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241

En El Censor, Buenos Aires, n.º 141, sábado 30 de mayo de 1818, pp. 2-5, sin firma. El poema se recitó en la velada del 25 de mayo: «después de una primorosa obertura, se cantó el gran dúo del Sr. Tritto; en seguida se recitó la alocución al pueblo de Buenos Aires que va a continuación, y se representó La muerte de César (tragedia de Voltaire)». Colección: pp. 123-128, atribuida a Vicente López y Planes. Lira: pp. 228-233, sin firma. C, pp. 134-136, adjudicada a Vicente López y Planes. (N. del E.)

 

242

Lira: pp. 233-236, sin firma. C, pp. 140-141. Z, pp. 207-208. (N. del E.)

 

243

El Estado, la Excma. Municipalidad, el ilustrísimo cabildo Eclesiástico, y el Tribunal del Consulado, que a pesar del deplorable estado en que se hallan sus fondos han dotado veintitantas becas. (N. de 1824.)

 

244

Los señores empleados civiles y militares, que de sus cortos sueldos han cedido voluntariamente para tan digno objeto un tanto por ciento anual, resultando de las dichas donaciones hasta el presente cincuenta y tantas becas de gracia en beneficio de los jóvenes indigentes. (N. de 1824.)

 

245

Lira, pp. 236-239, sin firma. C, pp. 175-176; Z, pp 210-211.

Miguel Estanislao Soler (1783-1849), militar de destacada carrera. En junio de 1820 las fuerzas de la caballería de la Campaña de Buenos Aires exigieron que fuera designado gobernador y capitán general de la Provincia; así se hizo; tomó posesión el día 23 de ese mes, pero renunció siete días después, al ser vencido por Estanislao López en Cañada de la Cruz, para evitar, dice su renuncia, «males incalculables que yo deseo separar de mis conciudadanos». (N. del E.)

 

246

Año 20. (N. de 1824.)

 

247

En El Despertador Teofilantrópico-Místico-Político..., Buenos Aires, n.º 4, domingo 14 de mayo de 1820. Lira, pp. 239-242, sin firma. C, pp. 176-177. (N. del E.)

 

248

Así llamado en el campo, el que usaba estribos, freno, chapeado, espuelas de plata, calzones de terciopelo carmesí y rebenque con puño de hierro y ramales trenzados con plumas de diverso color.

Por cierto que la designación de «romance» para esta pieza es desajustada, preceptivamente hablando. Se trata, en rigor, de sextetos endecasílabos de rima consonante: ABABCC. Tampoco, pues, alude al «romance heroico». Mal puede suponerse que Castañeda ignorara lo que era, formalmente, un romance en la poética tradicional. Primero, porque los compuso, e introdujo variantes personales en las formas octosilábicas; segundo, porque era lector asiduo de poesía española de los siglos XVI al XVIII, por lo menos. De manera que ha habido intención en él de denominar «romance» a lo que no lo era, tal vez para apropiarse de una designación de la poesía popular para un nuevo ensayo de ella en su pluma. Véanse las interesantes consideraciones de Canal Feijóo, Bernardo, en «La independencia literaria», cap. IX de su obra La leyenda anónima argentina. Buenos Aires. Editorial Paidós, 1969, pp. 151-167. Los ensayos del franciscano serían un intento de poesía popular no gauchesca.

Esta curiosa composición allega en su seno elementos de la cultura libresca a otros de la popular: latinismos, como «hibierno», de larga tradición poética; o frases latinas, plus ultra o laus Deo; menciones mitológicas: Neptuno, Hércules, Pegaso. En esto asoma el sacerdote letrado que era Castañeda. Y junto a ello, argentinismos léxicos «ombú», «maturrango», fonéticos «traian» o expresiones «se quedó por los chimangos». Esto indicaría los escollos del tránsito del hábito poético culto al nuevo intento de expresión. Parecida situación se advierte en algunos cielitos, por ej. el de 1813, cantado en Montevideo y atribuido por algunos estudiosos a Hidalgo: «Cielito de los gallegos, / ¡ah!, cielito del dios Baco, / que salgan al campo limpio / y verán lo que es tabaco».

Lo que domina en la pieza de Castañeda son los gestos propios del cantor popular: templar la guitarra, entonarse bebiendo, ir cantando de un sitio a otro. (N. del E.)

 

249

Vv. 1-2, presentan la situación, después reiterada, del cantor a la sombra del ombú templando su guitarra. Mención del instrumento popular que antecede a las de la poesía gauchesca. En otro poema suyo, incluido en Lira (LXXV, 1-2), reitera: «Oye, Liborio, escucha los trinados / que en mi guitarra, bien o mal formados...». Se apuntaría, no podemos afirmarlo, una oposición entre la vihuela y la guitarra, como instrumentos aristocrático y popular, respectivamente, español y criollo, en este caso tal vez, -distinción que fue sólita en el siglo XVI- en los versos finales: «Yo cantaré mejor cuando Pezuela / trueque por mi guitarra una vihuela». (N. del E.)

 

250

Vv. 3-4, aluden al gesto de bautizar el canto, consagrándolo con «agua sacra», en un gesto sacerdotal. El verbo «ordenar» puede tener más de un sentido: disponer o consagrar. (N. del E.)