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ArribaAbajo- LXII -

El triunfo. Unipersonal con intermedios de música210


Buenos Aires


 

Salón adornado con la mayor magnificencia: colocado el busto del general San Martín. La música habrá tocado un rasgo agradable. Al concluirse, saldrá el actor vestido de particular, y quedará sobre la izquierda mirando el retrato: y después dirá, convirtiendose al público:

 
   La sonorosa trompa de la Fama211
del Sud publique los plausibles hechos,
y desde un polo al otro circulando
resuene altiva con marcial estruendo;
—264→
remóntese agitada hasta el Olimpo, 5
corra a los campos, y en lo más espeso
de los bosques celebre nuestro triunfo
y a las salobres ondas llegue el eco.
¡Día feliz aquel que el fiel colono
-pág. 205-
sintió la libertad de sus derechos! 10
Aquél que la cadena quebrantando
el cuchillo empuñó, libró su suelo
de los tiranos crueles, orgullosos212
que esclavizarlo solo pretendieron213   214.
La América del Sud encadenada 15
de opresión mil gemidos lanzó tiernos,
y sus hijos a voz tan penetrante
despertaron, lloraron y se unieron;
examinan la causa de su madre,
y la alma libertad corre a sus pechos; 20
en ellos se introduce, y al instante215
huye la depresión, y fausto el genio
de independencia anuncia a los colonos216
o morir o vencer en justo duelo217.
—265→
Ellos claman: la muerte o la victoria218. 25
El cielo se enlutó, retembló el suelo,
y jurando firmeza en la venganza
trincheras fabricaron de sus pechos;
el déspota insistió, y el plomo ardiente,
y el fuego protegido de otro fuego 30
lo persiguieron con arrojo tanto
que a su pesar cedió, doblegó el cuello,
y la aurora felice en carro de oro
alegre dominó nuestro hemisferio.
  -pág. 206-  
 

(Música dentro de bastidores y se cantará la siguiente letrilla; el actor se aproximará a escucharla.)

 
      Firme desvelo 35
   americanos,
   que en los tiranos
   brilla el rencor.
      Constancia y celo;
   que vuestro canto 40
   no trueque en llanto
   el opresor.
   Pero aún faltaban, sí, dobles fatigas
que superar. El enemigo fiero
cual león que ruge desde horrenda gruta 45
por devorar al tímido cordero
máquina acciones sanguinarias, negras;
busca nuevos esclavos, y con ellos
tala, y destroza, y aniquila y todo,
—266→
la cabaña infeliz, el basto pueblo. 50
El hombre libre pronto se presenta
con dignidad sus planes destruyendo
y ocho años le vio el sol en las campañas
las tiranas falanges combatiendo,
hasta que se fijaron sus destinos 55
en el cinco de abril, día selecto,
día cuya memoria será eterna
más allá de la tumba y de los tiempos.

 (Los versos que siguen indicarán al actor las veces que debe fijarse en el retrato de San Martín.) 

Ved resonar de San Martín el nombre
-pág. 207-
por las llanuras y encumbrados cerros, 60
ved al anciano que de gozo llora,
y con trémulas manos pide al cielo
dilate la existencia a un ciudadano
que consagra a la patria vida y celo.
No le turba el contraste que sufriera 65
el día diez y nueve, que su aliento
con la mezcla del bien y la desgracia
brilló, y brilló otra vez; reúne presto
sus divisiones que venganza eterna
repiten, y se agitan en secreto. 70
Fue efímera la dicha del contrario
cual resplendor que arroja en el momento
de consumirse la luciente antorcha
y a noche triste es condenada luego.
Héroe de Chacabuco, tú presides 75
la independencia del indiano suelo;
tú surcaste afanoso el ancho Océano
por tomar parte en nuestro justo empeño,
y odiando el crimen, la virtud amando,
—267→
instruyendo a los libres con desvelo, 80
supiste sus deberes enseñarles
a la par de sus ínclitos derechos.
¡Héroe del gran Maypú, sitio admirable,
sitio de sangre, llanto y de trofeos
donde la tiranía halló su tumba, 85
y nuestra libertad su augusto templo!
¡Tú viste a San Martín a la cabeza
de los bravos con ánimo sereno!
Desprecian al peligro con tal jefe,
-pág. 208-
su sangre a borbotones mancha el suelo. 90
¡Qué importa, más el pecho les inflama!
Gritan ¡Viva la Patria! y dando al viento
los pabellones de la independencia
disputan sable en mano, y cuerpo a cuerpo.
Nadie desmaya, todos son valientes. 95
Los contrarios pelean con denuedo;
los patriotas redoblan el coraje.
El plomo silbador el aire hendiendo
lleva la muerte y luto a todas partes
y cubre de cadáveres el suelo... 100
¡Mas triunfaron las armas de la Patria!
 

(En este momento sin introducción alguna se cantará adentro este verso; con la marcha nacional.)

 
      ¡Triunfo!, triunfo! que el americano
   libre el suelo de ingratos dejó,
   y al romper la cadena ominosa
   muerte eterna con gloria juró. 105
   Cumplió ufano la grande protesta:
   Libertad, libertad pronunció;
   el tirano a sus pies quiso verle,
   y a sus pies el tirano se vio,
      Sean eternos, etc. 110
  —268→  
   Sí, triunfaron las armas de la patria.
Osorio en humo, en sangre fue desecho.
Todos del hombre libre a la presencia
rinden por siempre sus altivos cuellos.
¡Patria adorada, ve tu grande obra 115
en quien los Andes dominó soberbio!
-pág. 209-
¡Cenizas inmortales de araucanos,
del sepulcro salid, venid guerreros,
oh, Tucapel, Caupolicán valiente,
cuyos brazos temibles persiguieron 120
al déspota español con bizarría;
mirad a San Martín que defendiendo
vuestros derechos justos, libre deja
el país más hermoso y más ameno!
Y tú, pueblo de Chile, pueblo hermano 125
que de constancia y de virtudes lleno,
tú mismo te impusiste la sentencia
de muerte o triunfo en el pasado duelo,
canta unido por siempre al argentino
las glorias de la patria, y sus derechos219. 130
Gloria, laurel y palma al magistrado
que sabio, liberal y justiciero
se olvida de sí mismo por salvarnos,
sin que desgracias, privación ni riesgos
perturben sus medidas acertadas; 135
por él el orden recobró su imperio;
y a donde el orden reina, el justo vive,
sepulta sus ideas el perverso,
la unión renace, y la discordia horrible
despechada se oculta en el Averno. 140
¡Unión, sagrada unión, vive en nosotros!
—269→
Alimenta ardorosa nuestros pechos,
tiemble el tirano cuando considere220
-pág. 210-
que una es la voluntad, uno el esfuerzo.
Ciudadanos de clases diferentes221, 145
labrador, comerciante, circunspecto
legislador, filósofo sensato,
recibid de un patricio sus respetos;
ciencias, comercio, industria, bellas artes,
cual se ven florecer en nuestro suelo, 150
todo a vuestras tareas es debido,
y a la protección justa del gobierno.
Juventud tierna que dejando el ocio
corréis a cultivar vuestros talentos,
llegará tiempo que sirváis de escudo 155
a vuestra madre patria, en cuyo seno
reposáis, envidiando ya la suerte
del que leyes observa y ciñe acero.
Hijas del Mediodía, sexo hermoso222
que partícipe sois de estos contentos, 160
volad de Flora a las mansiones gratas,
tejed guirnaldas, y con dulce afecto
cubrid la sien del vencedor hermano,
del amante feliz, esposo tierno.
Y vosotros, campeones nacionales223   224, 165
—270→
soldados los más bravos y guerreros
que el armígero dios prodigar supo,
las glorias duplicad, que al sacro templo
abre las puertas Jano, y nos presenta
bustos indianos, dignos mausoleos. 170
-pág. 211-
Continuad ardorosos en la lucha;
con frémito espantoso el bronce horrendo
anuncie a los tiranos y a nosotros
trágico terminar, dulce momento,
para que a todo el mundo con asombro 175
de hombres libres el triunfo se haga eterno.

BARTOLOMÉ HIDALGO


  —271→  


ArribaAbajo- LXIII -


La jornada del Maypo por el presbítero doctor don José Augustín Molina225


OCTAVAS


   Las armas de mi patria alegre canto,
sus combates, sus triunfos, sus victorias,
sus esfuerzos, su celo ardiente y santo
por romper las cadenas vejatorias,
que la han ajado y oprimido tanto.  5
¡Oh, quién para cantar sus bellas glorias
todo el estro tuviera que el Parnaso
en Virgilio encendió, sopló en el Taso!

   Corría felizmente el año octavo
en que el Sud en América aspiraba  10
de la afrenta salir de humilde esclavo.
Un congreso en su seno se elevaba.
Dos generales, uno y otro bravo,
-pág. 212-
la gente de armas a su faz miraba.
Chile, por uno de ellos libertado,  15
se erige en nuevo independiente estado.
—272→

   Un miserable resto de vencidos,
escapados por suerte en su derrota
de Chacabuco existen guarecidos
en un punto que el mar de un lado azota  20
y muros cercan de otro endurecidos.
Incierto su temor mil veces flota,
cuando se ven en su última trinchera,
por la gente forzados más guerrera.

   Manda socorro Lima... Su tirano,  25
aquel que aborrecido íntimamente,
sin virtud, sin talentos, inhumano,
imbécil, nulo, débil, impotente,
esclavizar de nuevo piensa ufano
todo un inmenso heroico continente.  30
¡Pensamiento insensato! Vil Pezuela,
¿quién detendrá a la América que vuela?

   Reforzados se lanzan del asilo,
que en Talcahuano halló su cobardía:
como una inundación, no ya del Nilo,  35
sí de un torrente asolador cubría,
su hueste las campañas que el tranquilo
agrónoma labraba noche y día;
marca de polvo un negro torbellino
de sus pasos la huella y el camino.  40
-pág. 213-

   Pasan el Maule, avanzan. Siempre incierto
su ánimo, en Talca busca nuevo abrigo,
nada se teme más que el descubierto.
¡Despreciable, ridículo enemigo,
indigno del laurel marcial por cierto!  45
De la patria un campeón era testigo
—273→
de su número, clase, y movimientos226,
tan tímidos y cautos, como lentos.

   Al rumor de su marcha, a los primeros
avisos que se dan de su venida,  50
se avanzan a su encuentro bravos, fieros,
el alma en ardor bélico encendida,
del ejército patrio los guerreros,
San Martín a su frente, aliento y vida
de aquel robusto cuerpo, cuyos brazos  55
van a hacer del contrario mil pedazos.

   Él arriba: su campo se establece
junto al adverso, bajo de sus ojos;
le aguarda, en su refugio permanente;
quince días en vano sus enojos  60
provoca y al combate se le ofrece;
es que trama un ardid que de sonrojos,
y confusión llenara a otros guerreros
que no fueran los ínclitos iberos.

   La negra noche lóbrega extendía  65
sobre el mundo y los crímenes su manto,
-pág. 214-
tercera de la vil alevosía,
rival del proceder honesto y santo.
A su favor la floja cobardía
flaqueando toda, lánguida de espanto,  70
inspira a Osorio la afrentosa empresa
de emplear con su enemigo la sorpresa.
—274→

   Temer la luz del Sol tan favorable
al valor verdadero, solo es dado
al español abyecto y miserable.  75
¿Qué militar, celoso de su grado,
no procura en la lid ser espectable?
¿Quién no se juzgaría deshonrado
de deber su ganancia o vencimiento,
a un golpe de traición, a un salteamiento?  80

   Le sale bien, dispersa nuestra gente,
mas la suerte tal vez sirve al intento
mejor que los consejos del prudente.
«Es verdad, dice el héroe, que un momento
de descuido, o más bien un accidente  85
que prevenir no pudo el más atento,
ha dado una ventaja transitoria
al tirano, mas nunca una victoria».

   Tranquilo, aunque afligido, da al soldado,
a todos un ejemplo de firmeza.  90
«¡Compatriotas!, he aquí nuestro dechado,
modelarse por él mucho interesa.
¿Por qué un suceso salga desgraciado,
desesperarse debe de la empresa?
-pág. 215-
¿Seremos a la patria menos fieles  95
si tal vez se marchitan sus laureles?

   »¿Al pájaro medroso imitaremos,
que del árbol se vuela en el instante,
que agitado cual nave de los remos,
al impulso del viento está flotante?  100
A extremo riesgo, espíritus extremos;
digamos siempre en caso semejante:
—275→
encorvado está el árbol solamente
él volverá a erigirse nuevamente.

   »No se ha perdido todo, remediada  105
la principal desgracia está en gran parte,
(prosigue el jefe de la fuerza aliada)
la capital es nuestra, y según arte
prontamente será fortificada:
ella será nuestro último baluarte,  110
nuestro sepulcro mísero y glorioso,
si no lo fuere del tirano odioso.

   »Yo soy el que la guardo y la sostengo,
cerca de cuatro mil bravos conmigo,
para hacer la defensa última tengo,  115
mas sin dar nuevo ataque al enemigo
no volverán al punto que prevengo;
de su marcial ardor soy fiel testigo.
Corramos a las armas, ciudadanos,
escarmiente la patria a sus tiranos».  120

   Así habla en el contraste y mala suerte,
el ínclito del Sud (¡raro coraje!);
-pág. 216-
donde quiera de un alma grande y fuerte
tal es el noble enérgico lenguaje,
cuando amagada de la misma muerte,  125
a vista de los riesgos y el carnaje,
se sostiene en los brazos de su audacia,
y lucha varonil con la desgracia.

   Engreído Osorio con el buen suceso
del diez y nueve, carga a toda prisa.  130
¡Insensato, no lleves al exceso
una gloria fugaz que se desliza!
—276→
te lisonjeó un instante el hado avieso;
ésta fue como la última sonrisa
para ti de la pérfida fortuna:  135
pronto la probarás bien importuna.

   ¡Cinco de abril! Tú viste finalmente
desplegarse en las márgenes o llano,
que fecunda el Maypú con su corriente,
el ejército patrio y el hispano.  140
El hierro de las armas reluciente
disputa al sol su brillo soberano;
con su son pavoroso los tambores
son de la muerte horribles precursores.

   La fiereza, la cólera, el despecho,  145
la venganza, el orgullo en cada frente
(rebosando de lo íntimo del pecho)
están pintados respectivamente.
El general patricio satisfecho
ve el aparato bélico imponente,  150
-pág. 217-
por el momento ansiando de un combate,
de que pende de América el rescate.

   Su corazón se aplaude muy contento
de encontrar en el campo de batalla
rivales dignos de su heroico aliento.  155
Donde siempre los quiso, al fin los halla
(¡Fruto feliz de su envanecimiento!),
sin parapeto alguno, sin muralla.
Vuelto a los suyos que arden de coraje,
les dirige en substancia este lenguaje.  160
—277→

   «Ved ahí al enemigo, ved al godo
que perpetuarse intenta en nuestra tierra;
es necesario hoy día sobre todo
o vencer o morir en esta guerra;
de nuestra parte es santa en algún modo  165
pues la defensa natural encierra:
soldados, nuestra patria su esperanza,
su libertad vincula en vuestra lanza».

   Sobre un bruto veloz más que los vientos,
que fiero con su carga y vanidoso,  170
la tierra bate acaso en sus cimientos,
desafiando los riesgos animoso,
por sus bien ordenados regimientos,
corre de fila en fila presuroso.
A su lado se ven esos guerreros,  175
de su gloria y laureles compañeros.

   Los Balcarce, los Heras, Alvarados,
los Quintanas, y cada comandante,
-pág. 218-
quienes cerca del héroe colocados
aguardan la señal, y en su semblante  180
descubrir, les parece, asegurados
la esperanza y presagio consolante
de un triunfo cierto grande ventajoso,
que de la patria el nombre hará glorioso.

   Abatido entre tanto Osorio, inquieto,  185
la virtud en su pecho busca en vano
no la hallará sin duda en el aprieto
que no es el patrimonio de un tirano.
Su corazón feroz tiembla en secreto,
no esperando que el cielo le dé mano  190
—278→
favorable a sus armas, y propicia,
porque de ellas conoce la injusticia.

   Al Dios de los combates invocando,
nuestro caudillo al fin al arma grita.
Cada hueste con paso igual marchando  195
sobre la otra a la vez se precipita;
tiembla el suelo y de polvo levantando
densa nube, su luz al cielo quita.
Alarmado el Maypú, todo medroso
atrás sus ondas torna presuroso.  200

   Al ruido aterrador de los tambores,
de millares de voces al acento,
al rodar de los carros sonadores,
retumban hasta el mismo firmamento
los Andes de la lid espectadores.  205
A este horrísono estrépito violento,
-pág. 219-
del plomo destructor se une el silbido,
que va en la sangre a ser humedecido.

   Por todas partes vuela el fatal hierro;
la pólvora, este don funesto horrible  210
de las furias, saliendo de su encierro
por mil bocas flamea inextinguible;
su explosión, que conmueve el bosque, el cerro,
forma una nueva tempestad terrible
de balas que, esparcidas a la suerte,  215
en toda dirección llevan la muerte.

   Ya se ven los flotantes batallones
romperse y apretarse en el instante
para cubrir, por sabias precauciones,
los claros que abre el bronce fulminante.  220
—279→
El trueno cesa ya de los cañones;
la bayoneta, el sable centelleante
suceden en su vez, que muy más duros,
de cerca lanzan golpes más seguros.

   Sus gritos el dolor traga y sofoca,  225
la muerte es desde aquí feroz y muda.
El silencio en su obsequio allí coloca
su imperio, para hacer la lid más cruda.
Nadie suspira, nadie abre la boca,
por no causar a su rival sin duda,  230
la alegría de oír (extraña cosa)
los ayes de una queja vergonzosa.

   Una bravura igual, hizo dudoso
el combate hasta entonces: la Victoria
-pág. 220-
volando incierta sobre el ominoso,  235
ensangrentado campo de la gloria,
de uno y otro partido valeroso
pesaba la constancia meritoria
y en la sangre que en ondas circulaba
de ambos lados sus alas empapaba.  240

   Ángel que aquel combate presidías,
genio exterminador, que lo inflamaste,
¿de cuál héroe, por fin las valentías
con el lauro del triunfo coronaste?
¿Cuya causa de lo alto protegías?  245
¿En qué partido la justicia hallaste?
¿Hacia qué lado, exenta de venganza,
se inclinó de los cielos la balanza?

   Largo tiempo, cinco horas, el patricio,
y el godo defendiendo y atacando  250
—280→
se disputan el campo. Al fin propicio
se declara el Eterno a nuestro bando.
Sobre un carro de luz, brillante indicio227
de la beldad que en él viene triunfando,
hiende los aires y a la tierra baja,  255
la que nos ha obtenido la ventaja.

   Ésta es la reina de [los] ángeles y de hombres228
del universo entero la Señora,
-pág. 221-
dulcísima y terrible (no te asombres)
pues de hueste ordenada y bella aurora  260
la da divino espíritu los nombres;
ésta es de la nación la protectora,
a quien Chile no solo con devotos
afectos invocó, mas la hizo votos

   Es María. ¡Gran madre!, a Dios la gloria,  265
pero de un corazón reconocido
a vos hoy consagramos la memoria.
Si nuestro brazo fue fortalecido,
si alcanzó su denuedo la victoria
obra de vuestro amparo todo ha sido.  270
Bendita seas, oh, Judit sagrada,
por quien se ve la América salvada.

   Ya el padre sol, que de sus hijos caros
la intrepidez gozoso presenciaba,
—281→
templando de su luz los rayos claros,  275
del zenit a su ocaso declinaba
cuando el furor audaz de los avaros,
a quien la rica presa enajenaba,
cansando de lidiar sucumbe, cede,
ve que nuestro valor al suyo excede.  280

   El espanto, el terror y aturdimiento
de su tropa alarmada se apodera,
pasa de fila en fila en un momento,
se extiende a toda su falange entera.
Aquí arrojan el bélico armamento,  285
allí abaten al suelo su bandera,
-pág. 222-
corren, se chocan, jefes y soldados
atónitos, confusos, desolados.

   Aquél no manda, éste otro no obedece;
al feliz vencedor todos rendidos,  290
cual prisionero a discreción se ofrece,
cual temblando los ojos abatidos,
se arrodilla a sus plantas y las mece.
Cubren miles de muertos y de heridos
el campo del Maypú, que no presenta  295
más que derrota, confusión y afrenta.

   Osorio, el orgulloso, el fiero Osorio,
que su gobierno intruso y usurpado
sobre aquel delicioso territorio
con sus violencias solo había marcado;  300
este hombre, que en un crédito ilusorio
venía vanamente esperanzado,
viendo su altiva presunción domada,
se abandona a una fuga apresurada.
—282→

   El miedo, no ya pies le da para ella,  305
sino alas con que vuela más que una ave,
o con la rapidez de una centella
a ocultar su vergüenza y pena grave.
Acusa a. España, quéjase a su estrella,
¿dónde hallará refugio? No lo sabe.  310
Osorio, Osorio enseña a los tiranos
a respetar los pueblos soberanos.

   El español ejército altanero
de este modo inaudito, sometido,
-pág. 223-
deja en el campo del combate fiero,  315
triunfante, airoso, de laurel ceñido
al valiente fortísimo guerrero,
al jefe de la patria esclarecido;
quien, desde el seno del honor y gloria,
se apresura a anunciar tan gran victoria.  320

   ¡Salud, mi dulce patria, una y mil veces,
salud, por el mejor de tus sucesos!
¡Cuánto con él te afianzas y estableces!
¡Cuán rápidos serán de hoy tus progresos!
Del mundo el fallo a tu favor mereces,  325
pues no solo convictos, mas confesos
dejas a tus tiránicos rivales
de las naciones en los tribunales.

   Nuevo estado de Chile soberano,
pueblo eminentemente valeroso,  330
acaso superior al espartano
en virtud, en heroísmo generoso,
tan noble y liberal, como cristiano;
tan bravo, como pío y religioso;
—283→
de los pueblos del Sud digno modelo,  335
¡suba tu gloria a la región del cielo!

   ¡San Martín! A tu nombre se arrodilla
de respeto mi voz, calla de pasmo:
su expresión es muy débil, muy sencilla
para tu napoleónico entusiasmo.  340
El Sud te aclama; el godo se te humilla,
en su boca no se oye ya el sarcasmo.
-pág. 224-
Ya no somos rebeldes e insurgentes,
gracias a tus victorias eminentes.

   ¡Sombras de los Muñecas, los Lucenas229,  345
de los Díaz, Villegas y Beldones230,
que con la ilustre sangre de sus venas,
llenaron nuestra era de blasones!
¡Sombras amadas!, ¡mil enhorabuenas!
En Chile han perecido los tiranos,  350
vuestros laureles dieron ya su fruto;
recibid de venganza este tributo.

   Extasíense por fin los corazones
en toda la extensión del Mediodía;
sus pueblos todos, todas sus regiones  355
resuenen con los gritos de alegría.
Con mil vivas y mil aclamaciones.
Júntese la elocuencia a la poesía,
y eternicen de acuerdo con la historia
de la mayor jornada la memoria.  360

JOSÉ AGUSTÍN MOLINA



  —284→  


ArribaAbajo- LXIV -


A la victoria del Maypo231


   Genio de Urania232, que en profundos tonos
el porvenir y los destinos cantas
de las naciones y de los imperios,
-pág. 225-
hoy se te ofrece un argumento ilustre.
—285→

   De Bonaria233 el renombre ves unido  5
con la gloria inmortal del claro Arauco,
y unos mismos laureles le coronan.

   Un poder de dos lustros ha humillado
la fuerza y el orgullo de la España,
potencia tan robusta en otro tiempo.  10

   Se confunden del Maypo en la llanura
las esperanzas del monarca ibero,
hijo de Carlos V y Luis XIV,
de los godos delicia sempiterna,
amantes del terror e ingratitudes.  15

   Del ministro Pizarro234 el plan extenso
de agresión por tres puntos diferentes,
de un solo golpe se frustró sin duda.
Tantas combinaciones misteriosas,
mover al Norte, mover al Mediodía235,  20
alarmar a la Europa, al mundo entero,
tantas solicitudes, tantos pasos,
—286→
cual invencible armada236 se disipan.
Un Pueyrredón237 y un San Martín existen,
-pág. 226-
y el ministro Pizarro lo ignoraba.  25
¡Cosas de España!, ¡olvidos insufribles!

   Y esta brillante hazaña, esta victoria,
¿será como los otros claros hechos,
espléndidos, mas no útiles al mundo,
y que antes fortifican sus cadenas,  30
agravan sus pensiones y amarguras,
y sostienen los tronos opresores,
sobre el cañón y el sable cimentados?
¿Será como los triunfos europeos,
malditos de los pueblos vencedores,  35
seguidos de una calma aún más funesta
que la sangrienta lid que ha precedido?

   No será así: gozosa se sonríe
la humanidad con tan plausible nueva.
Vedla volver sus ojos con ternura  40
saludando a este asilo venturoso,
desde la Asia y la Europa, donde gime
en medio de la paz de los sepulcros.

   Que atraviese el Atlántico; la esperan
leyes humanas bajo un dulce clima,  45
y en los campos inmensos la abundancia.
—287→

   Pero: ¿escucháis un eco delicioso
de aclamaciones y marciales himnos?
Viene de las comarcas opulentas
que rigió el cetro paternal del Inca,  50
y conservan sus restos venerables.
Alzó la libertad su frente augusta,
y los pueblos reciben de sus labios
-pág. 227-
máximas sabias, maternales leyes.

   Ella les dice que sin la concordia,  55
sin orden y obediencia y amor patrio,
ni la prosperidad, ni independencia
se lograron jamás; que el despotismo
se apoya en las discordias de los pueblos,
en sus celos, envidia y desconfianzas,  60
y en las particulares ambiciones.
De este modo los pocos subyugaron
a las más populosas sociedades238.
De este modo en el seno de Colombia239
Fernando encuentra ejércitos y jefes,  65
escándalo del mundo y de su siglo.
—288→

   Ella, en fin, les explica los resortes
que ha sabido mover con tanto acierto
el genio reflexivo, que dirige
el Consejo y los hados de Bonaria.  70



  —289→     -pág. 228-  


ArribaAbajo- LXV -


Inscripciones240


   ¡Oh, vos de la virtud apreciadores,
del mérito sin par, que el orbe aclama,
obsequios tributad, rendid honores
al héroe vencedor de inmortal fama.
Dad al genio de América loores,  5
cuyo triunfo al Nuevo Mundo inflama;
decid en himnos gratos, dulces, tiernos
que viva San Martín siglos eternos.

   Hoy canta, oh, San Martín siempre invencible,
este gran pueblo tu marcial aliento;  10
hoy de su amor te ofrece este visible
perenne, fino, grato monumento.
No pudiendo a tu honor ser insensible,
hoy publica a una voz tu vencimiento,
y en tiernos vivas, que su pecho inflaman,  15
tu triunfo y tu valor todos aclaman.



  —290→  


ArribaAbajo- LXVI -


Loa241


   Con labio respetuoso
os saludo ¡gran pueblo! y felicito
en uno de los días más ilustres
de Mayo venturoso:
en este venturoso el más glorioso,  5
día inmortal, que debe proferirse,
-pág. 229-
con orgullo romano
por todo verdadero americano.
¡Salve, oh, gran pueblo! Cuna de varones
que desdeñando el círculo humillante,  10
do sus padres la vida malograron,
las cadenas tiránicas trozaron,
y de América orlando los pendones,
desde estas cercanías del Atlante
hasta las sierras del Perú triunfaron,  15
en libertad poniendo
cuantos se hallaban opresión sufriendo.
—291→

   La altiva España viendo su potencia
cual humo disiparse,
y espantada mirando presentarse  20
el coloso fatal de Independencia,
contra cuya existencia
siniestramente aglomerado había
siglos de nulidad y humillaciones,
rompe los diques de su atroz venganza,  25
y el puñal en la mano
recorre el vasto suelo americano.
¡Que crímenes, qué incendios, qué matanza
aquí recuerda el alma estremecida!
¡Compatriotas amados!, ¡ah!, pasemos  30
en silencio siquiera aqueste día
las escenas de sangre y de amargura
que pudieran turbar nuestra alegría:
por este día que del suelo patrio
los esfuerzos proclama,  35
y su alta gloria y su brillante fama.
-pág. 230-
Despliegue su estandarte sanguinoso
enhorabuena España.
La tierra entregue a su furor y saña,
destruya, arrase, incendie cuanto alcance.  40
Nada es capaz de producir temores
en los pechos de temple diamantino
que de la independencia el gran camino
a nuestro país abrieron.
El Río de la Plata más se exalta  45
al rudo estruendo de venganza y guerra;
y su raudal belígero internando
con gloria triunfa en Tucumán y Salta,
impetuoso arrastrando
soldados, armas, guiones, atambores,  50
y cuanto a su ira el invasor opone.
—292→
Victorioso revuelve. En el Oriente
su poderío estalla,
y hunde una escuadra, abate una muralla.

   Estrecha cree la esfera circunscrita  55
a su coraje y brío;
atrevido la ensancha; y aparece
en las llanuras del Atlante armado.
Ante la altiva Cádiz se presenta
y sus banderas victorioso ostenta.  60
Vigo, Ferrol, y Vera-Cruz, y Habana
son testigos también de su osadía,
y en éstos y otros puertos de contado
gime el comercio hostil encadenado.

   El tiránico orgullo tras los Andes  65
-pág. 231-
fortalecido amaga. Mas, ¿qué importa?
Allá dirige bélicos torrentes,
y alzándolos entre peligros grandes
a nivel de las cumbres eminentes,
los deja caer con ímpetu invencible  70
sobre el opuesto lado.
Los escollos arrasa con que, osado,
se opone el enemigo a su carrera,
y es nada en un momento
el que amagó a la patria en su engreimiento.  75

   Sus ímpetus transmite a los valientes
hijos de Tucapel y de Lautaro,
y sobre Maypo con esfuerzo raro
repiten ambos tan ilustre escena,
con tanta mayor gloria  80
cuanto más ardua ha sido la victoria.
¡Qué victoria, argentinos!
—293→
Ella ha borrado en la primer batalla
de la faz de la América unas huestes
que audaces en España contuvieron  85
el vuelo de las águilas francesas;
unas huestes que hicieron
creer a la Europa que a su marcha sola
cual tímidos rebaños
llevarían delante a las legiones  90
que nuestro honor, y libertad defienden.
¿Quién les dijera que el destino traía
regimiento tan bravo
de servir de trofeo al año octavo?
-pág. 232-

   ¡Patriotas!, presenté a vuestra memoria  95
un bosquejo ligero
de los timbres marciales que engrandecen
de nuestra patria la brillante historia.
Mas no olvidéis que fueron arrancados
de en medio de los riesgos y la sangre.  100
¡Oh, cuántos compañeros denodados
en la flor de sus días perecieron
por darnos la alegría
de que tanto gozamos este día!
¡Oh, quién sus vidas preservar pudiera!,  105
mas ya que no es posible
libertarlos del hado y de la muerte,
sus nombres arranquemos al olvido.
Vivan continuo en nuestros gratos pechos,
y de estímulo sirvan que nos haga  110
contestar al tesón de los tiranos.
Juremos por sus nombres respetables
que vivirá la patria independiente
—294→
mientras la sangre en nuestras venas corra,
o toda derramada  115
antes será que verla subyugada.

   Supremo Director, que en tanto acierto,
la nave del Estado engalanada,
diriges hacia el puerto;
patricios todos que a la grande causa  120
con las armas servís, con el talento,
o de vuestros sudores con el fruto;
confirmad el terrible juramento
que a la presencia de los santos manes
-pág. 233-
de tantos compatriotas generosos  125
en vuestro nombre pronunciar he osado.
Vosotras madres que os halláis presentes,
vosotras todas, bellas argentinas,
de vuestros dulces hijos en el nombre,
en el nombre de todos los que os aman  130
yo lo pronuncio en vuestro celo fiado.
Confirmadlo también, y haced que todos
los que a vuestra presencia se acercaren,
en vuestro labio y vuestros pechos dulces
aprendan antes de morir como héroes,  135
que el pie besar del orgulloso ibero.
Que aqueste juramento grande y noble
con constancia araucana sea cumplido,
y en muralla de acero
cada uno de nosotros convertido,  140
desde este instante abono
las nuevas glorias de nuestro año nono.

VICENTE LÓPEZ Y PLANES



  —295→  


ArribaAbajo- LXVII -


A los jóvenes fundadores del Colegio de la Unión del Sud


en 9 de julio de 1818, uno de sus concolegas242


LETRILLA


   Concolegas míos,
alegres cantad
al jefe supremo
himnos de amistad.

   Ensalzad su nombre,  5
-pág. 234-
deseadle mil bienes;
y con verde oliva
ceñidle las sienes:

   porque en este día
su heroica virtud  10
instala el colegio
de la Unión del Sud.

   Don el más precioso
que nuestra nación
debe a los desvelos  15
del gran Pueyrredón;
—296→

   que en medio de tantos
y graves cuidados
tuviera en él siempre
sus ojos fijados  20

   por que recibierais,
tierna juventud,
lecciones de ciencias,
letras y virtud,

   con que dirigidos  25
de hoy en adelante
seréis de la patria
el más firme Atlante.

   Y vuestra escogida
sabia educación  30
dará el rico fruto
de esta institución.

   ¡Oh, cuántos consuelos
-pág. 235-
a la sociedad
has proporcionado  35
dulce Libertad!

   Sin ti, ¿qué sería
de Colón el suelo?
Al cuadro espantoso
corramos el velo;  40

   y, reconocidos,
a la Providencia,
que quiere y protege
nuestra Independencia,
—297→

   pidamos unidos  45
que, en retribución,
feliz muchos años
viva Pueyrredón.

   ¡Viva!, ¡viva! y vivan
dichosos también  50
nuestros compatriotas
propensos al bien,

   cuyas grandes almas
dan ¡oh, patria mía!
el más digno ejemplo  55
de filantropía;

   pues, porque no dañe
a nuestra instrucción
la triste aflictiva
pobre situación,  60
-pág. 236-

   unos nos reparten,
su fortuna poca243;
otros nos alargan
el pan de su boca244.
—298→

   Y así, socorridos  65
por un nuevo estilo,
nuestra escasa suerte
ya tiene un asilo,

   do a tan eminente
generosa acción  70
responderá grata
nuestra aplicación.



  —299→  


ArribaAbajo- LXVIII -


A la paz concluida entre los generales del Ejercito Federal y el Exterior de Buenos Aires, al mando del general don Miguel Soler245


CANCIÓN


   La patria bajo el yugo246
de la opresión yacía,
-pág. 237-
mas rayó el feliz día
de unión y libertad.

   Y Bonaria, ya libre  5
de sus nuevas prisiones,
vuela por las naciones
proclamando igualdad.
—300→

   Sus sienes coronadas
de laureles triunfantes,  10
se muestran más brillantes,
más llenas de esplendor.

   Y los viles tiranos
que humillarla creyeron,
a su despecho vieron  15
su constancia y valor.

   Del despotismo el genio
se aleja confundido;
y un día más lucido
se mira renacer.  20

   La Paz cual bella aurora
le preside en oriente,
vibrando de su frente
mil rayos de placer.

   La Discordia a su vista  25
a las Furias invoca;
de sus sierpes provoca
el veneno y furor.

   La Destrucción preside
a sus pasos sangrientos  30
-pág. 238-
y aplica por momentos
su fuego destructor.
—301→

   Mas la Paz acelera
su delicioso vuelo;
y libra al patrio suelo  35
de monstruo tan fatal.

   Ella entonces bramando
a su presa abandona;
y a este día corona
una gloria inmortal.  40

   Que tiemblen los tiranos
de nuestra patria al nombre;
que el malvado se asombre
ocultando su faz.

   Pues ya la unión preside  45
nuestro feliz destino,
y su influjo divino
nos dispensa la paz.

   La Discordia execrable
eclipsó las victorias,  50
que en diez años de glorias
supimos conseguir.

   Pero ya en unión fuertes
de la Paz protegidos,
juremos decididos  55
ser libres o morir.

   Entretanto, ensalcemos
al héroe que grandioso,
-pág. 239-
con brazo poderoso
a la patria salvó.  60
—302→

   Que derrocó potente
a la opresión tirana;
que a la discordia insana
sus fuegos extinguió.

   Y vosotras, ¡oh, ninfas  65
del argentino suelo!,
tejed con fiel desvelo
guirnaldas a su sien.

   Adornadlas festivas
de la oliva dichosa;  70
entrelazad la rosa,
y aun el laurel también.



  —303→  

Imagen




ArribaAbajo- LXIX -


Romance endecasílabo247


Cantado en el pago del Pilar, por un mozo aseado248, que punteaba perfectamente la guitarra, tenía buena voz y se producía con suma gracia


   Junto a un ombú morrudo y sauce tierno249
de mi guitarra templo el instrumento,
y aunque me apura el frío del hibierno250
—304→
con agua sacra ordeno ya mi acento:
-pág. 240-
yo canto en melodías a lo vivo251  5
la patria orlada de laurel y olivo.

   Canto la patria en verso nunca oído252
en Chascomús, ni en toda la frontera,
donde la copla corta siempre ha sido,
porque nos traian siempre de carrera:  10
pero aflojaron ya los maturrangos,
y el campo se quedó por los chimangos.
—305→

   Óigame todo el mundo, y si no es dable253,
óigame la mitad, que eso es bastante,
pues nuestro medio mundo a fuego y sable  15
sabrá dar atención a lo restante:
empecemos la historia, y vaya un trago254,
que sin dar en el fondo, yo no amago.

   En mayo fue Colombia visitada255
de Dios por inefable providencia;  20
en mayo la nación fue libertada,
para en julio lograr su independencia:
honor sagrado, gloria peregrina
a la nación peruana y argentina.
—306→

   Cisneros, el visir, con sus oidores  25
pisaron a Neptuno las espaldas,
y por no tolerar nuestros rigores,
de España se acogieron a las faldas,
y a Hércules le decían: «No, no es cuento
se nos perdió la tierra en un momento».  30

   Nuestro amigo Liniers con unos godos
y otros cuantos patricios renegados
en Córdoba levantaron unos toldos256
-pág. 241-
y en dos por tres se vieron fusilados.
El Obispo escapó porque era padre;  35
no hiciéramos tal gracia con su madre.
—307→

   Un tal Nieto el plusultra nos mostraba
desde los Charcas para contenernos;
los cerros nuestra tropa atravesaba
hasta que el mismo Nieto pudo vernos;  40
vio nuestro azul y blanco tremolando,
y en la plaza, con Sans, murió temblando.

   En la Banda Oriental la real marina,
bizarra como siempre, nos retaba;
Elío con bravura peregrina,  45
y con mecha en la mano nos bombeaba:
dimos el encontrón, y en un laus Deo
la marina cayó, y Montevideo.

   En el reino de Chile un blanca mano257   258,
que Marcó se apellida, sargenteaba;  50
nos dispersó este pobre en una noche,
y un día en Maypo anduvo al trochemoche.
—308→

   Fin del canto primero, pues ya el vaso
dio fin para que el verso se concluya;
ensillado me aguarda mi Pegaso  55
para cantar por ahí otra aleluya259.
-pág. 242-
Yo cantaré mejor cuando Pezuela
trueque por mi guitarra su vihuela.

FRAY FRANCISCO DE PAULA CASTAÑEDA



  —309→  


ArribaAbajo- LXX -


El pago del Pilar al excelentísimo Cabildo Argentino, por haber acordado que su nueva población se denomine la Nueva Buenos Aires260


   Una hija, oh, Buenos Aires, te ha nacido
tan famosa, y a ti tan parecida,
que de ti se ha vestido,
y Nueva Buenos Aires se apellida,
para ser tu Pilar, tu firmamento,  5
tu timbre, tu padrón, tu monumento.
—310→

   A tus restos dio asilo aqueste pago
entre sus cinco cerros, y alojada
fuiste aquí en siglo aciago
hasta volver a verte edificada:  10
¡Mérito singular, grata memoria,
que forma del Pilar la ejecutoria!

   Llámese Buenos Aires en buena hora
la población en sitio mejorada,
porque ella fue la aurora  15
de la que hoy como sol es adorada;
pues de su capital si ella es la cuna,
no llevará este honor ciudad alguna.

   La nueva Buenos Aires cargar debe
los inmensos trofeos de la antigua,  20
dándolos en relieve
-pág. 243-
a la historia que todo lo averigua,
para que del oriente al occidente
ceda todo en honor de nuestra gente.

   Las armas argentinas colocadas  25
sobre los cinco cerros según arte
deben serle acordadas
por insignias que formen su estandarte;
insignias que promulguen sin violencia
   la unión, la libertad, la independencia.  30

   Y vos, ciudad hasta hoy conquistadora
de provincias y reinos populosos,
desde hoy sois fundadora
de unas ciudades, que han de ser colosos,
que llevarán tu nombre y tu memoria  35
hasta la cumbre del honor y gloria.
—311→

Ciudad madre de pueblos, vive, vive,
vive feliz, y en maternal regazo
cariñosa recibe
la producción primera de tu brazo;  40
dignaos colmar de gracias y donaires
a la nueva ciudad de Buenos Aires.

FRAY FRANCISCO DE PAULA CASTAÑEDA



  —312→  


ArribaAbajo- LXXI -261


   Si al infierno me destinas,
es para mi corto campo,
pues mil infiernos merezco
por pecador consumado;
-pág. 244-
pero estando allí contigo,  5
que sois juez prudente y sabio,
mis tormentos serán menos,
y pagaré mi pecado.
—313→

   Si a la gloria me convidas,
yo me doy por convidado,  10
y antes de tomar asiento,
humilde a tus pies postrado
por todos los montoneros
que de ignorancia han errado,
os suplico, Padre mío,  15
que los sentéis a tu lado;
si lo dilatas seré
otro Jacob porfiado
que luche y luche con Vos
hasta salir perdonado  20
con renombre de guerrero,
pero de un pie cojeando
que en las batallas con Cristo
es gloria morir amando.

   Seré otro Moisés tu amigo  25
y legislador sagrado,
que te pida perdonéis
a tu pueblo muy amado;
o me borréis de la lista
del justo y predestinado.  30
—314→

   Aquí me tenéis, Señor,
de la esperanza colgado
siempre temiendo y dudando
-pág. 245-
si será mi suerte adversa,
o dichosa por milagro;  35
y en este golfo de dudas
en mis culpas sofocado,
confío, y espero en Vos
por todo el género humano.

   Poderoso sois gran Dios  40
si quieres publica bando
que seamos todos unidos
en vos que sois nuestro amo.

   Vos, que todo lo sabéis,
sabéis lo que estoy pensando,  45
y es que se acabe la guerra
que el diablo pone entre hermanos;
acábese la discordia,
y si en yo morir ahorcado
consiste el bien comunal,  50
mi cuello está aparejado.

FRAY FRANCISCO DE PAULA CASTAÑEDA



  —315→  


ArribaAbajo- LXXII -262


Glosa


   De patria se han aburrido
los mismos americanos,
y en derechos provincianos
a buen tiempo se han metido.


1.ª

   Se evaporó el patriotismo,  5
todo va a pedir de boca,
ya no se habla ni se toca
sino de federalismo,
—316→
la voz de patria es lo mismo
que si no la hubiese habido.  10
-pág. 246-
Los pueblos se han reducido
a sus límites estrechos,
y por disputar derechos
de patria se han aburrido.


2.ª

   Nosotros, los europeos,  15
por más que hemos pretendido
con armas, no hemos podido
conseguir nuestros deseos.
Metidos a Macabeos
atenienses y romanos,  20
con Juan Santiago en las manos
llenos de federación,
llenaron nuestra intención
los mismos americanos.


3.ª

   Artigas en el Oriente  25
ya no sale de esta idea,
y tal vez que la asamblea
la promueva al Occidente.
Por un principio corriente
entre los mismos paisanos,  30
los pueblos son soberanos
árbitros de su defensa;
en esto no más se piensa
y en derechos provincianos.
—317→


4.ª

   Los pobres federalistas  35
no se acuerdan de nosotros
por pelear contra los otros
-pág. 247-
patriotas capitalistas.
Ya nosotros, los realistas,
fomentando aquel partido  40
vamos ganando al descuido.
Seamos, pues, más prudentes,
que en guerra los insurgentes
a buen tiempo se han metido.

FRAY FRANCISCO DE PAULA CASTAÑEDA



  —318→  


ArribaAbajo- LXXIII -


Al manifiesto del señor don Fernando VII263


DÉCIMAS


   De la astucia un ejemplar
es aquese manifiesto,
para el cobarde compuesto
a fin de hacerlo cejar;
es cuanto aspira lograr  5
pero del bravo y audaz,
del ilustrado y sagaz
oirá la voz alarmante:
«Ya estamos muy adelante
para volver para atrás».  10
—319→

   Padre tierno decidido
promete ser generoso,
y es suplantar al quejoso
el derecho de ofendido.
Un blasón esclarecido  15
os confiesa la razón,
y es la Santa Religión
-pág. 248-
que nos dieron tan sublime,
más, a trueque de ésta ¿dime,
no usurparon mi nación?  20

FRAY FRANCISCO DE PAULA CASTAÑEDA



  —320→  


ArribaAbajo- LXXIV -


Un gaucho de la Guardia del Monte contesta al manifiesto de Fernando VII, y saluda al conde de Casa-Flores con el siguiente cielito, escrito en su idioma264


   Ya que encerré la tropilla,
y que recogí el rodeo,
voy a templar la guitarra
para explicar mi deseo.
—321→

   Cielito, cielo que sí,  5
mi asunto es un poco largo;
para algunos será alegre,
y para otros será amargo.

   El otro día un amigo,
hombre de letras, por cierto,  10
del rey Fernando a nosotros
me leyó un gran manifiesto.

   Cielo, cielito que sí,
este rey es medio sonso,
y en lugar de don Fernando  15
debiera llamarse Alonso.

   Ahora que él ha conocido
que tenemos disensiones,
haciendo cuerpo de gato265,
se viene por los rincones.  20
—322→
-pág. 249-

   Cielito, cielo que sí,
guarde amigo el papelón,
y por nuestra independencia
ponga una iluminación.

   Dice en él que es nuestro padre  25
y que lo reconozcamos;
que nos mantendrá en su gracia
siempre que nos sometamos.

   Cielito digo que sí,
ya no largamos el mono,  30
no digo a Fernando el VII,
pero ni tampoco al nono.
—323→

   Después que por todas partes
lo sacamos apagando266,
ahora el rey con mucho modo,  35
de humilde la viene echando.

   Cielo, cielito que sí;
ya se le murió el potrillo267,
y si no que se lo digan
Osorio, Marcó y Morillo.  40

   Quien anda en estos maquines268
es un conde Casa-Flores,
a quien ya mis compatriotas
le han escrito mil primores.
-pág. 250-

    Cielito digo que no,  45
siempre escoge don Fernando
para esta clase de asuntos
hombres que andan deletreando.

   El conde cree que ya es suyo
nuestro Río de la Plata:  50
¡cómo se conoce amigo
que no sabe con quién trata!
—324→

   Allá va cielo, y más cielo,
cielito de Casa-Flores,
Dios nos librará de plata  55
pero nunca de pintores.

   Los que el yugo sacudieron
y libertad proclamaron,
de un rey que vive tan lejos
lueguito ya se olvidaron.  60

   Allá va cielo, y más cielo,
libertad, muera el tirano,
o reconocernos libres,
o adiosito y sable en mano.

   ¿Y qué esperanzas tendremos  65
en un rey que es tan ingrato
que tiene en el corazón
uñas lo mismo que gato?

   Cielito, cielo que sí,
el muchacho es tan clemente,  70
que a sus mejores vasallos
se los merendó en caliente269.
-pág. 251-

   En política es el diablo
vivo sin comparación,
y el reino que le confiaron  75
se lo largó a Napoleón.
—325→

   Cielito, digo que sí,
hoy se acostó con corona,
y cuando se recordó,
se halló sin ella en Bayona.  80

   Para la guerra es terrible,
balas nunca oyó sonar,
ni sabe que es entrevero,
ni sangre vio colorear.

   Cielito, cielo que sí,  85
cielito de la herradura,
para candil semejante
mejor es dormir a oscuras.

   Lo lindo es que al fin nos grita,
y nos ronca con enojo;  90
si fuese algún guapo... vaya:
¡pero que nos grite un flojo!270

   Cielito, digo que sí,
venga a poner su contienda,
y verá si se descuida271  95
donde va a tirar la rienda.

   Eso que los reyes son
imagen del Ser divino,
-pág. 252-
es (con perdón de la gente)
el más grande desatino.  100
—326→

   Cielito, cielo que sí,
el evangelio yo escribo,
y quien tenga desconfianza,
venga, le daré recibo.

   De estas imágenes una  105
fue Nerón que mandó a Roma,
y mejor que él es un toro
cuando se para en la loma.

   Cielito, cielo que sí,
no se necesitan reyes  110
para gobernar los hombres
sino benéficas leyes.

   Libre y muy libre ha de ser
nuestro jefe, y no tirano;
éste es el sagrado voto  115
de todo buen ciudadano.

   Cielito, y otra vez cielo,
bajo de esta inteligencia,
reconozca, amigo rey272,
nuestra augusta independencia.  120

   Mire que grandes trabajos
no apagan nuestros ardores,
ni lumbres, muertes, miserias273,
ni aguas, fríos y calores.
—327→

   Cielito, cielo que sí,  125
lo que te digo, Fernando,
-pág. 253-
confiesa que somos libres,
y no andés remoloneando.

   Dos cosas ha de tener
el que viva entre nosotros,  130
amargo, y mozo de garras274
para sentársele a un potro.

   Y digo cielo y más cielo,
cielito del espinillo,
es circunstancia que sea  135
liberal para el cuchillo275.

   Mejor es andar delgado276,
andar águila277 y sin pena,
que no llorar para siempre
entre pesadas cadenas.  140
—328→

   Cielito, cielo que sí,
guárdense su chocolate,
aquí somos puros indios
y solo tomamos mate.

   Y si no le agrada, venga  145
con lucida expedición,
pero si sale matando
no diga que fue traición.
-pág. 254-

   Cielito, los españoles
son de laya278 tan fatal,  150
que si ganan es milagro,
y traición si salen mal.

   Lo que el rey siente es la falta
de minas de plata y oro,
para pasar este trago  155
cante conmigo este coro.

   Cielito, digo que no,
cielito, digo que sí,
reciba, mi don Fernando,
memorias de Potosí.  160

   Ya se acabaron los tiempos
en que seres racionales
adentro de aquellas minas
morían como animales.
—329→

   Cielo, los reyes de España  165
¡la puta que eran traviesos!,
nos cristianaban al grito279
y nos robaban los pesos.

   Y luego nos enseñaban
a rezar con grande esmero,  170
por la interesante vida
de cualquiera tigre overo.

   Y digo cielo y más cielo,
cielito del cascabel,
¿rezaríamos con gusto  175
por un tal don Pedro el Cruel?
-pág. 255-

   En fin, cuide amigo rey,
de su vacilante trono,
y de su tierra, si puede,
haga cesar el encono.  180

   Cielito, cielo que sí,
ya los constitucionales
andan por ver si lo meten
en algunos pajonales.

   Y veremos si lo saca  185
la señora Inquisición,
a la que no tardan mucho
en arrimarle latón280.
—330→

    Cielito, cielo que sí,
ya he cantado lo que siento,  190
supliendo la voluntad
la falta de entendimiento

BARTOLOMÉ HIDALGO



  —331→  


ArribaAbajo- LXXV -


Oda281


   Oye, Livorio, escucha los trinados,
que en mi guitarra, bien o mal formados,
acompañan mi acento
para dar a entender mi pensamiento:

   Sois ministro de estado,  5
y tu flema me tiene condenado,
-pág. 256-
pues todo cuanto ordenas
aumenta mis cuidados y mis penas;
y aquestas tus demoras
me tienen afligido a todas horas.  10
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   Por darme desconsuelo
matas en su prisión al pobre Anchuelo282,
y en la barranca dejas
que se burle de mí todo un Callejas.

   El proyectado Puente,  15
que el cabildo acordó discretamente
está solo en idea
porque aunque publicarlo es cosa fea,
y parece juguete
sois un gran azabache, un gran pebete;  20
todo sale moreno
desde que estás, amigo, en el gobierno.

   ¿Los frailes has echado?
Todos, menos los míos, han quedado;
mal haya mi fortuna  25
pues no saldrá el Pilar de su laguna
mientras mande Loreto,
y de la translación el gran proyecto
quedará en escabeche
hasta que llegue a Roma Goyeneche.  30

   Roma dije, ¡Dios mío!,
también tendrá paciencia el papa Pío,
pues las cartas latinas
-pág. 257-
llenas de aclamaciones colombianas
el Doctor chocolate  35
las archivó y guardó en su escaparate.
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   ¿Qué haremos con usted, Tenaza?;
muy bueno fuera darle calabaza;
aunque mejor sería
hacerlo socio de filantropía.  40
¿Filantropía dije?,
eso mi corazón es lo que aflige,
pues el real alumbrado
que debe ser con la patria vinculado
no logrará su entable  45
mientras no se convierta el doctor Sable;
llamo yo convertirse
eso que es espichar, lo que es morirse.

   Muérete pues, amigo,
muérete que cantando te lo digo;  50
y yo en tu sepultura
sobre piedra morena, fría y dura
grabando el epitafio,
lograré hacer que seas el adagio
de los sepultureros  55
que en la losa leerán estos letreros:

   «Aquí yace un pardito,
el más cultipetizo, el más bonito
de nuestros gobernantes:
¡ojalá hubiera muerto mucho antes!».  60

FRAY FRANCISCO DE PAULA CASTAÑEDA



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