San Agustín. Pág. 20.

 

457

José María Vargas O. P. Ob. cit., págs. 90-4.

 

458

Vargas, Ob. cit., pág. 87 y siguientes.

 

459

Navarro. La Catedral de Quito, en Boletín de la A. N. de H. n.º 79. 1952. Págs. 31 y siguientes.

 

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Sobre el P. Ribera véase el folleto escrito por el diligente investigador R. P. Enrique Terán E., Agustino, con el título de Guía Explicativa de la Pinacoteca de Cuadros Artísticos y Coloniales del Convento de San Agustín... Quito, 1950, pág. 8 y siguientes. Entre los frailes donantes de cuadros de este convento, citaremos a los PP. Fernando Colorado, Antonio Guerrero, Antonio de la Paz, Hno. Pedro Nivela, Agustín Balarezo, Juan Revelo, Agustín de Córdova, Alonso de Mendoza, Fulgencio de la Serna, José Escobar, Francisco Vizcaíno, Alonso Sánchez Lobo, Pedro de Sn. Nicolás, Juan de Larco, Alonso Toro, Lorenzo Suárez de Ocampo, Jacinto Vallejo y Pedro de Vergara.

Entre los donantes extraños figuran el Cgo. José Borja, el Ldo. Antonio de la Ossa Falconí, Cgo. Fernando de Loma, Ldo. Ventura Falconí, Cgo. Francisco de Velasco y el Obispo Alonso de la Peña y Montenegro.

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