Esta obrita fue estrenada en el festival de Navidad del Colegio
Público Birjinetxe, de Bilbao, en el año 1983. Ha sido
representada en otras dos ocasiones por sucesivas generaciones de
alumnos de diferentes cursos, desde 8.º hasta 5.º de
EGB.
En
principio, esta obra requiere un solo escenario.
Al
fondo se colocará un telón con un paisaje que se puede
parecer al de Palestina. Lo que se quiere representar es un cruce
de caminos que van hacia Belén. Deben aparecer los tres
árboles protagonistas: un olivo y un naranjo a un lado, y un
abeto, al otro, en el borde del escenario cerca de un enchufe.
Porque lo vamos a necesitar para poder encenderle las luces.
El
olivo y el naranjo se fabricarán con cartón y en el
centro de cada uno de ellos se dejará un círculo por el
que debe asomar la cabeza del actor. Se les pueden colocar ramas
cosidas para darles más verosimilitud. Lo que es
imprescindible es que lleven respectivamente cosidas bolitas,
semejando aceitunas o naranjas. El abeto debe ser uno real, ya sea
natural o artificial. Detrás de él se colocará el
actor o actriz.
En
algunas de las representaciones anteriores se ha utilizado esta
dramatización como eje central del Festival de Navidad. En
este caso, entre el segundo acto y el tercero, se ha añadido
uno intermedio que representaba el Portal de Belén. En él
aparecían María, José y el Niño y ante ellos
desfilaban todos los cursos del Colegio, cantando cada uno sus
correspondientes villancicos. Terminado el desfile, se volvía
al primer escenario y continuaba la acción.
PERSONAJES
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NARRADOR o NARRADORES, pueden ser
uno o varios. Mejor niño y niña. Vestidos como los
hombres y mujeres de Belén. |
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NARANJO. |
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OLIVO. |
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ABETOS, son, realmente, los
protagonistas de la historia que se cuenta. Como en el guión
hay abundancia de varones, posiblemente lo tengan que representar
niñas. |
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POSADERO, es el malo de la obra.
Siempre aparece pegando a todo el mundo. Sólo piensa en
hacerse rico, sin escuchar los problemas de los demás. No se
aviene a razones. |
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SIMÓN. |
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OSEAS. |
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EFRAÍN, son tres jóvenes
que han acudido a Belén, como el resto de la gente. Parece que
se han encontrado una bolsa con algo de dinero y buscan al
dueño para devolvérselo. El bruto del posadero los ha
confundido con unos delincuentes. |
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JOSÉ, no entiende que el
posadero le trate mal, cuando se ha portado correctamente. Con el
fin de aclarar su situación le tiene que enseñar los
papeles que ha traído consigo, para empadronarse como los
demás habitantes del Imperio Romano. |
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MARÍA, ha tenido que
realizar un viaje de varios días, desde Nazaret, y, la
pobrecita, que está a punto de dar a luz, se encuentra muy
cansada. Le faltan fuerzas para llegar a Belén y se tiene que
quedar en una cueva, donde nacerá su Hijo. |
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Soldados Romanos, no es necesario
que sean muchos. Pero deben ensayar bien el paso de marcha, que es
muy espectacular, y seguir el ritmo de la música. Siempre
actuarán con gran seriedad, como verdaderos soldados
desfilando. Uno de ellos debe tocar la trompeta o algún
instrumento de viento para llamar al público. |
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MENSAJERO, es el soldado que mejor
sepa leer con la entonación característica de los
pregoneros de pueblo. |
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Hombres y mujeres de Belén,
el resto de la clase. Si son pocos, pueden engrosar
el grupo los narradores, los muchachos e, incluso, José y
María con algún cambio en el vestuario. |
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Acto primero
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Al abrirse el telón aparece en el escenario un
paisaje que quiere representar un cruce de caminos que conducen
hacia Belén. A un lado se encuentran un NARANJO y un OLIVO. Al otro, cerca de algún
enchufe, un ABETO.
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Música.
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NARRADOR.- A las afueras de Belén, cerca de
una cueva, y bordeando un camino, se encuentran tres árboles.
Belén no es un pueblo que tenga muchos árboles. Pero, en
este cruce, la casualidad ha acercado un Olivo centenario, con el
tronco retorcido y cargado de aceitunas, a un alegre y
simpático Naranjo lleno de azahar. Asoman, junto a sus blancas
flores aromáticas, juguetonas naranjas que, llenas de jugoso
zumo, calman la sed del caminante.
No
lejos, y levantando su copa hacia el cielo, se yergue un esbelto y
perenne Abeto. Nadie sabe cómo llegó hasta aquí. El
abeto es un árbol de climas fríos, y Belén, aún
en invierno, tiene una temperatura suave.
Los
tres no hacen muy buenas migas. El Olivo y el Naranjo presumen de
tener sabrosos frutos comestibles y se burlan del Abeto que
sólo puede proporcionar su dulce sombra en verano.
Una
vez, en el solsticio de invierno, cuando las noches son largas y
los días cortos, se oyeron pasos marciales y aguerridos. Unos
soldados romanos convocaban a la gente para dar una noticia.
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(Entran los soldados a paso de marcha. Para que no
sea excesivamente corta su actuación, pueden entrar a
través del patio de butacas e, incluso, darse un par de
vueltas entre los pasillos con aire de desfile militar. Al subir al
escenario, vuelven a dar otra vuelta y se quedan en formación
a un lado de éste. Uno toca la trompeta. Se adelanta el
MENSAJERO portando un
pergamino que va desenrollando pausadamente. Mientras lee en alta
voz, como un pregonero, la gente se va acercando y se arremolina
junto a él.)
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(Marcha triunfal de
«Aida».)
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MENSAJERO.- De orden del Emperador Tiberio, se
hace saber:
(Escenario totalmente
iluminado.)
Que
todas las personas, residentes en tierras de Roma, se deben
presentar, sin falta, en su pueblo de origen para empadronarse y
ser censadas.
Nuestro Emperador se siente orgulloso de los habitantes del
Imperio, y quiere saber con exactitud su número y
condición. De esta manera le será más fácil
aumentar los impuestos y nadie se quedará sin pagarlos.
Todos aquellos que no acudan a su pueblo de procedencia, serán
castigados.
Dado en Roma en el año 753 de su fundación.
Firmado: Tiberio Augusto, Emperador de Roma.
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(El soldado-corneta toca de nuevo, y se marchan
todos desfilando. Las gentes de Belén
comentan.)
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MUJER 1.- ¡Qué bien! Vendrán
forasteros y venderemos más...
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MOZA 1.- (A su
amiga.) ¿Te has fijado en el soldado que estaba
el segundo? ¡Qué guapo! Yo creo que me miraba.
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MOZA 2.- Dilo más bajo, que como se entere
tu madre de que miras a los soldados romanos, no te va a dejar
salir de casa.
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MOZA 1.- Es que yo... creo que me miraba.
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MOZA 2.- ¡Anda ya! ¡Qué te va a
mirar!
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MOZA 1.- ¡Que sí, pesada!
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HOMBRE 1.- Impuestos... siempre impuestos... No
saben hacer otra cosa los romanos.
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(Puede haber varios diálogos
simultáneos.)
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HOMBRE 2.- Se deben pensar que sólo tenemos
que trabajar para ellos.
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HOMBRE 3.- A mí, este año, apenas me
queda para mantener a mi familia por culpa de tantos impuestos.
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HOMBRE 1.- Y... no los pagues... que ya
verás la que te cae.
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HOMBRE 3.- A ver si con esto del
empadronamiento, vienen los parientes que viven lejos, y les
sacamos algo.
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MUJER 2.- ¿Sacarles?... Encima les
tendremos que dar cama y comida... que ellos no tienen mucho
más que nosotros.
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MOZA 3.- Mira: así vendrá mi primo
Elías, que me gusta.
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MUJER 2.- Pues sí. Tus padres podrían
aprovechar la ocasión para casaros de una vez.
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MOZA 3.- No hay mal que por bien no venga.
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MUJER 2.- (Al Hombre 3.)
¿Sabes qué te digo? Que sería buen
momento para que tu hermano Rubén te pagara aquellas ovejas
que te debe.
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HOMBRE 3.- Tienes razón. Se lo
pediré.
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POSADERO.- A mí me parece estupendo que
Belén se llene de gente. Tendré completa mi posada.
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POSADERA.- Pondremos camas hasta en el portal.
Necesitaré ayudantes para tanto trabajo.
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MOZA 2.- ¿Me puedes contratar a
mí?
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MOZA 1.- ¿Y a mí?
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(Aumenta el volumen de la música y se ahogan
las palabras.)
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POSADERA.- Os contrataré a las dos... Nos
vamos a hacer ricos...
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(Esta conversación puede ser enriquecida por
las aportaciones de los alumnos y, lógicamente, puede variar
dependiendo del número de niños o niñas que formen
el grupo.)
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(La gente de Belén se va marchando mientras
charla animadamente.)
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TELÓN
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Acto segundo
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Durante el entreacto, que no tiene por qué ser
largo, se puede poner una cinta con sonidos de tumulto, de feria o
barullo de gente. Se supone que está llegando una multitud a
Belén.
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Sonido de barullo.
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Al abrirse el telón, en el escenario solamente
se encuentran los tres árboles. Sería de desear que los
focos pudieran iluminar solamente al árbol que habla en cada
momento.
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OLIVO.- Los olivos somos muy viejos, pero, en
toda mi vida había visto tantos caminantes como en estos
días.
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(Sólo se iluminan los
árboles.)
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NARANJO.- ¡Oh!... Son unos pesados... No
hacen otra cosa que quitarme mis naranjitas... ¡Con lo lindas
que son!
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OLIVO.- Eres un egoísta. Tú tienes las
naranjas como yo las aceitunas: para que las disfrute la gente, no
para presumir de ellas.
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NARANJO.- No compares: mis naranjas son
redondas, brillantes, doradas... Tus aceitunas negras, grasientas y
sucias.
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OLIVO.- ¿Habráse visto, qué
chulo? Sabrás que, con las aceitunas, se pueden hacer muchas
más cosas que con las naranjas.
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NARANJO.- ¿Cosas? ¿Qué cosas?
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OLIVO.- ¿Pero es que no lo sabes?
¡Ignorante!... Mira: de mis aceitunas negras sale un aceite
suave, suave, de color verde transparente, que cura las heridas,
suaviza la piel, evita enfermedades, ayuda a cocinar los
alimentos...
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NARANJO.- (Con
guasa.) Ya salieron los guisos. También se
cocina conmigo, y se refresca la gente con mi zumo... Todavía
no he visto yo a nadie tomándose un vaso con zumo de
oliva.
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OLIVO.- Tanto como un vaso no es necesario, pero
una cucharadita diaria, se la toma mucha gente... y empapando una
rebanada de pan tostado... es placer de dioses.
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NARANJO.- ...Y no me digas que las vitaminas que
yo proporciono, no evitan enfermedades... como tu aceite.
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ABETO.- ¿Os podéis callar de una vez?
Los dos estáis empatados en cualidades excelentes.
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NARANJO.- ¿Callarnos nosotros?
¡Cállate tú que no produces nada y, además,
eres el forastero! Nosotros somos de aquí de toda la vida.
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OLIVO.- No tanto, Naranjo... Que tú
también procedes de otras tierras...
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NARANJO.- Pero hace ya muchas generaciones que
vivimos aquí. Tantas que la gente lo ha olvidado y considera
las naranjas como el fruto más preciado de este país.
|
OLIVO.- Puede pasar. Te acepto como si fueras de
aquí de toda la vida... Pero ese forastero no sé que
pinta en ese camino.
|
NARANJO.- Es que este pobrecillo es un
inmigrante recién llegado de no se sabe dónde.
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ABETO.- Sí se sabe de dónde. Mi tierra
de origen está en el Norte, donde los días y las noches
duran seis meses.
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OLIVO.- ¿Has oído?, Naranjo. ¿Te
imaginas una noche de seis meses?
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NARANJO.- (Con
guasa.) Oye, Abeto, ¿y cuándo cantan los
gallos al amanecer en tu tierra?... ¿Cada seis meses?
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ABETO.- No te burles de mí, Naranjo. En la
noche polar los animales hibernan. Cuando llega el día, toda
la Naturaleza se despierta de un largo sueño.
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NARANJO.- ¿Y por qué no te has quedado
en el Norte?... para dormir más.
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ABETO.- No lo sé. Algún caminante
debió haber traído mi semilla después de visitar mi
país.
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OLIVO.- No tenía que haberla sembrado.
Aquí no nos hacen falta árboles como tú. Hay poca
agua y la necesitamos las plantas que producimos frutos
comestibles.
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NARANJO.- Si esta tierra se llena de extranjeros
nos faltará el agua para los árboles de toda la vida.
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ABETO.- Yo no hago daño a nadie. Mi sombra
es tan agradable como la vuestra. Los caminantes me prefieren a
vosotros porque soy más grande y les protejo mejor.
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OLIVO.- Pero en este lugar lleno de frutales de
copa redonda, tú eres un bicho raro, largo y picudo...
Enseguida se ve que eres forastero. Estropeas el paisaje.
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NARANJO.- Realmente molestas a la vista.
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OLIVO.- Callad. Viene gente... Estos días
parecen una feria: todo el mundo pasa por este camino.
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(Aparece el POSADERO pegando a unos
muchachos.)
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POSADERO.- ¡Hale, Hale!... Ya está
bien. Como os vuelva a pillar robando, os llevo a la justicia.
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(Se ilumina toda la escena.)
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SIMÓN.- Señor: nosotros sólo
queríamos dormir.
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OSEAS.- El dinero lo hemos encontrado.
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POSADERO.- ¿Encontrado?... Yo os he visto
con mis propios ojos quitárselo a un pobre anciano.
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EFRAÍN.- Créanos, por favor, que no le
engañamos.
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POSADERO.- Ya me esperaba yo que, con esto del
empadronamiento, el pueblo se iba a llenar de maleantes.
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OSEAS.- Nosotros no lo somos. Estamos dispuestos
a devolver el dinero a quien de muestre que es suyo.
|
EFRAÍN.- Le pagaremos la noche en la
posada... ¡Por favor!... Déjenos dormir.
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POSADERO.- ¡Largaos! Ya tengo la posada
llena y ahora mismo la cierro con cerrojo y candado. Ya no admito a
nadie..., aunque traiga recomendación del mismísimo rey
Herodes... ¡Ya está bien de sustos!
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(Sale el POSADERO refunfuñando y
detrás de él lo hacen los muchachos muy compungidos.
Quedan, de nuevo, los árboles solos.)
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ABETO.- Este posadero tiene muy mal genio.
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(Luz para los árboles.)
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NARANJO.- Tiene que defender su posada. No la va
a llenar de ladrones.
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OLIVO.- Podía haberse molestado en
enterarse de la verdad. Enseguida aseguró que habían
robado el dinero. Sin investigar.
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NARANJO.- Los muchachos de hoy día siempre
andan buscando gresca. Son todos unos sinvergüenzas.
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OLIVO.- No digas tonterías, Naranjo.
Tú y yo conocemos a muchos chicos y chicas estupendos que
jamás robarían. Ni siquiera para comer.
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ABETO.- Yo también los conozco. Son la
mayoría.
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OLIVO.- Lo que ocurre es que las noticias
desagradables las protagonizan siempre los mismos gamberros.
|
ABETO.- Que son cuatro de ellos... Pero es a los
que se les ve.
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(Música.)
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OLIVO.- Y se les oye... Las cosas buenas no se
publican... no son noticia.
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(Entran MARÍA y JOSÉ y callan los
árboles.)
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JOSÉ.- Vamos, María... Ya queda
poco... Belén está al doblar esa cuesta.
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MARÍA.- Estoy muy cansada.
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JOSÉ.- ¡Ánimo! En la posada nos
darán una cena calentita y descansaremos.
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MARÍA.- No, puedo más... Me voy a
sentar un momento.
Oye, José, ¿por qué no te acercas tú solo a
Belén y buscas habitación en la posada? Me duelen los
pies. Necesito descansar... Así, cuando vuelvas por mí,
me voy derecha a la cama.
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(Cuando MARÍA se duerme sólo se
ilumina ella.)
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(JOSÉ
se va en dirección a Belén y MARÍA, recostada en el
ABETO, se
duerme.)
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(Música de ángeles.)
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(Al terminar la música, entran JOSÉ y el POSADERO que le viene
pegando.)
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POSADERO.- ¡Ladrón,
sinvergüenza!... Como vuelvas a llamar a mi puerta, te hundo a
palos.
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JOSÉ.- Señor, yo solamente quería
una habitación para que mi esposa no tuviera que pasar la
noche en la calle. (Mete la mano en el zurrón y
saca sus documentos.) Tengo aquí mis papeles...
mire, mire: no soy ningún ladrón.
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(Luz total.)
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POSADERO.- Cuando yo cierro la puerta de mi
posada, no se la abro ni al rey.
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JOSÉ.- ¡Por favor!...
¡Escúcheme!... Soy José, de la Casa de David, que
vivo en Nazaret.
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POSADERO.- ¿En Nazaret?
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JOSÉ.- Sí, en Nazaret.
(Le enseña los papeles.) Mire:
soy carpintero.
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POSADERO.- (Mirando la
documentación.) Aquí dice que eres
carpintero.
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JOSÉ.- Pues eso le estoy diciendo. Tengo
unos dinerillos ahorrados y puedo pagar la posada.
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POSADERO.- Está llena.
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JOSÉ.- Aunque sea un rincón. Mi esposa
no se puede quedar en la calle... porque está esperando un
Niño.
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POSADERO.- ¿Un niño? ¿Tú
sabes lo que estás diciendo?... ¡Sólo faltaba eso!
¡Con la guerra que da un niño!... Se marcharían
todos los clientes y no ganaría ni un denario... ¡Ni
hablar!
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JOSÉ.- ¡Por favor!... Sólo esta
noche. Le prometo que mañana buscaré otro sitio.
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POSADERO.- ¡No, no y no! Me voy corriendo a
casa a cerrar de nuevo... (Con las manos en la
cabeza.) ¡Un niño! (Se
va.)
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(Música suave.)
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(Mientras transcurre el diálogo de
JOSÉ con el
POSADERO, se ha ido
despertando MARÍA.
JOSÉ se acerca a ella
tristemente y se sienta.)
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MARÍA.- No te preocupes, José. Aunque
quisiera no podría llegar a Belén. Vamos a buscar
cualquier sitio por aquí donde guarecernos esta noche.
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(JOSÉ
ayuda a MARÍA a
levantarse mientras cae el...
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TELÓN)
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Acto tercero
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«Gloria» a todo
volumen.
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Se supone que en este entreacto ha nacido
Jesús en el Portal de Belén. Para que el público lo
vaya percibiendo, se puede poner en el magnetofón algún
«Gloria», a todo volumen, que comunique la trascendencia
del momento.
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En escena, el camino con los tres
árboles.
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Comentan los acontecimientos que acaban de
ocurrir.
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Luz para los árboles.
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NARANJO.- ¿Habéis visto? ¡Esto es
la locura!
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OLIVO.- Nunca vi nada igual... Parecía que
estábamos en cielo.
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ABETO.- ...Y estábamos en el cielo. Porque
esta noche el Cielo ha bajado a Belén.
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OLIVO.- ¿Oísteis a los ángeles
cómo cantaban aquello de «Gloria a Dios en las alturas y,
en la Tierra, Paz a los hombres»?
|
NARANJO.- A ti, eso de la Paz, te vuelve
loco.
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OLIVO.- Naturalmente. Es lo que más deseo.
Como los olivos vivimos tantos años y presenciamos tantas
guerras, siempre la estamos esperando.
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ABETO.- La deseáis tanto, que, cuando se
representa, se hace con una paloma que lleva en el pico un ramo de
olivo. Pero dime: ¿qué es, para ti, la Paz?
|
OLIVO.- La Paz es el resultado de la buena
vecindad... Es el ambiente que se respira en una comunidad cuando
sus integrantes utilizan la razón antes que la fuerza.
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NARANJO.- ¿Y por qué hay
enfrentamientos?
|
OLIVO.- Porque muchas veces falta Justicia y
Amor, y no se habla lo suficiente. El diálogo con la justicia
y la caridad son indispensables para poder vivir en Paz.
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NARANJO.- ¿Y cómo crees tú que se
puede conseguir esa Paz?
|
OLIVO.- ¡Hombre! Ya te lo he dicho.
Escuchando a los demás... siendo justos con todos... y
teniendo un poco de caridad con los más pobres. No como ese
posadero agresivo y egoísta que no escucha a nadie ni se
compadece de nada.
|
ABETO.- Y, también, no montando gresca por
cualquier cosa, como os pasa a vosotros dos.
|
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(Entran los muchachos a los que pegaba el
POSADERO.)
|
|
(Luz total.)
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SIMÓN.- ¡Oye! Casi me alegro de no
haber dormido en la posada. Una noche como esta no se ve todos los
días.
|
OSEAS.- Ni todos los años..., ni en toda tu
vida. Yo creo que esta noche es única en la Historia.
|
EFRAÍN.- Estoy muy contento,
¿sabes?
|
SIMÓN.- Yo también... El bruto del
posadero nos hubiera metido en la cárcel sin haber hecho
nada.
|
OSEAS.- Es un animal el tío...
¿eh?
|
EFRAÍN.- Ni que lo digas... A mí me ha
dado tales patadas, que ni me puedo sentar.
|
|
(Se ilumina el corro de
muchachos.)
|
OSEAS.- Pues yo sí me voy a sentar... Y me
voy a comer una naranjita que estoy viendo, que parece muy
rica.
|
|
(Busca una naranja del árbol y se sienta. Los
demás siguen su ejemplo y comen y hablan con la boca
llena.)
|
|
(Música.)
|
EFRAÍN.- ¡Qué Niño tan
precioso!... ¡Y acababa de nacer!
|
OSEAS.- ...Y parecía que nos
conocía.
|
EFRAÍN.- ¿Te fijaste en lo joven y lo
guapa que era su madre?
|
SIMÓN.- Creo que se llama María.
|
OSEAS.- Me da no sé qué que tengan que
pasar la noche en esa cueva.
|
EFRAÍN.- ...Y eso que los pastores les han
llevado de todo: ropa, miel, queso... ¡qué sé
yo!
|
OSEAS.- ¿Y cómo se enteraron los
pastores?
|
SIMÓN.- Pues creo que estaban en el campo,
con las ovejas, y se les apareció un ángel muy brillante
para decirles que había nacido el Niño Dios.
|
OSEAS.- Pero, eso del Niño Dios... ¿es
verdad?
|
SIMÓN.- Claro, hombre. Mira: ya estaba
escrito hace muchos años. Lo escribieron los profetas.
Decían que nacería en Belén, tierra de Judá, de
la Virgen María..., y que en el cielo aparecería una gran
señal.
|
EFRAÍN.- ¡La estrella! Ya sé. Esa
estrella tan gigante que no habíamos visto hasta hoy.
|
SIMóN.- La misma. ¿Te has dado cuenta?
Parece que viene de Oriente.
|
OSEAS.- Sí. ¿Sabes que te digo?
|
SIMÓN.- ¿Qué?
|
OSEAS.- Que nosotros también podríamos
llevarle algo al Niño Dios.
|
EFRAÍN.- Sí... con el dinero que nos
ha quitado el posadero...
|
SIMÓN.- Ya ¡Qué rabia!
|
OSEAS.- Es que... para una vez que nace Dios, no
vamos a marcharnos sin llevarle nada.
|
EFRAÍN.- ¡Ya sé!... ¡Le
llevaremos unas naranjas para que le hagan un zumo!
|
OSEAS.- ¡Hala! ¡Bruto!... Si acaba de
nacer y está mamando.
|
EFRAÍN.- Pues para su madre, que yo he
oído que las señoras que están amamantando tienen
que comer mucho.
|
SIMÓN.- Mira: también le podemos
llevar unas aceitunitas para que se haga una buena ensalada y saque
aceite para sopas.
|
|
(Luz total.)
|
|
(Los tres se acercan a los árboles, se llenan
las alforjas con naranjas y aceitunas y se
marchan.)
|
|
(Música mientras cogen
fruta.)
|
|
(Al quedar de nuevo la escena sola, hablan los
árboles.)
|
NARANJO.- La... la... la... la... la...
¿Hay quién dé más? ¿Quién es el
árbol guapo que primero va a obsequiar al Niño Dios?
|
OLIVO.- ¡Vaya! ¿Es que mis aceitunas
no valen?
|
NARANJO.- (Con
guasa.) ...¡Para hacer sopitas!
|
OLIVO.- Y aceite, ¡guapo! ¿O es que
tú no sabes que, a los niños, hay que darles aceite en el
culito?
|
NARANJO.- ¿Aceite? ¿Para qué?
|
OLIVO.- Para que no se escuezan, tonto.
|
NARANJO.- (Mirando al
ABETO, pero
dirigiéndose al OLIVO.) ¿Y que le
regalará ese larguiducho al Niño?
|
OLIVO.- Nada, hombre. ¿No ves que no tiene
fruto?
|
NARANJO.- ... ¡El pobre!... Vino del
Norte...
|
ABETO.- En el Norte también hay cosas
buenas.
|
NARANJO.- Pero no compares. No como aquí...
Aquí todo lo tenemos bueno.
|
OLIVO.- ...Y en cantidad.
|
NARANJO.- No necesitamos forasteros. No
servís para nada.
|
ABETO.- ¿Por qué os metéis
conmigo? ¿Es que os molesto?
|
OLIVO y NARANJO.- (A
coro.) ¡Sí, nos molestas!
|
ABETO.- ¿Por qué?
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NARANJO.- ¡Porque eres un inmigrante!
|
OLIVO.- ¡No eres de aquí!
|
ABETO.- ¿No soy de aquí?... Hace ya
muchos años que mis raíces están clavadas en esta
tierra. Me riega el mismo agua que a vosotros. Me calienta el mismo
sol... Los niños juegan al escondite con mi tronco, igual que
con el vuestro.
|
NARANJO.- ¡No eran de aquí tus padres
ni tus abuelos!
|
ABETO.- ¿Y eso qué importa? No he
conocido más tierra que ésta, ni más cielo que
éste. Mi corazón y mi vida son de aquí... y todas
mis hojas purifican el aire de Belén igual que vuestras
hojas.
|
NARANJO y OLIVO.- (A
coro.) ¡Pero no nos gustas!
|
NARANJO.- ¡Tampoco le gustas a Dios!
|
ABETO.- ¿Por qué?
|
OLIVO.- Porque si le gustaras, te hubiera dado
un fruto comestible para que se lo pudieras ofrecer como
nosotros.
|
ABETO.- ¿Y eso qué tiene que ver para
que me quiera Dios? Él sabe que le amo y que soy útil.
Que mis ramas secas hacen buen fuego para que se calienten los
pastores, y que los pájaros, que picotean vuestros frutos,
anidan en mi copa.
|
NARANJO.- Dios no te quiere porque eres
forastero... Y Dios, ¿sabes?, ¡Dios es de Belén,
como nosotros!
|
|
(Luz total.)
|
|
(Al decir el NARANJO semejante despropósito,
se ilumina la escena con todas las luces posibles, a la vez que se
oye una música de impacto, también a todo volumen. Entra
el ÁNGEL, que debe
llevar en la mano un cable de luces de colores, de las que se
utilizan para el árbol de Navidad.)
|
|
(Música para el ÁNGEL.)
|
ÁNGEL.- ¿Qué pasa? ¿Qué
estoy oyendo? ¿Es posible que, en esta Noche, en la que todo
debe ser Amor, discutan estos hermanos? (Mirando muy
enfadado al OLIVO y al
NARANJO.)
¿De dónde sacáis que Dios es solamente de
aquí?
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NARANJO.- Ha nacido en Belén.
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ÁNGEL.- Dios ha nacido en Belén, pero
nace en todos los lugares donde hay Amor. Nuestra patria es aquella
que amamos y por la que vivimos. ¿Por qué os burláis
del Abeto?
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OLIVO.- Él no tiene frutos que ofrecerle al
Niño... es un pobre.
|
ÁNGEL.- Olivo, este comportamiento no es
digno de ti. El Abeto, precisamente por estar junto a ti y no tener
nada, debe ser objeto de tu amor.
|
OLIVO.- Es verdad. No me he comportado como un
verdadero Olivo de la Paz. Desde ahora voy a aceptar a mi vecino
Abeto como a un amigo. ¿Me perdonas?
|
NARANJO.- Yo ya no me acordaba de que mis
antepasados también fueron inmigrantes en otros tiempos.
También necesito que me perdones.
|
ÁNGEL.- Ambos le debéis amar y hacerle
olvidar la lejanía de su tierra. Los tres tenéis que
formar un paisaje armónico en este lugar que recuerde a los
caminantes por dónde se llega al Portal de Belén.
(Dirigiéndose al ABETO, al que va colocando la
guirnalda de luces a medida que habla. Cuando haya terminado de
colocarla, el niño que está detrás se encargará
de enchufarla.) Y tú, no te preocupes, Abeto.
Yo te llenaré de estrellas. (Se encienden las
luces del ABETO.) Tu copa
brillará en la noche de Belén y tu resplandor
llegará a todos los hogares del Mundo. Tu regalo será el
más hermoso que reciba el Niño Dios, porque es un regalo
de amor y de luz.
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(Se encienden las luces, a la vez que comienza la
música final.)
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