-
LXII -
|
El triunfo. Unipersonal con intermedios de
música 210
|
Buenos Aires
|
|
Salón adornado con la mayor magnificencia: colocado
el busto del general San Martín. La música
habrá tocado un rasgo agradable. Al concluirse,
saldrá el actor vestido de particular, y quedará
sobre la izquierda mirando el retrato: y después
dirá, convirtiendose al público:
|
|
La sonorosa
trompa de la Fama211 |
|
del Sud publique los plausibles
hechos, |
|
y desde un polo al otro
circulando |
|
resuene altiva con marcial
estruendo; |
|
|
—264→ |
remóntese agitada hasta el
Olimpo, |
5 |
corra a los campos, y en lo
más espeso |
|
de los bosques celebre nuestro
triunfo |
|
y a las salobres ondas llegue el
eco. |
|
¡Día feliz aquel que
el fiel colono |
|
|
-pág.
205- |
sintió la libertad de sus
derechos! |
10 |
Aquél que la cadena
quebrantando |
|
el cuchillo empuñó,
libró su suelo |
|
de los tiranos crueles,
orgullosos212 |
|
que esclavizarlo solo
pretendieron213
214. |
|
La América del Sud
encadenada |
15 |
de opresión mil gemidos
lanzó tiernos, |
|
y sus hijos a voz tan
penetrante |
|
despertaron, lloraron y se
unieron; |
|
examinan la causa de su madre, |
|
y la alma libertad corre a sus
pechos; |
20 |
en ellos se introduce, y al
instante215 |
|
huye la depresión, y fausto
el genio |
|
de independencia anuncia a los
colonos216 |
|
o morir o vencer en justo
duelo217. |
|
|
—265→ |
Ellos claman: la muerte o la
victoria218. |
25 |
El cielo se enlutó,
retembló el suelo, |
|
y jurando firmeza en la
venganza |
|
trincheras fabricaron de sus
pechos; |
|
el déspota insistió,
y el plomo ardiente, |
|
y el fuego protegido de otro
fuego |
30 |
lo persiguieron con arrojo
tanto |
|
que a su pesar cedió,
doblegó el cuello, |
|
y la aurora felice en carro de
oro |
|
alegre dominó nuestro
hemisferio. |
|
|
|
-pág.
206- |
|
(Música dentro de bastidores y se cantará la
siguiente letrilla; el actor se aproximará a
escucharla.)
|
|
Firme desvelo |
35 |
americanos, |
|
que en los
tiranos |
|
brilla el
rencor. |
|
Constancia y celo; |
|
que vuestro
canto |
40 |
no trueque en
llanto |
|
el opresor. |
|
|
|
|
Pero aún
faltaban, sí, dobles fatigas |
|
que superar. El enemigo fiero |
|
cual león que ruge desde
horrenda gruta |
45 |
por devorar al tímido
cordero |
|
máquina acciones
sanguinarias, negras; |
|
busca nuevos esclavos, y con
ellos |
|
tala, y destroza, y aniquila y
todo, |
|
|
—266→ |
la cabaña infeliz, el basto
pueblo. |
50 |
El hombre libre pronto se
presenta |
|
con dignidad sus planes
destruyendo |
|
y ocho años le vio el sol en
las campañas |
|
las tiranas falanges
combatiendo, |
|
hasta que se fijaron sus
destinos |
55 |
en el cinco de abril, día
selecto, |
|
día cuya memoria será
eterna |
|
más allá de la tumba
y de los tiempos. |
|
(Los versos que siguen
indicarán al actor las veces que debe fijarse en el retrato
de San Martín.)
|
Ved resonar de San Martín el
nombre |
|
|
-pág.
207- |
por las llanuras y encumbrados
cerros, |
60 |
ved al anciano que de gozo
llora, |
|
y con trémulas manos pide al
cielo |
|
dilate la existencia a un
ciudadano |
|
que consagra a la patria vida y
celo. |
|
No le turba el contraste que
sufriera |
65 |
el día diez y nueve, que su
aliento |
|
con la mezcla del bien y la
desgracia |
|
brilló, y brilló otra
vez; reúne presto |
|
sus divisiones que venganza
eterna |
|
repiten, y se agitan en
secreto. |
70 |
Fue efímera la dicha del
contrario |
|
cual resplendor que arroja en el
momento |
|
de consumirse la luciente
antorcha |
|
y a noche triste es condenada
luego. |
|
Héroe de Chacabuco,
tú presides |
75 |
la independencia del indiano
suelo; |
|
tú surcaste afanoso el ancho
Océano |
|
por tomar parte en nuestro justo
empeño, |
|
y odiando el crimen, la virtud
amando, |
|
|
—267→ |
instruyendo a los libres con
desvelo, |
80 |
supiste sus deberes
enseñarles |
|
a la par de sus ínclitos
derechos. |
|
¡Héroe del gran
Maypú, sitio admirable, |
|
sitio de sangre, llanto y de
trofeos |
|
donde la tiranía
halló su tumba, |
85 |
y nuestra libertad su augusto
templo! |
|
¡Tú viste a San
Martín a la cabeza |
|
de los bravos con ánimo
sereno! |
|
Desprecian al peligro con tal
jefe, |
|
|
-pág.
208- |
su sangre a borbotones mancha el
suelo. |
90 |
¡Qué importa,
más el pecho les inflama! |
|
Gritan ¡Viva la Patria! y
dando al viento |
|
los pabellones de la
independencia |
|
disputan sable en mano, y cuerpo a
cuerpo. |
|
Nadie desmaya, todos son
valientes. |
95 |
Los contrarios pelean con
denuedo; |
|
los patriotas redoblan el
coraje. |
|
El plomo silbador el aire
hendiendo |
|
lleva la muerte y luto a todas
partes |
|
y cubre de cadáveres el
suelo... |
100 |
¡Mas triunfaron las armas de
la Patria! |
|
|
|
|
(En este momento sin introducción alguna se
cantará adentro este verso; con la marcha
nacional.)
|
|
¡Triunfo!, triunfo! que
el americano |
|
libre el suelo de
ingratos dejó, |
|
y al romper la
cadena ominosa |
|
muerte eterna con
gloria juró. |
105 |
Cumplió
ufano la grande protesta: |
|
Libertad,
libertad pronunció; |
|
el tirano a sus
pies quiso verle, |
|
y a sus pies el
tirano se vio, |
|
Sean eternos,
etc. |
110 |
|
|
—268→
|
|
Sí,
triunfaron las armas de la patria. |
|
Osorio en humo, en sangre fue
desecho. |
|
Todos del hombre libre a la
presencia |
|
rinden por siempre sus altivos
cuellos. |
|
¡Patria adorada, ve tu grande
obra |
115 |
en quien los Andes dominó
soberbio! |
|
|
-pág.
209- |
¡Cenizas inmortales de
araucanos, |
|
del sepulcro salid, venid
guerreros, |
|
oh, Tucapel, Caupolicán
valiente, |
|
cuyos brazos temibles
persiguieron |
120 |
al déspota español
con bizarría; |
|
mirad a San Martín que
defendiendo |
|
vuestros derechos justos, libre
deja |
|
el país más hermoso y
más ameno! |
|
Y tú, pueblo de Chile,
pueblo hermano |
125 |
que de constancia y de virtudes
lleno, |
|
tú mismo te impusiste la
sentencia |
|
de muerte o triunfo en el pasado
duelo, |
|
canta unido por siempre al
argentino |
|
las glorias de la patria, y sus
derechos219. |
130 |
Gloria, laurel y palma al
magistrado |
|
que sabio, liberal y
justiciero |
|
se olvida de sí mismo por
salvarnos, |
|
sin que desgracias,
privación ni riesgos |
|
perturben sus medidas
acertadas; |
135 |
por él el orden
recobró su imperio; |
|
y a donde el orden reina, el justo
vive, |
|
sepulta sus ideas el perverso, |
|
la unión renace, y la
discordia horrible |
|
despechada se oculta en el
Averno. |
140 |
¡Unión, sagrada
unión, vive en nosotros! |
|
|
—269→ |
Alimenta ardorosa nuestros
pechos, |
|
tiemble el tirano cuando
considere220 |
|
|
-pág.
210- |
que una es la voluntad, uno el
esfuerzo. |
|
Ciudadanos de clases
diferentes221, |
145 |
labrador, comerciante,
circunspecto |
|
legislador, filósofo
sensato, |
|
recibid de un patricio sus
respetos; |
|
ciencias, comercio, industria,
bellas artes, |
|
cual se ven florecer en nuestro
suelo, |
150 |
todo a vuestras tareas es
debido, |
|
y a la protección justa del
gobierno. |
|
Juventud tierna que dejando el
ocio |
|
corréis a cultivar vuestros
talentos, |
|
llegará tiempo que
sirváis de escudo |
155 |
a vuestra madre patria, en cuyo
seno |
|
reposáis, envidiando ya la
suerte |
|
del que leyes observa y ciñe
acero. |
|
Hijas del Mediodía, sexo
hermoso222 |
|
que partícipe sois de estos
contentos, |
160 |
volad de Flora a las mansiones
gratas, |
|
tejed guirnaldas, y con dulce
afecto |
|
cubrid la sien del vencedor
hermano, |
|
del amante feliz, esposo
tierno. |
|
Y vosotros, campeones
nacionales223
224, |
165 |
|
—270→ |
soldados los más bravos y
guerreros |
|
que el armígero dios
prodigar supo, |
|
las glorias duplicad, que al sacro
templo |
|
abre las puertas Jano, y nos
presenta |
|
bustos indianos, dignos
mausoleos. |
170 |
|
-pág.
211- |
Continuad ardorosos en la
lucha; |
|
con frémito espantoso el
bronce horrendo |
|
anuncie a los tiranos y a
nosotros |
|
trágico terminar, dulce
momento, |
|
para que a todo el mundo con
asombro |
175 |
de hombres libres el triunfo se
haga eterno. |
|
|
|
BARTOLOMÉ
HIDALGO
|
-
LXIII -
|
La jornada del Maypo por el presbítero
doctor don José Augustín Molina 225
|
OCTAVAS
|
|
Las armas de mi
patria alegre canto, |
|
|
|
sus combates, sus triunfos, sus
victorias, |
|
|
|
sus esfuerzos, su celo ardiente y
santo |
|
|
|
por romper las cadenas
vejatorias, |
|
|
|
que la han ajado y oprimido
tanto. |
5 |
|
|
¡Oh, quién para cantar
sus bellas glorias |
|
|
|
todo el estro tuviera que el
Parnaso |
|
|
|
en Virgilio encendió,
sopló en el Taso! |
|
|
|
|
Corría
felizmente el año octavo |
|
|
|
en que el Sud en América
aspiraba |
10 |
|
|
de la afrenta salir de humilde
esclavo. |
|
|
|
Un congreso en su seno se
elevaba. |
|
|
|
Dos generales, uno y otro
bravo, |
|
|
-pág.
212- |
|
la gente de armas a su faz
miraba. |
|
|
|
Chile, por uno de ellos
libertado, |
15 |
|
|
se erige en nuevo independiente
estado. |
|
|
|
—272→ |
|
Un miserable
resto de vencidos, |
|
|
|
escapados por suerte en su
derrota |
|
|
|
de Chacabuco existen
guarecidos |
|
|
|
en un punto que el mar de un lado
azota |
20 |
|
|
y muros cercan de otro
endurecidos. |
|
|
|
Incierto su temor mil veces
flota, |
|
|
|
cuando se ven en su última
trinchera, |
|
|
|
por la gente forzados más
guerrera. |
|
|
|
|
Manda socorro
Lima... Su tirano, |
25 |
|
|
aquel que aborrecido
íntimamente, |
|
|
|
sin virtud, sin talentos,
inhumano, |
|
|
|
imbécil, nulo, débil,
impotente, |
|
|
|
esclavizar de nuevo piensa
ufano |
|
|
|
todo un inmenso heroico
continente. |
30 |
|
|
¡Pensamiento insensato! Vil
Pezuela, |
|
|
|
¿quién
detendrá a la América que vuela? |
|
|
|
|
Reforzados se
lanzan del asilo, |
|
|
|
que en Talcahuano halló su
cobardía: |
|
|
|
como una inundación, no ya
del Nilo, |
35 |
|
|
sí de un torrente asolador
cubría, |
|
|
|
su hueste las campañas que
el tranquilo |
|
|
|
agrónoma labraba noche y
día; |
|
|
|
marca de polvo un negro
torbellino |
|
|
|
de sus pasos la huella y el
camino. |
40 |
|
|
-pág.
213- |
|
Pasan el Maule,
avanzan. Siempre incierto |
|
|
|
su ánimo, en Talca busca
nuevo abrigo, |
|
|
|
nada se teme más que el
descubierto. |
|
|
|
¡Despreciable,
ridículo enemigo, |
|
|
|
indigno del laurel marcial por
cierto! |
45 |
|
|
De la patria un campeón era
testigo |
|
|
—273→ |
|
de su número, clase, y
movimientos226, |
|
|
|
tan tímidos y cautos, como
lentos. |
|
|
|
|
Al rumor de su
marcha, a los primeros |
|
|
|
avisos que se dan de su
venida, |
50 |
|
|
se avanzan a su encuentro bravos,
fieros, |
|
|
|
el alma en ardor bélico
encendida, |
|
|
|
del ejército patrio los
guerreros, |
|
|
|
San Martín a su frente,
aliento y vida |
|
|
|
de aquel robusto cuerpo, cuyos
brazos |
55 |
|
|
van a hacer del contrario mil
pedazos. |
|
|
|
|
Él arriba:
su campo se establece |
|
|
|
junto al adverso, bajo de sus
ojos; |
|
|
|
le aguarda, en su refugio
permanente; |
|
|
|
quince días en vano sus
enojos |
60 |
|
|
provoca y al combate se le
ofrece; |
|
|
|
es que trama un ardid que de
sonrojos, |
|
|
|
y confusión llenara a otros
guerreros |
|
|
|
que no fueran los ínclitos
iberos. |
|
|
|
|
La negra noche
lóbrega extendía |
65 |
|
|
sobre el mundo y los
crímenes su manto, |
|
|
-pág.
214- |
|
tercera de la vil
alevosía, |
|
|
|
rival del proceder honesto y
santo. |
|
|
|
A su favor la floja
cobardía |
|
|
|
flaqueando toda, lánguida de
espanto, |
70 |
|
|
inspira a Osorio la afrentosa
empresa |
|
|
|
de emplear con su enemigo la
sorpresa. |
|
|
|
—274→ |
|
Temer la luz del
Sol tan favorable |
|
|
|
al valor verdadero, solo es
dado |
|
|
|
al español abyecto y
miserable. |
75 |
|
|
¿Qué militar, celoso
de su grado, |
|
|
|
no procura en la lid ser
espectable? |
|
|
|
¿Quién no se
juzgaría deshonrado |
|
|
|
de deber su ganancia o
vencimiento, |
|
|
|
a un golpe de traición, a un
salteamiento? |
80 |
|
|
|
Le sale bien,
dispersa nuestra gente, |
|
|
|
mas la suerte tal vez sirve al
intento |
|
|
|
mejor que los consejos del
prudente. |
|
|
|
«Es verdad, dice el
héroe, que un momento |
|
|
|
de descuido, o más bien un
accidente |
85 |
|
|
que prevenir no pudo el más
atento, |
|
|
|
ha dado una ventaja
transitoria |
|
|
|
al tirano, mas nunca una
victoria». |
|
|
|
|
Tranquilo, aunque
afligido, da al soldado, |
|
|
|
a todos un ejemplo de firmeza. |
90 |
|
|
«¡Compatriotas!, he
aquí nuestro dechado, |
|
|
|
modelarse por él mucho
interesa. |
|
|
|
¿Por qué un suceso
salga desgraciado, |
|
|
|
desesperarse debe de la
empresa? |
|
|
-pág.
215- |
|
¿Seremos a la patria menos
fieles |
95 |
|
|
si tal vez se marchitan sus
laureles? |
|
|
|
|
»¿Al
pájaro medroso imitaremos, |
|
|
|
que del árbol se vuela en el
instante, |
|
|
|
que agitado cual nave de los
remos, |
|
|
|
al impulso del viento está
flotante? |
100 |
|
|
A extremo riesgo, espíritus
extremos; |
|
|
|
digamos siempre en caso
semejante: |
|
|
—275→ |
|
encorvado está el
árbol solamente |
|
|
|
él volverá a erigirse
nuevamente. |
|
|
|
|
»No se ha
perdido todo, remediada |
105 |
|
|
la principal desgracia está
en gran parte, |
|
|
|
(prosigue el jefe de la fuerza
aliada) |
|
|
|
la capital es nuestra, y
según arte |
|
|
|
prontamente será
fortificada: |
|
|
|
ella será nuestro
último baluarte, |
110 |
|
|
nuestro sepulcro mísero y
glorioso, |
|
|
|
si no lo fuere del tirano
odioso. |
|
|
|
|
»Yo soy el
que la guardo y la sostengo, |
|
|
|
cerca de cuatro mil bravos
conmigo, |
|
|
|
para hacer la defensa última
tengo, |
115 |
|
|
mas sin dar nuevo ataque al
enemigo |
|
|
|
no volverán al punto que
prevengo; |
|
|
|
de su marcial ardor soy fiel
testigo. |
|
|
|
Corramos a las armas,
ciudadanos, |
|
|
|
escarmiente la patria a sus
tiranos». |
120 |
|
|
|
Así habla
en el contraste y mala suerte, |
|
|
|
el ínclito del Sud
(¡raro coraje!); |
|
|
-pág.
216- |
|
donde quiera de un alma grande y
fuerte |
|
|
|
tal es el noble enérgico
lenguaje, |
|
|
|
cuando amagada de la misma
muerte, |
125 |
|
|
a vista de los riesgos y el
carnaje, |
|
|
|
se sostiene en los brazos de su
audacia, |
|
|
|
y lucha varonil con la
desgracia. |
|
|
|
|
Engreído
Osorio con el buen suceso |
|
|
|
del diez y nueve, carga a toda
prisa. |
130 |
|
|
¡Insensato, no lleves al
exceso |
|
|
|
una gloria fugaz que se
desliza! |
|
|
—276→ |
|
te lisonjeó un instante el
hado avieso; |
|
|
|
ésta fue como la
última sonrisa |
|
|
|
para ti de la pérfida
fortuna: |
135 |
|
|
pronto la probarás bien
importuna. |
|
|
|
|
¡Cinco de
abril! Tú viste finalmente |
|
|
|
desplegarse en las márgenes
o llano, |
|
|
|
que fecunda el Maypú con su
corriente, |
|
|
|
el ejército patrio y el
hispano. |
140 |
|
|
El hierro de las armas
reluciente |
|
|
|
disputa al sol su brillo
soberano; |
|
|
|
con su son pavoroso los
tambores |
|
|
|
son de la muerte horribles
precursores. |
|
|
|
|
La fiereza, la
cólera, el despecho, |
145 |
|
|
la venganza, el orgullo en cada
frente |
|
|
|
(rebosando de lo íntimo del
pecho) |
|
|
|
están pintados
respectivamente. |
|
|
|
El general patricio satisfecho |
|
|
|
ve el aparato bélico
imponente, |
150 |
|
-pág.
217- |
|
por el momento ansiando de un
combate, |
|
|
|
de que pende de América el
rescate. |
|
|
|
|
Su corazón
se aplaude muy contento |
|
|
|
de encontrar en el campo de
batalla |
|
|
|
rivales dignos de su heroico
aliento. |
155 |
|
|
Donde siempre los quiso, al fin los
halla |
|
|
|
(¡Fruto feliz de su
envanecimiento!), |
|
|
|
sin parapeto alguno, sin
muralla. |
|
|
|
Vuelto a los suyos que arden de
coraje, |
|
|
|
les dirige en substancia este
lenguaje. |
160 |
|
|
—277→ |
|
«Ved
ahí al enemigo, ved al godo |
|
|
|
que perpetuarse intenta en nuestra
tierra; |
|
|
|
es necesario hoy día sobre
todo |
|
|
|
o vencer o morir en esta
guerra; |
|
|
|
de nuestra parte es santa en
algún modo |
165 |
|
|
pues la defensa natural
encierra: |
|
|
|
soldados, nuestra patria su
esperanza, |
|
|
|
su libertad vincula en vuestra
lanza». |
|
|
|
|
Sobre un bruto
veloz más que los vientos, |
|
|
|
que fiero con su carga y
vanidoso, |
170 |
|
|
la tierra bate acaso en sus
cimientos, |
|
|
|
desafiando los riesgos
animoso, |
|
|
|
por sus bien ordenados
regimientos, |
|
|
|
corre de fila en fila
presuroso. |
|
|
|
A su lado se ven esos
guerreros, |
175 |
|
|
de su gloria y laureles
compañeros. |
|
|
|
|
Los Balcarce, los
Heras, Alvarados, |
|
|
|
los Quintanas, y cada
comandante, |
|
|
-pág.
218- |
|
quienes cerca del héroe
colocados |
|
|
|
aguardan la señal, y en su
semblante |
180 |
|
|
descubrir, les parece,
asegurados |
|
|
|
la esperanza y presagio
consolante |
|
|
|
de un triunfo cierto grande
ventajoso, |
|
|
|
que de la patria el nombre
hará glorioso. |
|
|
|
|
Abatido entre
tanto Osorio, inquieto, |
185 |
|
|
la virtud en su pecho busca en
vano |
|
|
|
no la hallará sin duda en el
aprieto |
|
|
|
que no es el patrimonio de un
tirano. |
|
|
|
Su corazón feroz tiembla en
secreto, |
|
|
|
no esperando que el cielo le
dé mano |
190 |
|
—278→ |
|
favorable a sus armas, y
propicia, |
|
|
|
porque de ellas conoce la
injusticia. |
|
|
|
|
Al Dios de los
combates invocando, |
|
|
|
nuestro caudillo al fin al arma
grita. |
|
|
|
Cada hueste con paso igual
marchando |
195 |
|
|
sobre la otra a la vez se
precipita; |
|
|
|
tiembla el suelo y de polvo
levantando |
|
|
|
densa nube, su luz al cielo
quita. |
|
|
|
Alarmado el Maypú, todo
medroso |
|
|
|
atrás sus ondas torna
presuroso. |
200 |
|
|
|
Al ruido
aterrador de los tambores, |
|
|
|
de millares de voces al
acento, |
|
|
|
al rodar de los carros
sonadores, |
|
|
|
retumban hasta el mismo
firmamento |
|
|
|
los Andes de la lid
espectadores. |
205 |
|
|
A este horrísono
estrépito violento, |
|
|
-pág.
219- |
|
del plomo destructor se une el
silbido, |
|
|
|
que va en la sangre a ser
humedecido. |
|
|
|
|
Por todas partes
vuela el fatal hierro; |
|
|
|
la pólvora, este don funesto
horrible |
210 |
|
|
de las furias, saliendo de su
encierro |
|
|
|
por mil bocas flamea
inextinguible; |
|
|
|
su explosión, que conmueve
el bosque, el cerro, |
|
|
|
forma una nueva tempestad
terrible |
|
|
|
de balas que, esparcidas a la
suerte, |
215 |
|
|
en toda dirección llevan la
muerte. |
|
|
|
|
Ya se ven los
flotantes batallones |
|
|
|
romperse y apretarse en el
instante |
|
|
|
para cubrir, por sabias
precauciones, |
|
|
|
los claros que abre el bronce
fulminante. |
220 |
|
—279→ |
|
El trueno cesa ya de los
cañones; |
|
|
|
la bayoneta, el sable
centelleante |
|
|
|
suceden en su vez, que muy
más duros, |
|
|
|
de cerca lanzan golpes más
seguros. |
|
|
|
|
Sus gritos el
dolor traga y sofoca, |
225 |
|
|
la muerte es desde aquí
feroz y muda. |
|
|
|
El silencio en su obsequio
allí coloca |
|
|
|
su imperio, para hacer la lid
más cruda. |
|
|
|
Nadie suspira, nadie abre la
boca, |
|
|
|
por no causar a su rival sin
duda, |
230 |
|
|
la alegría de oír
(extraña cosa) |
|
|
|
los ayes de una queja
vergonzosa. |
|
|
|
|
Una bravura
igual, hizo dudoso |
|
|
|
el combate hasta entonces: la
Victoria |
|
|
-pág.
220- |
|
volando incierta sobre el
ominoso, |
235 |
|
|
ensangrentado campo de la
gloria, |
|
|
|
de uno y otro partido valeroso |
|
|
|
pesaba la constancia meritoria |
|
|
|
y en la sangre que en ondas
circulaba |
|
|
|
de ambos lados sus alas
empapaba. |
240 |
|
|
|
Ángel que
aquel combate presidías, |
|
|
|
genio exterminador, que lo
inflamaste, |
|
|
|
¿de cuál
héroe, por fin las valentías |
|
|
|
con el lauro del triunfo
coronaste? |
|
|
|
¿Cuya causa de lo alto
protegías? |
245 |
|
|
¿En qué partido la
justicia hallaste? |
|
|
|
¿Hacia qué lado,
exenta de venganza, |
|
|
|
se inclinó de los cielos la
balanza? |
|
|
|
|
Largo tiempo,
cinco horas, el patricio, |
|
|
|
y el godo defendiendo y
atacando |
250 |
|
—280→ |
|
se disputan el campo. Al fin
propicio |
|
|
|
se declara el Eterno a nuestro
bando. |
|
|
|
Sobre un carro de luz, brillante
indicio227 |
|
|
|
de la beldad que en él viene
triunfando, |
|
|
|
hiende los aires y a la tierra
baja, |
255 |
|
|
la que nos ha obtenido la
ventaja. |
|
|
|
|
Ésta es la
reina de [los] ángeles y de hombres228 |
|
|
|
del universo entero la
Señora, |
|
|
-pág.
221- |
|
dulcísima y terrible (no te
asombres) |
|
|
|
pues de hueste ordenada y bella
aurora |
260 |
|
|
la da divino espíritu los
nombres; |
|
|
|
ésta es de la nación
la protectora, |
|
|
|
a quien Chile no solo con
devotos |
|
|
|
afectos invocó, mas la hizo
votos |
|
|
|
|
Es María.
¡Gran madre!, a Dios la gloria, |
265 |
|
|
pero de un corazón
reconocido |
|
|
|
a vos hoy consagramos la
memoria. |
|
|
|
Si nuestro brazo fue
fortalecido, |
|
|
|
si alcanzó su denuedo la
victoria |
|
|
|
obra de vuestro amparo todo ha
sido. |
270 |
|
|
Bendita seas, oh, Judit
sagrada, |
|
|
|
por quien se ve la América
salvada. |
|
|
|
|
Ya el padre sol,
que de sus hijos caros |
|
|
|
la intrepidez gozoso
presenciaba, |
|
|
—281→ |
|
templando de su luz los rayos
claros, |
275 |
|
|
del zenit a su ocaso declinaba |
|
|
|
cuando el furor audaz de los
avaros, |
|
|
|
a quien la rica presa
enajenaba, |
|
|
|
cansando de lidiar sucumbe,
cede, |
|
|
|
ve que nuestro valor al suyo
excede. |
280 |
|
|
|
El espanto, el
terror y aturdimiento |
|
|
|
de su tropa alarmada se
apodera, |
|
|
|
pasa de fila en fila en un
momento, |
|
|
|
se extiende a toda su falange
entera. |
|
|
|
Aquí arrojan el
bélico armamento, |
285 |
|
|
allí abaten al suelo su
bandera, |
|
|
-pág.
222- |
|
corren, se chocan, jefes y
soldados |
|
|
|
atónitos, confusos,
desolados. |
|
|
|
|
Aquél no
manda, éste otro no obedece; |
|
|
|
al feliz vencedor todos
rendidos, |
290 |
|
|
cual prisionero a discreción
se ofrece, |
|
|
|
cual temblando los ojos
abatidos, |
|
|
|
se arrodilla a sus plantas y las
mece. |
|
|
|
Cubren miles de muertos y de
heridos |
|
|
|
el campo del Maypú, que no
presenta |
295 |
|
|
más que derrota,
confusión y afrenta. |
|
|
|
|
Osorio, el
orgulloso, el fiero Osorio, |
|
|
|
que su gobierno intruso y
usurpado |
|
|
|
sobre aquel delicioso
territorio |
|
|
|
con sus violencias solo
había marcado; |
300 |
|
|
este hombre, que en un
crédito ilusorio |
|
|
|
venía vanamente
esperanzado, |
|
|
|
viendo su altiva presunción
domada, |
|
|
|
se abandona a una fuga
apresurada. |
|
|
|
—282→ |
|
El miedo, no ya
pies le da para ella, |
305 |
|
|
sino alas con que vuela más
que una ave, |
|
|
|
o con la rapidez de una
centella |
|
|
|
a ocultar su vergüenza y pena
grave. |
|
|
|
Acusa a. España,
quéjase a su estrella, |
|
|
|
¿dónde hallará
refugio? No lo sabe. |
310 |
|
|
Osorio, Osorio enseña a los
tiranos |
|
|
|
a respetar los pueblos
soberanos. |
|
|
|
|
El español
ejército altanero |
|
|
|
de este modo inaudito,
sometido, |
|
|
-pág.
223- |
|
deja en el campo del combate
fiero, |
315 |
|
|
triunfante, airoso, de laurel
ceñido |
|
|
|
al valiente fortísimo
guerrero, |
|
|
|
al jefe de la patria
esclarecido; |
|
|
|
quien, desde el seno del honor y
gloria, |
|
|
|
se apresura a anunciar tan gran
victoria. |
320 |
|
|
|
¡Salud, mi
dulce patria, una y mil veces, |
|
|
|
salud, por el mejor de tus
sucesos! |
|
|
|
¡Cuánto con él
te afianzas y estableces! |
|
|
|
¡Cuán rápidos
serán de hoy tus progresos! |
|
|
|
Del mundo el fallo a tu favor
mereces, |
325 |
|
|
pues no solo convictos, mas
confesos |
|
|
|
dejas a tus tiránicos
rivales |
|
|
|
de las naciones en los
tribunales. |
|
|
|
|
Nuevo estado de
Chile soberano, |
|
|
|
pueblo eminentemente valeroso, |
330 |
|
|
acaso superior al espartano |
|
|
|
en virtud, en heroísmo
generoso, |
|
|
|
tan noble y liberal, como
cristiano; |
|
|
|
tan bravo, como pío y
religioso; |
|
|
—283→ |
|
de los pueblos del Sud digno
modelo, |
335 |
|
|
¡suba tu gloria a la
región del cielo! |
|
|
|
|
¡San
Martín! A tu nombre se arrodilla |
|
|
|
de respeto mi voz, calla de
pasmo: |
|
|
|
su expresión es muy
débil, muy sencilla |
|
|
|
para tu napoleónico
entusiasmo. |
340 |
|
|
El Sud te aclama; el godo se te
humilla, |
|
|
|
en su boca no se oye ya el
sarcasmo. |
|
|
-pág.
224- |
|
Ya no somos rebeldes e
insurgentes, |
|
|
|
gracias a tus victorias
eminentes. |
|
|
|
|
¡Sombras de
los Muñecas, los Lucenas229, |
345 |
|
|
de los Díaz, Villegas y
Beldones230, |
|
|
|
que con la ilustre sangre de sus
venas, |
|
|
|
llenaron nuestra era de
blasones! |
|
|
|
¡Sombras amadas!, ¡mil
enhorabuenas! |
|
|
|
En Chile han perecido los
tiranos, |
350 |
|
|
vuestros laureles dieron ya su
fruto; |
|
|
|
recibid de venganza este
tributo. |
|
|
|
|
Extasíense
por fin los corazones |
|
|
|
en toda la extensión del
Mediodía; |
|
|
|
sus pueblos todos, todas sus
regiones |
355 |
|
|
resuenen con los gritos de
alegría. |
|
|
|
Con mil vivas y mil
aclamaciones. |
|
|
|
Júntese la elocuencia a la
poesía, |
|
|
|
y eternicen de acuerdo con la
historia |
|
|
|
de la mayor jornada la
memoria. |
360 |
|
|
-
LXVI -
|
|
|
Con labio
respetuoso |
|
|
|
os saludo ¡gran pueblo! y
felicito |
|
|
|
en uno de los días
más ilustres |
|
|
|
de Mayo venturoso: |
|
|
|
en este venturoso el más
glorioso, |
5 |
|
|
día inmortal, que debe
proferirse, |
|
|
-pág.
229- |
|
con orgullo romano |
|
|
|
por todo verdadero americano. |
|
|
|
¡Salve, oh, gran pueblo! Cuna
de varones |
|
|
|
que desdeñando el
círculo humillante, |
10 |
|
|
do sus padres la vida
malograron, |
|
|
|
las cadenas tiránicas
trozaron, |
|
|
|
y de América orlando los
pendones, |
|
|
|
desde estas cercanías del
Atlante |
|
|
|
hasta las sierras del Perú
triunfaron, |
15 |
|
|
en libertad poniendo |
|
|
|
cuantos se hallaban opresión
sufriendo. |
|
|
|
—291→ |
|
La altiva
España viendo su potencia |
|
|
|
cual humo disiparse, |
|
|
|
y espantada mirando
presentarse |
20 |
|
|
el coloso fatal de
Independencia, |
|
|
|
contra cuya existencia |
|
|
|
siniestramente aglomerado
había |
|
|
|
siglos de nulidad y
humillaciones, |
|
|
|
rompe los diques de su atroz
venganza, |
25 |
|
|
y el puñal en la mano |
|
|
|
recorre el vasto suelo
americano. |
|
|
|
¡Que crímenes,
qué incendios, qué matanza |
|
|
|
aquí recuerda el alma
estremecida! |
|
|
|
¡Compatriotas amados!,
¡ah!, pasemos |
30 |
|
|
en silencio siquiera aqueste
día |
|
|
|
las escenas de sangre y de
amargura |
|
|
|
que pudieran turbar nuestra
alegría: |
|
|
|
por este día que del suelo
patrio |
|
|
|
los esfuerzos proclama, |
35 |
|
|
y su alta gloria y su brillante
fama. |
|
|
-pág.
230- |
|
Despliegue su estandarte
sanguinoso |
|
|
|
enhorabuena España. |
|
|
|
La tierra entregue a su furor y
saña, |
|
|
|
destruya, arrase, incendie cuanto
alcance. |
40 |
|
|
Nada es capaz de producir
temores |
|
|
|
en los pechos de temple
diamantino |
|
|
|
que de la independencia el gran
camino |
|
|
|
a nuestro país
abrieron. |
|
|
|
El Río de la Plata
más se exalta |
45 |
|
|
al rudo estruendo de venganza y
guerra; |
|
|
|
y su raudal belígero
internando |
|
|
|
con gloria triunfa en
Tucumán y Salta, |
|
|
|
impetuoso arrastrando |
|
|
|
soldados, armas, guiones,
atambores, |
50 |
|
|
y cuanto a su ira el invasor
opone. |
|
|
—292→ |
|
Victorioso revuelve. En el
Oriente |
|
|
|
su poderío estalla, |
|
|
|
y hunde una escuadra, abate una
muralla. |
|
|
|
|
Estrecha cree la
esfera circunscrita |
55 |
|
|
a su coraje y brío; |
|
|
|
atrevido la ensancha; y
aparece |
|
|
|
en las llanuras del Atlante
armado. |
|
|
|
Ante la altiva Cádiz se
presenta |
|
|
|
y sus banderas victorioso
ostenta. |
60 |
|
|
Vigo, Ferrol, y Vera-Cruz, y
Habana |
|
|
|
son testigos también de su
osadía, |
|
|
|
y en éstos y otros puertos
de contado |
|
|
|
gime el comercio hostil
encadenado. |
|
|
|
|
El
tiránico orgullo tras los Andes |
65 |
|
-pág.
231- |
|
fortalecido amaga. Mas,
¿qué importa? |
|
|
|
Allá dirige bélicos
torrentes, |
|
|
|
y alzándolos entre peligros
grandes |
|
|
|
a nivel de las cumbres
eminentes, |
|
|
|
los deja caer con ímpetu
invencible |
70 |
|
|
sobre el opuesto lado. |
|
|
|
Los escollos arrasa con que,
osado, |
|
|
|
se opone el enemigo a su
carrera, |
|
|
|
y es nada en un momento |
|
|
|
el que amagó a la patria en
su engreimiento. |
75 |
|
|
|
Sus
ímpetus transmite a los valientes |
|
|
|
hijos de Tucapel y de Lautaro, |
|
|
|
y sobre Maypo con esfuerzo
raro |
|
|
|
repiten ambos tan ilustre
escena, |
|
|
|
con tanta mayor gloria |
80 |
|
|
cuanto más ardua ha sido la
victoria. |
|
|
|
¡Qué victoria,
argentinos! |
|
|
—293→ |
|
Ella ha borrado en la primer
batalla |
|
|
|
de la faz de la América unas
huestes |
|
|
|
que audaces en España
contuvieron |
85 |
|
|
el vuelo de las águilas
francesas; |
|
|
|
unas huestes que hicieron |
|
|
|
creer a la Europa que a su marcha
sola |
|
|
|
cual tímidos
rebaños |
|
|
|
llevarían delante a las
legiones |
90 |
|
|
que nuestro honor, y libertad
defienden. |
|
|
|
¿Quién les dijera que
el destino traía |
|
|
|
regimiento tan bravo |
|
|
|
de servir de trofeo al año
octavo? |
|
|
|
-pág.
232- |
|
¡Patriotas!, presenté a vuestra
memoria |
95 |
|
|
un bosquejo ligero |
|
|
|
de los timbres marciales que
engrandecen |
|
|
|
de nuestra patria la brillante
historia. |
|
|
|
Mas no olvidéis que fueron
arrancados |
|
|
|
de en medio de los riesgos y la
sangre. |
100 |
|
|
¡Oh, cuántos
compañeros denodados |
|
|
|
en la flor de sus días
perecieron |
|
|
|
por darnos la alegría |
|
|
|
de que tanto gozamos este
día! |
|
|
|
¡Oh, quién sus vidas
preservar pudiera!, |
105 |
|
|
mas ya que no es posible |
|
|
|
libertarlos del hado y de la
muerte, |
|
|
|
sus nombres arranquemos al
olvido. |
|
|
|
Vivan continuo en nuestros gratos
pechos, |
|
|
|
y de estímulo sirvan que nos
haga |
110 |
|
|
contestar al tesón de los
tiranos. |
|
|
|
Juremos por sus nombres
respetables |
|
|
|
que vivirá la patria
independiente |
|
|
—294→ |
|
mientras la sangre en nuestras
venas corra, |
|
|
|
o toda derramada |
115 |
|
|
antes será que verla
subyugada. |
|
|
|
|
Supremo Director,
que en tanto acierto, |
|
|
|
la nave del Estado engalanada, |
|
|
|
diriges hacia el puerto; |
|
|
|
patricios todos que a la grande
causa |
120 |
|
|
con las armas servís, con el
talento, |
|
|
|
o de vuestros sudores con el
fruto; |
|
|
|
confirmad el terrible
juramento |
|
|
|
que a la presencia de los santos
manes |
|
|
-pág.
233- |
|
de tantos compatriotas
generosos |
125 |
|
|
en vuestro nombre pronunciar he
osado. |
|
|
|
Vosotras madres que os
halláis presentes, |
|
|
|
vosotras todas, bellas
argentinas, |
|
|
|
de vuestros dulces hijos en el
nombre, |
|
|
|
en el nombre de todos los que os
aman |
130 |
|
|
yo lo pronuncio en vuestro celo
fiado. |
|
|
|
Confirmadlo también, y haced
que todos |
|
|
|
los que a vuestra presencia se
acercaren, |
|
|
|
en vuestro labio y vuestros pechos
dulces |
|
|
|
aprendan antes de morir como
héroes, |
135 |
|
|
que el pie besar del orgulloso
ibero. |
|
|
|
Que aqueste juramento grande y
noble |
|
|
|
con constancia araucana sea
cumplido, |
|
|
|
y en muralla de acero |
|
|
|
cada uno de nosotros
convertido, |
140 |
|
|
desde este instante abono |
|
|
|
las nuevas glorias de nuestro
año nono. |
|
|
|
-
LXXIV -
|
Un gaucho de la Guardia del Monte contesta al
manifiesto de Fernando VII, y saluda al conde de Casa-Flores con el
siguiente cielito, escrito en su idioma 264
|
|
Ya que
encerré la tropilla, |
|
|
|
y que recogí el rodeo, |
|
|
|
voy a templar la guitarra |
|
|
|
para explicar mi deseo. |
|
|
|
—321→ |
|
Cielito, cielo
que sí, |
5 |
|
|
mi asunto es un poco largo; |
|
|
|
para algunos será
alegre, |
|
|
|
y para otros será
amargo. |
|
|
|
|
El otro
día un amigo, |
|
|
|
hombre de letras, por cierto, |
10 |
|
|
del rey Fernando a nosotros |
|
|
|
me leyó un gran
manifiesto. |
|
|
|
|
Cielo, cielito
que sí, |
|
|
|
este rey es medio sonso, |
|
|
|
y en lugar de don Fernando |
15 |
|
|
debiera llamarse
Alonso. |
|
|
|
|
Ahora que
él ha conocido |
|
|
|
que tenemos disensiones, |
|
|
|
haciendo cuerpo de
gato265, |
|
|
|
se viene por los rincones. |
20 |
|
|
—322→ |
-pág.
249- |
|
Cielito, cielo
que sí, |
|
|
|
guarde amigo el
papelón, |
|
|
|
y por nuestra independencia |
|
|
|
ponga una iluminación. |
|
|
|
|
Dice en él
que es nuestro padre |
25 |
|
|
y que lo reconozcamos; |
|
|
|
que nos mantendrá en su
gracia |
|
|
|
siempre que nos sometamos. |
|
|
|
|
Cielito digo que
sí, |
|
|
|
ya no largamos el mono, |
30 |
|
|
no digo a Fernando el VII, |
|
|
|
pero ni tampoco al nono. |
|
|
|
—323→ |
|
Después
que por todas partes |
|
|
|
lo sacamos apagando266, |
|
|
|
ahora el rey con mucho modo, |
35 |
|
|
de humilde la viene echando. |
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|
|
Cielo, cielito
que sí; |
|
|
|
ya se le murió el
potrillo267, |
|
|
|
y si no que se lo digan |
|
|
|
Osorio, Marcó y
Morillo. |
40 |
|
|
|
Quien anda en
estos maquines268 |
|
|
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es un conde Casa-Flores, |
|
|
|
a quien ya mis compatriotas |
|
|
|
le han escrito mil primores. |
|
|
|
-pág.
250- |
|
Cielito digo que
no, |
45 |
|
|
siempre escoge don Fernando |
|
|
|
para esta clase de asuntos |
|
|
|
hombres que andan deletreando. |
|
|
|
|
El conde cree que
ya es suyo |
|
|
|
nuestro Río de la
Plata: |
50 |
|
|
¡cómo se conoce
amigo |
|
|
|
que no sabe con quién
trata! |
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|
|
—324→ |
|
Allá va
cielo, y más cielo, |
|
|
|
cielito de Casa-Flores, |
|
|
|
Dios nos librará de
plata |
55 |
|
|
pero nunca de pintores. |
|
|
|
|
Los que el yugo
sacudieron |
|
|
|
y libertad proclamaron, |
|
|
|
de un rey que vive tan lejos |
|
|
|
lueguito ya se olvidaron. |
60 |
|
|
|
Allá va
cielo, y más cielo, |
|
|
|
libertad, muera el tirano, |
|
|
|
o reconocernos libres, |
|
|
|
o adiosito y sable en mano. |
|
|
|
|
¿Y
qué esperanzas tendremos |
65 |
|
|
en un rey que es tan ingrato |
|
|
|
que tiene en el corazón |
|
|
|
uñas lo mismo que gato? |
|
|
|
|
Cielito, cielo
que sí, |
|
|
|
el muchacho es tan clemente, |
70 |
|
|
que a sus mejores vasallos |
|
|
|
se los merendó en
caliente269. |
|
|
|
-pág.
251- |
|
En
política es el diablo |
|
|
|
vivo sin comparación, |
|
|
|
y el reino que le confiaron |
75 |
|
|
se lo largó a
Napoleón. |
|
|
|
—325→ |
|
Cielito, digo que
sí, |
|
|
|
hoy se acostó con
corona, |
|
|
|
y cuando se recordó, |
|
|
|
se halló sin ella en
Bayona. |
80 |
|
|
|
Para la guerra es
terrible, |
|
|
|
balas nunca oyó sonar, |
|
|
|
ni sabe que es entrevero, |
|
|
|
ni sangre vio colorear. |
|
|
|
|
Cielito, cielo
que sí, |
85 |
|
|
cielito de la herradura, |
|
|
|
para candil semejante |
|
|
|
mejor es dormir a oscuras. |
|
|
|
|
Lo lindo es que
al fin nos grita, |
|
|
|
y nos ronca con enojo; |
90 |
|
|
si fuese algún guapo...
vaya: |
|
|
|
¡pero que nos grite un
flojo!270 |
|
|
|
|
Cielito, digo que
sí, |
|
|
|
venga a poner su contienda, |
|
|
|
y verá si se
descuida271 |
95 |
|
|
donde va a tirar la rienda. |
|
|
|
|
Eso que los reyes
son |
|
|
|
imagen del Ser divino, |
|
|
-pág.
252- |
|
es (con perdón de la
gente) |
|
|
|
el más grande desatino. |
100 |
|
|
—326→ |
|
Cielito, cielo
que sí, |
|
|
|
el evangelio yo escribo, |
|
|
|
y quien tenga desconfianza, |
|
|
|
venga, le daré recibo. |
|
|
|
|
De estas
imágenes una |
105 |
|
|
fue Nerón que mandó a
Roma, |
|
|
|
y mejor que él es un
toro |
|
|
|
cuando se para en la loma. |
|
|
|
|
Cielito, cielo
que sí, |
|
|
|
no se necesitan reyes |
110 |
|
|
para gobernar los hombres |
|
|
|
sino benéficas leyes. |
|
|
|
|
Libre y muy libre
ha de ser |
|
|
|
nuestro jefe, y no tirano; |
|
|
|
éste es el sagrado voto |
115 |
|
|
de todo buen ciudadano. |
|
|
|
|
Cielito, y otra
vez cielo, |
|
|
|
bajo de esta inteligencia, |
|
|
|
reconozca, amigo rey272, |
|
|
|
nuestra augusta independencia. |
120 |
|
|
|
Mire que grandes
trabajos |
|
|
|
no apagan nuestros ardores, |
|
|
|
ni lumbres, muertes,
miserias273, |
|
|
|
ni aguas, fríos y
calores. |
|
|
|
—327→ |
|
Cielito, cielo
que sí, |
125 |
|
|
lo que te digo, Fernando, |
|
|
-pág.
253- |
|
confiesa que somos libres, |
|
|
|
y no andés
remoloneando. |
|
|
|
|
Dos cosas ha de
tener |
|
|
|
el que viva entre nosotros, |
130 |
|
|
amargo, y mozo de
garras274 |
|
|
|
para sentársele a un
potro. |
|
|
|
|
Y digo cielo y
más cielo, |
|
|
|
cielito del espinillo, |
|
|
|
es circunstancia que sea |
135 |
|
|
liberal para el
cuchillo275. |
|
|
|
|
Mejor es andar
delgado276, |
|
|
|
andar águila277
y sin pena, |
|
|
|
que no llorar para siempre |
|
|
|
entre pesadas cadenas. |
140 |
|
|
—328→ |
|
Cielito, cielo
que sí, |
|
|
|
guárdense su chocolate, |
|
|
|
aquí somos puros indios |
|
|
|
y solo tomamos mate. |
|
|
|
|
Y si no le
agrada, venga |
145 |
|
|
con lucida expedición, |
|
|
|
pero si sale matando |
|
|
|
no diga que fue
traición. |
|
|
|
-pág.
254- |
|
Cielito, los
españoles |
|
|
|
son de laya278
tan fatal, |
150 |
|
|
que si ganan es milagro, |
|
|
|
y traición si salen
mal. |
|
|
|
|
Lo que el rey
siente es la falta |
|
|
|
de minas de plata y oro, |
|
|
|
para pasar este trago |
155 |
|
|
cante conmigo este coro. |
|
|
|
|
Cielito, digo que
no, |
|
|
|
cielito, digo que sí, |
|
|
|
reciba, mi don Fernando, |
|
|
|
memorias de Potosí. |
160 |
|
|
|
Ya se acabaron
los tiempos |
|
|
|
en que seres racionales |
|
|
|
adentro de aquellas minas |
|
|
|
morían como animales. |
|
|
|
—329→ |
|
Cielo, los reyes
de España |
165 |
|
|
¡la puta que eran
traviesos!, |
|
|
|
nos cristianaban al
grito279 |
|
|
|
y nos robaban los pesos. |
|
|
|
|
Y luego nos
enseñaban |
|
|
|
a rezar con grande esmero, |
170 |
|
|
por la interesante vida |
|
|
|
de cualquiera tigre
overo. |
|
|
|
|
Y digo cielo y
más cielo, |
|
|
|
cielito del cascabel, |
|
|
|
¿rezaríamos con
gusto |
175 |
|
|
por un tal don Pedro el Cruel? |
|
|
|
-pág.
255- |
|
En fin, cuide
amigo rey, |
|
|
|
de su vacilante trono, |
|
|
|
y de su tierra, si puede, |
|
|
|
haga cesar el encono. |
180 |
|
|
|
Cielito, cielo
que sí, |
|
|
|
ya los constitucionales |
|
|
|
andan por ver si lo meten |
|
|
|
en algunos pajonales. |
|
|
|
|
Y veremos si lo
saca |
185 |
|
|
la señora
Inquisición, |
|
|
|
a la que no tardan mucho |
|
|
|
en arrimarle
latón280. |
|
|
|
—330→ |
|
Cielito, cielo
que sí, |
|
|
|
ya he cantado lo que siento, |
190 |
|
|
supliendo la voluntad |
|
|
|
la falta de entendimiento |
|
|
|