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ArribaAbajo- LIX -


El Estado Mayor General de los Ejércitos de las Provincias Unidas del Río de la Plata al triunfo de las armas americanas en las llanuras de Maypo el 5 de abril de 1818175


ODA


   Levanta al cielo tu virgínea frente
muy más que Grecia y Roma,
madre Columbia, que triunfante asoma
Bonaria y Chile y su escuadrón valiente,
la patria embebecida,  5
la sien del héroe de laurel ceñida.

   Y el grito a muerte de la horrenda guerra
que ayer lanzara Marte,
calle al hosanna que el placer reparte,
—238→
que en rededor lo entonará la tierra  10
la tierra que amagada
postró al ibero, la cerviz domada.

   Jove había escrito a nuestros votos tierno,
que Chile a ser volviera,
y que su lustre, y su renombre hiciera  15
de Arauco el hijo, el argentino eterno;
-pág. 181-
el decreto expedido,
en Chacabuco se miró cumplido.

   El despotismo entre el bramar horrendo
a las furias convoca,  20
pisa sus sierpes, y a otra lid provoca,
matanza el monstruo, y deshonor diciendo;
el eco que corría,
la legión para, que arrollada huía.

   ¡Ay! ¡que te miro en sempiterno lloro,  25
mísero Talcahuano,
cediendo al golpe del feroz hispano,
y en mengua vuelto tu primer decoro!
Veo sobre tu alto asiento,
flotando ya su pabellón al viento.  30

   Y en la obra misma que el recinto ciñe
asentados sus reales:
¡ay del día atroz! ¡Qué manantial de males!
¡Ay que la sangre el pavimento tiñe!
Y el Maule, el caso aciago  35
y Talca llora, y lo lloró Santiago.

   Mas no gemirá más... que el pesar frena,
el Maypo que famoso,
—239→
desde la sierra se despeña undoso,
y los collados serpenteando, llena:  40
aquí, aquí el teatro estaba,
donde de Chile el Tutelar moraba.

   Audaz Osorio, de jactancia lleno
que excitara un acaso,
-pág. 182-
vence, y redobla de su hueste el paso,  45
y grita, y manda, y avanzó sereno;
y en el Maypo aparece,
y salva el vado que Longuen le ofrece.

   Pero aquí parará, que la falange
de los libres lo acecha;  50
dirección cambia, y su distancia estrecha,
y el bronce luce y el fusil y alfanje;
los brutos relinchaban,
tascan los frenos y corcovos daban.

   Ejecutada esta feliz maniobra  55
que a Santiago asegura,
toma el ibero, ventajosa altura;
mil y mil bocas coronaban la obra,
y el aparato ardiente
podía barrer la posición del frente.  60

   Ya se oyó la señal; y las legiones
cual el aire oprimido
que rompe suelto su elaterio, han ido176
—240→
unas contra otras, cual feroces leones;
ya el bronce disparando,  65
retiembla, y manda el proyectil matando.

   Ya el granadero, como audaz jinete177
con la espada tendida,
al potro lleva que cedió a la brida,
y sablea, y rompe, y repasó, y remete,  70
y en guardia está, y cercado
se rehace, y carga, y escapó cargado.
-pág. 183-

   Ya entre la selva que la pica escuda,
cerca el cañón tronante,
fusil al brazo, se lanzó el infante,  75
y el plomo cruza, y las hileras muda;
y guía a la bayoneta,
la calacuerda y la marcial trompeta.

   La grita aquí, y el alarido triste,
aquí el feroz avance,  80
mas acá cae, cuanto se ve al alcance,
allí otro solo despechado embiste;
aquel en la matanza
vence, y le roba su laurel la lanza.
—241→

   ¡Oh, día de execración! el campo entero  85
que la sangre enrojece,
ni más que troncos sin aliento ofrece,
ni más que miembros que trozó el acero,
ni más que confundidos
los muertos, los contusos, los heridos.  90

   Ya había cinco horas que el furor y encono
a éste y a aquél cegaba,
aún indecisa la victoria estaba,
aún pedía sangre de Fernando el trono,
aún se veía la tropa,  95
que en treinta acciones se batió en Europa178.
-pág. 184-

   El padre de la luz, que de su prole
le afrenta golpe tanto,
su faz esconde entre el purpúreo manto,
y lanzó al mar su esplendorosa mole;  100
el Tártaro profundo
monstruos ya enviaba a traer la noche al mundo.

   No... que al Olimpo, oro en cambiantes cubre,
y de genios cercada
baja la nube al rededor bordada  105
de Maypú en torno, y una deidad descubre:
las haces que la vieron
su ardor frenaron, ni pelear pudieron.
—242→

   «Basta de sangre, y de matanza, y ruina,
prorrumpió la matrona;  110
acción más brava no verá Belona,
ni defensa mayor... Jove destina
hoy la palma al Indiano,
y a San Martín coronará mi mano».

   Dijo, y besando al general famoso  115
en quien tu honor, Sud, tienes,
ciñe de lauro sus lumbrosas sienes
y entre sus héroes lo mostró glorioso;
y victor le decía,
y victor la comarca repetía  120

   Hecho pedazos el protervo godo,
sus caudillos rendidos,
parque, tesoros y su tren perdidos,
el resto muerto y prisionero todo,
-pág. 185-
se cantó la victoria  125
que a España humilla, y es del Sud la gloria.

   Prez a Maypo, y a sus soldados dignos,
prez, general bizarro,
que montar debes el triunfante carro,
este cuerpo hoy te seguirá con himnos,  130
y a el estro que lo inflama,
también su jefe sonará y su fama179.
—243→

   Sonará sí, que en situación brillante
desplegó su ardimiento,
su vasto genio, el militar talento,  135
que aquí mil ramos arregló constante;
ni dar puede al olvido,
cuanto emprendiste por tu patria, Guido180.

   Y el dulce voto al consagrar ardiente
a su gobierno sabio,  140
no halla expresión que corresponda al labio,
y en su silencio, sus transportes siente;
-pág. 186-
este cuerpo no sabe
volar tan alto, otro feliz lo alabe.

   Urna preciosa, que los restos llevas  145
del héroe que ha finado,
un genio absorto se postró a tu lado
cuando a la patria el monumento elevas;
¡ay!, ella les da loores,
los baña en llanto y les derrama flores.  150

JUAN RAMÓN ROJAS



  —244→  


ArribaAbajo- LX -


Rasgo épico descriptivo de la victoria de Maypo


por M. de B.181


Quien lo dedica al excelentísimo señor don Bernardo O’Higgins, Director Supremo del Estado de Chile


BUENOS AIRES

   ¿Qué novedad, ¡oh, Dios!, el baluarte
con ruido estrepitoso nos anuncia?
¿Por qué del bronce de las altas torres
alegres ecos por doquier se escuchan?
¿Por qué brillan antorchas a millares  5
en el pórtico augusto?182 ¿Qué motiva
del libre ciudadano independiente
tan general aplauso y alegría?
-pág. 187-
Divina providencia, que constante
—245→
la protectora sois del suelo mío,  10
mi mente iluminad propicia ahora,
y en dignos versos cantaré el motivo.
Transportareme rápido a los puntos,
que son el teatro de la guerra insana,
do en sangrientos combates empeñados  15
veré a los hijos de la patria amada;
veré del patriotismo y el denuedo
ejemplos raros, que inmortalizara
la pluma de Marón, si conociera
del Sud independiente las jornadas;  20
veré a aquellos guerreros ciudadanos,
terror y asombro de la gente hispana,
cuyos heroicos hechos repetidos
al viejo mundo llevará la Fama,
—246→
asaltar valerosos y a porfía,  25
por caminos buscados con empeño,
los enemigos puestos, destruyendo
los concertados planes del ibero;
los veré cual arrollan denodados
al lancero jinete, que quisiera  30
restablecer el orden del desorden
en nuestra independiente y libre tierra;
los veré... mas, ¡oh, Dios! ¿cómo posible
me será referir aquella empresa,
aquella heroicidad digna tan solo  35
de dignos hijos de la patria nuestra?
Yo miro a San Martín de audacia lleno,
de valor, de constancia y de firmeza,
-pág. 188-
que al frente de la escolta que le sigue
parte de Talca, y a Santiago llega.  40
Allí del cuerpo de municipales
y próceres del pueblo se rodea,
y a su derecha puesto el digno clero,
les dirige la voz de esta manera:
«¡Amados compatriotas!, dispersado  45
nuestro ejército se halla; protegido
de las tinieblas183 solamente pudo
Osorio a tal estado reducirnos.
De municiones, armas y soldados,
se jefes y oficiales desprovisto,  50
para empresa mayor exijo ahora
dispongáis se me den nuevos auxilios;
ni un instante perdáis: vuestros esfuerzos
—247→
la patria salvarán. ¡Ánimo!, amigos,
que son los contratiempos los maestros  55
que enseñan a triunfar de los peligros:
en otras circunstancias al Estado
vacilante lo vi, cual ahora miro;
y en Salta184 y Tucumán Belgrano tuvo
la gloria de sacarlo del conflicto:  60
haremos mucho más; yo os lo prometo,
por pocos que podamos reunirnos;
que a los que libres por su patria luchan,
un número crecido no es preciso».
-pág. 189-
«¡Ilustre vencedor de Chacabuco!,  65
el primer magistrado le responde,
manda, ordena, dispón como quisieres;
no quede en la ciudad ni un solo hombre;
de los bienes, alhajas y riquezas
usa tu voluntad. Salvar la patria,  70
y libres disfrutar la independencia
para nuestra ventura solo basta.
Cuenta con nuestro celo y nuestro empeño
en tus miras seguir: por mí te habla
el gran pueblo chileno, que se ofrece  75
en sacrificio por su amada patria;
pues antes que ceder, jurado tiene,
que a los contrarios, todos opondremos
en defensa tenaz de nuestra causa,
si faltan armas, los desnudos pechos».  80
Dijo, y tomando con su propia mano
el Tricolor185, al pueblo lo presenta;
—248→
al pueblo que, al mirarlo, en multitudes
acorre diligente a su defensa.
Cada uno, armado cual mejor pudiera,  85
su nombre daba... cuando de improviso
las vigías anuncian que no lejos
se avistan las partidas de enemigos.
San Martín presuroso va en persona
a indagar la verdad. «Oh, Providencia!,  90
en el momento exclama, son Balcarce,
-pág. 190-
Alvarado, Quintana y de Las Heras.
Con su auxilio y las tropas que han sabido
retirar en buen orden, yo os ofrezco
reorganizar en breve nuestra hueste,  95
para hollar la cerviz de los iberos».
Al llegar los estrecha entre sus brazos;
y diligente al punto les ordena
que sin cesar trabajen noche y día,
amaestrando el soldado a la pelea.  100
A Balcarce confía los infantes,
a Freyre y a Zapiola, los caballos;
de Blanco Cicerón, Borgoño y Plaza
toda la artillería pone al cargo.
Al acendrado celo de tan dignos  105
expertos defensores pocos días186
bastaron a poner a nuestros bravos
en el mejor estado y disciplina.
San Martín los revista; y al instante
se coloca a su frente, y se encamina  110
del Maypo a las llanuras, a do sabe
que el audaz español ya se aproxima.
—249→
Aquí a sus oficiales y soldados
los puestos les señala de la empresa,
y llevando a su lado el sacerdote187,  115
su deber de este modo les recuerda:
«¡Valientes defensores!, deslumbrado
-pág. 191-
el ibero en su dicha pasajera
hollar quiere la patria, colocando
sobre nuestros colores sus banderas:  120
volemos a arrancarlas prontamente;
rompamos en sus manos las cadenas,
que al Estado de Chile le prepara,
y al Sud independiente en consecuencia.
De vuestro varonil constante brío  125
la patria, amigos, su salud espera;
sean pues vuestros brazos a porfía
su amparo, su sostén y su defensa.
Desarmados por siempre los tiranos
nuestras leyes respeten y obedezcan;  130
y disfruten también, si se hacen dignos,
los beneficios de la independencia;
que así del orbe las naciones cultas
convencerse sabrán por nuestros hechos
de que, si a los malvados destruimos,  135
a los hombres honrados acogemos.
Y vos, en tanto que a la lid marchamos,
digno ministro, dirigid al cielo
las fervorosas súplicas, que pueden
más que las armas darnos el trofeo».  140
-«Marcha, valiente general, le dice
el sacerdote de entusiasmo lleno,
la victoria te anuncio en este día
—250→
en el nombre del Dios de los ejércitos,
en el nombre del Dios de nuestros padres  145
que detesta los crímenes horrendos,
con que a la sombra de su santo nombre
-pág. 192-
los iberos mancharon nuestro suelo.
Parte veloz; mas antes que al gran cuerpo
del enemigo embistan tus guerreros,  150
unos pocos destaca a que triunfen
de aquellos escuadrones, que allá veo.
Elegidos por bravos los envía
Osorio de vanguardia, y a tu encuentro.
Pruebe pues su bravura lo que puede  155
con la ayuda de Dios el brazo vuestro».
Dijo, y al punto del clarín resuena
la voz tremenda que al combate llama;
y la espada empuñando los patriotas
a rienda suelta parten. Las descargas  160
del fusil y cañón, que les asestan,
ni los arredran, ni los desbaratan;
que antes bien acometen tan unidos,
que las contrarias filas desparraman;
y con tanto tesón, con furia tanta  165
los aceros esgrimen, que tendidos
en aquel mismo instante y sin aliento
en el campo se ven trescientos cinco.
Vosotros, granaderos a caballo,
mandados por Medina y Escalada,  170
bien sostenidos del audaz Zapiola,
ejecutasteis tan brillante carga;
vosotros que ya habíais de antemano188
—251→
con vuestro capitán Cajaravilla,
-pág. 193-
siendo solo sesenta, destrozado  175
doscientos de las tropas enemigas.
Ya el fuego más atroz y destructivo
entre tanto Martínez, y Alvarado,
que la izquierda defienden, sostenían
contra los elegidos189 del contrario,  180
que en columna cerrada sobre ellos
a la carga vinieran denodados;
mas Borgoño feliz con sus cañones
logra desordenarles los caballos.
Vacila nuestra línea unos momentos;  185
también nuestros infantes retroceden;
y conseguir no pueden contenerlos
ya los esfuerzos de sus bravos jefes.
San Martín que lo observa: «Presuroso
parte Guzmán, le dice, y a Quintana  190
ordénale en mi nombre, que proteja
a nuestra infantería, que desmaya».
Llega veloz Guzmán; y al punto mismo
Quintana, que comanda la reserva190,
con Thompson, con Ribera, Conde y López,  195
arrojando centellas se presenta.
Al enemigo atacan valerosos,
a la línea sirviendo de modelo,
-pág. 194-
que impulsada de nuevo, se revuelve
—252→
a los contrarios con mayor esfuerzo.  200
Freyre carga también con sus caballos
de escolta, y cazadores, que debieran
ya la acción decidir, si de Fernando
no fueran estas tropas tan guerreras.
Mas firmeza, valor, ánimo y brío  205
ostentan a la vez, y con coraje
nunca visto se atreven a ofenderlos,
aún revolcados en su propia sangre.
El combate más fiero y más reñido
se traba cuerpo a cuerpo; no, no es dable  210
prever cuál de los dos por más valiente
será el dichoso que el laurel arranque.
Mezclados los patriotas y realistas
a porfía se exceden en proezas;
se hieren, se maltratan, se destruyen,  215
y en lucha tan feroz ninguno ceja.
Mas los infantes de la patria191 al cabo,
que el brigadier Balcarce dirigiera,
con esfuerzos constantes, de los bravos
el puesto arrancan a la bayoneta.  220
Cubierto de cadáveres el suelo
en roja sangre se le mira tinto;
y ya la patria su laurel ciñera,
si el enemigo fuera menos listo;
pero en masa y buen orden se retira,  225
-pág. 195-
los golpes de los sables resistiendo
al callejón de Espejo; y denodado
para la nueva lid ocupa un cerro.
Aquí apura del arte los recursos,
—253→
despliega Ordóñez192 toda su pericia,  230
y a sus tropas dispone de tal modo,
que a los choques y embates se resista.
Muy en breve O'Brain a los infantes
de la patria de Arauco, y otros cuerpos,
de San Martín a nombre que lo manda,  235
les ordena que embistan aquel puesto.
En columna cerrada lo ejecutan,
arrostrando los fuegos arma al brazo,
y a pesar de los muchos que perdieran,
no logran los realistas dispersarlos;  240
una, dos, y tres veces en la cima
trepados se ven ya; pero otras tantas
los obliga a bajar el enemigo
por un fuego horroroso de metralla.
San Martín, que los mira vacilantes,  245
cual rayo de una nube desprendido,
a la altura se arroja acompañado
del primero y segundo de Coquimbo;
y con tanto valor, constancia tanta
arremeten los puestos enemigos,  250
que en muy breves instantes sus aceros
más de mil cuerpos tienden en el sitio.
-pág. 196-
El resto, de pavor sobrecogido,
el arma arroja, con que herir solía,
y en humilde postura: «¡Patriotas!,  255
perdonadnos, exclaman, nuestra vida:
por vuestros padres, que también son nuestros,
no queráis por más tiempo maltratarla;
por el Dios que adoramos lo pedimos,
—254→
lo pedimos también por vuestra patria;  260
que, mientras respiremos, nuestros brazos
no se emplearán jamás en daño vuestro,
a pesar del injusto y despiadado
tirano que lo exige con empeño».
Conmovidos al ruego, los valientes  265
defensores al punto se desarman;
la mano alargan a los ya rendidos:
y el general en jefe así les habla:
«¡Desdichados!, jamás fue nuestro intento
vuestra sangre verter; el insensato  270
déspota, que os envía, con sus hechos
atroces nos impele a ejecutarlo.
Él quiere que por fuerza a su ominoso
yugo nos sometáis; y todo cuanto
al éxito conduzca os lo permite,  275
aunque a Dios y a los hombres es contrario;
es en esta virtud... mas ya que nuestra
compasión imploráis, tened la vida;
y no olvidéis jamás que os la conceden
los mismos, que arrancárosla debían.  280
¿Quién de vosotros es, pregunta luego
San Martín a los jefes que allí mira,
-pág. 197-
el denodado Osorio?». -«Ya tiempo hace,
Ordóñez le responde, que camina
con doscientos caballos escoltado,  285
su vergüenza a ocultar; despavorido,
yo mismo le miré, que se fugaba
al solo amago de tu brazo invicto».
-«¡Yo le sabré buscar dentro de Lima!,
contesta San Martín, tu esfuerzo y brío,  290
Ordóñez malhadado, de mi afecto
y de todo mi aprecio te hacen digno:
—255→
tu espada guardarás; tus oficiales
la guardarán también entre los míos;
que, acabada la lid, mi patria sabe  295
respetar el valor de los vencidos».
Después, mandando que sus tropas todas
en un cuadro se formen, en el circo
de oficiales y jefes se sitúa,
para mejor de todos ser oído.  300
«Parte con diligencia a Buenos Aires,
a Escalada le dice, y al Supremo
Director193 del Estado le presenta
las constantes insignias del trofeo:
el parabién le da de la victoria  305
una y mil veces en el nombre mío
y de toda la hueste, que, a su ejemplo,
por conservar el orden ha vencido.
-pág. 198-
A tu cuidado, Paroissien194, confío
los heridos extraños y los nuestros;  310
que de tu celo y caridad bien pueden
prometerse en su cura buen suceso.
De los bagajes, armas y cañones,
de los caballos y demás pertrechos,
tú, Dable195 formarás el inventario,  315
que a Aguirre196 entregarás; y tú, Centeno197
—256→
dispondrás los auxilios necesarios
a nuestros esforzados prisioneros,
que pasan de tres mil, y de oficiales
se cuentan además casi doscientos.  320
La caja militar, que hemos ganado,
en las manos pondrás del tesorero;
y harás que un batallón se ocupe al punto
en abrir los sepulcros a los muertos.
Tú en el diario, Marzán198, de la campaña  325
prolijo anotarás, y con esmero,
de nuestros compatriotas aguerridos
los nombres, las proezas y los hechos.
Y vosotros soldados valerosos,
oficiales y jefes, cuyo esfuerzo199  330
-pág. 199-
en menos de seis horas vencer supo
a más de cinco mil bravos iberos,
a mis brazos llegad... y prosternados
al supremo Hacedor del universo,
confesad que debemos la victoria  335
a la alta protección del justo cielo.
El himno augusto de la patria en tanto
entonemos también... pero, ¡que miro!
¿Vos, señor, en el campo de batalla?
¿Las mortales heridas no han podido,  340
valiente O'Higgins200, contener el celo
con que siempre arrostrasteis los peligros?».
—257→
-«Basta ya, San Martín, -responde O'Higgins,
echándose en los hombros de su amigo-,
el estado de Chile por dos veces  345
su libertad te debe: me glorío
yo, que te vi triunfar en Chacabuco201,
de verte triunfar ahora en el Maipo202;
ven pues a reposar unos instantes
en el seno de un pueblo agradecido,  350
que sabrá conservar tu gloria y nombre
en sus presentes y futuros hijos».
Calla; y en breve de Santiago toman
el camino, que encuentran obstruido
con carrozas, literas y caballos,  355
-pág. 200-
con mujeres, con hombres y con niños,
que cubriendo su paso de laureles,
con respeto y ternura repetían:
«La patria, San Martín, y los valientes
que nos han libertado ¡vivan! ¡vivan!».  360
Escalada entretanto, que partiera
presuroso del lado de su jefe,
traspone las montañas de los Andes,
y a Buenos Aires viene diligente:
a Buenos Aires, que se hallaba entonces  365
de temor y esperanzas combatido203;
mas, antes que ceder, resuelto siempre
a hacer de su existencia el sacrificio;
—258→
a Buenos Aires, do los sacerdotes,
y vírgenes sagradas al Eterno,  370
en ayuno y cilicio, por la patria
en público gemían, y en secreto;
a Buenos Aires, que la cuna ha sido
de nuestra libertad204, el emisario
ya se acerca; ya se oyen los chasquidos;  375
ya veloz se le ve sobre el caballo.
Llega205, y el pueblo, que en sus manos mira
de la cierta victoria las señales206,
-pág. 201-
se transporta de gozo... y manifiesta
su gratitud al pie de los altares.  380
Del general contento y alegría,
del ruido de campanas que percibo,
de las luces que brillan, y las salvas
ésta la cansa es, éste el motivo.
¡Triunfantes compatriotas aguerridos!  385
¡Firmes columnas de la independencia
¡Modelos de la unión más acendrada!
¡Libertadores de la patria nuestra!
¡Héroes de Chacabuco y del Maipú!
¡Terror y asombro del feroz ibero!  390
¡Mortales esforzados que supisteis
inmortales hacer los nombres vuestros!
¡Dignos chilenos! ¡Dignos argentinos!
—259→
Conservará la historia para ejemplo
en sus anales las proezas todas,  395
que el valor, y la unión os sugirieron.
La patria se gloria; el ciudadano
lágrimas vierte de contento lleno;
y en regocijo el Huésped207 os tributa
su justa admiración, y su respeto;  400
la santa Religión, reconocida
os cubre con su manto; los guerreros
del séptimo Fernando, encadenados,
a su pesar admiran vuestros hechos.
Gime el Virrey208 de Lima pesaroso  405
-pág. 202-
mil veces su proyecto maldiciendo;
prevé las consecuencias... y temblando
no sabe qué oponer a vuestro esfuerzo.
¿Hay mayor gloria pues? Habéis vencido;
y con vuestra conducta demostrado  410
que la unión, el valor y la obediencia
salvarán a la patria de tiranos.
Si éstos los medios son para que en breve
de la paz disfrutemos los halagos,
y el Sud independiente americano  415
de nación respetable suba al rango,
¡oh, amados compatriotas!, firmemente
en amistad unamos nuestros brazos,
a los cielos y tierra presentando
el cuadro más feliz... pueblo de hermanos.  420
—260→
Y con mayor empeño desde ahora
obediencia y respeto tributemos
al Director Supremo del Estado,
a las autoridades y al Congreso;
que así podrán un día nuestros hijos,  425
llenos de gratitud, y de respeto,
al recoger el fruto sazonado
del orden, que plantamos con empeño,
exclamar: ¡Oh, gran Dios!, si venturosos,
e independientes somos en el suelo,  430
a la unión, al valor, y a la obediencia
de nuestros buenos padres lo debemos.

MIGUEL DE BELGRANO



  —261→     -pág. 203-  


ArribaAbajo- LXI -


Alocución del pueblo de Buenos Aires por la feliz restauración de Chile209

   Abre, ¡oh, gran patria!, tu precioso seno,
y el torrente de gloria en él recibe,
que de la blanca cumbre de los Andes
de San Martín a los impulsos baja.
Miradlo a Cuyo de esplendor llenando  5
por su adhesión al orden, los ilustres
servicios que hace y por su afán guerrero.
Vedlo ya en las nevadas Cordilleras
causando espanto al opresor de Arauco.
¡Vedlo bajar y reducir a polvo  10
cual un rayo a las huestes enemigas,
que salieron confusas despechadas
a su terrible encuentro! ¡Cual recobra
de sus heroicas manos todo Chile
su libertad preciosa, y oprimida!  15
¿Qué pudiste desear, oh, Buenos Aires,
por tu bien, por tu gloria y tus hermanos,
en que tus votos excedido no haya
el grande vencedor de Chacabuco?
—262→
Goza pues, goza el júbilo, y el premio  20
de tu constancia, y tus fatigas digno.
-pág. 204-
De hoy más en adelante no ose alguno
de los tiranos proclamar cadenas
que tu poder no sufre: son columnas
los pechos de tus hijos donde al cabo  25
vendrá a estrellarse la soberbia insana
de los que odian la gloria americana.

UN NIÑO



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