171

Dice Saer en otro párrafo: «La paradoja propia de la ficción reside en que, si recurre a lo falso, lo hace para aumentar su credibilidad». Cfr. El concepto de ficción, Buenos Aires, Ariel, 1997, pág. 12.

172

Dice Juanele «Habrás de saber, tú, que aisladamente, nada existe, pues, todo está en todo». Este gesto pánico de integración total entre el hombre y su lugar y entre el escritor y su escritura es el gesto que retoma Saer en el modo de narrar. La cadencia del río es uno de los ritmos que conjugan la armonía buscada. («El río, / y esas lilas que en él quedan... / quedan... / No se morirán esas lilas, no). Saer lo sabe y lo dice: «Es obvio que no se puede hablar de estos ríos sin evocar su figura y su poesía, que se confunde con ellos». Cfr. Juan L. Ortiz, Obra completa, Entre Ríos, Universidad Nacional del Litoral, 1996, pág. 751 y Juan José Saer, «Sobre Juan L. Ortiz», en Poesía y Poética, Número especial dedicado a Juan L. Ortiz, México: Universidad Iberoamericana, núm. 18, primavera 1995, págs. 55-63.

173

Cfr. Stern, Mirta, prólogo a El limonero real, Buenos Aires, CEAL, 1981.

174

Ernst Bloch, op. cit., pág. 212.

175

Cfr. Jorge Luis Borges, «Tlön, Uqbar, Orbis Tertius», en Ficciones, Obras Completas, Buenos Aires, Emecé, 1974, pág. 431.

176

Hanover, Ed. del Norte, 1989.

177

Recogido en No llores por nosotros, Puerto Rico, Hanover, Ed. del Norte, 1997, págs. 215-232.

178

Ese sintagma sirve todavía hoy para titular una antología de textos puertorriqueños, si bien desde la inversión paródica. Me refiero a la antología de Marcos Reyes Dávila y Mª del Carmen Currás, La tierra prometida. Antología crítica de la literatura puertorriqueña (1493-1898), Santo Domingo, Editora Alfa y Omega-Borikén Libros, 1986.

179

Citado en La tierra prometida..., op. cit., pág. 245.

180

Cfr. Gelpí, Juan. «Insularismo en las páginas de La guaracha del macho Camacho» (en Literatura y paternalismo en Puerto Rico. Río Piedras, Editorial de la Universidad, 1993, págs. 17-44).