Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.
Indice


10

La Suma cervantina, ed. J. B. Avalle-Arce y E. C. Riley (London: Tamesis, 1971) ofrece una introducción general a las obras de Cervantes y a muchos de los problemas críticos, con bibliografías. Dana Drake ha publicado una serie de bibliografías de Don Quijote: «Don Quixote» (1894-1970): A Selective Annotated Bibliography, tomo I, University of North Carolina Studies in Romance Languages and Literatures, 138 (Chapel Hill: University of North Carolina Department of Romance Languages, 1974); tomo II, Miami: Universal, 1978; tomo III (Don Quijote in World Literature), New York: Garland, 1980; tomo IV, en colaboración con Frederick Viña, extendido hasta 1979, Lincoln, Nebraska: Society of Spanish and Spanish-American Studies, 1984; con Dominick L. Finello, An Analytical and Bibliographical Guide to Criticism on «Don Quijote» (1790-1893) (Newark, Delaware: Juan de la Cuesta, 1987), con introducción histórica. También hay un tomo de Bibliografía fundamental que acompaña la edición de Don Quijote de Luis Murillo, 2.ª edición, Clásicos Castalia, 79 (Madrid: Castalia, 1982). El anuario Anales Cervantinos incluye una sección bibliográfica, con resúmenes de los estudios incluidos; éste y la revista de la Cervantes Society of America, Cervantes, serán de gran ayuda para introducir al principiante en los estudios cervantinos.



 

11

Cervantes, Aristotle, and the «Persiles»(Princeton: Princeton University Press, 1970), capítulo 3.



 

12

«Cervantes' Theory of the Drama», Modern Philology, 52 (1955), 217-221.



 

13

Preceptiva dramática española del renacimiento y el barroco (Madrid: Gredos, 1965), pág. 21, nota 21.



 

14

En una reseña del libro de Riley Cervantes's Theory of the Novel (Oxford: Clarendon Press, 1962), Modern Philology, 62 (1964), 163-165. (Riley mencionó el artículo posteriormente, en su «Teoría literaria», en Suma cervantina, ed. J. B. Avalle-Arce y E. C. Riley [London: Tamesis, 1971], págs. 293-322, en la pág. 303.)



 

15

El Cortesano de Castiglione es un ejemplo evidente; la literatura pastoril es otro. En La Galatea, «muchos de los disfraçados pastores della lo eran sólo en el ábito» (I, L, 2-3); para su identificación, véase Francisco López Estrada, Estudio crítico de la «Galatea» de Miguel de Cervantes (La Laguna: Universidad de La Laguna, 1948), págs. 157-167, aunque Geoffrey Stagg, «A Matter of Masks: La Galatea», en Hispanic Studies in Honour of Joseph Manson (Oxford: Dolphin, 1972), págs. 255-267, sea más escéptico. Jorge de Montemayor declaró en el «Argumento» de La Diana que en ella hay «muy diversas hystorias, de casos que verdaderamente an sucedido aunque van disfraçados debaxo de nombres y estilo pastoril» (ed. Francisco López Estrada, Clásicos Castellanos, 127, 4.ª edición (Madrid: Espasa-Calpe, 1967), pág. 7). Acerca de los personajes históricos ocultos tras los que aparecen en La constante Amarilis, véase J. P. Wickersham Crawford, «Some Notes on La constante Amarilis of Christóval Suárez de Figueroa», Modern Language Notes, 21 (1906), 8-11; es mejor que la revisión que se encuentra en The Life and Works of Christóbal Suárez de Figueroa, tesis, University of Pennsylvania (publicada: Philadelphia, 1907); las conclusiones de Crawford son avaladas por Juan Bautista Avalle-Arce, La novela pastoril española, 2.ª edición (Madrid: Istmo, 1974), pág. 215. El uso de personajes reales en la literatura pastoril se remonta a Virgilio y a Teócrito (López Estrada, Los libros de pastores en la literatura española. La órbita previa [Madrid: Gredos, 1974], págs. 487-490).



 

16

No hay ningún análisis general de este tema, aunque Cristina González ha prometido una monografía sobre la evolución de la historia a la ficción en los escritos caballerescos españoles. Fuera de España se han llevado a cabo algunos estudios, de los cuales los que están más estrechamente relacionados son el de Suzanne Fleischman sobre el papel del narrador en «On the Representation of History and Fiction in the Middle Ages», History and Theory, 3 (1983), 278-310 y el importante libro de Stephen G. Nichols, Jr., Romanesque Signs. Early Medieval Narrative and Iconography (New Haven: Yale University Press, 1983). Hay un enorme cuerpo de prosa medieval y renacentista, que no han estudiado los historiadores porque es demasiado literario ni los críticos literarios porque es demasiado histórico. He mencionado los ejemplos españoles más importantes en mi Romances of Chivalry in the Spanish Golden Age, págs. 39-40, pero también hay que estudiar los textos extranjeros. (No se ha examinado la influencia de la crónica seudoturpina en la prosa española, por ejemplo.) El narrador independiente es, en sus orígenes, un historiador, y los libros de caballerías, como Don Quijote, son historias fingidas; véase mi «The Pseudo-Historicity of the Romances of Chivalry», en Romances of Chivalry in the Spanish Golden Age, págs. 119-129.



 

17

«Las almas todas son iguales, y de una misma massa en sus principios criadas y formadas por su hazedor» (Persiles, I, 115, 10-12).



 

18

Para afirmaciones en el texto sobre la primacía de las obras, véase la nota 320 del capítulo 3 y la nota 419 del capítulo 4. La objeción de que Dios (según Cervantes) no sólo puede juzgar las intenciones, sino que las juzga, no tiene valor. La famosa frase «las obras de caridad que se hazen tibia y flojamente no tienen mérito ni valen nada» (III, 444, 30-445, 2) la dice la duquesa en un intento de presionar a Sancho para que se dé los 3.300 azotes que su sirviente, haciéndose pasar por Merlín, ha ordenado. En una persona virtuosa hay armonía entre sus intenciones y sus actos y Dios ayuda a ver que es así (IV, 63, 18-19). «Es muerta la fe sin obras», dice Don Quijote hacia el final de la primera parte (II, 374, 16), con una mordaz declaración sobre la importancia de la liberalidad con la que los ricos pueden demostrar su agradecimiento. «No es posible ir al cielo sin buenas obras» («La ilustre fregona», II, 283, 3-4). Es el camino del infierno el que, según el refrán, está empedrado con buenas intenciones.



 

19

«Miranda», en latín, significa algo que se debería observar.



 
Indice