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Este libro, escrito por Jerónimo de San Pedro, recibió una subvención del municipio valenciano (Francisco Martí Grajales, Ensayo de un diccionario biográfico y bibliográfico de los poetas que florecieron en el reino de Valencia hasta el año 1700 [Madrid, 1927], pág. 429) y según se afirma fue publicado en Valencia en 1554, aunque nadie ha visto ningún ejemplar, y la obra sólo se conoce por la edición de Amberes del mismo año. Acerca de ella, véase George Ticknor, al parecer la última persona que ha visto su Segunda Parte, en su Historia de la literatura española, traducida al castellano, con adiciones y notas críticas, por D. Pascual de Gayangos... y D. Enrique de Vedia (Madrid, 1851-1854), I, 257-260, y Menéndez Pelayo, Orígenes de la novela, I, 449-451. La Tercera Parte de la obra, no publicada, y que estos eruditos consideran problemática, seguramente habría tratado de la Iglesia militante, y podría estar relacionada con la Carolea de Gerónimo Sempere (Valencia, 1560), identificada por Ticknor (I, 257, nota 9) y Gayangos y Vedia, en sus notas a Ticknor (I, 524-525; también el «Discurso preliminar» de Gayangos a su Libros de caballerías, I [único publicado], Biblioteca de Autores Españoles, 40 [1857, reimpreso en Madrid: Atlas, 1963], págs. iii-lxii, en la pág. lvii, nota 3) con San Pedro. Checa, Jorge (1988), «El Caballero del Sol de Hernández de Villaumbrales y el género de las novelas de caballería a lo divino», Crítica Hispánica, 10 (1988), 49-66.

Es difícil analizar otras obras afines porque carecemos de un estudio general de la literatura española a lo divino, pedido por Dámaso Alonso hace una generación (Poesía española. Ensayo de métodos y límites estilísticos, 2.ª edición aumentada y corregida [Madrid: Gredos, 1952], pág. 220; también 5.ª edición [Madrid: Gredos, 1976], pág. 220). La Historia y milicia cristiana del caballero Peregrino, de Alonso de Soria (Cuenca, 1601), ha sido estudiada por Pedro Sainz Rodríguez, «Una posible fuente de El criticón de Gracián», Archivo Teológico Granadino, 25 (1962), 7-21. H. Salvador Martínez nos ha brindado la primera edición moderna de un libro de caballerías a lo divino, el Caballero del Sol o Peregrinación de la vida del hombre de Pedro Hernández de Villalumbrales (Madrid: Fundación Universitaria Española, 1966), junto con un estudio preliminar en el que comenta otras obras, sobre todo las de San Pedro y Soria. («El género de los libros de caballerías a lo divino no es tan uniforme como nos ha hecho creer la crítica», pág. 40.) El Caballero Asisio o Poema de San Francisco y otros santos de su orden de Gabriel de Mata (Bilbao, 1587-89), tiene de caballeresco sólo el título y un grabado en madera típicamente caballeresco en la portada. La Caballería cristiana de Jaime de Alcalá (Valencia, hacia 1515), el único de estos libros que fue editado más de una vez, no es un libro de caballerías, aunque el autor expresa su deseo de atraer a los lectores de ellos (véase mi comentario en Romances of Chivalry in the Spanish Golden Age, pág. 46, nota 29bis). El Cavallero venturoso de Juan Valladares de Valdelomar, que será mencionado de nuevo dentro de poco (nota 128, infra) debe tener algo en común con este tipo de libro. No he visto los versos Caballero de la Clara Estrella de Andrés de la Losa (Batalla y triunfo del hombre contra los vicios. En el qual se declaran los maravillosos hechos del Caballero de la Clara Estrella, Sevilla: Bartolomé González, 1580), el Libro del caballero cristiano de Juan Hurtado de Mendoza (Antequera, 1577; Sainz Rodríguez, pág. 12, nota 11), ni los Cantos morales de Gabriel de Mata (Valladolid, 1594), que según Menéndez Pelayo «pertenece enteramente al género alegórico caballeresco a lo divino» (I, 452).



 

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Obras completas castellanas, ed. Félix García, O. S. A., 4.ª edición (Madrid: Católica, 1967), I, 406.



 

102

Ed. P. Félix García, I, Clásicos Castellanos, 104 (Madrid: La Lectura, 1930), 55-74.



 

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Estas declaraciones están en la licencia (pág. vii en la reproducción de la segunda edición de Sancha [1783] de la serie Textos medievales, 38 [Valencia: Anubar, 1970]). Acerca de las críticas de Pineda a los libros de caballerías, véase Edward Glaser, «Nuevos datos sobre la crítica de los libros de caballerías en los siglos XVI y XVII», Anuario de Estudios Medievales, 3 (1966), 393-410, en las págs. 401-402, y para más información sobre el Paso honroso, véase NN41 en mi Castilian Romances of Chivalry in the Sixteenth Century. A Bibliography.



 

104

Ed. José Amor y Vázquez, Biblioteca de Autores Españoles, 232 (Madrid: Atlas, 1970), pág. 10.



 

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Cristóbal Pérez Pastor, Bibliografía madrileña (Madrid, 1891-1907), I, 197.



 

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Citado de Pérez Pastor, I, 322-323; el mismo texto, con variantes significativas, en Tubino, pág. 90.



 

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Disponible en microfilme en la serie Iberian and Latin American Books before 1701, antes Hispanic Culture Series, rollo 85. Juan Boyer sacó a la luz, en 1586, la primera edición desde 1551 de Espejo de caballerías, y la edición de 1583-1586 del Espejo de príncipes y caballeros; Boyer también fue el editor de Historia de las hazañas y hechos del invencible Cavallero Bernardo del Carpio (1585) de Agustín Alonso, que se comenta en el siguiente capítulo. Benito Boyer publicó en 1563 la última edición castellana de Primaleón.



 

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Otras obras probablemente publicadas con el mismo fin son: la Historia del duque Carlos de Borgoña, bisabuelo del emperador Carlos Quinto, de Pedro de Aguilón, (Pamplona: Tomás Porralis, 1586); la Crónica de don Álvaro de Luna, con portada caballeresca (Milán: Juan Antonio de Castellono, 1546; disponible en microfilme en la serie Iberian and Latin American Books before 1701, antes Hispanic Culture Series, rollo 82) y la Conquista de África donde se hallarán agora nuevamente recopilados por Diego de Fuentes muchas y muy notables hazañas de particulares cavalleros (Amberes: Philippo Nucio, 1570). Acerca de obras de este tipo más antiguas, véase mi Romances of Chivalry in the Spanish Golden Age, págs. 39-40.



 

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La Crónica del Gran Capitán es naturalmente uno de los libros encontrados en la maleta en el capítulo 32 de la Primera Parte de Don Quijote. La defensa que hace Don Quijote de la historicidad de la caballería, en el capítulo 49 de la Primera Parte, refleja la lectura del Paso honroso y de la Crónica de Juan II. A Fray Luis, Cervantes dijo por boca de Calíope, «yo reverencio, adoro y sigo» (La Galatea, II, 230, 28). Cervantes nunca menciona a Pérez de Hita o a su obra, pero es muy probable que la conociera; Astrana (VII, 123) ha propuesto que Pérez de Hita es el «zapatero de obra prima» de Parnaso, 37, 11-13, una obra en la que también se atacan los «romances moriscos», como los que se encuentran en el libro de Pérez de Hita (101, 24-29). Que Cervantes conociera Caballería celestial, prohibido poco después de su publicación, no es más que una posibilidad. Cervantes estaba en contra de mezclar «lo humano con lo divino» (I, 37, 12-14); sin embargo, conocía Carolea de San Pedro, que alabó en I, 106, 13-18.



 
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