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231

En El Censor, Buenos Aires, n.º 138, 9 de mayo de 1818, pp. 1-4, sin firma. Lira: pp. 224-227, sin firma y con título de «A la victoria del Maypo». C, p. 129.

María Muñoz Guilmart, en «La literatura en los periódicos argentinos» -trabajo en equipo bajo la dirección de Pedro Henríquez Ureña-, a propósito de esta composición apunta: «Sin firma. Es del poeta uruguayo Bartolomé Hidalgo», en Revista de la Universidad de Buenos Aires. Tercera época, año III, n.º 2, abril-junio de 1945, p. 248. Pero no aporta elementos probatorios. Ninguno de los estudiosos de Hidalgo se la atribuye. Pero esta afirmación acerca de la poesía introduce una duda respecto de la alusión del poema de Esteban de Luca a su amigo B. Hidalgo: «Al poeta Bartolomé Hidalgo incitándole a cantar la restauración de Lima», de 1821, cuando dirigiéndose al destinatario como «Delio», a la manera seudoclásica, le dice: «No olvides que ya diste / a San Martín gran premio, / cuando cantaste un día / en Maipo su denuedo, / canta, pues, hoy de Marte, / canta en sonoros versos...». De Luca podría referirse no, o no sólo, al «Cielito de Maypo», que se atribuye a Hidalgo, sino a esta canción suedoclásica. En la endecha, de Luca no hace alusión a versos de corte gauchipolítico, por el contrario. «Cómo me será dado / no rogarte de nuevo, / cuando Apolo te inspira / y es divino tu acento? / Yo lo escuché mil veces / y envidié: lo confieso, / ya tu canción de amores / ya su sonoro metro...».

Y otras referencias que apuntan más bien al estilo de la escuela poética imperante. (N. del E.)

 

232

Musa de la filosofía. (N. del A.)232.1

 

232.1

Error: astronomía. (N. del E.)

 

233

Buenos Aires. (N. del A.)

 

234

Ministro de estado del rey de España. (N. del A.)

 

235

V. 20, excesivo. (N. del E.)

 

236

La invencible armada de Felipe II, que hizo tanto ruido en Europa, y fue destruida tan fácilmente. (N. del A.)

 

237

El gobierno que inventa los recursos y elige y sostiene a los generales, se baña en el esplendor de las victorias. (N. del A.)

 

238

El ambicioso fomentó con astucia el espíritu de egoísmo que sin cesar divide a todos los hombres; lisonjeó la vanidad de los unos, la envidia de los otros, la avaricia de éste, el resentimiento de aquél; irritó las pasiones de todos; oponiendo intereses a intereses, preocupaciones a preocupaciones, sembró las divisiones y los odios, amenazó al hombre con el hombre, a una clase con otra clase, y aislando a los ciudadanos por medio de la desconfianza, formó su fuerza de la debilidad de todos. (Meditación sobre las revoluciones de los imperios. Cap. II.) (N. del A.)

 

239

La América. (N. del A.)

 

240

En El Censor, Buenos Aires, n.º 138, 9 de mayo de 1818, sin firma, pp. 7-8. Se transcriben dos de las cuatro octavas que se colocaron en el arco triunfal de la Plaza Mayor para el recibimiento del Héroe de los Andes. Lira: p. 228, sin firma. (N. del E.)