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En El Telégrafo Mercantil, Rural, Político, Económico e Historiógrafo del Río de la Plata, Buenos Aires, n.º 1, miércoles 1.º de abril de 1801, pp. 4-7. Va precedida por una presentación, que cierra un discurso sobre las posibilidades económicas del país: «Mas oíd de un socio nuestro una invocación excelsa (al Paraná)», y se transcribe el poema, sin título. Las notas van con letras, no con números. La nota a) dice: «El Dr. D. Manuel Labardén, a quien no se puede negar ni su claro talento, ni su buen gusto, ni su escogida erudición, ni su urbanidad, su decoro, y en fin, las prendas más dignas de un literato, y más acreedoras a la estímación y aprecio público».

En el n.º 10, del 16 de agosto de 1822, de Doña María Retazos, se volvió a publicar la «Oda al Paraná». A esto se debe su ubicación en Lira, al momento de compulsar este periódico de Castañeda, Ramón Díaz la recogió y situó a continuación de la Tercera Comedia. Lira, pp. 370-375.

Hay variantes entre este texto de Lira y el de El Telégrafo..., que hemos ajustado, considerando, al tiempo, la fijación que del mismo ha hecho Carilla, Emilio. Literatura argentina. Palabra e imagen. Buenos Aires, Eudeba, 1969, pp. 133-135. Las notas de 1 a 18 son del propio Lavardén. Lira las ha renumerado por páginas y no de seguido, y ha omitido dos, la 10 y la 11, que aquí reponemos.

Las notas y el poema reflejan el programa de la Sociedad Patriótica, a la que pertenecía Lavardén, y los presupuestos de El Telégrafo... Algunas de las sugerencias contenidas en el texto son concordes con el ensayo económico del autor: Nuevo aspecto del comercio en el Río de la Plata. Estudio preliminar y notas de Enrique Wedovoy. Buenos Aires, Editorial Raigal, 1955.

Véase el minucioso análisis del poema realizado por Berenguer Carisomo, Arturo. Las corrientes estéticas en la literatura argentina. Buenos Aires, Librería Huemul, 1969, t. I, pp. 38-47.

Sobre la influencia virgiliana y otras reminiscencias clásicas en esta poesía véase el ya citado trabajo de Gerardo Pagés, esp. III, «Lavardén y su "Oda al Paraná"», pp. 110-122. (N. del E.)

 

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Hay en el Paraná multitud de conchas, que fácilmente se descascaran, y muestran un bruñido nácar que puede ser un ramo de industria. Los paraguayos las emplean en embutidos. (N. del A.)

 

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Bloqueo de los ingleses. (N. del A.)

 

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No deben olvidar los amigos del país el raro fenómeno de haberse echado menos en los cinco años pasados el ordinario crecimiento del Paraná, y las grandes resultas de este acontecimiento con respecto al comercio interior, y cría de ganados. De semejante suceso no hay noticia, y se ignora la causa. El año presente (1801) volvió a su ordinario curso. (N. del A.)

 

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La laguna Apuper, después Santa Ana, hoy de las Perlas, las ha dado pequeñas en su orilla. El fondo no se ha reconocido. (N. del A.)

 

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Nace el Paraná en las minas de oro de los portugueses. (N. del A.)

 

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Se alude al nombre del Río de la Plata que le dio el genovés Gabot impropiamente, no criándose este metal en sus provincias, por lo que debiera mantener el nombre de Río de Solís, del descubridor. (N. del A.)

 

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El camalote es un conocido yerbazo, que se cría en los remansos del Paraná. (N. del A.)

 

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Aprestos navales del gobierno y consulado contra los corsarios ingleses. (N. del A.)

 

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Hállase en la costa patagónica un marisco, que tiene en su pequeño tamaño, que será de cuatro pulgadas, la bizarra figura de los caballos del carro de Neptuno. Ignoramos si en otras partes los hay de más bulto, o si lo deben a la fecundidad griega. Su cabeza remeda con propiedad la de un caballo, y la cola torcida acaba en alas, como se pinta frecuentemente. (N. del A.)