Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.


ArribaAbajo- III -

La junta reformista de la enseñanza


En uno de mis anteriores informes hablé de la Junta Reformista de la Enseñanza, que se inauguró con solemnidad en Madrid no ha mucho tiempo, y que está formada por hombres de pensamiento y de acción, entro los cuales figuran Ramón y Cajal, Vicenti, Rodríguez Carracido y otros distinguidos españoles.

Los fines de esta Asociación no pueden ser más prácticos. Los catedráticos y escritores que la han creado propusiéronse ante todo orientar el pensamiento y la acción del pueblo, del Parlamento y del gobierno «hacia los problemas de enseñanza, a fin de mejorar y fortalecer los procedimientos docentes».

Hay que advertir que se trata de un organismo independiente que nada tiene que ver con el Estado, que puede constituirse, eso sí, dado que lo juzgue conveniente, como colaborador suyo, oficioso y desinteresado, prestándole su apoyo y sus luces.

Los miembros de la Junta han comprendido, sin duda, que el problema de la educación y de la instrucción del pueblo no es sólo el Estado quien debe plantearlo y resolverlo, sino todos los buenos españoles, porque es el problema nacional por excelencia.

Tan simpático eco tuvo desde el primer momento la iniciativa de los catedráticos y hombres de letras de la Junta, que en poco más de un año hanse constituido cuarenta y siete Juntas locales en otras tantas poblaciones de España.

Como se trata de un organismo neutral, en el que están representadas todas las opiniones, así el Profesorado de las Universidades, de los Institutos, Escuelas especiales, Normales y de Artes y Oficios e Industrias, como el Profesorado particular y aun muchas personas que no pertenecen al magisterio, han querido formar parte de la Asociación.

Ahora se organiza la primera Asamblea general de la Junta.

Habrá de verificarse en Valladolid el día 12 de abril en el Paraninfo de la Universidad, y oportunamente daré cuenta de los asuntos que en ellas se traten.

Eligióse a Valladolid, según leo, para esta Asamblea inicial, porque fue en aquella histórica ciudad donde primero quedó establecida la Junta local correspondiente. El Ayuntamiento, por aclamación, resolvió tomar parte en dicha Asamblea, y otro tanto hizo el Claustro de la Universidad.

Es de augurarse que las reuniones próximas se efectuarán con el mismo entusiasmo con que se ha de celebrar ésta, pues todos los ciudadanos comprenden la absoluta y capital urgencia que España tiene de renovarse mentalmente, renovación en la que sin duda está el secreto de su futura vida nacional.




ArribaAbajo- IV -

El congreso de la poesía


El día 22 de marzo, convocados por don Mariano Miguel de Val, nos reunimos en la Secretaría del Ateneo de Madrid varios escritores y poetas.

Entre los que concurrieron o enviaron adhesiones se contaban Francos Rodríguez, Cavestany, Zayas, Martínez Sierra, Villaespesa, Machado, Marquina, Castro, Díez Canedo, Répide, Rubén Darío, Vicenti, Álvarez Quintero, Catarineu y Fernández Shaw.

El señor Val dijo que el objeto de aquella reunión era conocer la adhesión de los elementos indispensables para la organización de un Congreso de la Poesía en Valencia, en octubre próximo.

Así como en Provenza, con ocasión del cincuentenario de Mistral, va a celebrarse la Fiesta de la Poesía, así Valencia quiere congregar a los poetas españoles en rededor del viejo bardo levantino Teodoro Llorente, y hacer que la musa castellana resuene en la ciudad florida en los bellos días en que todo florece y fructifica.

Para la realización del Congreso empezóse, pues, por lo que se empieza siempre entre nosotros en estos casos: por nombrar una Comisión a fin de que inicíase los trabajos preparatorios, Comisión que quedó formada como sigue:

Señores Vicenti, Francos Rodríguez, Herrero, Zayas, Martínez Sierra, Machado y el que esto escribe.

*  *  *

Ahora bien, ¿qué es eso del Congreso de la Poesía?

Una denominación a la cual no hay que dar gran importancia, porque todavía no es definitiva.

El mismo Teodoro Llorente, interrogado a este propósito, respondió:

-«La denominación de Congreso no me parece del todo bien. Esto parece indicar controversias críticas literarias o discusiones sobre la forma.

«Llamarle certamen y otorgar premios, tampoco me satisface.

«Lo que estimo mejor, es algo así como un gran festival de la Poesía, en que la musa española luzca sus esplendores. Pero la forma no me atrevo a concretarla».

Val, por su parte, dice:

«Aun cuando nada puede todavía concretarse de lo que en definitiva será el Congreso de la Poesía en Valencia, porque toda su organización depende de los acuerdos que adopten sus organizadores valencianos y de Madrid, me veo de tal modo requerido a exponer con alguna amplitud mi pensamiento, que no puedo negarme a hacerlo, siquiera sea con la protesta de que no aspiro a que prevalezca en absoluto.

»Me dirijo, pues, a los amigos y compañeros de Valencia y a cuantos desde otras regiones escriben interesándose por conocer los pormenores del proyecto.

»Empezaré por decir que la organización del Congreso me parece absolutamente fácil.

»Aun revestido de toda la importancia que se le quiere y debe dar, serán escasas las dificultades con que se tropiece, ni habrá obstáculo alguno por cuanto se refiere a los gastos que ocasione.

»La necesidad de que sea Congreso estriba en que sólo así podrá contarse con la asistencia de los grandes maestros de las letras patrias, tales como don Marcelino Menéndez y Pelayo, que, a más de ser poeta, conoce como nadie la historia de nuestra Poesía, y puede, como nadie también, honrar con su presidencia la solemnidad literaria.

»Una vez recibidos, dentro del plazo que se fije, los trabajos de los congresistas que hayan de actuar en el Congreso, se clasificarán formando, con arreglo a sus temas, las correspondientes Secciones.

»Para la admisión de congresistas se formarán Comités en las distintas regiones y en Provenza, los cuales se pondrán en relación con la Comisión organizadora de Madrid.

»Cada uno de los grupos regionales nombrará un presidente o mantenedor, que será el que lleve la voz como representante de su región en la solemne sesión de apertura.

»La sesión de apertura, será, pues, el acto de presencia de las distintas regiones y entidades que concurran al Congreso.

»Con el objeto de dar la mayor unidad y valor científico al conjunto de los trabajos que se presenten, la Comisión de Madrid encargará a todos y a cada uno de los mantenedores regionales un estudio histórico-crítico de la Poesía en sus respectivos países, con los cuales trabajos se formará uno o varios volúmenes importantísimos, seguidos de sus correspondientes antologías y de los cuales se harán grandes tiradas.

»El Congreso se reunirá en Secciones tres días a lo sumo, pudiendo simultáneamente leerse varios trabajos en distintos locales.

»Entre los fines del Congreso no debe olvidarse la fundación de una Sociedad en Madrid que sea algo así como Las Cortes de la Poesía Nacional».

Esto de Las Cortes de la Poesía Nacional o de la Academia de la Poesía, ya es algo con visos de más permanencia y con más enjundia que el simple Congreso. ¿Por qué los poetas no han de tener también su Academia?

...Sólo que se me ocurre, preguntar lo que en esta Academia se haría.

¿Organizar certámenes? ¡Se organizan ya tantos!

¿Fijar los cánones del verso? ¡Qué cánones! El verso libérrimo ni los solicita ni los admite.

¿Estimular a los poetas? Habría que investigar qué clase de estímulo sería éste. Porque la progenie de los dioses, los seres alados y sagrados, ya no quieren ni palabras ni oropeles; quieren vivir. ¡Reivindican su derecho a la vida!

¿Pensarán en esto los congresistas de la Poesía?

-Sí pensarán -me responde Val, quien, contestando así mismo a una pregunta de F. Aznar Navarro, ha agregado:

«No será un hecho aislado y sin finalidad práctica el viaje de los poetas a Valencia. Ya sería bastante, como fuente de inspiración, reunir a estos idealistas bajo el dosel de un cielo que parece creado para cobijar espíritus soñadores; pero se trata de algo más: el comienzo de un plan más vasto, que tiende a constituir la Casa de los Poetas; la, cual será a un tiempo palacio de las musas, lugar de reunión, amparo de poetas pobres. A eso llegaremos. La iniciativa ha cristalizado. Sólo nos falta reunir unos miles de pesetas. Esto es fácil».

Como ven ustedes, la juventud no duda de nada... ¡y hace bien!

Aznar Navarro, comentando, sin embargo, las anteriores palabras, dice:

«Posesión del divino estro» y «posesión de un palacio» (no siendo imaginativo), son posesiones que siempre se repelieron. Podrían dar fe desde sus tumbas aquellos hombres de mocedades ajetreadas que se llamaron Bretón de los Herreros, Pastor Díaz, Espronceda, Zorrilla, Trueba, Florentino Sanz, Narciso Serra y Gustavo Adolfo Bécquer, tan excesiva mente soñadores; poetas tan de sobra -y hombres tan de falta- que ni se cuidaron los pobrecillos de esperar semejantes posesiones.

»Los tiempos han cambiado, como se ve. Los poetas de ahora quieren tener palacio. Son hombres más prácticos, y no diré que menos poetas, aunque no los halle a cada paso, mientras me tropiezo con harto numerosos malabaristas de la estrofa.

»No está mal que los poetas vayan a la conquista del palacio. Ni quiero aguarles su presente gozo discurriendo sobre la influencia del ambiente académico en quienes lo respiran, ni hacer una brillante frase recordando cómo mueren los ruiseñores en las jaulas; ni pensar en desmayos tras la necesidad satisfecha, con el consiguiente '¡Es tan fácil no hacer nada!' lanzado por el socarrón Miguel de los Santos Álvarez apenas convertido en consejero de Estado; ni las consecuencias de una vida lógica y de orden, tan detestada por Espronceda en su Diablo Mundo:

»¡Oh, cómo cansa el orden! ¡No hay locura igual a la del lógico severo!

»Pero sí he de acordarme -temblad, poetas soñadores y hombres prácticos!- de lo difícil que os va a ser lograr los elementos necesarios para que el palacio se alce. No hay entre vosotros un Mistral. Quiero decir, un salvador premio Nobel. o si sois vosotros hombres prácticos (aunque sin dinero), ¡oh, poetas!, lo es también en tal medida el prójimo adinerado, que tiene por costumbre dedicar sus capitales a menesteres más prosaicos.

«¿Y por qué abandonar, aunque dinero no hubiere, la dorada idea? Mientras se incuba el Mistral español que un día pueda, con su buen premio Nobel, satisfacer la colectiva aspiración del palacio propio, hágase una instalación provisional con terreno del común, en el mismísimo Salón del Prado, alrededor de un banco simbólico.

»Simbólico, sí, porque ese banco, en la Meca improvisada de los poetas españoles modernos, podría hacer el oficio de la piedra negra en la misteriosa Caaba, y podrían escuchar de continuo ante él los jóvenes poetas y ya hombres prácticos:

»Aquí durmieron muchas noches, a falta de lecho mejor, grandes poetas antepasados nuestros. ¡No sabían vivir!».

*  *  *

Yo entiendo, no obstante, que mientras se incuba este Mistral español de que habla irónicamente Aznar, hay que intentar algo.

O el poeta desempeña una función social, o es un ser inútil.

Si lo segundo, tengamos la franqueza de decirlo, de pregonarlo, y en vez de alentar por ningún concepto la poesía, y en vez de juzgarla representativa de la mentalidad del mundo, y en vez de creerla civilizadora y de honrar a los Homero y los Dante y los Shakespeare y los Víctor Hugo, combatamos desde la escuela, desde el hogar mismo, vigorosamente, toda tendencia a ella; no toleremos su intrusión ni su manifestación en ninguna parte; afirmemos de una vez que es cosa vitanda, o siquiera baladí.

Si, por el contrario, entendemos que es una función social, que ayuda a la vida mental y a la economía misma de las sociedades, ayudemos a vivir a los poetas!

En suma: o construyamos pajareras o comámonos a los pájaros... fritos!

*  *  *

Para concluir estas notas diré a ustedes cuáles son los planes a que, según la última reunión habida, debe sujetarse la Asamblea:

Ésta se verificará, como he apuntado, en el próximo mes de octubre y concurrirán a ella cuantos quieran inscribirse, con arreglo a las condiciones que han de publicarse, y los representantes de entidades colectivas, academias, ateneos, etc.

El Congreso celebrará dos o tres sesiones para tratar temas de carácter teórico y de condición práctica, cuyo desarrollo ha de encomendarse a personas de grande suficiencia y autoridad.

Entre esos temas están los de fundación de una Academia Nacional de la Poesía; relaciones entre los poetas hispano-americanos y todos los de la raza latina, o influjo social de la Poesía.

Los asuntos de carácter práctico que han de tratarse, se refieren a la formación de una Sociedad de poetas para defensa de sus intereses; mutualismo editorial; constitución de un montepío; medios de facilitar el transporte terrestre y marítimo de libros a los países extranjeros y manera de difundir en el nuestro las lecturas poéticas.

Por último, para dar fin a las tareas del Congreso se celebrará un gran festival consagrado al gran poeta español del siglo XIX don José Zorrilla. Poetas designados por distintas regiones españolas concurrirán al homenaje, en el que llevará la voz del Congreso don Marcelino Menéndez Pelayo.

Se procurará que a este acto, celebrado al aire libre, concurran altas representaciones sociales y poetas de Francia, Italia, Portugal; que sea, en suma, la sesión, un espectáculo digno de la idea que la inspira y propio de la grandeza del certamen que se dispone en Valencia.

Tal es el programa... De su realización daré a ustedes oportunamente cuenta, pues no nos es permitido a los poetas «llenos de fe sagrada» dudar de que ha de realizarse.