Cuadro I
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NARRADOR.- El pueblo vasco vive en un hermoso
territorio de montañas suaves y serenos valles, que han
configurado su personalidad a través de los siglos.
-Tanto los arroyos como los bosques forman parte de su vida: entre
ellos nacen sus habitantes, entre ellos crecen... y entre ellos
sueñan.
-No
debe extrañarnos que los personajes fantásticos que
pueblan la mitología vasca habiten en las montañas,
los bosques y los arroyos.
-La
leyenda que queremos representar tiene como protagonista a una
bella Lamia, de largos y sedosos cabellos rubios.
-Las Lamias, al contrario de las Sorgiñes, que habitan en
bosques o poblados, son brujas de agua.
-Residen en el bosque, a la orilla de los ríos, en los que
acostumbran a bañarse y nadar con tanta rapidez como les
permiten sus pies de pato o cola de pez.
-Cuando salen del agua, les gusta sentarse sobre la hierba y peinar
sus hermosos cabellos con un peine de oro.
-Viven alejadas de los humanos, pero, alguna vez, se han sentido
atraídas por ellos.
-Corría el año 1310, cuando un joven de Vizcaya,
llamado Antxon, salió con sus amigos a buscar setas.
-Ellos no sabían que aquel bosque estaba poblado por las
Lamias.
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(ANTXON y
sus amigos cruzan el escenario, con sus cestas buscando setas y
hacen mutis. A continuación aparece un grupo de LAMIAS, que danzan muy contentas.
Están a la orilla del río y, en el baile, se levantan
las largas faldas para enseñar sus pies de pato. Todas
tienen el pelo larguísimo, rubio y delicado. Se llaman
LAMIRA, LAMISA, LAMITA, LAMIKA y LAMIYA, o cualquier otro nombre
similar, si tenemos muchas alumnas.)
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LAMIRA.- Yo creo que este lugar es muy bueno
para vivir.
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LAMISA.- Está lejos de los
caseríos y no nos molestará nadie.
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LAMITA.- Así andaremos a nuestro
aire.
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LAMIKA.- ...Sin fisgones mortales...
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LAMIYA.- Pues... que queréis que os
diga... a mí no me molestan los aldeanos.
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LAMISA.- (Con
guasa.) ¡Ay, mira!... Dice que no le estorban
los seres humanos.
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LAMIYA.- Pues no. No me molestan.
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LAMIRA.- Oye: en el caserío de Munaguren
vivíamos en el pozo y no nos dejaban en paz.
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LAMISA.- ¡Qué oscuro estaba!
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LAMIKA.- Es mucho mejor el arroyo. Aquí,
al menos, vemos el sol.
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LAMIYA.- A mí me gustaba aquel pozo.
Estaba cerca de las personas. Me encantan los humanos.
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LAMITA.- ¡Quédate con ellos!
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LAMISA.- O cásate con un baserritarra.
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TODAS.- ¡Eso, cásate!
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LAMIYA.- Pues no me importaría...
mira.
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LAMIKA.- Ya puedes ocultar los pies. Como te
los vean no te querrá ninguno.
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LAMIYA.- ¡Quién sabe!... Me
pondré zapatos... o mejor, albarcas, que son más
grandes y disimularían el tamaño de mis pies...
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LAMIKA.- ¿También para
dormir?
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LAMIYA.- También.
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(Se oyen voces de los AMIGOS que
discuten.)
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MARTÍN.- Vamos, Antxon, ya tengo la
cesta llena.
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ANTXON.- (Mirando la cesta de
MARTÍN.)
¿Pero qué has hecho? Tira esa seta inmediatamente,
que es venenosa.
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MARTÍN.- ¿Esta?
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ANTXON.- Esta... y esta... ¿Pero no te
das cuenta que son muscarias?
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UNAI.- Con las muscarias,
alucinas
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MARTÍN.- ¿Muscarias?...
¡Qué despiste!...
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AITOR.- Parece mentira que lleves tanto tiempo
de setero. En este bosque hay muchas setas venenosas. Esa que
tienes a tus pies es mismamente la Seta del Diablo, que tampoco se
puede comer.
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MARTÍN.- No la pensaba coger. Soy un
experto en setas.
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ANTXON.- Ya lo hemos visto: si no te las quito,
lo mismo te las cenas esta noche.
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UNAI.- Y todavía te tenemos que hacer
una revisión de la cesta al llegar a casa, que lo mismo
tienes media docena de oronjas verdes, que son tan venenosas como
las muscarias
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-Yo tengo una buena ración de
hongo-belzak,
que me cenaré en cuanto llegue al caserío.
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-Hombre... digo yo que las cenaremos entre
todos...
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- ...que entre todos las hemos cogido.
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-Era un decir...
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-¡Ah!
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(Esta conversación debe ser ampliada por los
actores después que hayan investigado sobre setas venenosas
y comestibles.)
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UNAI.- Se está haciendo tarde.
¿Nos volvemos a casa?
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ANTXON.- Id vosotros que vivís
más lejos y se os puede hacer de noche. Yo aún me
quedo un ratito.
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AITOR.- Ya sé... tienes un sitio secreto
con más perretxicos
y no nos lo quieres decir...
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ANTXON.- ¿Quién sabe...?
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(Mientras hablan los MUCHACHOS y entran en el escenario, se
han ido retirando las LAMIAS sin ser vistas por ellos.
Solamente queda LAMIYA,
sentada en una roca y con los pies bajo el agua. Mira de soslayo
hasta que ve aparecer a ANTXON. Cuando él llega, se
vuelve de espaldas. ANTXON
se acerca y la mira. Ella le mira a él durante unos segundos
mientras se oye una delicada música.)
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LAMIYA.- ¿Quién eres?
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(ANTXON no
puede hablar... Le embarga la emoción. LAMIYA insiste.)
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LAMIYA.- ¿Quién eres?
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ANTXON.- Antxon. Soy Antxon. ¿Y
tú?
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(LAMIYA se
echó a reír y no contestó. Riéndose se
zambulló en el agua. ANTXON esperó mucho rato, pero
LAMIYA no volvió a
salir del agua.)
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ANTXON.- ¿ Cómo se
llamará? ¿Quién será?... Del pueblo,
no. Seguro. Conozco a todas las mozas... ¡Huy!... Se me ha
hecho de noche y tengo que guardar la vaca...
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(Mutis.)
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(Mientras ANTXON se va, por el lado opuesto van
saliendo las demás LAMIAS que hablan con LAMIYA.)
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LAMITA.- Eres tonta... así no se va a
enamorar un aldeano de ti.
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LAMIKA.- «Quién eres»...
solo sabías decirle: ¿Quién eres?
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LAMIRA.- A los hombres hay que darles
conversación...
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LAMINA.- ...y no quedarse como una pasmada.
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LAMIKA.- Tenías que decirle algo
así como: «Me he perdido en el monte y no sé
llegar al valle. ¿Me podrías indicar el
camino?».
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LAMINA.- E inventarte cualquier historia de
humanos... como que eres una huerfanita, o algo parecido.
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LAMIYA.- Tenéis razón... soy una
simple. Pero como nunca había estado tan cerca de
ningún humano, no me había sentido impresionada por
ellos... Me tenéis que aconsejar...
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(Todas las LAMIAS rodean a LAMIYA y salen del escenario
dándole consejos.)
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NARRADOR.- Pasaron unos días y Antxon no
podía dormir. Así que decidió volver al
río a ver si estaba allí su amada. Cuando
llegó, Lamiya se estaba peinando su hermosa cabellera rubia
con un peine de oro. Antxon, se escondió tras un
árbol y contempló entusiasmado a la Lamia. Sin
querer, tropezó y esta, sin mirarle, le dijo:
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LAMIYA.- Buenos días, Antxon.
¿Por qué te escondes? Te estaba esperando.
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ANTXON.- ¿A mí?
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LAMIYA.- A ti. Sí. Acércate. El
otro día no fui muy amable contigo. Por eso me alegro de que
hayas venido de nuevo para que podamos ser amigos.
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ANTXON.- Yo también deseaba verte... Me
pareciste tan hermosa...
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LAMIYA.- Tú también eres un chico
guapo y fornido.
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ANTXON.- Pero soy muy tímido y me da
mucho apuro hablar con las mozas.
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LAMIYA.- Yo no soy una moza del pueblo... Yo
soy diferente. No me voy a burlar de ti.
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ANTXON.- ¿Seguro que no te
burlarás?
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LAMIYA.- Claro que no. Siéntate frente a
mí y mírate en mis ojos. Verás como no
miento.
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(Música. Se sientan en cuclillas, el uno
frente a la otra. Mientras suena la música, ANTXON y LAMIYA acercan sus manos, siempre
mirándose a los ojos y se ponen de pie sin
separarse.)
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NARRADOR.- Antxon se acercó a la orilla
y allí se sentó. Los dos se miraban sin
pestañear y ninguno comenzaba a hablar. Finalmente, la joven
dijo:
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LAMIYA.- ¿Te casarás conmigo?
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ANTXON.- Sí. Pero, antes, dime tu
nombre.
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LAMIYA.- Me llamo Lamiya.
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ANTXON.- ¡Qué nombre tan
bonito!
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LAMIYA.- Toma este anillo de oro. No te lo
quites nunca. Es la señal de nuestro compromiso.
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(Música mientras le coloca el
anillo.)
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ANTXON.- Agur,
Lamiya.
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LAMIYA.- Agur,
Antxon.
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TELÓN
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Cuadro II
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NARRADOR.- La madre de Antxon había
hecho venir a las casamenteras del valle con el fin de buscarle una
novia buena y honrada con la que este pudiera casarse y ser
feliz.
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(La escena se sitúa en la cocina del
caserío de ANTXON.
La madre está hilando mientras el padre trabaja con la
navaja un objeto de madera.)
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AITA.- Mujer... ¿No te parece que Antxon
es aún un poco joven para pensar en casarle?
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AMA.- De joven, nada. ¿O es que ya no te
acuerdas de la edad que tenías cuando te casaste
tú?
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AITA.- ...Es verdad... la misma que
él.
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AMA.- Pues eso. Así, cuando se case, yo
tendré ayuda a la hora de ordeñar, de amasar y...
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AITA.- ...¡y de charlar!
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AMA.- No lo dudes. ¿Tú sabes lo
largas que se me hacen las horas aquí sola en el
caserío?... Si apenas hablo... ¡Ay... si no fuera por
la misa de los domingos...!
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(Llaman a la puerta.)
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AMA.- Sal fuera. Que estas son cosa de mujeres.
Lárgate, anda.
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AITA.- (Con
resignación.) Ya me voy...
(Sale.)
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(Simultáneamente a la salida del
PADRE, entra por el lado
opuesto las CASAMENTERAS.)
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CASAMENTERA MADRE.- (Asomando la
cabeza.) ¿Podemos?
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AMA.- Entrad, que os estoy esperando.
¿Qué tal el camino?
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CASAMENTERA HIJA.- Mojado. Menudo
sirimiri.
Estoy empapada.
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AMA.- Quítate el mantón y ponlo a
secar aquí, junto al fuego. ¿Traéis buenas
noticias?
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CASAMENTERA MADRE.- Buenísimas. Se acaba
de morir Don Diego.
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AMA.- ¿Qué Don Diego?
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CASAMENTERA HIJA.- Don Diego López de
Haro, Señor de Vizcaya.
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AMA.- ¿Dónde ha muerto?
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CASAMENTERA HIJA.- En Algeciras.
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AMA.- ¿Y eso dónde cae?
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CASAMENTERA MADRE.- Pasando
Orduña...
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CASAMENTERA HIJA.- Pero en la otra punta... a
la orilla de otro mar, que no es el de Vizcaya.
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AMA.- ¿Y qué se le había
perdido tan lejos?
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CASAMENTERA MADRE.- ...La guerra...
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AMA.- Como siempre: los hombres todo lo
solucionan peleando... Ellos se van a luchar con el pretexto de
defender su casa... Pero quienes la defendemos somos las mujeres,
que nos quedamos solas, y solas tenemos que criar a los hijos y
sostener la hacienda. (Suspiro.)
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AMA.- ¿Y eso que tiene que ver con la
novia que le has de buscar a mi Antxon?
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CASAMENTERA MADRE.- Tú déjalo de
mi cuenta, que lo tengo todo organizado... Recordarás el
apodo del Señor... ¿No?
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AMA.- ¡Claro: Don Diego V, el
Intruso!
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CASAMENTERA HIJA.- ...Y sabrás por
qué le llaman «El Intruso».
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AMA.- Naturalmente: porque la legítima
heredera del Señorío es Doña María
Díaz de Haro, su sobrina, que es una niña.
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CASAMENTERA HIJA.- Era...era... Que ahora es
toda una dama... Y va a jurar los Fueros bajo el Árbol de
Gernika...
y habrá una gran fiesta... y nos pondremos los trajes de
ceremonia... y se juntarán mozos y mozas... y...
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CASAMENTERA MADRE.- ...Y, tu Antxon, casi sin
darse cuenta, se va a encontrar con esa muchacha tan lozana, tan
decente, tan trabajadora... y tan guapa... que yo le he
buscado.
¿Ves como lo tengo todo previsto?
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AMA.-
(Abrazándola.) ¡Estás
en todo!... En Gernika
será la fiesta de las mujeres... Porque ya era hora de que
nos mandase una mujer... Que ya está bien eso de que siempre
sean los hombres los que nos hagan las leyes.
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CASAMENTERA MADRE.- ¿Te imaginas?...
¿Te imaginas a una mujer mandando por encima de los hombres
y diciendo: «Se ha terminado la guerra»... «la
muerte no es rentable»...
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AMA.- Me la imagino... La estoy viendo bajo al
Árbol, mirando a los hombres y diciéndoles:
«¿Para qué sirven las patrias, si las madres
tienen que pagarlas con la sangre de sus hijos?»...
¿Qué os parece?
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CASAMENTERA HIJA.- ...y después,
más alto todavía... para que la obedezcan:
«¡Todo el mundo a trabajar... y a disfrutar... y a ser
feliz!»... ¡Qué maravilla!... ¿No?
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AMA.- No sé, no sé...
¿Estás segura de que los hombres le van a dejar a
Doña María hacer lo que piense... o le
enmendarán la plana?
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CASAMENTERA HIJA.- No te creas... que he
oído que es una señora que «no quiere ser
mandada». (Misteriosa.) Me han
dicho que sabe leer...
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AMA.- ¡En
é...! No será monja.
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CASAMENTERA MADRE.- ...¡Que va!... y
hasta creo que sabe escribir.
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CASAMENTERA HIJA.- La abadesa del Monasterio
también sabe escribir... y cuando le enseñan un
documento, se lo lee entero, para que no la engañen...
¡Eh!
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AMA.- ¿Tú crees que las mujeres
normales, vamos, digo yo, las que no somos monjas ni damas...
¿podremos también aprender a leer y escribir?
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CASAMENTERA MADRE.- ¡Faltaría
más!... Vamos a ver: ¿te engañan los que te
compran la miel, o te equivocas cuando tiene que parir la
vaca...?
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AMA.- Por supuesto que no. Y no se me escapa
cuando tengo que decirle al aita que
hay que retejar, por ejemplo, aunque él se crea que es el
que lo ha descubierto... Que esa es otra... que encima de tener
nosotras las ideas, tenemos que disimular y hacerles creer a los
maridos que son suyas.
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CASAMENTERA MADRE.- ¡Desde luego..!
Porque eres mucho más lista que los hombres, aunque ellos no
se hayan enterado. ¿Cómo no vamos a poder aprender a
leer y escribir, si ellos aprenden?... ¡si les damos sopas
con honda!
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AMA.- ¿Sabes?... me da envidia
Doña María: no por ser la Señora de Vizcaya,
que eso tiene que ser muy complicado, sino por poder mirar a los
ojos de los hombres de tú a tú, sabiéndose
igual que ellos...
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CASAMENTERA MADRE.- Más que ellos... Que
Doña María ha estudiado con muy buenos profesores, y
sabe de leyes y todo ¿eh?
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AMA.- ¡En
é!... Claro: una mujer que ha
estudiado, tiene que valer más que un hombre ignorante...
¡Qué envidia...!
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CASAMENTERA MADRE.- ¡Pues eso!...
¿No te digo?... Día llegará en que todas las
mujeres sepamos de libros como sabemos de la vida. No lo dudes.
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ANTXON.- (Desde
fuera.) ¡Ama!
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AMA.- (A las CASAMENTERAS.) Salid
por aquí, que no conviene que os vea. Con lo tímido
que es, como se entere, no nos va a seguir el juego.
(Alto.) ¿Qué quieres,
hijo?
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ANTXON.- (Entrando, muy
entusiasmado.) ¡Ama, voy
a casarme!
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AMA.- ¡Qué bien! Precisamente, en
eso estaba yo pensando. Pero hijo... ¿Con quién?
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ANTXON.- Con una moza que he encontrado en el
monte.
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AMA.- ¿Pero, quién es?
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ANTXON.- ¿Qué importa
quién sea? Es la más hermosa que he visto en mi
vida.
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AMA.- ¿Es del pueblo?
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ANTXON.- No.
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AMA.- ¿De algún caserío
cercano?
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ANTXON.- No.
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AMA.- ¿Sabes quiénes son sus
padres?
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ANTXON.- No.
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AMA.- Pero hijo... No sabes quién es, ni
dónde vive... ¿qué sabes de ella?
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ANTXON.- Sé su nombre.
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AMA.- ¿Cuál es?
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ANTXON.- Lamiya.
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AMA.- ¡Ay, ama!...
Si no parece un nombre cristiano.
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ANTXON.- Pero no me dirás que no es
bonito.
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AMA.- No me gusta... ¿Y tiene la cara
tan rara como el nombre?
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ANTXON.- ¡Es la más preciosa del
mundo! Mira que sortija de compromiso me ha regalado.
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(AMA mira
la sortija y hace comentarios
espontáneos.)
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AMA.- Las novias no salen como si fueran setas.
No viven solas en el monte. Tienen una familia.
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ANTXON.- ¿Qué importa su familia?
Ella es la que me interesa... ¡Es tan guapa, ama!
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AMA.- ¡Hijo, hijo...! Pareces
embrujado... Si nunca te he visto así...
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(Frases espontáneas.)
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ANTXON.- (Saliendo del escenario
mientras habla mirando al techo,
distraídamente.) ¡Qué divina
es...! ¡Lamiya...! ¡Lamiya...! ¿Se lo puedo
contar al aita?
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AMA.- Claro que sí, hombre. Sal a
buscarle y dile que venga ya.
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(Sale ANTXON.)
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AMA.- ¡Dios mío, Dios
mío!... ¿Qué le pasará a este
muchacho...
¡Como si tuviera un maleficio...!
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CASAMENTERA MADRE.-
(Entrando.) No te preocupes, mujer...
Eso se le pasa en cuanto vaya a la fiesta de Doña
María y vea la moza de la que te he hablado.
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AMA.- ¿Tú crees? Me parece que mi
hijo está medio loco. No sé lo que le pasa... Nunca
le he visto así.
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(Mientras hablan salen del escenario por un lado a
la vez que entran el AITA
y ANTXON por el
otro.)
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ANTXON.- (Hablándole al
AITA.) ¡Lamiya!...
Se llama Lamiya... No te puedes imaginar qué pelo tiene... y
qué manos... y que voz... ¿No es un sueño para
un pobre aldeano como yo?
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AITA.- ¿Qué me estás
contando?, hijo.
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AMA.- (Entrando.)
Pues eso: ¿Ya te lo ha dicho? Que tiene una novia
guapísima, que ha encontrado en el bosque y que quiere
casarse con ella.
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AITA.- No me lo puedo creer. Si no se atreve a
mirar a las mozas... Será una broma.
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AMA.- Nada de broma. Lleva en el dedo un anillo
de compromiso que le ha dado esa novia.
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ANTXON.-
(Enseñándole el anillo.)
¡Mira, mira!
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AITA.- Ya veo. Ya... Tendremos que ir a hablar
con sus padres.
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ANTXON.- Creo que no tiene padres.
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AITA.- ...¿Y dices... que la has
encontrado en el monte...?... ¿Cómo tiene los
pies?
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ANTXON.- No sé. No se los he visto.
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AMA.- ...¿Y el pelo?
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ANTXON.- Largo hasta la cintura y rubio como el
sol.
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AITA Y AMA.-
(Asustados.) ¡Una Lamia!
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ANTXON.- ¿Una Lamia?... Imposible:
parece muy normal.
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AITA.- Las Lamias se parecen en todo a las
mujeres. Pero son seres de agua que tienen pies de pato.
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AMA.- ¿Tiene tu novia pies de pato?
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ANTXON.- Ya te he dicho que no me he
fijado.
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AMA.- Pues es en lo primero que tienes que
fijarte.
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(Entran los AMIGOS de Antxon que estuvieron con
él en la recogida de setas.)
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AMIGO.- Antxon, ¿ya te has enterado?
Tenemos que ir hasta Gernika,
porque se prepara una fiesta estupenda, el día de la jura de
Doña María.
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-Habrá de todo: arrastre de troncos,
levantamiento de piedra...
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-Baile.
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-Mercado...
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-Partidos de pelota...
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(Aquí los actores harán una lista de
deportes autóctonos vascos así como de otras
actividades lúdicas.)
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ANTXON.- No sé si voy a ir.
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AMIGO.- ¿Que no vas a ir?
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- ¡Vendremos a buscarte!
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AMA.- Anda, salid un rato y llevadle a dar una
vuelta a ver si se distrae, Vete con la cuadrilla, hijo.
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ANTXON y AMIGOS.- Agur
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AMA Y AITA.- Agur.
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(AMA y
AITA ven marchar a los
MUCHACHOS y se quedan muy
tristes.)
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AMA Y AITA.- ¿Que vamos a hacer
ahora?... ¡Una novia Lamia!
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TELÓN
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Cuadro III
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NARRADOR.- Llegaron las fiestas. Todo Vizcaya
se reunió en Gernika
durante varios días.
-Doña María Díaz de Haro, tras jurar los
Fueros de Vizcaya, recibió el homenaje de las Juntas
Generales, que dirigiría durante cincuenta y tres
años.
-Las vizcaínas estaban felices porque, al fin, eran
gobernados por una mujer.
-Se
organizó un gran mercado y acudieron mercaderes de los
más remotos confines del mundo.
-Se
pudieron comprar lienzos de Holanda, sedas de la China y joyas de
Venecia.
-Hombres y mujeres, llegados de todos los rincones del
Señorío, disfrutaban ataviados con sus mejores
galas.
-Todos bailaban felices al son del txistu y
la trikitrixa.
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(Salen bailando un baile sencillo, de cadeneta, por
ejemplo, y se integran con el público, dándoles vivas
a DOÑA
MARÍA. Tras la exhibición, y al pararse la
música, cada uno se queda en su sitio, mientras
continúa el NARRADOR.)
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NARRADOR.- Todos los vizcaínos no
habían acudido a la fiesta.
-Nuestro enamorado Antxon, en vez de ir hacia Gernika,
se había escapado al monte, para espiar a Lamiya y mirarle
los pies.
-Fue tanto su dolor al ver los pies de pato de su enamorada, cuando
los metía en el arroyo, que el alma se le rompió de
pena.
-Llegó al caserío y se tendió en la cama
rendido de tristeza.
-Así le encontraron sus padres y sus amigos, cuando
volvían felices de la fiesta.
-Hallaron a Antxon agarrando con las dos manos su sortija de
compromiso.
-No
respondió a las preguntas de sus padres y de sus amigos.
-Había muerto de amor.
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(El texto primero del NARRADOR, cuando se refiere al
descubrimiento de la condición de Lamia, puede ser
simultaneado por una representación de sombras en la que se
subraye la forma de pies de pato.)
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(Al abrirse, de nuevo, el telón nos volvemos
a encontrar con el interior del caserío. Allí, de la
forma más teatral que encontremos aparecerá el
cadáver del protagonista. Van entrando progresivamente todas
las personas que vienen de la romería y se situarán
al fondo para dejar el centro de la escena más
despejada.)
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(estas expresiones deben ser
acompañadas con otras espontáneas)
AITA Y AMA.- Hijo, ¿dónde has
estado, que no te hemos visto en la fiesta?
¿Cómo te has quedado en casa?
(Acercándose.)
¿qué te pasa?
¡Está muerto!
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AMA.-
(Gritando.) Venid. ¡Venid todos!
¡Nuestro hijo se ha muerto!
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(Van entrando TODOS los actores que hacen
comentarios oportunos.)
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AMA.- ¿Qué tiene en las manos,
que agarra con tanta fuerza?
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(Intentan quitárselo sin
conseguirlo.)
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AITA.- Creo que es el anillo que le dio la
novia Lamia.
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TODOS.- ¡...La novia Lamia...!
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AMA.- Antxon se había enamorado de una
Lamia del río y esta le había regalado un anillo de
compromiso.
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ANCIANO.- Pues si la Lamia le había
regalado un anillo es que ella también se había
enamorado de él.
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(Suena una música muy dulce mientras los
actores simulan llorar.)
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(LAMIYA
entra en escena, moviéndose al compás de la
música, y portando un hermoso paño de encaje dorado
con el que cubre el cuerpo de ANTXON. Todo el mundo pone cara de
sorpresa. LAMIYA da tres
vueltas alrededor de ANTXON y, en la tercera, le quita el
manto de oro. ANTXON, se
incorpora y se frota los ojos como si despertara de un profundo
sueño.)
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ANTXON.- ¿Dónde estoy?
¿Qué ha pasado?
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LAMIYA.- ¿Por qué no me dijiste
que habías descubierto mi condición de Lamia?
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ANTXON.- Porque tus pies de pato significan que
nuestro amor es imposible: las Lamias sois mágicas y, por
ello, inmortales.
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LAMIYA.- Tú ya has superado la muerte.
Si realmente me amas, como dices, sube al bosque conmigo, a vivir
la inmortalidad.
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(ANTXON
mira al AITA y al
AMA sin saber qué
decisión tomar.)
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ANTXON.- ¿Qué hago?,
ama.
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AMA.- Vete con ella, hijo. Ya no nos
perteneces.
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AITA.- Nosotros subiremos al monte todas las
tardes y sentiremos tu presencia entre las ramas de los
árboles y el murmullo del arroyo.
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LAMIYA.- Aunque pasen cientos de años,
Antxon y yo continuaremos paseando nuestro amor por los
húmedos bosques de Vizcaya...
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ANTXON.- ...y si alguna vez los caminantes
encontráis a un joven peinando a una doncella sus rubios
cabellos largos con un peine de oro, no nos molestéis...
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LAMIYA.- ...ni pretendáis hablarnos...
porque vuestra voz no podrá llegar a nuestros oídos
inmortales.
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TELÓN
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